La modernidad
superada
Arquitectura,
arte
y
pensamiento
del siglo
XX
Josep Maria
Montaner
Le Corbll>ier, Lllcro C051d, 0.'«(/1' Niellleye')" y otros.
lvfinistcl'io de Fduc"clón y S,¡¡¡úLid, Río de/tmeiro.
"La necesidad de una expresión monumental en arte y arqui teCtuL\ h;lcxi,tido y se ha resuelto siempre en rodas hs (ivd i7.1
ciones. La nuestra no puede ser una excepción."
Sigfried Giedion. 1
Una de las cuestiones que toma mayor protagonis mo en
b
arquitectura a partir de Jos años cuarenta es el de l;¡ blJsqued;¡ de una mayor expresividad. E. ta busqueda adopt:l objetivos diversos: Sigfried Giedion, ]osep L!uís Sen y Fernand Léger lanzan en 1944 elmanifiesro reela mando una " nueva monumenta \'dl;¡d" que vaY:l mas;¡' 11'a de lo mer.1J1J(~ll[L' funcionaV Sigfried Giedion insiste en "el derecho de expresión"; Fernand Léger reclama el uso del color como elemcIlto expresivo de la ciudad; Lucio Costa defiende lJ "expresió n" e "i ntención plástica" de una arquitectura realizada con tecnoJo~Í:l moderna; y Louis K,~hn define la monu mentalidad eH arquitectura como una cualidad espiritual inherente ;¡ una structura intemporal y unitaria. La p;¡uJatina instalación de escultura.~ modernas en los espacios púbJicos de las grandes ciudades será una de las consecuencias de esta búsqueda.
92 ]osep Maria Montaner
tiene relación con la función (la expresión del uso especí fico, público o privado, de cada edificio); es la base de la belleza que la composición puede alcanzar; y es resulta do de b técnica)' de los materiales utilizados que pueden ser expresados de Ilunera más o menos auténtica. Por afirmación o por negación, por insistencia en un estilo o en una técnica, por el recurso a las formas puras o a la or namentación, la historia de la arquitectura nos muestra cómo cada momento viene definido por una posición concreta respecto a la cuestión básica de la expresividad. En definitlv<l, la preocupación por la recuperación de la expresividad y por la búsqueda de una nueva monumen
t.t1
idad en la arq uitecru ra mocler na sign ifica el resu rgi mienro de un problema irresuelto -el del "carácter"-, pbnte;ldo en la segunda mitad del siglo XVIII y margina do por el movimiento moderno.De hecho, las mismas convicciones de
1:1
arquitectura modern~l SL' han convertido en los mayores obsdculos
para poder alcaIlzar "una expresión monumental", n este sentido, la ~lrquitecrura moderna se ha distinguiJo por su volulltad de negar la expr sión como cualidad autónoma de la [orm<l. He aquí uno de los elementos carJcteriJ..1dores de las vanguJrJias, m:HlikstjLl(, por ej<.:mpio, en b fábrica Van dle en Rottcrdam, de Jo lunnes Andr('~lsBricknun y Leender
T.
Cornelius van der Vlugt(t
';115-1927): nL'gación de la expresivid<H.l fornl.l1 en la medida que la forma sigue a la fu nción)' eSr<1 de finida scncialmente por una espectacular precisión téc nica. El concepro dominante de expresión consiste en identificar directamente modernidad con funcionalidad y avance tecnológico. Con la arquitectura moderna, ta
La exprejión en LA arqttiteClimt de después del mo-vinriClliO moderno 93
Jiferenciación de cada tipo de edificLo se va diluyendo en el tratamiento formal, homogéneo y estandarizadopre conizado por el funcionalismo racionalista.
