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TESINA PARA OBTENER EL TITULO: LICENCIADO E N SOCIOLOGÍA

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DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

D E P A R T A M E N T O D E S O C I O L O G Í A

LICENCIATURA EN SOCIOLOGIA

COORDINACI~N DE LA

TESINA:

“-“” ~ - - -

“Actores Políticos

e lnstitucionales en

una

situacidn

de

cambio o transicidn”

TESINA PARA OBTENER

EL

TITULO:

LICENCIADO

E

N

SOCIOLOGÍA

(2)
(3)

Dr*

Off0

Asesor:

(4)

Í N D I C E

A N T € C € D € N T E S , 6

OBJ€TIVOS Y PR€GUNTAS, 1 0

Transición y actores: u n tratamiento en Crespo, I9

Transición y actores: un tratamiento en Silva-Herzog Márquez, 23 Transición y actores: un tratamiento en Meyer, 26

Crisis de identidad de los actores, 35

Crisis y cambio estructural, 36

El papel de los actores políticos dentro de la coyuntura electoral, 42

El peso de los partidos políticos ante la alianza, 43

El PRI como partido de gobierno y su fin, 52

El caso del PRD, 53

PAN como oposici6n y conlo gobierno, 59 Presidente, 64

Conclusiones, 67

El sistema presidencialista en América Latina (AL) y en México, 69 Limites del presidencialismo, 71

Los sistemas de partido en un sistema presidencial, 75

La funcionalidad de un sistema presidencialista en algunos países de A.L., 77

El sistema presidencial en México, 79

El Congreso, 81

El poder judicial, 82 El fcderalislmo, 83

Crisis y descalabro del presidencialismo en M&:xico, 86

CONSIV€RfICION€S jZV4lZS: U n . c v t m n & S & v ~ r n & m ~ , 90

(5)

A

I relacionar cuando sc da un proceso de transición democrhtica en el sistema político Incxicano, algunos autores señalan 1968 como el punto de partida hacia un supuesto proceso de transición. ÉSta fecha implica un ~ n o ~ n e n t o decisivo, cuando el movimiento estudiantil y scctorcs de la clase media fueron capaces de retar a l sistema de partido de Estado de Inanera abicrta, dando corno resultado la exigencia de abrir canales de participación ciudadana.

Ante esa situación, el régimen respondió con l a relorma política de

1977-

1978, pretendiendo canalizar el descontento hacia el sistema electoral. En estos años se dio el inicio del proceso de apertura política en la iniciativa de reformas q u e facilitaron el registro de los principales partidos políticos de oposición y, en términos generales, amplió los canales para l a

movilización y l a representación política.

Pero la posibilidad de que la reforma política de los aiíos setenta rindiera fruto se perdió con la irrupción de la crisis económicas de 1982, que incrementó la magnitud y fuerza del descontento social. Fuerzas sociales que se habían estado estructurando durante varias décadas encontraron la posibilidad coyuntural de articularse dentro y fuera del campo del partido oficial.

Por ello, 1988 se presenta, o se da, conlo l a culminación o arranque de un scgundo episodio, del cambio político que inicia de alguna manera con los sucesos de 1968. El lapso colnprendido entre 1968 a 1977-78 representan una serie de sucesos que tienen su culminación cn l a coyuntura de 1988. En témminos generales, se considera que la polémica elección presidencial de 1988 fue la culminación política de un prolongado ciclo de cambio social y económico. Por lo mismo transformaron profundamente la estructura social de México, y que finalmente invadieron el terreno político y electoral. Asimismo, se puede considerar esta fecha como la cvidcncia del debilitamiento del sistema político mexicano en cuanto al partido de Estado. Por primera vez el sistema unipartidista habia virtualnmtc terminado, ya que l a

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Cárdenas) apareció con más combatividad y fuerza en las elecciones fraudulent-as de julio de 1988, donde se incluía o incluso se tenía la certcza de la inminente ruptura que había de ocurrir en el proceso político.

A partir de ese momento, se empieza a dar un cambio en cuanto al discurso político, planteándose l a necesidad de una ~nodernización y democratización en torno al discurso de l a

transición. Éste discurso creaba la necesidad o la urgencia, del cambio y transición: ya fuera de

un modelo de populismo estatista a otro de pluralismo guiado por el mercado, o de un modelo autoritario y neoliberal a otro de reforma democrática (Medina Peña: 1995).

Con ello, se observa que las fechas analizadas muestran una variedad de circunstancias

quc rcprescntan el inicio de una apertura política, como consecuencia de una fase continua de transformaciones con coyunturas idcntificables de crisis política, que abrieron la posibilidad de una transición democrática en México; y que nos hace pensar, en su probable culminación, porqué hasta este momento (considerando que han pasado 12 años, a partir de 1988) no se ha

consolidado esc proceso democrático. Y también, si es factible pensar que si puede existir o no

verdaderamente una transición democrática en México. Y que si así fuera el caso, cómo sería esa transición.

Si bien, los sucesos que se experimentaron en 1988 inyectó en la imaginaria política de Mkxico l a instalación subsecuente de una política más dernocrática, no es menos cierto que, ello

se produjo acompañado de profundas vacilaciones y contradicciones entre los actores

participantes. Donde la propia élitc gobernante, a partir de e:se momento, vio l a clara necesidad de reformar al partido de Estado - PRI, a fin de que éste nlejorara su actuación en las elecciones, e implementara a su vez políticas que permitieran una democracia más “abierta “y “autentica”, por medio de cambios en el ámbito elcctoral, las modificaciones a l a legislación respectiva y l a

reestructuración de los pactos corporativistas. Y donde a su vez los partidos de oposición empiezan acceder al poder, a raíz de las mismas modificaciones que se van implementando.

Así, los balances arrojarían lo anterior del lado de al élite y las oposiciones lo siguiente:

(7)

~ ~~ ~

aspectos. La élite gobernante (a partir del periodo de Salinas hasta el momento) respondió con iniciativas de reforma hacia una reestructuración de las relaciones entre el Estado, los sectores corporativistas, el partido oficial, la economía y el ámbito electoral. Dichas reformas se

cquilibran por l o que según Craske y Pansters (1998:643) denominan ”tendencias de

reestructuración neocorporativas”, surgiendo nuevas forrnas de sindicalismo e independencia, combinada con una postura pragmática hacia los derechos sindicales con una disposición para aliarse con el capital en una búsqueda conjunta para elevar la productividad y la calidad.

0

En

el ámbito electoral, las reformas que se hicieron a ésta, permitieron a la oposición ocupar

entidades locales y estatales. En 1989 se reconoce el triunfo del PAN en las elecciones gubernamentales en Baja California. El presidente Zedillo ha continuado aparentemente con esa política, reconociendo el triunfo del PAN de manera posterior en el mismo Estado y en Jalisco, y en 1997 a l Jefe de Gobierno del Distrito Federal por parte dcl PRD, cargo que se somete por primera vez a elección y en el que el Presidente reconoce públicamente su victoria, pero, estos supuestos avances de la oposición se podrían analizar conlo la necesidad de sanear la coyuntura política por 13 que atraviesa el país y el partido de Estado o como l a

continuación hacia esa credibilidad democrática.

