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El sujeto político en Ernesto Laclau: una crítica desde Marx

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Academic year: 2018

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1 EL SUJETO POLÍTICO EN ERNESTO LACLAU.

UNA CRÍTICA DESDE MARX.

Grupo de investigación

Estudios en pensamiento filosófico en Colombia y América Latina- Fray Bartolomé de Las Casas

Línea de investigación

Filosofía, ética, política y del derecho en Colombia y América Latina.

Proyecto de investigación

El sujeto político en Ernesto Laclau. Una crítica desde Marx.

Estudiante

Edwin Hernando Manrique López

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2 EL SUJETO POLÍTICO EN ERNESTO LACLAU.

UNA CRÍTICA DESDE MARX.

I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

En la reflexión política que actualmente se hace desde la filosofía gravitan múltiples problemas, cuya significación e importancia para la vida social y política del continente Latinoamericano es desigual en cuanto, la coyuntura de los Pueblos, los Estados y las Sociedades es variada en términos de sus características objetivas, la amplitud de sus implicaciones y la distinta posición que asumen los sujetos.

Latinoamérica significa una amplia gama de condiciones objetivas y subjetivas, pero podríamos decir que hay algo que nos identifica como latinoamericanos y es nuestra condición de subordinación histórica en el marco del actual sistema mundial. De esta manera, aun cuando nos consideremos “únicos” o “diversos”, existe allí un punto de partida, nuestro lugar de enunciación, constituido por la desventaja material en que nos hallamos dentro del modo de producción capitalista en su despliegue actual con el modelo económico neoliberal.

Desde esta mirada, que supone un punto de partida material, surgen múltiples focos de crítica y lucha contra la explotación, la opresión, la alienación y el olvido, como hemos visto en los últimos veinte años en nuestro continente, luchas de los trabajadores, de los campesinos, de los indígenas, de los estudiantes, de las mujeres, de diversidad de género, por el derecho al territorio, contra el militarismo, a favor de los animales, multiplicidad de luchas que abren el abanico de las formas de explotación y opresión.

Sin embargo, la amplitud de los sujetos no impugna la materialidad de las condiciones de explotación y opresión. Es en este punto, donde se impone el debate en torno a la objetividad y universalidad de tales condiciones, o su multiplicidad indeterminada y contingente. Y este debate, en la filosofía y la política, es trascendental para identificar las alternativas a las condiciones vigentes. En esta medida, nuestra preocupación se dirige a la naturaleza del sujeto que habita en medio de estas contradicciones y levanta estas reivindicaciones, por lo cual nos proponemos explorar los aportes que frente a esta problemática brindan dos filósofos, académicamente reconocidos, como son Karl Marx y Ernesto Laclau.

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3 II. OBJETIVOS

1. Objetivo general

Explicar los aspectos a partir de los cuales Marx construye su concepción del sujeto político, en contraste con la crítica del supuesto determinismo económico que le hace Ernesto Laclau.

2. Objetivos específicos

- Identificar las distinciones, elementos o circunstancias que intervienen en la constitución del sujeto político en Marx.

- Contrastar el análisis del “esencialismo” o determinismo económico que hace Laclau con la conceptualización hecha por Marx en su obra.

- Proponer, desde la concepción del sujeto político en Marx, elementos para refutar la concepción del sujeto político contingente propia del posmarxismo de Laclau.

III. JUSTIFICACIÓN

Esta propuesta investigativa busca comprender y valorar la crítica de Ernesto Laclau frente a las concepciones que en Marx definen la constitución del sujeto político, y sus relaciones con el ámbito de la epistemología, la economía y la filosofía política. El enfoque asumido por Marx cuestiona de manera central la naturaleza de lo que habitualmente llamamos “democracia” ubicándola en el plano de las relaciones socio-económicas, señalando su relación con el Estado como dos objetos diferentes, no como diversas expresiones de un mismo ser. Desde donde se proyecta, un dislocamiento del Estado frente a la democracia entendida como forma política superior, y frente al sujeto político.

Teniendo así, posibilidad de interpelar al pensamiento político hegemónico, apoyado por distintas corrientes filosóficas, en el cuál Estado y Democracia son una y la misma cosa. Llevando a estimular el diálogo filosófico tanto en el ámbito académico, como social y político, dada la pertinencia de polemizar acerca de la acción del Estado y la constitución del sujeto político en nuestro contexto.

