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La traducción especializada y las especialidades de la traducción

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Col·lecció «Estudis sobre la traducció»

Núm. 17

SobrE laS ESpECialidadES

dE la TraduCCióN

y la TraduCCióN

ESpECializada

R

obeRto

M

ayoRal

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sensio

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Qualsevol forma de reproducció, distribució, comunicació pública o trans formació d’aques ta obra només pot ser realitzada amb l’autorització dels seus titulars, llevat d’excepció prevista per la llei. Dirigiu-vos a cedro (Centro Español de Derechos Repro gráficos, www.cedro.org) si necessiteu fotocopiar o escanejar fragments d’aquesta obra.

© Del text: els autors, 2011

© De la present edició: Publicacions de la Universitat Jaume I, 2011

Edita: Publicacions de la Universitat Jaume I. Servei de Comunicació i Publicacions Campus del Riu Sec. Edifici Rectorat i Serveis Centrals. 12071 Castelló de la Plana Fax: 964 72 88 32

http://www.tenda.uji.es e-mail: publicacions@uji.es

DOI: http://dx.doi.org/10.6035/EstudisTraduccio.2011.17 ISBN: 

Mayoral aSENSio, roberto

La traducción especializada y las especialidades de la traducción / Roberto Mayoral Asensio, Oscar Diaz Fouces.  Castelló de la Plana : Publicacions de la Universitat Jaume I, D.L. 2011

p. ; cm.  (Estudis sobre la traducció ; 17) Bibliografia.

ISBN 

1. Traducció. I. Diaz Fouces, Oscar. II. Universitat Jaume I. Publicacions. III. Títol

81’25

BIBLIOTECA DE LA UNIVERSITAT JAUME I. Dades catalogràfiques

Publicacions de la Universitat Jaume I és una editorial membre de l’une, cosa que en garanteix la difusió i comercialització de les obres en els àmbits nacional i internacional. www.une.es.

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A nuestros padres y a nuestras madres

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ÍNdiCE

PREFACIO, Anthony Pym ... 9 INTRODUCCIóN ... 15 1. EL CONCEPTO DE TRADUCCIóN especiAlizAdA

EN LOS ESTUDIOS DE TRADUCCIóN ... 19 1.1. Cuestiones preliminares (1): el afán clasificatorio en los estudios

sobre la traducción ... 19 1.2. Cuestiones preliminares (2): el concepto de categorización ... 27 1.3. Cuestiones preliminares (3): representaciones gráficas

de los criterios de categorización ... 32 1.4. Revisión sintética de los criterios empleados para clasificar

la traducción y de los modelos resultantes ... 45 1.4.1. Preliminares: las opiniones de algunos expertos ... 45 1.4.2. El criterio del grado de especialización del texto:

traducción general frente a traducción especializada ... 47 1.4.3. El criterio del tema del texto ... 50 1.4.3.1. Un ejemplo concreto: la traducción jurídica ... 56 1.4.3.2. ¿Tiene algún fundamento la clasificación basada

en el tema? ... 60 1.4.4. El criterio del género del texto ... 60 1.4.5. El criterio de la función del texto ... 67 1.4.6. Lenguajes de especialidad y (tipos de) textos especializados ..71 1.5. Las implicaciones didácticas ... 73 1.6. Primeras conclusiones ... 75 2. NOTAS SOBRE LA CONSTITUCIóN, LA EVOLUCIóN

y EL CULTIVO DE LAS DISCIPLINAS... 79 2.1. El origen de las disciplinas ... 81

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2.1.1. Factores intrínsecos y factores extrínsecos ... 81

2.1.2. La especialización ... 83

2.2. El cultivo de las disciplinas ... 88

2.2.1. Los grupos académicos ... 88

2.2.2. La relación entre los tipos de disciplinas y los grupos académicos ... 90

3. LA CONSTITUCIóN COMO DISCIPLINA DE LA TRADUCCIóN .. 97

3.1. Tres dimensiones para un concepto ... 97

3.2. La traducción como disciplina científica y académica ...98

3.2.1. hard/soft ... 98

3.2.2. pure/applied ... 104

3.2.3. Ubicación disciplinar de la traducción ... 108

3.3. Las especialidades de la traducción y la traducción especializada .... 111

3.3.1. Un caso concreto: traducción automática, traducción asistida y localización ... 111

3.3.2. El concepto de traducción especializada ... 116

3.3.2.1. Especialidades técnicas y especialidades sectoriales ....116

3.3.2.2. El caso de las especialidades teóricas ... 124

3.3.2.3. El marco disciplinario ... 127

3.3.2.4. El problema de la delimitación de las especializaciones sectoriales ... 129

EPíLOgO ... 165

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prEfaCio

Roberto Mayoral y Oscar Diaz Fouces nos ofrecen un libro de carácter especializado, ya que aborda la especialización traductológica, relegada a un rincón aislado y periférico de las ciencias humanas. Al mismo tiempo, aunque pueda parecer una paradoja, los autores demuestran repetidamente y desde diversas perspectivas que, dado que todo se especializa, la cuestión de la espe-cialización es una de las más generales, ya que abarca temas que van desde la psicología cognitiva hasta los géneros discursivos, pasando por la relación entre teoría y práctica, la planificación de programas de formación, e incluso la organización de proyectos de investigación y de congresos, merced a lo que se describe aquí como procesos de contaminación. Paradoja banal, a fin de cuentas: del mismo modo que no existen parques zoológicos en cuyas jaulas una placa indique «animal», ni jardines botánicos con etiquetas que digan «planta», no hay traducción sin especialización. Dicho de otro modo, como bien apuntan los autores, no existe una traducción general.

Así, aunque de apariencia modesta, las investigaciones que aquí se presen-tan resulpresen-tan ser de las más críticas en la traductología española. ¿Qué ocurre cuando desaparece la categoría de traducción general? En primer lugar, la crítica nos obliga a reflexionar sobre el modo en que tal categoría ha llegado a los planes de estudio. A partir de ahí, se tendría que indagar sobre cómo esta y otras categorías se han tallado y empaquetado en la forma de modelos de competencia traductora, tales como los que encontramos en los trabajos del grupo avanti de granada, del grupo pacte de Barcelona o del todavía reciente Máster Europeo de Traducción. ¿De dónde proceden las categorías? ¿De rei-terar la tradición? («Así me han formado a mí, por lo tanto así hay que formar a todos los traductores.») ¿Como justificación de lo ya hecho? («Así lo hace-mos, luego así lo tenemos que hacer, por inercia y eficacia.») ¿Por adecuación al mercado laboral? («Así lo dicen mis amigos profesionales, de modo que así es y así seguirá siendo todo el mercado.») ¿Analizando lo que no saben los alumnos? («Lo corrijo en el examen porque es lo que tenían que aprender.») ¿A partir de recomendaciones de los expertos? («Si se dice así en otro país o en otra disciplina –las disciplinas son países, por lo menos cuando tienen pres-tigio–, entonces será lo mejor para mi país-disciplina»). Lo cierto es que, detrás de todos los modelos actuales, hay más repetición textual que pensamiento crí-tico, así como más tráfico de citas (sí, calco del tráfico de influencias) que investigaciones capaces de cuestionar y modificar las categorías de partida.

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Como he tenido ocasión de proponer en otra parte, si los actuales modelos de competencia se comparan con los de una ciencia como la química, que tam-bién pretende aislar elementos y estudiar sus combinaciones y reacciones, estamos todavía en la época de la alquimia, esperando que principios que nunca han sido cuestionados ni probados nos conduzcan al oro inalcanzable de la traducción perfecta. Como bien entrevén Mayoral y Diaz Fouces, la clave del asunto podría ser la manera en que las diversas categorías funcionan en los mundos profesionales. ¿Cómo piensan, por ejemplo, los revisores que tienen que formar (y reformar) a nuestros egresados una vez que empiezan a traducir en las empresas y las organizaciones? ¿Qué categorías representan mejor las inadecuaciones de la formación actual? Aunque en estos momentos disponemos de pocos estudios solventes sobre el tema, el espíritu crítico de Mayoral y Diaz Fouces nos dirige por pistas nuevas y potencialmente fructuo-sas.

