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No quiero hablar de eso

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Academic year: 2017

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No quiero

hablar

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Daniela González Vargas

Asesora: Carolina Calle Sandoval

Trabajo de Grado

-Candidata a Maestra en Artes Visuales con Énfasis en Expresión Gráica

Pontiicia Universidad Javeriana Bogotá - Colombia

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contenido

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Introducción

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Los recuerdos y la memoria

3

El acto de escribir

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Referentes artísticos

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El aspecto formal 5.1 Antecedentes

5.2 Proceso de la obra inal

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Anexos

6.1 Imágenes de la encuesta

6.2 Imágenes del proceso del libro arte

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«Cuando un individuo se expone con sinceridad, casi todo el mundo entra en el juego»

Simone de Beauvoir

«...para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia…»

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1. INTRODUCCIÓN

«Pues para ser digno de quien se es, antes hay que desenmascararse a sí mismo, lo que exige tener que vencer a los monstruos que habitan en el propio interior.»

Tomado de Máscaras masculinas de Enrique Gil Calvo.

D

urante mi formación en las artes visuales, he abordado temas aines a mi vida personal o mi cotidianidad como material artístico: mi casa, mi rutina diaria, mi familia, mi gata, lo que se ve por mi ventana. Temas autorreferenciales que buscaban, al convertirse en obras (aún cuando no fuera mi intención explícita en esos momentos), acercarme a saber quién era yo, mediante la posibilidad de verme como un tercero.

Todos fueron trabajos que indagaron sobre la identidad del individuo, y que abrieron el camino para llegar a la realización de este proyecto de grado titulado No quiero hablar de eso.

No quiero hablar de eso explora una diicultad constante por saber quién soy y por decirlo.

“Eso” surge aquí como el yo, la identidad, junto con la pregunta implícita ¿Quién soy? -como ese interrogante universal, siempre presente en la cultura y en el ámbito en el que habito-, y ¿quién soy, si además me desenvuelvo dentro de un marco temporal?

El “no quiero hablar”, por su parte, hace referencia a la diicultad intrínseca (una línea borrosa entre no querer y no poder) de hablar acerca del sí mismo y exteriorizar lo que se es.

Durante muchos años tuve el hábito de escribir sobre mí misma y sobre las experiencias vividas de manera muy breve y aparentemente insustancial. Al leerme como un ajeno, esta forma de escribir me llevó a indagar y preguntarme sobre la escritura como evidencia de la identidad del individuo: ¿Son los textos que escribo verdadero relejo de lo que soy?, ¿por qué dejo ver unas cosas y otras no? ¿cómo se maniiesta que la mayor parte de mi ser es la que está oculta a los demás y cómo se evidencia eso en mi manera de escribir sobre mí misma?

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conmigo misma para exteriorizar eso que no quiero dar a conocer.

El presente texto investigativo que acompaña la obra, lo he desarrollado de la siguiente manera:

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2. LOS RECUERDOS Y LA MEMORIA

«Pues bien, oí que había por Náucratis, en Egipto, uno de los antiguos dioses del lugar al que, por cierto, está consagrado el pájaro que llaman Ibis. El nom-bre de aquella divinidad era el de Theuth. Fue éste quien, primero, descubrió el número y el cálculo, y, también, la geometría y la astronomía, y, además, el juego de damas y el de dados, y, sobre todo, las letras. Por aquel entonces, era rey de todo Egipto Thamus, que vivía en la gran ciudad de la parte alta del país, que los griegos llaman la Tebas egipcia, así como a Thamus llaman Ammón. A él vino Theuth, y le mostraba sus artes, diciéndole que debían ser entregadas al resto de los egipcios. Pero él le preguntó cuál era la utilidad que cada una tenía, y, conforme se las iba minuciosamente exponiendo, lo aprobaba o desaprobaba, según le pareciese bien o mal lo que decía. Muchas, según se cuenta, son las observaciones que, a favor o en contra de cada arte, hizo Thamus a Theuth, y tendríamos que disponer de muchas palabras para tratarlas todas. Pero, cuando llegaron a lo de las letras, dijo Theuth: «Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha inventado como un fármaco de la memoria y de la sabiduría.» Pero él le dijo: «¡Oh artiiciosísimoTheuth! A unos les es dado crear arte, a otros juzgar qué de daño o provecho aporta para los que pretenden hacer uso de él. Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, iándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos. No es, pues, un fármaco de la memoria lo que has hallado, sino un sim-ple recordatorio. Apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos, que no verdad. Porque habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas, parecerá que tienen muchos conocimientos, siendo, al contrario, en la mayoría de los casos, totalmente ignorantes, y difíciles, además, de tratar porque han acabado

por convertirse en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad.»

