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Psicología, un abordaje adventista

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Academic year: 2020

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PSICOLOGÍA:

Un abordaje adventista para profesionales,

docentes y estudiantes

Por Mario Pereyra

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INDICE

PRÓLOGO por Dr. Humberto Rasi 3

INTRODUCCIÓN 5

PRIMERA PARTE

CAPITULO 1 – La Psicología durante los Siglos XVII y XVIII 15

CAPITULO 2 – El Siglo XIX y el nacimiento de la Psicología como ciencia 27

CAPÍTULO 3 – El Psicoanálisis 42

CAPITULO 4 – La psicología objetiva y la sobrevivencia del subjetivismo 55

CAPÍTULO 5 – La Psicología de la primera mitad de Siglo XX 68

CAPITULO 6 – La Psicología a mediados del siglo XX 83

CAPÍTULO 7 – La Psicología a fines del siglo XX 110

CAPITULO 8 – La Psicología a principios del siglo XXI 128

SEGUNDA PARTE

CAPITULO 9 – La Psicología de la Religión 143

CAPÍTULO 10 – Conceptos de la Iglesia Adventista sobre la Psicología 158

CAPÍTULO 11 – Una Cosmovisión bíblica de la Psicología 170

CAPÍTULO 12 – Aplicaciones de la Psicología Bíblica 189

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INTRODUCCIÓN

“Durante todos los siglos, los filósofos y maestros han estado presentando al mundo teorías para satisfacer la necesidad del alma. Cada nación pagana ha tenido sus grandes maestros y sus sistemas religiosos

que han ofrecido otros medios de redención que Cristo, han apartado los ojos de los hombres del rostro del Padre y han llenado los corazones de miedo a Aquel que les había dado solamente bendiciones... ”.

“Los verdaderos principios de psicología se encuentran en las Sagradas Escrituras.” Elena G. de White (1975, 445; 1990,t1, 10)

1. INTERROGANTES VITALES

El evangelio narra un célebre episodio protagonizado por Jesús y sus discípulos que ha sido objeto de infinitos debates teológicos, el cual presenta dos tipos de interrogantes que bien podrían considerarse como un modelo metodológico para el abordaje de diferentes cuestiones, entre ellas el tratamiento de la Psicología. El hecho de marras ocurrió en Cesarea de Filipo y se registra en los tres evangelios sinópticos, Mat.16:13-15; Mar.8:27-29 y Lc.9:18-20. Allí el Maestro interpeló a sus discípulos con dos preguntas claves:

1) “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” y

2) “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”

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Uno de los objetivos del material que se expone en las páginas siguientes corresponde a esta idea, al planteamiento histórico, que responde a la primera interrogante de Jesús. Se trata de sistematizar algunas de las teorías y sistemas psicológicos ―aquellas que estimamos más importantes o gravitantes en la historia― que encontramos a partir del siglo XVII hasta los inicios del siglo XXI, donde estamos instalados. Incluye ciertas ideas directrices de las raíces filosóficas que hicieron nacer nuestra disciplina y acompañaron su historia (siglos XVII al XIX) y una exposición sinóptica y comprensiva de las teorías y sistemas psicológicos a lo largo del siglo XX y las que vemos emerger en nuestro siglo XXI, presentadas para ayudar al estudiante o al interesado en el tema.

Los horizontes de la historia son infinitos e inagotables, continuamente abiertos a las investigaciones y revisiones que producen las lecturas y relecturas. El propósito de este texto es recortar ciertos sectores de las crónicas del pasado para enfatizar tendencias, definiciones o determinadas ideas relevantes, que permitan extraer los conocimientos que descubren las trayectorias de la aventura humana en su reflexión sobre la Psicología. En el cumplimiento de este objetivo no tomamos mucho tiempo para el análisis crítico, esperando que el lector pueda hacer sus propias evaluaciones. Es importante señalar que este enfoque expositivo y un tanto acrítico está en armonía con el proceder que sugiere el episodio del evangelio que mencionamos al principio. Cuando el Señor Jesucristo preguntó por las “opiniones de los hombres”, después de escuchar las diferentes versiones circulantes trasmitidas por los discípulos, no hizo ningún comentario, a pesar de que todas ellas estaban equivocadas, ya que lo relegaban al plano meramente humano (“dicen que eres Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta” –Mt.16:14, DHH), desconociendo su divinidad y “el carácter absolutamente decisivo de su misión” (Bonnard, 1976, 363-364). Incluso el Maestro parece desinteresado o despreocupado por esas ideas erróneas, renunciando a transitar el camino de la crítica. Jesús podría haber argumentado la inconsistencia teológica de las diferentes concepciones cristológicas y fundamentado en las profecías su proyecto mesiánico, sin embargo, no lo hizo. En todo caso, descalificó esas ideas con el silencio, contrastándolo con la celebración que hizo de la respuesta de Pedro. Precisamente, el énfasis puesto en el acierto del apóstol ―objeto de tantas disputas y debates (ver, por ejemplo, Cullmann, 1962; Steger, 1993), fue una crítica implícita y una manera de afirmar el valor de su divinidad, como posibilidad para avanzar hacia otras revelaciones de su pensamiento (Mt.16:21; Mr.8:31 y Lc.9:22-27). En consecuencia, hay que insistir que lo realmente relevante, desde la perspectiva del evangelio, está en la segunda pregunta y su respectiva respuesta.

2. “Y, USTEDES, ¿QUÉ DICEN?

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tema en cuestión. Ya no se trata del mero hecho de recolectar opiniones ajenas, del trabajo impersonal de acopiar información sobre lo dicho por otros, sino de algo propio, privativo y comprometido, asumir la responsabilidad de elaborar una posición exclusiva, construir una concepción que a uno lo identifique y lo defina. Así que la interrogante proyecta un nivel de exigencia mayor, el avanzar del plano de la información a la teorización, el construir los propios criterios e ideas que exhiban el lugar que se ocupa en el ámbito del pensamiento en la materia de estudio.

Siguiendo este segundo criterio, estimamos insuficiente la exposición sintética de lo que dicen los hombres acerca de la Psicología. Hay que pensar esos saberes como introducción para el tratamiento de las ideas que puedan dar cuenta de nuestro pensamiento sobre la psicología, que está instalada en el ámbito del pensamiento cristiano bíblico. Esos conceptos los desarrollamos en la SEGUNDA PARTE de esta obra. En este punto, también nos resulta inspirador el relato del Evangelio que tomamos como punto de referencia. Cuando Jesús despliega la interrogante, “Y vosotros, ¿quién decís que soy?”, el apóstol Pedro se apresuró a dar la respuesta, afirmando: “tu eres el Cristo el hijo del Dios viviente”. Jesús felicita a su discípulo por lo correcto de esa afirmación, diciéndole: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos.” (Mat.16:17). En otros términos, le dijo que no era ningún genio sino que su mérito consistió en haber sido capaz de reproducir la revelación de Dios. Igualmente, en esta tarea de construir una concepción cristiana de la psicología, la cuestión no radica en generar un pensamiento original y portentoso de altos kilates ideológico, sino en desplegar el pensamiento bíblico que emana de las fuentes de la revelación divina.

El paralelismo con el episodio del evangelio ofrece todavía otra vertiente significativa. De la misma manera que todas las opiniones sobre Cristo no se correspondían con la revelación y eran incorrectas, todas las teorías y sistemas psicológicos que encontramos en la historia de la Psicología y en la actualidad tampoco se identifican con el pensamiento bíblico y, por lo tanto, son inaceptables para un cristiano que hace de las Sagradas Escrituras la guía y fundamento de sus creencias. Tal situación genera un desafío mayor: construir una concepción de la psicología que sólo tome en cuenta los datos de la revelación. ¿Cómo definir ese lugar desde el cual sea posible construir permanencias y variaciones que despliegue el orden de las representaciones simbólicas de la persona humana en su desarrollo, identidad, valores, integración sociocultural, realidad espiritual y en el vasto misterio de su ser psicológico?

