EL CONCEPTO DE LA MUERTE A FINALES DE LA EDAD MEDIA MAR?A CONCEPCI?N PORRAS GIL A la cianea mortal venit los nascidos, Que en el mundo soes en cualquiera estado, El que non quisiere a fuer?a e amidos,[.]
Y decir de esa mistica que, a la b ŭsqueda de la unión con lo divino, con los poderes trascendentes, implica «una preparación laboriosa, un rechazo de todo lo que sea el mundo visible y [r]
46 Pero dezimos que, magiiera el pecador gane estas remissiones, pero mejor es que la guarde para en purgatorio, que verdat es que si quisiere, en este mundo non es tenido de complir la [r]
de Sócrates y la indiferencia que Sócrates mostró ante ella y añade que para estar preparado para la muerte se necesita valor y nobleza. Los ars moriendi formaban parte de una literatura doctrinal que estaba destinaba esencialmente a los religiosos y una referencia a seguir para los laicos. Es a partir de la baja edadmedia que alcanza su auge los ars moriendi, una literatura doctrinal destinada principalmente a los religiosos (para poder ayudar al enfermo en la agonía de su muerte) y a los fieles (en caso de que no hubiera ningún sacerdote en este mo-
En general, podemos plantear que existe una rela- ción entre el sexo y la edad en la presentación de la psicopatología infantil. Ambas variables determinan la presencia o ausencia de las categorías diagnósticas. La conexión entre determinados periodos de edad, el sexo y la presencia de unas u otras categorías diagnósticas es un hallazgo repetido y constante en la literatura cientí- fica (Pedreira et al., 1992; Navarro et al., 2012; Aláez et al., 2000; Dragado et al., 1995), aunque, como es espe- rable, los trastornos o las categorías diagnósticas sufren modificaciones en sus porcentajes de acuerdo a qué estudio se valore. Estas diferencias se producen por la utilización de diferentes metodologías, por las diferen- tes muestras usadas y los rangos de edad seleccionados, por los diferentes procedimientos de evaluación diag- nóstica y, sobre todo, por los diversos criterios usados en la formación de las categorías diagnósticas (Aláez et al., 2000).
El dominio y protectorado castellano sobre el Reino de Murcia ocupó los años comprendidos entre 1243 y 1266, aunque cabe distinguir dos periodos bien diferenciados: 1243-1257, años en[r]
Le digo: ¿No será que ahora que su hijita cumple un año –justo la edad que usted tenía cuando murió su mamá- es que está recuperando a su madre, imaginan- do que tiene murciélagos en l[r]
En esta obra ya no es la enfermedad el tema del cuadro, el tema es la familia y la muerte. Los pro- tagonistas de la escena son los miembros de la familia de Munch cuyos rostros y manos surgen de una zona oscura. Gracias al tratamiento del lecho, casi plano y escorzado, el espectador se convierte en testigo presente, en visita del enfermo. Se puede observar claramente que la lividez de las sábanas contrasta con el marrón rojizo de las paredes. Por la derecha se aproxima la sombra de la muerte, destacándose de ella los rostros, pintados con tra- zos de los allegados. Su identidad permanece inde- terminada por la escasez de rasgos. Sin embargo, podemos reconocer al padre de Munch que ora fer- vorosamente. El mismo Munch podría estar a su lado. Pero no es posible saber si la mujer del pri- mer plano es la tía Karen, quién se hizo cargo de la familia tras la muerte de la madre de Munch y quién apoyó a éste cuando tomó la decisión de ser pintor, así como tampoco se puede decir con preci- sión, si las figuras femeninas del fondo son sus hermanas Inger y Laura.
Así, por un lado, dentro de la estructura de la Corte Real, en lo que a su aspecto financiero se refiere, es preciso una constancia por escrito de todo aquello que sucedía en la salva- g[r]
A finales de los años 60 la situación se hizo insostenible por la presión política, cultu- ral y económica impulsada sobre todo por la Iglesia cuyas «rigurosísimas recaudacio- nes [...] turbaban la quietud y la pobreza de aquellas gentes con muchas vejaciones» [33]. Como resultado, se inició una rebelión que se extendió por las Alpujarras, cuyo esfuer- zo y coste fue mayor de lo esperado y que concluyó en 1570 con la muerte de 40 o 50 mil [34] y la marcha de «todos de Granada, tanto sublevados como pacíficos […] pri- vándolos de bienes y expoliando el reino, una acción terrible pero saludable para toda España» [35]. De esta forma desalojaron a los enemigos naturales evitando cualquier contacto con los moriscos de Murcia, Valen- cia, Aragón, e incluso de los hugonotes de Francia.