Platón, Fedro (fragmento)

¿Qué es un recuerdo y qué es la memoria? Para mí, un recuerdo es una imagen que se proyecta en la mente de un individuo y que hace referencia a algún suceso o experiencia vivida en su pasado. Y memoria es ese lugar abstracto e intangible que abarca tanto los recuerdos, como los olvidos. Así, gracias a la memoria podemos retener hasta el presente ciertos aspectos y sensaciones de experiencias del pasado. Se dice que en gran parte recordamos lo que

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La memoria, entendida como «la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado1» , ha estado íntimamente relacionada con la identidad. Ejemplo de lo

anterior es el Alzheimer; Maria Antonia Martorell Poveda, en Mirándose ante el espejo: Relexiones entorno a la identidad de la persona con Alzheimer, explica «…la demencia de Alzheimer como un proceso del cual deriva una “pérdida del ser” (asociada a la pérdida de identidad social y a la “muerte social”)… ». El enfermo de Alzheimer no recuerda, no registra, no narra su vida, llevándolo entonces a perder el sentido de sí mismo, es decir su identidad. Poder recordar y rememorar algo del propio pasado es lo que sostiene la identidad2. Al

existir la memoria, se convierte en presente algo que solamente existe mientras esté ausente en la realidad. La memoria, así, construye, y al construir genera espacios favorables para la identidad y el reconocimiento3, la memoria es lo que establece y lo que compone el pasado,

sin esto no hay creación de identidad.

Al no haber una memoria que podamos narrar, no existe identidad, pues no tenemos dónde ni cómo encontrarla. No existe ese rastro de lo que hemos sido y del cual partimos para reconocernos en el presente. En su mayor parte, la manera como nos identiicamos a nosotros mismos tiene que ver con cómo recordamos lo que ya hemos vivido y cómo le damos sentido a esos recuerdos para inalmente aludir a ellos como determinantes de la propia identidad.

La memoria es cambiante, no tiene orden y muchas veces se ve interrumpida por espacios en blanco llenos de interrogantes. Es fragmentaria, siempre imperfecta y siempre en

movimiento. La memoria nos permite seleccionar recuerdos para así ayudar a construir una identidad propia, pues son evidencias de lo que somos. ¿Por qué una persona con Alzheimer no sabe quién es? Porque al no recordar, no encuentra evidencias o relejos de los grupos sociales a los que pertenece, sus gustos, sus actividades, sus sentimientos, etcétera. Sin embargo, es imposible seleccionar todas nuestras remembranzas, aunque se quisiera, para ordenarlas narrativamente y darles algún sentido para luego poder reconocernos, y viéndolo así, entonces todo ser humano sufre en cierta medida de Alzheimer, pues la imposibilidad

1(Real Academia Española, 2001)

2(Gillis, 1994) citado por JELIN, Elizabeth; Los trabajos de la memoria, Capítulo 2 ¿De qué hablamos cuando hablamos de memo-rias?; Siglo Veintiuno Editores; España, 2001, pag 7

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de recordar ciertos sucesos hace que no podamos generar una identidad completa de lo que somos a partir de la memoria. Damen Joe, artista contemporáneo en cuya tesis de maestría4

explora la relación entre la autobiografía y el autorretrato, apunta que nunca podremos seleccionarlo todo ni narrarlo todo acerca de nuestra realidad.

De lo anterior podemos entonces llegar a que la identidad también es cambiante. Todos los días recordamos cosas que en otros momentos no, y vivimos nuevas experiencias para recordar posteriormente. Y si son los recuerdos los que nos ayudan a la construcción de la identidad y siempre están cambiando, por lo tanto nuestra identidad está en constante cambio. Su estructura es móvil y fortuita.

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3. EL ACTO DE ESCRIBIR

«… y siempre con la consideración de que la biografía no explica la vida, sino que corre paralela a ella, como en paralelo corren los raíles del tren»

Anna María Guasch

Aunque por naturaleza no podamos recordar todos los sucesos vividos valiéndonos solo de nuestra mente, existen géneros literarios como la autobiografía o los diarios personales que han funcionado como soportes para el registro de aquellos recuerdos y como sistema recolector de aspectos identitarios.

Existe un texto muy interesante de Georges May (1979) citado por Mercedes Laguna

González (2005) que dice que durante mucho tiempo en parte de Europa, las narraciones que hablaban de recuerdos dejados por hombres destacados de la cultura y la sociedad tuvieron el nombre de «Memorias». Con el pasar del tiempo, se adoptó el hábito de darles el nombre de «Autobiografía» a esas memorias que aludían más a los autores como individuos, que a los acontecimientos a los que éstos hacían referencia.

El genero literario de la autobiografía (del griego autos = “propio”, βίος bios = “vida” y γράφειν grafos = “escritura”) ha sido estudiado y analizado por distintos teóricos a lo largo de la historia, quienes la han problematizado de distintas maneras. Según Smith, citado por Guasch, «Jacques Derrida, por ejemplo, destaca la necesidad de la autobiografía, entendida como documento de una “historia personal” o “historia de la personalidad”, a cuestionarse a sí misma, vinculándose en una ideología del individualismo y una gratiicación narcisista5,

airmando que el aspecto central de toda biografía es la relación entre el ilósofo (individuo) y el “día a día” de su vida», es decir, el entendimiento de la autobiografía como un documento en el que lo central es la historia personal de cada día de la vida del autor, en la que el autor se cuestiona a sí mismo de una manera egocéntrica en la que él es lo único que importa. Por otro lado, Roland Barthes escribió Roland Barthes pas Roland Barthes (1975) el cual es un texto escrito a manera de autobiografía pero cuyo enfoque no es hacia el autor sino hacia el texto como herramienta del lenguaje. Aquí lo importante es el individuo que se mira a sí

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mismo mientras escribe su autobiografía, es decir, el acto de mirarse a sí mismo como un ajeno, mientras se escribe y el momento de la división del individuo. Un tercer ejemplo es Paul de Man, quien habla de la autobiografía como un problema de escritura y de lenguaje más que como una historia personal de un individuo. Para él, el sujeto pasado y presente, es decir, el sujeto que se lee y el sujeto que lee, se relejan todo el tiempo mediante ciertas claves estructurales contenidas en la memoria, la metáfora y el lenguaje6.

