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Sarance [año 1, no. 01, octubre 1975. REVISTA COMPLETA]

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o

o

EJISTl DEL NSITUTO OT4VALENO DE ROLOt

PLUTARCO CISNEROS A., Director Ejecutivo del lOA

CARLOS BENA VIDES VEGA Director del Departamento de Difusión Cultural

E 1975

o 1 eo 1

(2)

Herón Rodríguez oste/o

5 QUE ES L ESTRUCTURA LJSMO éar Vqez Ful/er

16 EL CUL TO FA LICO arlos J, Córdoo

19 ECUA TORIANISMOS Y COLOMBIANIMOS Carlos Cao Andrde

CONSTANTES Y VA RIANTES EN LA 28 ETNOMUSICOLOGIA Y FOLKLORE

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-45 PRIMERA REUNION ANDINA DE ANTROOLOGIA Algunos pbleas de la inestigación anoolgia en el Area Andina. (Ponnca prentao r el lOA) 59 ocuento Fin/ apoodo en La z

o: os, s, s

-67 BIBLIGRA FIA CIENIFICA DE OTAVA LO ��

-� .

J--" 90 JACINTO COLLAHUASO Vctor Alejandro Jramillo Va cl

-94 EL INSTITUTO OTA VA LEVO DE ANTROOLGIA r. Jore aldr Lora

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EDITORIAL

Alguien ha dicho ya que cada punto de llegada es un punto de artida. A oho años de la fundación del Instituto Otaoleño de Antropolgía, el 31 de Octure de 1974 ha­ bíamos arribado a un primer puerto con la inauguración oficial de su propia sede, cons­ truída tenaz y silenciosamente durante ese período inicial de nuestra articular historia. Hoy, 31 de Octubre de 1975, zarpamos nueo­ mente con la edición del primer número de nuestra Revista cuya aarición mara el co­ mienzo de una segunda etapa en la vida del Instituto: la etapa en que, luego de haber he­ cho acopio de furzas y recuos, empezamos a difundir a travs de este órano Jo que a­ mos aprendiendo sobre nosotros mimos.

Hacerse a a 1r·� los mariners vejos bien lo saen - es al msmo tempo fasciante y sobrecogedor. El horizonte óvil y ambian­ te, no surdo por minos isibs, grda en cambio en referenis stelrs el rgo e experiencias paads, uas ees con la om­ bra de deengaños ierts o fictiios, otrs e­ ces magnificadas r el riunfo ral o luorio. Hacese a la mr s, or so, aepr el reto de lo incierto, apostar obe un uuro qe o ofrece penda ni arntía osímil: s ar en la fascinación del riego y en el sobreco­ gimiento de Jo desconocido. Pero es, justamen­ te, una manera de vivir la vida a penitud. Esta Revista leará el registo de nstra específia aventura, insrita desde lueo en la otra, en la gran aventura e nestra atria hica, el Ecuador, y de la ria gande ameri--cana. No será, por consiguiente, una Revista

científica espeializada -el futuo.nos oblgará a hacerlas a medida que se desrrollen las in­ estigaciones que por hoy esn tdavla en su comienzo -, sino una Revista de carácter a­ rio, apta para recoger los eentos que mrecen guardae, lo mismo que ara diulgar ese­ culaciones y teorías, comntarios e hiótesis diveos, sin disriminaions de ningún géne­ ro, como no sean ls que imonen nuestra consante exigencia de alidd y nuestra no menos constante honestidd intelectual.

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co-mentario que tiende a TJjar y convertir en pa­ trimonio lo que de otro modo es evento fu­ gaz y perecedero.

Caidad y honradez: tes son; or los de· más los principios que han guiado siempre la acción de quienes hemos hecho el Instituto Otavaleño de Antropología. Identificados por estos principios y or comunes propósitos más que por circunstanciales razones de edad, so­ mos, sin embargo, hijos de nuestro tiemo.

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Qué es el

Estructurslis·mo

(Especial para Sarance)

Hernán Rodríguez Castelo

de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.

¿Hay en el mundo cultural de hoy algo más elegante que llamase "estructuralista"? ¿Hallariamos pesona medianamente informa­ da de las grandes novedades culturales y cien­ tíicas que no se haya dado de manos a boca, en momentos ruciales de sus lecturas o ines­ tigaciones, con nomenclatura estructural, pen­ samiento estructural o figuras del estructura­ lismo?

Y la coa ha desbordado con mucho las alta! esferas de la cultura, el penamiento, la inestigación y la docencia: hay profesores de primaria que dicen enseñar "gramática estruc­ tural", y, a eces, de hecho enseñan gramática con algún sentido o nomenclatura estructural. Ello es, en suma, que se ha llegado tan lejos que ya nadie puede darse el lujo de igno­ rar por lo menos rudimentos de estructuralismo.

, sin embaro, ¿cántos aben a ciencia cierta qué es estructuralimo .¿un movimien­ to? ¿un método? ¿na escuela? ¿una filoso­ fía? ¿una teoría linguística? ¿un sistema de oranizr inestiaciones antroológics?-, y

cómo nació, cómo e a darrollado, hasta qué punto es inevitable o no toarlo en cuen­ ta, a dónde apunta, r dóde anda, cál es su futuro?

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sistematizador. Por tentar provisional y rápida lista de figuras que, desde los amamentos estructuralistas, han organizado expediciones incre!blemente fecunas po( tierras de los cien­ cias humanas, mencionemos a Trubetskoy, a· kobson, Hjelmslev y Chomski en linguistica; Lévi-Straus en antropología; Wiener en ciber­ nética; Koelher y Koffka en sicología; Lacan en sicoanálisis; Barthes en semiología; Propp, Greimas, Todorov, Bremond y Genette, y tan­ tos otros, en ciencia de la literatura; Sha­ nnon y Weaer en teoría de la comunicación; Metz en cine. En fin, iqué cuadro! Como ara excusar más preámbulos y ponenos en disposición de atacar el tema.

2

El estructuralismo nació, como tantos otros grandes hallazgos del sp/ritu humano, al término de progresia maduración. ada una por un flanco, arias inteligencias inquietas y

lúcidas, fueron ganando terreno hasta que el método se precisó lo suficiente como ara ser­ vir al pensamiento científico unieal en as­ tas áreas de las ciencis humanas.

Uno de esos aanzados del estructuralismo fue Claude Lévi-Strauss. En la ostguerra del 14, el joven Lévi-Straus, de 1 7 años, descu­ brla en el mediodía franés una naturaleza muy difeente a las ries playas bretonas de sus vacaciones de infancia. Seducido or el s­ pectáculo, se convierte en incanable excur­ sionista. Diez y doce y trece hrs de amiata diaria. Y siemre acomaado de una oscura intuición: penando qe todo ese "inmenso desorden" de los aiajes que e le ofreclan a sus ávidos ojos encubría, como to "co­ lección " (su adre había sido do a

colee-donar), un orden secreto.

Creyó Lévi-Strauss, en un prindplo, que·

la geología iba a explicarle el secreto. "Sitúo -ha escrito él mismo en una de sus obras­ aún entre mis recuerdos más aros ... la búque­ da, en el flanco de una meseta calcárea del Languédoc, de la llnea de contacto entre dos estratos geológicos". Pero mientras más res­ pustas le daba la geolgía, más insuficientes se mostraban paro explicar algo que el joven laude resentla o necesitaba más hondo, más radical, más total. En alabras suyas, lo que él busaba era "una inteligibilidad más deno, en cuyo seno los siglos y las legus se respon­ den y hablan idiomas por fin reconciliados".

Esta primera semila de estructuralimo maduró un tanto cuando Lévi-Straus studió a Marx y Freud: también los dos mostraban que debajo de lo aarencia/ habla expliaciones

más hondas, a las que solo legaban los espíri­

tus crlticos y estudiosos. Marx habla insistido en las infraestructuras económicas; Freud en los sustratos sicolgicos profundos.

Paaron los años, y la oscura intuición de los 1 7 años, maduada en el eno de la tierra al alor de los métdos de Marx y Freud, olió a la luz y tomó fra. Aonteió ello un domingo de la segunda pstgurra. Contem­ plando ua flor de diente de león, Lévi-Straus

olvió a sentir la insuicienca de ls respuss sensoriales. Los sentidos aenas declan de la lor aquella que era un equeño g{obo, lo cual en modo alguno expliaba a la lor. Y Lévi-Straus evaa años sintiendo la neesidad de una iluminación más honda y ms total.

