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Repensar la teoría del desarrollo en un contexto de globalización. Homenaje a Celso Furtado

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(1)

Furtado

Vidal, Gregorio - Compilador/a o Editor/a; Guillén R., Arturo - Compilador/a o Editor/a;

Autor(es)

Buenos Aires Lugar

CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Editorial/Editor

2007 Fecha

Colección Relaciones Económicas Internacionales; Economía Política; Subdesarrollo; Política

de Desarrollo; Mundialización; Globalización; Celso Monteiro Furtado; Teoría de la Dependencia; Relaciones Centro Periferia; América Latina;

Temas

Libro Tipo de documento

"http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/coediciones/20100826075808/vidal.pdf" URL Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Genérica

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es

Licencia

Segui buscando en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO http://biblioteca.clacso.edu.ar

Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) Conselho Latino-americano de Ciências Sociais (CLACSO)

Latin American Council of Social Sciences (CLACSO) www.clacso.edu.ar

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Repensar la teoría del

desarrollo en un contexto de

globalización

Gregorio Vidal

Arturo Guillén R.

[coordinadores]

(3)

Guillén R. - 1a ed. - Buenos Aires : Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - CLACSO ; México DF : Universidad Autónoma Metropolitana. Casa abierta al tiempo ; México DF : Red Eurolatinoamericana de Estudios sobre el Desarrollo Celso Furtado, 2007.

560 p. ; 23x16 cm. (Programa de edición y distribución cooperativa de CLACSO dirigida por Jorge A. Fraga)

ISBN 978-987-1183-65-4

1. Economía. 2. Globalización. I. Vidal, Gregorio, coord. II. Guillén R., Arturo, coord.

CDD 330

Otros descriptores asignados por la Biblioteca Virtual de CLACSO: Teoría de la Dependencia / Celso Furtado / Globalización / Mundialización / Política de Desarrollo / Subdesarrollo / Economía Política / Relaciones Económicas Internacionales / Relaciones Centro-Periferia / América Latina

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Repensar la teoría del

desarrollo en un contexto de

globalización

Homenaje a Celso Furtado

Gregorio Vidal

Arturo Guillén R.

[coordinadores]

Celso Furtado Theotônio Dos Santos Alexander Tarassiouk Gregorio Vidal Alejandro Vanoli Eugenia Correa Alicia Girón James M. Cypher Alberto Couriel Julio Sevares

Luiz Carlos Bresser-Pereira Carlos Aguiar de Medeiros

Víctor M. Soria Edmar Salinas callejas María Elena Tavera Cortés

Raúl Delgado Wise Oscar Mañán García Rodolfo García Zamora Ángel María Casas Gragea

Jesús Ferreiro Aparicio

Carmen Gómez Vega Carlos Rodríguez González

Clara Fassler Wilson Cano Ifigenia Martínez Aldo Ferrer Octavio Rodríguez Osvaldo Sunkel Arturo Guillén R. Gérard de Bernis

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La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artículos, estudios y otras colaboraciones incumbe exclusivamente a los autores firmantes, y su publicación no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretaría Ejecutiva de CLACSO. Editor responsable Emir Sader - Secretario Ejecutivo de CLACSO

Colección Edición y Distribución Cooperativa de CLACSO Director de la colección Jorge Fraga

Área de Difusión y Producción Editorial de CLACSO Coordinador Jorge Fraga

Edición

Responsables: Ivana Brighenti - Mariana Enghel | Revisión de pruebas: Virginia Feinmann Diseño editorial

Responsable: Miguel A. Santángelo | Equipo: Marcelo Giardino - Mariano Valerio Divulgación editorial

Responsable: Marcelo F. Rodriguez | Equipo: Sebastián Amenta - Daniel Aranda - Carlos Ludueña Arte de tapa Diseño de Miguel A. Santángelo sobre imagen de Celso Furtado

Impresión Gráficas y Servicios SRL Primera edición

Repensar la teoría del desarrollo en un contexto de globalización. Homenaje a Celso Furtado

(Buenos Aires: CLACSO, enero de 2007) ISBN 978-987-1183-65-4

© Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723. CLACSO

Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - Conselho Latino-americano de Ciências Sociais Av. Callao 875 | piso 3º | C1023AAB Ciudad de Buenos Aires | Argentina

Tel [54 11] 4811 6588 | Fax [54 11] 4812 8459 | e-mail <clacso@clacso.edu.ar> | web <www.clacso.org> Red Eurolatinoamericana de Estudios sobre el Desarrollo Celso Furtado | web <www.redcelsofurtado.edu.mx> Universidad Autónoma Metropolitana de México | web <www.uam.mx>

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo del editor.

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Gregorio Vidal y Arturo Guillén R.

Introducción. La necesidad de construir

el desarrollo en América Latina | 11

Celso Furtado

Los desafíos de la nueva generación | 23

Gérard de Bernis

Mensaje de apertura | 27

Declaración de Río de Janeiro

Repensar la teoría del desarrollo

en un contexto de globalización | 29

Theotônio Dos Santos

Globalización, crecimiento económico

e integración | 35

Alexander Tarassiouk

Estado y desarrollo. Discurso

del Banco Mundial y una visión alternativa | 45

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La expansión de las empresas transnacionales y la profundización del subdesarrollo La necesidad de construir una alternativa

para el desarrollo | 65

Alejandro Vanoli

Crisis financieras en América Latina y necesidad de reforma de la arquitectura del sistema

financiero global | 83

Eugenia Correa

Reformas financieras en América Latina

Moneda e instituciones para el desarrollo | 111

Alicia Girón

Financiamiento del desarrollo

Endeudamiento externo y reformas financieras | 125

James M. Cypher

El caso del Estado chileno actual

Proyectos de acumulación, proyectos de legitimación | 143

Alberto Couriel

Las hegemonías de Estados Unidos y las alianzas sociales y políticas de

un gobierno de izquierda en Uruguay | 167

Julio Sevares

Volatilidad financiera y vulnerabilidad latinoamericana. Causas, costos y alternativas

El ejemplo argentino | 187

Luiz Carlos Bresser-Pereira

La estrategia de crecimiento con ahorro externo y la economía brasileña desde principios de

la década del noventa | 213

Carlos Aguiar de Medeiros

Desarrollo económico, heterogeneidad

(8)

La inserción de Brasil y México en sus esquemas regionales de integración

en el contexto de la globalización y el ALCA | 247

Edmar Salinas Callejas y María Elena Tavera Cortés

La transición de la economía mexicana 1982-2004 | 275

Raúl Delgado Wise y Oscar Mañán García

Migración e integración México-Estados Unidos

Clivajes de una relación asimétrica | 291

Rodolfo García Zamora

Migración internacional, tratados de libre comercio

y desarrollo económico en México y Centroamérica | 313

Ángel María Casas Gragea

El desarrollo económico del área andina en

el marco de la integración regional | 337

Jesús Ferreiro Aparicio, Carmen Gómez Vega y Carlos Rodríguez González

Estabilidad de los flujos de inversión extranjera directa. El caso de las inversiones españolas

en Latinoamérica | 357

Clara Fassler

Desarrollo y participación política de las mujeres | 377

Wilson Cano

Agenda para un nuevo Proyecto Nacional

de Desarrollo | 395

Ifigenia Martínez

Frente al desarrollismo y el neoliberalismo,

diseñar una nueva economía política | 419

Aldo Ferrer

Globalización, desarrollo y densidad nacional | 431

Octavio Rodríguez

La agenda del desarrollo

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En busca del desarrollo perdido | 469

Arturo Guillén R.