Por otro lado, el autorretrato es también un medio por el cual una persona se describe a sí misma subjetivamente, seleccionando rasgos y destacando aspectos de su ser desde su propio punto de vista. Es considerado como uno de los ejercicios analíticos de mayor profundidad, para posteriormente ser llevado a una pintura o a un texto literario. La diferencia que considero más importante entre autorretrato y autobiografía está en que una autobiografía requiere una coherencia, lineal o no, narrativa y cronológica de los hechos, en cambio, el autorretrato (aunque pueda estar determinado por la temporalidad) no necesita de una coherencia narrativa ni cronológica al hacerse. La autobiografía hace énfasis en el pasado y el autorretrato en el presente.

Los géneros literarios en los que un autor habla de sí mismo como la autobiografía, las memorias o los autorretratos, buscan en todo caso, registrar la existencia del individuo. Con respecto a esto, Andrew Newman (2005) anota:

«La primera razón que se tiene para escribir sobre uno mismo es el existir. Aunque el propósito consciente puede ser, en principio, el comprender la existencia individual, e incluso compartirla con el mundo, la motivación principal es la de

existir y reairmar la propia existencia.»

[Traducción propia]

Según J. L Austin (2004) citado por Newman, el acto de escribir entonces es entendido como un acto performativo, que implica que en la misma instancia en que algo se ha dicho, algo se ha hecho, convirtiendo ese algo en realidad.

Newman airma que al escribir no siempre se busca la identidad de uno mismo, sino que se intenta generar un vacío en uno mismo, en el que uno deja de ser un «todo» permitiendo la participación de los demás en la construcción del yo. Como dice el especialista en

autobiografía, Philippe Lejeune en On Autobiography (1989), en la escritura sobre sí

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mismo, como en una autobiografía, el autor ofrece una supuesta garantía al lector de que lo que está leyendo es lo verídico o lo más cercano a la realidad del autor. Es justo en este ámbito, donde me interesa la participación de los demás en la construcción de la propia identidad y la interpretación de esa identidad, pues al escribir sobre uno mismo, sólo uno es el que determina qué de lo escrito es real y qué es icción; el lector en esencia no lo sabe. Quedan entonces expuestos esos espacios de incertidumbre sobre lo escrito, que luego son completados por la imaginación, las sospechas y las suposiciones del lector, para completar así la interpretación de la identidad del autor.

En esa medida, propongo la existencia de dos tiempos, el tiempo del escritor y el del lector, los cuales, luego de varias investigaciones al respecto, encontré que son también reiterados por el teórico literario Jay David Bolter. Existe, gracias a estos dos tiempos separados, una sensación de pérdida (Bolter, 1991), una desconexión entre ser el escritor y lector de sí mismo, en la que uno, luego de leer un texto escrito, se pregunta ¿qué pudo haberme motivado a escribir lo que escribí? ¿Qué sentía realmente en ese momento? Se pierde la conexión íntima y se gana perspectiva con lo escrito. ¿Quién soy entonces yo? ¿el que era cuando escribí o el que soy mientras lee? Además, si el ser y la existencia se desenvuelven dentro de un marco temporal (dentro del cual también se desenvuelve la memoria), que por ser de tiempo es móvil y no estático, pues el tiempo nunca se detiene, la identidad del ser, como resultado, está siempre en movimiento y es cambiante. Es decir, el tiempo siempre cambia, anda y no se detiene. El tiempo es lo que rige y conduce a la memoria, por lo tanto, esta unión de conceptos contribuye al concepto de la identidad del ser, que también está siempre en movimiento y en constante cambio.

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La obra Veil de Charles Bernstein es, en mi opinión, una muestra gráica del tiempo del lector. La obra es una especie de palimpsesto de páginas superpuestas que da cuenta del movimiento que hace una mano al pasar las páginas de un libro, la luz del momento, la sombra y el ángulo del libro en relación a esa luz. Es una obra que se convierte en un ejercicio doloroso para los ojos mientras

intentan descifrar lo que el texto dice7.

El tiempo de la elaboración del autorretrato tiene un límite, el momento en el que se decide que éste está técnicamente terminado, sin embargo, como mencioné antes, al no requerir linealidad cronológica, no tiene inal, haciendo al autorretrato (escrito) como tal, una labor ininita. El autorretratado existe en tanto es autorretratado y así mismo, por habitar dentro del tiempo, nunca volverá a ser el mismo autorretratado. Deja de existir como una vez fue y vuelve a existir como algo distinto. El autorretrato es entonces, como género en el que un individuo se describe subjetivamente, la prueba de la existencia de ese individuo mientras la escribe. Cada autorretrato, cada escrito sobre uno mismo, correspondería entonces a una circunstancia y a un solo momento determinado, lo demás sería ajeno. Cuando un individuo se autodeine como algo, se convierte en lo que dice que es. Esto nos lleva a esa constante inquietud del individuo por preguntarse quién es sin llegar nunca a una respuesta deinitiva. Uno solo es el que es cuando dice qué es. Al respecto, Damen Joe dice que los autorretratos y las autobiografías no pueden mostrar nunca una verdad absoluta sobre el ser, sólo podrían si esa verdad fuera el sentido de multiplicidad del ser humano, su incertidumbre, movimiento y cambios.

