que Marouzeau traduce: « ...et c'est par crainte de cela que je...» Aquí, en idque adeo metuens, tenemos un anafórico id, un focalizador adeo y una repetición léxica sinonímica metuens; [r]
Para alcanzar los objetivos previstos, es imprescindible explicar cómo se concibe la distinción entre Gramática y Pragmática. De acuerdo con las ideas expuestas en Ariel (2008), Leonetti (2009) y Escandell Vidal y Leonetti (en prensa), entre otros, supondré que la Gramática es un sistema convencional de reglas y restricciones que asocia sonidos y significados, mientras que la Pragmática es (el resultado de) la capacidad humana de combinar el conocimiento tácito de la gramática con información contextual de varios tipos ‐ tomada de la situación de habla, del contexto lingüístico previo o del conocimiento del mundo de los hablantes‐. Se trata, pues, de componentes lingüísticos bien distintos. La Gramática es la parte central del sistema que define una lengua. La Pragmática, en cambio, es en principio externa al sistema lingüístico, y consiste en el uso de nuestro sistema inferencial en combinación con el conocimiento lingüístico para reconstruir lo que plausiblemente podría haber sido la intención del hablante al producir un enunciado. Según esta concepción, el sistema gramatical codifica contenidos, y el sistema pragmático permite a los hablantes elaborar los contenidos codificados para inferir interpretaciones contextualmente adecuadas de los enunciados. La Pragmática es, entonces, una teoría de la inferencia, y la distinción entre Gramática y Pragmática se establece sobre la oposición entre codificación e inferencia. Una parte importante de los contenidos codificados por la gramática consiste en instrucciones para construir interpretaciones y para combinar los datos lingüísticos con la información contextual: tales instrucciones equivalen a lo que tradicionalmente se había denominado significado gramatical, y constituyen la variedad más puramente lingüística de todo el significado –en el sentido de que no están conectadas con el conocimiento enciclopédico‐ . Veremos que al estudiar el orden de palabras hay que tener en cuenta esta clase de significado que encierra instrucciones, el llamado significado procedimental. Esto es todo lo que se necesita para entender la naturaleza de la distinción. Los dos sistemas interactúan productivamente en cualquier lengua natural.
Las expresiones de orden son aquellas palabras y frases que han sido constituidas tanto por estrategias directas como por estrategias indirectas o atenuadas, y son expresadas por el hablante hacia el oyente para que este último actúe en beneficio del primero; estas palabras o frases son interpretadas por el oyente de manera cortés o no cortés según las condicionantes situacionales en que se enuncie el acto comunicativo. El compor- tamiento de dichas condicionantes incide, pues, en el grado de satisfacción para el oyente y el emisor.
Las Oraciones de Relativo (en adelante OR) son un modelo especial de subordinadas que se incrustan en el sintagma nominal y desempeñan el rol de modificadores del sustantivo. Poseen una alta frecuencia de uso en latín y múltiples modelos estructurales de relación entre Antecedente y Re- lativo (Ramos Guerreira 2009). Uno de ellos es la Oración de Relativo Cir- cunnominal (en adelante ORC). Su particularidad reside en que el elemento al que se refiere –denominado en algunas tradiciones gramaticales como “An- tecedente”- sigue al pronombre relativo en lugar de antecederlo. Esta carac- terística condiciona su función semántico-pragmática ya que, a diferencia de la construcción prototípica latina de Antecedente + Oración de Relativo, una ORC sólo puede pertenecer –en términos de la gramática de la referencia- a la clase de las especificativas. Además de esta particularidad, una ORC está relacionada con el orden de los constituyentes, el flujo de la información y otros mecanismos de realce pragmático.
El razonamiento es extensivo a las oraciones compuestas (subordinadas y coordinadas), con las mismas implicaciones en cuanto a ubicación del elemento parcelado y la relación semántica que establece con los elementos de la oración básica. Al respecto concluye que de las oraciones compuestas por subordinación pueden apartarse todos los tipos de oraciones subordinadas. También que todas las oraciones parceladas homogéneas están vinculadas semánticamente a la oración básica, mientras que su unión semántica mutua no es obli- gatoria aunque posible. Por otra parte, a las oraciones coor- dinadas parceladas las considera casi independientes de la oración básica (257).