La teoría latinoamericana del desarrollo Reflexiones para una estrategia alternativa

frente al neoliberalismo | 489

Gérard de Bernis

De la urgencia de abandonar la deuda

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contexto de globalización. Homenaje a Celso Furtado. Vidal, Gregorio; Guillén R., Arturo.(comp). Enero 2007. ISBN: 978-987-1183-65-4

Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/edicion/vidal_guillen/01Intro.pdf

Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de América Latina y el Caribe de la Red CLACSO

http://www.clacso.org.ar/biblioteca biblioteca@clacso.edu.ar

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DESDE EL COMIENZO de la década del ochenta cobró carta de natu-ralización en América Latina una política económica que postula como meta principal reducir significativamente la inflación, sosteniendo que para ello era necesario lograr el equilibrio en las finanzas públicas. Hoy la región atraviesa por una tercera década dominada por la preocupación por el déficit presupuestario y el incremento de los precios. Las políticas ejecutadas consideran la apertura de la cuenta de capitales de la balanza de pagos, la supresión de las restricciones a la inversión extranjera, la firma de tratados bilaterales sobre inversión, la constitución de acuerdos económicos como el TLCAN y el CAFTA, la venta de gran parte de las em-presas de servicios públicos, la desregulación de los mercados financie-ros, la venta de bancos a capitales de países desarrollados y el abandono de medidas de fomento de la inversión y participación activa en el crédito por parte de gran cantidad de bancos de la región; es decir, la instrumen-tación de las propuestas del Consenso de Washington.

Arturo Guillén R.**

Introducción

La necesidad de construir el

desarrollo en América Latina

* Profesor Titular del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropo-litana (UAM)-Iztapalapa, México DF.

** Profesor Titular del Departamento de Economía de la UAM-Iztapalapa. Jefe del Área de Economía Política. Coordinador de la Red Eurolatinoamericana de Estudios para el Desarrollo Celso Furtado, México DF.

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Las políticas ejecutadas en la región en los últimos lustros nada tienen que ver con el ajuste cíclico que se aplica en una economía en el momento en que se está en el límite del pleno uso de los recursos pro-ductivos, ante desequilibrios temporales, para restablecer rápidamente las condiciones para el crecimiento. Los habitantes de América Latina están frente a diversos acontecimientos que dan cuenta de un proceso de reforma estructural de largo alcance.

No obstante, después de más de dos décadas de aplicar políticas de ajuste neoliberales, autodenominadas de cambio estructural, el cre-cimiento en América Latina es débil, con continuas crisis monetarias, de cambios y financieras y bajos coeficientes de inversión. Es correcto

plantear que el subdesarrollo o el mal desarrollo, como también lo

llama-ba Celso Furtado, avanzó en la región. El subdesarrollo, caracterizado correctamente por Furtado (1964), no es una etapa necesaria por la que pasaron todos los países para terminar siendo desarrollados. El subde-sarrollo no es un paso previo del desubde-sarrollo. Es un proceso histórico autónomo que se constituye en la relación de algunas economías, por ejemplo las de América Latina, con las economías que organizan las relaciones internacionales y dominan la acumulación de capital.

El subdesarrollo está aquí tratado [se refiere al libro] como un fenó-meno contemporáneo del desarrollo [...] Constituye por tanto una te-mática aparte que requiere para su interpretación un trabajo teórico autónomo. En términos más modernos, la teoría del crecimiento-desarrollo viene a imponerse como un nuevo paradigma, esto es, como delimitación a priori de un campo fundamental de investi-gación sobreponiéndose progresivamente a los paradigmas cálculo económico (teoría de precios) y estabilidad económica (teoría del ci-clo y del nivel de empleo) (Furtado, 2000b: 10-11).

El análisis furtadiano del fenómeno del subdesarrollo pronto dejó atrás los enfoques de su época que veían el atraso como una etapa anterior del desarrollo (Rostow, 1959), o aquellos que confundían crecimiento con desarrollo, al centrarse exclusivamente en el proceso de acumulación y sus determinantes, como lo hacían Harrod y Domar en sus modelos. Para Furtado, el subdesarrollo era una condición estructural específica, resultado de la forma en que evolucionó históricamente el capitalismo como sistema mundial integrado por centros y periferias. Las caracterís-ticas esenciales de los países subdesarrollados, aquellas que los definen como tales, eran, a su juicio, la dependencia externa y la heterogeneidad estructural, que tienden a perpetuarse y reproducirse.

Para Furtado era claro, al estudiar la historia de Brasil, que el crecimiento resultaba incapaz de promover el desarrollo en economías sujetas a una división internacional del trabajo que las condenaba a ser productores de productos primarios. En esas economías, el sector

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exportador moderno no retenía el fruto de su progreso técnico ni lo irradiaba al resto del sistema productivo (constituido por el “sector” de subsistencia).

El desarrollo no podía ser el resultado espontáneo de la acción de las leyes de mercado, sino que era un proceso de transformación de es-tructuras que implicaba la creación de una estructura productiva, vale decir de un sistema productivo, que asegurara un desarrollo endógeno autosustentable. Ello significaba, por un lado, la necesidad de avanzar en la industrialización y, por otro, de conducirla deliberadamente des-de el Estado, a través no sólo des-de políticas des-de fomento, sino mediante la elaboración y ejecución de planes que definieran las inversiones básicas requeridas en cada etapa. Como observaba en su libro más conocido,

Teoría y política del desarrollo económico (Furtado, 1976: 244): “El pro-blema capital en los países subdesarrollados es la selección de una es-trategia de modificación de la estructuras”.

O como definía más específicamente en Dialéctica del desarrollo:

El desarrollo económico, que es fundamentalmente un proceso de incorporación y propagación de nuevas técnicas, entraña modifica-ciones de tipo estructural, tanto en el sistema de producción como en la distribución del ingreso. La forma en que estas modificaciones se hacen efectivas depende, en buena medida, del grado de flexibili-dad del marco institucional dentro del cual opera la economía, grado de flexibilidad al cual no es ajena la mayor o menor aptitud de las clases dirigentes para superar las limitaciones naturales de su hori-zonte ideológico (Furtado, 1965: 65).

La incapacidad de América Latina para financiar su industrialización, la conexión de segmentos de sus economías con el exterior como pro-ductoras de cierto bien sin relación significativa con el resto de la eco-nomía, el mantenimiento de formas elementales de producción al lado de otras que incluyen nuevas tecnologías, la no difusión del progreso técnico, la alta y constante concentración del ingreso aun bajo condi-ciones de crecimiento económico, la adopción de patrones de consumo por las clases dominantes y los sectores privilegiados que no corres-ponden al nivel general de la economía y que se realizan por medio de importaciones, la desarticulación regional con serias dificultades en las mayores economías para lograr al menos una red de infraestructura ge-neral; en suma, una heterogeneidad social que se mantiene y ahonda en períodos de crecimiento económico son componentes del subdesarrollo (Vidal, 2005). Son también datos que caracterizan la dinámica actual de las sociedades en América Latina, incluidas las mayores economías.

Celso Furtado asignó un papel fundamental a la concentración del ingreso en el análisis del subdesarrollo latinoamericano. En su opi-nión, este era un rasgo estructural que tendía a reproducirse y

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perpe-tuarse en los distintos modelos de desarrollo por los que ha transitado la economía latinoamericana. La persistencia de la concentración del ingreso en manos de las elites internas condiciona la existencia de pa-trones de consumo suntuario que no se corresponden con el grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas; configura un sistema productivo funcional con esos patrones, implica la desviación del ex-cedente económico hacia fines distintos a la acumulación de capital; y al limitar el crecimiento de los ingresos de los trabajadores y de las grandes mayorías, traba el crecimiento del mercado interno y genera tendencias al estancamiento de la economía.

La causa última de la concentración del ingreso es la existencia de una oferta ilimitada de mano de obra en el sector de subsistencia, lo que impide el aumento de los salarios reales en el sector moderno exportador.

El modelo neoliberal y la globalización reprodujeron las “carac-terísticas esenciales del subdesarrollo” (la heterogeneidad estructural y la dependencia externa), así como las tendencias a la concentración del ingreso a las que se refería Furtado. La puesta en marcha del modelo neoliberal a partir de la crisis de la deuda externa de 1982, bajo los pa-rámetros del Consenso de Washington –que pretendidamente imprimi-ría dinamismo a las economías latinoamericanas y permitiimprimi-ría mejorar la situación económica y social de las grandes mayorías–, se tradujo en resultados mediocres en materia de crecimiento económico y empleo, así como en un reforzamiento de las tendencias a la concentración del ingreso y a la exclusión social.

