Ruchala y colaboradores describen en un metaanálisis sobre 5000 pacientes, 6,3% de cáncer de tiroides, (papilares 86% y foliculares 14%). En un estudio caso-control brasileño sobre 124 acromegálicos se halló un aumento en la prevalencia de cáncer de tiroides comparado con el grupo control, con una razón de probabilidad de 10,21 (P= 0,0011, 95% CI 2,17 a 48,01), con 20,1 % de bocio difuso y 54% de bocio nodular. Sobre estos hallazgos los autores propusieron el estudio ecográfico tiroideo de rutina en los pacientes con acromegalia seguido de punción aspirativa con aguja fina cuando sea
Hace 2 décadas la mayorías de estos tumores eran encontrados en pacientes con lesiones que causaban síntomas obstructivos, tenían masas visibles, o a través del examen físico regular, siendo los nódulos mayores de 20 mm estudiados con palpación y biopsia. Con el advenimiento de la ultrasonografía en la década de los ochenta y la biopsia guiada por ecografía en los noventa se logró detectar y biopsiar nódulos de hasta de 2 mm (Leenhardt et al. 2004). Pero no solo es la ecografía, un mayor uso de nuevas modalidades de imagen con otras indicaciones también es responsable de la detección del cáncer de tiroides. Ejemplo de ello, en Estados Unidos el uso de la tomografía se ha triplicado desde 1995 al 2005, y el uso de la resonancia magnética se ha duplicado (L. C. Baker, Atlas, and Afendulis 2008) . Cerca del 16 % de las tomografías o de las imágenes de resonancia magnética muestran nódulos tiroideos de manera incidental, de los cuales el 75 % son menores a 15 mm (Youserm et al. 1997) . Estas imágenes por sí solas ha contribuido a un incremento en 2,4 veces la incidencia de los nódulos tiroideos en las 3 pasadas décadas y explican el incremento de 3 veces la realización de biopsias entre 1995 y el 2005 (Cronan 2008). Esto sin duda condiciona no sólo un descubrimiento de un mayor número de lesiones subclínicas sino también su tratamiento. En un centro la proporción de pacientes llevados a cirugía con lesiones menores de 1 cm paso del 14 % en el año 1995 a un 56% 10 años después (S. H. Lee et al. 2008).
El linfoma de tiroides es extremadamente raro, y ocu- pa menos del 1% de los casos de cáncer de tiroides, y casi siempre se acompaña de tiroiditis linfocítica crónica. La mayoría de los casos ocurre en mayores de 60 años y casi más de la mitad son mujeres. Este tumor casi siem- pre crece a partir de linfocitos B. Generalmente se pre- senta como una masa de rápido crecimiento en el contex- to de un paciente previamente diagnosticado con bocio por tiroiditis de Hashimoto. La BAAF puede sugerir el diag- nóstico, pero se requiere de biopsia a cielo abierto para esclarecer el diagnóstico. La cirugía radical en estos casos no es recomendable, y se debe preferir radiación externa y de 4 a 6 cursos de quimioterapia para producir en la mayoría de las veces una remisión permanente. 17
(PAAF), que permiten un diagnóstico precoz; en tanto, la gammagrafía, que muestra un nódulo frío, y la laringoscopia, que descubre alteraciones en la motilidad de las cuerdas vocales, suelen indicar la presencia de cáncer de tiroides. Otro tanto puede decirse de las concentraciones elevadas en suero de tiroglobulina, que indican cáncer papilar o folicular y también cáncer residual, y de calcitonina, para determinar la presencia de cáncer medular. La biopsia por congelación intraoperatoria de tiroides, confirmada mediante la inclusión en parafina que muestra las variedades de células cancerosas, constituye el diagnóstico histológico definitivo.
