La figura del Taita tiene múltiples aristas que convergen funcionalmente, soportándose las unas en las otras: autoridad tradicional, padre, consejero, médico, líder y ejemplo de la comunidad, trabajador de la tierra y/o la arte- sanía, guía espiritual, mediador, entre otros. De manera que en el proceso de preparación para convertirse en Taita, el manejo de la medicina tradicional, si bien debe ser aprendido, no significa mucho si no se pone en juego con los aprendizajes y el dominio del conjunto de todas las aristas, que finalmente conducen a llevar una vida ejemplar en las comunidades, lo que es denomi- nado por ellos mismos como una buena vida. Entonces, antes que conocer la medicina tradicional y el trabajo con plantas, un Taita debe sabervivir, atenerse a los reglamentos de los mayores para poder enseñar a otros, ya que el mantenimiento de la salud no depende de otra cosa que de esa buena vida. Ahora bien, es la cercanía con la naturaleza, y el consumo reiterado de la planta maestra, el yagé, el que da las pautas para conseguir esa vida ejemplar. De acuerdo con lo que dicen los taitas, es el yagé mismo el que escoge y el que muestra el camino, el que enseña el reglamento; de manera que llega- rán a ser taitas aquellos capaces de seguir su ruta y de resistir las luchas en el plano espiritual. Los taitas se refieren al proceso de aprendizaje como una exposición a un peligro constante:
adecuado es la idea de familiaridad. Cuanto más nos suene una cosa, más bajaremos la guardia y más recurriremos a las ideas previas y al sesgo de disponibilidad, por eso es necesario revisar la mayor evidencia científica disponible, y de forma muy minuciosa, los temas más manidos. En nuestro estudio, hemos observado que, año tras año, se repiten por parte de los colaboradores médicos y especialistas invitados a ‘SaberVivir’ ciertos tópicos falsos sobre temas muy conocidos y prevalentes en la población general y, el especialista implicado en cada caso se limita a repetir la idea más extendida pero falaz, cuando existe evidencia científica disponible sobre dicho tema en sentido contrario. Los temas más recurrentes con los que nos hemos encontrado son:
He preferido oresentar un apartado de reflexiones y no uno de conclusiones porque mi intención no es cerrar sino abrir aquí el diálogo sobre la propuesta filosófica de Ortega que ha sido expuesta en este trabajo. Como lo hemos visto, la reflexión es para Ortega el reflejo de la vida, es la vida alumbrándose a sí misma. Con estas reflexiones quiero resaltar ese enfoque que hace brotar al pensamiento de las entrañas del vivir del hombre y que ¿1 filósofo del que nos hemos ocupado llama la «resolución de la circunstancia». Con ello quiero adem ás destacar la belleza y originalidad de un lenguaje que coqueteando en m uchas ocasiones con la metáfora nos ofrece toda una serie de pautas para la reflexión filosófica. Ésa reflexión se ha desarrollado en efecto en un lenguaje lleno de galanura -p a ra usar por enésima ocasión la expresión de V illoro- pero rigiéndose en todo momento por la vida y la razón a las que Ortega ha unido precisam ente con la resolución de la circunstancia. Y es justam ente por ese hecho por el cual el m adrileño nunca abandonó la filosofía. La peculiaridad de la unión vida y razón en la que hem os puesto el énfasis a lo largo de la exposición ha sentado las bases para una nueva ofítología que Rodríguez Huéscar (1998) ha denominado una metafísica primaria entre razón y vida. Constituye efectivamente esa nueva ontología una filosofía de la vida que por la misma razón hemos llamado el saber que vive, el vivir que sabe. Desprenderemos así en este apartado esa serie de reflexiones sobre ese vivo saber que representa la filosofía de Ortega:
El resultado de sus trabajos alcanza una preciosa convicción antiquísima: la filosofía antes que ser solo un ejercicio teórico, es una opción ética. Los cursos en las antiguas escuelas griegas tenían tres bloques (un esquema tripartito mucho más evidente en la academia y el estoicismo): física, lógica (retórica) y ética. Las tres áreas estaban atravesadas por la ética. Saber pensar, saber hablar y reconocer el entorno con el fin de sabervivir. Había un discurso ético, pero también una ética vivida; un discurso físico y una física vivida; un discurso lógico junto a una lógica vivida. Es decir, al lado de la física está la ecología y al lado de la lógica la pasión por la verdad. El saber siempre con fines éticos.
