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Globalización, competitividad y capital humano

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Academic year: 2020

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Globalización, competitividad y capital humano

José Ignacio López Soria

Escrito en 1998 para un evento sobre los temas del título, organizado por el Ministerio de Industrias (Mercedes Inés Carazo).

1.Escrúpulos filosóficos

Quienes procedemos de los dominios de la filosofía o discurrimos por ellos necesitamos preguntarnos siempre por el sentido de lo que hacemos. Por eso, para comenzar, me pregunto a mí mismo qué flauta toco yo en un concierto de empresarios y de expertos en innovación tecnológica, reunidos para tratar de la competitividad y del desarrollo empresarial.

Pronto, sin embargo, advierto que un tema fundamental de este encuentro es la capacitación de recursos humanos, tarea a la que llevo dedicándome ya varias décadas, aunque esto de acumular algunas décadas de experiencia -se nos ha dicho aquí- comienza a ser visto por algunas economías como un lastre del que hay que liberarse.

Celebro, por cierto, que el tema de los recursos humanos haya sido incluido en la temática de este evento, pero celebro aún más que los empresarios y sus expertos comiencen finalmente a considerar -aunque sea en estos términos- el capital humano como el insumo esencial para el logro de la competitividad. Vaya, por esto, una felicitación sincera a los organizadores del evento.

2. El marco de referencia de la acción humana

Las cosas están cambiando, lo sabemos y sentimos todos. Y el sentido del cambio se orienta hacia la globalización.

Para aclararme a mí mismo -los filósofos no sabemos convivir con la oscuridad- defino la globalización como un conjunto de procesos que apuntan a hacer del globo el marco obligado de referencia de la acción humana. Se trata, pues, del varios procesos y no sólo de uno , y se trata, además, de procesos, es decir de algo no terminado sino en marcha. Que el globo sea el marco de referencia de nuestras acciones quiere decir que el mundo entero se convierte en nuestra aldea, expresado filosóficamente: en el espacio dentro del cual la acción humana encuentra su sentido. Todo otro espacio comienza a quedarnos estrechos, como una camisa de fuerza o jaula de hierro de la que necesitamos escapar.

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aquí, que también las esferas de la cultura (objetividad, legitimidad y representación sensible) se ven cada vez más afectadas por los procesos de globalización, es decir, también para ellas o especialmente para ellas, el globo (la humanidad no sólo como concepto sino como conjunto de los habitantes del planeta) constituye el marco obligado de referencia.

Finalmente, la globalización implica, para bien o para mal, a cada vez más regiones del mundo y a cada vez más personas y sociedades humanas.

3.Rupturas e ilimitaciones

Quiero dejar, aunque sea sólo enunciadas, algunas manifestaciones de estos procesos en el mundo del conocimiento, porque ello me permitirá centrarme enseguida en el tema de la formación.

Lo primero que advertimos hoy es, para decirlo en términos de mercado, que la oferta de conocimientos disponibles es casi ilimitada, y que se incrementa significativamente el número de demandantes.

Advertimos, además, que los conocimientos y especialmente sus aplicaciones tecnológicas se ven afectados por un cambio muy acelerado, debido a la riquísima y compleja interacción existente y a la guerra de la competitividad. Esto hace que la innovación esté más pensada en términos de competitividad que de satisfacción de necesidades humanas.

Existe, por otro, un posibilidad quasi ilimitada de manejo y procesamiento de información, debido al avance y difusión de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones (telemática). Esto tiene que ver con dos aspectos: posibilidad real de democratizar el uso del recurso información y apuntamiento hacia la llamda "sociedad de la información" o de la interacción continua y masiva.

Finalmente, se rompen las barreas del tiempo y el espacio también en los predios del conocimiento y las tecnologías.

4. Hacia una nueva formación profesional

Necesitaba hacer este recorrido para llegar al punto que nos interesa: la formación de los recursos humanos. También aquí voy a ser esquemático, voy a reducirme a enunciar, a partir de las tendencias que comienzan a aparecer en el presente, algunas de las características de la formación profesional del futuro:

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Ubicua. Cualquier lugar puede volverse un centro de aprendizaje. Se difuminarán los límites entre escuela y puesto de trabajo. Habrá, por tanto, que repensar la relación entre espacio de aprendizaje y espacio de trabajo, lo que obligará a un cruce interinstitucional al que no estamos acostumbrados. La escuela, lo estamos viendo ya, se vuelve un poco empresa, pero la empresa tendrá también que ir volviéndose un poco escuela. La escuela sale al encuentro de su entorno, y en el entorno comienzan a surgir formas nuevas de escuela. La red de Centros de Innovación Tecnológica, que está comenzando a implantarse en el Perú, es sólo la punta de lanza de este proceso.

