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1 CORINTIOS. PROGRAMA No Cap. 15:1-8

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PROGRAMA No. 0541

1 CORINTIOS

Cap. 15:1 - 8

Continuamos hoy nuestro estudio en esta Primera Epístola del apóstol San Pablo a los Corintios. Y llegamos a un capítulo que bien puede clasificarse como uno de los más importantes y cruciales de toda la Biblia. Si usted se pusiera a elegir diez de los capítulos más destacados de la Biblia, lo que los hombres han estado haciendo desde el comienzo de la era cristiana, usted verá que el capítulo 15 de la Primera Epístola a los Corintios, aparece prácticamente en todas las listas. Así es de importante. Lo es porque da respuesta a la primera herejía que se presentó en la Iglesia y que era el negar la resurrección corporal del Señor Jesucristo. En este capítulo el apóstol Pablo llega a la tercera de las grandes cosas espirituales. Usted recordará que en la primera parte él habló de las cosas carnales, y él trató esas cosas que son tan importantes para nosotros en el día de hoy. Parecería necesario dar una serie de conferencias que traten sobre el sexo. Y también hay muchas divisiones que marcan la Iglesia de hoy: Las pequeñas sectas, los grupos aparte que están en las Iglesias de nuestros días.

Una dama escribió amonestándonos por una declaración que hicimos hace un tiempo, de que encontramos en las Iglesias algunas de las peores personas, las que deberían estar fuera de ella. Y debemos decir que mantenemos esa declaración, pero probablemente deberíamos haber agregado, que también encontramos en la Iglesia a las mejores personas,

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a la gente más maravillosa que existe, porque esto también es verdad. La razón por la cual dijimos eso es porque las gentes malas no debería estar allí.

Pero Pablo escribe tratando esas cosas ya que los creyentes de Corinto se estaban llevando unos contra otros a los tribunales, y sacando, por así decir, sus trapos al sol ante todos, cosa que no deberían haber hecho. Luego, los encontramos envueltos en problemas que concernían al divorcio y otras cosas de menor importancia como el comer carne, o si una persona debería cortarse el cabello, especialmente los hombres, o si se lo podía dejar largo; también si la mujer debería cubrirse la cabeza en la Iglesia. Esas cosas parecen realmente frívolas; sin embargo, creemos que son de importancia, y son las cosas de las cuales hablamos en la actualidad.

Pero, ¿qué acerca de los dones del Espíritu? Eso era o estaba relacionado con las cosas espirituales. Y Pablo habló sobre eso, y cuán hermoso fue saber que cada creyente tiene un don. No puedo pensar en otra cosa que cause mayor emoción que esa. En cierta ocasión, un joven que tenía su cabello bien largo y parecía uno de esos perritos terrier inglés, por la forma en que se lo había dejado crecer, pero a pesar de eso era una gran persona. Este joven estaba conversando con un predicador y el predicador le preguntó, ¿por qué hacía eso? Y el joven respondió que era una manera de protestar por supuesto. Su vestido, su forma de ser indicaba eso. Pero en realidad, debajo de todo eso, había algo que él pudo confesar de manera sincera, y era que no tenía ningún propósito en su vida.

Así es que usted no podrá encontrar una cosa que sea más emocionante que la de saber que Dios le ha dado un don a usted que es creyente, y que usted tiene un propósito que cumplir en este mundo. Y no sólo una función en este mundo, amigo oyente, sino que usted está en sociedad con el Señor Jesucristo en la gran empresa de hacerle conocer a El, a

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los demás. Es un reto, es un desafío para los jóvenes hoy el encontrar, el saber cuál es su don y usarlo. Esto le da propósito a la vida. Lamentablemente eso ha sido dejado de lado por muchas Iglesias y muchos hogares. Como resultado, los jóvenes se están apartando en cualquier dirección; y sinceramente no los podemos acusar. No estamos acusando a ese joven que mencionamos hace un momento, porque en realidad, se hace acreedor a gran simpatía. Luego tuvimos oportunidad de ver ese gran capítulo del amor. Donde las cosas se deben hacer en amor, y que el amor es un don del Espíritu Santo. Usted no puede producir amor aquí, es solo un fruto del Espíritu Santo y no un don. El don es una cosa, el fruto es otra. Y nosotros necesitamos el fruto en estos días, creemos que sobre todas las cosas en la vida cristiana necesitamos el fruto del Espíritu Santo.