Una segunda consecuencia de la desaparición de la traducción general sería la necesidad de reconsiderar toda la cuestión de la dificultad traductora. Según el planteamiento tradicional, aquello que es general debería resultar más fácil de traducir que aquello que es especializado. Recuerdo, sin embar-go, un libro pedagógico de Basil Hatim sobre la traducción inglés-árabe que aborda, ya en su primera lección, un texto jurídico («the legal article»), dado que el autor, lingüista, sabe que cuanto más formulario y unívoco es el texto, más fácil resulta su traducción. Tuve ocasión de comprobar la estrategia durante un par de años en los que impartí un curso de géneros textuales: al tener menos interpretaciones posibles, el lenguaje formulario exige un menor procesamiento cognitivo por parte del traductor. De hecho, esta primera clase, sobre el texto jurídico, suele enseñar algo todavía más útil: ante aquello que parece tan especializado que asusta, conviene mantener la calma, don’t panic, y dejar que los problemas se solucionen uno por uno. Lo que parece difícil no lo es, por lo menos para quien haya aprendido los principios básicos (en este caso, el principio de la norma preliminar: ¿la traducción tiene que funcionar en esta cultura o en aquella?). Esas dificultades quiméricas están en el origen de las profesiones liberales.

Otra consecuencia tiene que ver con la pregunta «¿Difícil para quién?». Los aspectos subjetivos y subjetivistas no están ausentes de las reflexiones de Mayoral y Diaz Fouces, contribuyendo en varias ocasiones a minar la certeza de muchas tradiciones. Aquello que resulta difícil para mí (por ejemplo, porque es la primera vez que traduzco un contrato) no lo es para mi colega (que ya ha traducido cien contratos, de modo que ahora salen como churros de su memoria de traducción). De ahí se desprenden un par de problemas interesantes para

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estas listas de competencias que la mafia educativa nos obliga a formular y calcular para justificar la enseñanza, como si cada estudiante particular nece-sitase toda la lista abstracta que redactamos de antemano. De acuerdo con las categorías tradicionales, el saber qué (conocimiento declarativo) se opone al saber cómo (conocimiento procesal u operativo). La equivocación tradicional, a mi entender, es que la traducción especializada requiere de unas dosis enor-mes del saber qué. Dicha tendencia llega al paroxismo en los libros/cd de Michael Hann (1992, 2004) que intentan resumir, para la formación de traduc-tores «científicos y de ingeniería», los conceptos y términos de la mecánica, electrónica, ciencia de los materiales, ingeniería nuclear, ingeniería mecánica, ingeniería química, y más. Siempre será mejor saber estas cosas que ignorar-las, claro está. No me resulta evidente, no obstante, que los resúmenes de ciencias se tengan que enseñar en un programa de traducción, sobre todo cuan-do se podría enviar a los estudiantes interesacuan-dos a clases introductorias en la Facultad de Ingeniería. Es más, hoy en día este saber qué se convierte muy rápidamente en un saber dónde, en el sentido de que basta saber utilizar los enormes recursos electrónicos que tenemos disponibles en Internet. Más aún, dentro del saber dónde, la clase de conocimiento más lucrativa actualmente es sin duda el saber quién, en el sentido de que el empresario, el gestor de pro-yectos o el traductor en apuros tiene que saber a quién encargar o preguntar en caso de dificultad. El saber qué concierne a textos y a la estética comunicativa; el saber cómo es actualmente un asunto de herramientas electrónicas de ayuda a la traducción; el saber dónde necesita poca cosa más que búsquedas por Internet; y el saber quién se opera preferentemente por vía telefónica, ya que la viva voz se mantiene todavía como un instrumento del poder. Las tecnolo-gías de la comunicación nos conducirán a sus propias especializaciones.

No cabe duda de que el trabajo de Mayoral y Diaz Fouces lo abarca todo. No obstante, me parece que la actualidad del tema de la especialización reside en un problema histórico muy específico. Me refiero a la creación del Espacio Europeo de Educación Superior. Los vientos continentales han hecho que, en países como España en donde la formación de traductores ha constado tradi-cionalmente de dos ciclos universitarios (4 o 5 años), esta se reparta ahora entre un nivel de grado y otro nivel de máster. El problema es precisamente este: en muchos casos (y en muchos países, hay que admitirlo), no se ha hecho más que dividir en dos el modelo anterior: el grado para lo básico, el máster para lo avanzado, sin especialización particular. Hay justificaciones y antece-dentes de peso: Danica Seleskovitch solía decir que el objetivo del programa de la esit de París era formar especialistas de la traducción/interpretación, y no traductores/intérpretes especializados. Menos lapidariamente, aunque tal vez

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con más realismo social, Justa Holz-Mänttäri (1984) insistía en que el traduc-tor debe ser un experto en traducción, con capacidad de trabajar conjuntamen-te con expertos de otros campos. A pesar de tales opiniones expertas, que nos hablan desde otra época, el panorama actual se caracteriza sin duda por una formación masificada, lo que requiere otro modo de pensar. Me temo que estamos perdiendo una gran oportunidad para reorganizar los másteres según, precisamente, las especializaciones de la traducción. En lugar de 40 o 100 programas que repiten todos más o menos los mismos contenidos, con el fin de estandarizar la competencia única, sería de más interés social (por lo menos de cara a la empleabilidad de los egresados) contemplar una serie de másteres altamente especializados (un programa modelo podría ser el Máster de Traducción Médico-Sanitaria en la Universitat Jaume I de Castelló). Para formarse en técnicas de traducción audiovisual, tal máster; para traducción jurídica, tal otro, etc. Para organizar la formación de esta manera, claro, se tendría que decidir qué se entiende por especialización y cómo se quiere apli-car el concepto. Es tema para un debate amplio, que se tendría que extender mucho más allá de las lenguas españolas. Visto desde esta perspectiva, todo apunte sobre la especialización es de plena actualidad.

Los estudios españoles sobre la traducción son abundantes y su número crece casi geométricamente. En 1987 Julio-César Santoyo publicó su primer ensayo de bibliografía española con más de 1200 títulos. En 1996, casi diez años más tarde, el mismo Santoyo editó una segunda bibliografía, esta vez con unos 4800 títulos, que incluye textos en catalán, gallego y vasco. En la actualidad, dichas cuentas se ven ampliamente superadas por la Bibliografía de interpretación y traducción (bitra) de la Universidad de Alicante, que cataloga más de 43 000 entradas (en 2010), de las cuales 8844 son en lengua española, 658 en catalán, 277 en gallego y 84 en vasco. Sorprende, ante tales cifras, las muy contadas veces que estos trabajos se suelen citar fuera del ámbito español. Santoyo (1987) ya comentaba la ausencia casi total de autores españoles en las bibliografías internacionales de la época, como si de injusti-cia estadística se tratara. Se podrían hacer observaciones similares hoy: han aumentado las publicaciones, pero no ha aumentado en paralelo, ni mucho menos, el impacto internacional de la traductología española. Las contadas excepciones, curiosamente, son los trabajos sobre la competencia traductora, sobre todo los del grupo pacte de Bellaterra, en parte porque suelen publicar-se en inglés y francés, pero también porque el tema de la competencia es clave de muchos asuntos.

Por lo demás, silencio. ¿Por discriminación en contra del español? chi lo sa? Más allá de las conspiraciones, hay razones que tal vez no sean tan

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difí-ciles de adivinar. En primer lugar, como bien hacen notar Mayoral y Diaz Fouces, hay muchos trabajos, sobre todo los libros de texto, que se empeñan en acumular citas de autores de fuera, sin análisis crítico ni más propósito que el de impresionar con la bibliografía. Por otra parte, el paisaje de la traducto-logía española está bastante bien poblado de datos empíricos de toda índole, sobre todo respecto a catálogos históricos de traducciones, fascinantes fichas de censura y documentación de experimentos pedagógicos. Hace casi una década declaraba Hurtado, como muchos en aquella época, que «necesitamos datos que nos ayuden a conocer y explicar mejor la traducción» (2001: 632). Ahora se podría decir que tenemos datos pero hemos avanzado relativamente poco en el camino de entender o explicar la traducción.