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cursar Ciencias Económicas cristiana, pero habitualmente se espera que haya una psicología identificada religiosamente. Hay que decir que el espacio de la ciencia es un lugar público, habitado por toda la comunidad de investigadores, profesionales y expertos consagrados a cultivarla. La Psicología como ciencia no responde a ningún rótulo ni es posesión de ninguna escuela o autor, por más iluminado que éste sea. Por eso, en la Universidad de Montemorelos (Nuevo León, México) enseñamos la psicología científica, más allá de cualquier escuela, esto es, de los sistemas de conocimientos objetivos, coherentes, organizados, transmisibles, verificados o susceptibles de ser demostrados, en forma experimental, estadística o por otras vías metodológicas aceptadas científicamente. Después de más de ciento treinta años de fundado el primer laboratorio de Psicología experimental, dicen Koch y Leary (1992), podemos hablar de la “Psicología como Ciencia”.

Por también es cierto que existen orientaciones, escuelas o tendencias que sostienen posiciones determinadas, que afirman hipótesis todavía no demostradas, que constituyen especies de credos, doctrinas o teorías. Aunque las escuelas no son la Psicología como ciencia (son las “psicologías”), esos sistemas o enfoques privilegian ciertos temas o investigaciones o abordajes determinados, que en muchos casos, han hecho contribuciones valiosos al patrimonio del conocimiento psicológico reconocido por la comunidad científica. De allí la conveniencia de estudiarlas. Por lo tanto, es legítimo preguntar, en una universidad confesional, por su enfoque o perspectiva, sin renunciar al carácter universitario y científico de la enseñanza. Una universidad jamás puede ser sectaria. Eso anularía su esencia. Tal cosa es también opuesta a la naturaleza del cristianismo que tiene como lema aquella declaración de San Pablo que propone: “Examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tes.5:21). Por eso no negamos el saber ajeno pero estimamos necesario desarrollar el propio, que nos identifica como cristianos. Precisamente, las dos secciones de esta obra recogen esa doble vertiente.

Al igual que otras universidades, nacionales o privadas, sostenemos ciertos principios fundamentales y fundamentadores, factibles de ser aplicados a distintos ámbitos de la psicología como encuadre distintivo. Compartimos una “cosmovisión” educativa y filosófica, cuyas raíces epistemológicas emergen del pensamiento bíblico. Esas ideas, de alguna manera permean la atmósfera de estudio, configuran un estilo de pensar y vivir, prescriben una ética y determinados comportamientos, mucho de los cuales pueden apreciarse por cualquier observador que llega a la UM, además, de hacer posible una visión de la Psicología. Son estos horizontes los que nos caracterizan como universidad y adventistas.

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un enfoque cristiano de la psicología, todavía duermen, en gran medida, bajo la sombra de la esperanza.

3. PERSPECTIVA Y CONCEPCIÓN

Procurando una definición más precisa del asunto, a nuestro criterio, no existe todavía un sistema de psicología adventista. Entonces, ¿qué es lo que hay? ¿Qué falta aún? Un distingo útil que podría ayudar en el asunto es pensar en dos criterios: a) la “perspectiva”, esto es, la mirada o punto de vista sobre la Psicología; y b) la “concepción”, es decir, la construcción de un pensamiento cristiano objetivo, coherente, sistemático y abarcante de un enfoque psicológico. Con respecto a la perspectiva cristiana de la Psicología, ella existe. Un ejemplo ilustrativo, fueron las advertencias lanzadas por Elena de White (1966; 1989), en los siglos XIX y XX, contra la frenología, el hipnotismo y el magnetismo de Mesmer, que en esa etapa pre-cientifica se vinculaban a la Psicología. Esa “perspectiva” se ha ido afirmando a lo largo del tiempo con otros planteamientos de EGW sobre las relaciones humanas, la personalidad, las emociones, la salud mental y los principios terapéuticos, entre otros temas, que se han recopilado en los dos tomos de la obra “Mente, carácter y personalidad. Pautas para la salud mental y espiritual” (1989; 1990). En la Biblia y en los escritos inspirados hay suficiente material para definir posiciones o posicionarse ante cuestiones concretas y definir un juicio sobre algún asunto específico.

Lo que falta es el segundo punto, la “concepción”. La constitución de la misma es una tarea difícil y compleja, ya que implica desarrollar un sistema de pensamiento. Opinar, criticar, enjuiciar o pronunciarse a favor o en contra de algún autor, escuela o tema psicológico, es más fácil que producir un discurso propio, que contenga un pensamiento cristiano de la psicología. Ahora, bien, creemos que la pregunta de Jesucristo respecto a “¿qué dicen ustedes?”, nos interpela y desafía a construir ese tipo de conocimiento, la elaboración de un sistema psicológico de base bíblico.

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propuesta. Ninguna escuela psicológica posee estas presuposiciones. Allí están los criterios para evaluar “las suposiciones y teorías de la ciencia” y “determinar o definir su autenticidad y validez”, ya que “la verdadera ciencia y la inspiración están en perfecta armonía” (White, 1951, T.1, 583).

Ahora, ¿ese escrito creó un sistema de psicología adventista? Por cierto, que no. Ese no fue el objetivo, sino buscar una “aproximación”, como dice el título. Sin embargo, el documento propone algunos “principios” o presupuestos conceptuales para trabajar en la elaboración de una concepción psicológica cristiana. Hay más que un punto de vista fértil, ya que contiene nociones metafísicas, ontológicas, epistemológicas, especialmente antropológicas, además de otros postulados importantes sobre la enseñanza y la salud.

4. PROYECCIONESFUTURAS

Se ha dicho que “algunos adventistas objetan el uso de cualquier método o idea cuyo origen no sea la iglesia, (y que) creen que deberíamos ignorarlos a menos que se pudiera trazar un enfoque o programa basado en el espíritu de profecía y la tradición adventista” (Sahlin, 1993, 12). Sin embargo, la posición de la Iglesia Adventista frente al surgimiento de las nuevas corrientes psicológicas, dice Sahlin (1993), es que “deben introducirse nuevos métodos” y que es necesario “despertar a las necesidades del tiempo en que vivimos”. La Sra.White (1978, 56,51) aconsejaba que, “en estos tiempos no deberíamos dejar sin probar ningún medio en nuestra tarea de amonestar a la gente” siempre y cuando, las nuevas ideas, estén de acuerdo con los principios bíblicos. Pero el ideal es desarrollar ese “programa basado en el espíritu de profecía” y la revelación bíblica. En ese camino estamos. Algo se ha hecho para responder a la interpelación de Jesús, que hemos parafraseado como, “¿ustedes qué dicen de la Psicología?” Somos conscientes que la respuesta es incompleta. El desafío sigue presente. Es imperioso continuar la reflexión de como fundamentar la Psicología, por un lado, como ciencia y práctica, es decir, como un conjunto unificado de saberes, teorías e investigaciones, con una metodología aplicable a los diferentes campos de competencia y, por otro, como una disciplina que pueda responder a la voluntad revelada de Dios. Como feligrés de la esperanza, nos sostiene la convicción de que los resultados más importantes de esta tarea están en el futuro.

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sentido de la palabra “levadura”, pero después comprenden que se refería a “la enseñanza” de ellos (vers.12). En ese contexto de conflicto o enseñanzas enfrentadas es donde aparecen las interrogantes sobre “lo que dice la gente” (vers.13) y la incisiva pregunta personal, “ustedes, ¿quién dicen que soy?” (vers.15). La interpretación que se nos impone es, si acaso esas preguntas no eran una suerte de test o prueba de evaluación que estaba haciendo el divino Maestro para detectar en que medida sus alumnos habían sido afectados por la “levadura” de las creencias de los fariseos. Precisamente, la primera pregunta puso en evidencia que la “gente” estaba influida por la idea que Jesús era un hombre no Dios, ignorando su mesianismo. Tal hecho era conse-cuencia de la prédica de los enemigos, los “maestros de Israel” (Jn.3:10). Así, la pregunta esencial apuntaba a descubrir si también los discípulos estaban contaminados por la “levadura” fermentadora de esas prédicas falsas. Fue como preguntar, “¿han descubierto que soy el Mesías o ustedes también fueron engañados por los fariseos y saduceos?” La respuesta categórica y concluyente de Pedro —“Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente” (Mt.16:21)—, reconociendo la divinidad de Jesús, fue la comprobación de que habían aprendido la lección. Eso los habilitaba para continuar el aprendizaje de nuevas verdades. Justamente, el texto bíblico afirma: “A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos” detalles referentes a su misión terrenal futura, es decir, a revelarles nuevas enseñanzas. La idea básica que buscamos rescatar del relato es que después de responder al “¿que piensan ustedes?”, se generan nuevas revelaciones y horizontes de aprendizaje, se abre un tiempo cargado de esperanza. Desde esta perspectiva, ¿cuáles son las proyecciones futuras de la psicología y particularmente del pensamiento adventista acerca de esta disciplina?