Ahora, llegamos a la tercera de las cosas espirituales y es la resurrección de nuestro Señor Jesucristo y nuestra propia resurrección. La gloria de la fe cristiana es que nunca piensa que la vida termina con la muerte o que la vida es todo. Siempre mira hacia el amanecer, nunca hacia el ocaso. Mira más allá, hacia la eternidad. Y qué esperanza la que presenta. Debemos agregar que eso es algo más, que da propósito a la vida.

Yo espero, amigo oyente, vivir una eternidad. Yo no tengo ningún apuro en llegar allí, de eso puede estar seguro. Quiero estar aquí en esta vida lo más que pueda, porque creo que aquí es donde uno puede servir, y creo que también esto es una preparación, y que lo que uno hace aquí tiene que ver con la recompensa que recibiremos. Por tanto, quiero acumular algunas cosas más de mi lado. No creo tener mucho y me gustaría tener un poco más. Uno ya no escucha esa canción que antes cantábamos: “¿Habrá estrellas en mi corona?” ¿Por qué se ha dejado de cantar? Porque la gente ya no está buscando estrellas para su corona. Están tratando de ganar las estrellas aquí abajo.

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Amigo oyente, nuestro deseo es que podamos tener esa tremenda visión que debería tener todo creyente: el de la resurrección del Señor Jesucristo. Eso es algo que le da propósito a la vida. Nosotros hemos perdido de vista la ascensión y tenemos nuestra mente ocupada con las cosas incidentales, y eso por supuesto, agrega una tragedia tras otra, aun entre los que profesan ser creyentes.

Al llegar a este capítulo 15, de la Primera Epístola a los Corintios como ya hemos dicho, se trata el tema del evangelio, y muestra que la cosa más importante del evangelio es la resurrección de Cristo. Sin eso, todo lo demás no tiene sentido, aún la misma muerte de Cristo. La resurrección es lo que le da sentido. Dice allá en el capítulo 4 de la epístola a los Romanos, versículo 25: El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. En su muerte, El quitó mis pecados, pero en Su resurrección, El me dio una entrada segura y positiva en el cielo. Yo puedo estar firme en Su justicia. Dice: El fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación.

Lo mejor que podemos hacer al comenzar este capítulo es definir y delinear claramente el significado de la resurrección. La resurrección no es espiritual sino física. La palabra utilizada aquí es “anastasis negron”. Quiere decir el levantar un cuerpo. Ese es el lenguaje usado. Quiere decir que estos cuerpos nuestros serán levantados. Y vamos a ver que Pablo dará una definición de lo que quiere decir por la palabra resurrección. La resurrección en las Escrituras siempre se refiere al cuerpo. “Anastasis” quiere decir levantarse; “histome,” parar; “ana,” sobre; es decir, el levantar un cuerpo y no puede ser algo espiritual.

C. S. Lewis, ese extraordinario hombre de letras de la Universidad de Oxford, puso en ridículo a los liberales de su día en Inglaterra. El les hizo una pregunta cuando ellos

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decían que la resurrección era espiritual. El les preguntó: “¿En qué posición se pone un espíritu cuando se levanta? Y eso, amigo oyente, es algo que los liberales pueden estudiar por mucho tiempo y tratar de hallar una respuesta a tal pregunta.