Si los datos no contestan a hipótesis, es decir, a ideas claras y generales sobre lo que queremos descubrir, no generarán conocimiento. y si solo tene-mos datos sin la producción dialéctica de ideas organizadoras y provocado-ras, ¿por qué nos citarían? Como bien decía Popper (1959/2002), el proceso inductivo necesita, para poder avanzar, del trabajo teorizante de los procesos deductivos. El libro de Mayoral y Diaz Fouces interviene en este sentido como una llamada a la reflexión: ahora nos toca pensar; tenemos que producir y contrastar ideas, después de tantos años de acumular datos sobre datos.

El debate está servido.

anthony pym

Intercultural StudIeS Group

unIverSItat rovIraI vIrGIlI

referencias

hann, M. (1992): The Key to Technical Translation, Ámsterdam/Filadelfia: Benjamins.

– (2004): A basis for scientific and engineering translation: German-english-German. Ámsterdam/Filadelfia: Benjamins.

hatim, B. (1997): english-Arabic/Arabic-english Translation: A practical Guide. Londres: Saqi.

holz-mänttäri, J. (1984): Translatorisches Handeln. Theorie und Methode. Helsinki: Academia Scientiarum Fennica.

hurtado albir, A. (2001): Traducción y traductología. introducción a la

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popper, K. (1959/2002): The logic of scientific discovery. Londres/Nueva york: Routledge.

santoyo, J. C. (1987): Traducción, traducciones, traductores: ensayo de bibliografía española. León: Servicio de Publicaciones, Universidad de León.

– (1996): Bibliografía de la traducción en español, catalán, gallego y vasco. León: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de León.

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iNTroduCCióN

A nadie se le oculta que, aunque existan precedentes significativos, la implantación académica generalizada de los estudios sobre la traducción es un hecho relativamente reciente. En el Estado español, hace ahora unos cuarenta años que se inauguraron las diplomaturas de traducción e interpretación. Las licenciaturas correspondientes tienen aproximadamente la mitad de antigüe-dad, y los estudios de tercer ciclo (doctorados, másteres y posgrados) son todavía más jóvenes.

Este periodo de tiempo, relativamente breve, ha sido suficiente para que el sistema universitario español haya nutrido a la sociedad de un enorme contin-gente de personas formadas para desarrollar actividades profesionales relacio-nadas con la mediación lingüística. y también, por supuesto, para que se haya generado un grupo notable de personal académico e investigador relacionado con la misma área. Con matices evidentes, una historia parecida se ha ido reproduciendo en bastantes países del llamado mundo occidental.

Probablemente una de las claves del éxito de los estudios sobre la traduc-ción en esos años ha sido su coincidencia en el tiempo con el proceso de internacionalización de los mercados y de las comunicaciones al que es habi-tual referirse con el nombre de globalización. Ese proceso habría permitido incorporarse a la vida profesional a un número importante de personas titula-das, quizás no siempre para llevar a cabo tareas específicas de traducción, pero sí, con mucha frecuencia, para desempeñar trabajos en los que las destrezas lingüísticas y multiculturales tienen un papel destacado. De hecho, buena parte de las actividades profesionales en el mundo en el que ahora nos toca vivir requieren de unas habilidades comunicativas que a principios del siglo pasado estaban reservadas a sectores muy limitados y muy específicos. Mientras que hace cien años los conocimientos de lenguas alcanzaban preferentemente a profesiones muy concretas, como las propias de la carrera diplomática, hoy en día resulta difícil encontrar una oferta de empleo mínimamente cualificado en que las competencias lingüísticas no sean un requisito imprescindible.

Todo ese desarrollo práctico ha corrido en paralelo con una evolución teóri-ca de los estudios sobre la traducción. A propósito de esta circunstancia, teóri-cabe reconocer que, como mínimo, estos últimos se han mostrado ciertamente per-meables a la influencia de las diferentes corrientes del pensamiento con que les ha tocado convivir: desde el estructuralismo hasta el cognitivismo, pasando por el generativismo; desde el posestructuralismo hasta el poscolonialismo,

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pasan-do por los estudios culturales y los estudios sobre el género... Lo cierto es que la reflexión teórica sobre la mediación lingüística ha sido enormemente pro-ductiva, como lo demuestra la ingente cantidad de material publicado en los últimos años, que puede revelar una simple consulta a las bases de datos pro-pias de la especialidad, como bitra o la Translation studies Bibliography (que son, ellas mismas, un claro exponente de la madurez del ámbito del que se ocupan).

Conviene señalar que, como tampoco se le escapa a nadie que conozca mínimamente la actividad profesional y, al mismo tiempo, la producción teó-rica generada en los últimos tiempos, ambas llevan caminos autónomos (en términos generales) aunque, por supuesto, existen puntos de confluencia. En realidad, como se argumenta en este volumen, ese hecho no debiera resultar especialmente inquietante, en lo que a nuestro campo se refiere, siempre que no conduzca a un divorcio absoluto, difícil de justificar.

La codificación académica de los estudios sobre la traducción sintetiza, de algún modo, la dualidad anterior, dado que las personas egresadas deben haber recibido formación tanto para el desempeño profesional como para la reflexión teórica. En nuestra opinión, conviene no perder nunca de vista que la capacitación universitaria del personal que tendrá que desempeñar las pro-fesiones relacionadas con la traducción y la interpretación y también la reflexión teórica sobre las mismas es, por derecho, una actividad diferente de ambas, que debe ser objeto continuado de reflexión (y de revisión) a su vez. Con este trabajo, nos proponemos contribuir –aunque sea modestamente– a esa revisión, que afecta, en realidad, a los tres espacios. Lo hacemos a propó-sito de un asunto que nos parece espinoso, tanto por su dificultad intrínseca como por la inercia que ha llevado a dar por asumido un cierto estado de las cosas, sin argumentar la conveniencia de mantenerlo. Nos referimos a la estruc-turación de los planes académicos, de la práctica profesional y de la propia investigación, en diversas especialidades (o especializaciones), a los criterios que llevan a delimitarlas, y a la (in)utilidad de oponerlas a una supuesta no especialización, a la que suele designarse con la etiqueta de traducción gene-ral.

Para ello, partimos de una justificación de nuestras dudas sobre la conve-niencia de mantener las clasificaciones tradicionales (basadas en criterios como el tema o la función de los textos) e intentamos situar una discusión sobre la propia viabilidad (y el valor) de las clasificaciones rígidas, en un campo como el que nos ocupa. A continuación, presentamos algunos funda-mentos para una (re)ubicación disciplinar de la traducción para después, a la

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vista de todo lo anterior, intentar abrir una reflexión sobre las diferentes espe-cializaciones posibles, sobre el modo de delimitarlas y de caracterizarlas.

Como podrá comprobarse, las que aquí proponemos no son en ningún caso unas conclusiones cerradas, ni así lo hemos pretendido. Tampoco debe enten-derse que con ello aboguemos por algún tipo de relativismo teórico-metodoló-gico. Simplemente nos ha parecido adecuado (re)abrir una cuestión, difícil pero sin duda interesante, con la voluntad de estimular el debate entre las personas interesadas, a partir de algunas premisas menos comunes. Creemos que el vigor de una disciplina debe medirse, más que por el volumen de su producción teó-rica, por la capacidad de quienes la cultivan de evitar los dogmas inmutables y someter los fundamentos en que se basa a un examen crítico permanente. Es a ese examen al que pretendemos contribuir con las páginas que siguen.

