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¿Sombras chinas sobre los mercados?

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Academic year: 2020

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¿Sombras chinas sobre

los mercados?

Julio Cirino

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Palabras Clave: China – Mercado – América

Nadie discutiría que China es un rompecabezas complicado, con millones de piezas que ensamblar; toma tiempo y estudio llegar siquiera a rascar la superfi cie. La caída imprevista, a fi n de febrero, de los mercados chinos, aconseja una revisión de las pers-pectivas político-económicas del país asiático basada en la observación de alguna de las variables que inciden en su horizonte, atento a la creciente actividad que despliega en nuestra región.

Así como existe consenso respecto de la complejidad de las facetas de una China que continúa comunista pero que a la vez vuelve a Confucio, prácticamente cualquier otro aspecto del tema desata inmediatas controversias; examinemos alguna de ellas.

El pasado 5 de marzo el primer ministro Wein Jiabao inauguraba la reunión anual (dura 12 días) del Congreso Nacional del Pueblo (supuestamente el órgano supremo de gobierno) y no mencionaba el tema más controversial a ser abordado: Restablecer o no, la propiedad privada para los individuos, lo que motivó una serie de denuncias respecto de la traición a los principios socialistas. Pocos días después, si bien con restricciones, el mismo Congreso aprobaba la ley que consagra derechos de propie-dad privada individual, lo que busca solucionar, en parte, cuestiones de inseguripropie-dad jurídica empresarial, pero, más importante aún, los derechos de miles de campesinos que cultivan el suelo en forma precaria y sujetos a expropiación por parte del Partido. Por cierto que el tema no está concluido y habrá que ver en los próximos meses como se implementa en la práctica.

Otro dato a considerar es que apenas comenzaba 2007 cuando China prueba exitosa-mente un misil con capacidad para la destrucción de satélites, lo que inmediataexitosa-mente desató un vendaval de especulaciones respecto de cuál era el “mensaje” que China quería transmitir; en Estados Unidos, entrando en un período electoral, la postura a adoptar

* Director Área de Relaciones Internacionales Fundación PENSAR, Buenos Aires. Argentina. Correo: jcirino@ciudad.com.ar

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frente a China (que involucra también cómo encuadrar la relación con Taiwán) es un tema que ocupará un lugar signifi cativo entre los temas de la campaña.

Los expertos militares saben que vigilancia, comunicaciones y la conducción de cual-quier operación militar avanzada depende hoy de manera ineludible de la información de los satélites (ojos y oídos en el cielo). El preludio a cualquier confrontación armada mayor sería justamente “derribar los pájaros” como suele decirse coloquialmente, para implicar dejar sordo y ciego al enemigo. El hecho que China muestre y compruebe esa capacidad es signifi cativo, en especial frente a rumores respecto de la posible intención de Taiwán de declarar la independencia.

A inicios de 2007 el Consejo de Estado dio a conocer el documento “La Defensa Nacional China en 2006” que comienza señalando que “… China persigue un cami-no de desarrollo pacífi co (…) para construir con otros países un mundo en armonía, larga paz y prosperidad…”

El 4 de marzo pasado China anunció un incremento del 17,8 % en sus gastos militares pasando de 36.000 millones en 2006 a más de 45.000 en este año. El grueso de estas sumas estará apuntado a tres objetivos: Modernización y desarrollo de sistemas misi-lísticos; expansión y modernización de la fl ota submarina y compra de interceptores de última generación a Rusia. La modernización de la fl ota submarina y la adquisición y/o construcción de sumergibles más silenciosos y con mayores capacidades balísticas es un tema muy sensible, atento a que cualquier enfrentamiento que eventualmente pudiera producirse, en especial por el tema Taiwán, tendría un escenario predomi-nantemente marítimo. La superioridad de los Estados Unidos se apoya fundamen-talmente en los “grupos de portaviones” y la capacidad potencial de los submarinos para amenazar la supervivencia de estos se convierte en un componente relevante de cualquier evaluación estratégica.