EL
cn
C:FrTO DE CARÁCTER EN LA EDA O CLÁSICALa arquitectura moderna se enfrentó a uno de los conceptos qu<.:
había
asumido la tradición académica. El concepto de "carácter") tal como Jo reelaboró Antoine Chrysostome Quatremere de Quincy, desde la EncyclopJclic métbodique (1788), en b que escribió el largo artícu lo "caraetére", hasta el tardío DictionnaiTe Historique de l'Architecture (1832), comrituye una síntesis racional de los diwrsos tratados dt> Germain Boffrand (1745), Jac
ques-Fran~uis Blondc] (1771-1777) y Etienne-Louis Boul lée (1793). ToJo ello encuentra su expresi()n en el con cepto de architcctlirc parlante y en la inspiración inicial en b n<lturalez.a y en las cuatro esracioJl 'S t:tl como se ma
niE
'stó en la segunda mi t3d del siglo XVlIl. i Boullée hablóde carácter ~r:tve,sublime, ,1gradable, elegante, pintores co, li¡:;~ro, triste, :degre, pomposo y noble.~ Robert Mo nis habí:l hablado en sus Lectl/res on A rchitecture (Lon dres, )734) de tres clases de arquitectura: grave, jovial y encanr;¡dora. Se podría hablar también de carácter mas culino, femenino, sereno, simple, etc. Nicolas Le Camus de Mézieres insistió en que incluso cada espacio interior debe tener su c::ldcter particular. S gún él cada objeto
94 Josep Maria Montaner
y los colores, Le Camus estableció diversos tipos de ca rácter: disti nti vo (en la ligereza de la arq uitectura g?tica)_~
esencial (solo lo poseían los egipcios y los griegos), ldt>al (las obras de los genios que escapan a las reglas) e imItati vo (el que obedece a reglas).~
Quatremere de Quincy propuso una síntesis cane siana de dicha atribución de carácter a la composición, estableciendo tres tipos -esencial, distintivo y relativo (ideal e imitativo)- y fundamentando los diferentes es tijas en razón de diferentes orígenes y condicionantes climáticos: la cueva y la profundid~ld} en los pueblos cna dores de
la
India; la vertic:llidad y ligereza de la tienda de campaña de los pJstores de ChLna; yla
naturalísca cabaña primitiva -con columnas y frontones- de los pueblos euro peos agricultOres en Grecia (la armonía) y Roma(el
lujo).El
conceptO de caráccer, que ya abrazaba toda la his lOria, siguió evolucionando a lo largo del siglo XIX, inr:erpretado en textos como Ess,¡/ sur les signes inconditionnels
de I'art de Humbert de Supervílle (1827) y Grammaire
des Jl res dI!. Dessin dL' Charles Blanc (1867), llegando hasta Julien GlIadet quicll, JI final de 1:1 tLldición académica y en el inicio del funcion::liismo moderno, enciende C<lrác ter como "idemidad entre la expresión arquitectónica y
1
a expreSlOn mora.
' I de1
programa"
.(,
Pero si los proyectos de cárcelt"s, palacios de justicia, casas unifamiliare,~ o edificios clllwrales de 13ollllée, Clau de Nicolas Ledoux, Je<ln-Jacques Legllcu, Antoine Lau rem Thomas Vaudoyer o Bernard Poyet ponían un én fasis primordial en el carácter de cada edificio,
el
pragmatismo posterior a la Revolución Francesa, el racionalismo de la escuela de Jean-Nicolas-Lollis Durand y el eclecticismoLa exprc.'iÓIl en La arq/~ll.eClt(j"a de de,pués de/movimiento modemo 95
consumista del ~iglo XIX, con un culto al carácter que ~ulminó en la Opera d_e Par[sJ1861-1874) de ChaLles Garnicr, fueron agotando y diluyendo la intensidad de dicho concepto.
LA EXPR -SJÓN EN LA ERA DE LA MÁQLJI:'-Ji\
En la medida que la cuestión deJ carácter se identifi ca con la doctrina académica, l;¡ arquitectura moderna toma la opción de su neg:1Ción. La arquitectura del movi mien to modern o s . bas·} c:n la idt:a dl:' la ausenci" de carác ter. El carácter consiste dlrect:l e inmediatamente en 1<1 propia identidad moder-na del edificio: tipológica, pLís tic1, técnica, funcional. Si el origen del concepto de carácter consislc en una función de representación de los valores del pasado, en la arquilL'cturJ moderna el C;lráC ter dc su modernidad ya no se represema, es; ya no se pre coniza un carácter individual sino universa.l, prOlOtÍpico. La arquitectura moderna, que es ahistórica por princi pio, ya no represent<l nada del pasado, sino que es y sólo puede represem3r su propia condición de modernidad. Una arguitectura de aspiración internacional debía ne g:1r
el
concepto de carácter por todo lo que comportaba d forma singuhr y específica, de costumbre local, de excepLÍón o accidente. 7
96 Josep Maria Montaner
dion y Christian Norberg-Schulz, se ha construido una visión de la arquitectura b~ada_enun es uema que valo ra los grandes momentos de ia historia, qUt~desprecia la confusión y degeneración de estilos nacidos del eclecti cismo del siglo XIX, y que rCc!<lma un nuevo lenguaje para el siglo xx que arranque de las obrJs emblemáticJs de los maestros de 1:1 ;']ryuitectura moderna.
Exist n más obsLáculos de p,1f[ida por parte de bs vangUJ di~ para ak;1nz,lr un;'] nueva mOllurnenralidad.
"s ( oposición ;lb mUIHll11tOlltaJi
hc1
tradlcional -recordemos el Sexto de los 17 puntos de b arquitectura neo
I :í.tica que' heo van D le'sburg publicó en 1925~- se Ill.lni
Pi _
ca
en otro de los objcL ¡vos de la arqu irect ura de b era de la m<lguina: todo se subordina a la búsqued<l de proti tipos. El pcnsamiellt 1110danJ, C'l 11 su insistencia l'n h reproductibilicbd, había con L:nido b arquitectura en di "[10 de prototipos. Si la J.J·quitecrura se reduce a solu ciones rcproduL:ihles en s -rie, Se nie~':1laposibilidad delJlwnu 1~ to, es decir, de aquella icza, singuL1r e irre pcriblc, que s mOI1UIlll'nrO pur ser distinta;1 las dcm~s
y que nunca podd salo micl1tr;:¡s predomine
el
meca nismo ele hacer que 10$ edifi 'im públicos sean repetiblesy simiJarl:s. El l1lonumento, vutt;<1rizado e in~L-rto en un eI1Corno que .')()lo tenga artcbctos similares, dej,l de serlo."