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1. El CoNCEpTo dE TraduCCióN

especializada EN loS ESTudioS

SobrE la TraduCCióN

1.1. Cuestiones preliminares (1): el afán clasificatorio en los estudios sobre la traducción

Traducción especializada y sus corolarios traducción general, traducción científica, traducción técnica, traducción jurídica, traducción médica, etc. son etiquetas cuyo uso está muy asentado en nuestro campo. Estas denominacio-nes no solo sirven para estructurar el marco teórico, sino que también afectan de forma directa a muchos aspectos de la vida profesional de quienes se dedi-can a la traducción. Las tarifas profesionales se organizan y se distinguen de acuerdo con estas categorías. Lo mismo ocurre con las convocatorias de empleos y con los perfiles laborales, con los cursos, con los grados y con las reuniones científico-académicas. Esta categorización es el resultado de inten-tar clasificar, tipificar y compartimeninten-tar la actividad de traducir, de modo que, en buena lógica, debiera hacer más fáciles la reflexión, la comunicación y la práctica misma. En nuestra opinión, sin embargo, hoy por hoy, esta categori-zación entorpece más que facilita nuestra tarea y, por lo tanto, se ha hecho acreedora de una cierta revisión crítica. Creemos que, en general, estas clasi-ficaciones tradicionales o bien no responden a sus propios principios de cómo debe ser una buena clasificación o bien resultan poco operativas desde el punto de vista práctico (el cómo traducir), o bien no son el resultado de una reflexión en profundidad de la propia naturaleza como disciplina de los estu-dios sobre la traducción sino, en cierta medida, algo previo a ella. Un ejemplo que refleja las circunstancias a las que acabamos de referirnos estaría consti-tuido por una de las tipologías más difundidas (Hurtado, 2001), fruto de una voluntad explícitamente integradora (de vías clasificatorias y de escuelas):

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categorías de clasificación Variedades de traducción Ámbito socioprofesional Tipos de traducción Modo traductor Modalidades de traducción Naturaleza del proceso en el individuo clases de traducción Método empleado Métodos de traducción

categorías de clasificación de las variedades de traducción (Hurtado, 2001: 53)

Método interpretativo-comunicativo (traducción del sentido)

Método literal

(transcodificación lingüística)

FINALIDAD DE LA TRADUCCIóN Método libre

(modificación de categorías semió-ticas o comunicativas)

Método filológico (traducción eru-dita y crítica)

Principales métodos de traducción (Hurtado, 2001: 54)

Según la función y la configura-ción del proceso en el individuo

Traducción natural Traducción profesional

Aprendizaje de la traducción profe-sional

Traducción pedagógica Traducción interiorizada Traducción explicativa Según la dirección del proceso Traducción directa

Traducción inversa Clases de traducción (Hurtado, 2001: 57)

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Ámbitos marcados por el campo Traducción de géneros especializa-dos.

Tipo de campo: técnico, jurídico, económico, religioso, etc.

Traducción técnica, científica, jurí-dica, etc.

Ámbitos no marcados por el campo

Traducción de géneros no especia-lizados.

Traducción de géneros literarios, publicitarios, periodísticos, etc. Traducción literaria, traducción publicitaria, traducción periodísti-ca, etc.

Tipos de traducción (Hurtado, 2001: 59)

Modo traductor Modalidad de traducción

Simple Traducción escrita

Interpretación simultánea Interpretación de enlace susurrado

Complejo Traducción a la vista Interpretación consecutiva Subordinado simple Voces superpuestas

Doblaje

Traducción de canciones para ser canta-das

Traducción de programas informáticos Traducción de productos informáticos multimedia

Subordinado complejo Subtitulación

Supratitulación musical

Traducción de productos informáticos multimedia

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Métodos de traducción (según el método traductor empleado) Traducción comunicativa Traducción literal Traducción libre

Traducción filológica, etc. Clases de traducción (según la naturaleza del proceso traductor en el individuo) Traducción natural Traducción profesional

Aprendizaje de la traducción profesional Traducción pedagógica Traducción interiorizada Traducción explicativa Traducción directa Traducción inversa Tipos de traducción (según el ámbito socioprofesional) Traducción técnica Traducción jurídica Traducción económica Traducción administrativa Traducción religiosa Traducción literaria Traducción publicitaria Traducción periodística Interpretación de conferencias Interpretación social Interpretación de tribunales Modalidades de traducción (según el método traductor) Traducción escrita Traducción a la vista Interpretación simultánea Interpretación consecutiva Interpretación de enlace Susurrado Doblaje Voces superpuestas Subtitulación

Traducción de programas informáticos

Traducción de productos informáticos multimedia Traducción de canciones

Supratitulación musical Traducción iconográfica

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A las clasificaciones anteriores, Hurtado (2001: 473-506) añade todavía «Las clasificaciones textuales en Traductología»:

• Las clasificaciones por los ámbitos temático y socioprofesional (2001: 473).

• Las clasificaciones funcionales (asumiendo las propuestas de Bühler, Reiss y Newmark) (2001: 474-483).

• Las clasificaciones por géneros (2001: 484, 491-506).

El esfuerzo clasificatorio de esta destacada autora es un caso notorio del afán cartesiano que nos impulsa a todos los académicos, con mayor o menor eficacia, a ordenar el mundo, a clasificar incesantemente, olvidándonos a veces de que, para que una clasificación esté justificada, tiene que resultar útil para unos fines relevantes, previamente declarados. Esta salvedad parece especialmente obvia en el caso de las disciplinas cuyo interés principal no debiera radicar, aparentemente, en la descripción, sino en la aplicación, como el caso que nos ocupa, el de una disciplina referida, esencialmente, a un tipo de proceso comunicativo. No parece que un axioma como el de que cualquier disciplina debe avanzar en la capacidad de descripción de su objeto de estudio pueda utilizarse como argumento único para elaborar clasificaciones, si estas no permiten avanzar correlativamente en la explicación de la naturaleza de ese mismo objeto. El filósofo de la ciencia Toulmin (1977 [1972]: 11-12) se refiere a esa tendencia de la siguiente manera:

Desde que los antiguos griegos se enamoraron de la geometría, el pensamien-to filosófico sobre la naturaleza del conocimienpensamien-to ha estado dominado por modelos derivados de la matemática y la física teórica. Este hecho ha tenido dos consecuencias lamentables. Por una parte –invirtiendo el epigrama de Whitehead–, condenó a toda la filosofía posterior a ser una serie de apostillas a Platón. Por la otra, tentó a los filósofos a concentrarse en cuestiones concer-nientes a la forma lógica, a descuidar las cuestiones atinentes a la función racional y la adaptación intelectual […] Dicha regla puede resumirse en una sola convicción profundamente arraigada: que, en la ciencia y la filosofía por igual, la preocupación exclusiva por la sistematicidad lógica ha resultado des-tructiva para la comprensión histórica y la crítica racional. Los hombres demuestran su racionalidad no ordenando sus conceptos y creencias en rígidas estructuras formales sino por su disposición a responder a situaciones nuevas con espíritu abierto, reconociendo los defectos de sus procedimientos anterio-res y superándolos. Aquí, nuevamente, las nociones fundamentales son las de «adaptación» y «exigencia», más que las de «forma» y «validez».

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Dejando de lado ahora la conveniencia de argumentar sólidamente la pro-pia necesidad de las clasificaciones tradicionales, y aunque sea en un aparte, queremos recordar que también es frecuente asumir que debe exigirse a las mismas el cumplimiento de una serie de criterios de calidad, para que resulten operativas (Sierra, 1999: 83-84):

• Deben ser completas y exhaustivas, de modo que no dejen fuera a ningún miembro del conjunto que es objeto de clasificación.

• Las clases deben excluirse entre sí, de modo que ningún individuo del con-junto pueda ser incluido a la vez en dos clases distintas.

• El criterio o fundamento de la clasificación debe ser único y el mismo en todos los casos de la misma clasificación.

Más adelante argumentaremos que las clasificaciones más habituales en traducción (concretamente, las que se basan en criterios intratextuales) tien-den a no cumplir con estos criterios. Observaremos, a propósito de la distin-ción especializada / no especializada, que (1) establecen un criterio en forma de alternativa dicotómica respecto al cumplimiento/incumplimiento de una cualidad (nos referiremos enseguida a las limitaciones del binarismo), o bien (2) no están basadas en uno, sino en varios criterios solapados (el tema, el género) que, además, resultan discutibles. Para argumentar la primera de estas observaciones, comenzaremos por repasar, de modo muy sintético, algunas cuestiones relacionadas con un concepto, el de categorización, al que ya hemos aludido en varias ocasiones y sobre el que juzgamos que merece la pena detenerse con más atención.