En efecto, la inserción pasiva de América Latina en la globaliza-ción neoliberal agravó y volvió más compleja la heterogeneidad estruc-tural de los sistemas productivos y de la estructura social, empeoran-do las ya de por sí abismales disparidades de ingresos (Guillén, 2004; 2006). El modelo neoliberal ha significado la constitución de un sistema productivo más desarticulado y vulnerable que el que prevaleció duran-te el modelo de sustitución de importaciones. El sector exportador, que es el eje dinámico del nuevo modelo, se encuentra separado del resto del sistema productivo, siendo incapaz de arrastrar al conjunto de la economía. La economía carente de un motor interno, de una base en-dógena de acumulación de capital, resulta incapaz de absorber el pro-greso técnico y de irradiarlo al resto del sistema.

La heterogeneidad estructural, en vez de atenuarse, se ha reprodu-cido en forma ampliada, haciendo más complejas las relaciones entre el sector “moderno” y el “atrasado”. Debido a los cambios registrados en el sistema productivo, la estructura social se ha vuelto más heterogénea y compleja, cobrando inusual fuerza fenómenos como la informalidad y la migración hacia Estados Unidos (o Europa, como en el caso de los países andinos). En lugar de producirse la creación de empleos de

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“ma-yor calidad” con la inserción en la globalización neoliberal, ha habido una expansión sin precedentes de la economía informal y una creciente “informalización” del sector formal de la economía. Además, se ha re-gistrado un escaso dinamismo en la creación de empleos.

En informes del PNUD, UNCTAD, CEPAL, Banco Mundial y otros organismos internacionales multilaterales se constata la profun-da desigualprofun-dad que existe en la zona. América Latina es la región más desigual del planeta, en la que no disminuyen la pobreza ni la pobreza extrema y sólo algunos espacios de las economías se articulan positiva-mente con la economía internacional. Hay crecimiento económico sin que domine la creación de empleos formales, y el segmento de mayor ingreso mantiene su alta participación. Los resultados del aumento del producto desde hace 20 a 25 años están apenas por encima o al mismo nivel de las tasas de incremento de la población.

La concentración económica, encabezada por un reducido grupo de grandes corporaciones transnacionales, es un dato sobresaliente. Las compras de empresas, el intercambio de acciones entre grandes compa-ñías que crea corporaciones de mayor dimensión y peso económico, y las fusiones y adquisiciones de grandes firmas por otras corporaciones extranjeras se presentan en las economías desarrolladas, pero también en a los países de América Latina.

Hablar de inversiones, crecimiento de algunas empresas y for-talecimiento de ciertas transnacionales es referirse antes que nada a cambios en la propiedad de los activos. Gran parte de la inversión que realizan en el extranjero las empresas tiene por objeto la compra de activos. En América Latina ha sido notable el proceso de venta de acti-vos, que incluye a empresas de servicios públicos y, en algunos países, a gran parte de las firmas de los servicios financieros. Sin embargo, no se destaca la creación de un número importante de empresas trans-nacionales con matriz en la región. Entre los principales comprado-res hay empcomprado-resas transnacionales de EE.UU. y de algunos países de la Unión Europea, varias de las cuales han iniciado hace poco tiempo su internacionalización (Vidal, 2001; 2004). En el campo de los servi-cios públicos y de diversas actividades industriales, la venta de acti-vos no se acompaña de incrementos sustantiacti-vos en las capacidades de producción. Por ello, en América Latina existe la necesidad de realizar cuantiosas inversiones en infraestructura. En un reciente informe del Banco Mundial se destaca que la región invierte en infraestructura el equivalente al 2% del PIB, sin embargo necesita invertir por lo menos entre el 4 y el 6% (Fay y Morrison, 2005). En resumen, tanto por los resultados en crecimiento del producto, ampliación de infraestructura y servicios públicos, reducción de la pobreza y desigualdad, como por la participación de empresas con sede en América Latina en el proceso de transformación estructural, no es posible sostener que los resultados

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económicos y sociales fruto de la aplicación de reformas estructurales son positivos. Como se destaca en la Declaración de Río:

Veinte años después del inicio de la reforma neoliberal, la depen-dencia de nuestros países con el exterior, y en particular con res-pecto a EE.UU., es más grande que nunca, a la vez que ha cambiado de formas. Nuestra preocupación es mayor, dado que el programa del Consenso de Washington ha sido instrumentado por gobiernos democráticamente electos y, en muchos casos, después de difíciles procesos de transformación política mediante los cuales los pueblos de la región han derrotado dictaduras y gobiernos autoritarios. Así, hasta el momento, la democracia alcanzadano ha implicado mejora en las condiciones de vida, ni tampoco ha permitido establecer los medios para que las necesidades sociales de la mayoría de la pobla-ción sean satisfechas.

La situación social y política que vive América Latina hace imprescin-dible discutir estrategias alternativas de desarrollo distintas al neolibe-ralismo. Este es el punto de vista de quienes constituimos la Red Celso Furtado. Cuando decidimos la creación de la Red, en marzo de 1998, en París, observamos que existía un abandono de los estudios sobre el desarrollo y la reproducción del subdesarrollo en las universidades de los países desarrollados, en los círculos académicos dominantes y aun en las universidades y centros de investigación de los países de América Latina. Dominaban las ideas de los mercados emergentes, y las solucio-nes en economía eran una tarea de los mercados. Algunos se atrevían a postular que con la nueva economía de la informática y las telecomu-nicaciones el crecimiento sostenido era posible y que, incluso, había desaparecido el problema del ciclo económico. Advertíamos:

Los términos del debate sobre el subdesarrollo han cambiado radi-calmente. Además, las discusiones sobre desarrollo han desapareci-do, y los economistas se interesan más en los mercados financieros que en el desarrollo. En ciertos países, ni se habla ni se escribe sobre estos temas. ¿Por qué interesarse en África? ¿Qué ventajas se pueden alcanzar fuera de materias primas a bajo costo, pero que se nece-sitan cada vez menos? Los programas universitarios de economía de los países avanzados han cambiado y en ellos no tienen lugar, más que excepcionalmente, los problemas del desarrollo. Es urgente reaccionar contra estas tendencias. Tal es la razón que nos conduce a crear esta Red de Investigación (Red Celso Furtado, 1998).

Hoy, como en aquel momento, pensamos que por su estatura intelec-tual Celso Furtado podía encabezar este esfuerzo. En la Segunda Con-ferencia Internacional de la Red Celso Furtado, que se realizó en la ciudad de Zacatecas, México, se discutió sobre el avance del proceso

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de mundialización. La internacionalización avanza acompañada de la integración de bloques económicos, que con diverso grado y forma son el espacio en que las grandes empresas están actuando. Los temas de trabajo fueron: la concentración del capital, los procesos de mundiali-zación y regionalimundiali-zación, y la situación de los países de América Latina bajo esas condiciones.

En los días en que discutimos la organización de la Tercera Con-ferencia Internacional de la Red la situación política de América Latina había cambiado. La elección de gobiernos encabezados por partidos de izquierda o progresistas se presentaba en varios países y era posible que triunfara en otros más. Lo urgente era reflexionar sobre el momento actual de la mundialización y cómo avanzar en las tareas del desarrollo. Furtado insistió en ese punto. Por ello, la Conferencia se organizó con el título “Repensar la teoría del desarrollo en un contexto de globali-zación”. Se plantearon tres grandes temas: estrategias alternativas de desarrollo frente al modelo neoliberal; endeudamiento y financiamien-to del desarrollo; y, finalmente, desarrollo, estructura social, política y cultura. La conferencia se realizó en Río de Janeiro entre el 4 y el 6 de mayo de 2004, en la instalaciones de la Universidad Federal de Río de Janeiro, como resultado de un esfuerzo conjunto del Instituto de Eco-nomía de esa universidad, la CEPAL, la Red Celso Furtado y la Univer-sidad Autónoma Metropolitana de México-Iztapalapa. Se discutieron, entre otros temas: los sistemas productivos y sus procesos de reconfigu-ración bajo la globalización; los factores condicionantes que permiten constituir una base interna de acumulación de capital y el papel del Es-tado en ese contexto; las estrategias para enfrentar el círculo vicioso del sobreendeudamiento; el papel de la banca en el desarrollo y la manera en que deben reorganizarse los sistemas financieros en América Latina. Varios documentos analizaron estos temas en el caso de las principales economías de la región. En otros papeles, el enfoque utilizado fue re-gional, y algunos más consideraron al conjunto de la región, como es constante en la obra de Furtado, en relación con la economía mundial, en particular con la economía de EE.UU. En este libro se recoge la mayor parte de los materiales presentados en la conferencia, después de correcciones y beneficiados por las opiniones de los dictámenes res-pectivos. Algunos textos se presentan en versiones editadas para poder contar con una publicación comercial viable en la que se exponga el conjunto de los resultados de la discusión realizada.

