Este tipo de construcciones modélicas buscaron también desacreditar a aquellas cosmovisiones que se le enfrentaban. Fue lo que ocurrió con el pensamiento latinoamericano en relacionesinternacionales, cuya tradición, surgida y sostenida bajo el paradigma centro-periferia, fue desacreditada por el neoliberalismo.
¿Por qué señalamos que el estado de naturaleza persiste en parte en las RelacionesInternacionales?, un ejemplo de esto ha sido la política de democratización de los países de Medio Oriente llevada a cabo por Estados Unidos. “Las relaciones reales de poder, que determinan los movimientos de la sociedad en los Estados y las transformaciones en el sistema global de sus integrantes, siguen siendo las que se establecen entre las grandes potencias 33 ”. Este proceso llevado a cabo por la potencia democrática, pero hegemónica, es contrario para la superación del viejo sistema, (tal como lo propone Bobbio) siendo que este excluye el pacto de no agresión. Si observamos la invasión a Irak llevada a cabo por los Estados Unidos podemos observar que la intervención de Naciones Unidas como organismo superador del viejo sistema ha sido por lo menos deficiente y nula. Las resoluciones en contra de esta invasión no imposibilitaron que la potencia hegemónica y “democrática” desistiera de sus planes de invasión.
Los moralizadores profesionales no lo admiten: tener en cuenta la necesi- dad de pacificación de espíritu de los países únicamente es posible si las obligaciones de moralizar no son tra- badas. Cuando la ONU aceptó, sin ale- gría, la creación de un tribunal mixto nacional e internacional en Sierra Leona, el Alto Comisionado de los Derechos Humanos protestó violentamente. Fal- taba según Mary Robinson, tomando distancia de un más pragmático Kofi Annan, el juzgamiento y la sanción internacionales, sin los probables com- promisos locales. Es un hecho que existe una jerarquía entre la moralización necesaria de las relaciones internacio- nales y la paz. Los revolucionarios franceses habían proclamado muerte a las colonias más que a los prínci- pes, ¿proclamarían también muerte a Sierra Leona y todos sus habitantes más que al príncipe de la moralización? Sin sorpresa, se vuelve a confron- tar con el problema clásico de toda la vida social: dado que los hombres no
Cabe destacar que, según sus autores y autoras, el espíritu de la obra es "principalmente pedagógico", por lo cual no solo es una trabajo a tener en cuenta por analistas de la Ciencia Política y las RelacionesInternacionales, sino también -y sobre todo- por estudiantes y docentes de esas disciplinas que, como el orbe, se hallan en permanente cambio.
De esta manera, con la llegada del fin de la Guerra Fría, hemos sido testigos del renacer de ciertas tendencias unilateralistas por parte de los Estados Unidos de Norteamérica, que empezaron a preocupar a los demás miembros de la Sociedad Internacional. Así, en su campaña electoral del 2000, George W. Bush señalaba: “Si somos una Nación arrogante, nos verán de esa manera; pero si somos humildes, nos respetarán”. Por desgracia, muchos de los amigos de Estados Unidos vieron que, en sus primeros ocho meses, la administración Bush se preocupaba sólo por los intereses estadounidenses, para lo que se amparaba, sobretodo, en su poderío militar, lo cual lo llevó a mostrar cierto desinterés por algunos tratados internacionales, así como también por el multilateralismo.
Tanto la desigualdad como el poder humano permiten no sólo la dominación y el conflicto sino que también promueven la cooperación y la solidaridad humanas; fundamentan la vida humana en grupos sociales organizados de modo cada vez más complejo y avanzado, y fomentan la colaboración social a través de relaciones cada vez más justas y pacíficas. En una palabra, la desigualdad y el poder permiten el progreso humano tanto como propician procesos de estancamiento o degradación de la humanidad. Que en cada momento y circunstancia el hombre, cada uno de nosotros, utilice sus desiguales capacidades y ejerza sus poderes en una de ambas direcciones, no puede atribuirse a la naturaleza justa o inicua de la desigualdad o el poder, sino al grado de conciencia y responsabilidad de cada persona y sociedad.