Debemos señalar, además, que, desde nuestro punto de vista, los estudios sobre la traducción no han creado ex novo muchas de las actuales categorías clasificatorias sino que las han importado de otros ámbitos, de una forma probablemente apresurada y mecánica (Mayoral, 2007). Al menos en un grado significativo, su origen se encuentra en los estudios textuales, que a su vez las tomaron prestadas de los estudios relacionados con las lenguas para fines específicos (lsp) y de la terminología. Conviene tener presente, a propó-sito de las lsp, que esa designación recoge tanto el significado de lengua(s) con fines específicos como el de lenguajes de especialidad / lenguajes espe-cializados (Doménech, 2007: 242) y, de acuerdo con Sager (2007: 112), habría permitido superar en los años setenta «la vieja percepción de los len-guajes especializados de materia o dominio». De todos modos, los estudios sobre las lsp tampoco inventaron estas categorías de especialización sino que a su vez las tomaron prestadas de la ontología vigente en su momento.

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Las categorizaciones de la traducción se manifiestan en muchos campos y niveles distintos, entre otros:

• Las especializaciones profesionales. • Las tarifas profesionales.

• La organización interna de sus asociaciones e incluso el elemento cons-titutivo de las mismas.

• Los títulos y fines de los eventos académicos.

• Los títulos y contenidos de las monografías sobre traducción.

• Los títulos y contenidos de los diccionarios y otras obras de referencia dirigidos a traductores.

• Los planes de estudio de las licenciaturas o grados.

• Las denominaciones y contenidos de los cursos de posgrado en traduc-ción y/o interpretatraduc-ción.

• Las denominaciones y contenidos de los cursos no reglados de traduc-ción e interpretatraduc-ción.

• Las denominaciones y contenidos de las asignaturas de traducción e interpretación.

• Las denominaciones de los premios de traducción.

Todos estos campos y niveles dan testimonio también de la confusión entre lo general y lo especializado, uno de los ejes de este trabajo. A falta de un estudio empírico más solvente, creemos que es muy probable que las cate-gorías más habitualmente utilizadas en estos momentos sean las siguientes:

• Traducción científica y técnica.

• Traducción económica, comercial, jurídica, jurada y administrativa. • Traducción literaria.

• Traducción de software, multimedia y audiovisual. • Traducción general.

Cada una de ellas puede organizarse a su vez en varios componentes, o agruparse en otras compartimentaciones diferentes (traducción médica, diplo-mática, militar, farmacéutica, de patentes...), a partir de criterios estructurales o externos. Más abajo volveremos sobre ello. Por otro lado, parece claro que, en el actual estado de las cosas, cualquier tipo especializado de traducción, por ejemplo, la traducción médica, podría ser designado adecuadamente, sin que la etiqueta dejase de evocar el contenido, añadiendo el sintagma de textos o de documentos (por ejemplo, traducción de textos médicos, que incluso

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podríamos sustituir por traducción de textos que tratan de medicina). También matizaremos estás afirmaciones más adelante.

Los estudiosos y los profesionales deben enfrentarse con frecuencia con mezclas de tipologías y clasificaciones poco claras. Una de las causas del error aunque, desde luego, no la única podría ser la confusión entre los crite-rios de especialización del texto y de especialización profesional. En traduc-ción, el adjetivo especializado ha sido utilizado tradicionalmente con sentidos distintos y solapados, entre otros «relativo a cada una de las diferentes subcla-ses dentro de la traducción» (eje horizontal de extensión) y «que exige una pericia especial» (eje vertical de intensidad, parámetro que habría que exami-nar a la luz de la experiencia profesional).

De un modo intuitivo, ya podemos empezar por constatar que la actividad de traducir suele someterse a diferentes tipos de categorización, que respon-den a la aplicación de criterios distintos. Podemos intentar sistematizarlos en el siguiente resumen:

A. Clasificación según criterios intratextuales. A.1. Eje horizontal o extensivo.

A.1.1 Tipologías textuales según el tema del texto: jurídica, científica, técnica, económica, vitivinícola…

A.1.2 Tipologías textuales según el género (la estructura y la situación pragmática del texto): contratos, abstracts, patentes… Algunos autores ponen énfasis en su carácter intratextual (convenciones en la estructura textual) y otros en su carácter extratextual (situación comunicativa).

A.1.3 Tipologías textuales según la función: textos expresivos/estéticos, informativos/declarativos, apelativos/direccionales/persuasivos. A.2 Eje vertical o intensivo.

A.2.1 Según el grado de especialización del texto: general o especializada. B. Clasificación según criterios extratextuales.

B.1 Clasificación según la especialización del traductor: general, especializada, audiovisual, jurídica, médica…

B.2 Según las circunstancias (extralingüísticas y extratextuales) del proceso de traducción: jurada, audiovisual, editorial, diplomática, militar, interpretación ante los tribunales…

B.3 Según el medio: traducción, interpretación, a vista, telefónica…

B.4 Según la combinación lingüística implicada: por ejemplo, inglés-español. B.5 Según la direccionalidad de la traducción: directa o inversa.

B.6 Según la vinculación a una cultura determinada: vinculada a una cultura o no vinculada a ninguna cultura.

B.7 Según la profesionalidad del trabajo o del traductor: profesional o no profesional.

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De la combinación de estos criterios resulta, en general, la organización de las estructuras académicas en la formación de traductores y, correlativamente, buena parte de la producción investigadora en nuestro ámbito (no solo la que se orienta a la didáctica), como más arriba sugeríamos. También, en buena medida, la organización de la práctica profesional. En realidad, parece lógico suponer que los egresados de los centros de formación superior tiendan a proyectar los hábitos estructurales interiorizados durante el periodo formativo en su realidad profesional, por lo menos en algún grado.

En los próximos apartados introduciremos algunos elementos de reflexión a propósito, especialmente, de los criterios A1 y A2. En el capítulo siguiente presentaremos algunas herramientas conceptuales que podrían ayudar a reflexionar de un modo diferente al más tradicional en nuestro ámbito sobre el concepto de traducción especializada, tanto en lo que se refiere al eje exten-sivo como al intenexten-sivo y tomando en cuenta diferentes circunstancias extra-textuales.

1.2. Cuestiones preliminares (2): el concepto de categorización

En el epígrafe anterior nos hemos referido en varias ocasiones a los con-ceptos de clasificación (la organización de elementos en clases diferentes) y categorización (el procedimiento que lleva a discernir esas mismas clases). A continuación, intentaremos profundizar en el segundo de ellos, dado que resulta especialmente relevante para nuestros propósitos. De acuerdo con la síntesis de Cuenca y Hilferty (1999: 32):

La categorización es un mecanismo de organización de la información obte-nida a partir de la aprehensión de la realidad, que es, en sí misma, variada y multiforme. La categorización nos permite simplificar la infinitud de lo real a partir de dos procedimientos elementales de signo contrario o, mejor dicho, complementario: la generalización o abstracción y la discriminación. […] Así la categorización se puede definir como un proceso mental de clasificación cuyo producto son las categorías cognitivas, «conceptos mentales almacenados en nuestro cerebro», que, en conjunto y una vez convencionalizadas, constituyen lo que se denomina «lexicón mental» (Ungerer & Schmid 1996: 39). En este sentido, la categorización fundamenta los procesos de comprensión y pro-ducción lingüística.