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lores se organizaron en un "haz de relaciones". La lor ya no estaba sola y hermética: se había integado dentro de una gran ortitura, a la que contribuía y de la qu. recibía entido. lNo se podrla sistematizar sta forma de proceder asta conertirla en método de aproxi­ mación cientlfica a la ealidad?

Tas el armisticio, Lévi-Strass lleo, exi­ liado, a la Escuela de Altos Estdis de Nuea York. Alí le eperaba la mayor y más imor­ tante sorpo de su vida: al ecuhr los cuos del guista Roman jakobson dscubrió que el método que él abla intuido y abía comen­ zdo a desentaJr larioJmente abía reci­ bido ya foma de admiable strictz centífia ace unos tantos ños, en los tes cusos que abía ddo en Gieba -16-107; 18-19 y 191-1911-el ofr Fedid de Sasu­ e. A la mee del o y ts la ublición stua e un uen de s us, es gands scels

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/o eane su étdo. Y }kobon ea iluse ertante de uo de elos, Jo cea stctumlisa de

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velo de ájaro, como se habían deJo/ado esos studis en el siglo XIX.

En la primea mitd del siglo la liuística e abla dao al quehacer, rayano en sin, de Instgar os relacons de rentezco enre ls lenus. de las vis raals ms recien­ tes- obían ido sendiendo or ls ams de coloJI árol genealgico asa Jos trons. e abía lleado a mosar como ls legs san­

dinas, el ingls y s dolecos ales 6-bían nacido el germánico omún. Trs laros, eo guríslos reco"i$, e había rrodo a leguas que ertenecían a o histro, como el otorónico o el ot-lndeuoeo. Se abían eosruo etas Inteedis: s. de­ cir, lens de ls que o se ha garddo meria.

Al r e ales Instas, ste fue el tiemo de ls r�átis htrias y los dicciris etimogios.

Redo rante gagís -liguísi, aes obío qo hluo oro ateer o s· aS s ofus de o eolu­ dn mo

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eolutios de las lenguas. Postularon leyes que diesen razón de tales irregularidades. Desde un punto de vista positivista -los tiempos habi'an cambiado- se partió de lo real y observable que, en materia lengua, es como se habla aquí y ahora. Solo sobre estos hechos po­ drían construise hipótesis. Y a partir de ellas

e debía aanzar, con un rigor que no admi­ tiese irregularidades.

El espritu había cambiado, pero la direc­ ción de los estudios linguísticos siguió siendo histórica: de ese estado de lengua concreto se partía en busca de su pasado.

La cuestión, de fondo, radical, de qué es la lengua, quedaba siempre intacta. Saussure fue quien comprendió que solo atacándole frontalmente se podía construir una linguística firme en sus cimientos y riguroa en su desa­ rrollo.

"Pero ¿qé es la lengua? " -se pregunta en el "Curso de Linguística General" (57), y habla de "dar a la ciencia de la lengua su ver­

ddero lugar en el conjunto del estudio del lenguaje" (63}. Y más adelante propone: "Nues­ ra definición de la lengua supone que descarta­ mos de ella todo lo que sea extraño a su orga­ nismo, a su sistema" (67} y "El objeto concre­ to de nuestro estudio es, pues, el producto social depositado en el cerebro de cada uno, o sea, la lengua " (77 ).

ara colocar así a la lengua como objeto central de la linguística -dejado de lado todo lo "exteno" a la lengua-, Sausure distinguió entre lengua y habla.

"Al separar la lengua del habla (langue y

aro/e) -leemos en el "Curso "-, se separa a la vez; 7, lo que es social de ío que es indivi­ dual; 2, lo que es esencial de lo que es accsorio

y más o menos accidental" (57}. l habla es el acto individual en el que el hablante utiliza tales o cuales elementos y tales o cuales fórmu­ las combinatorias del sistema; la lengua es el sistema.

Así desindados los campos, Saussure se empeña en investigar lo social, lo esencial; el sistema. La lengua, en una palabra. La lengua, asienta, es una institución social, pero muy distinta de otras, como las políticas, las jurídi­ cas, etc. Para comprender su naturaleza pecu­ liar hay que hacer intervenr un nueo orden de hechos.

Y aquí ocurre otra fundamental intuición saussureana:

"La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por eso es comarable a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbóicos, a las formas de cortesía, a las señales militares, etc., etc. Sólo que es el más importante de todos esos sistemas " (60}.

Esa intuición dio ser a otra, con abor a profecla:

"Se puede, pues, concebr una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social".

La ciencia aquella existe ya, y lleva el nombre que propusiera el penetrante ginebri­ no: semiología.

Saussure lo vio claro: el poblema lin­ guístico era primordialmente semiológo. De allí que para descubrr la verdadera naturaleza de la lengua, había que comenzar por conside­ rala en lo que tiene de común con otros siste­ mas de signos.

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una investigación de la naturaleza del signo lin­ guístico.

El signo linguístico une un concepto y una imagen acústica. Sousur. propuso -y hasta ahora esta ello vigente- reemplazar concepto por significado e imagen acústica por signifi­

cante. El signo lingufstico es arbitrario: el sig­ nificado buey tiene ariados signiicantes: en español buey, en francés boeuf y en alemán ochs.

El signo linguístico está situado en el tiempo: lo uan hombres temporales, que na­ cen y mueren, que se suceden en generaciones y períodos. Al estar el signo en el tiempo, actúan sobre él fuerzas sociales.

Y con ello se le plantea al linguista una perplejidad: o atiende al influjo del tiempo so­ bre el signo o/ ayer del signo, a su eolu­ ción-, o atiende a las relaciones del signo con todo el sistema del cual foma orte. O trabo­ jo en una línea ertical: del hoy al ayer del sig­

no; o lo hace en una horizontal: el hoy de este signo y de todos los demás signos del siste­ ma. Sausure propuso ara el primer oso -el ertical, el que atiende a la evolución- el nom­ bre de diacronía, y oro el egundo el que atiende al estado del sistema-, el de sincronía. Pao el sujeto hablante no cuenta lo dia­ crónico. Maldita la cosa que le importa a Peri­ co de los Palotes que antes se djese en esa­ ñol ''tablar" y que ahora se diga "hablar". Cuenta solamente lo sincrónico: el estado de lengua en que él se mueve y en el que se en­ iende sin problema con todos los suarios de esa lengua. De allí que, poro Saussure, la lin­ guística sincrónico revist� especialísimo interés. Sin embargo, reconoce lugar q uno liguística diacrónico. A lo primera dedio lo sgunda

ar-te de su cuso; y la tercera prte, a la otra. Denso, riguroso Sausure en su linguístio sincrónico, donde sentó las bas del structu­ ralismo.

Parte Sausure del hecho, tan fácilmente compobable, de que la lengua se nos da en ca­ denas fónicas, líneas continas, en las que no e

maran divisiones suficientes y precios. {Si este rato viene un etíope y ns eza un Pdre­ nuesro en oz alta, aquello nos ae como una soJa. entrega fónio, sin que seamos cuántas o/abras han ido dichas) Entoncs rsulta que el primer problema es dar con las unidades. "La lenga prsenta, pues, el extraño y sor­ prenente arácter de o ofrecer entidades perceptibles a primera vista, sin que or eso se pueda dudar de que existan y de que el juego de elos es lo que la constituye. Este es sin duda un ago que la distingue de todas las otrs instituciones semiolgios" {784).

Ilumino la atualeza de ess unidades la noción de valor. Casi más de lo que signifi­ can los signos /inguísticos, cuenta lo que valen. Cosa que ocure, or otra orte, con calquier tio de signos. (La cocinera que a a la plaza no sabe lo que signifique un bilete de diez sucres; ero sae lo que ale. Con ese bllete ella puede dquirir dos litrs de lece y cierto nú­

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este: "Dentro de una misma lengua, todas las ros que exprean ios vecinas se limitan recírocamente: sinónimos como recelar, te· mer, tener miedo, no tienen alor propio más que por su oosición; si recelar no existiera, tdo su contenido iría a sus concrrentes " {197}.