En este sentido, es útil la exploración de la crítica “posmarxista” de Laclau al marxismo, en cuanto argumenta una crisis en el pensamiento marxista y se impone como cruzada el rescate de los mejores elementos del marxismo. De esta manera desplaza el análisis del fundamento concreto de las relaciones económicas a las relaciones discursivas, desplazamiento que es decisivo al momento de comprender la política, el Estado y el sujeto político.

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4 En este sentido, consideramos que el diálogo planteado entre dos autores de innegable gravitación en la reflexión filosófica, permite aportar elementos en la senda de la filosofía en nuestro medio, en cuanto la investigación se orienta hacía una crítica de sendas posturas desde el presente y desde nuestro medio colombiano y latinoamericano. Esto no obsta la abundante literatura filosófica que ha aportado en los últimos años luces acerca de esta relación, tanto en un contexto global, como en un contexto latinoamericano.

Ahora bien, resulta importante resaltar que este trabajo pretende ingresar en el vívido debate conceptual acerca de la constitución del sujeto y en particular del sujeto político, explorando críticamente distintas concepciones acerca de la identidad y las mediaciones en la constitución de la misma, problema que resulta central en el ámbito de la filosofía latinoamericana, especialmente en lo tocante a procesos políticos muy importantes como los populismos, el auge de movimientos revolucionarios y el protagonismo de los movimientos sociales.

En este marco histórico han gozado de puestos de primera línea en el debate ideológico, político y filosófico posturas que penden directa o indirectamente de una de las posturas filosóficas que en esta investigación contrastaremos, como son el marxismo (en todas sus vertientes) y el populismo en diferentes expresiones, éste último como proyecto que se familiariza con el aparato teórico de Laclau, para quien el sujeto político surge se constituye como un significante flotante o vacío.

Desde este punto de vista, este trabajo no sólo abordará las aristas propiamente políticas del problema, sino que buscará fundamentarse en la reflexión epistemológica vinculada a las respectivas concepciones políticas, elementos que no pueden deslindarse si se quiere tener una visión de conjunto, una mirada propiamente filosófica.

Esta propuesta puede constituir un aporte desde el punto de vista disciplinar e institucional, en un momento en que se define la continuidad de la guerra o la posibilidad de la Paz en nuestro país, y es menester que la sociedad civil se aboque a la comprensión de la realidad socio-política de nuestro país, reto que una Universidad humanista debe asumir.

Esto solo puede hacerse enriqueciendo los debates públicos acerca de la guerra, la desigualdad social, el modelo económico, la organización y orientación del Estado, la cuestión de los movimientos sociales, la pluralidad de las aristas del conflicto, la pervivencia de las causas estructurales de la guerra, la construcción de nuevos referentes sociales y políticos que aglutinen las expectativas de transformación social y la articulación de los sujetos inmersos en el conflicto para la generación nuevas subjetividades políticas, entre otros. Todos estos, elementos atravesados por cuestiones centrales como son: la cuestión del Estado, el Sujeto político, la articulación política y la tensión entre relaciones de producción – relaciones políticas.

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5 epistemológica acerca de un problema universal, pero de especial interés latinoamericano, en la filosofía, como es la cuestión del sujeto político. Con esto, nos ubicamos en una vía que pretende, por medio de la reflexión filosófica, desvelar o contribuir a la comprensión de realidades que resultan fundantes de la vida en sociedad para los colombianos y latinoamericanos.

IV. ESTADO DE LA CUESTIÓN

La revisión bibliográfica realizada como insumo para el establecimiento del estado de la cuestión tuvo como referencias centrales las bases de datos EBSCO y SCIELO, contando con fuentes procedentes de capítulos en libros o páginas de internet debidamente referenciadas.

Es necesario señalar que frente al problema planteado fueron pocas las fuentes que lo abordaron directamente, por lo cual se decidió hacer un rastreo en torno a los aspectos que consideramos son fundantes del problema, que se desarrollan a continuación, como son las influencias epistemológicas de Laclau, la problematización del determinismo economicista, la concepción de lo político a propósito de la cuestión de la hegemonía y la concepción del sujeto.