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segundo orden cambió la relación entre el sujeto cognoscente y la realidad, suprimiendo la independencia del observador con respecto a lo observado. Esto puso en tela de juicio las nociones de autoridad, saber, certeza, objetividad y verdad. Todo lo cual instala amplios espacios de incertidumbre e inseguridad, la pérdida de la pertenencia, la indefensión y condiciones facilitadoras para las vivencias de crisis. Además de estas cuestiones académicas y filosóficas hoy estamos desbordados por una producción descomunal de bibliografías y prácticas pseudopsicológicas que aparecen bajo los auspicios de la parapsicología, la New Age, el orientalismo, las nuevas formas del espiritismo y el ocultismo, que plantean nuevos desafíos y definiciones. Es evidente que esta sintética enumeración de las realidades actuales es un llamado al profesional adventista para que reafirme y amplíe su plataforma científica y doctrinal, buscando en la Providencia nuevos recursos y estrategias de intervención, que contribuya a la misión de la iglesia y a responder a los desafíos presentes y futuros.

Reiteramos que algunas proyecciones que estimamos podrían caracterizar una accionar de inspiración cristiana, sería formular definiciones y propuestas en algunos temas, como la atención primaria y la promoción de la Salud Mental, desarrollar programas específicos de asistencia y rehabilitación, con fines asistenciales y misioneros, estimular la creación de equipos interdisciplinarios integrados con pastores, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y otros profesionales de la salud. Hay mucho aportes que podrían realizarse y otros que se vienen haciendo, por ejemplo, en el concepto de salud (Gómez, 1993; 1995ª; 1996) y sus relaciones con la religión (Pereyra, 1989; Gómez, 1996ª), la psicología de la esperanza (Pereyra, 1991; Gómez y Pereyra, 1995), del perdón (Pereyra, 1993), de la reconciliación (Pereyra, 1996), del bienestar y de la paz, entre otros temas de interés.

Es incuestionable la importancia de las variables familiares, demográficas, la comunicación, los mitos y costumbres, la gravitación del ámbito escolar y laboral y el desarrollo de la personalidad a lo largo del ciclo vital. Estimamos que éstos y otros temas debieran ser objeto de la reflexión iluminada por la Palabra de Dios y la inspiración de la mensajera del Señor, para construir una bibliografía representativa y orientadora del pensamiento adventista. “En la escuela de Cristo, los estudiantes nunca se gradúan”, dice E.White (1989, 378). Se cursa toda la vida hacia grados ascendentes de excelencia, bajo el magisterio del Espíritu Santo. Como leíamos en el texto de Mateo 16, creemos que cuando se es capaz de dar una respuesta cristiana a las demandas presentes, el divino Maestro provee nuevas revelaciones de su voluntad. Nos anima la rica experiencia recogida en nuestra breve historia y la esperanza de la asistencia celestial para seguir construyendo un pensamiento adventista de la psicología.

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de psicología a nivel continental y abra un espacio fecundo de comunicación, para que el lector pueda trasmitirnos sus reflexiones y críticas que contribuyan a reescrituras sobre la Filosofía Cristiana de la Psicología para las nuevas generaciones que nos sucederán, a la vez que vamos elaborando la Psicología del mañana que responda a la inquietud divina de una psicología que exhiba los valores trascendentes de la revelación bíblica.

Mario Pereyra

2 de junio del 2011

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PRIMERA

PARTE

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La Psicología durante los siglos XVII y XVIII

“El filósofo francés René Descartes (1596-1650) fue el padre del racionalismo. Su concepto de la verdad sostenía que todo lo que es percibido clara y distintamente es verdadero, y que incluso la vida puede ser percibida en el pensamiento

tal como lo expresó en su bien conocida fórmula filosófica cogito ergo sum, “pienso, luego existo”. Es un hecho que hubo una tendencia siempre creciente hacia la razón,

hasta que ésta fue finalmente deificada y se le rindió culto por un corto período durante la Revolución Francesa”. Comentario Bíblico Adventista (T7, 74)

1. ETIMOLOGÍADELAPSICOLOGÍA

Iniciamos nuestro estudio con la Época Moderna. De acuerdo al objetivo de esta obra, debemos obviar las etapas anteriores de la historia de la Psicología (la época greco-romana, cristiana, la patrística, la edad media y el renacimiento). Por eso colocamos el punto de partida en el siglo XVII. En ese entonces nuestra disciplina no había adquirido su autonomía, constituyendo una parte de la Filosofía. Desde sus remotos orígenes el saber especulativo fue reconocido como la “madre de las ciencias”, según decía Aristóteles, o el “tronco del árbol del conocimiento”, de acuerdo a la opinión de Descartes (Marías, 1963, 29). Esa paternidad cognoscitiva se mantuvo durante muchos siglos, hasta que con el transcurso del tiempo, las diferentes disciplinas del saber fueron emancipándose de la Filosofía. Las primeras en lograrlo fueron las ciencias “duras”, como la Física y la Química, en tanto, las Ciencias Sociales fueron las últimas en constituirse como disciplinas independientes. La Psicología recién se implementó como ciencia autónoma a fines del siglo XIX, en 1879, cuando Wilhelm Wundt fundó el primer laboratorio de Psicología experimental. En los siglos XVII y XVIII la psicología no había evolucionado lo suficiente para construir su propio saber, siendo las elaboraciones filosóficas las que fecundan las producciones psicológicas y ponen las bases de la ciencia futura.

Un paso importante en la definición y establecimiento de la Psicología fue la designación de su nombre, ocurrida en 1550, por intermedio de Melanchton, el célebre discípulo de Martín Lutero. La expresión “Psicología”, como lo indica su etimología es la “ciencia del alma” (“psiquis”=mente o alma; “logía”=estudio o tratado de). El Diccionario de la Academia Francesa, transcribe la idea etimológica en forma técnica, al consignar que: “La Psicología es la parte de la Filosofía que trata del alma, de sus facultades y operaciones.”

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sujeto. La tendencia subjetivista de la psicología tiene una larga historia. Fue desarrollada por René Descartes y otros autores partidarios de la filosofía racionalista y del idealismo. En oposición al racionalismo surge el empirismo, que pone el acento en la experiencia y los datos provenientes del exterior por medio de los sentidos. Este concepto, en su evolución a lo largo del tiempo, va a dar lugar a la tendencia objetivista, que definirá a la psicología, como el estudio de la conducta. Entre ambas tendencias extremas, emergerán posiciones mixtas, integradoras, que tratarán de articular ambas formulaciones teóricas para dar una idea más unificadora y completa de la psicología.

2. RENÉ DESCARTES (1596-1650)

“El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo, pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él, que aún los más descontentadizos respecto a cualquier otra cosa,

no suelen apetecer más del que ya tienen. [...] No basta, en efecto, tener el ingenio bueno; lo principal es aplicarlo bien.”

