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El movimiento estudiantil y la autonomía universitaria

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El movimiento estudiantil

y

la autonomía universitaria

por Alfonso M. Campos

y

Juan Molinar H.

LOS HECHOS

Aunque en el aspecto meramente historiográfico son pocos los desacuerdos que existen, aún se con-servan ciertas imprecisiones alrededor de los he-chos ocurridos en torno al movimiento de 1929.

Es un lugar común afirmar que la revuelta estu-diantil. se inició con la oposición de los estudiantes deDerecho a los reconocimientos trimestrales que debieron implantarse ese año en sustitución de los exámenes finales, Esto es sólo parcialmente cierto, pues si bien la huelga de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales! originada por ese motivo, fue puntal y vanguardia explosiva del movimiento estu-diantil, otros problemas estudiantiles se habían ma-nifestado con anterioridad.

Uno de ellos fue el de la Escuela Nacional Prepa-ratoria, originado por la revisión de su plan de es-tudios. Los estudiantes de la preparatoria habían organizado mítines y manifestaciones callejeras desde marzo de 1929, mes y medio antes del inicio del conflicto en la Facultad de Derecho, opo-niéndose al aumento de un año escolar al plan de estudios. Esto es importante, pues la Escuela Na-cional Preparatoria era la mayor y más poblada de las instituciones universitarias y una de las más combativas.

La reforma al plan de estudios de la Escuela

Na-Cabeza de la manifestación estudiantil en protesta contra las autoridades.

Alfonso M. Campos ha llevado estudios en leyes. ciencias políti-cas e historia. Ha publicado antologías y artículos en diversas

re-vistas especiali/adas.Esautor de unaHistoriajl/rídica de la

Vni-I'('r.lidad. 188/-/YlY.publicada por la UNAM. Actualmente es Director de la distribuidora de libros universitarios.

ci?nal Preparatoria se debió a que el

estableci-ml~nto de las.escu~las secundarias, desde 1926,

oblIgaba a la Universidad a coordinar sus estudios preparatorios con los secundarios. Además, las es- . cuelas secundarias iban a depender directamente de !a Secretaría de Educación Pública, lo que no fue del agrado de algunos sectores estudiantiles. Las manifestaciones callejeras de las preparatorias habían ya llegado en ocasiones a provocar enfren-tamientos con la policía, como el ocurrido el 16 de marzo. Estos hechos que fomentaban el descon-.tento entre el alumnado, aunados a la combativi-dad de sus líderes y recién terminado el Congreso de Estudiantes celebrado en Mérida, facilitaron la mo-vilización de las bases.

Por otro lado, en la Federación Estudiantil Me-xicana existía gran inquietud, pues se buscaba que el secretario de Educación Pública, Ezequiel Padi-lla, pusiera en vigor un acuerdo del ex-secretario José Manuel Puig Casauranc, que otorgaba voto en el Consejo Universitario a los representantes alumnos y les concedía intervención en los

nombramientos del personal directivo. Dicho

acuerdo, expedido el 9 de marzo de 1928, se dio como "gracia extraordinaria concedida por la Se-cretaría de Educación Pública, en tanto que se re-forma debidamente la Ley de la Universidad" l.

Además, el acuerdo reconocía como instituciones representativas de los estudiantes a la Federación Estudiantil Mexicana y a las sociedades de alum-nos de todas las escuelas.

Dicha medida administrativa era el resultado de las buenas relaciones entreelanterior secretario de educación y los líderes estudiantiles sustituido el secretario, el apoyo con que contaba la vanguardia estudiantil se vio menguado, y esto, forzosamente, tuvo que tensar las relaciones entre autoridades y estudiantes.