Aprendiente. A diferencia del carácter fundamentalmente "enseñante" de la escuela moderna, la escuela del futuro tendrá que ser principalmente "aprendiente", es decir centrada en el aprendizaje más que en la enseñanza. No se tratará ya tanto de transmitir conocimientos sino más bien de desarrollar competencias, de las cuales la fundamental es la capacidad de aprender. A la escuela se irá no tanto a asimilar conocimientos cuanto a "aprender a aprender".

Interactiva. Interactividad en dos sentidos: relación educador-educando y relación medios educacionales y proceso educativo. El educando debe pasar de la pasiva condición de alumno a la de participante activo, y el profesor a la de facilitador. Entre participante y facilitador se establecerá una rica relación que, como se acaba de indicar, tendrá por objeto despertar y desarrollar en el participante la capacidad de aprender. Por otro lado, los medios educacionales dejan de ser objetos inertes para convertirse en instrumentos con los que el educando puede y debe dialogar, lo que quiere decir que hay que hacer una reingeniería del proceso educativo a fin de explotar todas la posibilidades que ofrecen los medios interactivos.

Clientelizada. El término, lo sé, parece duro porque hace pensar en procesos comerciales más que en educativos, pero es peor el anglicismo "costumizada". Quiero decir que, gracias a los medios actuales, hay cada vez mayor posibilidad de que la formación se adecúe a las condiciones concretas -físicas, psíquicas, sociales, culturales, etc.- del educando, sea éste un individuo o un grupo. La clientelización, por otro lado, lleva implícita la idea de que el educando debe ser repetado en su diversidad y siempre considerado el objetivo fundamental del proceso educativo. ¿La clientelización debe operar sólo en cuanto a facilidades, métodos y sistemas o también en cuanto a los conocimientos, valores y competencias? Las innovaciones, además de oportunidades, conllevan riesgos que hay que saber afrontar.

Holística. Frente al fragmentarismo que, en concordancia con la matriz productiva, ha caracterizado a la formación profesional tradicional, la nueva será una formación que insistirá mucho más en la integración de conocimientos y competencias para asumir realidades y procesos completos. El especializacionismo fragmentarizante está desapareciendo. Se requieren recursos humanos con visiones de conjunto y capacidad para tomar o proponer decisiones, resolver problemas y no sólo asumir tareas, adaptarse al cambio, etc.

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por su rápida obsolescencia. Lo aprendido, en términos de contenido, será siempre precario, provisional. De ahí la importancia de la formación continua y del aprender a aprender.

En equipo. Hasta ahora, la formación profesional se hace en grupo -la clase- por razones que tienen que ver más con condiciones económicas (costo/beneficio) que con razones formativas. Hay, por cierto, excepciones, pero lo normal es que el proceso de enseñanza/aprendizaje sea una relación individual profesor/alumno, aunque ésta se desarrolle en un escenario poblado por otros asistentes individuales. El trabajo individual y fragmentado está, en la producción, dando paso al trabajo en equipo (asunción colectiva de responsabilidades, intercambio de roles, etc.). La formación debería facilitar el desarrollo de competencias para trabajar en equipo, y nada mejor para ello que formarse en equipo. Los recursos del teletrabajo facilitan y enriquecen enormemente esta posibilidad.

Informativa. No hay duda de que la información (disponibilidad, emisores, posibilidades de acumulación y tratamiento, interactividad, contemporaneidad, etc.) ha abierto posibilidades insospechadas a muchos aspectos de la vida humana, entre ellos a la formación y el ejercicio profesionales. Asumir estes nuevo dato y aprovecharlo inteligente es tarea urgente de la educación. Si antes dijimos que la formación debe centrarse en "aprender a aprender", ahora añadimos que el principal aprendizaje debe concretarse en saber generar, buscar y acumular información, tener criterio para seleccionar la pertinente, manejar métodos y técnicas para procesarla , saber establecer relaciones, etc.