René Descartes (Discurso del Método)

René Descartes es considerado el primer filósofo moderno. Nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye. Era hijo de un miembro de la baja nobleza y pertenecía a una familia que había dado algunos hombres doctos. Cuando tenía ocho años de edad fue enviado al colegio jesuítico de La Flèche, en Anjou, donde permaneció diez años. El catolicismo ejerció una gran influencia en Descartes a lo largo de toda su vida. Posteriormente cursó estudios de Derecho en la Universidad de Poitiers, donde se licenció en 1616, aunque nunca llegó a ejercer como jurista. En 1618 entró al servicio del príncipe Mauricio I de Nassau-Orange, con la intención de seguir la carrera militar, aunque su interés se centró siempre en las matemáticas y la filosofía, a las que dedicó el resto de su vida. Su primera obra importante, Ensayos filosóficos, fue publicada en 1637, integrada por tres ensayos (Dióptrica, Geometría y Meteoros). El prefacio fue luego su escrito más famoso, Discurso del método, en el que exponía sus especulaciones filosóficas. Ésta fue seguida de otras obras, entre ellas Meditaciones metafísicas, en 1641 y Los principios de la filosofía, 1644. En 1649 fue invitado a acudir a Estocolmo para impartir clases de filosofía a la reina Cristina de Suecia. Los rigores del invierno le provocaron una neumonía, a consecuencia de la cual falleció, en la capital sueca, el 11 de febrero de 1650.

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certidumbre similar a las de las demostraciones de la aritmética y la geometría”. Por esta razón determinó no creer ninguna verdad hasta haber establecido las razones para creerla. Comenzó sus investigaciones a partir de un único conocimiento seguro: “Cogito, ergo sum” (“Pienso, luego existo”). Partiendo del principio de que la clara conciencia del pensamiento prueba su propia existencia, mantuvo la existencia de Dios. Dios, según la filosofía de Descartes, creó dos clases de sustancias que constituyen el todo de la realidad. Una clase era la sustancia pensante, o inteligencia, y la otra la sustancia extensa, o física.

3. EL PENSAMIENTO CARTESIANO

El núcleo central de la cuestión filosófica debatida durante el siglo XVII fue la problemática gnoseológica o del conocimiento. ¿Cómo se producen los conocimientos, en el supuesto de que ellos sean posibles? ¿En dónde se originan? ¿En la razón o en la experiencia? ¿Por qué medios o vías conocemos la realidad? ¿Cuáles conocimientos son confiables o verdaderos? ¿Cómo se fundamenta el conocimiento verdadero? ¿Siempre se corresponde la certeza con la verdad? Estas y otras interrogantes por el estilo inquietaron a los pensadores de aquellos días.

En ese sentido, Descartes, continuando las investigaciones naturalistas de los autores renacentistas como Leonardo de Vinci, Galileo Galilei y Francis Bacon, reaccionó contra las posiciones teocentristas de la Edad Media, que hacían de Dios la fuente de todo saber y ponía a la revelación bíblica como el fundamento del conocimiento verdadero, para privilegiar al hombre ―teoría antropocentrista― en su capacidad productora de conocimientos, por la vía de la razón. Descartes va a erigir al pensamiento como el único órgano del conocimiento, de modo tal, que todo saber verdadero debe proceder de la fuente racional. La razón fue establecida como la máxima autoridad o jueza soberana capaz de dar respuesta a todo tipo de problema.

Así surge el racionalismo gnoseológico moderno, que juega un rol protagónico en el pensamiento del siglo XVII en autores como Bossuet (1627-1704), Malebranche (1638-1715), Spinoza (1632-1677), Leibniz (1646-1716) y de alguna manera en el mismo Kant (1724-1804), quien va a desarrollar una nueva concepción metafísica. Asimismo, el racionalismo se impuso en forma excluyente durante el siglo XVIII, con el Iluminismo o Ilustración, donde la razón llegó a ser adorada como una diosa en los agitados días de la revolución francesa. Aún continuó gravitando el pensamiento cartesiano en el siglo XIX en Hegel (1770-1831) y en el racionalismo cientificista del positivismo de Augusto Comte (1798-1857).

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3.1. EL DUALISMO CUERPO-ALMA. En 1637, en el Discurso del Método, Descartes, formuló su concepción antropológica. Luego de arribar a la famosa conclusión “clara y distinta” y de valor “indubitable” de, cogito ergo sum (pienso luego existo), expuso enfáticamente:

“conocí por ello que yo era una substancia cuya esencia y naturaleza no es sino pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno, ni depende de cosa material alguna. De suerte que este yo, es decir, el alma, por la que yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo, y hasta más fácil de conocer que éste y, aunque él cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es” (Descartes, 1963, 20).

De esta manera se escinde la naturaleza del ser humano en dos “substancias” esencialmente diferentes e incompatibles entre sí, la substancia pensante o alma y el “cuerpo” o “substancia extensa”. Estos dos componentes antropológicos, que tienen características propias, no están en el mismo nivel de importancia, ya que el alma es eterna e identifica al carácter propio del hombre, que es la acción de pensar, en tanto, el cuerpo es “una maquinaria de miembros”, una materia que tiene una forma y ocupa un lugar en el espacio y que al morir se destruye, a diferencia del alma que es eterna.

3.2. LA RAZÓN SE IDENTIFICA CON EL PSIQUISMO. Si el alma es una “substancia cuya esencia y naturaleza no es sino pensar”, entonces todo lo irracional, como las emociones y los sentimientos, quedan excluidos del psiquismo. Tal postura instala una nueva escisión, el dualismo razón-sentimientos. A su vez, plantea nuevas interrogantes, por ejemplo, ¿dónde se ubican los afectos en la vida humana? Si no son expresiones psíquicas, ¿qué son? ¿Cómo se los definen? En Los Principios de la Filosofía, Descartes aborda esta cuestión:

“Hay todavía ciertas cosas que experimentamos en nosotros mismos, que no deben ser atribuidas ni solamente al alma, ni tampoco al cuerpo solo, sino a la estrecha e íntima unión que existe entre ambos... tales son los apetitos de comer, beber, etc.; y las emociones o pasiones del alma, que no dependen del pensamiento únicamente, como la emoción o la ira, la alegría, la tristeza, el amor, etc.” (1963, 41).

3.3. LA PSICOLOGÍA DE LA CONCIENCIA. También se infiere de los conceptos precedentes que la Psicología, como el estudio del alma, se limita exclusivamente al pensamiento, esto es, a “todo lo que es conocido por nosotros”, precisando a continuación, “en tanto que tenemos conciencia de ello” (1963, 32). Así, pues, la conciencia, como la facultad de conocer, se convierte en el centro dominante del psiquismo.

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todas las manifestaciones del inconsciente. Va ser necesario transcurrir varios siglos, hasta la llegada de Segismundo Freud a fines del siglo XIX y principios del XX, para que pueda demostrarse la realidad e importancia del inconsciente, y la Psicología pueda incorporar esa nueva dimensión en el ámbito de su estudio.

3.5. LA NEGACIÓN DEL PSIQUISMO ANIMAL. Los animales son para Descartes seres irracionales por naturaleza, es decir, pura “substancia extensa”, por lo tanto, están incapacitados para las funciones psíquicas. En consecuencia, serán objeto del estudio de la zoología o la biología pero no de la psicología. Este planteamiento fue revertido por el evolucionismo, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, al declarar enfáticamente la unidad esencial de lo viviente y su diferenciación gradualista. Aseguró que no existe una diferencia esencial entre el hombre y las diferentes especies animales sino sólo de grados de desarrollo. Entonces se abrió el campo de estudio de la psicología animal.

3.6.LA INTROSPECCIÓN. Si el estudio psicológico se reduce al campo de la conciencia y ésta es accesible únicamente por medio de la “percepción interna”, como afirma Descartes, el método psicológico por excelencia es la autoobservación o introspección. Quedan desterrados todos los métodosobjetivos, experimentales, de laboratorio y de registro del comportamiento, que recién van a incorporarse a la psicología a partir de fines del siglo XIX.

3.7.ORIENTACIÓN SUBJETIVISTA. Al privilegiar los actos de conciencia y la introspección como método principal de su estudio se asume la concepción que los contenidos intrapsíquicos del sujeto son lo realmente valioso, ignorando y rechazando el polo de la objetividad que constituye el estudio del comportamiento humano.

3.8.LA OPOSICIÓN HOMBRE-ANIMAL. Esta premisa deriva del punto 3.5. Es la distinción e incompatibilidad entre el alma racional humana libre y la irracionalidad instintiva atribuida a los animales. La psicología animal fue desconocida durante la etapa pre-científica de la historia de la Psicología.