Eces, resulta que el sistema de la len­

tt " o en relacones. ¿Y cómo -se pregunta el mttstro- funcionan esas relaciones?

Y hala que esas relaciones funcionan en dos direcciones: de un lado, en el discurso, las obrs, al encadenarse, contraen unas re­ laciones de contigüidad, baadas en el carácter lio/ de a lengua. or otra arte, cada una de eas alaras así ordenadas en discurso se re/coa con otras que se le ofrecen al ha­ lante como posibilidades dentro del sistema.

Dice el profesor:

11 cula comporta una responsabilidad. Relaciona, con relación de contigüidad, la con culpa, en un orden que, en castellano, es la primero y culpa después. Después sitúa cmorta, y lo hace en número singular, en virtd de que culpa ha ido en singular. Etc. Estos son as relaciones de contigüidad, horizontales. Que Sousure lamó sintagmáti· cas.

Pero el profesor aquel, cuando iba o usar la oba culpa penó que tal ez era mejor decir falta y hasta hecho ético o lo que sea. e entre todas esas posibilidades, eligió culpa. Culpa se relaciono con falta, con hecho ético y con otras palabras qe pudieron haber ocu­ ado ese luar, con relación "en ausencia ",

ertical.

A estas relaciones "in absentia ", ertica­ les, de una serie nemónica virtual, Saussure llamó relaciones aociatias. Más tarde se pre­ ferría hablar de paradigmáticas.

Investigando el doble juego de relaciones, sintagmáticas y paradigmáticas, e puede le­ gar a explicar los mecanismos de este comple­ jísimo sistema de signos que es la lengua. Para Sausure la división tradicional de la des­ cripción de una lengua en morfolgía y sin­ taxis- debía reemplazarse por una sintagmático y una paradigmática. De acuerdo con esto, las dos operaciones ásias de la gramática resultaan la segmentación -relacionada con lo aradigmático-.

4

El aporte de Saussure a los estudis in­ guísticos había sido hondo e iba a er perdu­ rable. El deslindamiento de lengua y habla: la concepción de la lengua como sistema de sig·

nos y la precisión de la naturaleza del signo linguístico,· la noción de valor de las unidades del sistema linguístico, que está dado dentro del sistea, en virtud de sus relaciones con otras unidads del sistema; la duplicod de planteos ara el estudio de las lenguas, sincró· nico (el sistema en un estado de lengua) y diacrónico {la evolución de elementos del siste­ ma); los dos grandes ejes de relaciones jentro del sistema que es la lengua, sintagmático y paradigmático, con las dos oeraciones funda­ mentoles que se dedican a esos dos ejes ásicos -segmentación para hallar los sintagmas y clasii­ cación de los paradigmas ·.

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par-tida. Con el crrer de los años se enó que fundamenar a la teoría de/lenguaje en las dos class de reaiones -sintagmáticas y pra­ digmátias-, y educir todo el estudio de las lengus a segmentaión y csifiión resulaba insuficiente aa comprender estructuras tan complejas cmo son las lenguas, y, a comien­ zos de o déa del 0, tes gnds escuelas opuieron neas nepciones y nueos po­ gaS de jo: el Cículo Liguísio e

Pga, US fius ayoes n Truekoy y jakobson; el Círculo Linguístlco de Coenha­ gue, con Hjelmslev, y la Escea Norteamri­ ano, que eibió su traado fundamental en

1933 en el "Lagge" de Blomfleld. ero ls res corentes cOnstruyeron sobré los ci­ ments edos or Sausure. s decr hiie­ n sructralimo. La coa abía sido tan de­ iniia que ans odía ya acese en lin­ gustica nada serio que no fuee estructuralista.

5

Pero, iqué ra, en rigor, "estructralis­ mo"?

osure, que había puesto las grandes remis ara alquier actividd structuro­ lisa, no tt'o lo albra. ólo n 1929,

en el 1 Cono e AJólgos Esos, un mani­ sQ, us riiaes ispirdores habían sido Trubet>y y jakon, lo aría. Pero el igüisa gin.rlno había ostrado lo que es un sstma y cóo, denro del sistema, el alor de ls uniJes e da en virtd de ss relcions on los oros términos del sistema. El asunto lo es de nmres: lo que Sousure lamó 'sste­ ma" es lo que en el Congreso de Flólgos slaos e n11braa como "estructuro".

La/ande en su "Vocabulario de Philoso­ phle" dice que estructura es "un todo fado de fenómeos olidarios, de tal modo qe oda uno depende de los oros y no pede sr lo que es ms que por su relación con elos".

Y Hjelmslev define rctua como "una entidad autónoa de deendncis ints". Sindo sto la estructua, tá lo que

no se da solo en la lnga. Qe ay os mu­ as manifstacions huas qe se un en suctrs. Qe aoo todo o hu0 e articule en eructurs que no oes o -al mns na conocemos suf"lcintemente.

Es decir, exctamente qelo que or años Intuyó obscuamente Claude Lévi-Stus. Entonces el structuaimo, que ería la discipina de las structas, de la estructural, se extendería a astante ms que o lo /n­ guístia. Lleada a alanzar ámbitos /Jmi­ tados. M/ che/ Fouault el r e "Hie e la foie" y "Les mos et s hoes"- a la­ do a hablr de un monto ' "en que nos hemos dado cunta de que tdo cimnto humano, tda existenia huna, to ill hu­ mana y quis inco tda a biogia del hombre, estn sitds dnro e ctu­ ras, s decr dentro e n onjunto rol de elementos que obedecen a eacies".

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"mode-lo lingu/stico ".

6

En numerosos campos ha producido yo el estructurolimo obras maestros, fecundísi­ mos debates, investigaciones sugestios, pers­ ectivos renoables, elaboraciones rigurosos y coherentes.

En ontroolglo Lévi-Strous revoluciono los métodos al inspirarse poro sus encuestas en lo linguístco.

En "Los structures elementoires de lo o­ renté " (1949

)

, un estudio comaratio de los sistemas de porentezco le muestro lo posibilidad de inclur lo etnolglo en uno teoría general de lo comunicación.

En 1964, en "Le cru et le cuit" porte de un mito omerindio bororo y demuestro que no se puede agotar su sentido sin conside­ ar ciento ochenta y siete mitos pertenecientes o uno veintena de tribus. Establece os/ que un mito obtiene su sentido "de lo posición que ocupo en elación con otros mios en el seno de un grupo de tansformacions".

Aquel mito bororo, que desribe lasoen­ turos, aparentemente inexplicables, de un hé­ roe desonldador de ájaros, resulto ser porte de "un gruo de mitos que explican el origen de lo cocción de los alimentos". Halo Lévi­ Strouss que oro el penamiento indígena lo

cocino es uno mediación.

Sería lrgo seguir al antropólogo en sus búsquedas de las estructurs que explian este hecho aparentemente rivial de a cocina, ero llego o establecer un camo emántco triangu­ ar.

Romon jokobson, estudiando comara­ tiamente dieros lenguas, había fjdo trián­ gulos ocálico y cononántico fundamentales poro todos ellos. As1: el ocálico:

o

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"o" lo ocal abierto; de elo e pueden dar posos en dos diecciones: eleando el doso de fa lengua hacia el paladar, hacia el tono ajo, hasta terminar en lo "u ",· y eleando el doo de lo lengua hasta el paladar, hasta terminar en la "i". (En esañol, entre la "a" y la "u", en ese lado del triángulo, se sitúa la "o"; y entre lo "o" y la "i", lo "e ". El quichua de Quito tie­ ne casi exclusivamente los ocales priaris, los de los értices del triángulo: "o", "u", "i'}. Apliando este modelo ingulstico a lo cocina, Lévi-Straus estableció un triángulo con estos értices:

crudo

cocido podrido

Lo crudo constituye el polo no macado; los otros dos polos lo están, pero en direccones opuestos: lo cocido es una transfomacón cul­ tural de lo crudo; lo odrido es ua transfora­ ción natural. Se da, en lo bae del triángulo, la oosición entre cultura y naturaleza.

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fun-ción de mediafun-ción. As/ para los ind/genas de Nuea Caledonia el hervir se considera, orgu-1/osamente prueba de civilización. Otra vez lo aado y lo hervido nos onen ante la oposi­ ción naturaleza/cultura.