Las realidades políticas nuevas en los primeros meses de 2004 in-cluían a los gobiernos de Lula en Brasil, Kirchner en Argentina y Chávez en Venezuela. Pero también los procesos de inconformidad y construc-ción de organizaciones sociales y políticas en Bolivia y Ecuador y el probable triunfo del Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Ma-yoría en Uruguay. Existía además un clima propicio para discutir los

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problemas del desarrollo considerando las principales ideas y tesis de Celso Furtado. En ese entonces, un amplio grupo de científicos sociales, instituciones académicas y organizaciones sociales había presentando su candidatura para el Premio Nobel de Economía 2004.

La elaboración de una teoría del desarrollo con capacidad para considerar la expansión mundial del capitalismo y la generación y re-producción de las condiciones del subdesarrollo es imposible sin tener en cuenta los aportes de las ciencias sociales en América Latina, y entre ellos los del economista latinoamericano más importante del siglo XX, Celso Furtado. En su trabajo demuestra, como ya se dijo, que la igual-dad creciente entre países prevista en la teoría de las ventajas compa-rativas del comercio internacional no se produce. La especialización de los países periféricos en la producción de materias primas no genera las condiciones del desarrollo. Por el contrario es necesaria la industriali-zación y dotarse de una base tecnológica propia.

El desarrollo nunca ha sido un resultado espontáneo del mer-cado, sino que implica la acción de algunos actores sociales, la toma de decisiones políticas, la constitución de instituciones económicas y sociales específicas, el proceso que permita afianzar una identidad cul-tural propia, la energía social que haga posible despertar y dinamizar la creatividad. La evidencia histórica es contundente. Congruente con sus enseñanzas, Furtado –como en otras ocasiones– toma partido del lado de sus ideas y sostiene en la práctica: más que transformación, el desarrollo es invención, comporta un elemento de intencionalidad (Furtado, 1984: 105).

En 1949, cuando inicia su trabajo en la CEPAL, Furtado reúne la información a la mano sobre la economía de Brasil.

La mayor sorpresa fue constatar que Brasil era una economía atra-sada en el área de América Latina. Argentina, cuya población no al-canzaba a un tercio de la brasileña, tenía una producción industrial superior a la nuestra. La renta per cápita del conjunto de la América hispánica, sin incluir a Argentina, era muy superior a la de la pobla-ción brasileña (Furtado, 1998: 15).

¿Por qué sucedía esto? Dejando de lado las desacreditadas explica-ciones sobre la inferioridad étnica y el determinismo geográfico, hay que observar la obra de los grupos que han dirigido Brasil. ¿Cómo han avanzado las propuestas de industrialización? ¿Por qué y hasta dónde las han frenado o eliminado otros grupos sociales, como los grandes latifundistas esclavistas? Furtado está en el terreno de la historia, pero dotado del conocimiento de las ciencias sociales modernas y del análi-sis macroeconómico. Es el inicio de la construcción de una visión glo-bal a propósito del curso de las sociedades capitalistas y de los procesos de desarrollo.

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Reflexionar sobre Brasil es también estudiar la evolución de EE.UU. y de América Latina. Es contar con una perspectiva que se finca en la historia y en la que los hechos económicos incluyen los problemas

del poder y la cultura. Sin embargo, como lo hizo antes de redactar

For-mación económica del Brasil, además de reflexionar, Furtado se preocu-paba por traducir su investigación al terreno de los actores sociales, al espacio en que se construyen las instituciones y se toman las decisiones políticas. El análisis de los actores sociales es un dato relevante en el trabajo de Furtado.

Con la globalización aumenta el poder de las grandes empresas. Este es precisamente el tema sustantivo de la discusión. El avance de las grandes empresas impulsa la acumulación, incorpora técnicas, pero con-centra la riqueza. Esas empresas, sostiene Celso Furtado, constituyen un dato clave del dinamismo del sistema capitalista, pero también de su ines-tabilidad. “Es en el predominio de esas fuerzas donde radica la tendencia a la concentración del ingreso, así como las crisis de insuficiencia de la demanda efectiva y el desempleo estructural”. Para los países de América Latina, como también para los pueblos del mundo subdesarrollado o de la periferia, hay un doble problema, “una doble crisis: la de la propia civilización industrial, derivada del progresivo avance de la racionalidad instrumental, y la específica de las economías periféricas, cuya situación de dependencia cultural tiende a agravarse” (Furtado, 2003: 84).

Considerando la situación actual de Brasil y teniendo en mente el propósito de alcanzar el desarrollo, Furtado sostiene:

Si el objetivo estratégico es conciliar una alta tasa de crecimiento con la absorción del desempleo y la desconcentración del ingreso, debemos reconocer que la orientación de las inversiones no puede subordinarse a la racionalidad de las empresas transnacionales. Debemos partir del concepto de rentabilidad social a fin de que se consideren los valores sustantivos que encarnan los intereses de la colectividad en su conjunto (Furtado, 2000a: 9-10).

En las sociedades de América Latina es urgente construir las institu-ciones que permitan que el criterio de rentabilidad social se ejercite. La infraestructura y ampliación de los servicios públicos debe realizarse considerando lo mencionado. La satisfacción de las necesidades socia-les sustantivas es una condición de la producción, de la creación de una economía fundada en el incremento de las capacidades de producción. El desarrollo sólo aparece cuando la acumulación conduce a la creación de valores que se esparcen en la colectividad.

La teoría del desarrollo alude a dos procesos de creatividad. El prime-ro tiene que ver con la técnica, con el empeño del hombre por dotarse de instrumentos, por ampliar su capacidad de acción. El segundo se

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refiere al significado de la actividad humana, a los valores con los que el hombre enriquece su patrimonio existencial (Furtado, 1999: 57).

En las condiciones actuales, dejar que las tendencias de la acumulación avancen, tal cual están constituidas, sólo produce mayor heterogeneidad social-estructural. Que la sociedad se organice, se creen instituciones que permitan el disfrute de los bienes culturales para todos, se ejecute una política que haga posible el consumo productivo de las mujeres y los hom-bres, son tareas necesarias para que la acumulación en el sector de bienes de capital sea nuevamente compatible con la acumulación en el sector de bienes de consumo, así como para que se restablezca el clima adecuado para que las empresas operen con base en ganancias futuras y no a partir de rentas financieras. Ningún avance significativo se dará tampoco en el difícil camino del desarrollo si América Latina no es capaz de construir una democracia auténtica, participativa, y no sólo una democracia hueca como la que existe en la mayor parte de la región, donde el poder del dine-ro decide la alternancia electoral entre variantes del neoliberalismo.

B

IBLIOGRAFÍA

Fay, M. y Morrison, M. 2005 Infrastructure in Latin America and The Caribbean (World Bank) Vol. 1. En <www.worldbank.org>. Furtado, Celso 1964 Desarrollo y subdesarrollo (Buenos Aires: EUDEBA). Furtado, Celso 1965Dialéctica del desarrollo (México DF: Fondo de

Cultura Económica).

Furtado, Celso 1976 Teoría y política del desarrollo económico (México DF: Fondo de Cultura Económica).

Furtado, Celso 1984 Cultura e desenvolvimento em época de crise (Río de Janeiro: Paz e Terra).

Furtado, Celso 1998 O capitalismo global (São Paulo: Paz e Terra). Furtado, Celso 1999 El capitalismo global (México DF: Fondo de Cultura

Económica).

Furtado, Celso 2000a “Brasil: opciones futuras” en Revista de la CEPAL

(Santiago de Chile: CEPAL) Nº 70, abril.

Furtado, Celso 2000b Teoria e política do desenvolvimento econômico (São Paulo: Paz e Terra).