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3.10. EL MECANICISMO. Tanto el universo físico, las plantas, los animales y el mismo cuerpo humano son llamados por Descartes “substancia extensa”. ¿Cómo se explica y funciona tal substancia? Los considera puros mecanismos que operan bajo las leyes de la física, la biología o la zoología. De esta concepción se deriva el materialismo moderno. Resulta una ironía opina Foulquié (1965, 14) que: “ese gran espiritualista que era Descartes, por exceso de espiritualidad abrió la puerta al materialismo: la teoría de los animales-máquinas preparó la del homme-machine, sostenida por La Mettrie, en un opúsculo aparecido con este título en 1747”.

“En continuidad con la Historia natural del alma, La Mettrie reafirma su teoría materialista. Sólo hay una -y única- substancia, diversamente modificada. En consecuencia, la diferencia entre el hombre y el animal es de grado, y no de esencia. Si el hombre se halla dotado de lenguaje, no debe verse en ello más que un simple accidente de la materia, y no un carácter esencial. Allí donde otros "philosophes" hablaban todavía de esencias y de finalidad (en un paradigma cuasi aristotélico), La Mettrie no admite más que accidentes de la materia.” (Íbid)

Fueron tan significativas y trascendentes las tesis cartesianas precedentes que gran parte de la historia de la psicología posterior ―tanto durante la etapa pre-científica como actual― fue resultado de una búsqueda de explicación, articulación o superación de los planteamientos derivados de esa filosofía, especialmente en lo referente a sus postulados dicotómicos. En los próximos apartados de este capítulo describiremos algunas de las tendencias emergentes de esas ideas durante el período de los siglos XVII-XIX.

4. DIFERENTES CONCEPCIONES ANTROPOLÓGICAS

“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?”

Rey David (Sal. 8:4)

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enfatiza el entendimiento de la total configuración y de las interrelaciones culturales y sociales, en un medio geográfico particular y en su contexto histórico.

Para ubicar el pensamiento cartesiano en el escenario de las diferentes concepciones antropológicas presentamos el Cuadro 1, donde sintetizamos en forma esquemática y comprensiva diversas teorías, ordenadas según la posición que adoptan en relación al problema cuerpo-mente. Como puede apreciarse el enfoque cartesiano es dualista interaccionista.

Cuadro 1

Clasificación de las teorías antropológicas

NOMBRE TEORíA FORMA ENFOQUE AUTORES

Monismo

Existencia de un solo principio en el hombre: el alma, el cuerpo o

una unidad totalizadora

Idealismo

El alma espiritual es la

única realidad. Berkeley, Hegel.

Materialismo

El cuerpo material es la única realidad.

Hobbes, Haeckel, Marx.

Integral

Propone la unidad

bio-psico-socio-espiritual pensamiento bíblico

Dualismo

Existencia de dos principios en

el hombre: el cuerpo y el alma

Interaccionismo

Cuerpo y alma son dos

sustancia interactuantes Descartes

Paralelismo

Cuerpo y alma son dos

sustancias independientes Leibnitz

Trialismo

Concibe la realidad según tres principios

Tricotomía

Impulso o instinto, coraje o valor e inteligencia o razón y mente, cuerpo y espíritu

Platón

5. EL EMPIRISMO

El empirismo es la concepción epistemológica opuesta al racionalismo. Los autores principales que han promovido esta teoría han sido ingleses, geográficamente ubicados frente a la patria de Descartes (Francia), en las Islas Británicas. El empirismo enfatizó la importancia del polo de la experiencia en el origen del conocimiento, en contraste con la hipertrofia de la razón propuesta por el filósofo francés. Por ejemplo, John Locke (1632-1704), uno de sus principales representantes del empirismo, fundamentaba su teoría en los siguientes términos:

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Siguiendo ese postulado básico, Locke puso en circulación, en la Filosofía Moderna, la vieja metáfora aristotélica de la tábula rasa ―tabla rasa (Aristóteles, 1964, 867)―, que expresaba la idea de que el espíritu, antes de la experiencia, es como una tabla de arcilla sin impresiones y con posibilidades ilimitadas de ser moldeada, similar a las antiguas planchas de barro que eran utilizadas por las culturas mesopotámicas para inscribir los caracteres cuneiformes. Esta figura de la “tábula rasa” busca describir la condición del psiquismo o la mente previa al contacto con la experiencia, estaría “vacía”, es decir sin ninguna cualidad, ya que todos los conocimientos y habilidades del ser humano son exclusivamente fruto del aprendizaje, a través de experiencias y de las percepciones sensoriales. Como puede apreciarse estas ideas están en las antípodas del racionalismo cartesiano, que es innatista, pues entiende que los fenómenos psíquicos son propios del alma, están originados en la mente o nacemos con los conocimientos o las habilidades del conocimiento.

Ahora bien, siguiendo con el empirismo, la cuestión que interesa a la psicología es, ¿cuáles son las manifestaciones de la experiencia que se graban en el plástico y susceptible material del alma? La respuesta es la sensación. La misma constituye el dato simple del conocimiento del mundo y el elemento básico de la vida psíquica. Puede definirse como, el hecho psicofisiológico causado por la excitación de un órgano sensorial a partir de un estímulo físico (sensación de luz, de ruido, táctil y otros por el estilo). Es la materia prima básica de todas las operaciones mentales y estados de conciencia. La percepción del aula, el recuerdo de un viaje o las imágenes oníricas del sueño de ayer, todo son conjuntos de sensaciones (de diferente color, forma, tamaño, olor, gusto) armoniosamente combinadas o “asociadas”. William James (1842-1910) va a denominar a esta noción, atomismo psicológico, aludiendo al antecedente filosófico del atomismo griego de Demócrito y Epicuro.

Posiblemente la formulación más coherente y completa de la gnoseología empirista, construida a partir de las sensaciones, se encuentre en la obra de Esteban Bonnot, conocido como el abate de Condillac (1715-1780), llamada, Tratado de las sensaciones, publicada en 1754. Otro aporte prominente lo realizó el filósofo escocés David Hume (1711-1779), quién descubrió las leyes que rigen la interrelación de las sensaciones. Afirmó, en 1738, en el Tratado de la naturaleza humana (Foulquié, 1966, 75) que, “la semejanza, la contigüidad en el tiempo y en el espacio y la relación de causa a efecto...producen una asociación entre las ideas... Hay en ello una especie de atracción que, como veremos, tiene en el mundo del espíritu efectos tan extraordinarios como en el mundo de la naturaleza y se revela bajo tantas y tan variadas formas”.

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explican sus combinaciones típicas. Las diversas formas de asociación son concebidas como puramente mecánica, sin exigir ninguna necesidad lógica o actividad intelectual o volitiva. Por lo tanto, el empirismo también comparte la idea mecanicista del psiquismo que estaba ya en Descartes.

El esfuerzo explicativo del asociacionismo tiene como propósito alcanzar un mayor grado de concreción y negar la existencia de las ideas abstractas; sólo existen ideas particulares y simples. Sin embargo, las evidencias de las experiencias directas de los hechos nos muestran que tenemos realidades complejas, jamás experimentamos sensaciones únicas y elementales. La percepción de la realidad no es atomizada sino de una realidad única que integra una multitud de sensaciones. Entonces, ¿cómo explica el asociacionismo la organización de las percepciones, imágenes o los pensamientos complejos? Hume responde apelando a la idea de hábito. Es el hábito el que une continuamente aquellas realidades semejantes o que aparecen asociadas en nuestra experiencia cotidiana. Por ejemplo, cada vez que recordamos la plaza central de nuestra ciudad, no podemos dejar de evocar el monumento que está en su centro, los árboles, los caminos, bancos, jardines, el edificio de la municipalidad y de la iglesia que se encuentra en cada extremo. ¿Por qué evocamos todos esos contenidos juntos? Porque estamos “habituados” a percibirlos juntos en ese lugar, produciendo forzosamente la asociación de todos esos contenidos de manera indisoluble. Aún la idea de causalidad carece de validez objetiva para Hume. Todo es cuestión de costumbre, hábito o de una fuerte asociación. De este modo, la crítica al racionalismo alcanza el límite de destruir la idea de un orden objetivo y lógico; la realidad, entonces, quedó constituida por un conjunto de ideas sin ninguna sustancia ni necesidad de conexión previa, sino es producto de la mecánica del hábito (Heidbreder, 1964).