La categorización es uno de los temas estrella de los estudios sobre la cog-nición humana, junto con la comprensión y la producción del lenguaje, la

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metaforización o el aprendizaje. La revisión del concepto de clasificación encuentra una referencia evidente (por lo menos, a los efectos de este trabajo) en los trabajos de autores como Lakoff (1987, 1982), Rosch (1973), givón (1986, 1984), Kleiber (1995 [1990]) y Taylor (1995). El último de ellos, John R. Taylor, en su obra linguistic categorization. prototypes in linguistic Theory, presenta una clara y detallada exposición del problema de la categorización, a propósito de las categorías lingüísticas o gramatica-les, aunque buena parte de su exposición resulta aplicable a cualquier otro grupo de entidades categorizables. Así, Taylor (1995: 20) parte de una crítica del enfoque clásico de la categorización (cf. también Lakoff, 1987: 5 y ss.; givón, 1986, 1984), que ha sido el predominante hasta bien avanzado el siglo xx. Ello no obsta para que givón (1986: 77), con su franqueza y des-caro proverbial, afirme:

One extreme approach to looking at semantic/cognitive/functional space within the Western tradition is the Platonic point of view. Within it, «categories of the understanding» are discrete, absolute and pristine, be they god-given as Plato or Descartes would have it; neuro-genetically wired in as Chomsky (1966, 1968) or Bickerton (1981) would have it; representing the stable fea-tures of The Real World as Russell (1905, 1919), Carnap (1947, 1959) and other positivists would have it; or made out of atomic units of perception as the classical empiricists would have it. The age-old argument between empiri-cist and racionalist concerning the source of such categories in no way impinges upon accepting them as discrete.

En la descripción que Taylor (1995: 23-24) propone para el sistema clási-co, la categoría se define en términos de la confluencia de una serie de carac-terísticas (o condiciones) necesarias y suficientes:

• Categories are defined in terms of a conjunction of necessary and sufficient features.

• Features are binary […] are a matter of all or nothing.1

1. Conviene recordar que el binarismo de los modelos de condiciones necesarias y suficientes está directamente relacionado con los primeros modelos de la teoría de la comunicación. Así lo reco-noce Jakobson (1975) [1961] y argumenta la obsesión estructuralista de establecer clasificaciones basadas en rasgos dicotómicos (+/-) en la naturaleza de la unidad de información, el bit. El principio dicotómico que subyace a todo sistema de rasgos distintivos del lenguaje fue descu-bierto paulatinamente por los lingüistas y encontró su corroboración en los dígitos binarios (bits, si queremos utilizar la tan popularizada contracción) utilizados como unidad de medida por los

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• Categories have clear boundaries.

• All members of a category have equal status.

O, en palabras de Lakoff (1982: 6), en la categorización clásica:

A category is defined in terms of necessary and sufficient conditions shared by all members. Such conditions include objective properties of entities and objective relations holding among entities. They are stated in terms of objec-tive logical relations that hold among such properties and relations.

y los principios que la rigen (Lakoff, 1982: 4-7) son el objetivismo, el esencialismo, el reduccionismo, la doctrina de las categorías objetivas, la doctrina de los tipos naturales, la lógica objetivista, la psicología objetivista, la racionalidad objetivista, la política objetivista y la semántica objetivista (mentalista o no).

En última instancia, la crítica al modelo clásico de categorización remite a los trabajos de Wittgenstein (1988 [1953]), especialmente a los conceptos de (1) límites difusos (fuzzy limits) para distinguir las categorías pertenecien-tes a una clase y de (2) semejanza de familia, como forma de relación entre las mismas. Los límites difusos implican que elementos que la teoría clásica presentaba como contiguos y claramente diferenciados, bajo la nueva concep-ción aparecen como difusos y solapados. Con la etiqueta de «semejanza de familia», incide Wittgenstein en el hecho de que dentro de una misma clase algunos elementos comparten unas características que otros no poseen y es posible que algunos elementos no tengan ninguna característica en común con otros elementos de la misma clase.

La revisión de estas características lleva a los autores cognitivistas a pro-poner la coexistencia en una misma clase de elementos prototípicos (los representantes ideales de una categoría) y elementos periféricos (los más ale-jados del prototipo). El concepto de prototipo ha sido desarrollado y aplicado por autores como Rosch (especialmente), Lakoff o el propio Taylor (1995: 59-60), para quien podría concebirse de dos modos:

• […] the central member, or perhaps to the cluster members of a category.

ingenieros de la comunicación. Cuando estos definen la información selectiva de un mensaje como la cantidad mínima de decisiones binarias que permiten al receptor reconstruir lo que nece-sita deducir del mensaje a partir de los datos de que dispone, tal fórmula puede aplicarse perfec-tamente al papel de los rasgos distintivos de la comunicación verbal.

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• […] a schematic representation of the conceptual core of a category. On this approach, we would say, not a particular entity is the prototype, but that it instantiates the prototype.

Un problema de difícil resolución es la elección del prototipo de una clase. Básicamente, los criterios para la elección de prototipos parecen ser arbitrarios. Una vez definida una clase, se puede escoger como elemento prototípico a:

• El más frecuente (frecuencia).

• El que presenta más ocurrencias (cantidad). • El valor intermedio aritméticamente (promedio).

• El más representativo, según criterios claramente subjetivos y, sin duda, culturalmente determinados (el ejemplar más característico de la catego-ría mascota en un lugar puede coincidir con un ejemplar de la categocatego-ría alimento en otro, por ejemplo).

Podemos calcular el porcentaje, la media aritmética, la media, la mediana, etc. como sus formas de expresión matemática. El tamaño es mensurable por métodos aritméticos y la frecuencia se presta a la aplicación de métodos esta-dísticos, pero, incluso dentro de estos últimos, los sistemas empleados pueden diferir. Por ejemplo, como medida del alejamiento o proximidad al elemento más representativo (análisis de conglomerados) podemos utilizar la desvia-ción estándar (o desviadesvia-ción típica) o bien la desviadesvia-ción media absoluta.

La fijación de prototipos bajo el enfoque de elementos prototípicos / ele-mentos periféricos requiere definir previamente las características que reúnen los elementos de la clase y luego estudiar su cumplimiento y distribución. Este procedimiento no es aplicable para el enfoque de aire de familia, ya que, como dijimos, puede haber elementos que no compartan ningún rasgo en común. Quizás podría resultar útil aprovecharse de técnicas estadísticas que ya se utilizan en otras disciplinas como la economía, la bibliometría, la psico-logía o la sociopsico-logía. En particular nos referimos al cluster analysis o ‘análisis de conglomerados’ (en otras traducciones: clusters, ‘grupos’, ‘racimos’, ‘agrupamiento’, ‘grupo’). El análisis de agrupamientos es un método estadís-tico basado en resumir en un grupo (cluster) un número grande de elementos con características o comportamientos iguales o parecidos. Mide el grado de proximidad o alejamiento respecto a un elemento que se presenta como el foco o núcleo de un agrupamiento y se distingue de otros métodos estadísticos en que no parte de ninguna clase establecida, sino que deduce las clases de los agrupamientos producidos tras el análisis estadístico.

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No podemos dejar este breve repaso sin señalar que Kleiber (1995 [1990]) se refiere a las siguientes ventajas del enfoque cognitivo para la categoriza-ción:

• Las categorizaciones no presentan un carácter rígido.

• Las categorizaciones no necesariamente deben ser homogéneas. • Existen unas propiedades semánticamente pertinentes, pero no tienen el

carácter de (condiciones) necesarias.

Por cierto, que también la consideración de dos tipos de eje para la cate-gorización, uno de ellos horizontal (extensivo) y el otro vertical (intensivo), al que más arriba nos referíamos (y sobre el que todavía volveremos) tiene sus raices en los estudios cognitivistas.

y recordaremos, además, que Taylor (1995: 68-80) se refiere a una última aportación del cognitivismo que resulta relevante para los temas que ahora nos ocupan: la distinción entre las categorías o clasificaciones de los expertos (basadas en las definiciones) y las populares (basadas en los procedimientos de reconocimiento). A propósito de la misma, resulta evidente que, para la persona que traduce, la existencia de un amplio abanico de clasificaciones disponibles es en sí misma problemática, así que, para los asuntos que le ata-ñen utiliza sus propias clasificaciones, derivadas de mecanismos que, a falta de estudios empíricos, no conocemos con seguridad ni en detalle. En su prác-tica profesional, puede lidiar, por ejemplo, con:

• Clasificaciones ontológicas cultas (sistemas bibliotecarios, tesauros docu-mentalistas...).

• Clasificaciones ontológicas populares.

