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PARTE I: FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

CAPÍTULO 2. PERSPECTIVA COGNITIVA

2.2 Los esquemas como instrumentos de construcción de conocimiento

El conocimiento no se encuentra reducido a nuestras impresiones o juicios ni a nuestros sentidos, ni son las imágenes mentales o categorías que de ellos hacemos; según Kant (Kant & Larroyo, 1996), existe entonces un término que debe estar en reciprocidad tanto con la categoría como con el fenómeno, y debe hacer posible la aplicación de la primera al último.

La representación que medie este proceso, dice Kant, ha de ser pura (sin nada empírico) y sin embargo, por una parte, intelectual y, por otra, sensible. Tal término es el esquema, que según Radford (2003), es el resultado de un procedimiento general de la imaginación que le procura su imagen mental a un concepto, o en otras palabras, devela la unión que se presenta entre el intelecto y los sentidos, en el curso de su ejecución empírica.

Piaget, en sus investigaciones, posteriormente amplía y redefine la noción de esquema kantiano en términos de sucesión de acciones reales o interiorizadas, susceptibles de repetirse en condiciones semejantes (y no solo idénticas), explicando cómo, a partir de las estructuras fisiológicas, los actos reflejos y el instinto, herencia de

la evolución, el sujeto construye sus instrumentos cognitivos de intercambio con el medio a través de la acción, y establece que

“Conocer no consiste, en efecto, en copiar lo real, sino en obrar sobre ello y en transformarlo (en apariencia o en realidad), a fin de comprenderlo en función de los sistemas de transformación a los que están ligadas estas acciones” (Piaget, 1969, pág. 7).

Se entiende de esta forma que conocer es actuar, y que las acciones son manifestaciones del funcionamiento de estructuras internas que son las que Piaget denomina esquemas y que son componentes de los subsistemas del sistema cognitivo total, indisociable de la clase de situaciones que son su fuente de activación.

En la definición clásica piagetiana “el esquema caracteriza lo que es repetible y

generalizable de la acción”; es una forma porque responde no sólo a una situación particular sino a una clase de situaciones y, en ése sentido, es independiente de los contenidos particulares de cada situación aunque éstos sean necesarios para su funcionamiento y organización (Delgado C. A., 2007).

De aquí que, para Piaget,

“Las acciones, en efecto, no suceden por azar, sino que se repiten y se aplican de manera semejante a situaciones comparables. Más precisamente, se reproducen tal y como son si, a los mismos intereses, corresponden situaciones análogas; pero se diferencian o se combinan de manera nueva si las necesidades o situaciones cambian.” (Piaget, 1969, pág. 8)

Piaget llama esquema de acción “a lo que, en una acción, es de tal manera transponible, generalizable o diferenciable de una situación a la siguiente, o dicho de

otra manera, a lo que hay de común en las diversas repeticiones o aplicaciones de la misma acción.” Ídem (págs. 8, 9)

Un ejemplo de ésto lo encontramos en Delgado (1998), quien adoptó como unidad de análisis el concepto piagetiano de esquema de acción por ser instrumento de intercambio con el medio en términos de asimilaciones y acomodaciones que dan paso a la adaptación a situaciones nuevas, por lo que la observación del comportamiento del sujeto hace posible inferir plausiblemente las equilibraciones que expresan estados de adaptación cada vez más ajustados a lo real.

Pero además, atendiendo a los procesos de interiorización de la acción y su representación en el pensamiento en términos de las propiedades de tal representación, se puede establecer el carácter operatorio (aquello que es interiorizado y reversible) o conceptual (esquemas operatorios ligados al lenguaje) del esquema de acción, que es evidencia de su “tematización” y su transformación.

Así, se puede comprender que la representación de acciones en el pensamiento implica la interiorización y la adquisición de nuevas propiedades para los esquemas, que no se tenían en el plano de la acción.

Para los esquemas conceptuales, por estar ligados al lenguaje, el sujeto debe ser más consciente de su significación y uso que para los esquemas operatorios, que no exigen una conciencia más allá de los resultados de la acción misma; de esta forma los

esquemas operatorios, al no verbalizarse, pueden funcionar y organizar las acciones sin ser tematizados, es decir de forma inconsciente (Delgado C. A., 2007).

En este proceso se tiene en cuenta que en la evolución de los esquemas se preservan las características previas, es decir que todo esquema conceptual es operatorio y que todo esquema operatorio es un esquema de acción, aunque esta evolución no esté garantizada para todos los esquemas.