De estas breves consideraciones, podemos extraer algunas conclusiones significativas. Una de ellas es la tendencia al objetivismo que manifiesta el empirismo, en contraste con el racionalismo, al enfatizar los estímulos exteriores y reducir el psiquismo a sus correlatos sensoriales. Esta idea abre la vía para la investigación experimental, que va a recorrer la psicofísica y la psicofisiología en la segunda parte del siglo XIX. Asimismo, el concepto de hábito amplía la esfera del conocimiento psicológico, que Descartes había limitado a la conciencia, integrando la noción de actividad y en un sentido más amplio, la idea del comportamiento. Precisamente, en esa dirección va a ir evolucionando la psicología de la conducta desde principios del siglo XX.

6. ELCRITICISMO

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1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la universidad durante 15 años, y dio conferencias primero de ciencia y matemáticas, para llegar de forma paulatina a disertar sobre en casi todas las ramas de la filosofía. Las enseñanzas religiosas de Kant basadas en el racionalismo más que en la revelación divina, le crearon problemas con el gobierno de Prusia y en 1792 Federico Guillermo II, rey de esa nación, le prohibió impartir clases o escribir sobre asuntos religiosos. Kant obedeció esta orden durante cinco años, hasta la muerte del rey, y entonces se sintió liberado de su obligación. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria, publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de materia religiosa. Murió el 12 de febrero de 1804.

La antítesis gnoseológica producida por el racionalismo y el empirismo va a ser abordada filosóficamente por Emanuel Kant, quien propone una síntesis integradora. El pensador alemán sostuvo que el conocimiento humano se inicia en la experiencia ―apoyando la tesis empirista―, pero la información proveniente del testimonio de los sentidos es insuficiente para generar el conocimiento, resultando necesario la existencia previa de determinadas estructuras mentales encargadas de procesar esa información, coincidiendo así con las posiciones racionalistas. De esa manera, distingue dos aspectos básicos en el conocer: la materia y la forma. La materia es la sensación obtenida través de los datos sensibles provenientes del mundo exterior. La forma, la razón cognoscente, independiente de la sensibilidad, que ordena el material sensible. De modo entonces que, conocer es obra de la concurrencia entre una objetividad conocida y una subjetividad cognoscente.

Como las formas constitutivas del sujeto cognoscente son anteriores a la recepción del material externo que proporcionan los sentidos, Kant las llama formas a priori. Entre ellas distin-gue las “formas a priori de la sensibilidad” y las “formas a priori del entendimiento”. Abbagnano (1964, II, 385-386), las explica de la siguiente manera:

“Las formas a priori de la sensibilidad o intuiciones puras son el espacio y el tiempo; los cuales no son conceptos ni cualidades de las cosas, sino condiciones de nuestra intuición de ellas. No podemos percibir nada sino en el espacio y en el tiempo: todas las cosas que percibimos existen, pues, en ellos, aunque éstos sean puros elementos subjetivos del conocimiento sensible... Pero nuestro conocimiento no se detiene en la sensibilidad, que es pasividad o receptividad; es también pensamiento, o sea, actividad o espontaneidad. Pero la actividad o espontaneidad del pensamiento... es, pues, discursiva, esto es, se verifica por medio de conceptos. Pero el único uso posible de estos conceptos por el entendimiento es el juicio. Pensar significa juzgar. Las formas a priori del pensamiento o categorías serán, pues, tantas cuantas sean las clases del juicio”.

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epistemología individual. Kant consideraba los objetos del mundo material como incognoscibles en esencia; desde el punto de vista de la razón, sirven tan sólo como materia pura a partir de la cual se nutren las sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen existencia, ya que depende de ciertos prerrequisitos como son el espacio y el tiempo que constituyen categorías mentales, no cualidades de la realidad externa, por lo tanto, las percepciones son medidas y valoradas por el pensamiento. Además de estas ideas, Kant afirmó que un número de conceptos a priori, llamados categorías, también existen. Dividió las categorías en cuatro grupos: los relativos a la cantidad, que son unidad, pluralidad y totalidad; los relacionados con la cualidad, que son realidad, negación y limitación; los que conciernen a la relación, que son sustancia y accidente, causa y efecto y reciprocidad; y los que tienen que ver con la modalidad, que son posibilidad, existencia y necesidad. Las intuiciones y las categorías se pueden emplear para hacer juicios sobre experiencias y percepciones, pero, según Kant, no pueden emplearse para que se apliquen sobre ideas abstractas o conceptos cruciales como libertad y existencia sin que lleven a inconsecuencias en la forma de binomios de proposiciones contradictorias, o antinomias, en las que ambos elementos de cada par pueden ser probados como verdad.

Kant describió dos tipos de órdenes dadas por la razón: el imperativo hipotético que dispone un curso dado de acción para lograr un fin específico; y el imperativo categórico que dicta una trayectoria de actuación que debe ser seguida por su exactitud y necesidad. El imperativo categórico es la base de la moral y fue resumido por Kant en estas palabras claves: “Obra como si la máxima de tu acción pudiera ser erigida, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza”. Las ideas éticas de Kant son el resultado lógico de su creencia en la libertad fundamental del individuo, como manifestó en su Crítica de la razón práctica, 1788. No consideraba esta libertad como la libertad no sometida a las leyes, como en la anarquía, sino más bien como la libertad del gobierno de sí mismo, la libertad para obedecer en conciencia las leyes del Universo como se revelan por la razón. Creía que el bienestar de cada individuo sería considerado, en sentido estricto, como un fin en sí mismo y que el mundo progresaba hacia una sociedad ideal donde la razón “obligaría a todo legislador a crear sus leyes de tal manera que pudieran haber nacido de la voluntad única de un pueblo entero, y a considerar todo sujeto, en la medida en que desea ser un ciudadano, partiendo del principio de si ha estado de acuerdo con esta voluntad”.

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En definitiva, Kant influyó en la Psicología como filósofo crítico, que cuestionó tanto las pretensiones de la psicología racional como de la psicología empírica. Sus presupuestos enuncia-ron los fundamentos de las concepciones de tipo unitaria, integradora y dinámica. Por un lado atacó el sensualismo atomista y asociacionista, hablando de estructuras u organizaciones complejas y por otro, cuestionó el dualismo antropológico, entendiendo al hombre como una unidad en interrelación con el medio.

Es desde esta tradición filosófica, originada en el centro de Europa, de donde van a surgir diversas teorías de la personalidad basadas en presupuestos holísticos y dinámicos, como serán el Psicoanálisis de Freud y las escuelas derivadas de esta corriente, la Gestalt de Wertheimer, Kölher y Koffka, la Teoría del Campo de Kurt Lewin, la Psicología Comprensiva de W.Dilthey y E.Spranger y la Logoterapia de V.Frankl, entre otras.

CAPÍTULO 2

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“El proceso de construcción y diferenciación del saber psicológico dentro del panorama de la ciencia del siglo XIX, con una ciencia natural firmemente asentada en los pilares de la tradición galileana, significó al igual que para las demás ciencias sociales inscribirse en el canon predominante en la ciencia moderna”.

Yalile Sánchez H

1. PRIMERAMITADDELSIGLOXIX

Un movimiento artístico y cultural muy influyente a principios del siglo XIX que brindó un aporte valioso a la Psicología fue el Romanticismo. Es difícil definir qué es el romanticismo, sin embargo, puede distinguirse por su carácter revolucionario, de rebeldía frente a la opresión o la injusticia y defensa del débil. Supone una ruptura con la tradición, con el orden racionalista anterior, en nombre de una libertad auténtica. Se proyecta en todas las artes y constituye la esencia de la modernidad. El movimiento romántico consiste en una manera de sentir y de concebir al hombre, la naturaleza y la vida. Prima la subjetividad en detrimento de lo objetivo. Cada país produce un movimiento romántico particular, distinto; incluso cada romanticismo nacional desarrolla distintas tendencias. Hay una gran predilección por lo nacional, lo pintoresco y lo típico.