Por un lado, el régimen ha dado ciertos pasos para l a creación de espacios políticos desde

los cuales podria construirse un proceso democrático, de (esta forma, podríamos cuestionar, qué

papel ha jugado l a oposición en la creación de esos espacios, así como l a permanencia o l a

estadía dentro de ese mismo espacio, si lo que en un principio habían ganado en 1988 al

colocarse en medio de l a arena política lo han ido perdiendo como partidos políticos de

oposición; donde es posible preguntarse si éstos partidos politicos tienen la capacidad o quieran entrar a una verdadera transición política, si vernos que l a estrategias del PAN es buscar un régimen de transformación gradual sin arriesgar una ruptura del marco institucional,

estableciendo una “estrategia de concertación” con el Partido de Estado (caso más actual el FOBAPROA y la no organización de una alianza opositora para enfrentarse en las elecciones

presidenciales en el 2000). En el PRD se observa que, aunque en ciertos momentos, h a indicado

que sus demandas de cambio político no son negociables, aunque, puede ofrecer garantías de continuidad en el ámbito empresarial, estabilidad institucional y política exterior, su gradualism0 también se hace presente en la dinimica política, aunque sea por ineficacia tácticas y /o

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Por otro lado, en este momento existe una mayor competencia electoral, debido a que el régimen ha respondido con lo que pareciera una apertura de l a legislación electoral, sin embargo, Cansino (1999) seííala los efectos y funciones paradbjicos del permanente reformismo

institucional, en el que afirma: " si bien los sistemas políticos de~llocráticamentc consolidados se

adaptaran institucionalmente a un entorno para mejorar su funcionamiento (en cuanto a su

productividad y eficiencia del sistema), en sociedades como la mexicana, donde las prácticas antidemocráticas invaden al sistema, el reformismo de derecha o izquierda constituye una esencia de legitimación. Es decir, de acuerdo a esta postura los cambios políticos del rdgimen mexicano, lejos de representar un proceso de democratización, son re:;ultado de la necesidad que tienen las élites de conseguir un consenso y una legitimidad según su entorno y temporalidad, cediendo espacios a la oposición para fortalecer los mecanismos de seguridad del sistema a fin de mantener el control y garantizar al

PRI

la sucesión presidencial.

En este sentido, Whitehead (1996) seiiala la dificultad de que en México se este experimentando un proceso de transicibn, dado que existen enormes espacios institucionales para una autentica democratización que son inherentes a ese tipo particular de autoritarismo, sustentadas en esa fuerte institucionalidad e ininterrumpida longevidad. Donde esos rasgos

obtienen poderosas implicaciones de inestabilidad para cualquier perspectiva de transiciin a un régimen basado en principios de no alternatividad que: le han garantizado una legitimación eficaz, bajo procedimientos, discursos, pactos y políticas de Estado gradualistas.

Este panorama muestra la dificultad de

que

realmente un país como México, dadas sus características y la complejidad del propio sistema, pueda darse una transición democrática, tal cual los casos conocidos; sin embargo, se rcconoce que a partir de las fechas señaladas el sistema político nxxicano ha experimentado una serie de reformas, cambios y modificaciones que siguen teniendo repercusiones en l a coyuntura actual. Es decir, en el caso del PRI ha permitido esos cambios, que pareciera ser, no son tanto por convicción política, sino por necesidad de sanear o salir de una crisis política.

En determinadas coyunturas l a oposición ha sido determinante para que el régimen

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Atztecedetztes

experimentando procesos de dcmocratización. Lo anterior, deja ver un ambiente mis democrático, pero consideramos que no se podrá hablar de una verdadera transición democrática hasta que el PRI sea derrotado en una sucesión presidencial, o por lo menos los cambios que presume el mismo partido sean de fondo para competir democráticamente.

Aun cuando el

PRI

se dice habcr expcrimcntado un cambio del “dedazo” a l “sufragio efectivo”, esto implica como mcnciona Whitehead (1996:466) una discontinuidad en actitudes y prácticas, tanto er, el interior de l a élite en el poder, corno con relación a todo el electorado. Es decir, lo muestra en su proceso mismo de elección interna -que se realiza por primera vez en l a

historia del partido- para elegir a su candidato presidencial (7 de noviembre de 1999), pasando de una forma tradicional del “dedazo” a un mecanismo supuestamente m á s democrático. Ante el electorado cl

PRI

se presenta conlo más denlocritico que todos los partidos de oposición, ya que ni cl

PAN

ni el mismo PRD eligieron a su candidato en forma democrática, por lo mismo estos partidos se dejan ver ante cl electorado más antidemocritico y autoritarios que el mismo

PRI.

Por ello, el objetivo de este trabajo es el de esbozar los posibles escenarios para la transición política en Mkxico, poniendo particular atención en el papel que el proceso de sucesión presidencial del 2000 tendri en el mismo; asimismo, se tratara de desarrollar las premisas en torno a l a transición democrática, tratando de responder a una serie de preguntas básicas para lograr dicho fin:

1 .-¿Se podría dar una posible transición democrática en hlléxico?

2.-¿Qué papel ha jugado el presidente de México en la transición democrática?

3.-¿EI PRI como partido autoritario podría soportar una transición democrática?

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Objelivos preguntas

5.-iRealmente los partidos políticos apuestan o necesitan una transicicin democrática?

6.-¿,Es posible que en México se efectúe unas clecciones más democráticas y más limpias en el

2000?

(11)

L

a palabra “transición” se convirtió en el concepto decisivo para entender un proceso de cambio político que estaban viviendo las sociedades de Europa meridional y de América Latina. Pero en los años ochenta este fenómeno se generalizo a otras latitudes para conformarse

en un verdadero cambio de dimensiones mundiales e, incluso, históricas. Poco más tarde I”luntington( 1994) denominaría a ese movimiento l a “tcrce:ra ola democratizadora”, mediante el cual reconoce que las causas de la democratización han sido variadas y, sobre todo, que su significación a través del tiempo sufre considerables modificaciones.

O‘Donell, Schimitter y Whitehead se inscribieron en el análisis de esa nueva situación, consccuencia, de que en las décadas de los sesenta y los setenta vieron decaer a su nivel más bajo la presencia de regímenes democráticos: dictaduras, regímenes militares, “autoritarismos

burocráticos”, dominaban casi por completo la escena del subcontinente, acomodos políticos que llamaban la atención para su análisis.

De ahí, el término “Revolución” ya no era un concepto adecuado para entender el tipo de cambio político que se había puesto en marcha, pues ni las regresiones ni las restauraciones aparecían como probables, en gran medida por el escaso prestigio que habían cosechado en su n1omcnto.

i

Fue a mediados de los 80’s cuando se dejaron escuchar las primeras profecías de la transición en América Latina.

Para O’Donell y Schmitter (1988: 19) “las transiciones están delimitadas, por un lado, por el inicio del proceso de disolución del régimen autoritario y del otro por el establecimiento de alguna forma de democracia, el retorno a algún tipo de régimen autoritario o el surgimiento de alguna alternativa revolucionaria. Lo característico de l a transición, es que en su transcurso las

reglas del juego político no están definidas”, por el contrario, están en constante movimiento y

son duramente cuestionadas. Los actores políticos ‘‘luclml no sólo por satisfacer sus intereses inmediatos y/o de aquellos que dicen representar, sino también por definir las reglas y procedimientos, cuya configuración determinará probablemente quiénes serán en el futuro los perdedores y los ganadores”. De acuerdo con esta premisa, l a transición democrática, es decir, l a

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Murco teórico Capirulo primero

de un conjunto de arreglos institucionales y prácticas políticas definidos y controlados

discrecionalmente por la élite en el poder, a otro acuerdo en el que la definición y el funcionamiento de las estructuras y prácticas políticas se someten a discusión, esthn garantizadas por la constitución y respaldadas por l a participación ciudadana.