En suma, y sin pretender aqu/ ahondar más en la materia, ajo la oposición crudo/ cocido Lévi-Straus interpreta astos conjun­ tos de mitos hasta el momento herméticos y explica el poso de la naturaleza a la cultura. Se descubre que el pensamiento ind/gena con­ cibe la cocina como una mediación. Se explica la oposición entre el jaguar "donatario de las artes de la civiización " y el cerdo, pura caza, ser natural. De al// se oa a descifar el código astronómico, que se resuelve en la oposición

estación sea - estación lluviosa orión, pléyades el cuero,

Se despliega, en suma, un asto sistema analógico y totalizador que nos ermite inter­ pretar el penamiento m(tico y relacionar mi­ tos hasta entonces dispesos y poco menos que ininteligibles.

7

Roland Barthes, otro de los grandes del es­ tructurallsmo y acaso el más Inquieto

(

como buen francés}, ataca la moda.

(

"Le Systeme de la mode "

,

1967 ).

ropone Barthes revisar la función que ha cumpido la estimenta. El punto de vista tadi­ cional sostiene que el hombre Inentó la esti­ menta por tres motios: como potección con­ tra la intemperie; por pudor, aa ocultar su desnudez, y como adono, paa hacese notar.

"Esto es álido -dice Barthes-, pero hay que agregar otra función que me arece más impor­ tante: la función de significación. El hombre se viste para ejercer su actividad signifiante. Vestise es un profundo acto de significación". Entonces, resulta tentador buscar el siste­ ma de sgnificaciones de la moda.

También en la moda cuenta la distinción clásica entre lengua y habla. La lengua de la moda está constituida por:

1) oposición de piezas cuya variación im­ plica un cambio de sentido. (No es lo mismo llevar sombrero de fieltro que boina).

2} las reglas que presiden la asociación de las piezas entre s1:

El habla comprende los hechos individua­ les de tamalo de los vestidos, grado de limpie­ za, detalls en el uso, y otros semejantes. La moda tiene una serie de significacio­ nes (en el niel signifiatio de la connota­ ción),· una erdadera retórica e ideo/g/a.

Va, por ejemplo, de lo serlo a lo fútil. Veamos como se refiere a esta oposición Ro­ land Barthes:

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"Si admitimos ... que lo literatura es un lenguaje, tenemos derecho de esperar que lo actividad del critico sea bastante cercano o lo del lingüista" -dice en su "Introducción o lo literatura fantástica" Tzveton Todorov, y este es el punto de partido para una actividad es­ tructuralista en el estudio de la literatura. Otro principio fundamental sentó Roman jakobson cuando precisó que "el objeto de la ciencia literaria no es la literatura, sino la literalidad ("literatunost" en ruso) es decir, lo que hoce que una obra sea una obra literaria".

La historia de los trabajos estructuralistas en la ciencia de la literatura aranca del Forma­ lismo ruso. Ese movimiento se desarrolló en Rusia, ente 797 5 y 7930. Movimiento auténti­ camente revolucionario, fue rechazado por las ortodoxias soviéticas, las cuales le dieron como mote despectivo eso de "formalismo" y "for­ malistas".

El Formalismo ruso pretendió algo que ahora parece en el ámbito de los estudios lite­ rarios no solo lo más natural, sino lo único se­ rio: colocar la obra literaria n el centro de la atención; examinar sin prejuicios su materia y su construcción; rechazando justificaciones sen­ timentales, biográficas, sicológicas o sociales, buscar en la misma obra sus claves de explica­ ción. En suma, con palabras de Eichemboum en "La teoría del "método formol", crear uno cien­ cia literario autónomo o partir de los cualidades intrlnsecas de los maeriales literarios".

Los grandes reglas de análisis literario for­ mulados por los formalistas rusos siguen vigen­ tes como grandes reglas de análisis esructural en literatura. La primero, la ya dicha, o

princi-pio de inmanencia: la obra no se puede expli­ car a artir de una biograNo del escritor ni de un análisis de la vida social que lo envolvió,· la obra se ha de explicar desde la obra misma. Un segundo principio es el que V. Chkloski puso como t/tulo de uno se sus art/culos: "El arte como procedimiento", y que Todorov lo explica as/: "Rechazando todo m/stica que solo puede ocultar el acto de la creación y lo obra misma, los formalistas intentan descr­ bir su fabricación en términos técnicos". Libe­ rando a los estudios de literatura de los vague­ dades poco menos que mistérics de la inspi­ ración, los formalistas iluminan el código que utiliza el escritor. Un tercer principio fue la distinción, que estableciera }. inianov, entre "forma" y "función", y que se relaciono con la distinción saussureana entre "significante" y "significado".

Este cuadro lo explico sinópticamente:

Sistemas

Lengua Literatura

(de primer grado) (de segundo grado)

significante ... forma significado ... función

La "función", como lo entienden los for­ malistas rusos, es lo que permite a los signos del lenguaje corriente adqurr signiicaciones de segundo grado, propiamente literarios.

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l Formalismo ruso ha sido recuperado, aunque, lamentablemente, hace ocos años, para la ciencia de la literatura. Con todo, inlu­ yó en la linguísttca estructural casi desde 7930, a traés del Círculo Lingu/stico de Praga. Su aporte ha sido fundamental para el estableci­ miento de un método estructural ara el análi­ sis de la literatura.

Y aquí estamos en estructuralismo en este inmenso territorio que es la 'literatura: el mé­ todo se ha ido perfeccionando y se han logra­ do ya resultados estimabilísimos. Pero harto mayores que los logros son los empeños. Las regiones conquistadas y trabajadas aparecen insignifiantes si se las compara con los hori­ zontes abiertos. Véase qué horizontes, lejanos y magníficos, abre, por ejemplo, esta propuesta de Roland Barthes:

"No son imágenes, ideas o versos lo que la voz mítica de la Musa sugiere al esritor; lo que existe es la gran lógica de los símbolos. Será entonces neceario aceptar redistribuir los obje­ tos de la ciencia literario. El autr, lo obro, no son más que el punto de artida de un análi­ sis cuyo horizonte es un lenguaje. No puede ha­ ber una ciencia de Dante, de Shakespeare o de Racie, sino solo una ciencia del discurso. Esta ciencia tendrá dos grandes territorios, según los signos de que trate: el primero comprenderá los sgnos inferires a la frase, brevemente, todos los ragos de/ lenguaje literario en su conjunto; el segundo comprenderá todos los signos supe­ riores a la frase"

(

"Critique et verité "

,

7 966). Solo un método que trabaja con el rigor del estructuralismo pod/a proponese empre­ sas tan vastas. Sabiendo, por otra parte, que en las gandes encrucjadas coincidirán, oro

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1

César Vásquez Füller

El Culto Fálico

Contribución al estudío de la

Teogonía en lmbabura.

'--�--�

----Es evidente la afrmación corriente de que la cultura de los diversos pueblos y razas que pueblan la tierra, en su proceso evolutivo, ha tenido que seguir estadios semejantes.

Los pueblos primitivos de Europa, como los de Asia, Africa y de América, manifiestan en sus períodos culturales, una cierta semejanza en las ideas y representaciones gráficas.

El culto fálico, en Europa y Asia, tan bien estudiado por etnólogos y sexólgos, con sus modalidades características, lo encontramos­ también entre nuestros primitivos ascendientes americanos. Estos, en su afán de expresar obje­ tivamente ciertas fuerzas, para elfos sobrena­ turales, utilizaban medios gráficos y escultó­ ricos rudimentarios en la forma más eficaz.

La escultura a la que nos vamos a referir a continuación, ratifica el criterio de que el hombre, en todas las épocas de la historia, ha tendido a objetivizar lo que consideraba como

sobrenatural con súnbolos de su propia crea­ ción o con la reproducción de los órganos ins­ trumentos. As1: para ellos, el fenómeno bioló­ gico de la reproducción, teniendo uno inter­ pretación teosófica a su manera, se les represen­ toba en forma materialista.