Al entrar en detalle ahora, queremos notar que en Corinto de esa época y también en el mundo romano de ese día, había en realidad tres filosofías concernientes con la muerte y con la vida después de la muerte. Había el estoicismo. El estoicismo enseñaba que el alma se unía a la deidad al morir y por tanto existía la destrucción de la personalidad, que hace de la resurrección algo sin ningún valor. Luego tenían la filosofía epicúrea. Era algo materialista, no había existencia después de la muerte en su enseñanza. Y luego existía el platonismo. El platonismo enseñaba la inmortalidad del alma, pero más o menos como transmigración. Uno puede encontrar esa clase de enseñanza en la India, también se la encuentra en el platonismo de hoy y en algunos cultos de la actualidad, niega la resurrección del cuerpo. Y esa es la razón por la cual Pablo menciona en Atenas el tema de la resurrección, y ellos pensaban que él estaba hablando de un nuevo dios. En el día de hoy necesitamos comprender que Pablo no está hablando aquí de una resurrección espiritual. El alma, amigo oyente, no muere. En el mismo momento en que el cuerpo de una persona muere, esa persona va a otro lugar. Si es un hijo de Dios, está ausente del cuerpo, y presente con el Señor. Si no lo es, entonces va a un lugar de tormento. El Señor Jesucristo lo clasificó de esa manera, no lo hicimos nosotros.

Usted puede, pues, notar aquí que aunque tenemos una división, no la vamos a seguir exactamente. Tenemos en el capítulo 15 algo relacionado con el evangelio. Primero, tenemos la prominencia de la resurrección en el evangelio, y luego las pruebas de la resurrección. Lo que tenemos por tanto, son cuatro pruebas reales de la resurrección y la prominencia del evangelio.

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En primer lugar, Pablo está diciendo aquí que es parte del evangelio y que no hay evangelio sin la resurrección. El Dr. Machen dijo: “la cristiandad no descansa en un grupo de ideas o en un credo, sino sobre hechos mismos. El evangelio no es el Sermón del Monte, tampoco lo son los Diez Mandamientos. El evangelio es una serie de hechos relacionados a una persona, y esa persona es Cristo.” Escuche lo que Pablo dice en parte de este capítulo 15 de su Primera Epístola a los Corintios; dice: Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí. Ahora, esto da respuesta a la pregunta de si Pablo fue uno de los que originaron el evangelio. El no lo hizo, amigo oyente. No fue quien originó el evangelio. El dice: lo recibí. Y ¿dónde lo recibió? Pues, lo recibió en el desierto de Arabia, porque allí fue donde el Señor lo llevó y le enseñó. El no sabía que el Señor Jesucristo había regresado de los muertos. El no sabía eso cuando estaba en el camino a Damasco, ya que él preguntó: ¿Quién eres Señor? El no pensaba que fuera el Señor Jesucristo, en ninguna manera. El dice, pues: Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí.

De modo que Pablo dice que él le ha predicado el evangelio a ellos. Ahora, ¿cuál es el evangelio? ¿Qué fue lo que les predicó? Porque dice en el primer versículo: Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis. Y ¿qué fue eso? Bueno, dice aquí en los versículos 3 y 4:

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Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; (1 Co. 15:3-4)

Hay algo aquí que es de mucha importancia. En primer lugar, la gran prueba es que es parte del evangelio. No hay evangelio sin la resurrección. Y concierne a la muerte del Señor

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Jesucristo. El murió por nuestros pecados, fue sepultado, y se levantó al tercer día. Esos son los hechos. Y, mi amigo oyente, no hay evangelio aparte de esos hechos. Ese es el evangelio. Eso es lo que el Señor Jesucristo hizo por usted y por mí. Ahora, el evangelio es Buenas Nuevas, buenas noticias.

