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Gestión Sostenible del Agua
Independientemente del enfoque que se aplique, los gestores, tanto gubernamentales como del sector privado, deben tomar decisiones complejas sobre la asignación del agua. Con mayor frecuencia, estos se enfrentan a una oferta que disminuye frente a una demanda creciente. Factores como los cambios demográficos y climáticos también incrementan la presión sobre los recursos hídricos.
El tradicional enfoque fragmentado -es decir, de manejo sectorial, de arriba hacia abajo con esquemas de comando-control, limitado a una parte del ciclo del agua, enfocado en aspectos de demanda y con escasa participación de los grupos de usuarios— ya no resulta válido y se hace esencial un enfoque holístico para la gestión del agua.
Enfoques para la gestión del agua
Según el ciclo integral del agua: captación, producción, distribución, consumo, recolección, tratamiento y restitución al medio.
Según el ámbito de gestión geográfica: si es urbana o rural.
Según el enfoque de oferta y demanda.
Según el enfoque de conservación o de derechos humanos:
priorizando los aspectos de gobernanza.
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Idea importante
Este es el fundamento del enfoque para la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH) aceptado internacionalmente como el camino hacia un desarrollo y gestión eficientes, equitativos y sostenibles de unos recursos hídricos cada vez más limitados y con usos que compiten entre sí.
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En el Perú, este enfoque ha sido adoptado formalmente desde 2009 a través de la Ley de Recursos Hídricos. Desde la GIRH, es evidente la necesidad de inversión en infraestructura pero se reconoce que esta, por sí sola, es insuficiente para resolver el problema del suministro y la demanda de agua. El suministro y la demanda sostenible de agua pueden lograrse cuando se reconoce el valor económico, cultural y social del agua.
La relación que establece la sociedad con el agua pone de manifiesto su relación con la naturaleza y también entre los miembros que conforman esa sociedad. En la sociedad actual la política del agua se refiere al agua meramente como recurso hídrico o recurso hidráulico, desvinculándola de su contexto territorial y abstrayéndola, por tanto, de su intrínseca relación con los ecosistemas y el ciclo hidrológico, así como de su vinculación con los pueblos que habitan y dependen de esos ecosistemas.
En este contexto de producción acelerada de riesgos (contaminación; agotamiento de recursos naturales; pérdida de biodiversidad; alteración de los ciclos hidrológicos, de nutrientes, de sedimentos, atmosféricos; alteración del clima; incremento de la vulnerabilidad social frente a cambios ambientales, tecnológicos, económicos y sociales), debemos plantear modelos de gestión del agua que incorporen la relación sociedad-naturaleza.
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Enfoques para la gestión del agua
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Incorporar dentro de nuestra cultura este modelo de gestión que ponga de manifiesto la relación de la naturaleza a través del agua puede resultar utópico dentro de una sociedad que se encuentra inmersa en nuevos sistemas tecnológicos que nos alejan más y más de la naturaleza y la importancia de ésta para la vida. Se hace necesario romper este esquema y voltear nuestra mirada a la raíz de nuestra naturaleza que es el agua, preguntarnos dónde están nuestras fuentes de agua, cómo llegan a nuestros hogares y buscar un tiempo para adentrarse en sus orígenes, esta es una práctica que debería ser indispensable para la vida y la sociedad.
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Enfoques para la gestión del agua
Es fuente de vida.
Es un recurso renovable.
Configura el territorio
Configura el paisaje y el espacio vital.
No es sustituible.
Es un elemento de referencia de la identidad cultural.
El agua:
El agua es fuente de vida: el agua es necesaria para la vida digna de las personas y el mantenimiento y evolución de los ecosistemas y la biodiversidad.
El agua es un recurso renovable: su disponibilidad es limitada en el tiempo y en el espacio pues la disponibilidad de agua para usos humanos depende de la salud de los ecosistemas.
El agua configura el territorio: el agua está íntimamente vinculada al territorio por el que transcurre, al cual modela dando lugar a valles, ríos, lagos, bosques, llanuras aluviales, estuarios, entre otros.
El agua configura el paisaje y el espacio vital: la abundancia o escasez de agua en un territorio configura paisajes característicos y da lugar a prácticas concretas en el manejo y organización del uso del agua en las sociedades asentadas en cada territorio.
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Enfoques para la gestión del agua
El agua es un elemento de referencia de la identidad cultural de los pueblos:
los paisajes de agua así como las experiencias vividas en torno al agua configuran una parte importante de la identidad cultural de las personas y de los pueblos que se manifiesta como referencia territorial y vivencial a través de la idiosincrasia popular, las festividades, la toponimia, las expresiones artísticas, la ritualidad o las experiencias lúdicas.
El agua no es sustituible: si bien se han desarrollado infraestructuras que permiten la obtención artificial de agua dulce, la multiplicidad de funciones ecológicas, sociales y económicas que prestan los ecosistemas acuáticos de agua dulce son insustituibles.
Por ello la relación con el agua y la conceptualizan como un bien común, implica que la gestión del agua ha de estar basada en una responsabilidad compartida que requiere, a su vez, transparencia en la información.