El simbo/o encontrado en la ciudad de Otoalo, nos va a dar o conocer cómo nuestos aborígenes, con cierta claridad de expresión, esculpían la fuerza productora de la natuaeza en lo que conciene o la procreación humana. Aquel pueblo, que no se encaminaba a tientas en pos de la cultura, rendla fervoroso culto a la divinidad fálica como gestora de la fecundi­ dad femenino y dispensadora de la buena suer­ te.

Para los historiadores coloniales, estos sim­ bo/os son carentes de todo alor. Ellos no han tenido la uficiente sutileza para meditar sobre el significado de figuras toscas e impuras a sus ojos. Pero, para quienes tratan de interpretar, por medio de estas ideograflas, el significado cultural de nuestros abor!genes, tienen un enor­ me alor porque expresan la interesante subje­ tividad ind !geno.

EL HALLAZGO

Parece que el culto fálico de los abor/­ genes otavaleños era trascendental. Lo com­ prueba el hecho de haber encontrado er s/m­ bolo en estudio, en una tola de grandes dimen­ siones que debió ser construida con la contri­ bución de uno inmensa población y en un pe­ nodo de tiempo considerablemente largo.

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una amplia curva que forma la /(neo férrea. El mont/cu/o afecta la forma de una pirámide truncada; tiene la base rectangular, con las di­ mensiones de 85 x 75 metros; en la parte supe­ rior o plataforma mide 40 x 40 metros, y 12 metros de altura, en /(neo perpendicular. La eosión producida por los efectos de las llu­ vias y las grandes y frecuentes extracciones de tierra ara construcciones y relenos, han destruido en buena parte esta gigantesca obra, motio por el cual no podemos admirarla con todas sus caracter!sticas originales.

En el año 190, el /. Concejo Municipal de Otaalo resolvió prolongar la mencionada calle. Al realizar los trabajos, abrieron el mon­ tkulo por la mitad, sin ninguna escrupulosi­ dad científica, rompiendo, de este modo, los objetos arqueológicos al/( existentes y sin si­ quiera guardar los que resultaron lesos. Entre estos e hallaba el ídolo que lo encontraron empotrado en una especie de muro y lo dejaron abandonado. Pasados muchos años fue recogi­ do y transportado a nuestro museo particular. Testigos oculares de la exavación nos han re­ latado que al/( se encontraron restos de cons­ trucciones primitias, subteráneos que guarda­ ban esqueletos, asjas y arios otros artefactos. Al examinar la tola en la arte abierta, se obsera que contiene variedad de tierras, lo que manifiesta que ella ha sido trasladada

e diversos lgares y fueron acumulándola hasta formar la imponente pirámide.

L /DOLO

La escultura, en conjunt, semeja un ci­ lindro, foma dada talez por caracterizarle aún más en un sentido fálico. Pues, en lugares ercanos a Otaalo, se han encontrado 1dolos

fálicos consistentes tan solo en figuras ci/(n­ dricas.

Rudimentariamente se ha talado la figura en un fragmento de roca olcánica de 57 1/2 centlmetros de altura. Representa a un hombre con expresión de recogimiento y de facciones pronunciadas. Tiene los brazos plegados al pe­ cho, mostrando cuatro dedos de grandes dimen­ siones. La cabeza es grande y alarada,· la cara, vista de perfil, es desfigurada, el ancho de la cara· es el mismo que el del tórax; carece de frente y orejas; la parte craneana no se diferen­ cia de la facial. Los grandes ojos redondos, ca­ rentes de puplas, están sobreaientes. La nariz es larga, recta y muy poco pronunciada; las fosas nasales están señaladas por una pequeña incisión que divide el extremo inferior de la nariz. La boca, regular y abierta, está indiada imperfectamente por medio de una concavidad ovalada.

La divinidad se hala completamente des­ nuda y exhibe los órganos genitales, represen­ todos por tres puntos o protuveancias que forman un triángulo; la parte inferior, que co­ responde a los testículos, e encuentra a niel de los codos. Carece de pienas y de pies, súpleles una parte del cindro que le sirve de base; una parte de ésta está rota, a juzgar por el color y la forma de la parte fracturada.

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L SIMBOLO

La desnudez de la figura, con el detalle de exhibir los órganos genitales; la posición espasmo afectia de las manos puestas al pe­ cho, la expresión de laxitud de la ara y, finalmente, por el lugar en donde fue encon­ trada, demuestra qe la escultura represento uno deidad de culto fálico del singular sistema tegónico de los primitios pobladores de Oto­ a/o.

Para tal afirmación es neceario recordar que nuestros aborígenes, impotentes de com­ plicados abstracciones teosóicos, se crearon sus dioses confeccionándolos de acuerdo con aquelo que les servía de estímulos sensorio­ les. Todo cuanto producía en ellos impresión auditio, visual o todo cuanto hocfo vibrar su sistema nervioso, tenía probabilidades de con­ vertrse en dios. Por lo que es lógico suponer que uno escultura que ostenta · pese a la im­ perfección del arte - una pose sensual, es incon­ trovertible pruebo de que se adoraban sus geni­ tales expuestos de ese modo.

No podemos creer que hayan sido ciertos culturas exóticos las que enseñaron a los ha­ bitantes de Otaolo tal adoración, sino que és­ tos, respondiendo a sus impresiones elemento­ les de vida, concedieron a lo copulación un alor extraordinario. Esta inspiración quizá pu­ do también haber sido inluenciada por la nece­ sidad ritualista de la vida comunal.

En diesos lugares de ambos continentes se han encontrado esculturas que parecen ha­ ber sido trabajadas con idéntico objeto: la ado­ ración al falo. De al// que nos proponemos afirmar que el culto fálico es uno de los más generalizados en los pueblos primitivos.

Talvez se pueda comentar que en otros

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Carlos J. Córdova

Ecuatorianismos

y

Colombianismos

Notas al Diccionario de Luis Lalinde Botero.

El libro aquí comentado lleva el título de Diccionario J i losófico Paisa, (Editorial Delta, Medel/ín 7966}, en el cual el autor juega con el inventario de unas seiscientas palabras colom­ bianas y, sobretodo, a juzgar por el contexto, muy, muy antioqueñas. Lalinde Botero de lexi­ cógrafo pasa a folclorista y de aquí como de lo primero, se elea a ratos con éxito, aunque ocasionalmente cae también al exagerar el to­ no y giro humorísticos. Su estilo no deja de ser ágil y libre. Ingenioo y dicharachero en su modo, por lo que saca al lector de la intimidad de la lectura silencioa una que otra sonrisa por las ocurrencias desprendidas de las conti­ nuas digresiones respecto del tema lexicográfi­ co. Si tal vez la medida del chiste y de la chanza acaban por excedese de la dimensión apropia­ da, las 386 páginas constituyen fuente aliosa de información dialectolgica. A la amenidad algunas veces recargada con sal y aliños humo­ rísticos se agrega una colección excelente de ilustraciones del dibujante Eduardo Vila. Los motivos paisas conagrados en pesonajes típi­ cos de la montaña antioqueña surgen traviesos del trazo limpio y elocuente de este maestro del dibujo, al representar con rasgo tan preciso como burlón lo que en el texto se define y comenta, se divulga y festeja con libertad y alegría.

Solamente lo lexicgráfico puro nos inte­ resa aqu. Bien podemos entonces acar parti­ do de la ena de diccionarista que sí la tiene el autor de este atractivo vocabulario de olom­ bianismos. Y como las palabras son viajeras empedenidas e incansables, buen número de él/as han saltado de un lado a otro de la frontera, de Colombia para acá, del Ecuador para allá, franqueando las aguas del torrentoso

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Un puñado de algo así como uno treintena de voces del total del libro de La/inde Botero Jos conocemos y Jos usamos también Jos ecua­ torianos. Pero no es fácil asegurar con exacti­ tud óde se originaría oda una de esas voces. Si sría primero en el Ecuador paro Juego dis­ perase al norte y cundir en suelo colombia­ no, o, en el cso inverso, si se formó en la com­ nidad lingüística de nuestros vecinos, para lue­ go asomar en el Ecuador siguiendo las norma­ les corrientes de la exansión léxio. Este fenó­ meno no toca examinar aqUJ; porque otro es el propósito perseguido en este trabajo. Sea lo uno, es decr que resulte colombianismo autén­ tico, sea lo otro, el ecuatorianismo emigrado a Colombia, el efecto final es el uso común de tal o cual- ocablo en ambos pa1ses. Puede ocu­ rir que la oz tenga análoga signifiación en unos csos, o puede er también en otros, con distinto contenido semántico. La simlitud co­ mo la diergencia de sgnificados son factores importantes ara el estudio dlalectofgico com­ aratio, trabajo que justamente intento hacer­ lo en estas breves páginas.