Además, rodo monumentu es algo más que un ve hículo ele expresión, actualización y condensación de hs cunvicciones compartidas por una comunidad. Es tam bién máquina P:1rd record:!r que desafía el tiempo. Sin b ilusión monumental, a los ojos dl los vivos la histori~ll1o
sería I11JS que una abstracción. Ji.
La expreSión en lel arqUlteecurli de después del movimiento moderno 97
He aquí otro obstáculo, en la medida que el movi miento mQ...dernoJadica en unapretendida ahisroricidad. Ahistoricidad relativa, porque
el
movimiento modcrno parte de la conciencia de ser él mismo un hecho histórico trascenden tal, y por lo tanto, pucde prescindir de la nece sidad de una historia anterior. En palabras de Ernesto Nathan Rogers, tras la Segunda Guerra Mundial fue nece sario recuperar esta tradición queel
movimiento moder no había puestO en crisis de manera provisional. Según Rog_rs "p"n,l vencer las rémoras del culterani'l1lo aCld~mico, nost'llgico y reaccionario", los maestros, realizan do un acto de cultura profunda, en una exp¡"esión pura de sentido de la contemporaneidad, se vieron obJigados, Cü yuntur:1lml:ntc, a d 'jar de lado b tradición. JI
En la ldad dc la máquin,l se cunsidera que es po -ible encam l"1r un cami no propio pJra ca rJeteriz.lr
1.1
arqu i tecturJ. Partiendo de la negación de 1<1 tr;:tdición, las van guardia.s proponen unas formas puras y abstractas, de cubiertas radic'1lmente planas, conformadas por nuevos mat ri:11es y tecnologías.Esto
debería permitir diluir de finitivamente la expresión convencional de la arquitec tura en ;:tras de una nueva expresividad.Sin embargo, un ulterior obstáculo para alcanzar una expresión monumental por parte de la arquitectura modern;:¡ era su misma vocación vangu'lrJista. La expre sividad de la :!rquitectura depende directamente de las convenciones formales aceptadas por el público. Si se re crean y rei nterpretan estas convenciones es posible el diálogo con
el
usuario, con el ciudadano, con la colectivi dad. Pero la esencia de las v;1IJguardias consiste t:n su rup tura con las convenciones del pasado, yen consecuencia,}ose-p Maria Montaner
98
con aquello que les permitiría una expresividad consen suada y comprensible. Se pretende seguir los impulsos de un deseo insaciable delo nuevo,
Ck
lo inexplorado y, por lo tanto, de una tendencia hacia una expresión aún no compartida por la mayoría de la sociedad.Ya en plena batalla sobre la cu bierta plana, Hein rich Tessenow defendió en las páginas de Das Ne¡.te Frank
Jurt
el
techo inclinado, reclamando la función constructi· va, expresiva y simbólica de las cubiertas tradicionales. 12 Al convertir los arquitectos del movimiento moderno la cubierta inclinada en techo plano, resolv.ían, por nega ción,el
problema de la expresividad de la cubierta y eli minaban su tradicional función constructiva, expresiva y simbólica en aras de una nueva y exclusiva función uti litaria: ser transitable y convertirse en una zona verde más. Según Ernst May, las cubiertas planas y homogéne as iban a permitir superar el dominante caos de cubiertas de todo tipO.13 Con la defensa de una cubierta plana, los factores funcionales y plásticos negaban no sólo los fac tores simbólicos sino también los constructivos: las cubiertas planas realizadas en los años cuarenta en Ingla terra han demostrado que el coste de su mantenimiento es c:1si seis veces superior al de las cubiertas inclinadas.14y precisamente
la
arquitectura de los años cincuenta re descubrirá que es en las forma.'> escultóricas de las cubier tas donde radic1n la~mayores posibilidades de expresivi. dad en la arquitectura pública.Por lo tanto, en los mismos conceptos básicos y re cursos formales de la arquiteccura moderna -expresivi dad por negación, ausencia de carácter, búsqueda de prototipos, ahistoricismo, voluntad de ruptura con las
I.a expresión en la arquitectura de después del movimiento moderno 99
convenciones, defensa de la cubierta plana- radicaban
s~s cQntradicciones para alcanzar una mayor expresivi dad. A partir de los años treinta, y especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, es cuando entra en crisis
l.1 pretensión de que
el
arquitecto no tiene necesidad de añadir nada a la precisión técnica y funcional del objeto para hacerlo instrumento de intenciones estéticas, y cuando se comprueba la imposibilidad de alcanzar la mo numentalidad siguiendo estrictamente los principios del uro:ltlismo racionalista yantihistoricista.l.A APORTACIÓN BRASILEÑA