Por lo que se refiere a la Facultad de Derecho, ésta empezó el año con problemas, pues desde que fue nombrado director Narciso Bassols, los estu-diantes manifestaron su descontento. El rector Castro Leal, en una entrevista de prensa realizada en diciembre de 1978, recordaba cómo Bassols en-tró con el pie izquierdo a la Facultad, pues desde su discurso de toma de posesión generó inconformi-dad estudiantil. En síntesis, cuando Bassols decla-ró, en abril de 1929, que sí aplicaría los reconoci-mientos trimestrales acordados por el Consejo Universitario, los medios estudiantiles estaban ya agitados. Si, por otro lado, recordamos que este sistema de evaluación que se pretendía imponer te-nía una larga historia de rechazo' y fracaso en la Facultad de Derecho, fácil resulta imaginar la re-vuelta.

Mucho hay que decir a propósito de los "reco-nocimientos" entre los estudiantes de Derecho y en general entre los universitarios. Implantar tal siste-ma era un objetivo pedagógico de los profesores

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universitarios que encontraban inoperante el mé-todo de exámenes finales.

Los estudiantes también debatían ese asunto desde muchos años atrás. Desde 1910. antes de la inauguración de la Universidad Nacional de Méxi-co, el Congreso Nacional de Estudiantes trató el tema, aunque no acordó nada definitivo.

En 1911, el Consejo Universitario ya había re-suelto retornar al "sistema de reconocimientos vi-gentes por Ley y substituido temporalmente por el de exámenes".2 El sistema fue aplicado durante 1912 en varias escuelas universitarias, pero cuando se quiso hacerlo en la Facultad de Jurisprudencia, Ezequiel Padilla, quien entonces era estudiante. encabezó la lucha que culminó con la creación de la EscuelaLibre de Derecho.

Posteriormente, Ezequiel A. Chávez, como rec-tor de la Universidad Nacional, intentó regularizar la aplicación de los reconocimientos en la renuente Facultad de Jurisprudencia haciendo notar a su di-rector que el artículo 14 del reglamento de esa fa-cultad disponía que el alumnado fuera evaluado mediante ese procedimiento. Es probable que se hubiera logrado realizar la medida, pero los cam-bios habidos en la Universidad como consecuencia del establecimiento del gobierno carrancista en la ciudad de México, significaron la renovación de .todo el personal directivo universitario e impidie-ron que se continuara con el propósito de Chávez.J

La situación que imperó en la Universidad entre 1917 y 1920 permitió que, paulatinamente, las es-cuelas que ya habían adoptado el sistema de reco-nocimiento retornaran a los exámenes de vieja usanza. De hecho, en los años anteriores sólo la Facultad de Jurisprudencia había evadido el nuevo sistema. Esta situación era del todo irregular, pues el Consejo Universitario seguía discutiendo el asunto y siempre resolvía que los reconocimientos eran el mejor sistema de evaluación del aprovecha-miento y que, por lo tanto, debían aplicarse. El problema era la falta de poder en la autoridad uni-versitaria.

Finalmente, en 1925, la Junta de Directores, con aprobación posterior del Consejo Universitario y del secretario de Educación Pública, abolió defini-tivamente los exámenes orales y ordenó el estable-cimiento de los reconoestable-cimientos. De nueva cuenta la vieja cantaleta se repitió y la medida no pudo lle-varse a cabo ese año, debido a que cuando fue deci-dida ya los cursos habían sido iniciados.4

Pospuesta su aplicación por enésima vez, duran-te 1926 todas las sociedades de alumnos discutie-ron la conveniencia de aceptar la medida que se sa-bía inminente, aceptando el sistema varias de las escuelas. Sin embargo, tanto en la Facultad de De-recho como en la de Medicina, los alumnos se ne-garon a acatar la decisión. El alumnado de la Fa-cultad de Medicina finalmente cedió presentándo-se al presentándo-segundo reconocimiento, mas los futuros abo-gados se mantuvieron renuentes, convirtiéndose en

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la única escuela universitaria que, a partir de1927, seguia evaluándose mediante un examen final.l

El último intento, anterior al de Bassols, para modificar la forma de evaluación lo hizo el profe-sor Luis Sánchez Pontón, quien, en una carta diri-gida al director Aquiles Elorduy, sugirió establecer dos exámenes finales, uno oral y otro escrito, en los cuales los examinados podrían disponer de sus li-bros y apuntes. El sistema no fue aceptado y la si-tuación permaneció estática hasta que el rector Antonio Castro Leal y el director Narciso Bassols retomaron el asunto. La respuesta no se hizo esperar y losestudiantes declararon la huelga el6demayode 1929, ante la inminencia de los reconocimientos que, segúnel reglamento expedido el 27 de febrero de ese añoserían realizados, en lo que tocaba a la primera etapa, del 13 al20 de mayo.