Cuando la señora Thingumy abrió la puerta se encontró con el cuerpo desmayado de una joven. Estaba a punto de dar a luz. Nace el niño y es llamado Oliverio Twist. La madre muere. Thingumy, mientras acunaba a Oliverio, tomó un saquito que colgaba del niño y se lo guardó en el bolsillo del delantal. Años después, delgado por la escasa alimentación, Oliverio es enviado a una sucursal del asilo, donde tampoco mejoró su estado. No sólo le faltó alimento, también le faltó cariño y el calor familiar. Además, fue allí muy maltratado. Dice el niño: ¡Estoy solo en el mundo! ¡Nadie se preocupa de mí! ¡Si muriera, nadie lloraría por mi desaparición! A los nueve años, como es costumbre, debe trabajar para ganarse el alimento. Vuelve al asilo central, y ahí se dedica a recoger leña. Su condición no mejoró. Continuaron los maltratos. Por las noches, tendido en su Jergón, lloraba amargamente y se preguntaba por qué él, precisamente él, no tenía una casa, una familia, una madre que le acariciase tiernamente. A sus doce años, el señor Gamfield, un deshollinador, intentó llevarse como aprendiz a Oliverio. Así lo deseaba Bumble, el bedel del asilo. Gamfield dice: ¡Eres tan delgaducho que podrás perfectamente subir por los tubos de las chimeneas atado con una cuerda! Pero Oliverio no acepta. Así que, dada la urgencia que hay de disminuir los internos en el asilo, es llevado por el señor Sowerberry, quien se dedicaba a hacer ataúdes. En el taller de Sowerberry recibía órdenes de Noé Claypole, quien lo regañaba constantemente. Tampoco los señores lo trataban bien. Para la señora Sowerberry era un mal negocio. Unicamente Carlota, la criada, le dedicaba de vez en cuando unas palabras de consuelo.
Los constituyentes mayores de la oración son EL SINTAGMA NOMINAL SUJETO y el SINTAGMA VERBAL PREDICADO. Entre el núcleo del SN Sujeto y el núcleo del SV Predicado se establece una relación de concordancia en número (singular/plural) y en persona (1ª, 2ª o 3ª). Estudiar esta relación es el único método seguro para partir la oración en estos dos elementos.
Tradicionalmente, en los estudios del lenguaje, se le prestaba mayor atención al tema de la oración y sus partes. Se pensaba que era la unidad mínima del habla con sentido completo. No obstante, con los avances en las ciencias del lenguaje, y en especial con la pragmática, se considera, actualmente, que la unidad mínima de comunicación no es la oración, sino los actos de habla y el conjunto de estos, constituye el discurso. Este surge cuando ponemos en uso la lengua para expresar nuestras ideas en contextos reales de la vida familiar, laboral y científica. Al producir un discurso, generamos texto con significado para ser interpretado por un interlocutor. En suma, actos de habla, texto y discurso constituyen, por tanto, los centros de atención cuando se trata de analizar la comunicación desde una mirada global.
Sub. Adj. especificativas: restringen –seleccionan- la extensión del antecedente. No se pueden eliminar sin que cambien el sentido de la oración. Ej. Comimos la fruta [que estaba madura]. 14. ¿De qué palabra dependen las subordinadas adverbiales o circunstanciales? Las sub. adv. dependen del verbo de la proposición principal. Ej. Leo el periódico [cuando puedo].