Lucio Costa (1902-1998) fue uno de los primeros en reclamar este valor central de 1:1 xprcsión arqultectóni ca; una expresión que ha de surgir del mismo vigor geo métrico)' tecnológico de la Jrquitectura moderna. En su
OhD y en sus escritos Lucio Costa ha defendido la pervi
vencia de cienos criterios compositi vos académicos, tales como el concepto de carácter. Según él, la búsqueda de una inrencionalidad plástica en
el
contexto brasileño debe clesarrollarse recurriendo a las formas del lugar y reinter pretandola
arquitectura colonial. Esto debe entenderse enla
medida que Lucio Costa se formó en la Escala Na cional de Belas Artes de Río de Janeiro -de la que pasó a~l'rdirector en 1930 para modernizarla- y que en Brasil, entre 1900 y 1930, se vivieron unos prolíficos epígonos de
100 Josep Maria Montaner
ciudades y cuando se produjo el intenw de crear un estilo neocoloni:ü postizo para la arquitectura residencial. Se gún Lucio Costa, de la arquitectura colonial no se deben copiar sus formas sino "aprender de las buenas lecciones que nos da su simplicidad perfecta, adaptación <11 medio y a la función, y consecuente belJeza"J5. Para Lucio Costa,
la
arquitectura debe seguir el espíritu inexorable de la época de la ll1~lquina, pero sin olvidar aquello que la ca racteJ:·,·za: su pertenencia al lugar y su rebción con lanaturaJC7.~l. En definitiva,
la
teorización de Lucio Costa ¡u tenido corno objetivo legitlmar una arquitectura mo derna en el contexto brasiJei10.Dicha actividad se inicia espectacularmente con el Ministerio de Educación y Sanidad en Río de Janeiro (1936-1945), obra de un equipo di rigido por Lucio Costa con la cobboración de Osear Niemeyer, Alfonso Eduar do Reidy, Carlos Leao, Jorge Moreira y Ernani Vas concellos, qu{,' tCllia a Le Corbusin como cOllsultor; le siguen el pabellón brasileño en la hria Mundial de Nue va York de 1939, también de COStél y Niemeyer, y los edificios de la urb<lnización de Pampulh<1 (1943), de Os ear Niemeyer.
Como Louis K~lhn, también Lucio Cost:) intenta mantener vivos los conceptos de la tr;¡clición éKadémica dentro de la nueva tradición moderna. Defendiendo b caracteri7,,1, ión de los edificios, Lucio Costa manifies ta que la severidad dórica dd Ministerio de Educación y Sanidad contrasta con la elegancia y gracia jónica del P<lbellón de Bl-asil y que en Pampulh;., b s;.,la de b;.,ile y
restaurante tienen una forma primitiva y femenina, mien trJS que
el
cJsino posee una forma vigorosa y masculina.l.a ('"(presión en la úrqlIUCc!¡¡r¡i dedcspllés del movimiento modemo 101
U na lección de esta voJ untad expresiva Ja ofrece la
comparación entre la solución final del Ministerio. reali 7.;1da por el eguipo local encabezado por Costa y Nieme yer, en relación a Jas propuestas previas para el nuevo edificio planteadas por el mismo Le Corbusier. La ten dencia a la intensidad de los prismas puros y autónomos, <lla frontalidad, JJ edificio simplemente sobre pilotis, a
la
autonomta e identidad de cada elemento, a b regularidad y ortogonalidad de la arquitectura maquinista y cartesia na de! primer Le Corbusier -pongamos como ejemplo
el
hbellón SUlzO en la Ciudad Universitaria de París (1930-1932)-. es superada por los brasileil0s con una obra llena de quiebros e itinerarios tangenciales, con vi siones luci;., la vegetación. F.n
la
planta baja se constituye un atrio con elegantes y ab .. tractas columnas, entre mu ros, rememorando 1<1 entr;.,da a un templo o palacio, con mayor porosidad y cadcter expansivo, con una En tensa rebción con el jardín circundalltl" que permite que el .liro bloque no corteel
espacio urbJno. Nada que ver con1(1~ industriales, vigorosos y estructurales pilotis de hOrJnigón armado de L: Corbusier. Las columnas del mi Ili:-'lt.:rio tienen un tratamiento de columna clásica en re
,1,1 'ión al muro -como en un templo griego- yen relación .11 ~urio que se configura. A eHo colabora el tratamiento lltHnático de los muros a base de cerámica y la solución di
!:Js
cubien;¡s con j;.,rdines y volúmenes expresivos. En Id j nitiv;." los elemeD[ de la arquitectura moderna se Iltiudan en lIna composición más abierta, oscilante, IlIlalgamada y oblicua, recordando los rasgos formaJes '1 11<' ~t'inrich Wólfflin otorgó al barroco en relación al1t'll;icimÍenro. Est;., composición de cadcter barroco
102 Josep Maria Montaner
culminará en el rascacielos curvo del edificio Copan en Sao Paulo, de Oscar Niemeyer (1961), con una omnipre sente caligrafía de brise-soleils continuos.