Ciertamente la economía China es una de las que muestra más rápido crecimiento en el mundo, aun cuando la incidencia del Estado comunista sigue siendo enorme (recordemos que la principal fuente de capital no son las bolsas, sino los bancos, y en el sistema bancario la mano del gobierno es muy pesada).

Es por eso que, cuando en la última semana de febrero de este año las dos bolsas más importantes –Shangai y Shenzhen– perdieron 9% en un día, se levantaron olas de preguntas y también de preocupación; al fi nal de esa semana las pérdidas se habían reducido a un 4% pero los inversores quedaron preguntándose si la infl uencia que China acababa de demostrar poseer en los mercados mundiales (todos se contagiaron de la baja china) no agregaba un nuevo ingrediente de incertidumbre a un cuadro fi nanciero global ya de por sí agitado y plagado de burbujas de precios.

También se pusieron a la vista preocupaciones por la corrupción y falta de transparen-cia de los mercados chinos, tema que mantiene a muchos inversores institucionales alejados. Además los controles de capital hacen difícil convertir el Yuan en otras

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mo-nedas y viceversa; a esto se sumó el anuncio del gobierno chino respecto de medidas para controlar las operaciones ilegales en la bolsa de Shangai (establecida en 1990, es considerada una de las peores del mundo en términos de transparencia) lo que lleva a que las empresas consideradas serias prefi eran Hong Kong para sus colocaciones.

Quienes mantienen una visión optimista señalan que China está creciendo tan rápido que todos los valores bursátiles que dependan de los consumidores chinos (bancos, medicina, energía, telecomunicaciones y servicios en general) solo pueden ir para arriba y que en última instancia el Estado chino acudiría al rescate al no poder afrontar políticamente un “crack del 29” oriental.

No todo es tan obvio

El surgimiento de China transforma al mundo. China es la nueva superpotencia. Con este ritmo de crecimiento será la economía más grande del mundo para 2030. Si el Partido Comunista se mantiene en el poder el impacto en la vida política internacional será enorme. Su potencia bélica será igual o superior a la de Estados Unidos, lo que concluirá con la unipolaridad militar.

Todas estas afi rmaciones que acabamos de reseñar parecen, con ligeros matices, ser artículos de fe para los medios, sin embargo cuando se analizan los temas con algún detenimiento, las cosas no son tan claras ni lineales.

Por ejemplo, uno de los pilares más endebles del crecimiento económico es la capacidad del Estado para canalizar ahorros depreciados hacia enormes proyectos basados en mano de obra barata o semi-esclava; para que esto fuera posible más de 200 millones de trabajadores campesinos migraron a las ciudades para trabajar en empresas, fábricas, en la construcción o en las ofi cinas de las nuevas metrópolis, una de las más grandes migraciones en masa que recuerda la historia.

Una de las más visibles injusticias del sistema político chino, es su forma de abordar las migraciones internas. Cada trabajador rural tiene que tener un permiso, una licencia para migrar (otorgada por el Partido), pero la mayoría no la tiene, lo que lo convierte en un “ilegal” en su propio país.

El creciente número de protestas públicas de campesinos y trabajadores indica que son muchos los que desean asegurarse la propiedad de su tierra (hoy puede ser confi scada) y el derecho legal a la huelga.

En Japón, Taiwán o Corea del Sur la respuesta a estas crisis fue el creciente y paulatino desarrollo de instituciones democráticas; no parece ser este el camino de China.

Crear un crecimiento promedio del 9,5% durante una generación es un éxito indis-cutible, pero a la vez el Partido mantiene férreo control de la población, de las tarifas,

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salarios y la estrategia de las empresas, lo que coloca al país en una situación difícil, a medio camino entre el capitalismo y el socialismo.

