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Apuntes de Historia de España tema 2. Guerra de Independencia y Revolución Liberal 1

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TEMA 2.- Crisis de la monarquía borbónica. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la revolución liberal. La Constitución de 1812.

Introducción

La Guerra de la Independencia (1808-1814) supone el principio del fin del Antiguo Régimen en nuestro país. Se desarrolla en el contexto histórico de la resistencia al Imperio Napoleónico, coyuntura que propició que el pueblo español adquiriera conciencia de su entidad nacional frente al dominio francés. En esa lucha por su soberanía, y ante la falta de su Rey, se dan los primeros pasos hacia la revolución liberal, es decir, la puesta en práctica del principio de que son los representantes del pueblo los que tienen que definir la forma de gobierno y las leyes de una nación.

La obra legislativa de las Cortes de Cádiz supone la superación del Antiguo Régimen y la aparición de la primera Constitución de carácter liberal de nuestro país. Sin embargo, esta legislación y este avance liberal no resistirían el ataque de los sectores privilegiados y de la monarquía absoluta que se restablecen al regreso del rey Fernando VII, en 1814.

1. La crisis del reinado de Carlos IV (1788-1808)

Al comenzar su reinado, Carlos IV asiste a la conmoción de la Revolución Francesa (1789), lo que le lleva a desconfiar del reformismo ilustrado de sus antecesores: pone fin al reformismo apartando a los ministros ilustrados (Floridablanca, Jovellanos) y pone el gobierno en manos de Manuel Godoy, un guardia de corps que asciende en palacio gracias a la protección de la reina, María Luisa de Parma.

Su reinado viene marcado por la crisis que afectará al propio sistema del A.R: el difícil contexto internacional, los problemas interiores -económicos e institucionales- y las contradicciones que presentaba el modelo del A.R. ante la demanda de cambios económicos, sociales y políticos, hacen del reinado de Carlos IV un periodo de crisis:

Contexto internacional: La radicalización de la Revolución Francesa, especialmente tras la ejecución de Luis XVI (1793), llevó a España a participar en la coalición que declara la guerra a Francia (1793-1795). Pero la derrota (Paz de Basilea, 1795) y la llegada de Napoleón (1799) llevan a Godoy a buscar la alianza con Francia. Los tratados de San Ildefonso (1796 y 1800) y Fontainebleau (1807) convertirán a la monarquía española en un satélite de Francia, poniendo a su disposición sus recursos económicos y su flota naval. Gran Bretaña, por su parte, respondió sometiendo a España a un bloqueo marítimo que perjudicó enormemente los intereses españoles en América. Además, en 1805 la armada hispanofrancesa sufrió la fatal derrota de Trafalgar ante Gran Bretaña frente a las costas de Cádiz. Dos años después, mediante el citado Tratado de Fontainebleau, España accede a que tropas del estado francés ingresen en la Península supuestamente como puente para someter a Portugal, aliado de Gran Bretaña.

Crisis económica: A finales de 1807 la situación interna del país era caótica: las guerras contra Inglaterra y el bloqueo continental provocaron la subida de los precios. A esta situación se unía la bancarrota de la Hacienda, motivada por el descontrol en el gasto del Estado y el endeudamiento originado por las sucesivas guerras que desde 1776 mantenía España.

A la crisis económica se une una crisis institucional. Godoy, ministro de Carlos IV, era criticado por todos los sectores sociales, afectando las críticas a la figura del propio Rey por mantenerle en el poder. Le hacían responsable de la gran crisis que atravesaba el país. La nobleza desprecia a Godoy por su origen plebeyo y por apartarla del poder. El clero no le perdona su afán desamortizador y que quisiera acabar con la Inquisición. A este grupo de oposición a Godoy se unió el propio heredero, D. Fernando, para conspirar contra el Rey y acabar con el Príncipe de la Paz. El pueblo veía en la figura del heredero al salvador del país y de la dinastía, aunque desconocía los detalles de sus actividades conspiradoras hacia sus padres. La llegada a España de los ejércitos franceses, acuartelados en Burgos, Salamanca, Pamplona, San Sebastián y Barcelona, fue aprovechada por los conspiradores para dar el golpe definitivo a Godoy. En marzo de 1808 se produjo el llamado Motín de Aranjuez, tomando al asalto el palacio los partidarios de Fernando VII. Godoy fue detenido y Carlos IV se vio obligado a abdicar, cediendo la Corona a su hijo.