y
para corroborar el valor monumental alcanzado por la arquitectura moderna del ministerio proyectado por Costa y Niemeyer, se debe recordar que los cariocas denominan al edificio el Palacio de Cultura.De la misma manera que en
la
arquitectura brasile ñala
reinterpretación de la arquitectura colonial había expresado una de las primeras búsquedas del carácter,el
rerorno a figuraciones, técnicas y detalles de las arquitec tu ras tradicionales sed una ca racterística de la arq uitec tura moderna a partir de los años treinta: lo vemos en Le Corbusier, en los racionalistas catalanes del GATC PAC, en aurores como Raoul Hausmann y Erwin Bro ner y durante los años cuarenta, en la incipiente arquitec tura empirista de los países nórdicos. 1f
• Este recurrir a la
ClrquitecrurCl vernacular habría tenido una doble razón: mejorar las cualidades constructivas de una ar"'luitectura de cubiertas planCls y fachadCls lisas, sin cornisas ni mol duras, que se había revelado demasiado frágil, y reforzar la capacidad expresiva y de integración al medio cultural utilizando los materiales, flguraciones, objeros y detalles de la arquitectura convencional y primitiva.
LOS MECANISMOS DE LA NUEVA MONUMl'NTALIDAD
Esta monumentalidad que intenta ser fiel a la nueva tradición moderna seguirá dos mecanismos
complemen-La expresión en la arquitectura de después del movimiento moderno 103
tarios para expresarse, como nos lo demostrarán los grandes complejos y edificios públicos de los años cln cuenta.
Por una parte, la exploración de la mayor expresivi dad de las cubiertas que las nuevas estructuras de hormi gón armado, de acero y de madera laminada y encolada pueden permitir, junto a las nuevas técnicCls de impermea bilización. Al negar otras formas de cubierta que no fueran la plana -proponiendo paradigmas como los rascacielos y pabellones prismáticos de Mies- la arquitectura mo derna renunciaba a la parte que podía aportar mayor expresividad. La exploración de formas más vivas, enér gicas y escul tóricas se manifiesta en obras como el Kresge Audirorium en el MIT (1954) Yel estadio de Hockey en la Universidad de Ya1e, New Haven (1956-1959), ambos de Eero Saarinen; la c~piJla de Ronchamp de Le Corbu sier (1950-1955); la Opera de Sydney de ]0m Vtzon (1957-1974), o el Audi torio de I-Iugh Stu bbins para la Ex posición Internacional de la Feria de Berlín (1957).
Y por otra parte, el desarrollo de volúmenes diver sos sobre plataformas. Esto se manifiesta en obras como la nueva V niversidad de México D.F. (1950) de Mario Pani y Enrique del Moral, la sede de las Naciones V nidas en Nueva York (1947-1952) de Wallace Kirkman Harri son y ]acob Abramovitz o las piscinas cubiertas para los Juegos Olímpicos en Tokio (1964) de Kenzo Tange, y ya estaba expresado in nuce, en la pequeña escultura de ma dera de Alberto Giacometti (1930-1931) tirulada Proyec
to para una plaza. 17
Josep Maria Montarier
104
so del Palacio de la Sociedad de las Naciones (1927) Ydel Palacio de los Soviets (1931). De ellos arrancan ejemplos posteriores de nueva l11onumenraJidad, como el arco del ] efferson Memorial en Sto Louis (1948-1964) de Eero Saa
rinen, uno de los primeros ejemplos de nueva monu mentalidad, que también tiene cierto parecido con los arcos simbólicos que Adalberto Libera proyectó para Roma entre 1937 y 1942. Precisamente Giedion señaló con insi le'llcia quc "si en 1927 el esquema dl: Le Corbu sier para la Sociedad de las. acjones en Cinebra no hu biera sido neutr;:¡lizado por los políticos dominantes en la Sociedad de las Naciones, el desarrollo de la monu ml'l1talidad en
la
arquitectura contemporánea hoy estaríaJ" " 1 " Y I I l ' .. I
en otro eSLllllO .. vease rusta que punto a IntUJClon plástica de Giacometti, de 1930-1931, se mantiene hasta proyectos como el Memorial de América Latina en Sao Paulo de Osor N¡emeyer (1988); de nuevo volúmenes modernos, autónomos y abstractos, sobre llna plata
forl1l~1.
De todas formas, la búsqueda de una nueva monu mentalidad no siempre se ha realizado dentro del estricto circulo dd lenguaje moderno. En la medida queel nuevo concepto de monumentalidad tiene una doble veníenre ·-por una parll' por su voluntad (lL· un sigl) ¡ficado colecti vo contemporáneo y por otra parte por 13 capacidad para explicitar
la
memoria- p3ra ciertos autores hJ sido lícito y necesario recurrir a figuraciones históricas carg3clas de energía expresiva. Así, Ernesto Nathan Rogers defiende en sus obras una presencia sutil de las preexistencias amo bientales y Louis Kahn reutiliza los sistemas compositi vos académicos por su mayor c3pacidad de articulación.'-'1
expmión en la arquiteetum de de5pué~del movlmi.ento moderno 105y poco más tarde, un discípulo de Kahn, Robert Vemu ri, ha llevado al extremo esta obsesión por el carácter, la expresión y la comunicación. Su propuesta de los "tin glados decorados" -en los que se escinde
el
sistema co municativo de la fachada, convenida en anuncio, y ell'::-pacio interior reducido a pura funcionalidad-, lleva al paroxlsmo esta insistencia en la arquitectura como len guaje. Fm a monument exclaman los mismos edificios como si fueran personajes de un cómic. (Posteriormente, incluso, se han experimentado en edificios históricos re habilitados las posibilidades de albergar más facilmente los contenidos monumentales.)
