Son muchas las investigaciones realizadas por psicólogos, trabajadores sociales, criminólogos, que se interesan por saber las causas de las conductas antisociales en menores infractores, y los factores que influyen en dicho comportamiento antisocial, todas vistas desde un punto de vista en particular según la especialidad del investigador. (Santana, 2007; Ortiz, 2011; Capdevila, Ferrer y Luque, 2005; Garaigordobil, 2005; De la Peña, 2010; Frías, López y Díaz, 2003,). Sin embargo, la mayoría de estos estudios centra su atención en el enfoque psicológico, tratando la personalidad del menor desadaptado y con problemas de tipo emocional.
Con un enfoque psicológico Garaigordobil (2005), en su estudio nos muestra la relación existente entre factores socio-emocionales de la personalidad de los adolescentes con la conducta antisocial y las diferencias en función del género. Ortiz (2011), que trabaja con un enfoque más multifactorial, pero siempre centrándose más en los factores de carácter psicológico, tomando más en cuenta variables de este tipo, demuestra una fuerte asociación de las conductas antisociales en menores con factores tanto de riesgo
como de protección, presentándose factores psicológicos, sociales, familiares, y como el desarrollo negativo de estos factores influye en los menores a que puedan tener este comportamiento, y por el contrario como factores psicológicos como la empatía y la asertividad influyen como factores de protección en el comportamiento del menor.
También existe una tendencia a asociar el comportamiento antisocial con el consumo de drogas (Thornberry, 1995; Dorsey, 2002; De la Peña, 2005), donde el consumo es un pronóstico significativo de una mayor tendencia a la conducta antisocial.
En su estudio, Jiménez (2005) afirma que son varios especialistas en atención a los jóvenes, que coinciden en que la causa principal de este fenómeno social de la delincuencia en jóvenes tiene que ver con un descenso de la calidad de vida de la juventud y que en México existe una enorme cantidad de jóvenes que son víctimas de un modelo social que conduce a la violencia social, la deserción escolar, las drogas y la delincuencia.
Santana (2007), en su estudio sobre los factores que influyen en el comportamiento antisocial, muestra el carácter multifactorial hacia esta conducta, sin embargo hace énfasis en el factor de la familia y el lugar donde se desarrolla el menor, rectificando que la falta de atención y comunicación con los padres, el tipo de lugar en donde viven, las compañías que frecuenta, y todas las personas a su alrededor influyen en el aumento de la antisociabilidad en los menores. Otro aspecto encontrado en su investigación es el fracaso escolar el cual se debe no solo al reflejo de una deficiencia de habilidades y conocimientos, sino también a que la pobreza en sus hogares los
empuja a trabajar para contribuir en el ingreso familiar y este los obliga a abandonar la escuela.
Los delitos cometidos por los jóvenes difieren en el género y en el motivo de los crimines típicos por los adultos. Unos niños quizá roben cosas ignorando que está prohibido, otros puede que lo hagan porque aún no han aprendido a dominarse a sí mismos, ya que este dominio normalmente se desarrolla con la edad, y es posible que algunos adolescentes violen la ley para mostrar que son audaces o para molestar a sus padres (West, 1973).
En un estudio que trató de identificar las condiciones de vida de 122 jóvenes infractores, se encontró que el consumo de drogas fue una característica encontrada en la mayoría de los jóvenes internos, asimismo las carencias sociales asociadas a la marginación fue notoria en el total de los jóvenes estudiados. Por otro lado la presencia de antecedentes delictivos de los padres, se asoció únicamente al grupo de mujeres que cometieron una conducta antisocial y al robo como tipo de delito (Salazar et al., 2011).
Tomando como base el modelo ecológico propuesto por Bronfenbrenner (1987), el estudio realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Sonora, México que trata de explicar la antisociabilidad en los menores. El cual muestra a través de este modelo estructural, la identificación de variables las cuales constituyeron factores e índices que representan los distintos niveles de la teoría ecológica. Obteniendo como conclusiones que el contexto cultural afecta la forma en la que los
individuos se relacionan entre si y el ambiente en donde viven influye en las relaciones familiares, los cuales en una interconexión contribuyen en la conducta antisocial. Entonces el fenómeno de la conducta antisocial no solo recibe influencias de múltiples factores si no también multicontextuales (Frías, López y Díaz, 2003).
Con el mismo enfoque ecológico, parte el estudio realizado por Sanabria y Uribe (2010), los cuales estudian los factores de riesgo asociados a la conducta antisocial y delictiva de dos grupos de adolescentes, unos recluidos en centros para menores infractores y otros en un centro educativo. Entre los resultados encontrados encontraron que los menores recluidos presentaron una mayor frecuencia en la exposición a los factores de riesgo en comparación con el otro grupo; entre los factores de riesgo asociados a la conducta antisocial o delictiva estaban el maltrato familiar, el ambiente del barrio, las relaciones con los amigos y en la escuela.
Los estudios descritos son vistos desde diferentes perspectivas, sin embargo el modelo ecológico propuesto por Bronfenbrenner (1987), y utilizado por Frías, López y Díaz (2003), Sanabria y Uribe (2010), nos muestra una integración de la mayoría de los enfoques, tomando en cuenta todos los factores del individuo, también hace referencia al contexto y/o el ambiente en el que se desenvuelve el menor, lo que proporciona una visión más completa acerca del comportamiento antisocial en los menores infractores.