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ÉTICA PROFESIONAL Y SU APLICACIÓN EN LAS OBRAS DE INFRAESTRUCTURA

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1 ÉTICA PROFESIONAL Y SU APLICACIÓN EN

LAS OBRAS DE INFRAESTRUCTURA

El propósito de esta artículo es analizar la situación actual de la ética profesional en México, especialmente en la creación de obras de infraestructura, para después proponer un Código de conducta profesional destinado al gremio de la ingeniería mexicana que tome en consideración los señalamientos expresados por los diferentes miembros de esta comunidad en los diversos foros nacionales e internacionales en los que se ha tratado este tema.

Actualmente, se reconoce que la ética representa una asignatura pendiente dentro del desarrollo de la humanidad que se ha relegado porque culturalmente se ha dado preferencia a la investigación de tecnologías que proporcionan bienestar físico a las personas y aparente estabilidad social a los estados, en detrimento de la calidad y amplitud en la reflexión filosófica sobre los sentimientos, la capacidad racional, las necesidades espirituales y los códigos de conducta que permitan la justa y pacífica convivencia tanto entre los miembros de una comunidad como entre las comunidades del mundo.

Para fines de estas reflexiones, la ética se considera como un acto racional de la conducta humana en el que al revisar las leyes, las normas técnicas y los principios morales de la sociedad se establece un paradigma de comportamiento que podemos traducir en reglas de conducta prácticas, útiles y concertadas por una comunidad que desea establecer un código de conducta.

De ahí que consideraremos a la ética como una reflexión filosófica sobre la estructura de los valores individuales y los principios morales que le son propios a las distintas sociedades del mundo.

Conviene recordar que los actos voluntarios del ser humano se rigen por los grados de libertad que le permiten las normas morales, pero en ellos influyen también las normas legales, la reflexión personal y el manejo de sentimientos y pasiones.

En ese sentido, la conducta humana tiende esencial y originalmente al bien porque en este camino encuentra placer físico, riqueza espiritual, afecto familiar, reconocimiento comunitario, satisfacción por el deber cumplido, todo esto o parte de ello, dentro del ámbito de las cosas que el hombre puede crear, conducir o cambiar. Asimismo, el hombre rechaza esencial y originalmente el mal porque sabe que el precio que tiene que pagar por las satisfacciones que éste proporciona es muy alto y terminará por aniquilarlo.

Hicieron el bien y tuvieron conciencia de ello los héroes patrios como Cuauhtémoc, Hidalgo y los jóvenes defensores del Colegio Militar en el siglo XIX. La madre Teresa, quien dio consuelo a los desamparados y no buscó

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2 riquezas materiales porque sabía que mediante su apostolado no lo lograría.

Los padres que hacen el bien a sus hijos hasta llegar al sacrificio, sin esperar compensación alguna en dinero sino en afecto. Los profesionales de la ingeniería que anteponen el bienestar de la sociedad a lucrar con las ganancias excesivas y que prefieren garantizar la seguridad de las instalaciones a su cargo a incrementar sus ahorros de dinero.

Hacen el mal, y lo saben, los genocidas, los secuestradores, los que comercian con drogas, los especuladores y los políticos que venden a México para perpetuarse en el poder. Fausto sabe que para poseer a Margarita tendrá que vender su alma al diablo, según nos cuenta Goethe. El Don Juan de Zorrilla no puede evitar seducir a Doña Inés, lo que es un acto maligno e irresponsable del que se arrepiente cuando toma conciencia, aunque ya es demasiado tarde. El personaje de la novela Crimen y Castigo de Dostoyevski no necesita un proceso judicial porque tiene en su conciencia al principal fiscal acusador. También proceden indebidamente, y lo saben, los profesionales que cobran en exceso sus servicios o que los prestan con mala calidad, así como el funcionario que desempeña un puesto sin contar con la capacidad profesional requerida.

De manera que si el hombre libre tiene conciencia de la existencia del bien y el mal, se conducirá conforme a los principios morales y acatará las leyes; si es profesional, se ceñirá a las normas profesionales, buscará su felicidad sin que sus actos dañen su entorno familiar y social e, incluso, el ambiente, porque su vida estará regida por una reflexión filosófica que incluye el análisis de valores éticos.