Dentro del amplio género literario de la autobiografía y paralelo al autorretrato escrito,

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existe la escritura de diarios personales. El concepto de privacidad, entendido hoy en día como el ámbito de la vida personal de un individuo que se desarrolla en un espacio reservado o íntimo, nació en el siglo XIX. Durante ésta época, surge lo que conocemos como diarios personales, libros en blanco en los que el individuo exponía secretamente sus pensamientos, percepciones y concepciones sobre la vida y el mundo. El acto de escribir sobre los propios recuerdos y olvidos es y ha sido determinante también en la manera como un ser construye, a partir de sí mismo, su identidad.

«En el diario, Wittgenstein encontró no sólo un compañero sino también la manera de llegar a ser hombre. En las páginas del diario no tiene necesidad de ingir ni aparentar, mucho menos la de ocultarse, pues su único interés en aquel

entonces era el de relexionar sobre sí mismo.»

Tomado de Veinticuatro historias, diez noches y un mesero extraño,

relexiones en torno la libreta de apuntes, la escritura y el amor

de Tatiana Córdoba8, pag 49.

El diario personal sirve además como medio de registro de los cambios de un individuo, lo que se hace evidente al releer datos de un pasado más o menos lejano. Es al mismo tiempo un iltro entre lo que siente/piensa y lo que el eventual lector leerá. Es lo que está entre su interior y lo que muestra al lector, «[…]haciendo creer que hay una vida que vale la pena anotar[…]» (Drucker, 2004).

El diario personal se desenvuelve mayormente en la intimidad, donde surge un espacio de construcciones subjetivas de acuerdo con las experiencias propias, desligándose en gran parte con el ámbito de lo público. La soledad, entendida como un estado físico del ser en el cual se carece de compañía, resulta favorable para llegar a adentrarse en uno mismo, relexionar y sacar los pensamientos y sentimientos desde lo más hondo de sí a través de la escritura. Se trata de tener la oportunidad de estar con uno mismo con los cinco sentidos y con total conciencia.

En este punto, reitero lo anteriormente dicho sobre la diicultad que existe al hablar de la realidad total de una persona, pues no se pueden seleccionar todos los recuerdos para

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traerlos narrativamente a la realidad, y además el hecho de que el individuo esté en constante cambio implica que no se le puede hacer un único y verdadero retrato. Al respecto, ha

habido posiciones enfrentadas en cuanto a si el lenguaje es capaz de expresar la realidad, concretamente la realidad individual, y de ayudar a construir un individuo. Es en este punto donde el fragmento de Fedro de Platón entra en juego, pues habla de cómo la escritura se vuelve simplemente un recurso para acordarse de no olvidar, pero sin llegar a expresar y alcanzar un recuerdo real y propio. El reproche de Platón es hacia la escritura como obstáculo para poder vivir las experiencias por nosotros mismos iándonos de ella, y convirtiendo

la palabra escrita en un medio muerto de conocimiento; según él, la información no es

conocimiento. Platón apuesta por llegar al conocimiento directamente a través de la memoria y los recuerdos propios, no mediante la palabra escrita para aludir a éstos. Paul de Man y Jacques Derrida airman que la escritura autobiográica es incapaz de expresar la realidad de la vida del autor, negando así la capacidad del lenguaje para expresar la vida y sus complejidades. Ellos piensan que el lenguaje y todo lo que éste puede construir queda en el ámbito de la icción. Por el contrario, Philippe Lejeune cree en la capacidad de la escritura como portadora de datos reales referidos a la existencia verdadera del autor, siendo la confesión el centro de la escritura autobiográica y quien se vale de la supuesta garantía ofrecida al lector, de la veracidad de lo escrito. Analizando estas dos posturas, me inclino más por las airmaciones de Paul de Man y Jaques Derrida. Todos hemos experimentado circunstancias o sensaciones inefables, para las que el lenguaje se queda corto. Y más aún, al hablar o escribir sobre el individuo complejo y enigmático, me pregunto ¿cómo puede creerse que con el lenguaje basta? Es probable que incluso existan sensaciones o estados del alma que no se puedan nombrar simplemente porque el lenguaje no cuenta con las palabras para hacerlo. No comparto que lo que pueda crear el lenguaje quede del todo en el ámbito de la icción, hay datos reales y certeros que el lenguaje es capaz de expresar, sin embargo, sí comparto que el lenguaje no es suiciente para lograr revelar la realidad total de un individuo.

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4. REFERENTES ARTÍSTICOS

Durante la exploración del marco teórico de este trabajo, me encontré con tres artistas que adopté como referentes, pues considero fueron los que más me inspiraron y marcaron en el análisis y en mi proceso de investigación-creación.

Mi primer referente artístico fue Louise Bourgeois, por ser una de las primeras escultoras mujeres en enfrentarse a la subjetividad del individuo y por buscar en el dolor y en sus recuerdos negativos toda la inspiración para sus obras. Sus obras se convirtieron en una

terapia para ella en las que reconocía lo que había vivido y se daba cuenta de la persona que era en su presente. Considero que en este sentido sucede lo mismo con mi trabajo, pues a partir de lo que yo pienso y siento pero que no expreso, sumado con lo que la gente opina y considera de lo que soy, puedo permitirme acercarme a mi identidad, pues es a partir de éste trabajo que me puedo reconocer concientemente y comprender en el presente. Bourgeois utilizó objetos que abordó como reales o como metáforas de aquello que había sentido pero que de otra manera no había podido describir. Me interesa que en sus obras, como por ejemplo en Personnages (1940 - 1950), plasma sentimientos duales como fortaleza/debilidad para representarse a sí misma como un todo que reúne estos dos conceptos, lo que considero cercano a algunas dualidades que yo trabajo como esconder/mostrar, lo visible/invisible, y lo que digo/lo que no digo.