El 9 de mayo una asamblea realizada en el salón El Generalito declaró la huelga y según el director Castro Leal, sólo votaron por llevarla a cabo 328 de los750 estudiantes de la Facultad, por lo que las autoridades desconocieron la legitimidad del mo-vimiento. A pesar de ello los estudiantes organiza-dos impidieron la continuación de las clases. Debe notarse que, aunque es cierto que sólo 328 de 750 estudiantes votaron a favorde la huelga, únicamente 27 se opusieron y los casi 400 alumnos faltantes constituyeron el tradicional contingente estudiantil que no participó de las asambleas y decisiones estu-diantiles.

En el primer día de huelga hubo uno que otro alumno que pretendió asistir a clases y la respuesta de los huelguistas fue la esperada: impedir esas ac-ciones para que se respetara la decisión mayorista. Las autoridades, consecuentemente, criticaron esa actitud y amenazaron con expulsiones a aquellos que impidieron el desarrollo de los cursos e incluso llegó a decir el ministro Ezequiel Padilla que, de continuar los desórdenes, se clausuraría la escuela, pues "la Secretaría... está más interesada en aten-der a las escuelas rurales que a las profesionales, cuya educación es de carácter enteramente pri-vado".6

Algunas divisiones surgieron en el seno de la "clase estudiantil" -apelativo usado por autorida-des, periodistas y alumnos para designar al estu-diantado- siendo la principal la del alumno Prior Martínez, vicepresidente de la Federación Estudian-til Mexicana, quien aceptaba los reconocimientos. De inmediato, éste fue llamado servil por los demás líderes y quedó marginado de la Federación.

Pronto empezaron los estudiantes a racionalizar la oposición a los reconocimientos, condiciónsine qua non para legitimar interna y externamente el

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alusión al subsecretario de educación, Moisés Sáenz, quien había introducido el período secun-dario en la educación, por lo cual ya había sido acusado de simpatizar con los Estados Unidos. Los primeros días el conflicto se planteó así: los es-tudiantes rechazaban los reconocimientos basán-dose en argumentos de tinte pedagógico y naciona-lista y oponiendo una organización sólida y estable aprovechando las agrupaciones que ya contaban con la bendición gubernamental desde años atrás; las autoridades respondieron con argumentos lega-les, la aprobación del Consejo Universitario, y con amenaza de severas medidas correctivas. De he-cho, en esos días no se debatía la conveniencia del sistema, pues las autoridades universitarias daban por terminada esa discusión. Desde entonces se no-tó la línea que seguirían el rector, el secretario de educación y el director de la facultad: atenerse a los reglamentos y negociar muy poco.

El mismo presidente Portes Gil asumió inicial-mente esa actitud, avalando los actos de las autori-dades del ramo y acordando la clausura indefinida de la Facultad, asegurando que si no se establecía el orden, los recursos ahorrados se aplicarían a la educación politécnica. Por segunda vez las autori-dades manifestaron poco interés por sostener la educación superior y fijaron prioridades en otras

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alternativas educativas. Recuérdese que Ezequiel Padilla y Emilio Portes Gil fueron alumnos funda-dores de la Escuela Libre de Derecho, por lo que no resulta raro que juzgaran que la enseñanza del derecho debía ser privada, cosa que el secretario de educación repetidamente afirmó.

Entre el profesorado, que en su mayoría se mantu-vo al margen del conflicto, comenzaron a surgirdivi-siones. Daniel Cosía Villegas, a la sazón secretario general de la Universidad, achacó a Aquiles Elorduy la responsabilidad de no haber aplicado los recono-cimientos cuando el Consejo Universitario lo acor-dó. Este contestó criticando el sistemayasegurando que para aplicarlo era indispensable quesecumplie-ran una serie de requisitos pedagógicos imposibles para la Universidad, tales como la reducción de los grupos escolares a no más de25 alumnos.