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2 Ante este panorama político marcadamente descompuesto, Napoleón, que ya había introducido tropas en España justificadas por la guerra contra Portugal, quiso hacer del estado español una monarquía satélite de Francia, como ya había hecho en otros lugares. Napoleón decide entrevistarse con Fernando VII y Carlos IV en Bayona. Las Abdicaciones de Bayona (5 mayo, 1808) suponen la renuncia de Fernando VII y Carlos IV al trono español tras los acontecimientos del 2 de mayo, pasando la corona a José Bonaparte. Las únicas condiciones que consiguió incluir Carlos IV en su renuncia fueron la de la unidad de los dominios españoles y la exclusividad de la religión católica; a cambio, obtuvo varios castillos en Francia y una gran renta. Fernando, que para la mayoría de los españoles estaba secuestrado, inició en Valençay un exilio dorado.

Sin embargo, los planes de satelización de España por Napoleón se encontrarán con la respuesta armada de España, llegando así a la Guerra de la Independencia (1808-1814).

2. La Guerra de la Independencia.

El inicio de la Guerra: El levantamiento del 2 de mayo en Madrid se produce por la salida de los miembros de la familia real. Los rumores sobre la partida forzosa produjeron un alboroto en las puertas de palacio. Murat dio órdenes de disparar contra los alborotadores. A partir de ahí se generalizaron las luchas callejeras y el levantamiento contra los franceses. En esta lucha intervino exclusivamente el pueblo, mientras que las clases pudientes se escondieron. Incluso el ejército permaneció al margen, sólo los capitanes Daoiz y Velarde desobedecieron las órdenes y se sublevaron. Sofocada la revuelta, Murat inicia una dura represión, representada por Goya en su obra Los fusilamientos del 3 de mayo.

El Consejo de Castilla, la Junta de Gobierno, los altos funcionarios, la jerarquía eclesiástica y casi todos los mandos militares acataron las órdenes de los franceses, pero el pueblo no reaccionó de la misma forma. La abdicación de Fernando VII se interpretó como una renuncia forzada. A finales de mayo casi todas las ciudades españolas se habían sublevado.

Estalla así un suceso complejo con tres grandes vertientes:

 por un lado fue un conflicto internacional en el que, además de Francia y España, se ven inmersas Portugal y Gran Bretaña, tradicional enemiga que en esta ocasión apoyó a los españoles sublevados con tropas que incluyen militares de la talla del duque de Wellington;

 fue también una guerra civil entre españoles, por un lado los colaboracionistas o afrancesados, y por otro los sublevados que consideraban a Francia como un invasor;

 finalmente cabe reseñar que el conflicto estuvo acompañado de una crisis política marcada por el vacío de poder, lo que facilita que adquiera un valor revolucionario de carácter liberal.

El desarrollo militar de la guerra

En el desarrollo de la Guerra de la Independencia pueden distinguirse tres fases:

- Primera fase (mayo-noviembre, 1808). Ante la resistencia del pueblo español, el ejército francés no supo responder debido a que eran fuerzas inexpertas y a las propias disputas internas de los generales franceses. Las primeras acciones francesas consistieron en sofocar las revueltas urbanas surgidas por todo el país. A mediados de junio se inició el primer sitio de Zaragoza, cuya resistencia fue organizada por el general Palafox; los franceses terminarían abandonando el cerco con un coste de 3000-4000 bajas (por 2000 españoles). En julio de 1808 las tropas del general Dupont son derrotadas en Bailén por tropas españolas dirigidas por el general Castaños. Era la primera vez que un ejército napoleónico era derrotado en campo abierto, por lo que el impacto internacional fue enorme. En agosto los franceses se ven obligados a levantar el sitio de Zaragoza y Wellington vence a las tropas de Junot en Lisboa.Tras estas derrotas francesas el ejército francés se repliega y el mismo José I sale de Madrid y se refugia en Vitoria. - Segunda fase (noviembre, 1808 - julio, 1812). Sin embargo, a pesar de este inicio, frente al hasta entonces invencible ejército francés, el ejército español estaba en clara inferioridad, que solo se compensaría más tarde con la forma de lucha, la guerrilla, y el apoyo de ingleses y portugueses. Napoleón se pone personalmente al mando de 250.000 veteranos de la Gran Armada y atraviesa la frontera en noviembre de 1808 al frente de sus mejores unidades. Pese a la resistencia que encuentra en Somosierra,