Para Whitehead (1996:464), "la "transición" de un.0 a otro régimen se relaciona con la serie de cambios interactuantes que surgen cuando los principios básicos de operación se alteran. Arguye, lo que en cualquier caso concreto constituye un desarrollo creciente dentro de un

rdgimen, en oposición con los cambios básicos entre regímenes, no siempre resulta evidente. Sin cmbargo, al menos en lo abstracto, los principios básicos de operación del régimen autoritario

son claramente distintos de los de una democracia.

El autoritarismo en la América Latina de los años ochenta o noventa ya suponía una antropofagia social permamente: la sociedad no hacía más que crear más y mayor pluralidad, diversidad de visiones y posiciones, nuevas organizaciones, variadas formas de conectarse con el mundo y nuevos partidos, mientras que los regímenes autoritarios tenían que redoblar esfuerzos para suprimir, contener, reprimir esa misma pluralidad, era una labor tan obsesiva como

infructuosa: detener l a diversidad, la modernización socid, política y cultural puesta en marcha en toda l a región.

De ahí, los modernos regímenes pluralistas aparecieron típicamente, según

Hirschman( 1991), no debido a un amplio consenso preexistente de los valores básicos de la democracia, sino más bien a que diversos grupos, luego de un largo período de enfrentamiento y apuestas autoritarias, las mismas élites políticas, sociales y militares estuvieron por fin dispuestas

a buscar compromisos políticos con el objeto de redefinir las reglas del juego para su supervivencia y para su mutua coexistencia.

En América Latina, eso fue lo que paso: las transiciones fueron una especie de cursos intensivos para practicar distintos procedimientos de regulación de los conflictos y de los procesos políticos, a l igual, esos procesos de transición, de modernización implicaban nuevas relaciones con el mundo y sobre todo multiplicaban l a noción de naciones democráticas.

(13)

Marco tedr-ico Capítulo prinwo

Arguye, que las transiciones son procesos complejos cuya definición se juega en diversos ánlbitos y con ritmos diferentes, constituye una disputa por los diversos futuros posibles, donde los actores relevantes deben asumir una responsabilidad para conducirla dentro de los límites

políticos, abrir los espacios institucionales y conscnsuados’ para que el pluralismo político se desarrolle.

Pero que sucede, a l querer analizar o intentar explicar en esos térnminos, los procesos de cambio político que se están viviendo en México en este momento, dentro de una coyuntura que esta a la puerta una sucesión presidencial en del 2000, donde el sistema político mexicano apuesta su consolidación democrática, tanto illstitucionalmente como en su sistema de partidos.

No obstante, el problema esta en que más allá de ello, el sistema político mexicano no ncccsita la democracia, porque aim tiene vida, a pesar de que en el pasado le permitió a la élite gobernante mantener su continuidad en el poder durante décadas: control, represión selectiva, intcrpretación y aplicación arbitraria de la ley, cooptación, clientelismo, manipulación a través de los medios, etc.(Cansino, 1999), en la actualidad, siguen prevaleciendo mucho de los rasgos predemocráticos que le permiten su continuidad.

En el caso mexicano, a raíz de las elecciones presidlmciales de julio de 1988 se nmnejo la

“hipótesis del conflicto”, entendiéndose la transici6n como ruptura, ya que según

Merino( 1994: 13 1) abrieron una etapa de transición a la ¿de:mocracia?, porque represento, no sólo una medida en que la oposición se convirtió en una alternativa creíble para los electores, sino porque quedo claro que el PRI no era una fuerza invencible. Una oposición con más

probabilidades de triunfo en el futuro, después de 1988 todo indicaba que los términos de una transición a l a denlocracia estaban ya definitivamente planteados. Donde todo parecería actuar en favor de una transformación radical a las viejas reglas del juego, tan pronto se presentaran a partir dc ese molnento elecciones de alcance federal.

Esta hipótesis se rompe o se diluye, no solo porque el

PRI

ha logrado triunfar, al ganar plazas que había perdido en 1988, sino porque logro ganar las elecciones federales de 1994. Y en

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Marco fedrico Cupitulo primero

aproximadamente 10 millones de votantes. A raíz de ello, e l mismo partido anuncia que no hay

ninguna fuerza capaz de desplazarlo y competir con é1 en términos electorales. En este sentido, Whitehead (1996:482) señala: que el tipo transición que se experimenta en México, es una "transición subrepticia", ya que el régimen no se reconocc a si mismo como derrotado, ahora, porque cuenta con una base social que lo respalda, y tampoco reconoce la existencia de una alternativa democrática, ni capaz de desplazarlo, dada al situación actual de los partidos de oposición.

Considerando l a naturaleza tan peculiar de los procesos de transición, preferimos concebir

a la transición democrática como una dimensión histórica en l a que el régimen autoritario de partida ha perdido algunas características, pero sin adquirir del todo nuevos aspectos del régimen democrático de llegada. En ese sentido, la transición democrática representa una interacción entre elementos autoritarios y democráticos, y que dan origen a una estructura ambigua, debido a que no sucede lo que uno desea que se cumpla en la realidad, l a implementación de una verdadera democracia.

A continuación nos valemos de puntos de vista definicionales de la poliarquía- como la posibilidad de un concepto que se utiliza para ir más allá de la teoría clásica de l a transición democrática- y que por medio de l a información antes utilizada de la transición, podamos hacer comparaciones entre poliarquías consolidadas y las no consolidadas, así como hacer l a distinción entre países democráticos y los casos que no son considerados democracias, y en ese contexto situar a México.

El objetivo de utilizar este concepto es para dar cuenta de que éste en la actualidad se considera limitado al aplicarlo en países como México, pero más específicamente por ser

unilateral, ya que se remite tan sólo al acto electoral y no a l a importancia que tienen también las estructuras previas y posteriores a l poder.

En l a poliarquía existen dos instituciones extrem.adamente importantes. Por un lado, se encuentran las instituciones formales: (las elecciones), y por otro lado, las instituciones informales (particularismo o clientilismo en scntido amplio).

Atributos que caracterizan a la poliarquía:

l . Autoridades públicas electas

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Marco teórico Capitulo prinrero

3. sufragio universal

4. Derecho a competir por los cargos públicos

5. Libertad de expresión

6. Información alternativa

Libertad de asociación

Basándonos en estos puntos, se considera quc países como Mbxico, República Dominicana y IHaití, no son poliarquías en l a actualidad, ya que presentan irregularidades anlcs, durante y después de l a votación. En el caso mexicano se presentaron irregularidades en las elecciones federales presidenciales en 1988, y aunque en nnenor medida en 1994; se percibe que el partido de Estado (PRI) cuenta con los mecanismos para que las futuras elecciones del 2000

puedan favorecerles, ya sea por l a vía democrática o no.

Por otro lado, según O‘Donnell, los criterios antes señalados, nos permiten decir que los países como Colombia, Costa Rica y Venezuela son poliarquías, así como Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Panama,Uruguay, Chile y Perú..

Hasta el momento se ha hablado de los criterios que conforman a la poliarquía, es decir, lo relacionado con las elecciones, pero nada se ha dicho de las instituciones formales del régimen y el gobicrno, tales como parlatncntarismo o presidencialimo, unitarismo o federalismo.