Supongamos que usted se me acerca y me dice: “Maestro, he estado pensando bien, y tengo mucho interés en usted; por tanto, me gustaría ver que llegue a ser un millonario”. Yo le contesto: “Eso sería magnífico, muy lindo.” Luego usted dice: “Yo tengo un plan; y usted puede conseguirse un trabajo donde ganará mucho dinero. Y en unos mil años usted tendrá un millón de dólares”. Ahora, yo quisiera decirle amigo oyente, que aunque yo pudiera usar un millón de dólares quizá en la obra del Señor, en este ministerio radial, por ejemplo, ya que estoy convencido que este es uno de los medios más eficaces para la predicación de la Palabra de Dios, y lo podría usar, yo le agradezco mucho por eso, pero no creo que esas sean buenas noticias. Y si usted cree que por mi trabajo yo puedo ganarme un millón de dólares, pues, usted está muy equivocado, amigo oyente. Esas no son buenas noticias. En realidad son malas. Ahora, supongamos que en lugar de decirme lo anterior usted me dice: “¿Usted se acuerda de ese amigo suyo que lo quería mucho? El tenía un millón de dólares y ha muerto dejándole a usted todo ese dinero. ¿Usted cree que esas son buenas noticias? ¡Amigo oyente, esas sí que serían buenas noticias!

El evangelio, pues, es lo que Cristo ha hecho por usted y por mí. El murió por nuestros

pecados, conforme a las Escrituras; y . . . fue sepultado, y . . . resucitó al tercer día. El murió,

ese es un hecho histórico. Y muy pocos pueden negar eso. Fue sepultado. Y quisiéramos decir aquí, que hay personas que preguntan ¿por qué es eso importante? Eso quiere decir amigo oyente, que El no desapareció, que no se esfumó o se fue para cualquier otro lugar. Eso quiere decir que El tenía Su cuerpo, y que Nicodemo, y José de Arimatea, y los otros que lo vieron a El crucificado sabían quien era; era Jesús. Ellos lo sepultaron, por eso debemos decir aquí que es

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de suma importancia. El murió, y eso confirma su muerte.

Dice que El resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. O sea, El se levantó. Es parte de esto. La tumba quedó vacía, eso es importante de notar. Eso quiere decir que el evangelio es que Cristo murió, fue sepultado y que resucitó. Esa es la primera prueba.

La segunda prueba es la experiencia de la gente de Corinto. Leamos una vez más esta sección, de los primeros dos versículos de este capítulo 15 de la Primera Epístola a los Corintios:

1Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. (1 Co. 15:1-2)

Es decir, a no ser que sea una fe vacía. Y hay esa clase de fe, por supuesto. Pero él dice:

sois salvos. La Iglesia es prueba de ello. Los discípulos estaban dispersos, había once de ellos

en Jerusalén o en sus alrededores; y si Cristo estaba muerto, no querían que Su cuerpo estuviera fuera de la tumba. Ellos querían que permaneciera en ese lugar. Ellos ya tenían demasiados problemas y no querían tener más. Esos hombres que habían sido dispersados, estaban desilusionados, listos para regresar a su antigua profesión de pescadores. ¿Y qué fue lo que sucedió? Se corrió la voz de que Cristo había resucitado de los muertos. Debemos decir aquí que eso fue como una revolución que trajo en existencia a la Iglesia. Y por más de dos mil años ha habido millones de personas que mantienen que El ha regresado de entre los muertos. Uno no puede explicar la Iglesia, aparte de la resurrección.

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tendría un Salvador. Esa es la segunda gran prueba.

Y la tercera, es algo que no enfatizamos hace un momento, pero usted debe haber notado que él dijo: Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por

nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.