La gravedad del conflicto obligó a los estudian-tes a reforzar su organiiación y formaron un Co-mité de Huelga que permitió centralizar las deci-siones para poder decidir con más rapidez y, sobre todo, para mantener vivo el movimiento sin necesi-dad de sostener constantes asambleas con suficien-te quórum.

Por otra lado, el Comité formado el 9 de mayo surgió porque el Presidente de la República no res-pondió a una petición de arbitraje formulada días antes por una asamblea estudiantil. Con el Comité de Huelga colaboraron Ricardo García Villalobos, Arcadio Guevara, Carlos Zapata Vela, José María de los Reyes, Santiago Zúñiga, Alejandro Gómez Arias, Flavio Návar, Luis Martínez, Teodosio Montalbán, Norberto Valdés, Julio Serrano, Sal-vador Azuela, Juan Perdomo, Rafael Landa y Efraín Brito Rosado, entre otros.

Aunque la labor de agitación y aglutinación del Comité de Huelga era eficiente, los primeros días del movimiento fueron difíciles; los métodos de agitación, además de las arengas, mítines y volantes impresos, eran los manifiestos en la prensa, como el publicado enEl Universalel 13 de mayo. En él se hablaba, con frases rimbombantes, de las fuentes culturales de la Patria y de la tiranía que implicaba segarlas, se apoyaba a Portes Gil y se criticaba a las autoridades del ramo. El presidente Portes Gil, sin embargo, contestó que el movimiento era irrespe-tuoso y dirigido políticamente, ya que algunos de los líderes: Alejandro Gómez Arias y Salvador Azuela, eran conocidos como prominentes líderes oposicionistas.

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tomaron contra los "esquiroles": dos alumnos ra-pados y bañados. Esto generó ataques contra los

lí-deres huelguistas, asegurándose en esos días que los principales líderes no eran verdaderos estudian-tes, y que Alejandro Gómez Arias llevaba dos años

sin estar inscrito en la Facultad. I

A pesar de esas defecciones y de los intentos de descalificar a los principales líderes, el movimiento tuvo un nuevo impulso, debido a dos estímulos: los estudiantes preparatorianos se unieron con los de derecho, y el mismo día 21 de mayo un piquete de po-licía disolvió violentamente una concentración diantil, provocando actitudes solidarias de los estu-diantes de las demás escuelas.

La zacapela fue por momentos muy violenta y tuvo resultados contrarios a las autoridades, pues dio nuevos bríos y banderas que reivindicar al estu-diantado. A partir de ese día el movimiento adqui-rió impulso.

A pesar de que en esos días circularon volantes estudiantiles acusando a los líderes del Comité de Huelga de manipulación y centralismo, el malestar provocado por la represión policial borró disiden-cias y cerró filas inyectando entusiasmo y revan-chismo en las filas estudiantiles. Enrique Acosta Raalú, firmante de un manifiesto que criticaba la dirección del Comité de Huelga y denunciaba pro-cedimientos calificados de antidemocráticos obtu-vo como respuesta una rapada.

Los huelguistas estudiantes de Leyes. frente a la Facultad de Jurisprudencia

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En la manifestación del 23 de mayo marcharon juntas las escuelas de Derecho y de la Preparatoria, a las que se sumaron los contingentes de las secun-darias 1, 3y 4, los de la Facultad Odontológica y los de la Escuela de Comercio. Durante esa marcha apedrearon el edificio de la Secretaría de Educa-ción Pública y se suscitaron nuevos enfrentamien-tos con las fuerzas públicas. Varios estudiantes fue-ron heridos o aprehendidos, los rumores alarman-tes y alarmistas corrían, y la huelga, desde enton-ces, cambió de escenario ganando la calle.