Estatuto teórico de la propuesta de Laclau

El ensayo Hegemonía y Estrategia Socialista. Hacia una radicalización de la democracia (1985), obra del argentino Ernesto Laclau – en colaboración con la belga Chantal Mouffe – busca dar respuesta a la “crisis del marxismo” de los años 70, busca “su radical e irreversible superación”. Ante tal situación se pone en cuestión si “¿las categorías del marxismo realmente están en condiciones de aprehender las sociedades contemporáneas?” (Keucheyan y Lambert, 2015: 20), para declarar el surgimiento del "posmarxismo", como una síntesis de ciertos aspectos de la obra de Marx y algunas contribuciones teóricas de tradiciones intelectuales irreconciliables con el socialismo marxista. Sin embargo, el status epistemológico del "posmarxismo" se reduce, en la lectura de Boron, a una consideración burdamente cronológica (Boron, 2000).

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6 clásico” (Boron, 2000: 247), es posible para Laclau a causa de la generalización de los fenómenos de desarrollo desigual y combinado, que, en la época actual hacen surgir la "hegemonía", en tanto “lógica que hace posible pensar la constitución de los fragmentos sociales dislocados y dispersos a consecuencia del carácter desigual del desarrollo” y de la relación contingente entre los distintos agentes sociales (Boron, 2000; Veltmeyer, 2006).

Así, Laclau y el posmarxismo refutan el concepto de clase social, las relaciones de los individuos con los medios de producción como relaciones objetivas y el vínculo de los intereses y experiencias sociales a dichas relaciones (Veltmeyer, 2006; Keucheyan y Lambert, 2015; Giacaglia, 2002:). Refutación que se vale de la crítica posestructuralista del concepto de clase social, en tanto oculta otros factores sociales (género, étnia, etc.), se percibe como carente de “referente empírico”, y se señala como una distinción anacrónica (Veltmeyer, 2006), haciéndola “una herramienta pobre e inadecuada para el análisis” (Veltmeyer, 2006: 11) social. Con esta refutación busca, igualmente, desvirtuar la concepción de un “centro social de lo político”, en tanto base de un análisis totalizante de la realidad (Fair, 2010: 243).

Para este empeño de construir un “posmarxismo”, Laclau asume perspectivas epistemológicas ajenas al marxismo (Boron, 2000, Veltmeyer, 2006), como pueden ser: a. El funcionalismo de Talcott Parsons en cuanto al modo autorregulado, y regido por un sólido consenso sobre los valores fundamentales, en que se establece el orden social, con determinadas posiciones de estratificación social y sus respectivas características. Proceso dado en una totalidad social fragmentada por “sub-sistemas”, que separan lo económico de lo político; y naturalizan el orden social, que, a su vez, sólo puede ser perturbado por un agente externo al mismo (Boron, 2000).

b. El positivismo, evidenciado en la fragmentación de la realidad, la descomposición de sus partes y “su reificación como si fueran entidades autónomas e independientes” (Boron, 2000: 258). Esta misma pretensión fragmentadora la criticó Althusser al individualismo metodológico y al eclecticismo que caracterizaron al pensamiento y análisis liberal (Veltmeyer, 2006).

c. El post-estructuralismo, en tanto ataca, desde una posición idealista, al materialismo histórico y al estructuralismo en las ciencias sociales (Veltmeyer, 2006), abandonando el marxismo estructuralista de Althusser.

d. El llamado Giro lingüístico, en tanto reivindica una interpretación discursiva de la realidad social determinada por la relación arbitraria entre la palabra y la cosa; bajo una concepción que parte del último Wittgenstein y que pasa por Derrida y Lacan. De allí viene la idea del antagonismo como factor discursivo (Lois, 2009; Boron, 2000).

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7 Este eclecticismo epistemológico conlleva el rechazo de la lucha de clases desde el punto de vista del concepto de antagonismo, el cual “presupone la existencia de un contexto externo, fáctico y contingente que poco tienen que ver con lo que el discurso marxista toma como formas de leyes del desarrollo económico o movimiento social” (Veltmeyer, 2006: 5), con lo cual la contradicción entre fuerzas de producción y relaciones de producción, en tanto factor totalizante de la sociedad, queda inoperante en este análisis.