Por cuánto tiempo los bancos estatales podrán manejar billones de dólares y dirigirlos a inversiones que producen ganancias mínimas (o aun negativas); por cuánto tiempo pueden mantenerse los ahorros a más del 40% del PBI. Los bancos sufren enormes presiones para prestar dinero a empresas estatales inefi cientes y plagadas de corrup-ción, con lo que el volumen de créditos incobrables alcanza niveles alarmantes, pero hasta ahora los bancos sobreviven mayormente porque los depositantes no tienen otras opciones para sus ahorros. El sistema bancario no es solvente pero se mantiene líquido.

Todos los años China viene adquiriendo unos 200 billones en reservas en dólares, manteniendo artifi cialmente bajo el Yuan para hacer competitivas las exportaciones; así China termina “prestando” a Estados Unidos y los mercados parecen creer que esto no se sostendrá en el tiempo.

Es un dato de la realidad que el Partido desea enfriar la economía, y va a intentar hacerlo, pero ¿cómo llevarlo a cabo no pudiendo elevar las tasas o recortar el gasto público o aumentar los impuestos? Para los mandos medios, particularmente fuera de las grandes ciudades, esto sería suicida, teniendo que a la vez generar más empleo y crecimiento; si el crecimiento económico mermara, ¿cómo se mantendría en el po-der el mismo partido que afi rmó que la lucha de clases había concluido? Porque es el Partido Comunista Chino el que lideró el “Gran Salto Adelante” (que implicó unos 30 millones de muertos por hambre) o la Revolución Cultural (con otro millón).

En defi nitiva la difícil posición China muestra una vez más la primacía conceptual y práctica de la política por sobre la economía. Visto desde esta perspectiva se abren tres escenarios posibles: El sistema político evoluciona hacia una paulatina liberalización, en cuyo caso nos deja con la pregunta respecto de si el liderazgo del partido se “auto- extingue” y pasa a alguna forma de pluralismo político.

En el segundo escenario China entra en un período de inestabilidad y violencia más o menos generalizada, con la economía en caída libre y los inversores procurando salvar lo que quede del naufragio.

Hay un tercer escenario en el que el Partido evita cambios esenciales (una especie de “gatopardo”; parafraseando a Lampedusa: Las cosas deben cambiar para que todo siga igual…) y se mantiene un régimen autoritario en el largo plazo. Este parecería ser el que más altas probabilidades tiene, así los optimistas (pensando en una especie de determinismo económico) estiman que un aumento en la prosperidad, en el comercio y en la inversión extranjera van a llevar a una liberalización política; pero en 2005 el 55% de las exportaciones generales fueron producidas por empresas extranjeras y más del 80% de las exportaciones en telecomunicaciones y electrónica.

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China se fi jó como objetivo para 2010 que al menos 50 empresas de entre las “Fortune 500” fueran chinas; hasta el momento no hay una.

Pensar que la abundancia visible de McDonald’s o Starbucks va a cambiar la política china es suponer que su pensamiento es igual al nuestro; abrir McDonald’s nada tiene que ver con tolerar una oposición política. Asimismo suponer que la clase media urbana va a liderar la apertura política es ignorar que sus intereses están en la preservación del statu quo, además pensar que lo que sucede en Beijín y Shanghái es refl ejo de todo el país equivale a suponer, porque uno visitó Boston, que Estados Unidos es igual a Europa.

El sistema político chino sigue estando organizado en base a principios leninistas y puede pensarse que un mayor desarrollo económico dará a los líderes más incentivos para preservar el actual sistema.

Es muy probable, pues, que no se tolere oposición política, se mantenga el control sobre los medios, la web y el sistema judicial, contando además con el total apoyo del Ejército Popular Chino.

La consolidación de un sistema semi-capitalista en lo económico y autoritario con partido único en lo político sirve de ejemplo para los aspirantes a autócratas en Amé-rica Latina; la resultante de este pensamiento sería la aceptación tácita (o explícita) de autoritarismos bajo el paragua del “socialismo” y en función de aliviar la pobreza de la población (cosa que no sucederá). Recordemos que, además, atento a su lamentable récord en derechos humanos, China se alinea con Cuba y Venezuela (y ahora al pa-recer con Argentina) para señalar que estos deben subordinarse al principio de la “no injerencia” en los asuntos internos de otro país. Incidentalmente, poco se menciona que China es uno de los países que continúa aplicando con entusiasmo la pena de muerte por muy diversos crímenes.