Furtado, Celso 2003 En busca de un nuevo modelo. Reflexiones sobre la crisis contemporánea (México DF: Fondo de Cultura Económica). Guillén, Arturo 2004 “Revisitando la teoría del desarrollo bajo la

globalización” en Revista Economía UNAM (México DF: UNAM) Nº 1, enero-marzo.

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Guillén, Arturo 2006 “Efectos de la globalización en el empleo: el caso de México” en Guillén, Arturo (coord.) Economía y sociedad en América Latina: entre la globalización, la regionalización y el cambio estructural (México DF: Miguel Ángel Porrúa).

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Vidal, Gregorio 2004 “Empresas transnacionales, fusiones e inversión” en Correa, Eugenia y Girón, Alicia (coords.) Economía financiera contemporánea (México DF: Miguel Ángel Porrúa) Tomo II. Vidal, Gregorio 2005 La profundización del subdesarrollo en América Latina.

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contexto de globalización. Homenaje a Celso Furtado. Vidal, Gregorio; Guillén R., Arturo.(comp). Enero 2007. ISBN: 978-987-1183-65-4

Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/edicion/vidal_guillen/02Furtado.pdf

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HOY AQUÍ SE REÚNEN economistas de muchos países para intercam-biar experiencias y reflexionar sobre los graves problemas que afligen al mundo en desarrollo ante el modelo neoliberal impuesto por el proceso de globalización. En un pasado no muy lejano, los encuentros como este parecían más bien conciliábulos a los cuales tenían acceso sólo algunos iniciados. Hoy, gracias al avance de las técnicas de la información, los temas que serán aquí tratados han sido discutidos en redes virtuales como la que organiza este seminario, en coordinación con el Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y la CEPAL. Sus miembros, profesores y universitarios disponen así de los medios más adecuados para dar continuidad y profundizar en el inter-cambio de ideas, y también para llevar al conocimiento de la opinión pública informaciones valiosas que, con frecuencia, los centros de po-der mantienen fuera del alcance del público.

Para alimentar los debates que tendrán lugar, les pido que me permitan tratar algunas cuestiones que a primera vista parecerían espe-cíficamente brasileñas, pero, a decir verdad, son problemas comunes de la gran mayoría de los países en desarrollo.

A diferencia de lo que ocurría hace casi medio siglo cuando ocu-pé la Cartera de Planeación y dirigí la elaboración del Plan Trienal, hoy disponemos de un profundo conocimiento de las estructuras económi-cas y sociales de nuestro país. Gracias a ese conocimiento, se hizo

evi-Los desafíos

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dente que en Brasil no hubo una correlación entre crecimiento econó-mico y desarrollo. Es común la afirmación de que el país sería un caso conspicuo de mal desarrollo.

Pocas regiones del mundo habían alcanzado, en los años cincuen-ta y sesencincuen-ta, una cincuen-tasa de crecimiento cincuen-tan elevada, y realizado un pro-ceso de industrialización tan intenso. La participación de la inversión en el Producto Interno Bruto brasileño en ese período alcanzó niveles raras veces igualados, lo que se tradujo en un considerable esfuerzo de acumulación, particularmente en los sectores de transporte y energía. Sin embargo, en esos años y en los decenios siguientes, los salarios reales de la mayoría de la población no reflejaron el crecimiento eco-nómico. La tasa de subempleo invisible, es decir, el de las personas ga-nando hasta un salario mínimo como ocupación principal, se mantuvo sorprendentemente alta. Y más grave aún, la gran mayoría de la pobla-ción rural poco o nada se benefició de ese crecimiento. Es verdad que en ese período la clase media, antes raquítica, pasó a ocupar un espacio creciente. Por otro lado, el surgimiento de una clase media en ascenso en medio de la pobreza, cuando no miseria, de prácticamente un tercio de la población, es la mayor evidencia del fracaso de la política de de-sarrollo adoptada.

Si los veinte años de régimen militar agravaron esta situación, cabría preguntarnos ¿por qué ahora que la práctica de la democracia está incorporada en la sociedad brasileña aún parece tan difícil promo-ver cambios en ese sentido?

Para tratar de dar una respuesta, no está de más recordar ciertas ideas elementales: el crecimiento económico tal y como lo conocemos se viene sustentando en la preservación de los privilegios de las elites que satisfacen su afán de modernización; por otra parte, el desarrollo se caracteriza por su proyecto social subyacente. El disponer de recur-sos para invertir está lejos de ser condición suficiente para preparar un futuro mejor para la mayoría de la población. Pero cuando el proyecto social da prioridad a la efectiva mejoría de las condiciones de vida de esa población, el crecimiento sufre una metamorfosis y se convierte en desarrollo.

Esa metamorfosis no se da espontáneamente. Ella es fruto de la realización de un proyecto, expresión de una voluntad política. Las es-tructuras de los países que lideran el proceso de desarrollo económico y social no fueron el resultado de una evolución automática, inerte, sino de la opción política orientada a formar una sociedad apta para asumir un papel dinámico en ese proceso.

En el caso brasileño, hay que enfrentar un problema que condi-ciona todo lo demás: la recesión. Es consensual la afirmación de que la crisis que enfrenta Brasil tiene causas múltiples y complejas, pero tal vez ninguna sea de tanto peso como la falta de control por parte de los

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sucesivos gobiernos de las palancas económico-financieras. La recesión que se abate sobre Brasil tiene su principal causa en el corte desmedi-do de las inversiones públicas, lo que genera efectos particularmente nefastos en las regiones más dependientes de las acciones del gobierno federal. Forzar a un país que todavía no ha atendido las necesidades mí-nimas de gran parte de la población a paralizar los sectores más moder-nos de su economía, a congelar inversiones en sectores básicos como salud y educación, a fin de cumplir con las metas de ajuste de la balanza de pagos impuestas por beneficiarios de altas tasas de interés, es algo que escapa a cualquier raciocinio.

Se comprende que esos beneficiarios defiendan sus intereses. Lo que no se entiende es que nosotros mismos no defendamos con idéntico empeño el derecho a desarrollar al país. Si continúa prevaleciendo el punto de vista de los que defienden la recesión, que colocan los intere-ses de nuestros acreedores por encima de cualquier otra consideración en la formulación de la política económica, tenemos que prepararnos para un período prolongado de retracción económica, que conducirá al desmantelamiento de buena parte de lo que se construyó en el pasado. La experiencia nos enseñó ampliamente que si no se atacan de frente los problemas fundamentales, el esfuerzo de acumulación tiende a re-producir, agravado, el mal desarrollo. En contrapartida, si conseguimos satisfacer esa condición básica que es la reconquista del derecho a tener una política de desarrollo, habrá llegado la hora de la verdad para todos nosotros.

Dos frentes serían, a mi entender, capaces de suscitar un verdade-ro cambio cualitativo en el desarverdade-rollo del país: la reforma agraria y una industrialización que facilite el acceso a las tecnologías de vanguardia.

El desarrollo no es sólo un proceso de acumulación y aumento de la productividad macroeconómica, sino principalmente el camino de acceso a formas sociales más aptas para estimular la creatividad humana y responder a las aspiraciones de la colectividad. Es común que se diga que la reforma agraria constituye un avance en el plano so-cial pero que conlleva un elevado costo económico. Esa es una opinión equivocada. El verdadero objetivo de la reforma agraria es liberar a los agricultores para que se transformen en actores dinámicos en el plano económico. Las reformas agrarias que desembocaron en la colectiviza-ción de las tierras fracasaron desde el punto de vista económico, ya que las estructuras agrarias tradicionales engendran pasividad, razón por la cual sub-utilizan el potencial productivo del mundo rural; y a la vez la gran empresa agrícola presupone un alto nivel de capitalización y sólo presenta ventajas obvias en el plano operacional en sectores circuns-criptos a la actividad agrícola.

En el caso brasileño, la estructura agraria es el principal factor que causa la extrema concentración de la renta. No tanto porque la

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ren-ta esté más concentrada en el sector agrícola que en el conjunto de las actividades productivas, sino porque, no habiendo en el campo prácti-camente ninguna posibilidad de mejoría de las condiciones de vida, la población rural tiende a desplazarse a las zonas urbanas, incrementan-do la oferta de mano de obra no especializada.