Como segundo referente artístico, me acerqué a la obra de Sophie Calle. Algunas de sus obras están cargadas, al igual que Bourgeois, de acciones terapéuticas para sobrellevar los dolores de los malos recuerdos y de las experiencias vividas. En su obra siempre se ha preguntado quién es ella misma y qué es eso de «ser alguien». Busca meterse, de manera icticia, en la intimidad de gente extraña y busca conocer distintas percepciones sobre temas comunes y corrientes e igualmente desde su propia vida y experiencias. Hace de sí misma su materia artística. «Intrusa de su propia intimidad, reveladora de sus propios secretos, Sophie Calle se expone a sí misma como si fuera otra persona que no tuviese nada que ver con ella»9.

Escribió un libro, Douleur Exquise (iniciado en 1983 y publicado en 2003), luego de una

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ruptura amorosa, y en el queda cuenta de lo que está sintiendo, y mediante la escritura de su libro y la gradual desvanesencia formal del texto, releja cómo lo va enfrentando. En Les Aveugles (1986) juega con la percepción que la gente tiene de la realidad y combina lo privado con lo público al exponer abiertamente los pensamientos de un grupo de ciegos. Me interesa la comparación que establece en varias de sus obras entre ella y los demás, dejando que sean los otros, no ella, quien realice los análisis. Sophie Calle me ha enseñado que hay muchas maneras como lo público y lo íntimo se pueden relacionar y cómo es que la identidad de alguien depende en grandísima parte de la mirada de cada quien.

El siguiente referente es Damen Joe, artista contemporáneo de Nueva Zelanda. En su tesis de maestría titulada Mapping the Self-Portrait: Navigating Identity and Autobiography in Visual Art, explora la relación entre la autobiografía y el autorretrato, y cómo estas nociones del yo pueden ser representadas en el arte visual, a través de su instalación 360 Potencial Truisms, obra que consiste en 360 impresiones fotográicas, instaladas en orden cronológico

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5. EL ASPECTO FORMAL

5.1 ANTECEDENTES

Hubo una época en mi vida en la que escribí sobre mis sentimientos y mis desahogos a manera de diario personal, en una libreta que permanece dentro de una caja entre el closet. Casi nadie sabe de ella y en su contenido habla en una gran mayoría de cosas dolorosas sobre lo que vivía en esa época. Ha sido la única libreta en mi vida en la que he decidido ahondar por escrito en mis sentimientos y pensamientos. Por otro lado, pero de manera mucho más ferviente, dedicada y recurrente, he venido desarrollando la actividad, que ya se convirtió en hábito, de escribir sobre actividades que he vivido, en agendas. Son diez agendas en total desde hace seis años. La palabra “agenda” viene del latín agendum (”lo que se debe hacer”) y la entendemos como una libreta en blanco en la que se anotan actividades por hacer. En este texto nombraré así a estas libretas o diarios personales, por la costumbre que tengo de llamarlas de este modo, aunque ese no sea el uso que les doy, debido a que no son agendas escritas al futuro de cosas por hacer sino agendas en las cuales registro sucesos del día ya transcurrido, a manera de rememoración, siguiendo de alguna manera la idea de diario personal, con estructura cronológica.

A propósito de la rememoración, Elizabeth Jelin anota:

«Como señala Bal (1999: viii) es este compromiso afectivo [el acto de escribir so-bre uno y para uno] lo que transforma esos momentos y los hace ‘memorables’. La memoria es otra, se transforma. El acontecimiento o el momento cobra en-tonces una vigencia asociada a emociones y afectos, que impulsan una búsqueda de sentido. El acontecimiento rememorado o ‘rememorable’ será expresado en una forma narrativa, convirtiéndose en la manera en que el sujeto construye un sentido del pasado, una memoria que se expresa en un relato comunicable, con

un mínimo de coherencia.»

(Jelin, 2001)

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recordar si ese día estuve muy feliz, si estuve triste, o si lloré a mares.

Pocos familiares y amigos muy cercanos me han visto sacar mis agendas en distintos momentos para ponerme a escribir en ellas y les ha dado curiosidad; me han preguntado sobre lo que son, y cuando les contesto, luego me preguntan por qué no escribo sentimientos y profundizo más sobre lo que para mí fue ese día, y la respuesta es que creo que tiene que ver con mi carácter vulnerable y sensible –en el sentido de sensitiva, conmovida y emotiva. Muchas situaciones me tocan el alma muy fácilmente y me es fácil encontrarle a cada una alguna razón por la cual cambiar mi estado de ánimo. Supongo que el hecho de no profundizar en los sentimientos o sensaciones me ayuda a no recordarlas al momento de releer mis agendas. Sin embargo, me he dado cuenta que eso no es del todo efectivo, pues a pesar de escribir lo menos, al releer, por ejemplo, la palabra «decepciones» (12 de mayo 2011), tengo muy presente la sensación dolorosa, lo cual me lleva a acordarme de ese día

vívidamente y volverlo presente. El no profundizar sobre mi interior al escribir mis agendas, es una defensa para no tocar esos puntos que me vulneran y fragilizan y, para de cierta manera, no hablar de ello de manera concreta. Vuelvo aquí a remitirme a Paul de Man y Derrida, pues aunque el lenguaje para muchos no alcance a comunicar algo y que haya palabras que para otras personas no representen nada ni importen, no quita que para otros sí tengan fuerza y signiiquen, como en mi caso. No todas las palabras son lo mismo para todo el mundo.