Quede advertido el lector del método se­ guido aqul: primero, la enunciación de la pala­ bra propuesta, o sea el colombianismo' segun­ do, a renglón seguido, la definición y acepcio­ nes tal como las conocemos los ecatorianos; tercero, la vesión colombiana en la letra del au­ tor Laide Botero; y, cuarto, el comentario de mi cuenta, si este viene al caso. Ahoa haé des­

lr el conjunto de oces usadas tanto en la atrio de Caro y de Cuero como en la de nuestros Vásquez y Tobar.

AFUEREVO. Forstero,' el que no es de la misma ciudad o provincia referida al hablante: "no consentremos que un afuereño sea nomrr do gobernador".

Lainde Botero de a f u e r e ñ o nos di­ ce: "En calquier pueblo de friso/es el afuereño ero el extraño al lugar. Muy más atrás eran los habitantes del Vale de Medellín, ara el rsto de los paisas. Nuestro lito lo recuerda en su cancionero de esta manera: 'Era afuereño como se decía en aquelos agrestes lugares de las gen­ tes que procedían del Valle de Mede/lín, donde estaba oco la civiización (si puede admitise la palabra) que había en la povincia que con­ quis�ó don jorge Robledo'. En nuestros dlas viene el término de capa caída. Solamente se le oye en lugares remotos y en boca de personas que pasaron de los primeros biznietos".

Malaret registra afuereño para Colombia, Ecuador y Guatemala con el significado de ex­ tranjero, foráneo. ero tal como los ecuatoria­ nos entendemos el término afuereño, es ara aplicarlo no propiamente al extranjero, al de otro país, sino al mismo ecuatoriano, a condi­ ción de no ser de la misma ciuad, cantón o provincia del hablante. El iobambeño drá afuereño al oiundo -pongamos como ejemplos­ de Loja, de !bara, de la provincia de Manabí; el nacido en Azgues motejará de afuereño al cañarejo como al cuencano o al quiteo. Viene a punto reproducir el luar del profsor justi­ no Conejo, tomando sus líneas de "Fuera del Diccionario": "A fuereño. No hace muho se suscitó en Quito una polémio sobre la legiti­ midad de esa palabra con que algunos atrio­ teros ridculos trataban de zaherir a quenes -en buena o mala hora no habíamos nacido en Qui­ to". (1938 ).

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chita calando.

Mientras tanto Lalinde, de a g a e h e nos dice: "Dícese en esta tiera de friso/es, de las ventas ambulantes, aunque estáticas, puesto que los endedores ambulan por Mede/ín de asra en acera, hasta el minuto en que encuen­ tran un 'comedero dé marano ' apropiado y alí establecen su comercio. Se le dice 'de agache ' porque el parquiano para escoger el ortculo con el cual an a engalar, matemáticamente tiene que gahase ".

Visto queda el nexo entre el colombia­ nismo y nuestro locución aderbial de agache y lo dicción también ecuatoriano pasar de aga­

che. La teta, el engolo, lo maquinación con la v/vezo riolo están presentes en los dicciones de ambos aíses, aunque existan como puede adetise dstinciones cloros entre el colombia­ nismo y el ecuatorianimo.

Paar de agache no se restringe al abla cooquial. Muestro literario y de bena ley es este ejemplo: " ... simpática entidad autónomo que pasa de agahe ". César Androde y Corde­ ro. "Crónicos Tomebambinos". (El Universo, Guayaquil, 18 de Septiembre de 1970).

AGA RRADOR. Aguardiente u otro lcor fuer­ te que or u alo "do alohóico o poder in­ toxlcone mrlgo rápidamente.

Igal significado tiene a g a r r a d o r en Colomba. A quí lo pruebo con ls o/obras de Lollne: "Undo o lo lexicgrafía etílio oisa, está ste terminacho que califica a Don Anís . Un to garrador es cuando entra como ga­ to en reeo y se aloja diectamente a todo lo largo de los circunoluciones cerebrales. Se le siente la intención alina desde que inicia su deslizamiento en el guargüero hacia aajo. El hombe siente que le patina lo corota y

mu-chos hasta lagrimean y se ponen bizcos .... ".

AMAVADO. Acostumbrado, habituado. //2. Amanceado.

Aquí el ecuatorianismo difiere rotundo­ mente del significado de amañao en Colombia. Transcribiré sólo una orte de la que rae l

diccionario de Lolinde: "Aoor es dae ma­ is para algo y mala es la habilidad o astucia aro lgrar determinado objetio. De alí que los . espaloles de A ntioquia sufran erdaderos conmociones mentales cuando ls pgunto lo gente: 'Y está muy amoloo en Medellín, se­ ñor? '. Porque en ciertas regions de lo Madre Patria, amañar es hacer tromos en el juego, como por ejemplo uar dad$ agdos, o nai­ pes señalados.... Se le tiene que Instruir (o/ fo­ rastero) que a m a ñ a o s lo eono que se hala contenta en un sitio y amañarse es el er­ bo que tenemos ara oonr o oburlse .... "

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ofi-cal nos ha tronquilizao "; "podemos estar con­ fios, por cierto, de la oferta de la autoridá ... ". En efecto, algunos locutores y comenta­ rstas, y son los mejores, tiran por ese camino eótico con la fala Idea de estar puiendo su lewje, cuando en verdad lo estdn mutilando. Y o es la aída o suresión de la d intervocá­ ia sino también la d final. Verdd, soledd, lnti·

l; amaao, flnao, term/nao, no son alabras kl leguaje ecuatoriano.

Y un pdrofo final poro estos otros ecua­ torinmos del mimo inaje de amañado. A m Q h o. Concubinato, amancebmiento. //2. Unión de una ara joen, generalente, por un corto tiempo ntes de caase, a fin de pro­ ar si oy entendimiento mutuo y afinidad de caacteres: ·� la noche, plática, y amaño de noviazgo con Isabel". jore /cazo. Huayrapa­ mushcas. p. 118. "ta/ez un longo le equer/a ya oo el amao ". G. Zaldumbide. Páginas.

t. 1, p. 224.

A TA QUIENTO. Dcese de la persona que su­ fre de ataques, y por antonomasia, el epi­ léptico.

A go similar se entiende con ataquiento en la tiera colombiana: "Y al, o a la que es muy enemizo o enfermiza, al, o a la que vive con el alo en la boca y por tanto así se le a el resuelo, lo señalan como "ataquiento ", que signiica perona a la cual le dan ataques", se­ gún la expicación transrita parcialmente del

Diccionario J ílosófico Paisa, de Lalinde Boero.

BABOSO. Zopenco, sandio; tonto, trdo. Con esta alabra andamos muy disonfor­ mes ecatrianos y colombianos. Queda apun­ tado el ecQtorionismo originado seguramente en el triste aspecto de ciertos dementes a los

que la saliva les fluye permanentemente. De la condición típica del o/igofrénico se ha trasla­ dado por extensión el sentido al que no es isto, avispado o despierto. Pero, en Colombia, el b a b o s o resulta todo lo contrario del nuestro conocido por su tontera, porque "el baboso, clásicamente, es el que habla mucho sin decr nada y por darle gusto a la lengua. Es lo que en otras partes laman el charlatán, pero no en el sentido de grocíoso, cuentero, chistoso, cuarto, o charo, que todo es lo mismo .... ". De esta laya queda el apunte de nuestro autor, a quien en este nueo ocablo le he transcrito arcial­ mente.

BA RBERA. Naaja de barbero, naaja de afei­ tar.

