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Bienestar, optimismo y satisfacción con la vida

1.1 SALUD, BIENESTAR Y SATISFACCIÓN

1.1.3 Bienestar, optimismo y satisfacción con la vida

El optimismo es un rasgo psicológico que influencia como los individuos se perciben a ellos mismos y a su entorno, como procesan la información, y como deciden actuar basándose en dicha información (51). El carácter optimista tiende a anticipar un futuro positivo y a generar expectativas positivas incluso cuando las personas se enfrentan a la adversidad o a la dificultad en sus vidas (43,45). El optimismo es la expectativa generalizada de lo positivo en frente a lo negativo en los dominios de la vida importantes (52,53), es una expectativa relativamente estable y generalizada de que los buenos resultados sucederán a través de los campos importantes de la vida (46).

Los optimistas son personas que esperan que les sucedan cosas buenas y los pesimistas son personas que esperan que les sucedan cosas malas (51,54,55), por lo que el optimismo y el pesimismo actuarían como filtros que alteran las percepciones individuales del mundo y afectarían en como las personas reaccionan y se adaptan a las nuevas situaciones vitales (51).

En la historia de la investigación del optimismo, se han separado dos aspectos: 1) el estilo explicativo que estudia por qué algunas personas abandonan el esfuerzo delante de situaciones estresantes y piensan que las situaciones negativas continuarán, y en cambio otras, no abandonan y piensan que los sucesos adversos son inestables por lo que se enfrentan a ellos de manera constructiva; 2) el carácter

optimista basado en un modelo de valores y expectativas, en el que se propone que las personas persiguen las metas importantes para ellas. Los dos tipos de optimismo han demostrado que ser optimista está asociado con multitud de efectos beneficiosos (51).

Si bien es un hecho conocido que el optimismo tiene un rol importante en el bienestar, se sabe poco sobre el origen de las diferencias individuales en el optimismo. Mosing et al., han estudiado las relaciones entre el optimismo, la salud mental y la salud auto percibida a partir de una muestra de gemelos. Según estos autores, las influencias genéticas parecen explicar una gran proporción de la varianza en el optimismo, la salud mental y la salud auto percibida. Estos resultados indican que la asociación entre el optimismo y la salud pueden ser debidas a la predisposición genética al optimismo, que a su vez, también predispone a una buena salud mental y autopercibida (56). También parece que el optimismo puede estar parcialmente determinado por las influencias del entorno como los padres, los profesores, los medios de comunicación y el estatus socioeconómico (51).

En la misma línea, Rojas Marcos, ha afirmado que los genes influyen en nuestra manera de ser y de ver la vida, basándose en estudios de gemelos en donde se observa que aquellos que son genéticamente iguales se parecen estadísticamente en su predisposición optimista o pesimista, y en cambio los gemelos genéticamente desiguales, aunque sean del mismo sexo y hayan crecido en el mismo hogar, son tan diferentes entre ellos como las personas sin ningún tipo de parentesco o elegidas al azar (55). No obstante, este autor, añade que no es prudente minimizar la influencia del entorno en la conformación del carácter ya que cuanto más se analiza el genoma humano, más vulnerables parecen los genes a la influencia del ambiente y del aprendizaje (55).

Las personas mantienen su nivel de optimismo y pesimismo en el tiempo y en diferentes situaciones, por lo que el carácter optimista es una tendencia general, una aptitud que refleja las expectativas de una gran variedad de dominios en la vida (46). Aunque el optimismo y el pesimismo son rasgos de personalidad estables, algunas intervenciones han sido exitosas ayudando a personas pesimistas a ser más optimistas como la terapia cognitiva (51).

El optimismo está relacionado con la autoestima, la satisfacción en la vida (45,46,53,57), la felicidad y la salud física (54,58) de manera positiva, y negativamente con la depresión, la ansiedad y los sentimientos negativos (45,46,53,57,58). El optimismo tiene efectos beneficiosos en el bienestar tanto físico

como psicológico y en la salud de las personas (46,51,54,59). Carver et al. han afirmado que el optimismo provee de recursos que promueven una mejor salud mental (54), y según Karademas (57), el optimismo está relacionado con el bienestar y la salud. También se ha investigado si el optimismo es diferente de otros rasgos de personalidad. El optimismo es claramente distinguible de los rasgos de la Big Five Theory, comentada anteriormente, que refleja sentimientos positivos y negativos, la extraversión, el conocimiento, el ser agradable, el ser abierto y el neuroticismo, y distinguible de los rasgos del pesimismo. Por ello se ha señalado que el optimismo está asociado con diversos resultados beneficiosos y que este constructo es distinguible de la mayoría de los rasgos de personalidad establecidos (58).