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Sweethearts (1968)de Emmet Williams es una obra que se enfrenta y reta al lenguaje. Le saca el máximo provecho a una única palabra escrita “sweethearts”, jugando con espacios y con las letras que componen la palabra, logrando armar palabras nuevas y frases completas que logran decir mucho más y comunicar

algo nuevo en cada doble página.

En este punto hay un aspecto que veo necesario aclarar: menciono que el hecho de escribir los recuerdos de manera narrativa para darles sentido, implica rememorar. Según la etimología de las palabras, “rememorar” es traer al presente algo que alguna vez registré y pasó por el cerebro. Del latín rememorare, preijo re- (‘de nuevo’) y memorar (‘memoria’); y “recordar” es traer al presente algo que alguna vez registré y pasó por el corazón. Del latín recordare, preijo re- (‘de nuevo’) y el elemento cordare formado sobre el nombre cor, cordis (‘corazón’). Por lo tanto, el proceso que yo hago con mis agendas no se trataría entonces de buscar el “no rememorar” sino el “no recordar” y así proteger mi vulnerabilidad. Puede sonar o ser contraproducente, pues aunque no escriba ampliamente sobre mis sentimientos, una simple palabra suelta a veces logra activar esos sentimientos que quiero evitar. El proceso se convierte entonces en una lucha, necesitando plasmar ciertos sucesos en el papel y a la vez queriendo pasarlos por alto. Ésta es precisamente la lucha personal en la que entro (y de la que hablo), no querer hablar de eso y sin embargo hablarlo a mí misma.

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ya estoy en otra circunstancia, al releer lo que escribí ya no me siento reconocida.

La preocupación por la memoria siempre estuvo relacionada con el hábito de mis agendas aunque yo no fuera consciente de ello. Recuerdo que la primera motivación por la que empecé a escribir fue por miedo a la posibilidad de enfermar de Alzheimer en mi vejez o sufrir de amnesia por alguna razón. Que si, dado fuera el caso, pudiera releer y echar para atrás en esos escritos y darme cuenta de cosas tales como con quién pasaba mis días y, de cierta manera, qué era lo que me importaba y gustaba en ese tiempo pasado. Ahora me pongo a pensar y no veo que tenga mucho sentido o alguna funcionalidad ese tipo de recuerdos –de actividades supericiales– cuando vaya a tener Alzheimer, e inclusive, es también probable que cuando sea anciana, tenga Alzheimer y no sepa quién soy, lea aquellos viejos escritos y simplemente no sienta ninguna identiicación con ellos o no me sienta reconocida en ninguna palabra.

Hoy por hoy, me doy cuenta de que lo del Alzheimer era solo una excusa para sentarme a escribir. Releyendo mis agendas y el tipo de cosas que he escrito en ellas, noto que acordarme de hechos tan insustancialmente escritos, como por ejemplo «fui a comer a Crepes con mi papá y luego fui al cumpleaños de Juana en su casa» no colabora para redescubrir mi identidad personal en caso de sufrir alguna pérdida de memoria. Entonces, ¿cuál es la verdadera razón que me motiva a escribir en estas agendas? Tal vez sea una motivación instintiva de sacar de alguna manera mi interior. Escribir porque necesito escribir. Escribir aunque sea supericialidades, pero escribir sobre algo. De lo contrario, simplemente no escribiría y las agendas no tendrían un por qué o simplemente no existirían. En cuanto a lo de escribir para existir dicho por Newman, al releer estas agendas, yo como lectora puedo saber dónde, para qué, junto a quién, e incluso a qué hora estuve un día determinado. Al escribir en ellas y releerlas, me doy cuenta de mi existir, de mi presencia en el mundo y de mi presencia en el tiempo.

5.2 PROCESO DE LA OBRA FINAL

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dibujada, más libre y menos perfecta. Partiendo de la curiosidad al darme cuenta de esto, acudí a un libro de grafología10, en el que encontré información sobre lo que probablemente

soy a partir de mi letra. Nada que yo no supiera, por lo que era acertado el análisis grafológico, pues al in y al cabo soy yo la única que sabe (a veces solo intuitivamente) ciertas cosas de mí misma. El hecho de que la interpretación grafológica haya sido acertada o correcta, quiere decir que si funcionó, y en cuanto a esto, considero que a veces cuando es tan intuitiva o irrelexiva la imagen que uno tiene de uno mismo y aparece otro (como la grafología) que la ratiica, sucede que uno termina convenciéndose a sí mismo sobre ser esa imagen.

Decidí entonces, hacer una encuesta a 37 conocidos en las que debían ver una imagen anónima de una página de mi última agenda y según el análisis que hicieran del tipo de letra del texto y su contenido, deducir qué clase de persona era la que lo escribió. Debían responder a dos preguntas, una de selección multiple sobre el carácter del autor y otra de respuesta abierta sobre el estilo de vida que podría llevar esta persona. Los nombres propios escritos en la página fueron cambiados para garantizar mi anonimato.