Una nueva estructura agraria deberá tener como principal objeti-vo la posibilidad de dar elasticidad a la oferta de alimentos de consumo popular. Se trata de una pre-condición, pero que por sí sola no garan-tiza el desarrollo. Este presupone la existencia de lo que los economis-tas acostumbran a llamar “motor”, o sea, un centro dinámico capaz de impulsar el conjunto del sistema. Vale decir: no existe desarrollo sin acumulación y avance técnico. Su impulso dinámico viene de la armo-nía interna del sistema productivo en su conjunto, lo que sólo se torna posible con la industrialización. El problema crucial es definir el tipo de industrialización capaz de generar un verdadero desarrollo.

No pretendo trazar aquí siquiera un esbozo de la política indus-trial para el país. Sólo me gustaría recordar un punto. La unificación del mercado nacional alcanzada en los años treinta fue exigencia de un cierto grado de industrialización. Sus efectos negativos en las áreas del tejido industrial más frágil pudieron, por algún tiempo, ser amorti-guados gracias a los elevados costos de los transportes inter-regionales. Desde los años cincuenta, los transportes pasaron a ser ampliamente subsidiados mediante la construcción de carreteras y una política de bajos precios de combustibles. Hoy estamos en otro nivel, y el país de-bería regresar a la industrialización que le dé acceso a tecnologías de punta. Pero la cuestión de fondo no debe ser olvidada: cualquier polí-tica de industrialización en Brasil tiene que tomar en cuenta la dimen-sión continental y las peculiaridades regionales del país.

No es por arrogancia que me atrevo a hablar a mis colegas eco-nomistas en tono de consejero. La edad no nos otorga derechos pero la experiencia nos arma para enfrentar muchos sinsabores. Sabemos que una lucha de esa magnitud sólo tendrá éxito con la participación entu-siasta de toda una generación. A nosotros, los científicos sociales, nos cabrá la responsabilidad mayor de velar para que no se repitan los erro-res del pasado, o mejor, para que no se vuelvan a adoptar políticas falsas de desarrollo cuyos beneficios se concentran en las manos de pocos.

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globalización. Homenaje a Celso Furtado. Vidal, Gregorio; Guillén R., Arturo.(comp). Enero 2007. ISBN: 978-987-1183-65-4

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QUERIDOS COLEGAS Y AMIGOS, mi tristeza es grande por no haber podido estar con ustedes en el curso de estos tres días, pero la reali-zación de su coloquio, aquí en Río de Janeiro, ha sido para mí una fuente de gozo profundo. Recuerdo todavía aquel día de 1997, cuando habíamos iniciado, en París, dentro del ISMEA [Instituto de Ciencias Matemáticas y Economía Aplicada, por sus siglas en francés], la Red Eurolatinoamericana Celso Furtado, como finalmente la bautizamos. En el pequeño restaurante de la Butte-aux-Cailles festejamos el aconte-cimiento de su creación con nuestros amigos portugueses e italianos, pero yo no habría osado esperar entonces que dentro de los tiempos difíciles que vivimos este proyecto de cooperación y solidaridad inte-lectual entre el Norte y Sur de América Latina, de una orilla a otra del Atlántico, creciera tan valientemente. Quiero agradecer a mis amigos mexicanos que han sido sus verdaderos artífices y, particularmente, a mi querido Arturo Guillén.

Ustedes han escogido para este encuentro un tema mayor. Es un hecho, y es urgente, que la teoría del desarrollo sea repensada. La

reali-Mensaje de apertura

**

* Presidente del Instituto de Ciencias Matemáticas y Economía Aplicada, París. ** Traducido por Arturo Guillén R.

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dad concreta del subdesarrollo ya no es más la misma dentro de nuestra economía mundializada (si bien su naturaleza permanece siempre, aquella de la desarticulación, de la dominación y de la no cobertura de los “costos del hombre”, como lo afirmaba François Perroux). La llamada mundialización ha trastornado la situación del Tercer Mun-do por los nuevos círculos viciosos que activa y de los cuales se nutre. Más que nunca se debe tener cuidado con los indicadores económicos que pueden, aquí o allá, mostrar una actividad económica dinámica. Además, las crisis recurrentes nos recuerdan que la deuda continúa hi-potecando en todas partes los esfuerzos de desarrollo, inclusive los más serios. Pero no es fácil plantear la cuestión de la alternativa que ustedes discutirán cuando la presión de la ideología liberal es tan fuerte. ¿Cómo construir las relaciones de fuerza necesarias para imponer el cambio de dirección? Me gustaría mucho poder conocer los resultados de sus discusiones.

Para concluir este breve mensaje agregaría que me ha regocija-do mucho que dedicaran este encuentro al profesor Celso Furtaregocija-do, un maestro y un amigo para todos nosotros. Esto puede ayudar al recono-cimiento pleno y completo de su obra y a su nombramiento como Nobel de Economía por la Academia Sueca. Nosotros tendremos entonces la ocasión –y será necesario– de reencontrarnos una vez más, alrededor de él, para festejar este acontecimiento.

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publicacion: Repensar la teoría del desarrollo en un contexto de globalización. Homenaje a Celso Furtado. Vidal, Gregorio; Guillén R., Arturo.(comp). Enero 2007. ISBN: 978-987-1183-65-4

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LAS ECONOMÍAS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE han cambia-do significativamente desde los años de la crisis de la deuda externa, al inicio de la década del ochenta del siglo pasado. En los países de la región se ha aplicado una política económica fundada en el equilibrio presupuestal y el logro de un superávit primario, con el que se constitu-ye parte de la bolsa que exige el FMI para garantizar el pago del servicio de la deuda. Estas medidas se han acompañado de las llamadas “refor-mas estructurales” que involucran la eliminación de las restricciones a la movilidad internacional de los capitales, la supresión de regulaciones en los sistemas financieros, la privatización de servicios públicos y otras disposiciones más que hacen parte de la propuesta del Consenso de Washington.

Las reformas económicas neoliberales ejecutadas desde hace más de quince años en la región han modificado sustancialmente la economía y la sociedad de los países del área. Sin embargo, no ha sido posible dinamizar las economías, disminuir la desigualdad social, ni abatir los niveles de pobreza. Estudios recientes del Banco Mundial y la CEPAL dan cuenta de estos hechos y señalan que América Latina y el Caribe es la región con mayor desigualdad social. Esta desigualdad se ha incrementado durante las últimas dos décadas. A fines del año 2000 más de 128 millones de personas viven con menos de dos dólares al día, lo que representa el 25% de la población total de la zona.

Repensar la teoría del desarrollo

en un contexto de globalización

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Las economías latinoamericanas y del Caribe no han logrado altas tasas de crecimiento económico por un largo período. Además, se han presentado en forma recurrente crisis monetarias, cambiarias y banca-rias, provocando drásticas reducciones en el ingreso de amplios grupos de la población, pérdidas patrimoniales cuantiosas, ventas de activos nacionales, quiebras de empresas, incremento del desempleo, amplia-ción de la economía informal, crecimiento de la migraamplia-ción hacia otros países y regiones desarrollados sin que la profundización del proceso de reforma económica permita lograr las promesas de estabilidad y creci-miento. Por el contrario, en años recientes, varias economías del área han tenido un pobre desempeño económico, indicador de la gestación de una tendencia al estancamiento, con lo cual las carencias sociales, la desigualdad, la fragmentación y el subdesarrollo se mantendrán.

Los resultados de dos décadas de reformas estructurales no son positivos y no existe argumento o propuesta alguna que muestre cómo puede cambiar la situación económica y social en tanto continúen es-tas políticas económicas. Veinte años después del inicio de la reforma neoliberal, la dependencia de nuestros países con el exterior, y en par-ticular con respecto a Estados Unidos, es más grande que nunca, a la vez que ha cambiado de formas. Nuestra preocupación es mayor, dado que el programa del Consenso de Washington ha sido instrumentado por gobiernos democráticamente electos y, en muchos casos, después de difíciles procesos de transformación política mediante los cuales los pueblos de la región han derrotado dictaduras y gobiernos autoritarios. Así, hasta el momento, la democracia alcanzada no ha implicado me-jora en las condiciones de vida, ni tampoco ha permitido establecer los medios para que las necesidades sociales de la mayoría de la población sean satisfechas.