Los miembros del Departamento de América del Norte del Instituto de RelacionesInternacionales participaron de la Mesa “Políticas exteriores en América del Norte: repercusiones en los vínculos con Argentina”. Estuvieron presentes la coordinadora del departamento Anabella Busso (CONICET-UNR), quien analizó las tendencias que han caracterizado al vínculo entre Argentina y EE.UU. en los últimos 10 años, poniendo especial énfasis en aquellos condicionantes domésticos que actualmen- te, y en ambos países, presentan desafíos en términos de la relación bilateral. Asi- mismo, Florencia Portella (UNR) y Celina Rossa (UNR), presentaron las tendencias generales que han caracterizado históricamente la relación bilateral entre Argenti- na y México, analizando particularmente el estado actual de la misma, señalando momentos de entendimiento y de tensión tanto en el plano de las relaciones comerciales como así también en cuanto a sus posiciones en distintos espacios multilaterales. Por su parte, Emmanuel Filace (UNR), destacó la importante agen- da bilateral existente en la actualidad entre Argentina y Canadá, la cual está signa- da principalmente por la cuestión minera, como consecuencia de las crecientes inversiones de empresas canadienses en ese sector; también se refirió a las reper- cusiones políticas y sociales a nivel nacional que ha tenido el incremento de la explotación minera (Informe de Anabella Busso).
RelacionesInternacionales de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro, en las asignaturas RelacionesInternacionales de América Latina, Geografía de América Latina, Teoría de las RelacionesInternacionales I y II e introducción a las RelacionesInternacionales; Directora de la Licenciatura en RelacionesInternacionales; Co-directora del Proyecto Políticas Exteriores Comparadas de Argentina, Brasil y Chile (SECyt, de la UNC). Vocal de la AAHRI.
El tratamiento del caso haitiano por las Naciones Unidas dejó abierto otro gran interrogante: la resolución 940 del Consejo de Seguridad, ¿responde a la letra y al espíritu de la Carta de la Organización Mundial? Nosotros pensamos que la respuesta es negativa. Primero es necesario recordar el carácter exclusivamente interno del conflicto, porque si bien defendemos a ultranza como uno de los principios fundamentales de las relacionesinternacionales la protección de los derechos humanos, no podemos dejar de advertir la enorme hipocresía que significa considerar el caso de Haití y no tratar de la misma forma los casos de Bosnia o Ruanda por poner solo dos ejemplos, entre muchos, donde no reinan precisamente el respeto a los derechos del hombre. Segundo, es dable preguntarse: ¿Haití amenaza realmente la paz y la seguridad internacional, como lo establece en sus considerandos la resolución? Tercero, el capítulo VII de la Carta no termina en el artículo 42, como parecería derivarse de la práctica de la Organización, a partir de la guerra del Golfo y las resoluciones posteriores del Consejo. Pues si no se implementa un ver- dadero Comité de Estado Mayor, como los prevén los artículos 43 y siguientes, las Naciones Unidas terminarán legitimando las acciones de una gran potencia, y entonces la lucha por una verdadera democratización de la sociedad internacional quedará para otros tiempos. Cuarto, ¿dónde está otro de los grandes principios del Derecho Internacional contemporáneo, y además profundamente arraigado en nuestra región, como es el principio de No Intervención? Este dere- cho no figuraba entre los principios de la Carta en 1945 y fue el Grupo Latinoamericano quien lo impulsó a través de la adopción de la resolución 2131 de 1965 y posteriormente reforzado por la resolución 2625 de 1970. Por otra parte, la última reforma a la Carta de la OEA, el Protocolo de Cartagena de Indias, lo consagra de la siguiente forma: “Promover y consolidar la democra- cia representativa dentro del respeto al principio de no intervención”. Quinto, los precedentes son muy importantes en la práctica de la Organización, porque pueden en el futuro ser utiliza- dos en situaciones que poco tengan que ver con la democracia y los derechos de los pueblos. Solo un ejemplo: la resolución 940 fue aprobada por Rusia. ¿Podrá ignorarse este antecedente, si algún día las ambiciones imperiales de algunos en Moscú sobre el llamado “extranjero próxi- mo” se quisieran materializar?
No es de extrañar, que sea, precisamente, en dicho medio, donde surge la necesidad de una herramienta capaz de gestionar la gran variedad de actividades comerciales, realizadas por las multinacionales (y también por comerciantes internacionales) en multitud de países, de forma coordinada e integrada, con el objeto de alcanzar los fines de la corporación. En otras palabras, este aumento de los flujos comerciales entre naciones (que implica a los empresarios en negocios internacionales), o de las actividades de inversión directa en países exteriores abren la ruta por donde discurrirá el marketing internacional. Ahora bien, para que se produzca dicha internacionalización, de negocios y comercio, han tenido que intervenir una serie de factores potenciadores, entre los que podemos destacar la constitución del Acuerdo del Libre Comercio (GATT), disminución de los costes de transporte y desarrollo de las comunicaciones, además de otros.