‘ Por definición, todos los países que cuenten con elecciones institucionalizadas son

poliarquías. Según O’ Donne11 (1994,56-69), por institución se entiende: “como un patrón regularizado de interacción que es conocido, practicado ,y aceptado (si bien no necesariamente aprobado) por actores que tienen la expectativa de seguir interactuando bajo las reglas sancionadas y sostenidas por este patrón”.

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Mmrco tebrico Capitulo primero

Una vez que las elecciones están institucionalizadas, se puede decir que la poliarquía, o la democracia política, esta corzsolidada: si existe la expectativa de que se mantendrán en un futuro indefinido elecciones limpias, competitivas y regulares, y si ésta expectativa es compartida por la mayoría de los actores políticos y l a opinión pública, es probable que l a poliarquía subsista. Sin embargo, consideramos quc el termino poliarquía es limitado, debido a que pretende ser una noción unilateral de consolidación. Es parcial, ya que deriva l a sociabilidad política del acto electoral y no de las estructuras previas y posteriores del poder, de allí no se deriva cambios en la naturaleza de los regímenes políticos.

Tras la tercera ola de la democratización, los estudios de política latinoamericana

cotnicnzan a cnfrentar un escenario, en donde el continuo democracia-autoritarismo se ha visto reducido a un rango restringido de formas más o menos satisfactorias de poliarquía.

Por tanto, el estudio de la consolidación resulta en primer instancia el heredero indiscutido del modelo de transición, pero el concepto de consolidación no aclara el proceso de fortalecimiento de las instituciones, es decir, permanecen cn un terreno de gran confusión.

En términos empíricos, no obstante, cncontrar una definición satisfactoria es más complicado, O’DonneIl, por ejemplo, concibe la consolidación conlo una “segunda transición” que sigue a la instauración (en otros términos, se trataría del momento de la transición extendida). Los límites de esta segunda fase son difusos, porque dsta se prolongaría hasta alcanzar “el funcionamiento efectivo de un régimen den~ocrático”(O‘Donnell,1992b: 18). Linz y Stepan (19965) por su lado han definido l a consolidación como el momento en que la democracia es aceptada por todos los actores sociales; en palabras de Linz, la consolidación es alcanzada cuando la democracia se transforma en el “único juego en el pueblo”.

Andreas Schedler(1997) ha sefialado que la idea de consolidación alude a la “estabilidad esperada del régimen”, y que debe ser esencialmente concebida como la estimación de la probabilidad de supervivencia del régimen en un determinado momento.

Según Cesar Cansino (1999), el concepto de consolidación democrática se entiende como el proceso de firme establccimiento y adaptación de las estructuras democráticas, normas y

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Marcp teórico Capítulo primero

Cabe señalar, que dependiendo del grado cn qut: se vean implicados 10s distintos componentes de un régimen democrático en el proceso de firme establecinliento y adaptación, la consolidación puede ser parcial o total. Dependiendo del grado de legitimidad que muestren los

distintos componentes del nuevo ordenamiento institucional, l a consolidación democrática puede ser débil o fuerte. Dependiendo del grado de autonomía quc muestren las distintas estructuras de intermcdiación, la consolidación democrática puede ser inclusiva o exclusiva (el grado de autonomía se refiere a la manera como los partidos y lor; grupos adquieren, a l igual que las instituciones del régimen, sus propios intereses y activan un fuerte mecanismo de autorreforzanliento y reproducción). Y dependiendo de las posiciones ideológicas y la actividad de l a oposición, así como del tipo de relación que se establezca entre l a oposición y el gobierno y entre los actores políticos y sociales, l a transición democrática puede ser conflictiva o negociada.

En el primer caso, las decisiones políticas se tornan por el gobierno sin el apoyo de l a oposición,

existe una fuerte polarización ideo!ógica entre una y otra y, por últitno, los conflictos entre los actores políticos y sociales (sindicatos-empresarios-partidos de gobierno-partidos de oposición) son intensos y están en el límite del no encapsulamiento institucional.

Se puede afirmar que el grado de consolidación de un régimen es alto cuando dicho proceso h a sido preferentemente total mis que parcial, fuerte en lugar de débil, inclusivo y no exclusivo, negociado antes que conflictivo. Lo contrario vale para las consolidaciones de baja intensidad o incluso se pucde hablar de ausencia de consolidación.

A pesar de su atractivo teórico, el concepto de consolidación parece un callejón sin salida cuando se trata de alcanzar una definición operacional que tenga contenido distintivo y conserve

l a relevancia política.

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Marco redrico Capitulo primero

La utilidad de esta revisión, es con la finalidad de poder canalizar las posibles posturas de cada autor con relación a las distintas formas de ver la transición política. Considerando que cada autor se centra en uno de los siguientes enfoques: lineal, gradualista, de pactos y de ruptura.

Para Crespo, México atraviesa desde hace algunos años por una transición política, producto de un cambio profundo en las estructuras y procedimientos políticos que surgieron como consecuencia de la Revolución mexicana de 19 10, las cuales no tuvieron caracteristicas democráticas. Y además, el ciclo de vida de ese régimen está terminado. En tanto, cree en l a

posibilidad dc que el país se incorpore a la democracia. Afirma, “que es probable que el largo y sinuoso proceso de cambio político en nuestro país comien.ce una fase decisiva (Crespo,99: 11). Marca el año 2000 como la viabilidad de transitar en dos posibles escenarios:

a> poder salir por l a vía pacifica de su longevo autoritarismo, o;

b) el proceso se puede salir de los cauces institucionales y dar lugar a indeseables desórdenes y conflictos sociales.

Señala el caso de México como una transición política y no como una transición democrática, que desde su punto de vista: ha resultado demasiado lenta, con muchos altibajos y

retrocesos, y también con avances reales pero muy limitados que se han desplegado a l o largo de décadas.

Entiende en ese sentido la tramicidn politicn: ‘‘como la posibilidad abierta de que se pase

de un autoritarismo a otro con distintas características o signo ideológico, o incluso que se vaya de una democracia a un autoritarisrno”(Crespo,99: 19).

Por tanto, para Crespo, la transición es un fenómeno irreversible, pues el país esta inserto en ese proceso. Así, revisaremos algunos de SUS conceptos, para poder esquematizar y ver a que tipo de transición pretende llegar.

Para Crespo resulta prescindible, para poder describir ese proceso de transito,

comprender primeramente la palabra transición. Ésta, por sí sola, se debe entender: “como una especie de puente colgante, que va de un suelo firme a otro, atravesando un desfiladero. Que el puente caiga o no -es decir, que se pierda l a estabilidad- está supeditado a su relativa fragilidad o

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Marco tedr-ico Capitulo primero

autoritario o violento depende de múltiples variables”(Crespo,99:26). Talcs variables que inciden en el proceso de transición son:

-

de particular importancia es el comportamiento, los cálculos y las decisiones que tomen

los actores involucrados,

- el tipo de régimen dcl que se parte y al que se pretende llegar,

- la presencia e intensidad de una crisis económica y,

- el ambientc intcrnacional”.

Toma como variable fundamental el tipo de régimen que se ha desarrollado en México, ya quc csta constituye el punto de partida de l a transición mexicana, y representa una variable importante para explicar las peculiaridades de ese proceso en el caso mexicano. Para éI, el régimen mexicano se ha caracterizado por ser de indole autoritaria, a pesar de las formalidades democráticas en que dice estar inmerso, y donde cada autor la concibe como más le convienc.

