Para cerrar este trabajo pruebo una de las hipótesis centrales. Es decir, que la predisposición a votar con voto voluntario está determinada por el nivel de ingresos de las personas y que las disparidades económicas se transforman también en políticas.
He construido dos modelos de regresión logit. La variable dependiente es la predisposición a votar con voto voluntario. Se incluye el nivel so-cioeconómico como principal determinante. A esto se añade un fuerte control que corresponde a si la persona está inscrita en los registros electorales. Supuestamente, esta variable debiese ser un predictor cen-tral y que posiblemente anule el efecto de las otras variables incluidas en el modelo. De igual forma, se incluye sexo, edad, hábitat y posiciona-miento en la escala izquierda-derecha. La edad también debiese actuar como un fuerte predictor, dado que sistemáticamente los más jóvenes muestran menor predisposición a votar.
El problema del modelo 1 está en el porcentaje de casos perdidos que se reportan, dado que el 43,8% no se identifica en ningún peldaño de la escala ideológica izquierda-derecha. Por tanto, decidí implementar una transformación. Codifiqué con “1” a todos los encuestados que se autoposicionan en algún peldaño y con “0” a los que no se identifican. De esta forma, incremento sustantivamente el número de casos a estu-diar. En este modelo la exigencia también es fuerte, pues se incluye a los inscritos y a los identificados. Lo esperable es que ambas variables sean significativas y que, como consecuencia, anulen el efecto de las restantes, entre las que se incluye el nivel socioeconómico.
Los resultados van en la línea esperada de acuerdo al análisis descrip-tivo. El nivel socioeconómico de los encuestados tiene un efecto signi-ficativo sobre la predisposición a votar en ambos modelos. El funciona-miento es el esperado: a mayor ingreso mayor predisposición a votar. Presento los resultados mediante gráficos evacuados con el programa Stata, cuyos formatos fueron extraídos de la encuesta LAPOP para la ronda 2008. Cada variable lleva asociada una barra. El punto central de esa barra equivale al coeficiente beta estandarizado y las extensiones corresponden al intervalo de confianza de ese coeficiente. Si la barra atraviesa la línea vertical celeste, esa variable no será estadísticamente significativa a un 5%. Como se observa en el modelo 1, las variables estadísticamente significativas son las siguientes: en primer lugar, el hecho de estar inscrito aumenta las chances de que una persona efec-tivamente vote con sistema de voto voluntario. Lo mismo sucede con la edad. Los mayores tienen más chance de votar. Igual cosa sucede con nivel socioeconómico y con los ciudadanos de la Región Metropolitana. No hay diferencias según escala política. De acuerdo a estos datos, tanto personas de izquierda como de derecha declaran similares niveles de participación.
En el modelo 2 la situación es similar. Se anula el efecto de la edad producto de la transformación que se hizo de la escala política. Esto es, considerando toda la muestra y comparando a identificados y no identificados. Como en el grupo de los no identificados predominan los jóvenes, entonces puede ser que ambas variables estén capturando di-mensiones similares y que, por tanto, sobreviva sólo la identificación ideológica. Sin embargo, no sucede lo mismo con el nivel socioeconómi-co, que se mantiene como una variable estadísticamente significativa. Por tanto, nuevamente, a mayor ingreso, mayor predisposición a votar7.
De todos modos, la variable que más pesa dentro del modelo es, naturalmente, el hecho de estar ins-crito en los registros electorales, con un estadístico “wald” de 27,74. 7 70 encues ta n acion al udp 2010
Determinantes de la predisposición a participar con voto voluntario, Encuesta Nacio-nal UDP 2010
Gráfico 4 y 5
Fuente: Elaboración propia con datos de Encuesta Nacional UDP 2010.
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Conclusiones
Los propulsores de la reforma que conduce al voto voluntario debiesen tener en cuenta las precauciones que acabo de señalar. Es decir, que un sistema de esta naturaleza conviva con un sistema electoral que deses-timula la competencia, y que la participación pueda estar determinada por las condiciones socioeconómicas de la gente. Como sostuve más arriba, parece al menos osado combinar voto voluntario con un sistema de partidos escasamente competitivo. Si la gente no va a votar en este ambiente político incluso estando inscrita (la abstención ya está por sobre el 13%), menos lo hará si el voto es voluntario.
De igual forma, resulta contraproducente profundizar los males que ac-tualmente tiene nuestro régimen electoral. Es decir, que los ciudadanos con mayores recursos asistan a votar en mayor medida que los más po-bres. Como he señalado, esta desigualdad ya se produce con el régimen electoral actual. No veo razón para seguir agudizando un problema de esta naturaleza. Al final de cuentas, las decisiones políticas pasarán, al igual que las decisiones económicas, por los grupos con más recursos. Esto no le hace bien a nuestro sistema político y, peor aún, daña fuerte-mente la democracia. 72 encues ta n acion al udp 2010
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