Al igual que en el sistema de Cinque (2005), la inaceptabilidad de varios de los patrones no atestiguados se deriva a partir de la condición que establece que el constituyente que se mue[r]
ello, la regulación de la ejecución tiene sus propias particularidades. Por ejemplo, en caso de ejecución forzosa dineraria o de cantidad líquida (art. 106.3 LJCA) la autoridad judicial tiene la facultad de incrementar en dos puntos el interés legal a devengar, siempre que apreciase falta de diligencia en el cumplimiento. Es decir, aunque el ejecutante deba instar la ejecución forzosa por demanda ejecutiva la propia norma prevé un recargo ante la falta de diligencia, que habrá de ser apreciada expresamente. Se le otorgan al órgano judicial facultades específicas para decidir tanto sobre las costas como sobre determinados aspectos de la ejecución ya que los intereses que deben primar la actuación administrativa son públicos y por tanto dignos de consideración. Hasta tal punto llega la regulación en materia de ejecución que, muy excepcionalmente, podría no ejecutarse una sentencia por causas de utilidad pública o de interés social. Señalamos todas estas circunstancias para poner de manifiesto que existe una regulación específica en materia de ejecución de sentencias en el orden contencioso-administrativo que podría no ser completa y que pudiera integrarse o completarse con otras normas pero que tiene su propia coherencia.
ASÍ, el francés no sólo dispone de la simple posposición del regente para escapar a la bipartición tema-rema pegada al orden regente-verbo, sino que acude a construcciones tan variadas c[r]
Puede ocurrir que el tipo de dependencia funcional de una palabra de poca densidad, como él, coincida con el tipo de dependencia funcional de otra palabra de más densidad, más interpreta[r]
Revolución Francesa de 1789. El inicio del reinado de Carlos IV y la propia política de reformas llevada a cabo hasta el momento se verían empañados de inmediato por el temor al contagio de las ideas y noticias que llegaban de Francia. Se trataba de un momento de inflexión respecto a la dinámica políti- ca anterior. El llamado «cordón sanitario» del ministro Floridablanca no sólo buscaba evitar la entrada de las ideas «subversivas», sino también que no se escribiera sobre ellas dentro de España. Ni a favor ni en contra. Como si de una epidemia de peste se tratara, había que impedir su expansión. Las ideas, pero también los hombres procedentes del país vecino, eran el mal a conjurar. Sabemos, no obstante, que, pese a las precauciones tomadas, esas ideas y los escritos circularon clandestinamente. El momento y el ambiente favorecían, por tanto, lo que se conformó como una auténtica movilización contrarre- volucionaria ante las amenazas de una filosofía de efectos mesiánicos. Tal y como la historiografía ha puesto de relieve, el rearme de la Iglesia fue un hecho incuestionable en medio de esta repulsa a la Revolución: los eclesiás- ticos jugaron un doble papel, el de guardianes de la ortodoxia de la sociedad y el de propaganditas de la contrarrevolución. A través de obras y escritos de baja calidad literaria, en muchas ocasiones desplegaron todo un activismo que conectaba con la mentalidad antiilustrada anterior a 1789. Sus arengas inflamadas y el uso de la fuerza y de la represión arbitraria por parte de la monarquía, y la inseguridad que la situación creaba por momentos, aconse- jaron la pertinencia de prohibir todo tipo de escritos, incluidos aquellos que pretendían hacer una defensa de los derechos de soberanía y de la constitu- ción de la monarquía. Silenciar a los contrarrevolucionarios era una forma de silenciar la Revolución y sus efectos. No de otro modo pueden interpretarse las dificultades y la censura de que fueron objeto las obras de autores como Hervás y Panduro, o como la del francés Barruel. La Real Orden de enero de 1795 obraba en este sentido 11 .