También se comienzan a hacer visibles sistemas de sociabilidad y de educación fundados en la identidad, el investigar y transformar, los cuales explican que las comunidades de resistencia, guardianes de la conti- nuidad del buen vivir, hayan sobrevivido el paso del tiempo; esta continuidad es capaz de redefinir el con- cepto de aprendizaje, mostrándonos que no hay proce- sos de saber y conocimiento sin procesos de crianza, los cuales deben ser incorporados. Recuperando estas tradiciones será posible avanzar hacia otras formas de vida, distintas de las propuestas por el capitalismo, en las cuales se proteja el medio ambiente, se despliegue la solidaridad y se profundice en forma real la demo- cracia, dándole cabida a la plurinacionalidad, -funda- mento real de los estados modernos-, y el Buen Vivir como base de la vida (Ibañez, J., 2010).
presentar críticas o a proponer ideas nuevas, siempre por referencia a tres puntos, a tres distintos momentos. Vaya usted luego a saber si, como creo, esto haya de tener que ver, muy probablemente, con el hecho de haber mamado desde la infancia intelectual aquello de: sujeto-verbo-y-complemento, en clase de Lengua; aquello otro de planteamiento-nudo-y- desenlace, en la de Literatura, al explicar el teatro del Clasicismo; aquello de más allá en la clase de Griego de activa-pasiva-y-media… -¡sí, sí: de la clase de Griego!... que uno tradujo a Esopo, a san Juan el Evangelista y algunas partes de la Defensa de Eutropio de san Juan Crisóstomo, cuando tenía trece o catorce años: O, tempora; o, mores!- Y sobre todo - esto ya en la Comillensis Facultad de Filosofía, entonces, supra montem posita; y ahora transmutada en simple departamento de la de Ciencias Humanas y Sociales, valoradora de la excelencia… En cualquiera de sus versiones -tanto la de hoy, como en la de cuando entonces-, Hegel sigue siendo Hegel. Y, aunque no deja de ser un dato contrastado que el maestro stuttgardo nunca empleara la famosa tripleta, de la tesis-antítesis-y-síntesis… sino que fuera, más bien, un invento de Heinrich Moritz Chalybaus, el triple momento hizo fortuna. Por ello, pese a que Chalybaus, un oscuro expurgador de la filosofía idealista alemana, al decir de A. W. Wood, merecería que tanto su nombre como sus ridículas estratagemas expositivas debieran haber caído en el olvido, la trinidad dialéctica -luego reciclada en el marxismo de consigna y
La competencias docentes que se propone incluir en la formación docente, parten del análisis de los cuatro pilares del conocimiento o vías del saber —vivir juntos, conocer, hacer y ser—, presentados en el Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI (1996), el cual se eligió como fundamento teórico, debido a que su eje rector es la concepción de la función esencial de la educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, como una vía al servicio de un desarrollo humano más armonioso y genuino; lo cual es aplicable al proceso de formación docente, toda vez que éste tiende al perfeccionamiento personal y profesional del maestro.
estuvieran, pasaban incertidumbres, al saber que por más pensamientos de cambio que quisieran, estaban aferrados a vivir una guerra, que para el sobreviviente en este caso José y los demás excombatientes no tenía sentido, les estaban causando un daño no solo para ellos y sus familias sino claramente para el pueblo, por tal razón en la voz encontrada en este relato nos deja una visión de que si se pudo realizar el cambio, de que si valía la pena realizar nuevas consignas de cambio para un país consumido en la guerra, pero esta vez sin fusiles en mano, con participación política y colectiva, esta vez empuñando un libro con ánimo de superación y esperanza.
Lluís Duch (citado en Melich, 2002) señala que la noción de sentido era completamente ignorada por los griegos y la creencia judeo- cristiana fue la que impulsó la noción de que el fin tiene una supremacía sobre los medios, lo que implica que el transcurso del tiempo tiene una dirección, una finalidad y un sentido. Es decir, el hecho de vivir y saber que morimos y no saber qué pasa luego de la muerte inyecta en el ser humano una necesidad de encontrar un para qué de su existencia, un para qué con sabor a nostal- gia, un sentido o sentidos que Melich asocia con una constante búsqueda al decir: “[…] para la filosofía de la finitud el sentido nunca es del todo alcanzable, pues los seres huma- nos, como seres finitos, no podemos dejar de desear y nunca poseemos el sentido defi-
Aunque la cuestión política zambraniana ha sido analizada ampliamente e, incluso, interpretada de modo parcial por algunos grupos políticos que han llevado su planteamiento intelectual hacia formas de militancia concretas. Aquí, en estas páginas, se tratan los conceptos cardinales, aquellos que están al fondo y de los que brotan las actitudes que propone esta pensadora para construir una auténtica convivencia social. Estos conceptos serán, primero, el saber de experiencia que fue aprendiendo en el acontecer de su vida y, a continuación, dos actitudes que brotan de sus escritos: el perdón y la misericordia. Aspectos nucleares que ofrece como sugerencia su filosofía, inspiradora invitación para implicarse en la construcción de la ciudad y vivir la genuina ciudadanía.