Li
caso de Louis Kahn debe entenderse en un con texto estadounidense necesitado de una nueva expr-esión monumental, junto a autores como Sigrricd Giedion, P;n:J Zuch:r, Henry Hope Read y George Howe. Este último, dirtOctor de la Escuela de Arquitectura de Ya]e y Fundador de Pe?"Spc tL/. The YaLe A rchiteauraL ¡ouma!, se convirtió en el líder de la defensa de la nueva monumen talid;1d en Norteamérica.1'1 Louis Kahn, después de cola borar con Paul Cret entre 1929 y 1930, trabajó junto a George Howe entre 1941 y 1943, con quien compartÍa esta pasión por la búsqueda de una arquitectura mon u mental paLl el si~lo xx. lODe esta manera la obra de Louis Kahn fue .1Cerdndose a los criterios compositivos clási \.·O:i. Según Colin Rowe la reaparición de bóvedas, cúpu las y cubiert:ls en forma de pirámide -que se produce en proyectos de Kahn como el Centro para la comunidad ludÍ;¡ de Treman (1954-1959)-es una consecuencia de la recuperación de
partis
académicos, de la búsqueda ansio106 jOSfóP Man4 Montaner
punto de partida del proyecto, basado en plantas libres, indeterminadas e isótropas.]'
E PARADIGMA DE LA ÓPERA DE SYDNEY
La obr8 paradigmática de esta búsqueda de una nue va expresividad utilizando exclusjvamente las formas mod 'rnas, es
el
proyecto para la Opera de Sydney. En 1956 se convOCÓ un concurso internacional en el que, gracias a la presencia en el jurado de Eero Saarinen, ganó en 1957 el joven arquitecto danés J0rn Utzan.Vtzon proponía una gran plataforma de granito ro sa, construida sobre una península de roca, en contacto con el agua y, sobre ella, unos cuerpos ligeros en forma de conchas realizadas en hormigón. La resolución téc nica de estas formas tan atractivas fue muy laboriosa y requirió durante seis años
el
asesoramiento de los inge nieros de Ove Arup and Partners, que fueron elaboran do discintas propuestas. El trabajo de los especialistas y consultores se dirigió en varias direcciones: pensarla
ma nera de hacer técnicamente posible -cálculo, est:lbilidad y construcción- las formas ideadas por Vtzon, estudiar con precisión el volumen con los mecanismos del escena rio para incluirlos bajo la forma de las conchas, estable cer la relélción entre las conchas exteriores y los techos élcústicos interiores y calcular el peso propio de léls cu biertas, teniendo en cuenta el recubrimiento de las tejas de cerámica y los techos interiores colgados de la estruc tura de la cubierta. nL expresrón en la arqui.tectura de después del movimierlto moderno 107
El
proyecto definiti va de 1963 mantenía lél idea es cultórica inicial pero transformaba totalmente la estruc tura de las cubiertas: la idea inicial de una cascada de diez conchas simples de hormigón soportadas una sobre la otra, se convirtió en un sistema de estructuras autopor tan tes, en forma de abanico, con costillas o nervaduras que se apoyaban enla
base de la plataforma. Las cáscaras simples no trabajaban adecuadamente y hubieran podi do caer como fichas de dominó. La estructura definitiva, en cambio, trabajaba segú n la forma de arco. Sin embar go, las dificultades y presiones del proyecto fueron talesqu~en 1966 Vtzan, a rélíz de un cambio municipal hacia posiciones conservadoras, dimitió de la dirección de la obra.
Bajo la plataforma se desarrollan gran diversidad de actividades: élcceso rodado, pasaje central de comunica ciones, salas de música y de grabación, teatros, biblioteca, cine, salél de exposiciones, ti<:ndéls, restau rantes)' acceso a los célmerinos y escenarios. Losfoyen esta n situados en el extremo opuesto ala escalinata, COn las mejores vistas a la bahía de Sydney.