Una intervención del jefe del Departamento del Distrito Federal, el exsecretario de Educación José Manuel Puig Casauranc, garantizó a los estudian-te3 que no habría más intervenciones policiales. A pesar de la promesa del funcionario, a quien los líderes de esa época llamaban "el amigo de la clase estudiantil", los enfrentamientos, aunque aislados, continuaron.

Según cuenta uno de los líderes, Baltasar Oro· mundo, el doctor Puig se entrevistó con los estu-diantes y ofreció su mediación ante el Presidente. Consecuentemente con la entrevista, Alejandro Gómez Arias, cabeza del movimiento, redactó esa noche una carta confidencial que sería entregada al funcionario a través de un amigo mutuo. El líder del Comité de Huelga exigía como solución al con-flicto: castigo para los policías agresores, la entrega de los edificios ocupados por las fuerzas públicas y satisfacción inmediata de las demandas de prepa-ratorianos y abogados.

Demandaba también que esto se hiciera consul-tando a las masas estudiantiles y advertía que "la ingerencia de los estudiantes en los organismos de ,la Universidad es absolutamente necesaria y no só-lo con voz informativa sino determinante de la vida escolar". Agregó que "pedimos que se nos permita organizar la vida universitaria con suje-ción a sus propias normas. La autodeterminasuje-ción no es un ideal anárquico, la organización y la disci-plina de nuestro movimiento que como usted reco-noció hoy en la tarde, es ejemplar y magnífica, ase-guran la posibilidad de estos fines"8.

Esta carta ha sido considerada por los líderes es-tudiantiles como la prueba palmaria de que sí soli-citaron la autonomía antes de que Emilio Portes Gil la ofreciera. Esto fue negado durante largos años por muchos autores, quienes afirmaban que la autonomía fue una concesión graciosa y magná-nima del Presidente de la República.

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29" era poseedora de la tradición autonomista. No es aventurado pensar que para esa generación, en el candente momento de la lucha, la autonomía se redujera a la participación estudiantil con voto en el Consejo Universitario, ya que ese objetivo, lo-grado en el papel no había sido ejercido realmente.

La carta de Gómez Arias, al decir de Dromundo

ydel mismo Puig Casauranc, le fue solicitada para que el jefe del Departamento del Distrito Federal intercediera ante el Presidente de la República. Puig, según nos dice en su Galatea rebelde a varios Pigmaliones,envió después, el25 de mayo de 1929, un extenso memorandum a Portes Gil. En ese docu-mento se sugiere como solución la autonomía e in-cluso adelanta algunos de los posibles elementos que podría, a su juicio, contener la ley. Portes Gil, años después, negó toda intervención de Puig, a quien incluso llamó colaborador desleal.9

Portes Gil declaró ese día que lamentaba los su-cesos de la víspera, que ya había dispuesto el retiro de la fuerza pública y que deseaba conocer las cau-sas del movimiento, por lo cual exhortaba al estu-diantado a exponérselos personalmente o por es-crito. Aun cuando estas declaraciones se publica-ron el día 25, Bassols las conoció desde el 24 y ese mismo día presentó su renuncia fundándola en que

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de ese modo facilitaría al Presidente la solución del conflicto.

En una asamblea masiva los estudiantes discu-tieron las propuestas que presentarían para res-ponder a la exhortación presidencial. En esa oca-sión, pese a lo que se diga, predominó el afán rei-vindicativo inmediato, sobre la reflexión acerca de la nueva organización universitaria. El pliego peti-torio que se redactó resultó ser un agregado siste-mático de quejas y exigencias de renuncias, casti-gos e investigaciones sobre los actos represivos de las fuerzas públicas y sólo algunas propuestas con-cretas.

Los puntos incluidos fueron promovidos básica-mente por alumnos de las dos principales escuelas afectadas -la de Derecho y la Preparatoria- y só-lo una voz pidió expresamente la autonomía: la de Elisa Zapata Vela. La mayoría de las demandas se referían a las renuncias del secretario de Educación Pública y de su subsecretario -que apenas había regresado de Estados U nidos pero que era el "in-troductor de las secundarias" -del rector y de to-dos los directores de escuelas universitarias y-Ias de los directores de varias secundarias; se exigió tam-bién el cese y consignación de los jefes de policía y cuerpos de seguridad - Alamillo y Quintana -. Las únicas propuestas consistían en la creación de un Consejo Técnico para escuelas técnicas; fusión de secundarias y preparatorias; paridad de voto en el Consejo Universitario para maestros y alumnos; designación presídencial del rector mediante terna elaborada por el Consejo.