Los autores citados al referirse al uso del ultrasonido para la interpretación diagnóstica de nódulos o quistes del tiroides asintomáticos que al examen físico no son palpables, coinciden con otros autores que describen la ecografía de la tiroides como un método simple, no invasivo y con buena correlación con los aspectos macroscópicos de la glándula, que permite la evaluación de un nódulo tiroideo palpable u oculto, determinar sus características internas, sospechar malignidad, determinar la extensión de un proceso maligno, así como, servir de guía para la citología con aspiración con aguja fina (CAAF) del nódulo o de las adenopatías.
En los últimos años se ha incrementado la frecuencia diagnóstica del nódulo de tiroides. Un adecuado método clínico y algunos exámenes complementarios, serán los factores a tener en cuenta para definir la naturaleza de la lesión y su funcionalidad. En la actualidad se adicionan nuevos elementos en los estudios por imagen que ayudan a predecir, en alguna medida, el riesgo de malignidad de estas lesiones, y se trata de que el resultado citológico sea más uniforme y orientador. Las conductas se adecuan al tipo de enfermedad tiroidea y a sus riesgos, pero es imprescindible la unión de las especialidades que tienen que ver con la enfermedad nodular tiroidea, para unificar criterios que favorezcan un adecuado y eficiente proceso diagnóstico-terapéutico, que reduzcan los riesgos y los costos que implica la adopción de conductas inadecuadas e innecesarias.
Las quinasas RET y BRAF, y su cascada de efectos, representan posibles blancos para nuevas terapias para el cáncer. La quinasa RET representa un blanco potencial para nuevas drogas que ayuden al tratamiento de ambos tipos de tumores de tiroides, papilar y medular, en los cuales las mutaciones activas en el protooncogen se han descrito como iniciadoras del proceso oncogénico. Asimismo, las
exhaustivo afecta a las hormonas tiroideas, y a la interrelación de las respuestas del cortisol y la prolactina a dicho ejercicio sobre las hormonas tiroideas. El método utilizado fue el de realizar una carrera en tapiz rodante en el umbral ventilatorio individual hasta el agotamiento. Se tomaron muestras de sangre antes del ejercicio en reposo, al iniciar la prueba, en el momento de finalizarla, y a los 30, 60 y 90 minutos, y a las 24 horas, para examinar la recuperación. En cuanto a las hormonas, entre otras, se analizó la concentración de T3, fT3, T4, fT4, hormona estimulante del tiroides (TSH), cortisol y prolactina. Los resultados mostraron un aumento de todas las hormonas al finalizar el ejercicio respecto de los niveles iniciales. Sin embargo, a los 30 y 60 minutos de finalizar, las hormonas tiroideas habían disminuido y
Por fortuna, la inmensa mayoría de los nódulos tiroideos solitarios corresponden a trastornos no neoplásicos localizados (bocio multinodular, quiste simple o tiroiditis). De hecho, la proporción neoplasia benigna/maligna es de casi 10:1, y a su vez la mayoría de estos cánceres son poco agresivos, por lo que la supervivencia alcanza el 90% a los 20 años (8). En Costa Rica, en la población femenina la incidencia del cáncer de tiroides se ubica en la cuarta posición, mientras que en los hombres la incidencia es mucho menor, para ubicarse de número catorce (11,12). La mayoría de los carcinomas tiroideos (excepto los medulares) derivan del epitelio folicular tiroideo y la gran mayoría están bien diferenciados. A continuación en la tabla 1 se mencionan los principales subtipos y sus frecuencias.
Realizar la pesquisa en pacientes con factores de riesgo de cáncer tiroideo (radiación cervical en la infancia o adolescencia, antecedentes familiares de carcinoma de tiroides, entre otros). Rastrear el cuello para descartar compromiso de partes blandas y/o toma ganglionar, así como también la presencia de restos del conducto tirogloso y de enfermedad extra tiroidea
Cerca de la cuarta semana de gestación, la glándula tiroides desciende a través del conducto tirogloso como un divertículo bilobulado, desde una invaginación en el foramen cecum que está en la base de la lengua, hacia el frente de la pared traqueal anterior, donde alcanza su posición final en la séptima semana. 5,6