Por ahora, la participación ciudadana para un cambio de rumbo económico ha tenido limitadas consecuencias, y los gobiernos electos no han podido alejarse de las fórmulas promotoras del estancamiento del empleo. Todo ello expresa la magnitud de los intereses en juego y el tamaño del desafío que enfrenta la gran mayoría de la población de la región, que mantiene la esperanza del desarrollo. Sin embargo, las transformaciones sociales continúan y en años recientes han triunfado partidos políticos o coaliciones partidarias que desde posiciones pro-gresistas se plantean combatir la pobreza y la desigualdad social consi-derando el crecimiento de sus respectivas economías y en relación con la economía mundial. Aún más, en el futuro inmediato es posible que partidos y movimientos sociales con perspectiva semejante alcancen triunfos electorales en otros países de la región. Frente a este conjunto de hechos, los científicos sociales de América Latina no pueden perma-necer al margen. Es imprescindible profundizar la discusión y plan-tearse la construcción de opciones de crecimiento y desarrollo para los

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países de América Latina y el Caribe. Con ese propósito, los miembros de la Red Eurolatinoamericana de Estudios sobre el Desarrollo Celso Furtado y otros colegas de América Latina nos reunimos del 4 al 6 de mayo en Río de Janeiro, Brasil, para discutir los problemas actuales de la región y avanzar en el diseño de políticas alternativas frente al mode-lo neoliberal que aún predomina en nuestra región.

La alternativa no es una decisión maniquea entre Estado y mer-cado. El neoliberalismo no ha significado ausencia de intervención económica del Estado. En los últimos años ha existido una amplia ac-ción del Estado en la redefiniac-ción de las economías del área. Hay una continua gestión pública de diversas decisiones económicas, una acti-vidad consistente para alcanzar las metas acordadas con los organis-mos financieros internacionales, la ejecución sistemática de medidas de política económica para mantener las condiciones de rentabilidad de los capitales que privilegian las colocaciones financieras. Además, el proceso de la deuda pública no se ha detenido y los presupuestos de los gobiernos funcionan privilegiando el pago del servicio de la deuda.

El desarrollo, tal como ha planteado Celso Furtado en sus traba-jos, es un proceso no solamente de transformación de estructuras sino de invención, es decir, comporta un elemento de intencionalidad. En la actual situación social de nuestros países no basta contar con cuantiosos recursos para la inversión para poder crear las condiciones de un mejor futuro de la mayoría de la población. Como nos recuerda Furtado en su mensaje a nuestra tercera Conferencia, cuando el proyecto social da pre-eminencia a la efectiva mejoría de las condiciones de vida de la población, el crecimiento sufre una metamorfosis y se convierte en desarrollo.

Esa metamorfosis no es espontánea, es el resultado de un propó-sito, de una voluntad política que tiene por meta constituir una socie-dad apta para hacerse cargo del proceso del desarrollo. Este es el punto nodal del momento actual de la historia de nuestros países. Concitar la voluntad política que permita recuperar el crecimiento económico sobre bases nuevas. Ese crecimiento debe estar fundado en el fortale-cimiento de las capacidades productivas propias, lo que comienza con la reproducción de las condiciones productivas –satisfacción de las ne-cesidades básicas– de los habitantes de nuestros territorios. Debe ga-rantizar la transformación de la agricultura, la ganadería y otras activi-dades primarias, permitiendo que los campesinos y otros productores directos sean sujetos relevantes en el curso de los hechos económicos. Asimismo, debe ser capaz de encontrar los medios para avanzar en la industrialización con una amplia combinación tecnológica, que inclu-ya elementos de punta pero que también se funde en la ampliación del consumo de la población. Una dinámica económica que nos dote de recursos socialmente administrados, para resolver las carencias en ma-teria de salud y universalizar la educación.

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Dentro de una estrategia alternativa se requiere de un Estado económico democrático y fuerte, que encauce, que promueva el desa-rrollo, y que afronte decididamente los problemas sociales.

Los firmantes no postulamos voltear la cara a la globalización y aislarnos de las fuerzas que hoy controlan el mundo. Planteamos sí, construir una relación a partir de un proyecto nacional. Ello im-plica, entre otras cosas, revisar los esquemas de apertura comercial, de privatización del patrimonio nacional y de pago del servicio de la deuda externa que se han impuesto a nuestros pueblos. Ello comporta priorizar el desarrollo y la solución de los acuciantes problemas socia-les de nuestros pueblos sobre el pago de las deudas externa e interna, así como revisar los esquemas o proyectos de integración en los que participamos (ALCA, TLCAN, MERCOSUR-Unión Europea) desde la perspectiva de nuestras estrategias internas de desarrollo económico, y negarnos a aceptar medidas de apertura que sólo sean plataformas para acrecentar los beneficios de un reducido grupo de grandes financieros, encabezados por colocadores, grandes rentistas y tesorerías de algunas grandes empresas de EE.UU.

Aspiramos a una economía con una base nacional de crecimien-to, en la que los servicios públicos se administren procurando satisfacer las necesidades sociales, lo cual implica recuperar los espacios de so-beranía política que se han erosionado con la globalización neoliberal. Se requiere que el acceso al crédito interno en moneda nacional sea un dato relevante del proceso de financiamiento; una sociedad en la que existan los medios para que los diversos grupos sociales puedan opinar y decidir sobre los temas sustanciales de la conducción económica; una sociedad en la que se combinen las formas directas y representativas de la democracia, pero teniendo como materia los hechos económicos y las estrategias que en este campo deben adoptarse.

La Declaración de Río de Janeiro es un exhorto a académicos, científicos sociales, personalidades, organizaciones sociales, direccio-nes políticas de partidos y movimientos a desarrollar en cada uno de nuestros países una discusión que, tomando en cuenta la perspectiva que en estas líneas se plantea, nos dote de una estrategia económica distinta a la neoliberal, que haga posible el desarrollo en nuestras na-ciones. Es la contribución mínima actual que los economistas pode-mos dar a nuestras sociedades. Nuestra materia de estudio son muje-res y hombmuje-res, y las relaciones que entablan en la construcción de los medios materiales que permiten reproducir sus condiciones materiales de existencia.

El problema de la satisfacción de las necesidades sociales está en el centro de nuestra disciplina, que no se circunscribe al logro de cier-tos equilibrios macroeconómicos. El estudio de los hechos económicos tiene que volver a colocar a la humanidad en el centro. Lo otro es seguir

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beneficiando los intereses de un reducido grupo de grandes rentistas, de inversionistas externos y algunos socios internos. Nuestra tarea es participar en la profundización de opciones alternativas que consideren los medios, pero que también permitan identificar a los constructores de esa voluntad política colectiva. La democracia en la región, partici-pativa y representativa, comprende la decisión del tipo de economía que nos permita resolver las necesidades sociales.

Río de Janeiro-México Mayo-junio de 2004 Gustavo Adolfo Aguilar, Honduras; Alonso Aguilar Monteverde, México; Leonardo Asta, Italia; Carlos R. Azzoni, Brasil; Tânia Bacelar, Brasil; Ricardo Bielschowsky, Brasil; Rolande Borrelly, Francia; Luiz Carlos Bresser Pereira, Brasil; Clélio Campolina Diniz, Brasil; Wilson Cano, Brasil; Fernando J. Cardin de Carvalho, Brasil; Ángel María Casas Gragea, España; Juan Castaingts Teillery, México; Mario Cimoli, Chile; Raúl Conde Hernández, México; Eugenia Correa, México; Alberto Couriel, Uruguay; James Cypher, EE.UU.; Raúl Delgado Wise, México; Gérard Destanne de Bernis, Francia; Luis Eugenio Di Marco, Argentina; Theotônio Dos Santos, Brasil; Clara Fassler, Uruguay; João Carlos Ferraz, Brasil; Jesús Ferreiro, España; Aldo Ferrer, Argentina; José Luís Fiori, Brasil; Celso Furtado, Brasil; Rodolfo García Zamora, México; Antonio Garrido Torres, España; Alicia Girón, México; Héctor Guillén Romo, México; Arturo Guillén R., México; Claudio Jelicky, Francia; Gerard Kébabdjian, Francia; Carlos Mallorquin, México; Irma Manrique, México; Ifigenia Martínez, México; Carlos Medeiros, Brasil; Francisco de Oliveira, Brasil; Antonio Rao, Italia; Octavio Rodríguez, Uruguay; Salvador Rodríguez y Rodríguez, México; João Luiz Maurity Saboia, Brasil; Ignacy Sachs, Francia; Pierre Salama, Francia; Edmar Salinas Callejas, México; Claudio Salm, Brasil; Julio Sevares, Argentina; Roberto Smith, Brasil; Víctor Soria Murillo, México; Osvaldo Sunkel, Chile; Alexander Tarassiouk, México; Maria da Conceição Tavares, Brasil; Alejandro Toledo Patiño, México; Alejandro Vanoli, Argentina; Gregorio Vidal, México; Tsuyoshi Yasuhara, Japón.