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Madrid acaba rindiéndose el 4 de diciembre. Napoleón evitó cualquier tipo de humillación sobre el pueblo de Madrid, presentándose como un benefactor y no como un conquistador.

Napoleón continuó su campaña en el Norte para acabar con el ejército inglés que intentaba romper la comunicación francesa en la frontera, pero tuvo que abandonar España (enero,1809) ante la amenaza de una guerra en Austria.

Mientras, Zaragoza, el símbolo de la resistencia española, caía en manos de los franceses y era completamente arrasada (febrero, 1809). Otras ciudades también sufrirían "el sitio" de los franceses, como Gerona que resiste varios sitios hasta su capitulación en diciembre de 1809, o Cádiz que fue sitiada desde 1810 a 1812, pero que nunca llegó a ser tomada: los refuerzos de Portugal, las condiciones defensivas naturales y amurallamiento con los que contaba la ciudad y el control del acceso marítimo por parte de los ingleses permitió a la ciudad resistir los ataques franceses.

La dispersión de los soldados españoles iba a suponer a partir de ahora una ventaja para combatir desde la resistencia (táctica de guerrilla). Desde 1809 la guerra entra en una fase de desgaste caracterizada por la acción de la guerrilla, una forma de lucha nueva que sería decisiva para la victoria final de los españoles. Las partidas guerrilleras son unidades de paisanos armados con el objetivo de mantener en jaque a los franceses. Se generalizan a partir de la campaña de Napoleón. Compuestas al principio por pocos hombres, irán creciendo al sumarse a ellas campesinos, bandoleros y soldados. Sus oficiales surgen del pueblo, entre aquellos que demuestran tener dotes de mando y habilidad táctica, pero también hay oficiales del ejército. Entre estas partidas destacan las del cura Merino, Espoz y Mina, o las del Empecinado. En 1810 fueron reglamentadas por la Junta Central como unidades legales de la resistencia. La importancia de la guerrilla radica en la táctica empleada: el guerrillero rehúye la batalla frontal por su inferioridad y opta por realizar repetidas emboscadas contra fuerzas reducidas del enemigo. Conoce a la perfección el terreno y cuenta con el apoyo de la población civil, que le suministra víveres, información y escondites, haciendo imposible su captura por parte de los franceses. Su efecto sobre el ejército francés es doble: por un lado, mina la moral de los soldados, que viven en tensión permanente, y por otro lado, obliga a mantener un elevado número de hombres dedicados a misiones de escolta, vigilancia y control de la retaguardia. Puede afirmarse que la guerrilla, término español que se ha extendido a todos los idiomas, fue decisiva para la derrota francesa.

Sin embargo, en campo abierto es indiscutible el dominio francés (campañas del Mariscal Soult en el centro y en Andalucía).

- Tercera fase (julio, 1812 - abril, 1814): En 1812 comienza el declive francés. A la imposibilidad de tomar Cádiz, convertida en un símbolo de la resistencia, se unió el desgaste de las tropas. En 1812 Wellington reconquista Badajoz. Napoleón retira 50.000 hombres para enviarlos a la campaña de Rusia. Wellington pudo avanzar hacia Salamanca y con la victoria en la batalla de los Arapiles (julio, 1812) abrió el camino hacia Madrid. Tras la derrota de Rusia, Napoleón retiró otros 100.000 hombres para asegurar la defensa de Francia, dejando en inferioridad a su ejército frente al formado por españoles e ingleses en la Península.

En mayo de 1813, Wellington emprendió la ofensiva final, consumando la derrota francesa en junio con la batalla de Vitoria. Napoleón firma el tratado de Valençay (diciembre, 1813) por el que restituye la Corona de España a Fernando VII y en abril de 1814 se firma el armisticio.