El progresivo desarrollo de las sociedades industriales provocó un creciente desprestigio de la vejez, pero al aumentar el número de ancianos y su esperanza de vida en todas las clas[r]
El mismo año 19247, y utilizando un aparato conceptual afín (como si entablara un diálogo), Mijaíl Bajtín elabora una versión distinta del signifi cado del objeto estético. Lo estético, más allá de la forma (teatro, pintura, poesía) y del material utilizado (palabra, color o material, escenario), tiene también una función cognitiva de la expe- riencia fundida indisolublemente con el aspecto ético del vivir. Esta unidad es lo que le da a lo estético, que crea un nuevo objeto a partir de la experiencia de la vida (cogni- tiva y ética)8 y dándole acabado formal a partir de un material determinado, su carác- ter inconfundible. Lo estético, de acuerdo con Mijaíl Bajtín, surge de la voluntad de dar una forma, una delimitación espacial, a un fenómeno que, convirtiéndose en un objeto estético se constituye además en un lugar del encuentro entre el “creador” y el “receptor”. Un fenómeno cuyo sentido va a nacer en el proceso dialógico de esta visión mutua repen- tina, en nuestro caso, de un grito de dolor que deriva en un acto de performance, en una “instalación” formada de objetos reales relacionados con el dolor físico y la muerte,
Asistimos a una edad trágica, las declaraciones del nuevo presidente Estadounidense y la entrada a la Casa Blanca de la “Santa Alianza transnacional”, solo es comparable histórica- mente con la entrada de los nazis al Reichtag. Es un Momento de No Retorno de la civilización humana sobre el planeta. No es casual la insistencia de los intelectuales burgueses de todo grado y jerarquía, en retornar a Nietzsche, a Kierkegaard o a Heidegger. Negar la verdad histórica como fundamento de la realidad social. El universo de la filosofía neofascista encuentra en el egoísmo su fundamento individualista. El “súper hombre” es el alter ego del banquero de Wall Street, es el “burgués universal”. El relativismo culturalista y el misticismo son expresión de su fracaso como sistema.
En los últimos años de su vida le obsesionaba la idea de caer en manos de la tecnología sanitaria. Hasta sus 84 años se mantuvo alejado de médicos y hospitales. Y la verdad es que no tenía diagnosticada ninguna enfermedad cuando murió. Su voluntad y su coherencia, en ese y otros sentidos, eran de piedra. Tal vez por eso, cuando las circunstancias de su vida habían tensado demasiado la cuerda no enfermaba ni se quejaba, se rompía. Algunas fracturas de huesos han jalonado pasajes importantes de la vida de mi padre y una fractura de cadera lo llevó al hospital cuarenta y dos días antes de su muerte.
emergencias 2004;16 184 189 184 Original Correspondencia M? ?ngeles Carbonell Torregrosa C/ General Ib??ez, 5 4?A San Vicente del Raspeig 03690 Alicante Fecha de recepci?n 28 1 2004 Fecha de aceptaci?[.]
Pero los cambios que se produsen en Europa respecto de las actitudes ante la muerte, no sólo tienen como motor el triunfo de una mentalidad ilustrada o en disposicione[r]
• Se atribuye a Miguel Ángel la idea de representar las principales escenas del Génesis para establecer una relación entre la creación del universo y del hombre por Dios (ante legem), y las divinas leyes que les impuso a través de Moisés (sub lege), así como su redención gracias a la pasión y muerte de Jesucristo (sub gratia). La Historia Sagrada cual canon divino e histórico justificativo del Cristianismo y también del poder espiritual y temporal del Papa. Vino a significar la representación sistemática y sintética de todo un dogma que abría el camino al Concilio de Trento como unos primeros principios de los cuales partir para alcanzar la Contrarreforma.
• Hacia el interior de las residencias nobiliarias, los inventarios de bienes muestran un enriquecimiento notable de los ajuares domésticos de las élites desde el siglo XVI en adelante (o el XV, dependiendo de los espacios). En cierto modo, la formulación más primaria de esta relación entre imagen pública y condición social venía ofrecida por la exhibición directa de poder a través de la admiración que suscitaban las riquezas y el lujo. Hay que imaginar este entorno en el contexto de los banquetes y fiestas que en él podían ejecutarse, y que, junto a la escenografía, componían un amplio espectáculo social. (Los tejidos ricos de las vestiduras se extendían igualmente a las numerosas telas que engalanaban las habitaciones. Junto a los tapices, que crecieron en número desde fines de la EdadMedia, aparecieron abundantes cortinajes, paños de pintura mural, tapizados de guadamecí, y pinturas de caballete. Éstas se convirtieron en el ornamento fundamental desde mediados del siglo XVII con la extensión del modelo de la galería de pinturas. También se multiplicaron los muebles, algunos de ellos especialmente costosos y elaborados, con taraceas y pinturas incrustadas, y de forma particular las joyas, las piedras preciosas, y los objetos de plata, especialmente los ornamentos litúrgicos (en los países católicos) y las vajillas, que podían llegar a ser de un volumen y riqueza asombrosos. También podrían mencionarse aquí otros objetos de alcance cultural como los libros y los instrumentos musicales, así como las piezas que componían en ocasiones los gabinetes de artificialia y naturalia. Las colecciones de curiosidades, objetos científicos, rarezas naturales, antigüedades y obras de arte eran igualmente parte de una escenografía social de magnificencia).
En los archivos históricos de la biblioteca municipal de Mérida, (3) se han encontrado algu- nos legajos, que hacen referencia a la fundación de estos hospitales y dejan constancia del[r]
(García Lorca, 2015, vol. II, p. 84) Todo el mundo es un espíritu, o un sueño, o va a con- vertirse en uno. El Romance de la luna, luna (García Lorca, 2015) es una muestra de ello. Es la historia de un niño gitano que se queda solo en la fragua una noche. De alguna forma se siente tentado por la luna, personi- ficada como mujer y bailarina, y que a la vez representa la muerte. El niño le dice a la luna que huya antes de que vuelvan los gitanos («Huye luna, luna, luna»), pero la luna le explica que cuando los gitanos vuelvan le encon- trarán «con los ojillos cerrados» (muerto). El poema se cierra con un lamento sobre el cuerpo del niño: «Dentro de la fragua lloran, / dando gritos, los gitanos. / El aire la vela, vela. / El aire la está velando.» La segunda vela puede ser la que ilumina o la vela de una embarcación, por lo que aporta matices tanto de una luz que parpadea como de la idea del niño y la luna navegando por el cielo. Por lo tanto, Lorca escribe de la muerte con tal sen- tido de misterio que la convierte en algo mucho más complejo.