Baltasar Dromundo explica este hecho como fruto de una confusión, diciendo que ese pliego era una querella, que se "derivó de la instancia presi-dencial para que se concretaran quejas por escrito. De las quejas, y no del programa esencial que era la meta del movimiento, se ocuparon Ricardo García Villalobos y otros directivos al contestar al Presi-dente"lO. La explicación resulta insuficiente por dos razones: Portes Gil no pidió "quejas" sino "conocer a fondo cuáles son los propósitos que animan la actitud de los estudiantes" y el pliego no sólo incluía "quejas", sino también propuestas, como son la paridad de votos en el Consejo a maes-tros y alumnos, la elección del rector y el consejo técnico de escuelas técnicas.

Es digno de llamar la atención, por otro lado, el hecho de que, .habiendo sido planteada repetida-mente por algunos estudiantes (Gómez Arias, Azuela y Zapata Vela), la autonomía no fue plas-mada en el documento clave del movimiento: su pliego petitorio presentado al Presidente el 27 de mayo. Al día siguiente de la presentación del pliego se realizó una gran manifestación que culminó con un mitin en el Zócalo, frente a Palacio Nacional. Desde ahí el Presidente pudo leer mantas y letreros que decían:

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ta obtener justicia", "Queremos maestros revolu-cionarios, no políticos de ocasión" y alguna que re-zaba "Autonomía universitaria".!l

Inmediatamente envió Portes Gil su respuesta: "Aunque no explícitamente formulada, el deseo de ustedes es el de ver su Universidad libre de la ame-naza constante que para ella implica la ejecución, posiblemente arbitraria en muchas ocasiones, de acuerdos, sistemas y procedimientos que no han sufrido previamente la prueba de un análisis técni-co y cuidadoso... Para evitar ese mal, sólo hay un camino eficaz: el de establecer y mantener la auto-nomía universitaria"Y

Los días siguientes transcurrieron entre asam-bleas aceptando la autonomía pero sosteniendo la huelga, planas de respaldo al secretario de Educa-ción Pública, cartas de apoyo a los estudiantes y palabras laudatorias al Presidente.

El 31 de mayo la Comisión Permanente del Con-greso se reunió para votar unánimemente abrir un período extraordinario de sesiones destinado a dis-cutir si se concedían facultades extraordinarias al Ejecutivo para legislar sobre la autonomía univer-sitaria. El período extraordinario fue convocado para iniciarse el 3 de junio.

Todavía hubo algunas diferencias entre los diri-gentes estudiantiles, pues algunos dudaban de la decisión de aceptar la autonomía, -Serrano, Ná-var, Brito, Ramírez- por diversas razones: no se había dado solución a las peticiones de las secun-darias, la U niversidad dependería del presupuesto que el gobierno le diera, etc...13Sin embargo había

suficiente consenso alrededor de la decisión de Portes Gil.

Los estudiantes asistieron a la Cámara de Dipu-tados para conversar con diversos representantes sobre las reformas que creían debían hacerse; el Consejo Universitario envió un Memorial a la Cá-mara apoyando la iniciativa presidencial; la secre-taría de Educación Pública anunció que sería Eze-quiel Padilla, en su calidad de ministro, quien fun-damentaría la iniciativa; Ezequiel Chávez envió a Moisés Sáenz un proyecto de ley de autonomía para que lo considerara al elaborar el definitivo. Todo giraba alrededor de la autonomía universita-ria.