Seííala que para un país pueda ser una denzocracia yolitica, debe definirse en los siguientes términos:

Debe ser un régimen que cstimule la rendición de cuentas (legales y políticas) de los gobcrnantcs; esto es la democracia política radica en l a capacidad de sus instituciones políticas para pedir cuentas pacíficamente a sus gobernantes, en caso de haber ejercido de manera ineficaz, abusiva o ilegal. Este objetivo puede lograrse a través de mecanismos institucionales que suele idcntificarse precisamente con un régimen democrático: a)una constitución escrita que fije las reglas de acceso a l poder y los límites en su ejercicio; b)la separación de los poderes estatales

que se contrapesen mutuamente; c) l a libertad esencial de opinión, expresión y asociación; d) una

competencia partidista que permita a más de un grupo l a o-portunidad real de acceder al poder en todos sus niveles; y e) un sistema de participación que faculte a l a ciudadanía a influir decisivamente sobre el resultado de tal competencia por el poder.(Crespo,99:37,38). En pocas palabras, una democracia perfecta.

Sin embargo, para @I mismo, bajo csta dcfinición., resulta dificil medir con prccisión y conccbir la democracia en Mexico. Existe u n carácter no dcmocrhtico del régimen priísta, en el que es posible afirmar que el autoritarismo mexicancl, h a desarrollado un alto grado de

(20)

Marco tecirico Cupitdo primero

sectores de l a p o b l a c i h al proceso político, y el grado de ac.uerdo entre los principales actores a los que están sujetas las reglas del juego vigente, independientemente de cuán democráticas y equitativas sean. Esto le permite, mientras mayor sea el gradso de institucionalización política que alcanza - democrático o no- mayor será SLI margen de continuidad y su base de estabilidad

política. Además, que esta institucionalización, en el caso mexicano, ha ido acompañada: por un lado; de la confornmción de cierto acuerdos entre la élite priísta para convivir y luchar por el poder, es decir, implica que el mecanismo de transferencia de poder dentro del propio grupo dominante ha que dado claramente dclimitado y aceptado en lo fundamental por los posibles

aspir3ntcs, y junto con ello, la existencia de un partido hege:mónico, que le permitió preservar un virtual monopolio político, y le brindo cierta legitimidad de:mocrática. Por otro lado, utilizo una estrategia de liberalización política que se institucionalizo corno parte esencial del régimen, en los cuales se utilizo como una medida de emergencia ante :Tuertes presiones internas o externas, ya en plena crisis de continuidad.

No olvidando que la libel-alizacidn implica, un proceso que va de un autoritarismo a otro que, sin dejar de serlo, adopta instituciones y procedimientos más abierto y flexibles de incorporación política, aunque de manera clara y limitada. Su propósito fundamental es prolongar tanto como sea posible l a vida del autoritarismo vigente, aunque para ello haga algunas

concesiones a la oposición y la disidencia, generalmente superficiales, que no tocan la esencia del régimen en cuestión(Crespo,99:65). Y en esta medida, no estaría adoptando directamente una

democratización.

Sin embargo, las ventajas derivadas de la liberalización son en principio temporales, por más que el periodo sea anlpliado del autoritarismo llegue abarcar décadas, como ha sido el caso

mexicano. En efecto, l a liberalización quizá no pueda prolongarse de manera indefinida. Podría llegar a su límite poco antes de alcanzar el umbral democrático. A pesar de esa misma institucionalización se ha erigido corno un obstáculo para la transición hacia l a democracia, en parte, precisamente, por el vigor que sus instituciones le han brindado a l régimen priista,

Esto ha dificultado el saber con prccisicin en que momento México cruzará o ya cruzo hacia l a frorztera democrática.

Los indicadores típicos que permiten determinar si existe el paso de un

autoritarismo a una democracia son:

(21)

Marco tecirico Capitulo primero

2-La aparición de partidos opositores legaln~ente reconocidos.

3-La celebración de elecciones competitivas entre más de un partido político.

4-E1 surgimiento de un congreso plural y autónomo.

5-La aparición, restauración o reforma estructural de una constitución democrática.

6-El llamado a cuentas por vía legal de un jefe o exjefc de gobierno.

7-La alternancia pacífica del poder, de un partido a otro.

En México, dice Crespo alguno de estos indicadores ya se dieron, sin la necesidad de una autcntica democratización. Sin embargo, cuando se parte de un autoritarismo institucional, dinámico y flexible como el mexicano, que se aproxima gradualmentc a una democracia, “el

tránsito es como viajar en un tren de un país a otro: se va recorriendo poco a poco el paraje y se

aprecia muy gradualmente las diferencias que median entre uno y otro país. De hecho, de no haber una frontera política bien delimitada, no se sabría exactamente en que momento se ha cruzado de un país a otro. Durante el “cruce” por lafrontertz denzocrcífica, lo que se percibirá en

l a realidad será un régimen “híbrido”, con algunos mecanismos que empiezan a funcionar democráticamente y otros que todavía operan en parte según su

autoritario”(Cresp0~99: 194,195).

origen

T K A N S I C I O N E N M E X I C O

AUTORITARISMO

e

PAIS

t

FRONTERA

POLíTICA

NO

M U Y BIEN

ELIMITADA

PAIS 4 3 DEMOCRACIA

Así pues, para Crespo, las fronteras entre un régimen autoritario institucional como el mexicano, y otro democrático - quizá de partido dominante

-

son muy amplias y poco claras. Por

(22)

Marco teórico Cupitdo primero

democrática se ha cruzado (cuando esa ocurra) y en esa medida empiece a brindársele el reconocimiento y apoyo que requiere para culminar con éxito.

Es el afio 2000, para Crespo, la posibilidad de la culminación del proceso de transición, el cual tuvo su punto de partida en 1988. Y sólo visualiza esas; próximas elecciones federales como las quc se vivieron en ese entonces, ya que el país experimento, por un lado, la fractura al interior dc la élite, consecuencia del modelo económico e:xistente, por otro lado, esto provoca

una salida de una parte de ella, con lo cual se rompen las reglas del juego y provoca una ruptura. No dcscarta en esa medida, que cl proceso de transición en la sucesión presidencial en el 2000, tenga dcsenlaces inesperados, ya que la “transición es una suerte de jaloneo entre elenlentos que impulsan la democracia y otros que pueden “descarrilar” el. proceso de cambio por fuera de los canales institucionalcs (ya sumamente debilitados por definición) y, eventualmente, provocar ingobernabilidad y violencia” (Crespo,99:34). Evidentemente, adopta un enfoque dc ruptura, ya

que cl mismo proceso tarde o temprano va a conducir a ello. Pero en la actualidad la posibilidad de que se produzca un desenlace bajo esta forma es muy escasa, porque ese gradualismo, que en algún momento 61 mcnciona, se han producido hcchos que demuestran la escasa viabilidad de un escenario de ruptura. Para demostrar lo anterior y restarle importancia a la postura de Crespo, se presentaron hechos corno las pasadas elecciones internas del

PRI,

para elegir candidato a la presidencia en donde se presumía una fractura al interior de csa elite y que en alguna medida iba

a rcpcrcutir en las elecciones federales y producir ese tipo de escenario.