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teoría del desarrollo en un contexto de globalización. Homenaje a Celso Furtado. Vidal, Gregorio; Guillén R., Arturo.(comp). Enero 2007. ISBN: 978-987-1183-65-4

Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/edicion/vidal_guillen/05DosSantos.pdf

Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de América Latina y el Caribe de la Red CLACSO

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C

RECIMIENTO

,

COMERCIOEXTERIOR YLIBRECOMERCIO

Existe en nuestros días una fuerte corriente de pensamiento, quizás hegemónica, que vincula íntimamente crecimiento, comercio exterior y librecambio. Sin embargo, no hay ninguna base histórica para res-paldar estas correlaciones. Ellas son consecuencia de un razonamiento puramente abstracto que tiene sus raíces en las teorías de Ricardo de principios del siglo XVIII. De hecho, Ricardo demostró que sería ideal una situación en la cual cada economía local o nacional se especializara en aquello/s producto/s en los que tuviera mayor ventaja comparativa desde el punto de vista de la máxima productividad de los factores loca-les. Esta teoría fue perfeccionada posteriormente por Ohlin, que inclu-yó entre los factores locales la relación expresa entre capital y trabajo en las funciones de producción. Quedó más o menos aceptado que los países que disponen de más mano de obra que de capital tienen que especializarse en productos agrícolas y materias primas, mientras que aquellos con más capital que trabajo (como resultado del desarrollo tecnológico), deben dedicarse a productos de mayor intensidad

tecno-Globalización, crecimiento

económico e integración

* Profesor titular de la Universidad Federal Fluminense (UFF). Coordinador de la Cátedra y Red de UNESCO y de UNU sobre Economía Global y Desarrollo Sustentable.

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lógica. Esta división del trabajo mundial era, y es aún, presentada como extremadamente favorable a todas las partes en interacción. Es eviden-te que, para estos razonamientos generales, el libre comercio será el mundo ideal para el pleno desarrollo del comercio mundial.

Sin embargo, ocurre que el mundo real es muy diferente a estos razonamientos abstractos que ignoran los acontecimientos y las rela-ciones clave de la economía mundial. El mundo concreto no se parece a un modelo de economías nacionales especializadas alcanzando un crecimiento económico similar. Por el contrario, desde la expansión económica europea a partir de los siglos XV y XVI se han especializado las economías locales en función de la demanda europea: metales pre-ciosos, especies y productos tropicales, agricultura tropical o semi-tro-pical y esclavos. Estas economías exportadoras estuvieron, en general, en manos de grandes propietarios europeos apoyados por las coronas española y portuguesa a las cuales el Papa entregó todas las tierras del mundo. Este comercio, que sirvió de fundamento a la economía moder-na, no ha sido nunca libre. Fue organizado por los estados nacientes en Europa, a través de compañías monopolistas fundadas por sus protegi-dos. Para enfrentarlos, las potencias emergentes como Holanda, Fran-cia y el Reino Unido no apelaron al “libre cambio”. Prefirieron armar a sus corsarios para asaltar los navíos portugueses.

Muchos creen que en los siglos XVIII y XIX, bajo la expansión bri-tánica, se creó un mercado libre en el mundo. No podemos concordar con la idea de que un comercio mundial realizado por empresas inglesas pro-tegidas por la marina británica pueda ser considerado libre. Estas eran empresas monopolistas apoyadas por la reina de Inglaterra, administran-do vastos territorios del munadministran-do. La mayor parte de la población de la tierra se encontraba subyugada la dominación directa o indirecta de Gran Bretaña y no gozaba de ninguna libertad para realizar su comercio. No fue sin razón que las nuevas potencias emergentes, como Estados Unidos, Alemania y Japón, adoptaron políticas proteccionistas radicales.

El caso más impresionante de proteccionismo ha sido exacta-mente el de EE.UU. En este país, los exportadores de algodón del Sur se rebelaron contra los aranceles impuestos por el Norte para proteger sus industrias nacionales. La rebeldía del Sur fue derrumbada con una guerra civil que dejó dos millones de muertos. Para ganar la lucha con-tra el Sur, el Norte no dudó en terminar con la esclavitud para acabar definitivamente con la economía esclavista exportadora, y los ejércitos sureños, compuestos por esclavos, se desintegraron con la liberación. Al contrario de lo que se cree comúnmente, EE.UU. ha sido siempre un país proteccionista y ha fundado su poder contemporáneo en la imposi-ción de los aranceles del Norte sobre el Sur por la fuerza. ¿Qué sería de EE.UU. si la guerra civil hubiera sido ganada por el sur librecambista, esclavista y políticamente autoritario?

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Podemos adivinarlo si lo comparamos con América Latina, donde se eliminaron todas las rebeliones de artesanos y manufactureros y se impuso la manutención de la servidumbre y de la esclavitud junto a la es-pecialización exportadora basada en la doctrina del librecambio. En esta región ganó el sur librecambista, esclavista y políticamente autoritario.

Pero si el librecambio no ha sido la fuente del crecimiento de las grandes potencias capitalistas (excepto Inglaterra que inició la revolución industrial y tuvo en el librecambio un instrumento para imponerse sobre el resto del mundo al que sometía como colonias sin ningún derecho al libre comercio), el comercio que se impone en el mundo a fines del siglo XIX y comienzo del XX no puede de ninguna manera ser considerado un “libre” comercio. En realidad se ingresó en un mundo de grandes poten-cias imperialistas que se dividían el planeta entre sí, sin permitir a sus colonias ninguna libertad de comercio. Al mismo tiempo, sus empresas monopolistas controlaban el comercio mundial en las zonas no colonia-les. Como sabemos, fue la lucha de estas naciones por el dominio del mundo la que llevó a dos guerras mundiales y a la crisis de 1929, cuando la perspectiva librecambista y liberal sufrió ataques definitivos que se impusieron mundialmente después de la Segunda Guerra Mundial.

El mundo contemporáneo de la post Segunda Guerra tampoco se caracterizó por un libre comercio. Al contrario, no fue posible crear una organización mundial del comercio como lo proponía Keynes. Los dominadores del comercio mundial, los norteamericanos, que después de la guerra controlaban cerca del 50% del comercio mundial, han pre-ferido crear el GATT, para imponer muy raramente (con pleno acuerdo de las partes) condiciones de rebaja de aranceles.

Se puede decir, sin embargo, que estas condiciones de libre co-mercio están finalmente siendo creadas en nuestros días con la puesta en marcha de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Los he-chos indican que los que más exigen libre comercio en esta organiza-ción son exactamente los países del Tercer Mundo, únicos adoptar am-plias rebajas unilaterales de aranceles, derrumbando el proteccionismo que habían tardíamente impuesto a sus economías en los años cuarenta y cincuenta con el objetivo de garantizar un primer “boom” industrial logrado entre los treinta y los cincuenta.

Sabemos hoy que más del 50% del comercio mundial se realiza al interior de las firmas multinacionales, que no son de ninguna manera base para un libre comercio. Sabemos también que se crearon impre-sionantes mecanismos de subsidio estatal en todos los países desarro-llados. Y si alguien tiene alguna duda sobre esto, que observe cómo se recupera la economía estadounidense a partir de los estratosféricos gastos militares del gobierno de Bush, hijo. Sin hablar de los subsidios al sector agrícola de bajo poder de competitividad, que difícilmente se-rán rebajados sustancialmente en EE.UU., Europa o Japón.

Referencias

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