En esta misma línea Amartya Sen, (Perez de Cuellar, 1996:31) ha hecho notar, que el binomio cultura-desarrollo se ha vuelto un imperativo de refle- xión no sólo para los pueblos indígenas sino para el conjunto de las socieda- des: “Un país no se identifica necesariamente con una sola cultura. Muchos paí- ses, tal vez la mayoría, son multiculturales, multinacionales y multiétnicos…” Y agrega: es indispensable reconocer el papel instrumental muy extendido de la cultura en el desarrollo y admitir al mismo tiempo que este papel no agota todo lo que hay de cultural en la apreciación del desarrollo. La cultura des- empeña igualmente un papel porque es un fin deseable en sí mismo, porque da un sentido a nuestra existencia […] Sin embargo, cuando se trata de la cuestión esencial de saber por qué concentrarse en estos objetivos particula- res (entre los cuales se encuentra el crecimiento económico, la reducción de las desigualdades, la conservación del ambiente, etcétera), la cultura se debe entender de una manera más fundamental –no como un instrumento al ser- vicio de tales o cuales fines, sino como la base social de los fines mismos. No podemos comprender la denominada dimensión cultural del desarrollo sin tomar conciencia de cada uno de estos dos papeles de la cultura”.
Un grupo selecto de profesores del Departamento de Humanidades de nuestro Campus se dieron cita en el “Aula Panamericana” para escuchar el Seminario “Humanismo y Vida Intelectual en la Universidad” que impartió el profesor Lorda. La idea general de su intervención se puede resumir así: saber investigar, vivir y transmitir el maravilloso mundo de las humanidades a nuestros alumnos es el reto de nues- tra era, lo cual se hace aceptando que ser humanista signifi- ca, literalmente, mantener vivo lo mejor de la experiencia humana.
Como hicimos gráficamente una línea de tiempo entre el vivir en paz y el hecho violento, debemos saber qué es lo que más le llamo la atención y los puntos críticos sociales para intervenir al interior de la comunidad, donde deben intervenir todos los actores presentes incluyendo la misma fuerza pública clarificando por que los toman como informantes, al igual que identificar el rol de cada una de las entidades del estado, de los líderes y lideresas, la parte eclesiástica y cada actor de importancia en la población, y lograr identificar y dar pautas de seguimiento para poder tratar el riesgo o emergencia.
Se centra en las privaciones de tres órdenes, a saber, la supervivencia, medida por la probabilidad al nacer de no vivir hasta los 40 años; los conocimientos, medidos a partir de la tasa[r]
Esta comunicación, partiendo y teniendo como base el nuevo Plan de acción para las personas mayores, 2003-2007, pretende tener presente, como dicho Plan al redactar sus objetivos y medidas, los principios de la Naciones Unidas a favor de los mayores, porque es en la dignidad, independencia, autorrealización, participación y cuidados asistenciales, donde reside la calidad de vida. A nadie le pasa desapercibido que en los albores del nuevo siglo la expectativa de vida ha aumentado, se trata de reforzar la difundida frase:”agregar vida a los años”, ayudando a los mayores a que los vivan con mejor calidad. Para ello es importante conocer el proceso del envejecimiento, teorías de la vejez, los factores psicofísicos y problemas de la edad que, desde una perspectiva psicoevolutiva, influyen en su calidad de vida, ya que no deben conformarse con vivir una larga existencia, sino llegar a viejo en el mejor estado físico y mental. En el proceso de sabervivir la vejez mucho cuentan las actitudes y acciones de la sociedad en que el individuo envejece, de ahí la importancia de la intervención social desde el campo de la educación: desde la misma sociedad, a la del propio anciano, para lograr un mejor desarrollo e integración, tanto a nivel cognitivo como psicosocial, preparándole para la jubilación, para el acceso a las nuevas tecnologías y para el empleo creativo del ocio y del tiempo libre lo que le abrirá grandes posibilidades de integración y participación social, en definitiva, de calidad de vida .