En Silva Herzog-Márquez (en adelante SMH) se hace uso de la palabra transición, a pesar de la inconformidad que é1 mismo dice sentir, sigue siendo un término que nombra la naturaleza del cambio político que vive México. Considera que el momento actual, es una época de brinco, de crisis, un tiempo en que se desplaza el centro de gravedad del poder del sistema político

mexicano. El país en efecto, cambia de cuerpo: abandona un régimen para entrar a otro. Es un tiempo en que l a inestabilidad rige, el guión revelado de la transición dcmocritica ofrece certezas confortables. Es un mapa frente al caos de significados que nos confunde. Así, la ruta de la democracia se define como gestión de la sociedad civil y sus aliados contra el enemigo

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Marco ledrico Capitulo primero

vemos que el autor trata de contemplar o situar la transición en un punto de crisis, que trata de romper con sus formas anteriores y dar lugar a un espacio lleno de incertidumbre e inestabilidad; por ello propone la exigencia de una política prudente para acabar con lo que éI denomina un ambiente maquiavélico

A este momento maquiavélico éI le denomina transición. Lo utiliza para nombrar ese territorio lleno de ruinas y semillas que es el México de fin de siglo. Al hablar de transición resalta que esa criatura rara que nació de l a revolución mexicana, la cual escondió bajo formas consensuales su naturaleza no democrática, ya no existe. El raro animal está muerto, sin

precisarse cuando fue, pero lo que sí es que ha ido perdiendo sus características, de manera lenta, se ha ido transformando. Por tanto, la palabra que mejor describe el proceso de cambio político en México no es la transición sino mutación (SGM,99:53).

Considera pues, que no es mucho lo que ha nacido de ese matrimonio de riesgo y oportunidad. Después del asentamiento electoral que se vivió en 1997- afirma, la democracia es

u n sistema político complejo que no puede comprimirse en el instante electoral -, México podía por fin, pasar la página: enterrar el tiempo de las discordias y lanzarse a l a era de la transición reconstructora. Sin ernbargo, lejos de acelerar el paso para terminar con el recorrido, los

dirigentes resolvieron acampar el puente. En lugar de avanzar hacia la ribera democrática, suspendicron l a marcha e inauguraron un nuevo tipo de sistema político: la transitocracia.

T R A N S I C I O N

. . . .

INICIO FIN

(RIBERA DEMOCRATICA)

PARA EL SISTEMA LA

T R A N S I C ~ O N "b

LA

TRANSITOCRACIA

(empantanada)

A l l í CULMINA

Es l a tramitocracia: el equidistante del autoritarismo y de l a democracia, la transición empantanada constituye un modo peculiar de organizar el poder que, lejos de disolverse con el tiempo se consolida,. Esta transición ya trabada ha establecido ya las rutinas de un régimen establecido. Es pues, la transitocracia, un sistema político con un amplio pero irresponsable

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Marco teórico Capítulo primero

adversarios pero carecen de la determinación para actuar en concierto, es decir, es un régimen político en que los diversos actores tienen una ambigua relación con la legalidad, la cual suspenden cuando la causa lo exige. Descansa así, en l a negación o la postergación del diálogo, prolongación del combate y l a desconfianza. Por tanto, nuestro régimen, la transitocracia, el territorio exclusivo del recuerdo. Su universo es un internllinable inventario de recriminaciones cruzadas que proceden del pasado mis remoto. Es la pasión de la ruptura, la necesidad de negar y condenar el pasado inmediato, lo que ha puesto a l a kansición mexicana de espaldas al I"utuIo(SGM,99:63-65).

Sin embargo, seííala que se camina por las arenas ondulantes de l a incertidumbre, l a

transición. Donde; las elecciones son crcíbles, las instituciones recobran vida, la presidencia h a

dejado de ser un poder despótico para convertirse en un poder entre poderes, l a prensa investiga y

cuestiona, en pocas palabras la transición es ya un hecho histórico. Es un hecho histórico, porque

los sucesos de 1997 hicieron de l a transición, un fenómeno que quedará en el pasado, ya que a h í

se verificó el traslado crítico, el desplazamiento del poder dle un grupo dc hombres a una serie de reglas y procesos abiertos a múltiples desenlaces. Un instante en que nadie es capaz de revertir los resultados de la competencia pluralista, hemos cruzado el umbral. Ha concluido la transición porque el antiguo régimen esta ya muerto.

1997 significa para SHM una elección totalmente limpia que marco el camino de la historia e inauguro una era de promesas e incertidumbre; fue un suceso que deshecho el monopolio del poder y se convirtió en la gran amenaza para la democracia, y l o cual esto podría significar, l a instauración de una política de venganza, la imposición de reformas que

encontrarían un repudio en bastos sectores de la opinión publica, y Io que el denomina muy comúnmente a lo largo de sus postulados, el tajo de la navaja jacobina.

Ante esta situación propone l a creación de una "democracia sana", en que deban reconocerse los unos a los otros, ya que seííala que México siempre ha vivido entre los extremos, la dictadura y la anarquía, la derecha y la izquierda (pero en qué momento)el clericalismo y el jacobinismo. Precisa que nos ha faltado un centro y, que por eso nuestra historia ha sido un

fracaso. En tanto, es l a prudcncia para dl, el puente del transito pacifico del autoritarismo a l a

democracia.

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Marco terjrico Capitulo primero

la actual crisis del régimen, y no evaluar el pasado y de garantizar en alguna medida el futuro por la impunidad del pasado resiente.

Utiliza o llega a la creación de su propio concepto: l a transitocracia, en el que pretende explicar, en qué momento se ubica la transición en la actualidad, sin embargo, a pesar de que reconoce los efectos y la naturaleza del sistema político mexicano en cuanto a que está experimentando cambios se olvida de lo social y lo histórico de un régimen.

Para SHM la transición ya quedó atrás, debido a pactos efectuados entre las elites políticas

para lograr sus diferentes visiones democráticas, por ende, consideramos que para éI, en las cleccioncs federales del 2000 ya no se dará una transición en términos de un cambio de un ritgimen a otro, sino esta en la preocupación de establecer una democracia sana, porque

considera que ya existen distintas fuerzas que pueden competir por el poder y que han contribuido al cambio que ha vivido el sistema político mexicano.

i

En Meyer se retoma la transición a partir de Philippe C Schmitter, que según estos se pueden clasificar según su evolución a lo largo de dos ejes, uncl horizontal que va del compromiso multilateral entre los actores políticos hasta el uso unilateral de la fuerza por uno de ellos, y el otro

-

vertical

-

que va de tener a las élites como actores únicos de la transición hasta el caso donde son las masas las protagonistas principales. El proceso mexicano es ejemplo de una transición que se desarrolla en una dimensión intermedia entre esos cuatro tipos ideales. Lo que se ha avanzado en la transición mexicana no se ha hecho teniendo como base un gran acuerdo multilateral entre las dirigencias de las principales iilerzas ten pugna, y aunque la violencia se ha estado presente en todo lo largo del proceso, lo logrado hasta ahora tampoco ha sido resultado de una imposición unilateral y por la fuerza de alguno de los actores. Desde la perspectiva de la dicotomía élites - masas, nadie puede negar el papel fundamental que jugaron en las movilizaciones antisistémicas de 1987-1988 Manuel Clouthier y Cuauhtémoc Cárdenas

-

dos

(26)

Marco teórico Capitulo prinzero

aunque las ha habido - su ejemplo más claro, pero no Único, es el de las negociaciones entre l a

Presidencia y el PAN de 1988 en adelante

-

ni la rebelión de masas, que también las ha habido - l a presencia del Ejército Zapatisla de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas es uno de los telones de fondo de la transición.