Una posible explicación de por qué las personas optimistas resuelven más favorablemente las situaciones difíciles que las pesimistas, podría ser que los optimistas utilizan estrategias diferentes para adaptarse a las situaciones críticas de la vida respecto a los pesimistas. Las personas seguras de sí mismas continúan ejerciendo un esfuerzo incluso cuando se enfrentan a la adversidad, en cambio, las personas que tienen más dudas sobre su futuro, tienden a intentar alejar la adversidad, pensando que pueden escapar de ella. Los optimistas también parecen estar más comprometidos con la consecución de objetivos y en reevaluar las situaciones de manera positiva cuando una meta se bloquea. También parece ser que los optimistas tienden a usar estrategias más centradas en los problemas que los pesimistas, y cuando ello no es posible, cambian a un enfoque emocional como la aceptación, el humor y la positividad (46,54).

En una revisión de Carver et al. sobre el carácter optimista y los resultados en salud, se señala que, las personas optimistas se enfrentan en todos los casos mejor a los resultados negativos y presentan menores niveles de ansiedad y depresión, por ejemplo en determinadas situaciones como en el cáncer de mama, en la depresión post parto, en el fallo en la fecundación in vitro o después de una enfermedad cardíaca (54). También se ha encontrado que las personas optimistas tienen más conocimientos sobre factores de riesgo y su conducta es más próxima a minimizar los riesgos para la salud, seguramente porque son conocedores de que el esfuerzo tendrá éxito. En cambio, las personas pesimistas tienden a tener conductas más peligrosas como por ejemplo el abuso de alcohol para enfrentarse a los problemas (54).

No hay un criterio empírico para categorizar una persona como optimista o pesimista (46). Algunas medidas como la LOT-R pueden crear una distribución de puntuación

donde los optimistas y pesimistas pueden definirse como relativos a uno o a otro (46,54). El optimismo es un continuo donde la persona se sitúa en un rango de muy pesimista a muy optimista (54), es un constructo unidimensional y bipolar, un rasgo único con dos extremos (52).

Además del optimismo, otros autores consideran que el sentido de la vida también es un predictor de bienestar (45,54). Para Ju et al. el optimismo influencia el sentido de la vida y el bienestar subjetivo -aunque añade como limitación que la causalidad podría ir en una dirección contraria- (45). El sentido de la vida también es un rasgo de la personalidad, arraigado en el conocimiento humano y que difiere entre las personas. Se refiere a un sentido de coherencia o de comprensión de la existencia, de propósito en la vida, a la consecución de metas importantes y a una sensación de plenitud (53). El sentido de la vida está asociado con algunos aspectos de la salud psicológica, como la felicidad y la satisfacción en la vida (38). Ho et al. han encontrado evidencia empírica de que el sentido de la vida contribuye al bienestar, está ligado a la satisfacción, a la consecución de objetivos y a la autoestima positivamente, y negativamente con síntomas de depresión y ansiedad (53). En general, aquellas personas que creen que sus vidas tienen sentido, tienden a tener una mejor salud psicológica que las que creen lo contrario (38).

Las personas que tienen metas y se involucran en actividades significativas, tienen mayores expectativas y optimismo, además, la mayor consecución de dichas metas contribuye al bienestar (53). Tal y como se ha apuntado anteriormente, la modificación de los objetivos promueve la satisfacción con la vida y es otra forma de enfrentarse a los eventos críticos en la vida. Es la forma en que se manejan los objetivos vitales, el tener la capacidad de modificar las metas, de dejar las metas inalcanzables y empezar a buscar nuevas metas que tengan significado (46). Para Wrosch y Scheier, las personas que se desentienden antes de las metas inalcanzables tienen más facilidad en comprometerse con nuevas actividades significantes para ellas. Estar comprometido con metas significativas es un factor básico en el desarrollo humano y genera motivos en la vida, además reduce los sentimientos de fracaso (46). En el trabajo de Wrosch y Scheier, se confirma la hipótesis de que el desprenderse de las metas inalcanzables y comprometerse con nuevas metas constituyen indicadores independientes del bienestar subjetivo. Estos autores también añaden que todas estas relaciones demostraron ser independientes del modelo Big Five Theory que analiza la personalidad a partir de cinco rasgos (46).

1.2 LA SATISFACCIÓN Y EL BIENESTAR EN LOS SERVICIOS DE