Ahora, ¿qué Escrituras? Las Escrituras del Antiguo Testamento, por supuesto. Me hubiera gustado mucho estar con el apóstol Pablo cuando él llegó a Europa. Fue a Filipos, a Tesalónica, luego a Atenas, y de allí a Corinto. Creemos que llevaba consigo un pergamino, y era el Antiguo Testamento. Y creemos que cuando él mencionaba en la sinagoga la muerte del Señor Jesucristo, ellos le podían decir: “Bueno, eso no está en las Escrituras”. Y pensamos que él buscaría en el libro de Génesis y tal vez diría: “Me gustaría contarles acerca de la muerte o de la ofrenda de Isaac, y cómo Abraham recibió a su hijo como de entre los muertos. El estaba listo para dar muerte al muchacho. Dios no perdonó a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. Pero El sí perdonó al hijo de Abraham. Y Pablo podía decir en la sinagoga: “Eso está allá en el capítulo 22 de Génesis”. Luego, él podría hablar de esas cinco ofrendas en Levítico. Luego, al leer el Salmo 22, les mostraría la crucifixión de Cristo.

Podía también leer el capítulo 53 de Isaías donde dice: Más él herido fue por nuestras

rebeliones, molido por nuestros pecados. . . Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Ese es

el cumplimiento de la Escritura. Amigo oyente, es muy difícil derrotar un argumento como ese. La expectación del Antiguo Testamento no era simplemente para esta vida. Hay personas que dicen que no creen en una religión del más allá, sino en una religión para ahora y aquí. A mí me gustan ambas, amigo oyente. Yo quiero una religión ahora y aquí, y también una para el más

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allá.

La cuarta prueba que tenemos es proporcionada por los testigos. Y uno no puede dejar de lado a los testigos. Cualquier abogado que tuviera que presentar un juicio, estaría muy contento de tener tantos testigos. Si los tuviera, podría ganar su caso tranquilamente. No interesa qué clase de problema pueda tener. Leemos en el versículo 5, que dice:

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y que apareció a Cefas, y después a los doce. (1 Co. 15:5)

El menciona a Cefas primero. El se le apareció a Cefas en forma privada. Y usted puede preguntar ¿qué fue lo que pasó? Y eso no nos incumbe a nosotros realmente. El apareció a Cefas. Después de todo, él lo había negado. Posiblemente se arreglaron las cosas así. Usted sabe que el Señor Jesucristo estaba en esa actividad de lavar los pies.

Dice aquí: Y que apareció a Cefas, y después a los doce. Ahora, quizá alguien diga: ¿después a los doce? ¿De quién estamos hablando? Estamos hablando de diez hombres. El apareció a Cefas privadamente, luego se apareció a los diez. Pero, ellos habían sido llamados los doce, porque cuando uno los pone a todos juntos, más el apóstol Pablo, entonces, se tienen los doce. Ahora, leamos el versículo 6:

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Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. (1 Co. 15:6)

Quinientos de ellos lo vieron en una misma ocasión. Creemos que esto pudo haber tenido lugar en Galilea, cerca del mar de Galilea, porque usted puede recordar que Él dijo que se

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ese lugar, los amigos o vecinos les preguntarían: “¿Adónde van? Jesús murió. ¿Están regresando a la pesca? “No, vamos a reunirnos con El. Ha regresado de entre los muertos”. Y pensamos que había quinientos seguidores de Él que habían ido a ese lugar a verlo en esa ocasión. Y luego notemos los versículos 7 y 8, de este capítulo 15 de la Primera carta a los Corintios:

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Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; 8y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. (1 Co. 15:7-8)

Pablo dice que él lo vio. Amigo oyente, es muy difícil contestar a un hombre que lo vio, especialmente si usted no lo ha visto. Así que tenemos aquí estos testigos. Aquí tenemos cuatro pruebas indubitables que Pablo da aquí al comienzo, sobre la resurrección.

Y tenemos que detenernos aquí. Pero retornaremos en la continuación de este interesante estudio, en nuestro próximo programa, Dios mediante. Contamos como siempre, con su muy amable y fiel sintonía. Será, pues, hasta entonces, amigo oyente, ¡que las bendiciones del Señor abunden en su vida, es nuestra ferviente oración!

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