Meyer piensa que la prolongación de la transición política en México que lleva ya treinta

años, no sólo tiene efectos en la arena política, sino que también tiene efectos sociales y

económicos. L a posibilidad de alcanzar l a madurez del nuevo sistema económico mexicano - uno basado en el mercado global y en la expansión de las exporhciones a un ritmo que permita crear el millón y medio de mexicanos que anualmente se suman a las filas de la población económicamente activa - tiene como condición necesaria la creación de un sistema político estable, s6lido y eficaz, que sea capaz de crear el Estado de derecho, ser predecible y disipar los crecientes signos de ingobernabilidad, tales como l a inseguridad, l a penetración de los aparatos de seguridad por el narcotráfico, la rebelión de comunidades indígenas, l a contaminación y destrucción ecológica, el crecimiento del mercado informal, etcétera, y recrear las bases de una estabilidad de largo plazo.(Russell Humke Fitzgibbon, 1994). Actualmente, para México esa nueva estabilidad l a puede dar únicamente la recuperaciOn de l a legitimidad, y para ello es

indispensable el arraigamiento de un pluralismo que cumpla con las condiciones de l a democracia política que, y siguiendo a Samuel P. Huntington, son estas:

-En el siglo

XX

un sistema político es democrático en l a medida en que aquellos que más poder tiene para tomar decisiones colectivas son se1ec:cionados por la vía de elecciones periódicas, honestas y justas, en las que todos los candidatos puedan competir libremente por los

votos y en donde prácticamente toda l a población adulta puede ejercer ese voto(...).

-Y también, implica l a existencia de Iibertades civiles y políticas de expresión, publicación, reunión y organización que se necesitan para el debate político y la celebración de campaíías electorales. (Huntington, 199 1).

Cuando finalmente en México los resultados de las elecciones ya no sean puestos en entredicho por la oposición, tanto a escala nacional corno local - recuérdese que es la oposición y sólo l a oposición la única que puede dar el sello de aprobación de “honestas y justas” a las

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Marco tedrico Capítulo primero

dcsarrollo económico y lanzar un ataque a fondo a la desigualdad social; únicamente así se podrá consolidar una genuina nacionalidad mexicana.

Una ruptura clara y simbólica con el pasado político es algo que exige la salud del país. Desgraciadamente, el transito nlexicano a un nuevo estadio político se esta llevando a cabo de manera caótica, contradictoria, a base de empujones y francos retrocesos. En realidad l o Único que hoy cs claro es que frente a la prcsión creciente de una sociedad crispada por los efectos de una crisis global e interminable, l a vieja clase gobernante trata de recuperar terreno, de ganar tiempo y posponer el momento en quc deba entregar cuentas, y prescindir de privilegios.

Por otra parte, Meyer sefiala que la sociedad mexicana se encuentra en un momento de desconfianza y de incredulidad hacia el discurso político, así como de la misma clase en el poder, estos últimos tratan por todos los medios postergar l a tan necesitada y esperada transición política.

L a clase política en el poder carga hoy con un gran desprestigio histórico, pues es ella la que ha fallado repetidamente en los últimos treinta años, y son sus intereses los que constituyen hoy su principal obstáculo para lograr el cambio de sistema.

México hoy requiere de un sistema multipartidista, que l a institución presidencial pierda

hoy muc110 de sus poderes metaconstitucionales y todos los anticonstitucionales que ha acumulado desde hace más de medio siglo.

Cuando Meyer habla de democracia incipiente se refiere a una democracia que no puede quedar reducida a la institucionalización de la competencia entre elites, y que para que esta

democracia sea capaz de madurar, debcrá traducirse en acciones que modifiquen sustancialmente el nivel y la calidad de vida de la mayoría.

Señala 1997 conlo un síntoma del inicio del fin del régimen, en donde el 6 de julio, la capital del país quedo en manos de la oposición, ya no quedo en manos de un subordinado del presidente, sino de un funcionario electo.

L L a oposición ha ganado tcrrcno, ha triunfado electoralmente en varios estados de l a

república, por tanto, por lo menos en esos casos, el poder presidencial h a perdido poder de arbitraje; pero recuérdese que l a oposición obtuvo l a mayoría en la cámara de diputados, así de

(28)

Marco redr-ico Capítulo primero

régimen político mexicano tradicional ya no existe. Y el reto nacional es remplazarlo con algo a la altura de las nuevas expectativas.

Meyer es muy claro para contextualizar a México dentro de la transición política, ya que para éI,

se puede hablar del fin del régimen mexicano dcsde el momento mismo en que la oposición gana vía elección, la gobernatura del Distrito Federal, cuando gana espacios políticos, y cuando la oposición se adueña de la mayoría en la cámara de diputados restándole poder a la institución presidencial. Desde ese momento se puede hablar del fin del régimen.

Por otra parte, señala que México entrará al camino de la democracia cuando experimente elecciones libres y honestas, y para que esto suceda, es necesario que la misma oposición lcgitimc dichas elecciones, así mismo, cuando el partido en el poder pierda, respete los

resultados. Es en este momento es cuando se estará hablando de dejar atrás l a transición y entrar a

una verdadera democracia, o como el mismo Meyer lo señala: se entrará a una democracia incipiente.

ÉI parte de que el caso mexicano es muy especial, raro, en el sentido de que es en gran

parte autoritario, pero no se le puede catalogar como tal, por el hecho de tener algunos aspectos democráticos, y por consiguiente, no se le puede catalogar con10 democrático.

Concretamente, el análisis de la transición política en México, a partir de estos autores, exige el establcciniento de un análisis diferencial de conce-ptos entre ellos que ayudan a entender que tipo de transición se pueden experimentar en las próximas elecciones federales del 2000.

Así, según Meyer, todas las transiciones a la democracia en el último cuarto del siglo, incluso las que han corrido ccil suerte, no fueron procesos ordenados y planeados desde el inicio, aunque así pudieran interpretarse, sino autenticas aventuras sin posibilidad de determinar de

antemano el resultado, y son, en ese sentido, ambiguas, porque no suceden lo que uno desea que se cumpla en la realidad.

(29)

A4urco tebrico Capitulo primero

habitable, más equitativo y sin menos violencia y corrupción.

Bajo el mismo concepto, para SGM, l a transición ya quedó atrás, del sistema que quiso institucionalizar la revolución hemos pasado a un régimen que fija la transición: el sistema de la transición institucionalizada, la transitocracia. La transición ha cumplido con su propósito. En el instante en que nadie es capaz de revertir los resultados de la competencia pluralista, hemos cruzado el umbral. es precisamente la consolidación pendiente lo que exige una moderación de

las expectativas desatadas en el periodo de l a gestación den-locrática. Pero estamos todavía lejos de habitar en una democracia consolidada, firme y estable. Por tanto, su postura es distinta a la de Mcccr, dado que este ílltimo plantea que estamos todavía en e proceso, y el 2000 sería l a

oportunidad para que actores políticos como sociales empujm o forjen a la culminación de ésta.

En contraste, Crespo no visualiza la transición en los términos anteriores. La visualiza como síntomas de ingobernabilidad y violencia sobre el ta.blero político. Ésta, sólo implica un proceso que es consustancial al riesgo de l a inestabilidad política (que implica, entre otras cosas,

l a ausencia de acuerdos sobre las reglas que deben regir para acceder a l poder). Pero ello no significa que dicha inestabilidad sea inevitable, es decir, el paso de un régimen a otro supone una especie de salto mortal, en el cual se podría perder l a estabilidad, dado que ha de cruzarse por un terreno con poca o débil definición de las nuevas reglas.