• Clasificaciones ontológicas tradicionales elaboradas por expertos en un tema específico (por ejemplo, para el campo del derecho, Borja (1998) opta por las clasificaciones textuales propias de los formularios jurídi-cos, perspectiva que Monzó (2002: 125) califica de «etnográfica» «ya que se basa en el comportamiento de la cultura que estudia»).

• Clasificaciones ontológicas de sus clientes.

• Clasificaciones ontológicas de los destinatarios de sus traducciones. • Clasificaciones ontológicas de sus profesores.

• Clasificaciones bibliográficas.

• Clasificaciones de la administración académica.

Por lo demás, y en último extremo, popular y experto son conceptos que se nos presentan también como un continuo dinámico (el conocimiento que hoy es

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popular pudo ser especializado hace pocos años, como ocurre con la informáti-ca de usuario), con un fuerte componente subjetivo y no, desde luego, como una opción binaria.

1.3. Cuestiones preliminares (3): representaciones gráficas de los criterios de categorización

Una buena forma de visualizar la disparidad de organizaciones conceptua-les que resultan de las diferentes clasificaciones relacionadas con el tema que nos ocupa es revisar la representación gráfica de las mismas, como nos pro-ponemos hacer a continuación. De hecho, en la comunicación teórica es habitual representar la estructura y las categorías resultantes de una clasifica-ción mediante (1) imágenes que representan objetos familiares de la vida común o (2) mediante figuras geométricas abstractas. Se trata de un recurso utilizado para facilitar la comunicación que implica inevitablemente procesos de metaforización, abstracción, reduccionismo y alejamiento de la realidad a la que intenta representar. Por supuesto, hablamos aquí de metaforización considerando metáfora como «Metaphor is a device for seeing something in terms of something else», y no, claro está, como instrumento retórico (v. Burke, 1945: 503, en Cameron y Low, 1999: 3; Kövecses, 2002). En tér-minos cognitivos, la metáfora conceptual (no la lingüística) se define como «[…] understanding one conceptual domain in terms of another conceptual domain», de tal modo que «[…] there is a set of systematic correspondences between the source and the target in the sense that constituent conceptual ele-ments of B correspond to constituent eleele-ments of A.», correspondencias a las que se denomina mappings (Kövecses, 2002: 6). Las metáforas siempre reco-rren el camino de lo más concreto o físico a lo más abstracto y en este único sentido.

El uso de representaciones gráficas como metáforas de los conceptos teó-ricos no se reduce, desde luego, al campo de la traducción o de las lsp. Así tenemos: el triángulo nombre-concepto-cosa de Ogden y Richards (1923); la metáfora del conducto (conduit metaphor) para la comunicación, criticada por Lakoff y Johnson (1980) y otros cognitivistas, como Reddy (1979); los árbo-les de análisis sintáctico del generativismo (Chomsky, 1965); el poliedro como representación de la terminología, de Cabré (2003, 1999); la casa a la que se puede acceder por varias puertas (teoría de las puertas), también usada por Cabré (2003) para representar la terminología; la de los círculos concén-tricos, utilizada por Tricás (2005, 1995) para representar la traducción; el

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modelo en árbol de familias de lenguas o el modelo de siembra y disemina-ción de diferentes especies vegetales, de Hudson (1980); el movimiento en ondas concéntricas (teoría de la onda) sobre la extensión del cambio lingüís-tico, también de Hudson (1980); la de las palabras «tándem», las palabras «ómnibus» y las palabras «saco» de Mounin (1982) [1974], para describir las colocaciones; los diferentes tipos de redes, etc.

Las relaciones entre la lengua general y la lengua especializada y entre las diferentes lenguas especializadas han sido (y son) objeto de diferentes repre-sentaciones gráficas, como las siguientes.

Mosaico (patchwork). Con límites coincidentes. Compartimentación per-fecta.

Lengua general

LSP1 LSP2 LSP3 LSP4 LSP5 LSP... LSP... LSP... LSPn

Lengua general y lsp (Mayoral, 2004: 58)

Sin límites coincidentes.

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Con espacios en blanco entre categorías para representar los espacios ignotos, todavía por descubrir o por definir.

Prosa

literària Literatura Pedagogia Filosofia ...

Economia agrícola i alimentària ... Agronomia Zootècnia i veterinària ... Construcció ... Construcció de maquinària ...

Electrotècnia ... Medicina ... Química Física Matemàtiques ...

Espacios en blanco en tipologías horizontales (Hoffmann, 1987 [1998]: 57)

La representación en mosaico para incluir las distintas especializaciones es la más clásica y sencilla. Refleja dominios o campos conceptuales perfec-tamente separados que, sumados, constituyen el conjunto de la clase. Se corresponde con una clasificación ideal, que cumpla con todos los requisitos exigibles (cf. supra).

La distinción (y la relación) entre lengua general, lengua común y lengua especializada ha sido objeto de distintas representaciones gráficas, algunas de ellas de elevada complejidad, como las siguientes.

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círculos concéntricos

Lenguas de especialidad y lengua común (Rondeau, 1984 [1981]: 25)

Vocabulario general y vocabulario especializado (Droz y Seibicke, en Arntz y Picht, 1995 [1989]: 29)

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Lengua común y lenguaje especializado (Reinhardt, en Arntz y Picht, 1995 [1989]: 32)

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Léxico especializado y léxico no especializado (Heller, en Arntz y Picht, 1995 [1989]: 31)

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Lenguaje general, lengua común y lsp (Cabré, 1992: 130)

Flor (Picht)

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Tejas o escamas. Esta forma de representación se aleja algo del concepto clásico de clasificación y no cumple con todos sus requisitos porque admite solapamientos entre las clases:

Lengua general y lsp (Mayoral, 2004: 58)

La admisión de solapamiento entre las distintas clases o los distintos ele-mentos de una clase es un corolario común a todos los intentos (más o menos) contemporáneos de clasificación de terminologías, textos o traducciones. Resulta un hecho demasiado evidente para ser negado, aunque no parece haberse reflejado en ninguna modificación de los postulados generales sobre la categorización de la traducción y todas sus implicaciones. Los límites difu-sos entre categorías no dejan de darse ni siquiera en el caso de las ciencias naturales, donde no existe una separación tajante entre las especies. Incluso clasificaciones tan establecidas como las taxonomías zoológicas y botánicas se están sometiendo a revisión por parte de los taxonomistas filogenéticos, que consideran, entre otros motivos de discrepancia, que las especies son entidades fluidas que pueden cambiar a lo largo del tiempo (gee, 2000).

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Árbol. Es un tipo de representación filogenético y añade un elemento dia-crónico a las clasificaciones, pues establece jerarquías temporales entre ellas. Es la típica de los árboles conceptuales de la terminología:

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Este tipo de representación se ha filtrado también a la clasificación de géneros:

DOCUMENTOS DE LA

ADMINIS TRA CIóN

Documentos administrativos normativos o de decisión Acuerdo Acuerdo Convenio Resolución Resolución Autorización Nombramiento Licencia Providencia Decreto Desistimiento Concesión Expropiación Admisión Aprobación Otorgamiento de poderes Dispensa Requisa Rectificación de errores Revocación Jubilación Orden Orden Ordenanza Bando Bando de urgencia

Bando ordinario Reglamento Reglamento Estatutos Normativa electoral Documentos administrativos de constatación

Acta Acta de sesión de órgano colegiado

Acta de reunión Acta de infracción Acta procesal Acta de constitución

Clasificación de géneros administrativos (garcía de Toro, en garcía Izquierdo, 2005: 212)

El esquema cognitivo prototípico, una forma más actual de clasificación, distingue, como veíamos más arriba, entre elementos prototípicos (los repre-sentantes ideales de una categoría) y elementos periféricos (aquellos que no lo son). Así lo recoge givón (1986, 1984):

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Elementos prototípicos y periféricos en categorización (givón, 1984: 14)

El racimo (cluster) es un tipo de representación propia de la categori-zación prototípica y del análisis de conglomerados (clusters o racimos) (Cunningham, 2004; Laakso y Cottrell, 1999; Manchester Metropolitan University, 2003; McCarthy y Miles, 2004; Peña, 2007; Serrano, 2000; Statsoftinc, 2003; Wikipedia, 2004), basado en agrupamientos estadísti-cos. Un cluster es una colección de datos u objetos estudiados que son semejantes entre sí dentro del mismo cluster y diferentes a los objetos de los demás clusters. El análisis de clusters consiste en el agrupamiento del conjunto de datos a estudiar. El clustering es una clasificación sin super-visión: no se trabaja con clases predefinidas (como ocurre tanto en las clasificaciones tradicionales como en las prototípicas). Existen métodos diversos de clustering y, por supuesto, tipos distintos de datos procesa-bles. Las variables estadísticas utilizadas son la desviación absoluta media y la desviación estándar.