Desde el punto de vista de Boron, el trasfondo ideológico de esta concepción es una reacción de la derecha (2000), puesto que dirige un programa de abandono y liquidación del marxismo, por lo cual el “posmarxismo” es más bien “ex marxismo” (2000: 257). Además, hay allí una contradicción interna y fundante del posmarxismo de Laclau, en tanto teoriza múltiples formas de opresión, pero hace total abstracción de la estructura y la dinámica del capitalismo contemporáneo (Boron, 2000). En lugar de enfrentar este dilema, Laclau pone al marxismo en el nivel de una vaga referencia política, un “significado flotante” coyunturalmente definible, ingresando así en la construcción de juegos de lenguaje y la reducción discursiva de la política, fundamento del “fin de las ideologías” (Veltmeyer, 2006: 13). Entonces, el posmarxismo mella radicalmente el carácter crítico anti-capitalista del marxismo, de la misma forma que escasea en alternativas contra-hegemónicas para pensar el socialismo en las actuales circunstancias mundiales y abandona toda referencia al pensamiento crítico, decolonial, neomarxista, latinoamericano y de la dependencia (Fair, 2014b).

Pero ¿a quién enfrenta Laclau específicamente? No es propiamente a Marx, sino al “dogmatismo esencialista de izquierda”, al “fundacionalismo fixista” o al “economicismo” del marxismo estándar que afirmaba "leyes" económico-históricas como si fueran naturales (Dussel, 2001. 189), negando la preponderancia de lo político. Para este fin, Laclau realiza un análisis de teóricos posteriores a Engels, como Rosa Luxemburg, Karl Kautsky y Edward Bernstein, y es con el revisionismo liderado por éste último, que resulta clara para Laclau la autonomía de lo político ante lo económico (Dussel, 2001).

En la autonomía de lo político ante lo económico, calificada por Dussel como un “politicismo anti-economicista” (2001. 192), Laclau encuentra una posición bastante clara. Desde allí, busca el vaciamiento del “economicismo esencialista”, criticando al marxismo estándar, aunque, señala Dussel que, Laclau “pareciera que critica a Marx mismo, aunque no cita ningún texto de Marx” (2001. 195), encontrando que el argentino construye una caricatura del marxismo a través de su identificación con las deformaciones de la II y III Internacional y del estalinismo (Boron, 2000; Veltmeyer, 2006), para pasar a desintegrarlo.

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8 bestimmen) en su afán de achacar un determinismo economicista a Marx (Veltmeyer, 2006; Boron, 2000; Dussel, 2001).

Marx frente a la crítica del “determinismo económico”

Sin embargo, distintas fuentes señalan el modo en que Marx personalmente se deslinda del determinismo economicista, por lo cual, puede afirmarse que “el dogmatismo que Laclau combate en Marx existió en el marxismo estándar, pero no en Marx” (Dussel, 2001. 190). Dussel registra esta defensa anti-esencialista anticipada de Marx en la correspondencia de éste con el populista ruso Mijailovski, en noviembre de 1877, a quien comenta que

a mi crítico le parece sin embargo poco. A todo trance quiere convertir mi esbozo histórico sobre los orígenes del capitalismo en la Europa Occidental en una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a que se hallan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualquiera que sean las circunstancias históricas que en ellos concurran [...] Esto es hacerme demasiado honor y, al mismo tiempo, demasiado escarnio (Marx citado en Dussel, 2001. 189).

Dussel evidencia que para Marx los sujetos cumplen unas pocas reglas con conciencia, pero más allá de ello acontecen "regularidades" (2001. 189), no-intencionales o tendencias, que son hechos que se ejecutan “como” (por analogía) leyes de la naturaleza (2001. 189). Sin embargo, la no reducción económica de Marx no implica que, en el análisis del nivel político, se niegue el nivel económico, que le presta su materialidad o contenido a aquel (Dussel, 2001. 190). Explica Dussel que Laclau llega a acusar a Marx de idealismo (2001), desconociendo que, como afirma Marx, la realidad no puede ser nunca completamente conceptualizada (no puede darse transparentemente "en la cabeza"), aunque existen "regularidades", que se dan no-intencionalmente en los actores y que pueden ser llamadas leyes sociales o económicas, con un cierto grado de abstracción, pero que no son enteramente determinantes (Dussel, 2001; Veltmeyer, 2006).