Muchos autores han utilizado y contribuido a la ampliación de la definición del concepto piagetiano de esquema (Vergnaud, 1982; 1990; 1996; Pascual-Leone, 1995; 1997); particularmente, Pascual Leone (1995) en su propuesta teórica sobre análisis de tareas, que define como “una metateoría, o teoría de un observador que cuidadosamente modela los procesos subjetivos y objetivos del organismo „psicológico‟”, emplea de manera fundamental la noción de esquema para explicar el funcionamiento de su teoría y establecer que un esquema, entendido como unidad de conocimiento subjetivo, es una unidad neuropsicológica: un paquete unitario de conexiones neurales, que para él es un subsistema modular en la red neuronal, que funciona como una unidad intencional en la praxis del sujeto, y le informa, en el sentido de dar forma, a esta praxis (Pascual-Leone, 1995, pág. 341).

En referencia a los esquemas conceptuales, Pascual Leone (1995, pág. 343) afirma que están basados en “…sistemas funcionales semántico-pragmáticos de

cuales se utilizan para significar y clasificar la experiencia, y a menudo estos sistemas son enriquecidos no solo al asignar esquemas adecuadamente, sino también porque “…sintetizan dinámicamente nuevas configuraciones relacionales para epireflejar, en sentido epistemológico, verdaderamente nuevos aspectos de la in-formación que la realidad nos impone”, aclarando que, hasta el momento, estas formas de enriquecimiento de los sistemas funcionales no se encuentran modelados adecuadamente por la ciencia cognitiva

En esta teoría,

“los significados experienciales e intencionales son concretos (entidades particulares e individuales) y corresponden a los esquemas puramente experienciales que Piaget y los neopiagetianos han denominado infralógicos o mereológicos6. Sin embargo, en el modelo intelectivo representacional del procesamiento, las unidades que se usan, ya sean operativas o figurativas, son genéricas y ellas describen tipos de conocimiento más que experiencias concretas/particulares. Estas unidades genéricas suelen ser denominadas por los psicólogos (Case, 1985, 1991; Mandler, 1992) y los neurocientíficos (Edelman, 1989) como conceptos”; Pascual Leone (1997, pág. 82)

Igualmente afirma que los esquemas genéricos, conceptos en el sentido amplio del término, nunca se encuentran en los niños antes de los 12 meses de edad.

El aporte significativo que Pascual Leone ofrece a la definición de esquemas de Piaget, tiene que ver con la clasificación y explicación que los ubica en el organismo del sujeto, puesto que los correspondientes esquemas figurativos/declarativos son

6

“Piaget los llamó unidades "infralógicas" (inspirado por la Teoría de los Tipos de Bertrand Russell) porque representan y constituyen los objetos particulares de la experiencia, y partes de los objetos mismos, que la Lógica puede simbolizar y representar usando categorías y relaciones genéricas. Otros (Carbonell, 1978, 1982; Houde, 1992, 1994; Pascual-Leone, 1976, 1984) han llamado a eso unidades "mereológicas" (una referencia a la lógica de parte/todo de Lesniewski para la construcción de los objetos concretos) para significar que las relaciones parte/todo dentro de los objetos concretos de la experiencia es la característica fundamental de esos esquemas, que componen el contenido crudo (la presentación sin la representación) de cualquier experiencia particular”. (Pascual Leone 1995; pág. 7)

estructuras de conocimiento central es decir, sistemas de estructura compleja, organizados temporalmente, tales como "marcos", "guiones" o "narrativas".

Los afectos se pueden formular psicológicamente como esquemas; los esquemas operativos siempre están localizados en el lóbulo frontal; los ejecutivos operativos en el prefrontal; los esquemas figurativos están localizados en los lóbulos parietal, occipital o temporal, dependiendo de la modalidad de procesamiento (Pascual-Leone, 1997).

Somos conscientes que es necesario profundizar y contrastar esto aún más, así como el estudio de otros autores que en sus trabajos, en psicología cognitiva, aporten a la ampliación y generalización del concepto de esquema, en el sentido de la perspectiva que seguimos, pero consideramos que la discusión hasta aquí planteada contribuye suficientemente a nuestros objetivos.

Debe reconocerse, en este mismo sentido, que aunque el modelo cognitivo de Piaget ha sido ampliamente criticado en numerosas oportunidades, con referencia, entre otras, a la falta de consideración de la influencia del factor socio-cultural en el desarrollo del sujeto; factor éste, que siendo reconocido por los didactas como responsable de acelerar o retardar el desarrollo, no hace parte del modelo, entendemos que para Piaget, la cognición es un sistema complejo y autorregulado, con construcción de novedades, con la superación de conflictos y ampliación de dominios

que los procesos constructivos son automotivados, es decir que es suficiente que estén presentes las condiciones idóneas, incluyendo lo social, para que el proceso siga desarrollándose adecuadamente.