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Análisis de conglomerados

(Wikipedia, «Cluster analisis (in marketing)». Consulta: 18-07-07)

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El clustering también puede reflejar jerarquías entre sus miembros (clus-tering jerárquico) y se representa, de nuevo, como un diagrama de árbol o dendrograma:

Dendrograma o diagrama de árbol en análisis de conglomerados (Serrano Cinca, 2007)

El de cadena abierta es, que sepamos, un modelo que todavía no ha sido utilizado como patrón de representación en nuestro campo. Está basado en el concepto de «aire de familia» de Wittgenstein (1988 [1953]). En él, los ele-mentos de las categorías se vinculan de forma lateral y no central. Es decir, no se agrupan alrededor de unas características comunes a todos ellos, sino uno a uno. Como consecuencia, dan lugar a unas cadenas en las que el prime-ro y el último de los componentes, aparentemente, no comparten nada. Su vinculación solo se comprende teniendo en cuenta toda la secuencia o cadena. Una organización centralizada de la categoría, que tiene al prototipo como centro, es sustituida por una organización colateral de los elementos. Es givón (1986, 1984) quien sugiere el siguiente esquema:

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Aire de familia de Witgenstein (givón, 1984: 13)

1.4. Revisión sintética de los criterios empleados para clasificar la traducción y de los modelos resultantes

1.4.1. preliminares: las opiniones de algunos expertos

En nuestra búsqueda de información sobre el origen de las clasificaciones dentro del campo de la traducción, acudimos a consultar a personas de amplia experiencia, tanto en el campo de la traducción profesional como en el de la investigación y la enseñanza. De la consulta a René Haeseryn, actual director de Babel, la revista oficial de la Federación Internacional de Traductores, obtuvimos la siguiente información, que, por lo remoto y singular de sus datos, creemos aporta nuevas perspectivas al tema (comunicación personal a Roberto Mayoral, 19 de julio de 2003):

Tuve que realizar alguna investigación para responder a su consulta sobre la clasificación de la traducción especializada.

Parece ser que la clasificación procede de estudiosos o investigadores del campo de la traducción, traductólogos avant la lettre.

En la tesis doctoral de R. W. Jumpelt die Übersetzung naturwissenschaftlicher und technischer literatur (1961, Berlín, Langenscheidt, 214 pp.), el autor escribe sobre «Die Arten der Übersetzung» (pp. 24-27). Basa su clasificación en un artículo de J. B. Casagrande «The ends of translation», publicado en The international Journal of Applied linguistics, 20, 4 (1954): 335-40. Distingue los siguientes «Übersetzungsgattungen» (géneros de traducción):

• Estéticos (literatura, teatro, cine) (Aesthetische Überstzungen) • Religiosos (Biblia…) (Religiöse Übersetzung)

• Pragmáticos (pragmatische Übersetzung) - Ciencias naturales (Naturwissenschaften) - Ciencias aplicadas (angewandten Wissenschaften)

- Ciencias sociales (sociología, economía, derecho, finanzas, política) (sozialwissenschaften)

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- Tipos especiales (documentos oficiales, publicidad, etc.) (spezielle Arten) - Etnografía (ethnographische Übersetzung)

- Lingüística (sprachwissenschaftliche Übersetzung) - Humanidades (Geisteswissenschaftliche Übersetzung)

Jumpelt también estudia los textos en los campos de las ciencias naturales y de la tecnología.

Otra mención temprana de las categorías de la traducción se encuentra en george Mounin, die Übersetzung (Nymphenburger Verlag, Múnich, 214 pp.). En las páginas 148-158, divide el capítulo 21 «Die technischen Übersetzungen» en traducción:

• Diplomática

• Jurídica, administrativa… • Comercial

• Científica y técnica

Esta distinción fue aceptándose gradualmente en la literatura traductológica posterior. Como ejemplo, citaré el libro de Raymond Van den Broeck y André Lefevere Hitnodiging tot de Vertaalwitenschap (invitación a la ciencia de la traducción) (1979, Coutinho, Muiderberg, 219 pp.). En la página 163 indican que en la traducción de los textos científicos y técnicos se establece de forma tradicional una distinción entre las ciencias-beta (las ciencias naturales y sus aplicaciones) y las ciencias-alfa (las ciencias sociales) [esta distinción pasó al español como «ciencias duras» y «ciencias blandas»].

Según Brian Harris (comunicación personal a Roberto Mayoral, 21 de ju -lio de 2003), y refiriéndose a la Universidad de Ottawa, a principios de la década de los años sesenta las clasificaciones ya estaban bien establecidas en el campo de la traducción (especializada, técnica y general, en el pregrado, y jurídica, literaria y de la Biblia, en posgrado). En tiempos actuales se ha incor-porado como división importante la de la localización (en el próximo capítulo discutiremos con más detalle su consideración). Al mismo tiempo, en lo que respecta al gobierno canadiense, las divisiones establecidas han variado [par-lamentaria, jurídica –incluida la legislativa–, técnica, científica, económica y financiera y general (el resto)].

Como podemos ver, nada parece indicar que podamos hablar de catego-rías homogéneas en la actualidad. Si tomamos en consideración la perspec-tiva histórica, Harris señala que las especializaciones no surgieron todas al mismo tiempo, que las de más tradición son la de la Biblia (anterior a San Jerónimo), la diplomática y comercial (organizada e incluso enseñada en Francia desde la Administración de Colbert en el siglo xvii o en Canadá

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iniciada bajo la Administración de Samuel de Champlain, también en el siglo xvii) y la traducción jurada, regulada en España por el Ministerio de Asuntos Exteriores desde principios del siglo xix y que en la práctica profe-sional algunos sitúan en la colonización española de América. Harris insiste en que incluso la denominación actual de intérpretes para los traductores es de origen reciente pues tanto los traductores jurados en España como los traductores diplomáticos y comerciales franceses han sido conocidos como intérpretes y realizaban traducciones tanto escritas como orales.

Según Paul Kussmaul (comunicación personal a Roberto Mayoral, 30 de julio de 2003), su investigación sobre la presencia de lsp en germersheim le llevó a la conclusión de que su presencia data de 1959 y que las principales especialidades de traducción que se ofrecen en esta Universidad son la econó-mica, la técnica, la jurídica y la médica (aunque esta última no para todas las combinaciones lingüísticas).

1.4.2. el criterio del grado de especialización del texto: traducción general frente a traducción especializada

Aunque no se les pueda atribuir más valor que el de un indicio, las opinio-nes de los expertos consultados parecen apuntar en la dirección de la falta de un marco de referencia, nítidamente establecido, a la hora de delimitar las diferentes especialidades de la traducción. De hecho, como veremos en el tercer capítulo de este trabajo, la consulta de diversos planes académicos parece confirmar esta impresión aunque, como también comprobaremos, existirían seguramente algunos puntos comunes. En este apartado, así como en los dos siguientes, intentaremos revisar algunos de los criterios que con más frecuencia son manejados para distinguir las diversas especialidades de la traducción.

Tradicionalmente, se ha considerado comunicación especializada a aque-lla que tiene lugar entre especialistas de un determinado campo, que se comu-nican sobre su ámbito específico, utilizando su jerga específica. Correlativa-mente, se consideraba comunicación no especializada o general a la que ocurre entre no especialistas que se comunican sobre cuestiones cotidianas utilizando el vocabulario común a todos los hablantes.

Actualmente se reconocen muchos más matices en la categorización de la comunicación especializada. Como señala Mayoral (1997b):

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