Con esta obra Utzon llevél al máximo la posibilidad de expresión de la arquiteccura moderna. Se trata de un complejo arquitectónico que asume los mayores valores simbólicos. Las escalinatas del
podium
gigante simboli zan el paso del bullicio dela
vida cotidiana hacia el espa cio sagrado del arre y la cultura, de la música y el teatro. Las gradas de la plataforma de la Ópera de Sydney hacen referencia a todas las escalinatas monumentales del mun do. Vtzan se había inspirado en los grandes ejemplos de108 Josep Man"a Montan.a
mentas orientales. Con los dibujos realizados durante sus viajes, interpretando ejemplos de distintas culturas -teatros griegos, templos centroamericanos, pagodas orientales- Utzon había destilado una idea seminaL unas formas tan ligeras como nubes sobre unas grandes plata formas pétreas. Las formas de las cubierras expresaban los valores simbólicos de las velas de un gran barco ancla do tn la orilla. El plano horizontal se reíiere al mar, ],1, 'U it'n;¡' .1 las nu bes, Incl.uso la forma en abanico de la so lución final, cxpresad:l en el ritmo de b estructura yel despiece, sc COnvilTtl' en m dfora del mismo ritmo mu sical. Todo ello se ha conseguido mediante unas formas que concentr::m tanto la energía dI:' la geonldrí,l como
la
de los organi, mas vivos. En su obra, Vtzon ha sabido ex presar una gr.1D riquez:l formal subordinada a los meca nismos de la produlTión en serie. Al mismo tiempo, ha pretendido reconstruir los fragmentos lit- un sentido es paed comunir:lrio que eSLlb:l presente en ciertos mo mcntos históricos y que se había perJido.
No en vano Ciediol1 saludó este proyecto como la mayor re,llización
de
la tercer.l d.lel del espacio y comola con;:,ecución definitiva de esta nueva monumentali(hd tan necesir:ldJ por la arquitecturJ del sit;lo
xx,
'1 COnsilic ró a Utzon CI)JllOel
m,1$ emblemático representante de 1<1 "tercera generación" moderna.!1 Según Gicdion la Ópe ra de Sydney rcunía los dos tipos de relación que una obra arquitcClónica puede m,1lltencr con el lug:lr: por lIna pane, una relación de contraste planrc:lda para reva lorizar el lugar, tal como hacían las pirámides o tos tem plos dóricos, y por otra pane, la amalgama o integración de la obra <trquitectónica en el lugar tal como habíacle-LtI exprC5ióll r:1I Ifl arquúr:fiI!r<1 de despllés de/movimiento moderno 109
mostrado la arquitectura orgánica de Frank L10yd Wright y Alvar Aaho.24 I
La solución final de la Opera de Sydney Se anuncia en parte en el proyecto de Ilia Sakharovich Vainshtein, Lidia Konstantinovna Komarova y Iuri Mikhailovich Mushinsky para el concurso del Palacio de los Soviets, de la misma manera que la propuesta de Naum Gabo anun ciaba el proyect de Saarinen para la terminal de la TWA en Nueva York.;'
Tal como hemos visto, por lo tanto, el primer edifi cio público expresado con arquitl'ctura moderna no se hizo ni en Europa ni en Estados U nidos, sino l'll Brasil: el Ministerio de Educlción y Sanidad en Río ele Janeiro. 2i•
y
ti
más completo ejemplo ele nueva monumentalidad :fue erigido en Austr;ll ia, En los dos C1S0S los autores eranarquitectos modernos, totalmcJl(e p<C'riféricos, ,ljenos :l losCIAM ya
la
tradiclón racionalista dominante, En los tróricos, en dos ':lpita1cs, Río de J:wciro y Sydney, que lucbaban por ser sí mbolos de una nueV:1 modernidad. Enla
intnvcl1l'ión de Lucio Costa, ot(ll'g.mdo,,1
dnecho de supervivencia a los denostaJos conceptos académicos y en la obra dcJ0rn Utzon, sac:lndo el máximo rendimien tO .1la
viLlliJ:ld y energía de la corriente marginal del or gamclsl1lo.Notas bibliográficas
l. Extraído de Si¡,;frjed Giedion, A rchitecrure, yau and II/e, Ox
110 ]osep Maria Montaner 2. Véanse los escritOs de Sigfried Giedion "The need for a new monumenralíty" y de Giedion, Sen y Léger "Nine points on MonumentaJity" recopilados en Paul Zucker, NewArchiteetu·
re and Cáy Plarming. A Symposif,tm, N ew York, 1944 y repro ducidos en I-farvard AnhiteClural Review, vol. IV, primavera de 1984.
J. Véase el capitulo dediC<ldo al concepto de carácter por Wer· ner Szambien en Simetría, gusto, carácte?', Akal arquitectura, Madrid, 1993.
4. Etienne-Louis Boullée, Arq~úteet.ura. Ensayo sobre el arte,
Editori,1I Gustavo Gili S.A., 1985 (Edicif)n original de 1793.)
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6. J ulien Guadet, EI¿lIIcrzts cr théorie de I'A rcf. ilecttt?'e, Librai rie Je la Construction Moderne, París, 1901-1904.
7. Parte de estas consideraciones til:Ol'11 su raíz. en la. te~i- doc toral inédita del .1rquite oto Jos~'Artur d' Aló Frota "El vuelo
dl:l F~nix. La aventurJ de ulla idea: el movimiento moderno en tierras brasileñas", de la que S{'y director.
8. Véase, por ejemplo, Ren:lto de fusco, La idea de la r.trquitec·
tu?·a. Historia de la crítica desde Viollet·le-Duc a Persico, Edito rial Gustavo Gili S.A., Barce!OJl:l, 1976, p.113.