De seguro la voz es colombiana y muy antioqueña. Y vendr/a a no dudar or mar y tiera a nuestros lares. El Padre Tobón, colom­ biano de pura cea y lexicógrafo notable, en su Colombianismos, de b a r b e r a tiene la cortante y elocuente apuntación que la copio letra a letra: "barbeo. Naaja de afeitar. De mucho uso! ". Si las siete alabras de la defini­ ción resultan suficientes, Lainde eha mono a un largo y jugoso árafo del cual tomo poca cosa, ero bstante ara nuestros fines lexico­ lgicos: "En el fondo de todo corie/ antio­ queño o en el bolsilo del pecho de tdo aia de pura sangre siempre estaa se símbolo de la roza. Vino a ser arte no del vestido, ino de la anatomía de lo persono nacida por stos bre­ ñas. Decr 'barbera' es decir 'paisa'. Y en cual­ quier sitio o luar en donde se presentre una gran elotera, no quedaa sino el polera cuan­ do Restreo echaba mano al bolsilo .... ".

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Dis-gusto cauado por algo que contraría el deseo e uno. Se usa más en plural.

El ecuatorianismo no cpincide con el re­ gionalismo de Colombia aunque también el em­ pleo dominante sea en plural. De b i r r i a s nuestro autor antioqueño apunta: "Este sí que es un típico antioqueñismo .... Las significacio­ es en uno y otro sitio son bien distintos .... Ente nosotros los po/sos, birrias son los burlas que se le hocen a un fulano ... ". Por otro lado el colombianismo ha tenido ya entrada en dic­ ciorios peo con acepciones distintas de la exhbida por Lallnde. "Tema, capricho, obsti· ación ", apunta el diccionario académico, re­ gistrándolo como colombianismo.

BLANCOS, A LLA ENTRE. Locución familiar con la que se aconseja desentendese de los asuntos aenos para no pasar de entrometido e imertinente, dejando la solución a cuenta de los propios Interesados.

arecida a la frase colombiana es la ecua­ toriano. Lolinde cito "blancos son y ellos se entienen ". Sus línes, estas: "Los gentes de piel moreno que tanto sufren en USA por el colorido de u epidermis, vinieron o estas tie­ rras oro los duras labores de las fortiicaciones de Crtgena y para la minería en el interior. En A ntloquia lo Grande nuestros anteasados adquirieron la fea costumbre de aplicale el ca­ lifiativo de "negro " a todo aquel que estuviese en los eldaños inferiores de la escalo social. Esto situación creó una serie de palabras, modis­ os, refranes y frases familiares, fruto de la jilosof(a popular. Una de ellos es "blancos son y elos se entenden ". Con ela significaba el pueblo anteriormente que nadie se debe meter en los cos de los de ariba, porque ellos solos peen arreglar sus pleitos sin intromisión de

extraños.

CANELA, COSA. Locución familiar oro pon­ derar en grado sumo uno cosa: "mi lapicero sí que s cosa canela "; "un futbolista coo ca­ nela ".

La locución se está perdiendo al igual que la otra "saber lo que es cosa canela", es decir lo que encarece lo importancia de las coss. Sobre la frase anotada, vayamos o esta cita del doctor A lfonso Cordero Palacios de su Léxico de Vulgarismos Azuayos: "Léase esta estrofa, verde para los españoles, colorada oro noso­ tros:

El pendejo que se muere sin gozar de una doncella pasa de esta vida a la otra sin saber lo que es canela! "

Ahora volvamos al "diccionario poisa " pa­ ra saber que e a n e 1 a en "Antioquia significa coraje, fuerza, tozudez en llegar a un fin deter­ minado. Un negro de mucha canela es aquel con fuerza en el cuerpo y en el espíritu ".

CUERO. Vulgarismo por querida, amante; mu­ jer provocatia, sensual:- "Ajá... oyé, y la Poncha? Buen curo! No hay que olvidase !

f. de la Cuadra. La Tira OO. CC. p. 421. Vaya que en Colombia un cuero significo cosa tan diferente! . Es nada menos que1 según nuestro autor "el sujeto corrompido, :alo, atravesado, que en lugar de corazón tiene un riel de 60 libros y cuya mirada es más enconosa que un chuzón en una ota con un clavo oxi­ dado .... ".

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Así, mientras por acá el deoto tabajador del campo /ebo el nombre de "Chacarero " porque culti1 la chacra, por alá en tieras antioqueñs es el sujeto Ue, egún Lalinde, "ene amuletos, specíficos, peo también bo­ l¡grafos, anteojos y cajas de dientes de segunda boca ... ".

CH 1 VO. Vulgarismo por riña, pelea, trifula. En Colombia "el chio antiqueño es la centésima orte de la unidd monearia lamado peso ".

Completando la noción del ecuatorianismo citaé las demás vocs que completan lo famiia de chivo: chivista y chivero, sn iónimos de comorri;to, matsiete, el que orquítame ald estos pajas armo bonca y no dejo en az al prójimo aficindo a recuentr cantias y s­ quinos de poco luz y mola faa. Armar chivo,

or in, s, como ya pude entenese, poo­ car riñas y algazas n las que mnudean los olpes y a ees, ls corts también.

CHONTA . Palmera de nuesros oqus húme­ dos y áidos, de mdera nego muy dura y e­ sistente.

En Colombia, chonta, es en lenguaje fami­ iar, la abeza.

DA R GOLPE . Impresionar faorabemente, delumbrar r los enantos de la esona. Corren res el d a r g o 1 p e eaoria­ no y el colombiano. Lo ruea, comletndo Jo que queo auntdo arria del eatornis­ mo, 1 Jo de nuso autor ntioqueño: "Dar golpe es aradar, araer, deleitar o gtar. Can­ do el novio s preentado a los odrs y a stos les da olpe, signifia que el tipejo ló la aproación ... '"

DESA YUNA RSE. Vrbo pronomial y signifi­ atio en sentido figurado, e ent, Imo­ nese, aer en cuento de alo que se le vee de sorpsa, resulta isólito o noedoo aunque el eho eo de vieja ocrencia.

Pues, coJ igual ocure en Colmba. La comroación de la 1rlante aaecia en el Diccionrio J iloófico Paia, nos prenta con la locuión "ahora me deoyuno ": "o os Jbls niña, que s/da e eaó dl mr/do ha

e años? - pregunta la eñora en el uero. "-Aora me deJyuno mijo! " contsta la ami­ ga abrendo los ojos hasta donde le rmiten los lagrimales".

EMPANTURRA R. Detener, dilatar el dsa­

o de un sunto, ee�Jmente n la sfera oficial: "la aprobación del conato stá em­ anturrda", es decir que dema, Y dma el asunto sin ao aaente. //2. Dio del alfeñique, cuando al batr/o no uaja or aber Jao la miel antes de punto.

También en Colombia la ria ace­ ción tiene simlr sgnificado: "Emnturar. Sinónimo erfecto de dilatar, ooner o ans­ ferir un asunto, con guna Inenin. No s propamente lo que e lama en Botd me­ lo, ero ... caasi. Y un "i" jdidíio. Son o/abrs de Lolide.

F/ A /CO. Verbo, charotán, amo de ar alas rebsdas y as ara exr su eudicción. //2 Dlse de la eoa de ex­ tacción humile que con adaia y dsar­ ajo no se amilana ni com ane eons de suerior jerarquía, dnoiéndoe cn su ex­ presión y demans con dfaatz Y oltua.

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académico, para denotar al verboso y emauca­ dor.

La oz colombiana tiene alguna semejanza con nuestro fi latero. Veamos una parte de lo escrito por nuestro lexicógrafo y folclorista antioqueño: "Filático es quien sabe hablar mu­ cho y sabroso. Un viejo que se meta tres horas encaando cuentos de espantos y del diablo uno detrás de otro es un veraco filático ".

GODO. Conserador, curuchupa.

Hasta los tempos de don j uan Montalvo la palabra g o d o se la usó con la frecuencia y fa repetición que los tiempos exigían. Sin aca­ arse el godo, cayó la palara en desuso para dar paso a un neologismo exitoso en su vida lexicgráfica y que hace cuántas déadas dejó de ser tal -neologismo- para enclaase en los tercios polítcos y volese palabra tan conoci­ da y tradicional en la política y la historia ecuatorianas: curuhua.

El curuchupa ecuatoriano es el godo de Colmbia. Si nó, veamos el árafo preparado por Lalinde: "n todo Colombia, excepto en Antioquia, godo es el apelativo de un conser­ vador de exremo dereha. En Antioquio no hay conseradores, todos son godos y al godo de extrema derecho, ara alificarlo en alguna

" forma, le dicen godo aso o godo josefino.