3. La revolución liberal

Mientras se suceden los acontecimientos militares, la vida política española vive una situación dual, entre el gobierno de José Bonaparte y la aparición de un poder surgido del pueblo, que se formalizaría en una Junta Central Suprema primero y un Consejo de Regencia después que, con las Cortes de Cádiz, inicia el final del Antiguo Régimen en España.

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3.1. El intento reformista de José Bonaparte.

El gobierno de José I se caracteriza por su debilidad debido a que sólo controla las dos Castillas, el resto de las zonas están bajo el control de los generales franceses.

A esta dificultad se une el rechazo de la población española a su gobierno y las continuas intervenciones de su hermano en las decisiones tomadas por él. Con José I colaboraron los llamados afrancesados, españoles que apoyan al gobierno invasor al creer que acabaría con la crisis económica y acabaría con el lastre del A. Régimen en España. Este es el caso del poeta Juan Meléndez Valdés, el dramaturgo Leandro Fernández Moratín o el financiero ilustrado Francisco Cabarrús.

Las principales medidas políticas las establece Napoleón y para tal fin reunió en Bayona a un grupo formado por eclesiásticos, nobles, militares y hombres ilustres del Antiguo Régimen para elaborar el llamado Estatuto de Bayona (julio, 1808), que no pudo ser puesto en práctica por la inestabilidad existente. Entre las principales medidas destacan: disolución del Consejo de Castilla, supresión de la Inquisición, reducción de los conventos existentes, abolición de la jurisdicción señorial y de las barreras aduaneras interiores, una nueva división administrativa y la venta de las tierras expropiadas para aminorar la deuda del Estado.

3.2. El proceso de convocatoria de las Cortes de Cádiz.

La mayoría de los españoles no aceptan las abdicaciones de Bayona (mayo, 1808), ni a José Bonaparte como su rey legítimo. Sin embargo, las instituciones del Antiguo Régimen -el Consejo de Castilla y la Junta de Estado- se pusieron bajo la autoridad de José Bonaparte. Pero el rechazo del pueblo a ese gobierno produce en España un vacío de poder que ocupará la iniciativa liberal. Los levantamientos populares y la nueva organización para la toma de decisiones suponen un hecho revolucionario: los españoles han asumido indirectamente el principio de que es el pueblo el que decide su destino político (soberanía nacional) y, de hecho, forman sus propios órganos de gobierno para coordinar su resistencia al invasor francés, rompiendo así con las instituciones del Antiguo Régimen: son las Juntas de Defensa, que se organizaron en Juntas Locales y Juntas Provinciales que gobernaron en sus respectivos territorios en nombre de Fernando VII. La población eligió para formarlas a personajes de prestigio: aristócratas, empresarios e intelectuales con ideas liberales. Una vez que se formaron en todo el país fue necesario organizarse a nivel nacional y para ello se creó una Junta Suprema Central que coordinaría todas las acciones políticas durante la guerra. La Junta se reunió en Aranjuez por primera vez tras la batalla de Bailén (septiembre de 1808) y entre sus miembros destacan antiguos ministros ilustrados como Floridablanca y Jovellanos.

La Junta no reconoce a José I como rey de España y asume la regencia hasta la vuelta de su verdadero monarca, Fernando VII, al que se considera preso del emperador. Sus acciones van dirigidas a organizar la resistencia: mando militar, organización de cuerpos de ejército, fondos económicos, conexión con el mando portugués e inglés, suministros para las tropas... y las dirigidas a la reorganización política del país Ante la llegada de Napoleón y la caída de Madrid (noviembre, 1808), la Junta Suprema Central se desplaza a Extremadura, después a Sevilla y, finalmente a San Fernando) (enero,1810), ciudad vecina de Cádiz, la única ciudad que, ayudada por los ingleses, resistiría el asedio de los franceses.