Desde este punto de vista, Veltmeyer desmiente la noción del carácter esencialista del proletariado y del carácter automático de sus formas de acción, que según él, es una “mentira repetida durante años por las formas vulgarizadas del marxismo, como las expuestas por los líderes teóricos de la II Internacional resucitadas por Laclau” (2006: 6). Esta tergiversación consta en el hecho de que Laclau toma el “antagonismo primario” como algo “predado o resoluble en el pensamiento mediante su derivación de un discurso lógico”, proceso que no corresponde con el análisis de Marx, para quien esto se da en la práctica (Veltmeyer, 2006: 6; Grosfoguel, 2008: 206).

Reducción formal – discursiva de las relaciones sociales

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9 lo real (Boron, 2000; Keucheyan y Lambert, 2015). Este posicionamiento de Laclau frente a la política como formalidad, como discurso, parte de su concepción, igualmente discursiva, de las relaciones sociales. En este sentido, para existir, los hechos y las cosas requieren, de la presencia de un sujeto que los enuncie, interprete y les otorgue una significación determinada (Fair, 2010), con lo cual se reduce la realidad social al concepto (Veltmeyer, 2006; Boron, 2000; Fair, 2014; Dallmayr, 2008). En cuanto a las relaciones de producción, Laclau las comprende como relaciones discursivas e identitarias, donde “no hay antagonismo entre fuerzas productivas y relaciones de producción” (Boron, 2000: 249). Así, solo es posible que haya antagonismo si el obrero resiste la extracción de plusvalía; mientras tanto no hay nada en la categoría de “vendedor de la fuerza de trabajo” que sugiera que esa resistencia es una conclusión lógica; el antagonismo se hace contingente (Boron, 2000; Veltmeyer, 2006). Como consecuencia, “la explotación capitalista no puede derivarse de la ley del valor y la extracción de plusvalía aparece sólo si los trabajadores pueden ser representados discursivamente” (Veltmeyer, 2006: 5), dejando a las clases sociales como un mero imaginario político (Veltmeyer, 2006: 5).

Laclau ante la dialéctica

A contramano de la exaltación de herencias muy distintas al marxismo, la dialéctica en el posmarxismo de Laclau es relegada en cuanto busca “reproducir como un concreto pensado el carácter contradictorio y la negatividad de lo real” (Boron, 2000: 249), en tanto “síntesis de múltiples determinaciones” o como la “unidad de los contrarios”, lo cual sobrepasa los límites de los fundamentos del posmarxismo (Boron, 2000). Así, al abandonar la dialéctica, elemento central del marxismo, se hace imposible percibir lo social como una totalidad y se inhibe Laclau de “apreciar las conexiones existentes entre discursos, ideologías, modos de producción y estructuras de dominación” (Boron, 2000: 262).

Así, de una parte, se evidenciaría una mirada antidialéctica en Laclau, en tanto asume una perspectiva reformista, que separa lo económico de lo político, dando autonomía y primacía a este último factor sobre el primero (Dussel, 2001). Siendo incapaz de aprehender la realidad en sus múltiples dimensiones como una totalidad (Veltmeyer, 2006), usando la idea de “heterogeneidad” como “resto” y como sinónimo de exterioridad (Groppo, 2010: 66). En contraste, otros autores mantienen que Laclau asume la dialéctica, con el reconocimiento de la incidencia de lo político en lo económico, con la inserción del nuevo sujeto parcial en la dialéctica sujeto-objeto para construir una acción política concertada entre distintas identidades o en la extensión de la dialéctica al flujo de relaciones contingentes (Lois, 2009; Fair, 2010; Dallmayr, 2008).