Los resultados fueron muy claros y, sorprendentemente, hubo gente que se tomó el trabajo de analizar con más profundidad. Sin embargo, con la encuesta entendí que es fácil caer en estereotipos, entendidos como imágenes o encasillamientos de un individuo, apresurados y sin detalle. Respuestas como «vive en buen estrato», «come mucho afuera», «es una niña alegre», «es tierna» o «no tiene responsabilidades» se leen aunque se digan de otra manera, aunque vale resaltar las respuestas que fueron más allá como «tiene la necesidad de escribir» o «no entra profundamente en cada tema que señala». Valió la pena ver esto para darme cuenta realmente sobre cómo me expreso a través de mis textos, qué dejo ver y qué no; qué interpreta la gente.

La encuesta fue un ejercicio que inicié pensando en la identidad personal construida desde los demás y desde el entorno. Es claro que el mundo en el que me muevo y la gente con la que me relaciono, ayuda a determinar el individuo que soy ahora, cosa que la encuesta hace evidente mediante el tipo de lenguaje y el uso de los estereotipos que dan señales del contexto en el que habito.

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Maurizio Cattelan y su obra Super-noi (Torino) de 1996, en la que distintos policías hacen retratos hablados de él. Es la manera como distintas personas lo dibujan partiendo de oír las mismas características físicas. Él interpretado por

los demás.

Un segundo ejercicio fue una pregunta abierta a un grupo de personas que me conocen muy bien pero en distintos ámbitos. Algunos miembros de mi familia, amigos de la

universidad, amigas del colegio y amigas de la infancia con las que he perdido contacto. La pregunta era «Si yo tuviera que decirle a alguien quién es Daniela, con la mayor honestidad posible, le diría: ». Este ejercicio concluyó en que pude conocer eso justamente, lo que otras personas dirían de mí para darme a conocer a un tercero. Lo que ven sobre cómo soy y sobre quién he sido con cada uno de ellos.

Como tercer ejercicio sobre cómo un individuo es visto por los demás, me sometí a resolver dos test de personalidad aplicados por una sicóloga. Los test de personalidad son pruebas para calcular y evaluar los rasgos más sobresalientes de la personalidad de un individuo y así clasiicarlo dentro de determinadas categorías. Usualmente, los resultados de las pruebas de un individuo son comparados con lo que se consideraría un «promedio de resultados normales», llegando a concluir con qué tan «normal» es la persona.

Me fueron aplicados dos tipos de test, uno psicométrico y otro proyectivo. Las pruebas psicométricas son pruebas para medir los rasgos de la personalidad, y en las que, en la mayoría de los casos, el paciente debe responder a un gran número de preguntas

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iguras abstractas), y tiene que ver con la «proyección» que en sicología se entiende como una reacción de defensa que hace el sujeto frente a situaciones de conlicto emocional. Contesté con verdaderos y falsos a una cantidad de 500 preguntas y tuve que dibujar en seis casillas enumeradas, respectivamente.

Jenny Holzer y sus “truismos”. Airmaciones propias y reales para ella como

pensamientos o percepciones, que expone públicamente a través de textos, a manera de avisos publicitarios, centrándose en dejar ver una existencia material,

un tiempo, un lugar y un autor. Usa el lenguaje de la publicidad para decir lo que

la publicidad nunca diría. Se pregunta sobre cómo las palabras moldean al ser humano. Establece relaciones entre lo íntimo y lo público, y de alguna manera,

lo decible y lo indecible.

Al recibir los resultados debo admitir que quedé muy perturbada. Conieso que logré saciar mi curiosidad en cuanto a la interpretación profunda que un sicólogo hace de mí, pero a la vez espero que no me toque volverla a conocer en un buen tiempo. Me pareció impresionante que hay cosas en uno mismo que uno no sabe que están ahí y cómo es de fuerte esa sensación de creer que el resultado de un test sicológico hace el papel de verdad absoluta. Pero a la vez entendí que ni siquiera el mismo sicólogo es alguien «normal» dentro de los estándares establecidos. Siempre habrá fortalezas y debilidades que trabajar y que son las determinantes del carácter y el comportamiento de un individuo. ¿Qué sucede cuando en el resultado dice «es una persona a la que le cuesta comprometerse» y la realidad es que viví un noviazgo de cinco años? No hay ninguna verdad absoluta.

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todo en la mirada de los demás sobre mí misma; a pesar de que la gente juzgue sobre lo que uno es, uno debe contraponer aquellos juicios ajenos con lo que uno considera que uno es, de ésta manera habrá mucha más claridad al reconocerse a uno mismo como algo. Aquí se hace evidente (y lo noto en el momento de releer este texto un tiempo después de haberlo escrito) nuevamente mi lucha personal por querer verme desde afuera y analizar lo que otros tienen por decir sobre mí, y a la vez, preferir indagar por el ¿quién soy? desde mi misma. En esta medida, noté que otra cosa muy importante para mí era entonces cómo yo relejo lo que considero que soy, y la pregunta que partía de mis agendas, ¿por qué dejo ver unas cosas y otras no? Me pregunto por ¿cómo se maniiesta que la mayor parte de mi ser es la que está oculta a los demás y cómo se releja eso en mi manera de escribir sobre mí misma? Es de ahí que surge este proyecto de grado, un trabajo que busca dejarme ver no solo desde los estereotipos de los que puedo ser parte sino desde lo que hay detrás de todo, cuando hablo –escribo– de mí misma, y nadie sabe, nadie lee, nadie se entera. Una pregunta que se dirige hacia cómo nos mostramos a los demás y sobre la complejidad en la relación de puntos de vista ajenos y propios que pueden existir sobre uno mismo como individuo. Es una relación de lo que la gente ve y lo que yo veo, de lo que comparto de mí y lo que no. Es, en suma, un autorretrato de lo que soy, para hablar de lo que es un individuo, parándome en esa delgada línea entre lo íntimo y lo público, la mirada propia y la mirada de los otros, comprendiendo que uno no se puede descifrar del todo a uno mismo y en eso también está esa complejidad identitaria de la que hablo.