La Junta Suprema, incapaz en ese momento de coordinar la resistencia y desarrollar las reformas políticas y administrativas necesarias, decide autodisolverse y entregar el poder a un Consejo de Regencia (1810). Éste crea una Comisión de Cortes con la finalidad de convocar unas Cortes Generales. Esta Comisión establecerá la composición de las Cortes y el carácter de la Cámara, al tiempo que se realizaba una encuesta nacional para conocer la opinión del país sobre qué cambios debían hacerse.

La Comisión coincidió en que las Cortes debían ser constituyentes (elaborar una Constitución) y debían componerse de diputados elegidos por votación, pero no se pusieron de acuerdo sobre el sistema de sufragio y, sobre todo, sobre si debían ser Cortes unicamerales o bicamerales, unitarias o estamentales:

• Los liberales pretenden que sean unicamerales y que la representación fuese unitaria. • Los partidarios del absolutismo proponen dos cámaras y una representación estamental.

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5 Finalmente, el Consejo de Regencia, gracias al ambiente liberal que predominaba en Cádiz, estableció la composición de las Cortes en una sola Cámara. La primera sesión se celebra en San Fernando el 24 de septiembre de 1810.

La guerra impidió que se celebrara la elección en muchos distritos y un elevado número de diputados fue elegido por ciudadanos de las correspondientes provincias residentes en la ciudad. Poco más de trescientos diputados participaron en aquellas Cortes: había una mayoría procedente de las capas medias urbanas: funcionarios civiles y militares, abogados, comerciantes y profesionales liberales; unos cincuenta eran miembros de la aristocracia y unos cien eclesiásticos. Tal cantidad de hombres de la Iglesia no debe hacer pensar en un bloque homogéneo: a principios del s. XIX la carrera eclesiástica era una vía atractiva para la promoción social, o para acceder a la mejor formación cultural, y por ello convivían en el Clero personas con distintas visiones del mundo y la política, que se distribuyeron entre las diversas tendencias representadas en la Cámara legislativa.

La ideología liberal era la predominante: el ambiente revolucionario y patriótico de Cádiz, la ciudad más cosmopolita del país y símbolo de la resistencia, permitió que el ideario liberal pudiera manifestarse en la Constitución de 1812.

3.3. La Constitución de 1812.

En la sesión inaugural (24/09/1810), los diputados proclamaron que representaban la soberanía nacional, afirmaron el carácter constituyente de las Cortes por lo que emprendieron la elaboración de una Carta Magna. Sin embargo, la Cámara también realizó a lo largo de este periodo una importante legislación ordinaria que completó las medidas de la Constitución.

Uno de sus rasgos más característicos es la enorme extensión del texto. Los diputados de Cádiz, conscientes del cambio trascendental que suponía un nuevo sistema político y social, prefirieron un texto meticuloso que fijara con claridad todos los aspectos que consideraban esenciales, muchos de ellos impropios de una Constitución. Así, el texto final, aprobado el 19 de marzo de 1812, constaba de 10 títulos y 384 artículos.

Otra característica del texto es el compromiso existente entre sectores de la burguesía liberal y el clero. Este compromiso se manifiesta en la aceptación de los principios liberales, por parte de los representantes eclesiásticos, y el reconocimiento de los derechos de la religión católica, por parte de los representantes más liberales.

La Constitución de 1812 constituye un ejemplo de constitución liberal, inspirada en los principios de la francesa de 1791, pero más avanzada y progresista en su momento.

Sus principales aspectos son los siguientes:

Soberanía nacional: la soberanía «reside esencialmente en la Nación» .

 Igualdad ante la ley de los españoles de ambos hemisferios.

La división de poderes: se declara el Estado como una «monarquía moderada hereditaria», y se separan los tres poderes.

 El poder legislativo reside en «las Cortes con el Rey». El Rey puede promulgar, sancionar y vetar las leyes.

 El poder ejecutivo reside en el Rey, que nombra libremente a sus Secretarios, quienes responden en teoría ante las Cortes, pero no pueden ser cesados por éstas, por lo que no hay un control del Gobierno por parte de las Cortes.

En el artículo 172 se recogen hasta doce limitaciones expresas a la autoridad real (no puede: suspender o disolver las Cortes, abdicar o abandonar el país sin permiso de ellas, llevar una política exterior no supervisada por la Cámara, contraer matrimonio sin su permiso o imponer tributos...), rompe de esta forma con el poder absoluto del Antiguo Régimen.