Desarrollo primero, democracia después, puede ser un modo de resumir este planteo político que promueve China; si bien se insiste en la promoción de la paz mundial, la estabilidad y el desarrollo común, la oferta para la compra de armas y equipos electrónicos está siempre abierta (los nuevos radares 3D de Venezuela son los JYL-1, radares móviles para defensa aérea de origen chino).

China en América Latina

La actual es la segunda oleada de interés Chino en América Latina; la primera, en pleno maoísmo, se registra en los años 70, luego de la disputa Chino-Soviética que dio como resultado que algunos partidos comunistas seguidores de Moscú se escindieran en una línea ortodoxa moscovita y una denominada “línea chinoísta” que registró algún apoyo, más retórico que efectivo, por parte de la China de Mao.

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Esta segunda ola, absolutamente diferente, comenzó a hacerse visible en 2001 con la visita de Jiang Zemin (durante 13 días recorrió la región) a la que luego le seguiría, cuatro años más tarde, el presidente Hu Jintao; ambas centradas en cuestiones econó-mico-comerciales pero con una connotación política que no puede dejarse de lado.

La relación con Taiwán es uno de estos aspectos, usualmente no tomados en cuenta; 12 de las 25 naciones que aún mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán están en el Hemisferio, parte de la ofensiva de Beijín es acercase a estos con ofertas de ayuda que Taiwán no tiene forma de equiparar, así Grenada y Dominicana establecieron vínculos con la República Popular después de recibir generosa ayuda económica.

Durante 2007 está previsto que China y los 10 países de la ASEAN pongan en marcha un acuerdo de libre comercio; en ese contexto, es muy arriesgado pensar a China como un substituto de la Unión Europea o de los Estados Unidos como socio comercial, particularmente cuando ya se le ve como un claro competidor en México. Cuando los países de ASEAN adquieran acceso privilegiado al mercado chino (recordando además que en su mayoría son productores agrícolas: Tailandia, Filipinas o Malasia por ejemplo), el Cono Sur será uno de los perdedores ya que a más de los acuerdos de libre comercio se sumarán ventajas relativas a distancias y costos.

Sin resolver aún la relación con la Unión Europea, habiendo torpedeado el ALCA sin demasiada refl exión, cargando en la mochila la retórica que puede vender Hugo Chávez sentado sobre un barril de petróleo, quedará como consuelo el “espléndido” aislamiento y la imprevisibilidad, en un mundo cuyas formas de producción requieren de continuidad en el tiempo para rendir dividendos.

A esto se suma que el 75% de las exportaciones totales de Argentina; el 80% de las de Chile, el 88% de Ecuador y el 83% de las de Bolivia, por mencionar algunos ejemplos, son productos primarios con bajo (o nulo) valor agregado; por comparación, solo el 9% de las exportaciones chinas entran en esa categoría.

La experiencia de Brasil puede ser un indicador a considerar; Lula da Silva nunca obtuvo los 10.000 millones de dólares en inversiones prometidas, tampoco se mate-rializó el apoyo para que ocupara un asiento permanente en el Consejo de Seguridad y hoy, los cueros chinos compiten con los de Brasil, después que técnicos brasileños fueron contratados por China para enseñar allí las técnicas de curtido, con lo que China compra ahora solamente cuero crudo y se reserva el procesamiento. Además el catastrófi co récord, que en temas de preservación del medio ambiente tienen los pro-yectos impulsados por China (donde unas 400.000 personas al año mueren víctimas del deterioro ambiental y la polución), vino a sumarse a la inundación de productos chinos en el mercado brasileño.

¿Se pueden hacer negocios con China? Sin duda que sí. Partiendo de la base de defi nir primero nuestros propios intereses y prioridades y de conocer con mayor profundidad las fortalezas, intereses y debilidades de nuestros socios.

Referencias

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