El romanticismo ha sido reconocido como la edad del individualismo y la subjetividad. La emoción y el sentimiento predominan en todo, exhibiéndose en estados como el pesimismo, la nostalgia y la melancolía. Hay muchas descripciones en la literatura apoyadas en la imaginación, la fantasía, y los sueños. Hay una exploración del mundo fuera de la realidad, ofreciéndose como escape social. También la literatura abandona las reglas clásicas, como la unidad de tiempo, de espacio y lugar. Este abandono ofrece la oportunidad para la extensión de las posibilidades dentro del mundo de la imaginación.

Los románticos hicieron la, “apología de la pasión, de la intuición, de la libertad y de la espontaneidad, por la importancia que atribuyen a la idea de vida y a la de infinito”, dice Lalande (1967, 896). Dieron primacía al sentimiento que había quedado postergado por el Iluminismo racionalista del siglo XVIII (Aufklarung), proclamando la fuerza avasalladora de las emociones, fracturando los rígidos esquemas de lo metódico, lo medido y lo regular. En síntesis, atacaron la cosmovisión mecánica-matemática inaugurada y promocionada por el racionalismo y desarrollada por el empirismo. Lo mecánico es sustituido por lo orgánico, lo atomizado y parcial por lo estructural y total, el análisis por la síntesis. Al respecto explica Ferrater (1965, 2, 585):

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más que lo uniforme, lo trágico más que lo cómico, lo oculto más que lo presente, lo implícito más que lo explícito, lo sublime más que lo bello, lo aristocrático más que lo burgués, el espíritu colectivo más que el individual, lo anónimo más que lo nombrable, lo interno más que lo externo y lo dramático más que lo apacible”.

El movimiento romántico, tanto literario, artístico como filosófico, floreció en Alemania, principalmente en el círculo romántico de Jena, con personalidades como:

Juan T.Fichte (1762-1814), por primera vez hizo de lo infinito el principio de la realidad. Diferenciándose de Kant, entendió al ego pensante como una realidad metafísica, convirtiéndolo en el único principio creativo del mundo de la naturaleza. Según Fichte, el ego produce la naturaleza por medio de actividad inconsciente y la realidad de la naturaleza no es otra cosa que la “representación” consciente del ego empírico. Por su parte, el arte es el órgano de la filosofía, porque el arte solamente trae a la filosofía una representación concreta del proceso inconsciente por el cual la acción es identificada con la conciencia. Así el arte es la representación de la unidad intacta del principio absoluto.

Federico Schlegel (1772-1829), definió lo romántico, como “una materia sentimental en una forma fantástica” (Abbagnano, 1964, III, 12). El último período de su pensamiento está marcado por un signo místico y religioso coincidente con su conversión al catolicismo. Sostuvo que la tarea que queda por realizar es un nuevo espiritualismo fundado en la experiencia cristiana, fijando la atención, no en el principio de la razón ni en el sentimiento en la fe, sino en el principio de la personalidad humana y en la realidad de la vida.

Friedrich von Hardenberg, más conocido como Novalis (1772-1801), pseudónimo que tomó de un antepasado suyo del siglo XIII, pasa por ser el representante más genuino del primer romanticismo alemán, y sus formulaciones sobre la música tuvieron un papel fundamental en el protagonismo que ésta adquirirá durante el periodo decimonónico. Novalis, en sus escritos, afirmaba que veía el mundo “desde el bajo sol del atardecer”, y es que el mundo de las sombras y el sueño tiene una especial importancia en la poética romántica. A través del inconsciente onírico, el alma humana se integra en el ritmo cósmico profundizando en su naturaleza. Al suprimirse las categorías de espacio y tiempo, el poeta se libera de las limitaciones terrestres y se abre al infinito, suprema aspiración del alma romántica que busca o reinventa la verdadera realidad.

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religión, en la cual las experiencias específicas y los actos de nuestras vidas encuentran su motivación.

. F.G.J.de Schelling (1775-1854), que ejerció una atracción especial sobre filósofos y científicos, siendo calificado “el filósofo del romanticismo”, debido a su visión “de la naturaleza como un todo orgánico en el que las formas inferiores evolucionan hasta las más perfectas y la misma inteligencia” (Urdánoz, IV, 248), asimismo, era panteísta teosófico y místico.

Jorge G.F.Hegel (1770-1831), aportó un gigantesco sistema de pensamiento centrado en la historia, en el método dialéctico y en la fenomenología. La dialéctica es una rama de la lógica en el arte de razonar y de polemizar. Opera reconociendo, en primer lugar, una idea (tesis), contra la cual se levanta otra teoría (la antítesis). Desde ahí, se avanza a una tercera etapa donde la verdad surgiría, que es una combinación de ambos planteamiento, llamado síntesis. Este proceso es entendido por Hegel como productor de la verdad. Esto es diferente, por ejemplo, de los procedimientos de negociación, donde la “verdad” es alcanzada por medio de un compromiso trabajado desde fuera, en cambio, en la dialéctica la verdad surge de la misma dinámica interna del proceso. Esta teoría tuvo enormes repercusiones (por ejemplo, en el marxismo), incluso en la psicología, ya que establece las bases para pensar el psiquismo como algo dinámico, procesos en conflicto con sentido integrador.

Arturo Schopenhauer (1788-1861). Respecto de nuestra existencia, Schopenhauer decía que nuestra vida «oscila como un péndulo entre el dolor y el hastío». Cuando queremos algo sufrimos porque no lo tenemos. Cuando lo logramos, o comenzamos a desear otra cosa (nuevo dolor) o ya no deseamos nada (hastío). Estamos encerrados en este círculo. No por nada lo llamaron a Schopenhauer “El pesimista de Frankfurt”, ciudad en la que vivió los últimos treinta años de su vida. En resumen, afirmó la vida como dolor, en el marco del ascetismo y una filosofía pesimista.

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fundamentalmente protestante, de una fe justificante y que aporta la reconciliación y perdón divinos, sin que elimine en el creyente la conciencia culpable, vivida, por lo tanto, en la tensión contradictoria del principio luterano simul iustus et peccator”.

Otro pensador de la época, muy influyente en la psicología fue: Francisco-Pedro Maine de Biran (1766-1824). Continuó la tradición francesa de Descartes, Pascal y Malebranche. Es “el filósofo del sentido íntimo o de la conciencia interior, en donde creyó encontrar... el hecho fundamental de la vida consciente”. Este sentido íntimo se caracteriza por el esfuerzo del yo para vencer todo tipo de resistencias, estableciendo la preeminencia de la voluntad como principio de acción. Va a influir especialmente sobre Henry Bergson y la escuela fenomenológica.

Otros movimientos que acompañaron el romanticismo fueron la orientomanía y la fascinación por la psicología de lo paranormal, por ejemplo, el mesmerismo, que se combinaron, sobre todo en las clases altas, con la moda del consumo del opio y el láudano (un derivado del opio). Tenían como propósito crear un clima en que los placeres de la droga transfiguraran lo natural por lo artificial dando al artista acceso a la contemplación de las fascinaciones de lo exótico y extraordinario. Charles Baudelaire (1821-1867) escribió en 1858 la primera parte del libro titulado, “Los paraísos artificiales”, donde describe cómo percibe la embriaguez el consumidor, explicando el fenómeno de dilatación temporal, donde los minutos se antojan eternidades y la reaparición del tiempo con su reinado soberano de recuerdos, angustias, pesadillas, temores, espasmos, neurosis. Enumera las sucesivas fases que atraviesa el estado de embriaguez dilucidando el espléndido atractivo que despliega el hachís sobre el autor que, incurriendo en una especie de idolatría, donde mistifica el espejismo de la tan mentada ‘auténtica felicidad’; resultado de la maximización de las capacidades sensoriales, aumento de la imaginación, autoconfianza extrema, ausencia de inquietudes morales, sensación de poder, rechazo de todo lo que podría dañar la autoestima, etc. Así el énfasis en lo emocional y la imaginación se convierte en una característica de nuestro tiempo, igual que el consumo de sustancias psicoactivas.