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10 La problemática del lugar de enunciación

Afirma Dussel que “Los discursos están en parte determinados por su punto de partida” (2001. 206), es decir, su lugar de enunciación. En el caso de la distinción entre Laclau y Marx, señala Dussel que “el primero, lucha contra el fundacionalismo izquierdista o eurocéntrico y moderno; el segundo lucha contra los que niegan la vida y el derecho a la participación democrática” (2001. 206). En este sentido, Dussel resalta el uso del concepto “Pueblo”, que en Marx apunta a una categoría histórico-política que define el momento en que una clase se ha disuelto (el siervo) y la otra no ha nacido (la obrera asalariada): en el interregno está el "pobre", el pueblo" (2001. 188). Con esto, Dussel confronta en la postura de Laclau, si, acaso ¿No se habrán demolido también, en el trabajo de la "deconstrucción" del fundacionalismo y del esencialismo los elementos necesarios para deconstruir el neoliberalismo y construir alternativas efectivas para el pueblo empobrecido? (2001. 205). Así pues, el lugar de enunciación euro-nordocéntrico se confronta con el lugar de enunciación propio del sur del planeta (Dussel, 2001).

En contraste con Dussel, Grosfoguel establece que tanto el marxismo como el posmarxismo, tanto Marx como Laclau, producen conocimiento desde el punto cero, desde un universalismo abstracto, es decir, sin cuestionar el lugar desde el cual hablan y producen conocimiento (Grosfoguel, 2008: 202).

Estructuración de lo político desde la diferencia ontológica

Ahora bien, en el análisis de Fair y Marchart, todos los ‘pos’, posmodernos, posmarxistas, posestructuralistas, gravitan en torno a la idea de diferencia ontológica, en sentido heideggeriano (Fair, 2010; Marchart, 2008), de donde se deriva la carencia de potencial político transformador de la realidad en Laclau, por cuanto exagera el plano “disociativo” de la “diferencia ontológica” (Fair, 2014b:30).

Según Marchart, en Laclau la diferencia ontológica actúa como estructurante social de la dialéctica entre particularidad y universalidad (2008), mediando entre la lógica de la equivalencia y la lógica de la diferencia que no son totalizantes, puesto que ninguna puede alcanzar el estatus fundacional o la plenitud en sí misma (Dallmayr, 2008). Esta dialéctica de lo particular y lo universal opera en la política a través de la dinámica entre lo óntico (lo representado) y lo ontológico (la función de representación) (Marchart, 2008), división absolutamente constitutiva, irremediable y radical.

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11 Sobre la hegemonía

Frente al racionalismo del marxismo clásico y su concepción del desarrollo necesario de la historia de acuerdo a leyes, la categoría de hegemonía plantea el tema de la contingencia dentro de la historia, (Giacaglia, 2002; López, 2014), superando la reducción clasista, en cuanto para Laclau, el sujeto político se distingue de la clase social (Dussel, 2001; Fair, 2010). Esto supone la hegemonía como “una mediación formal estratégica del contenido material de la política” (Dussel, 2001. 183), con la cual se reconstruye discursivamente la unidad de la sociedad capitalista, que se presenta como fragmentaria (Boron, 2000).

Esta noción de hegemonía es la que habilita el tránsito del marxismo al "posmarxismo" (Boron, 2000; Veltmeyer, 2006; Giacaglia, 2002), e implica la asunción de la contingencia (Dallmayr, 2008) como fundamento de la transformación tanto de las identidades como del espacio de la acción política, no obstante, ello no significa adoptar una posición voluntarista ni tampoco una posición relativista (Lois, 2009) frente a la diversidad irreductible de la sociedad, dado que allí entra la experiencia del antagonismo (Lois, 2009: 440) como factor que otorga racionalidad a lo social y a la política.

De este modo, el antagonismo conlleva el reconocimiento del oponente no como enemigo a destruir, sino como adversario cuya existencia se considera legítima (Lois, 2009), contrario a la concepción de “contradicción”, propia de una dinámica homogénea donde no hay cabida a lo diferente, a lo heterogéneo (Garbarino, 2008; López, 2014).

En este marco, la conformación de los grupos sociales pasa por la articulación contingente de los sujetos, constituyendo la hegemonía como fruto de la equivalencia establecida entre una serie de particularismos disimiles (Garbarino, 2008; Lopez, 2014; Keucheyan y Lambert, 2015; Dallmayr, 2008; Giacaglia, 2002), dejando de lado toda pretensión totalizante de la sociedad (Fair, 2010). Con esto se abre una brecha, el salto de la indecibilidad estructural a la decisión, solo superada por medio de un sujeto no esencialista, un significante vacío, que instituya los significados sociales dominantes (Lois, 2009). Este significante hegemónico, en Laclau, constituye al “Pueblo”, a partir de la interpelación a los de abajo contra el poder constituido (Logiudice, 2014; Keucheyan y Lambert, 2015; López, 2014), este movimiento es el llamado “populismo”.