Juan Luis Vives, filósofo español del siglo XVI, recordaba que los pueblos que aman el bien y repudian el mal no necesitan legislación alguna. De lo cual podemos concluir que las normas éticas y morales resultan prioritarias sobre las legales y técnicas.

Por todo lo expuesto, se considera posible, además de necesario, concretar un modelo de ética profesional aplicable a las obras de infraestructura mediante la integración de un código de conducta basado en valores éticos y principios morales, y aceptado por los funcionarios y contratistas que desean que la inversión de recursos públicos en este renglón vital de la economía se realice con eficiencia y honradez, como se establece en los preceptos constitucionales.

Un diagnóstico sucinto del actual proceso de creación de las obras de infraestructura en México nos remite a dos consideraciones iniciales: por un lado, se han desarrollado a lo largo y ancho de nuestra geografía abundantes obras que han producido bienes y servicios a las comunidades y han derramado recursos económicos en las economías regionales, pero, por el otro, hay una notable ausencia de una planeación integral del desarrollo de la infraestructura y distintos niveles de ineficiencia en la contratación, ejecución y pago de obras

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3 y adquisiciones que permiten calcular altos índices de corrupción en estos procesos.

De acuerdo con el índice internacional de percepción de la corrupción elaborado por la organización “Transparencia Internacional”, México alcanzó en 2007 un 3.5 de 10 puntos, lo cual lo coloca en el lugar 72 entre 180 países encuestados.

Dicha corrupción está en continuo crecimiento a medida que los sectores público y empresarial contratan profesionales que carecen de la capacidad técnica para conducir adecuadamente el proceso de generación de infraestructura y se agrava porque los procesos de control y rendición de cuentas son desempeñados por personal que no cuenta con la preparación profesional adecuada.

Esto demuestra la urgencia de contar con normas éticas y acordar normas profesionales de ingeniería que regulen la participación de profesionales en la materia en las etapas de planeación, contratación, construcción y operación de los proyectos de infraestructura.

De lograrse lo anterior, el país estaría ahorrando dispendios en obras y adquisiciones que actualmente pueden ubicarse entre el 30% y el 50% de los costos reales de los programas de inversión. Esto es, aproximadamente, entre 90 y 150 mil millones de pesos anuales.

Se propone entonces un Código de Conducta que, entre otros puntos, establezca la necesidad de contar con normas técnicas profesionales generalmente aceptadas por la rama de la ingeniería, con el propósito de que sirva de base para lograr que el Programa Nacional de Infraestructura, actualmente en desarrollo, se convierta en el instrumento fundamental que permita lograr en el largo plazo el crecimiento económico nacional sostenido y en el corto y mediano plazos consolidar el desarrollo regional sustentable.

La vigilancia de las normas de conductas le corresponde a los gremios de la ingeniería mexicana que tienen, por disposición constitucional, las atribuciones legales para vigilar el ejercicio profesional; y esto incluye evitar, en su caso, que las tareas técnicas sean desempeñadas por personas que no cuentan con la certificación profesional necesaria que garantice eficiencia y honradez a la sociedad en el desarrollo de la infraestructura.

Se puede afirmar que, para dar vigencia al Estado de Derecho en una nación, se requiere contar con el conjunto de leyes que regulen los actos sociales, pero se necesita, además, que se tenga la capacidad administrativa y la eficacia social para que estas normas se traduzcan en una convivencia armónica de la comunidad.

De igual manera, si México aspira a vivir dentro de un clima social de respeto a los valores esenciales plasmados en la Constitución, conforme a los

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4 principios de nuestra tradición y desarrollando conductas que nos conduzcan al reconocimiento internacional, es fundamental establecer, primero, los códigos de conducta que cada miembro de la sociedad estamos dispuestos a respetar y, después, luchar todos los días, en todos los frentes y trincheras, en las distintas regiones del país, para que así como construimos las obras de infraestructura, logremos también integrar paso a paso la Estructura Moral del nuevo Estado mexicano del siglo XXI.

Para propiciar una discusión específica sobre un Código de Conducta, se recomienda el Prototipo de Código de Ética Profesional, emitido por la Secretaría de Educación Pública en 1998.

Artículo publicado en la Revista Dimensión, año II, núm. 8, oct., 2008

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