 El poder judicial reside en los tribunales. Se reconocen el fuero eclesiástico y el militar como jurisdicciones especiales (conseguido por sus representantes en las Cortes).

Se recoge explícitamente la confesionalidad y exclusividad de la religión católica.  Declaración de derechos (imprenta, igualdad jurídica, derecho de petición, propiedad)

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6  La Constitución establece un Ejército permanente. Junto a él se establece la Milicia Nacional, organizada en provincias, con un doble objetivo: reforzar al Ejército en caso de guerra, y servir de cuerpo de defensa del Estado liberal. Depende directamente del Rey y de las Cortes, no del mando militar.

 La representación nacional reside en las Cortes, que son unicamerales y sus representantes serán elegidos por sufragio universal indirecto entre los varones españoles mayores de 25 años.

 Los diputados deberán ser españoles y serán elegibles quienes tributen a la Hacienda una determinada cantidad (elegibilidad censitaria). Las Cortes se reúnen automáticamente durante un mínimo de tres meses al año y tienen un mandato de dos años.

 Los Regidores (alcaldes) serán elegidos por la población.

 Se establecen las Diputaciones Provinciales y sus Jefes Políticos (Gobernadores Civiles) actuarán como intermediarios entre la Administración del Estado y las provincias.

3.4. Otras disposiciones legales de las Cortes de Cádiz.

Además del texto constitucional, las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a establecer un Estado liberal, completando así la tarea legislativa de la Constitución aprobada en 1812:

La abolición de los señoríos (agosto, 1811). Se eliminaron los derechos jurisdiccionales, pero en la práctica las tierras que estaban sujetas o vinculadas a estos derechos se convertían en propiedades privadas de los señores, de esta forma los señores saldrían ganando porque sustituyeron los derechos señoriales por rentas sobre tierras que nunca podrían haber demostrado que eran suyas.

La desamortización de bienes de propios y baldíos. Su objetivo era afrontar la deuda del Estado y recompensar a los militares retirados. (No llegó a ser aplicada).

La eliminación del mayorazgo. Declaraba la propiedad libre y sólo atribuible a particulares.

La supresión de los gremios. Se decretó el derecho a disponer del propio trabajo, acorde con los principios del liberalismo económico. Se estableció la libertad de producción, de contratación y de comercio. Pero bajo ese principio se abría la posibilidad del libre empleo (abusos y explotación de mano de obra).

La libertad de imprenta (aprobada en 1810). Se concebía como función al servicio de la opinión pública pero las cuestiones religiosas serían supervisadas por unas juntas provinciales de censura.  La legislación religiosa fue abundante por la necesidad de reformar la Iglesia española. Las Cortes

establecieron el principio de intervención del Estado para disponer reformas y acabar con la injusta distribución de las rentas, la desigual distribución del clero, el bajo nivel de instrucción de éstos... Se decreta la supresión de la Santa lnquisición y la desamortización de bienes eclesiásticos.

4. Conclusión

Solo tuvo tres breves períodos de vigencia: 1812-1814 desde su aprobación hasta el final de la Guerra de la Independencia; 1820-1823 durante el Trienio Constitucional o Liberal; 1836-1837 durante el gobierno progresista en la regencia de María Cristina.

Lo que convierte a esta Constitución en un acontecimiento histórico es su carácter de inicio del ciclo liberal que se desarrollará en España a lo largo del s. XIX, con trabas y retrocesos. Servirá de modelo a seguir para las futuras constituciones dentro del proceso de instauración del liberalismo en la España del siglo XIX. Además, la Constitución de 1812 será ejemplo para muchas constituciones europeas y americanas en los años posteriores.

A pesar de su importancia, la obra de las Cortes no tuvo una gran repercusión en la población española. Esto se explica por distintos factores: el desconocimiento general de la tarea legislativa realizada en Cádiz, el analfabetismo de la población española y la fe ciega que tenía el pueblo en su Rey (Fernando VII, el deseado). Estos factores explican la facilidad que tuvo Fernando VII para anular la Constitución y restablecer el absolutismo una vez que regresa a España en 1814.

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