Por una teoría no esencialista del sujeto

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12 Lambert, 2015), un descentramiento del sujeto, la apertura del sujeto unitario a nuevos sujetos, a la pluralidad del sujeto (Lois, 2009; Fair, 2014; Dussel, 2001; Giacaglia, 2002; López, 2014).

Lois señala que este planteamiento conlleva una indeterminación del sujeto, la inagotabilidad de las identidades sociales gracias a su constitución discursiva (2009). Deviene, así, el sujeto en una posición discursiva, en un "sujeto de posiciones" dentro de la contingencia de la "estructura discursiva" (Dussel, 2001; Dallmayr, 2008), con lo cual el sujeto político no puede alcanzar la universalidad, queda reducido a la particularidad (Lois, 2009). Donde cada posición de sujeto es definida por su función discursiva contingente como un “significante flotante”, cuyo sentido “nunca se encuentra completamente fijado sino que tiene un carácter abierto” (Lois, 2009: 437).

En este contexto, hay posiciones que se definen progresivamente en función de sus relaciones con una posición privilegiada (Lois, 2009), que desempeñan la función denominada por Laclau como punto nodal, encargado de fijar parcialmente el sentido de las identidades (Lois, 2009). El punto nodal permite la creación de una “cadena de equivalencias” entre las diferentes demandas insatisfechas – de mujeres, negros, trabajadores, homosexuales, etc. – así como establece una frontera que reconfigura la identidad de la izquierda política (Lois, 2009; Fair, 2014; López, 2014).

Este sujeto privilegiado es el puente entre las dimensiones de lo heterogéneo y lo homogéneo (Groppo, 2010), y constituye gracias a ese privilegio al sujeto “Pueblo”, que deja de ser la representación de los pobres y explotados (Marx) para convertirse en una forma discursiva (López, 2014), con la cual el “líder populista” hegemoniza el orden comunitario aglutinando significantes de amplios sectores sociales (Fair, 2010: 245). De esta forma se constituye la identidad colectiva o identidad populista representativa de las demás identidades (López, 2014).

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13 V. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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- DUSSEL, E. (2001). Pueblo y hegemonía. Una conversación con Ernesto Laclau. En: Hacia una política crítica. Bilbao: Desclée de Brouwer. pp. 183 – 219

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- FAIR, H. (2014a). Mitos y creencias en torno a la teoría post-marxista de la hegemonía de Ernesto Laclau. Una hermenéutica sobre los estudios críticos. Eikasia Revista de Filosofía, (55), 123-138.

- FAIR, H. (2014b). Lo ético-político en las democracias contemporáneas: Reflexiones críticas en torno al déficit normativo en la teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau. CS, (13), 19-46.

- GARBARINO, M. (2008). Retomar la iniciativa política, recuperar la ética militante. Debates y combates en torno a la obra de Ernesto Laclau. Sociohistórica, (23-24), 253-270. - GIACAGLIA, M. (2002). Hegemonía, concepto clave para pensar la política. Tópicos (10), 151-159.

- GROPPO, A. (2010). Heterogeneidad y política en Bataille y Laclau. Studia Politicae (20), 59-73.

- GROSFOGUEL, R. (2008). Hacia un pluri-versalismo transmoderno decolonial. Tabula Rasa, (9), 199-216.

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- LOGIUDICE, E. (2014). El populismo democrático de Ernesto Laclau. Metamorfosis de la tutela en emancipación. Revista Mientras tanto [en línea]. 26 de Diciembre de 2014.

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- LOIS, M. (2009). Ernesto Laclau y Chantal Mouffe: Hacia una teoría radical de la democracia. En: Maíz, Ramón (comp.). Teorías políticas contemporáneas.Valencia: Tirant Lo Blanch. pp. 433-454.

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- MARCHART, O. (2008). La política y la diferencia ontológica. En: Laclau. Aproximaciones críticas a su obra. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. pp. 77 – 97.

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Referencias

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