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un libroarte que releje lo que un individuo es a través de la escritura sobre sí mismo, que la identidad se ve relejada en esos recuerdos y escritos, que la identidad está en constante movimiento, que se construye/alimenta de diferentes cosas, que un individuo es tan complejo que, casi siempre, lo que otros pueden ver de él no es más que los estereotipos o los trazos de identidad que ese individuo permite que esos otros vean y la airmación de lo que uno dice que es.

Boundless (1983 y 1990) de David Stairs sería el libro ilegible por excelencia, si

al autor tambien le costara (en este caso, le fuera imposible) comunicarse. Juega

con la paradoja de su título (en español: Sin límites) para hablar de un libro que invalida y limita en todo sentido a su lector.

Mi interés por hacer un libro radica en que la motivación para este trabajo partió de mis agendas, y de alguna manera quiero que se mantenga ese aire de diario personal y documento escrito y confesional en la obra, y no alejarme de ese formato. Busco que el libro de cuenta de la complejidad de la identidad de un individuo por medio de una metáfora entre la lectura con lo que soy yo: una persona que a pesar de ser muy expresiva, guardo muchas cosas para mí misma, soy callada, muy reservada con mis pensamientos y básicamente una persona a la que le cuesta comunicarse con palabras hacia los demás. Un libro arte en el que pretendo que el lector explore para que pueda ir encontrando los diferentes elementos que le darán el sentido a la obra; proceso que, además, es coherente con la manera como los demás se relacionan conmigo.

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ciertos conceptos que son tan importantes y de los que quiero hablar, como la no linealidad de la memoria, lo aleatorio de los recuerdos y la cambiante identidad misma. La idea evolucionó entonces a la elaboración de un libro arte, que puedo aprovechar como metáfora de mi yo individual, y entendiéndolo como género artístico que apoya e integra la forma del objeto con su contenido y con la manera como es leído (tiempo y espacio). Luego de esto, decidí incluir el concepto de caja cerrada, dentro del libro arte, como una metáfora de la sensación de encierro que experimento muchas veces al no ser capaz de sacar ciertas cosas de mi interior y de la misma barrera que pongo a las demás personas al querer conocerme de fondo.

The Antibook (2003) es un libro arte diseñado por Francisca Prieto con los

Antipoemas de Nicanor Parra. Los textos hablan de su idea de lo ‘anti’, correspondiendo de una manera ‘anti’ con la forma convencional del libro. Es un claro ejemplo de cómo el libro arte debe integrar forma y contenido como un todo. Los poemas no son legibles hasta que se destruye el libro y se arma el

poliedro de papel.

Hice una búsqueda de referentes y experimenté con distintas maquetas para llegar a la estructura que mejor se ajustara para la solución formal de los conceptos mencionados. Tomé la decisión de usar solamente palabras escritas como recurso de lenguaje, para hablar de mi diicultad de comunicarme (como individuo) y hablar de lo que dije anteriormente sobre la capacidad o incapacidad del lenguaje para hablar sobre la realidad de la identidad de una persona.

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que soy mujer, de estrato social x, estudiante universitaria…). Es decir, la identidad de cada individuo está en constante cambio y se construye a partir de cosas muy diversas (género, inclinación sexual, experiencias, religión, lugar de origen, intereses, educación, estrato social…) y de alguna manera es usual que los demás vean los lugares comunes (estereotipos) y hagan conjeturas sobre lo que uno es a partir de esos estereotipos. Sin embargo, no puedo pretender que alguien sepa cómo soy más allá de esos lugares comunes si no lo exteriorizo, por lo tanto, la manera como estos escritos estén plasmados en el papel y la solución formal que les de dentro del libro como tal, es lo que hablará de ese ambito interior que me cuesta comunicar y sacar a la luz. Uso textos directos e indirectos, que en mayor o menor grado buscan no ser del todo comprendidos y visualizados por el lector, para así dar cuenta de esa barrera que existe entre el otro y uno mismo en cuanto a la interpretación y expresión de una personalidad. Recurro a textos escritos con mi letra simulando tipografía buscando apropiarme de su sentido universal y genérico y hacerla mucho más personal. Según la etimología, “tipografía” viene del griego típos, (‘golpe, marca, huella’), y gráfο, (‘escribir’), y justamente, de esa forma es que yo abordo la tipografía, como una huella del que escribe, una huella de mi propia mano.

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6. ANEXOS

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Quiero agradecer especialmente a Carolina Calle Sandoval su guía y dedicación al acompañarme durante la creación de

No quiero hablar de eso

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Referencias

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