MA MA RSE. Embriagase.

Si entre nosotros m a m a r s e es marear la cabeza por haber ingerido licor alcohólico, en Colombia el mismo verbo es, por lo visto rico en acepciones: "mamae es quitase ". También es, dicho de negocios "no cumplir lo ofrecido ". Si un pero está mamado, es orque signiia que se halla canado. Maase una bofetada, es recibirla y sufrirla ". A lo apuntado en lo que precede, que es infrma­ ción de nuestro autor comentado, vene por

último esta otra acepción bien entendida por los antioqueños, pero que lamentablemente queda s/n solución ni explicación or mi gno­ rancia del léxico paisa. Me refiero a m a m o r­ s e con este hsta aquí incógnito signiiado: "En Antioquia el que e mamó el Colgio es quien se fue para pervertina ". Da ara penar que la expresión colombiana corresonde a la dicción salida de la jerga de estudiantes tirarse el año, es decir no pasar al cuso inediato superior.

NA CION DE. De nacimiento.

"Apócope campesino de la oz nacimien­ to. En la expresión "fulano es bobo de nación, el guasca quiere significar que 'fulano es bobo desde que nació ".

Queda muy claa la identidad del signifi­ cado de la locución para el Ecuador como ara Colombia.

NA /DES. Barbarimo por nadie.

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NI A BA LA. Frase figurado y familiar poro indicar lo firme determinación de uno persono oro hacer algo: "no me iré . clase ni a bola ". El colombianismo en el estilo de Lolinde viene en su última porte, lo que nos intereso, as/: "Ni o bolo se empleo en Poisolandio 'desde ab eterno' en el entido de que el cidadano no está dispuesto a hacer una coso determinada or nado del mundo, as/ le pongan un 38 largo en lo bariga.

NA RANJILLA. Planto solanáceo y su fruto co­ mestible, ind/geno de nuestros estribaciones on­ dinas donde la humedad y la temperatura favo­ recen su crecimiento. Es la Solanum quítense de los botánicos.

La misma planta y el fruto se conoce en Colombia con el nombe de l u lo .

OLLETON. En pirotecnia cuencana, cierto es­ pecie de cohete que produce muy grande es­

truendo al estalar en el aire.

Para un colombiano el o 1 1 e t ó n es na­ da menos que "un bobo por excelencia, que merece además otro calificatio non santo ".

PA ISA . Colombiano.

Pra el colombianismo el p a i s a es por antonomasia el antioqeño. As/ nos lo dice el P. Tobón en su Colombianismos. Lalinde en dos denas páginas lenas de dicharachos y otras ocrrencias llega a la misma conclusión. "Los jefs de ventas de todas las grandes empresas priadas colombianas que no son paisas ', vi­ en temblando de susto si en la comoñ/a hay un antioqueño 'callao', porque están segu­ ros de que tarde o temprano dejarán de firmar

la nómina ", apunta entre otras cosas nuestro autor antioqueño.

PA QUETE. Chambón, inútil, maleta.

Nada menos que cien pesos reunidos en billetes de un peso, es el p a q u e t e colom­ biano. Y por lo que toca al ecuatorianismo, no sé si el término es provincialismo cuenono so­ lamente, o si se extiende a todo el aís.

PEINILLA. Cierta clase de mochete uado en lo costo ecuatoriano.

Igual acepción guardan los colombianos aunque descrita de otra manera or el autor del Diccionario J ilosófico Paisa: "Peinilla. Es­ poso del mochete. No se abe por qué el ma­ chete es barigón y la peinilla con el frente y el trasero rectos.... Lo ainilla "es parte ana­ tómica" del camesino antioqueño. Un came­ sino sin einilla es como uno loro sin uñas ... "

REPELO. El ganado que no está en produc­ ción de leche.

Del lenguaje rural procede el r e p e 1 o ecuatoriano; de la jerga familiar, sinónimo de nuestro chuchaqui parece ser el r e p e 1 o antioqueño. Allá me leo la soseca en el no muy explkito párafo de Lalinde que nos dice: "Eso que le dice la mujer al otro día, cuando está en condiciones de total inferioridad.físico, intelectio, espritual, digestia, es el repelo".

SANCOCHO. Guiso consistente prearado en caldo, con yuca, arroz, col picado, ane de res y a eces plátano.

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de una sopa, pero en la larga y chistoa redac­ ción de Lalinde Botero lo único que se saca en claro es que el guiso antioqueño "contiene más energla que la Central Hidroeléctrica de Guada/upe ".

SAPO. VIo, bribón, listo.

En Colombia es simplemente "delator "

SOBADOR. Emp/rico que entiende de cura­ ciones de dislocaciones y fracturas de huesos. Una especie de algebrista.

A estas pesonas tan hábiles que muchas eces los mismos médicos an a hacerse aten­ der, vemos que en Colombia tienen el nombre de facultosos.

TUSA. El corazón de la mazorca de malz, la raspa de ma/z //2. enalidad; pesadumbre, contrariedad.

En la primera acepción andamos mano a mano con el colombianismo porque nuestro diccionarista antioqueño de t u s a nos dice:

"Para qué sirve el corazón de la panoja, (léase mazorca). Ustedes dirán que para basura ". Si bien no es concreto y expl/cito, pero entre 1/neas ya se sobrentiende que la tusa colombia­ na es como la que queda de la mazorca de maíz después de desgranada.

Por la segunda acepción no hay correspon­ diente colombiano. "Tener tusa de algo " es sentir la pesadumbre, o la contrariedad de no haber coeguido algo. El chico que ten/a la seguridad de recibir un premio y no obtuvo queda con una tusa!

UVILLA. Pequeia planta solanácea (Physalis

Peruviana L .) que da un fruto amarilo como una uva pequeña, encerrado en el cáliz, como una bolsita. Es de sabor agradable. 1/2. Planta espinosa, de la familia de las solanáceas (Sola­ num sisymbrifolium. Lam.) que da un fruto de agradable abor, de color rojo, como una uva pequeña, encerrada en una como bolsita erizada de espinas.

Luis Lallnde Botero y sus paias colom­ bianos llaman t r a n e a e u 1 o a una planta y fruto de la familia de/ lulo, parece prima egun­ da. Es más pequeña que ésta y de color rojo subido. Es más parecida por su enoltura a la uchua, pero al contrario de ésta, su enoltura tiene espinas.

Visto queda, nuestra uvila con la bolsita erizada de espinas en la fruta colombiana lama­ da trancaculo, y la uchua, como puede colegir el lector sin esfuerzo mayor, es la ora uvila inerme clasificada por Lineo con el nombre de Physalis peruviana.

Remito al aciente lector o consultor en estos mismos páginas lo palabro naranjlla poro que sea lo que es lulo en Colombia.

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Ledo. Carlos Coba Andrade

Constantes

y

V

ariaotes en la

Etnomusicología

y

Folklore

DISPERSION CUL TURAL

Los estdisos han pretendido detrmir la procedencia de ls primers cults de Amé­ rica, sin llegar a coincidr en ss opiniones y, por ende en sus conclusiones.

Los antropóloos conjuntamente n Jos fumerólgos han enconrdo monuentos ar­ queolgicos de sigulr imrtancia. En os monumentos han descubierto cános osliza­ dos, Instrumentos de labana, dons eo­ nales en diferentes materials metdlos, sgnos escriturísticos e insruents mus/cols.

Todas estas pizas encontads por Jos an­ topólogos y fumerólos, ya ea de un do casual o como esultdo de Instiacis s­ peciales, han conducido a formulr hiótesis sobre las primeos culturs en su "dissión ", Se han planteado dies hióeis oe

el origen del hombre americano, entre ls cua­ les podemos enumear as siuntes:

1.- El hombre primitio ameriano es oriundo de la propia América. Este mbre primitio es indeendiente de las deós razas humanos existentes, en su osiblidd de exis­ tencia, en todo el orbe;

2.- Otros airman que no es sino un inmi­ grante asiático, qe asó or el "Eseho de Behring, por la región de Alka, riginrio e uno raza colateral "monóia " o "femon­ gól!ca " ; y

Referencias

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