En este punto, debemos recordar que el accionar del Príncipe moderno se orienta, en materia de estrategia política para las sociedades complejas, a la propuesta de Gramsci de guerra de posiciones, que requiere un esfuerzo prolongado de construcción de hegemonía. Hegemonía que implica la construcción de concepciones de mundo alternativas a partir de una crítica del orden social imperante y que, en este sentido, se relaciona con la dirección cultural, con la reforma intelectual y moral. Hegemonía que es al mismo tiempo estrategia política para la conformación de una voluntad colectiva, que organice lo disperso y movilice las pasiones. Una voluntad colectiva que Gramsci define como nacional y popular. Nacional porque Gramsci retoma la concepción de Marx de que la revolución es nacional en su forma e internacional en su contenido, porque si bien el capitalismo es un modo de producción que se expande mundialmente, cada escenario nacional, con su propio Estado, partidos, sindicatos, tradiciones culturales, etc. constituye el ámbito concreto donde se desarrollan las luchas cotidianas configurando el marco de la acción de las distintas fuerzas. Gramsci observa la importante capacidad de interpelación de lo nacional así como el peso del Estado-nación como espacio de desarrollo de la estrategia política: frente a la derrota del proceso revolucionario desarrollado entre 1919 y 1920 del cual fue partícipe, Gramsci concluyó: “No conocíamos Italia”. Aparece entonces la imposibilidad de reducir mutuamente clase y nación, y con esta imposibilidad emerge la necesidad de comprender al conjunto de agentes y a la cultura de un pueblo. Así cobra importancia lo popular porque, si bien afirma la centralidad en la clase obrera, viendo en los productores directos de plusvalor como sujeto clave para la transformación social por ocupar el centro de las contradicciones en la relación capital/trabajo, no se limita a ésta, sino que debe articular al conjunto de grupos sociales subalternos con el fin de universalizar sus intereses y construir una nueva hegemonía que logre confrontar con la
El seminario se propone analizar las principales características en materia de construcción de hegemonía y del proceso de acumulación de capital en América Latina, partiendo de las dinámicas globales y regionales para abordar con profundidad distintos casos nacionales. El objetivo central es brindar herramientas analíticas para el estudio de las principales lógicas político-económicas contemporáneas que vienen transitando diversos casos nacionales, como el de Argentina y Brasil, habilitando el abordaje de sus rasgos comunes y específicos desde una lectura comparativa, en el marco del proceso de transformación experimentado en América Latina, con el fin de generar un enfoque y una estrategia de análisis que nos permita poner en debate la actualidad de Colombia.
1) En primer lugar, las oraciones de carácter circunstancial, también denominadas propias por Gómez Manzano et al. (2009), son las que funcionan como un adverbio y, por tanto, se pueden sustituir por él. En este grupo entran las adverbiales de tiempo, de lugar y de modo. Las adverbiales de tiempo expresan una circunstancia temporal de anterioridad, simultaneidad o posterioridad y sus nexos más frecuentes son: cuando, mientras (que), antes (de) que, después (de) que, siempre que, conforme, según, tan pronto como, al tiempo que, apenas, una vez que, en cuanto que, etc. Las temporales se pueden sustituir por entonces. Algunos ejemplos extraídos de Gómez Manzano et al (2009) son los siguientes: Cuando presentó su novela, recibió muchas felicitaciones; Mientras tú compras los billetes, yo hago la maleta; Antes (de) que lo entrevistaran, nadie lo conocía; Te entregarán el pasaporte según llegues. Según añade la Nueva gramática de la lengua española (2009), el significado temporal también puede expresarse por medio de una oración subordinada cuyo núcleo es una forma no personal del verbo - infinitivo, gerundio y participio- Al bajar Ana el cristal, entró una avispa; Paseando por el parque, se encontró con un amigo; Vista la radiografía, el médico le ordenó reposo.
Sub. Adj. especificativas: restringen –seleccionan- la extensión del antecedente. No se pueden eliminar sin que cambien el sentido de la oración. Ej. Comimos la fruta [que estaba madura]. 14. ¿De qué palabra dependen las subordinadas adverbiales o circunstanciales? Las sub. adv. dependen del verbo de la proposición principal. Ej. Leo el periódico [cuando puedo].
El fragmento que nos proponemos analizar está integrado por dos enunciados oracionales independientes. No hay yuxtaposición porque la puntuación así lo indica. No obstante, si contemplamos la alternancia de modalidades que se produce en la unidad mayor en la que se integran ambos enunciados (el texto), podríamos considerar el segundo como una oración parentética (un subtipo especial de las yuxtapuestas). Pero esta segunda oración no aparece aislada por paréntesis, guiones ni comas, por lo que resulta más recomendable