El lunes 3 de junio de 1929 comenzó el período extraordinario de sesiones para debatir la iniciati-va que facultaba al Presidenh: para legislar sobre la autonomía universitaria. Ese día fue leído un me-morial que el lo. de junio decidió el Consejo U ni-versitario elevar a la consideración del H. Congre-so de la Unión. La comisión que lo redactó se com-puso de Vicente Lombardo Toledano, Alberto Ba-rosio, Pedro de Alba, Roberto Esteva Ruiz y Al-fonso Caso. Cuando menos cuatro de ellos habían firmado o elaborado anteriormente algún proyecto o iniciativa de la Universidad.

El memorial tenía por objeto hacer del conoci-miento de los legisladores los antecedentes que

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existen sobre la autonomía universitaria. En el do-cumento se hablaba de los barruntos autonomistas de la ley constitutiva de 1910, del intento de 1917 y del espíritu autónomo de la Constitución,] además de mencionar los intentos de 1923 y 1928. Es nota-ble el hecho de que connotados universitarios no mencionaran otros proyectos como los de 1881, los dos de 1914 y el de 1915. Esto indica que la tradi-ción autonomista universitaria no era poseída ca-balmente por los universitarios, quienes no cono-cían a fondo, en ese momento crítico, su propia historia.

Al día siguiente se presentó el Lic. Ezequiel Pa-dilla a informar de la iniciativa. Los estudiantes quisieron asistir y les fue negado el ingreso, pero al-gunos "colados" protestaron por la comparecen-cia de Padilla, por lo cual fueron, según dijeron al-gunos de ellos, invitados a guardar orden con una pistola. Fuera de esta anécdota, la sesión fue nor-mal y provista de aplausos, como corresponde a la tribuna "donde se dicen las grandes verdades a la Nación".14

Padilla habló en la tribuna de las "clases intelec-tuales siempre divorciadas de los intereses del pue-blo"; pero también de los "espíritus selectos" que preparan las reivindicaciones de los pueblos; de la animadversión que "los hombres de la Revolu-ción" sentían por la autonomía, pero también del prestigio de los grandes pueblos que han "elevado a la categoría de ideal" la autonomía; de que no "sentaría en el banquillo de los acusados" a los in-telectuales de México, pero también de que la "U niversidad de México está constituida en bases falsas". Se refirió después a la necesidad de investi-gaciones en el país y del alejamiento entre el e'stu-diante mexicano y su pueblo. Después calificó a la huelga de "movimiento genuino de inquietud de la clase juvenil" que enorgulleció al propio secretario de Educación, pero hizo notar que el Presidente de la República, "hombre radiador de ideas revolu-cionarias" señaló al estudiantado las "pequeñe-ces" que pedían y les dijo: "¡No allá abajo; allá en la cumbre espléndida! y pide a ustedes la autonomía universitaria".tJ Concluyó Padilla haciendo votos por que la Universidad, ya autónoma, se convirtie-r

a

en un aliado del pueblo.

Tras ü'na breve interpelación del diputado licen-ciado Sánchez Lira, en la cual manifestó dudas so-bre la facultad del Congreso para delegar sus facul-tades legislativas en el Ejecutivo, y de la aclaración de Gonzalo Santos haciendo notar que Sánchez Lira ignoraba eso porque no era abogado de la Universidad Nacional, se votó por unanimidad la siguiente ley: "Artículo lo. Se faculta al Ejecutivo de la Unión para que expida una ley que establezca la Universidad Nacional Autónoma y para que re-forme o derogue las disposiciones que se opongan a esta ley."

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ordina-l. Archivo Histórico de la UNAM, Archivo de Asuntos Ad· ministrativos y Escolares/Sección 11 B, paquete 5, legájo 222. 2. Eguia Lis, Joaquín: Informe de labores de la Universidad

Nacional; Imprenta1. Escalante, S. A., México 1913, p. 11. 3. Archivo Histórico UNAM, Acervo Ezequiel A. Chávez: Caja 111, memorandum del rector al director de la Facultad de Jurisprudencia.

4. Boletín de la Secre/aría de Educación Pública: Tomo Y,

Números 3 y 4; abril y mayo de 1925, p. 42.