No presencial. La formación ha sido, hasta ahora, fundamentalmente presencial. Las tecnologías hoy disponibles permiten que se vaya introduciendo la no presencialidad como componente importante de los procesos formativos, generalmente complementando y a veces sustituyendo la educación presencial. Esto facilita e incrementa la oferta educativa, tanto la nacional como la extranjera, y puede incrementar igualmente la demanda. Por otro lado, pierde vigencia, por inconsistente, la idea de que la educación a distancia es de baja calidad. La educación no presencial pone a disposición del proceso educativo recursos (profesores, tutores, bibliotecas, laboratorios, etc.) que están totalmente fuera del alcance de la formación sólo presencial. Todo esto abre,pues, posibilidades insospechadas, tanto en términos de calidad como de cobertura, y vuelve inadecuados los reglamentos y leyes vigentes.

Global. Finalmente, pero no en último lugar, la formación profesional del futuro tendrá que ser "referencialmente global", es decir tendrá que asumir el globo como marco de referencia tanto en lo cognoscitivo como en lo valorativo y en lo relacionado con el desarrollo de competencias. En la base de esta tendencia está, es indudable, la competitividad comercial pero no sólo ella. No es sólo que haya que prepararse para una lucha de todos contra todos, sino que hay que hacerse a una convivencia de todos con todos, y por tanto formarse para la multiculturalidad, la cercanía de lo extraño, la multiciudadania, la responsabilidad internacional, la diversidad de lealtades, el no perderse en la variedad y diversidad de ofertas educativas, etc. La globalización es un proceso en marcha que debería ir teniendo su traducción en los procesos formativos.

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La lista anterior puede, probablemente, ser alargada. No se trataba de ser exhaustivos, sino de dejar sueltas algunas provocaciones para ver si los responsables, en chico o en grande, de la formación profesional se echan a pensar en posibles cambios.

Cuando lo hagan, cuando comiencen a indagar y desarrollar alternativas, se encontrarán, qué duda cabe, con resistencias provenientes de nuestras propias percepciones y valoraciones, de la realidad educativa actual y, finalmente, de las leyes y reglamentaciones vigentes. Es trabajo es arduo, pero hay que comenzarlo alguna vez.

Quiero terminar haciendo un breve comentario a un par de anotaciones de los participantes y a la exposición de Antonio Hidalgo.

A un participante le preocupa que los procesos de globalización tengan un efecto pernicioso sobre la salud mental. Yo creo que efectivamente pueden tener un doble efecto: por un lado, pueden contribuir a socavar nuestras seguridades y obligarnos a enfrentar, incluso en nuestra vida cotidiana, un mundo mucho más complejo, rico y multiforme, y todo ello puede producir inseguridad, desorientación, perplejidad, etc., influyendo negativamente en la salud mental. Por otro lado, sin embargo, la globalización abre posibilidades insospechadas de desarrollo individual y colectivo, nos asoma a horizontes nuevos, difumina las fronteras políticas pero también perceptivas y axiológicas, facilitando así el enriquecimiento y la salud mental en la medida en que nos permite salir de la "jaula de hierro" en que se nos han convertido las objetivaciones de la modernidad.

¿No hay el peligro -anota otro participante- de que se constituya una nueva propuesta educativa que repita los vicios de la enseñanza tradicional? En primer lugar, yo no hablo de "vicios" de la enseñanza tradicional sino de obsolescencia, de desfase. Es la realidad la que está cambiando y, por tanto, la educación debe cambiar también, incluso aquella que hasta ayer era excelente. El peligro anotado existe y debe ser evitado fortaleciendo -dijo paradójicamente- la flexibilidad, provisionalidad y retroalimentación del nuevo modelo formativo.

Después de agradecerle la claridad, coherencia y enjundia de su exposición, dejo para el ponente algunas sugerencias, casi como un pretexto para que siga ilustrándonos.

En primer lugar, creo que sería bueno que enriqueciese el término globalización incluyendo en él no sólo los procesos que ocurren en el intercambio de bienes y servicios. La globalización incluye otras dimensiones cuyas potencialidades para la formación de los recursos humanos es necesario explorar y explotar inteligentemente.

Cuando habla de innovación, proceso que ocurre en los dominios de la tecnología, haría bien en referirse también a la invención científica y establecer las relaciones entre ambas y de ambas con el proceso de formación de los recursos humanos.

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