9. Véase Carlos Eduardo Comas, "El Ministerio de Educ:l ción y Sanidad. Prototipo, monumenro, un ministerio, el Mi nisterio" en Fernando Pérez Oyarz.ún, Le Corbusiery Sudl1mé·
La expresión en la arquitectura de de,pués del movimienro moderno 111 rica. Viajes y proyectos, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 1991.
10. Véase Marc Augé, "Los no lugares". Espacios del anonima
to. Una antropología de la sobremodernidad, Gedisa Ediwrial, Barcelona, 1994.
11. Ernesto Nathan Rogers, Espen:enza dell'architettura, Giu lio Eio:ludi, Turín, 1968.
12. Nos referimos al número especial dedicado a la polémica sobre la cubierta plana publicado por Das Neue Frankfurt, nO 7, de octubre-diciembre de 1927, con aponaciones de Ernst May, L: Corbusier, Lun':Jt, Wright, Oud, frank y Tc:ssenow,
quien ti De la últi ma palabra. Véase, además, J osep Maria
Monraner," 1retorno de Te'senow". Temes de dúseny, nO 5, Esenia Elísava de Dj.~seny, Barcelona, 1991.
13. Véase Hanno-Wal ter Kruft, Historia de la teO?·í¡1 de laarqtti
tectltra, Alianza Forma, Madrid, 1990.
14. Véase Ignacio Paricio, La construcción de la arquitectura. 2.
Los elementos, Institut de Tecnologia de la Construcció de Ca talunya, Barcelona, 1985.
15. Rcsp(;('to a sus escritos véase especialmente Lucio osta "Razones de la nueva arquitectura" en Razones de 1,7 nueva aro
rtllircctura -19]4- y ot,·os ensayos, Embajada de Brasil, Lima, 1986 y ellíbro Lucin Costa: registro de urna vive1Lfa, S50 PJulol Brasíli:¡, Editor:¡ UNB/Empresa das Artes, 1995.
112 Josep Maria Montana vill7ienfO moderno. Arquitectura de la .'egunda mitad de! siglo
xx, Editorial Gustavo Gilí S.A., Barcelona, 1993 (2 a edición,
1995).
17. Véase Sígfriec1 Gíedion, La a7'quitecllJra fenómeno de rran· sición, EiroriaJ Gustavo Gjli S.A., [),lrce!ona, 1975, p.329.
18. Extraído de Sigfrjed Gíedion, "The need for a new monu mentaliry",op. cit.
19. Vé./S(.' Kcn neth Fr,l mpwn, Hi"toria crírica ele la luquitec·
/;1)",1 mor/cm.a, Editorial Gustavo Cilj S.A., Barcelona, 1981,
pp. 242-245.
20. V(:,lse el número 21 de Rasst:r;:,na dcdiCldo a "Louís Kahn
1901/1974", Mil.1n, marzo Jt: 1985.
21. Ext r~lído de Colin Rowc, "NeocbsicislIlo y :lrquirectura moderna JI" en MctnicriS!lJiJ y m'quitecruru moderna y orr05 en· sayos, Ediwri::ll Gustavo Gili S.A., Barcelor1.l, 1978. En Lt mis nu an wlo:"Í:1 de t·n· .1YOS SI' recoge el texCO ., ~:lI',íltery con IpO sición o al~;unasvicisitudes del voubulario arquitectónico del siglo XIX".
22. Extraído de Mich.le\ Pomcroy Smith, Sydl1cy Opera Hall'
se, W"illiam Collins Pty. Ltd., Sydney, Jn4.
23. \.-'CrtscSigfried Giedjon, "]0m UU.OIl ;lJld the rhircl ¡:;encra rion". Zor/iac, na 14, Milán, 1%5.
24. Gledion comenta este proyecto (";lmo en Arcbitecrrtl"l:, )'Oit
(md me como en las últimas ediciones de EsjJaclO, tiempo y tlr qUltectura..
1...1l!lpri'siólI ['r¡ 1" ilrquill?[{Ura de después del movilllimLO moderno 113
25. AA.VV., NaU177 Cabo ye! conGlno para el Palacio de los So·
. 'id:;, Moscú, 1931·19]], IVAM/Cemre]ulio GOt1z.ález, Valen '¡,i, 1993.
2(¡. Le Corbu. iel. había realj zado en 1930 el Palacio del Ccn efO
En la actualidad el Movimiento Moderno en arquitectura constituye una condición permanente y, al mismo tiempo,
es ya un fenómeno histórico superado.
Los nueve ensayos que conforman este libro ponen en
evidencia que es en los países del ur de Europa (Italia, España y Portugal), en los de
América Latina y en otros contexto periféricos donde se han podido superar, de manera más profunda, las insuficiencias de la modernidad. Para analizar este fenómeno el autor recurre también a aportaciones cruciales
en el campo del arte y del pensamiento del siglo XX.
Josep Maria Montancr es arquitecro, escritor y profesor de
la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Ha sido profesor
invirado en diversas universidades europeas y latinoamericanas. Es autor de
libros traducidos a varios idiomas y publica regularmame en revistas de arquitectura y en
el diario El País.
lSBl-'~rr
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