5. Ibidem: Tomo V, número 10; octubre de 1926, p. 55. 6. El Universal, 7 de mayo 1929.

7. Idem.

8. Reproducido por Baltasar Dromundo en: Crónica de la

Autonomía Universi/aria; Editorial Jus, México 1978, p. 79.

9. Reproducido en Puig Casauranc, José Manuel: op. cil;

Impresores Unidos, S. de R.L.: México 1936.

10. Dromundo, Baltasar: op. ciJ. p. 72. 11. El Universal: 29 de mayo 1929.

12. Portes Gil, Emilio: Quince años de polí/ica en México; Ediciones Botas; México 1954 (3); p. 354.

13. El Universal 31 de mayo de 1929.

14. Diario de los Deba/es de la Cámara de Dipu/ados:

XIII Legislatura; Martes 4 de junio de 1929; pp. 4·6.

15. Ibidem, p. 10.

16. El Universal, 12 de junio de 1929. 17. El Universal, 10 de julio de 1929.

Se hizo un mitin en el Paraninfo y se exigió la re-nuncia del rector para que fuera designado otro funcionario. El edificio fue desalojado tres días después, a petición del Presidente, quien ofreció entregar a los estudiantes el proyecto de ley para que le hicieran objeciones.

Poco después fueron divulgadas y aceptadas las ren uncias de los directores de Derecho y de la Pre-paratoria, junto con la de Castro Leal, quien apa-rentemente colaboró en la redacción del proyecto de ley de autonomía que fue difundido a través de la prensa el 22 de junio.

Tanto los estudiantes como los profesores, estos últimos por medio de una asociación promovida ex profeso por Vicente Lombardo Toledano y Enri-que Schulz, discutieron el proyecto presidencial e hicieron algunas objeciones y sugerencias. Entre los huelguistas y los profesores de esta asociación hubo problemas, pues el Director consideraba que la mayoría de los problemas de esa asociación eran oportunistas y como sus reuniones fueron boico-teadas incluso hubo necesidad de que el Presidente les ofreciera a los maestros garantías personales y un salón en Palacio Nacional para realizar sus reu-niones, para evitar que algunos estudiantes conti-nuaran boicoteándolos. Es probable que este últi-mo conflicto influyera en el ániúlti-mo del Presidente de la República, pues en poco -en casi nada- fue-ron tomadas en cuenta las sugerencias formuladas por maestros y alumnos, y el Ejecutivo expidió la ley el 10 de junio de 1929.

Con la ley se dio fin no sólo a un conflicto sino a .una etapa de la historia universitaria, pues a pesar de las diferencias habidas entre los universitarios, la idea de la autonomía, en las condiciones en que fuese expedida, logró la aprobación general.

NOTAS

TERCERA SECCION'

rio de sesiones, del uso que haya hecho de dicha fa-cultad."16

El día siguiente fue votada por el Senado, que la aprobó, con la aclaración del senador Acosta de que sólo podría darse a la Universidad una auto-nomía relativa, no absoluta.

Durante los siguientes días se discutió en el Co-mité de Huelga siel paro continuaba o se daba por terminado. Gómez Arias propuso que las escuelas secundarias técnicas y normales regresaran a clases coincidiendo con la posición presidencial, que con-sistía en diferenciar el conflicto de la U niversidad y la Preparatoria del de las secundarias y normales. Inicialmente fue rechazada esta propuesta pero tras la renuncia de Gómez Arias y después de repe-tidas votaciones, se aprobó su iniciativa confir-mándole el cargo.

De esta manera se fue reduciendo el conflicto a una espera por la ley de autonomía, haciendo a un lado la mayor parte de las exigencias del pliego pre-sentado a Portes Gil; por esta razón se nombró un "Directorio de Huelga" integrado por Gómez Arias, Ramírez, de Gorta'ri, Návar, Zapata Vela, Brito Rosado y Serrano.

La primera decisión del Directorio fue ocupar las instalaciones de la Universidad, pues "la huelga ha llegado a un punto en el que tenía que fracasar o triunfar, y puesto que la Universidad Nacional era de los estudiantes, había que tomar los edificios".11

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