Vivir como te da tu gana es saber que tu gana es la forma más responsable y más cre a t i va que está a tu disposición.. Y en ese sentido Frida Kahlo es el ejemplo máximo.[r]
san Agustín reconocía que, mientras nadie le preguntara qué es el tiempo sabía de qué se trataba; pero, si alguien se lo preguntara, no. Algo semejante ocurre con el vivir: es la realidad más común y familiar; tenemos un fuerte y persistente nexo intuitivo con el vivir y, en muy buena medida, sabemos de qué hablamos cuando nos referimos a él, aunque —al menos por el momento— nos resulte inaccesible su radical verdad y, por ello, nos esté prácticamente vedado formular el enunciado veritativo, definitorio y definitivo, del caso. Esa dilatada y honda zona de saber intuido, aunque no definido con precisión, so- bre la vida es la que parece constituir el fondo de realidad en que se cimienta la literatura; por lo mismo, parece ser también la principal referencia óntica de la propuesta de Ottmar Ette. En virtud de ese conocimiento inmediato del vivir de que dispone el ser humano, los discursos humanísticos —tanto los de cariz teórico como los de índole estética— ofrecen una valiosa y nutrida gama de representaciones sobre el despliegue en el tiempo de una inagotable y multidimensional voluntad de existir, de perseverar en el ser, como le gustaría decir a Spinoza. De ese modo, el pensamiento y la literatura han impulsado, cada cual por su lado o de manera conjunta, un proceso milenario de produc- ción de sentido acerca de la vida, que hoy en día también está en capacidad de absorber positivamente las aportaciones que, al respecto y a su modo, prodiguen las ciencias biológicas.
Con ellos se llegó a la conclusión: quien sabe escuchar siempre está atento y no deja que las palabras se las lleve el viento si no que constantemente está dispuesto a interiorizar y que "el que tenga oídos que oiga" es un llamado que la persona de Jesús nos hace para que lo conozcamos e interioricemos sus palabra, para que vivamos según el estilo de vida que él siempre nos ha propuesto: vivir en el amor, en el servicio y en el perdón. Lo que debemos hacer es saber escuchar a Dios que nos habla a través de su Palabra y del rostro de todas las personas que nos encontramos en nuestro diario caminar (cfr. Mt 25, 35-40). La conciencia del acontecer de Dios en sus vidas inicia en sus situaciones personales, en vacios existenciales que los llevaron por caminos duros, que les hicieron tropezar y caer profundamente, donde solo en la total oscuridad se tiene un encuentro frentero y fuerte con Dios, quien les da luz, les manifiesta su amor y les trae a la vida nuevamente, dejándoles la inquietud por buscar un sentido de vida en Cristo, llegando entonces al grupo en búsqueda de personas que compartiendo algunas perspectivas les sirvan de apoyo y orientación en la construcción de las bases de su nueva vida. Para otros su experiencia religiosa inicia en el acontecer cotidiano de sus vidas, encontrando a su paso personas que dando ejemplo de servicio, de amor, de paciencia, comprensión, orientación, escucha, formación y confianza en Dios.
La educación ética, entonces está rela- cionada con la anterior trípode para que ayude al sujeto a saber pensar (filosofar) y a sabervivir (actuar); por eso se pretende sugerir las bases epistemológicas que pueden nutrir y orientar el aprendizaje de la competencia actuar éticamente como ciudadano y profesional, pues el tema se presenta relevante en el contexto de la educación superior por ser la universidad heredera de la tradición clásica sobre la ética, y por ser ella misma el lugar donde se recrea con otras miradas y fines.
Como se desprende de la obra, el estoicismo es un discurso filosófico complejo que entreteje a la lógica, física y moral; la lógica es presentada como la guía de nuestros juicios hacia la verdad, la física nos da una idea del mundo como un orden naturalmente armónico, y la moral, surge del recto pensar y una visión cósmica, conduce la vida; así, el estoicismo, como sabiduría entrelaza conocimiento y ética: un saber y un arte de vivir. Pues que un buen estoico es aquel que, sabiéndose parte de un cosmos, de un todo hermoso, sigue sus leyes. Por lo tanto, habría que asociar la idea de hombre feliz, aquella que se establece a partir de la naturaleza, del hombre que concuerda con esta forma de ser, que no se detiene necesariamente en lo corporal como única dimensión, que no enfatiza sus preocupaciones únicamente en esto, sino que estando atento a todo.