Elena de White reaccionó contra las prácticas pseudocientíficas de su tiempo, publicando un artículo en la revista Signs of the Times, el 6 de noviembre de 1884, donde denunciaba esos engaños, identificándolas como originadas por el padre de toda mentira, Satanás. Decía ella:

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Las mentes de miles de personas han sido envenenadas por este medio y conducidas al paganismo”.

Paralelamente a estos movimientos que pone el énfasis en las emociones, la imaginación, la fantasía y hasta en lo sobrenatural, la psicología científica sigue un proceso progresivo de desarrollo en Alemania con el sucesor de Kant en Königsberg, Johan Friedrich Herbart (1776-1841). Herbart consideraba las funciones mentales como expresiones de fuerzas psíquicas, tratándolas desde un punto de vista dinámico y matemático. Así, construyó un sistema matemático para explicar cómo se asocian los distintos fragmentos de la experiencia, entendidos como “la operación de ciertas fuerzas mensurables de la mente, tal como ocurre en el mundo físico” (Murphy, 1960, 68-69). Herbart aplicó su teoría al aprendizaje y al método educacional. Incluso fundó una escuela experimental comparando los diferentes métodos de enseñanza. De esa manera, aspiró a hacer de la psicología una ciencia exacta y empírica. “No logró lo primero” ―dice Murphy (Ídem, 72)―, “pero contribuyó considerablemente en lo segundo”.

2. AÑO1844

“En el tiempo señalado para el juicio al fin de los 2.300 días, en 1844, empezó la obra de investigación y el acto de borrar los pecados.” Elena G. de White

El año 1844 es clave en la teología adventista y en el desarrollo histórico, incluso en los anales de la Psicología. Ese año concluye el período profético más largo que presenta la Biblia, la profecía de Daniel de los 2300 días (Dn. 8 y 9) o años (un día profético equivale a un año según Núm.14:34 y Eze.4:6). Se extiende desde “la salida de la palabra para restaurar y edificar Jerusalén” (Dn.9:24), esto es, el año 457 A.C., hasta 1844, cuando se inicia en el cielo el juicio investigador y en la tierra la última etapa de la historia humana, llamada “tiempo del fin”. Precisamente en ese año ocurren una serie de eventos que van a marcar las tendencias principales de esta última etapa, tanto a nivel histórico, en avances científicos, surgimiento de corrientes filosóficas y de producciones artísticas, podríamos decir junto con Ron du Preez (2006, 13), considerando “los eventos mundiales de gran magnitud, ocurridos en torno a esta fecha, que marcan una especie de divisoria de aguas”.

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de 1844, el doctor Wells fue al teatro con su esposa y vio cómo un gas ponía eufóricos a voluntarios del público, observando que no sentían dolor. Investigó más con el óxido nitroso y descubrió que podía usarse para anestesiar a los pacientes, abriendo una nueva era en el campo de la anestesia y las intervenciones quirúrgicas.

Origen del evolucionismo. “Luego de un viaje científico de cinco años como naturalista a bordo del barco HMS Beagle, Charles Darwin volvió a su hogar en Inglaterra en 1836. El viaje lo llevó ̒a pensar mucho sobre religiónʼ y comenzó a dudar del cristianismo como una revelación divina. Más tarde comentó: ʻEn junio de 1842 me permití la satisfacción de escribir un breve resumen de 35 páginas en lápiz, acerca de mi teoría [de la evolución]; durante el verano de 1844 éste se extendió a un ensayo de 230 páginasʼ. Así comenzó el libro de Darwin Origen de las especies, un libro que revolucionó el pensamiento científico y cuyo propósito fue negar el informe bíblico de la creación” (du Preez, 2006, 14). En 1844, Charles Darwin (1809-1882), publicó la segunda parte del “Viaje del Beagle” y como dijimos redactó un esbozo del “Origen de las Especies” que fue publicado integralmente el 26/11/1859, iniciando oficialmente la teoría de la evolución, de enorme repercusiones en todas las ciencias, especialmente en la biología.

Origen del marxismo. En agosto de 1844, Frederick Engels se encontró con Karl Marx en París y los dos se unieron en amistad, en la prédica revolucionaria y unieron sus esfuerzos como escritores de gran enjundia. Conformaron lo que alguien calificó de “una asociación de por vida que cambiaría el mundo”. En ese año, ambos pensadores escribieron los “Escritos económicos-filosóficos”, que fue el punto de partida del materialismo dialéctico o marxismo, una filosofía de gran trascendencia social y político, no sólo en el siglo XIX sino especialmente durante el siglo XX, el cual triunfaría en Rusia (y otros países comunistas), por medio de la revolución bolchevique, que constituirá la Unión Soviética que se extendió desde 1917 a 1991.

Origen del positivismo. Otro libro significativo que apareció en 1844 fue el “Discurso sobre el espíritu positivo” de Augusto Comte (1798-1857), fundador del Positivismo, escuela filosófica de enorme gravitación en la segunda parte del siglo XIX y gran parte del siglo XX, que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que el mismo solamente puede surgir a través del método científico. Según esta filosofía todos los conocimientos verdaderos deben provenir de los hechos reales verificados por la experiencia. Fue célebre la teoría de los tres estados de Comte, fundamento de la filosofía positiva, que desarrollamos más adelante.

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soberano, director o jefe, es decir, “no tener gobierno o estar sin gobierno” o “sin autoridad”. Es una filosofía que se opone a la jerarquía, la desigualdad de poder o de privilegios entre los individuos. El anarquismo surgió en la lucha de los oprimidos por la libertad, contra el capitalismo y a favor de las necesidades de los trabajadores. La doctrina anarquista cree que el gobierno no es necesario, sino es más bien dañino, que la organización política ideal de la sociedad es un estado de cosas donde las funciones del gobierno se reducen al mínimo.

Inicio de las telecomunicaciones. Otro acontecimiento trascendente ocurrió el 24 de mayo de 1844 cuando Samuel Findley Breese Morse (1791-1872) envió el primer telegrama. Morse se encontraba en la Corte Suprema de Estados Unidos y con el sistema que había elaborado él mismo basado en puntos y rayas envío un párrafo de la Biblia, “¿Cuánto hizo Dios?” (Números 23:23) a su asistente Alfred Vail que se encontraba en Baltimore. Así inauguró la etapa de las telecomunicaciones. Había sido Joseph Henry quién, en 1829, había construido el primer telégrafo eléctrico, sin embargo, fue Samuel Morse quien le dio el impulso que lo popularizó. Poco después se inició la construcción de una red de comunicación telegráfica, que unió diferentes ciudades de USA y poco a poco las redes circularon por todo el mundo.

Surgimiento del dispensacionismo. En Europa, un predicador evangélico ambulante, llamado John Nelson Darby, comenzó a promulgar una nueva teoría acerca de la segunda venida de Jesús. Mientras predicaba en Suiza concibió la teoría del “dispensacionalismo”, que divide la historia en siete eras o dispensaciones desde antes de la caída del hombre en el pecado, hasta la edad de la restauración al final del tiempo. Entre 1843 y 1845 introdujo una innovación sugestiva, que le dio el nombre de “el rapto secreto”. Enseña que Cristo volverá en secreto, arrebatará a los santos y los llevará al cielo. Un comentario de esta teoría de rapto secreto aparece en una serie de libros, titulados Dejados atrás, que ya ha vendido más de 60 millones en todo el mundo. Los autores de estos libros como Tim LaHaye y Jerry Jenkins, también promueven la teoría de la “segunda oportunidad”, es decir, que los no arrebatados todavía pueden aceptar el mensaje de salvación y alcanzar la bienaventuranza eterna.

Otros datos de interés fueron:

1. El 15 de octubre nace Federico Nietzsche, uno de los pensadores más crítico del cristianismo y fundador de la teoría de la “muerte de Dios”.

2. Soren Kierkegaard, iniciador del Existencialismo, escribe en Dinamarca, “El Concepto de la angustia”, “Bagatelas filosóficas” y “Diario de un seductor”.

Referencias

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