La coyuntura dentro de ese proceso de cambio político se da:

En Meyer, el viejo régimen no murió en 1997, pero es muy improbable que la sociedad mexicana y el mundo externo le vuelvan a permitir recrear las condiciones que le dieron vida, permanencia y vigor, es decir, cada vez es menor l a posibilidad de que el sistema político mexicano regrese a1 autoritarismo pleno que ejerció durante más de seis décadas. Ésta fecha

implica un momento coyuntural de dicha transición porque l a oposición a través del apoyo de la sociedad en términos electorales pudo acceder al poder.

Sin embargo, el PAN y el PRL) no dan muestras claras de que en materia de honestidad son capaces de controlar mejor la corrupción, así como a los mandos medios y superiores de sus burocracias. Estos dos partidos y el resto del sistcma político nlexicano se han encontrado con una sociedad que ya no quiere más demagogia, sino hechos, es una sociedad decepcionada y hostil. Pero el 97 para Meyer no implica que se ha llegado a la transición, sino solamente representa un parteaguas en l a transición prolongada iniciada desde el 68.

(30)

Marco teórico Capitdo primero

transición se da a partir de los sucesos que se experimentaron en 1988, consecuencia de que en 1987 se manifestó una ruptura del partido oficial, en donde el PRI no entendió los vientos de cambio que hacia factible, de nueva cuenta, una ruptura del partido. Esa escisión, aunada a la

cerrazón política que el gobierno presentó durante su segunda mitad y a los efectos sociales de la crisis económica, preparó el terreno de la “insurrección electoral” de 1988, y que implica el

momento en que el país se usó más cerca que nunca de l a inestabilidad, y la posibilidad de experimentar una verdadera transición.

En contraste, SGM 1997 es una fecha decisiva en. el camino hacia la transición. L a

novedad de éstas es que generaron confianza, las consideraron creíbles, los competidores

aceptables, los vencidos reconocieron su derrota. Se había fimdado la base electoral del régimen democrático en un sistema verdaderamente pluralista. Las elecciones de 1997 enterraron cl “sistema de partido hegen~ónico”, que se fue deshaciendo., desatando poco a poco, y abrió al fortalecimiento electoral de las alternativas y robustecinliento de las instituciones de l a

imparcialidad.

Este momento coyuntural abrió la posibilidad de contextualizar a los actores políticos. En el caso de SGM, la transitocracia ha implicado un sistema político con un amplio pero

irresponsable pluralismo, en donde los actores politicos adquieren el poder para bloquear a su adversarios, pero carecen de la determinaci6n para actuar en concierto. Vetos, equilibrio de

excesos, la sordera.

La

transitocracia es un régimen político en que los diversos actores tienen una ambigua relación con la legalidad, la cual suspenden o ignoran cuando la causa lo exige. Sólo se podrá construir un nuevo régimen cuando los actores sean capaces de renunciar en alguna

medida a sus hábitos, a sus certezas, a sus recuerdos. Es decir, el sólo ve en los actores como aquellos que deben tener la capacidad de pactar una “democracia sana” que permita la consolidación de la democracia.

(31)

Marco tcdrico Capilulo prinlero

requiere el momento político.

Es en Meyer donde no sólo son los actores políticos como aquellos que tienen l a

capacidad de transformar o pesar en un proceso de cambio político, sino también, son los actores sociales los que representan un sector importante de la sociedad que forman parte de ella y en l a

medida de sus posibilidades aportar o transformarla.

La clase política en el poder carga hoy con un gran desprestigio histórico, pues es clla l a

que ha fallado repetidamente en los últimos treinta aííos, y son sus intereses los que constituyen hoy su principal obstáculo para lograr el cambio del sistema.

La élite empresarial, nos muestra la historia, que el poder económico se subordinó al

político, y los individuos que hoy conforman el grueso de al élite del dinero, tienen una biografia muy ligada y dependiente de l a clase política tradicional. Con frecuencia han sido sus contactos con el gobierno los que han dado los contratos, les han abierto las puertas a las privatizaciones o les ha dado protección en momentos dificiles. Estos grandes empresarios son en realidad parte del problema y no de la solución.

La Iglesia se encuentra dividida y en la actualidad su capacidad de ofrecer liderazgos a

escala nacional es prácticamente nula, aunque no hay que olvidar el liderazgo local en su momento tuvo el obispo Samuel Ruiz en Chiapas. Esta institución no ha llegado ser l a soluci6n a

los problemas del país, lo anterior se explica por l a relación de l a Iglesia con l a élite de poder.

Mientras el autoritarismo funcionó, los partidos de oposición fueron irrelevantes como formadorcs de un liderazgo alternativo. Y dice Meyer, quc hoy ya no es ése el caso. Sin embargo,

los partidos de oposición apenas si se han penetrado en el vasto mundo de l a sociedad mexicana.

Al

lado de los partidos políticos surgen la Organizaciones No Gubernamentales, quienes se caracterizan por su dinamismo y por su crecimiento acelerado, así como, su amplio campo de a c c i h , dando como resultado actores independientes y con imaginación, capaces de presionar para el cambio.

La represión acumulada por el fracaso cconi)mico, al rcsistcncia a la dcmocratización y la

corrupción hicieron que a partir de 1994 apareciera en MCxico un actor que se creía extinto: los

movimientos armados.

(32)

Marco teórico Cupitdo primero

inmediata y económica para renovar nuestra dirigencia.

Finalmente, vemos en cada uno de estos autores, que se diferencian por su forma de percibir l a transición política, en el caso de Meyer, ve ésta desde la perspectiva de que México experimenta una transición prolongada, donde el sistema político mexicano por sus intereses

trata a toda costa de prolongar dicha transición, en el caso de SGM la percibe como de pacto, en

l a medida cn que hay que pactarla, olvidando el pasado para recuperar el futuro, y por Último, l a

postura de Crespo, que sólo bajo una ruptura entre los actores políticos se podrá emerger a una transición. Por ende, todos aceptan la transición y no dudan de ella.

Sin embargo, consideramos que las diferentes posturas, tienen su relevancia, en el

momento que pretenden describir l a coyuntura política en México, pero no contribuyen a

establecer una teoría precisa de la transición en México, que nos ayuden a esclarecer con precisión que tipo de transición experimenta el caso mexicano. A pesar de que se dan a la tarea de describir las características y complejidad del propio sistema político, y que nos muestra l a

dificultad de que un país con10 México pueda darse verdaderamente un proceso de transición, tan solo por el hecho de que el sistema político es ambiguo y diferente, con relación a otros países que han experimentado dicho proccso. Por ende, es dificiil adoptar una postura que nos lleve a

contextualizar con exactitud la transición en México, y sobre todo, porque éstas se remiten o se relacionan con un proceso electoral pero nada se dice de las instituciones formales del régimen y el gobierno, tales como el parlamentarismo y el presidencialismo, indicadores que consideramos útiles para analizar sí México está en la posibilidad de experimentar una transición, o en su

defecto, si es ya un hecho consumado, es decir, en el estadio de una democracia (pero, ¿Cuál democracia?). Considerando nuestro caso como algo que todavía no esta dada, y por ello, la importancia de analizar l a sucesión presidencial, no sólo como un momento electoral, sino como

la posibilidad de analizarla en términos institucionales para ver sí dsta va ha permitir que se emerja ya a una verdadera democracia, que permita l a fimcionalidad del propio sistema, y por ende, se llegue a una gobernabilidad. Así, el estudio de l a transición se analizará bajo esta perspectiva, para ver en que condiciones se encuentra éSta misma, y en que condiciones están y

se desenvolverán los actores políticos al desenlace que pueda producir la transición en términos electorales.

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