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Ficha 1-Principales conceptos

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Academic year: 2020

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Problemáticas Socio-Institucionales/ Perspectiva Socio-Política ISFD n° 11, Lanús

Docente: Dra. Jorgelina Sassera

Ficha de cátedra n°1 :

Un recorrido por los principales conceptos y perspectivas de la sociología Autora: Jorgelina Sassera

A. Estratificación social, clase social y desigualdad

En esta ficha se presentan un acercamiento a los conceptos de estratificación social, clase social y desigualdad.

1. Estratificación social: las clases sociales en el modo de producción capitalista

Veamos dos definiciones centrales:

Estratificación Social

El concepto alude a las desigualdades estructurales que existen entre diferentes grupos de individuos en una sociedad. A lo largo de la historia y en diferentes sociedades han existido distintas formas de desigualdad, expresadas en relaciones personales basadas en el deber o la obligación. Según Giddens1, pueden distinguirse cuatro sistemas de estratificación básicos:

esclavitud, casta, estamento o estado, y clase.

Por ejemplo (y expresado de manera simple) durante la Edad Media en Europa el la estratificación social estaba dada de la siguiente manera:

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inter-Clase Social

Giddens señala que una clase social es un agrupamiento a gran escala de personas que comparten recursos económico que tienen influencia en la vida. A diferencia de otras formas de estratificación de una sociedad, en el sistema de clases cobra suma importancia la economía y el capital.

La socióloga argentina, Ruth Sautú se dedica al estudio de las clases sociales, y toma principalmente las perspectivas de Marx y de Weber. Para ambos autores, la interpretación histórica de las clases sociales va de la mano con la interpretación histórica de los procesos económicos.

Marx define las clases sociales en términos de las relaciones de producción (la suma total de los derechos y poderes de una sociedad en un momento histórico). Estas relaciones de producción son relaciones sociales entre las personas a raíz de los diversos poderes y derechos que ellas tengan.

Las relaciones sociales organizadas al rededor y en razón de la actividad económica que involucra factores de producción son relaciones cultural y normativamente reguladas. Los derechos de propiedad, acceso y disposición de cada factor de producción definen asimismo derechos, acceso y disposición sobre la distribución de resultados del proceso económico; las clases sociales están también caracterizadas por sus ingresos.

Siguiendo una definición clásica del marxismo:

Las clase sociales son grandes grupos de personas que se diferencian unas de otras por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por la relación en que se hallan con respecto a los medios de producción (relaciones que, en gran parte son establecidas y fijadas por leyes), por su papel en la organización social del trabajo y, en consecuencia, por el modo y la proporción en que obtienen la parte de la riqueza social de la que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse del trabajo de otro en virtud de los diferentes lugares que uno y otro ocupan en un determinado régimen de economía social” (Lenin citado en Sautú, 2011).

En la perspectiva marxista clásica, existe antagonismo entre las clases sociales. En todo modo de producción que existen relaciones de explotación se presentan dos grupos sociales antagónicos: los explotadores y los explotados: esclavos y amos, siervos y señores feudales, obreros y patrones.

La correspondencia entre propiedad jurídica (es decir, determinada por la ley) y propiedad real de los medios de producción en el modo de producción capitalista, que determina una completa separación del trabajar de sus medios de producción, es la que obliga al trabajador a ofrecer “voluntariamente” su fuerza de trabajo al capitalista para sobrevivir.

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Cuando analizamos a las clases sociales desde esta perspectiva, se debe tener en cuenta que las desigualdades sociales estructuran a la sociedad. La clase no tiene que ver con la posición en que las personas creen que tienen, sino con las condiciones objetivas que permiten a algunos yener un mejor acceso a las compensaciones materiales.

Siguiendo una vez más a Giddens, Weber parte del análisis desarrollado por Marx, modificándolo y reelaborándolo. Hay dos diferencias fundamentales entre las dos teorías.

En primer lugar, aunque Weber coincide con Marx en que la clase se basa en condiciones económicas objetivas, cree que en su formación también son importantes otros factores económicos, aparte de los reconocidos por Marx. Según Weber, las divisiones de clase se derivan no sólo del control o ausencia de control de los medios de producción, sino de diferencias económicas que nada tienen que ver, directamente, con la propiedad.

Entre estos recursos se pueden incluir especialmente los conocimientos técnicos y las credenciales o cualificaciones que influyen en el tipo de trabajo que las personas pueden obtener.

En segundo lugar, Weber distingue otros dos aspectos básicos de la estratificación además del de clase: a uno lo denomina estatus o prestigio y a otro partido o la disputa por el poder por parte de individuos que trabajan conjuntamente porque tienen orígenes, aspiraciones o intereses comunes.

“La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros jurados y compañeros; en una palabra, opresores y oprimidos, en lucha constante, mantuvieron una guerra ininterrumpida, ya abierta, ya disimulada; una guerra que termina siempre, bien por una transformación revolucionaria de la sociedad, bien por la destrucción de las dos clases antagónicas.

En las primitivas épocas históricas comprobamos por todas partes una división jerárquica de la sociedad, una escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores, vasallos, maestros, compañeros y siervos, y en cada una de estas clases gradaciones particulares.

La sociedad burguesa moderna, levantada sobre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los antagonismos de clases. No ha hecho sino sustituir con nuevas clases a las antiguas, con nuevas condiciones de opresión, con nuevas formas de lucha.

Sin embargo, el carácter distintivo de nuestra época, de la época de la burguesía, es haber simplificado los antagonismos de clases. La sociedad se divide cada vez más en dos grandes campos opuestos, en dos clases enemigas: la burguesía y el proletariado.”

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2. Una reflexión introductoria acerca de la igualdad y la desigualdad

La preocupación por la desigualdad implica el interrogante sobre qué se entiende por igualdad. Un punto de partida es comprender la suposición de que una igualdad absoluta es una utopía, pues existen diferencias que distinguen a los sujetos en sus biografías. El horizonte de la búsqueda de la igualdad implica preguntarse entonces ¿igualdad respecto a qué? Pues la igualdad en un área de la vida social implica la desigualad en otra, y eso se relaciona con los acuerdos en una sociedad sobre hasta que punto determinadas desigualdades son aceptables y cuáles no (Fittoussi y Rosanvallon, 2010).

Por otra parte, la igualdad planteada como un objetivo a alcanzar, y que parte desde desigualdades que se buscan equiparar, funciona como un proyecto a futuro, y que Rancière sostiene que nunca es un resultado a alcanzar sino que se la debe ubicar antes, como un punto de partida a verificar:

“La igualdad es fundamental y ausente, es actual e intempestiva, siempre atribuida a la iniciativa de los individuos y de grupos que, contra el curso ordinario de las cosas, asumen el riesgo de verificarla, de inventar las formas, individuales o colectivas, de su verificación. Esta lección también es hoy, más que nunca, actual” (Rancière, 2007:13)

Francoise Dubet invita a pensar dos nociones de igualdad teniendo en vista las implicancias para las políticas educativas. Si se piensa en términos de la estructura o espacio social, la igualdad de posiciones consiste en equipararlas, volverlas semejantes unas a las otras. De esta manera, las posibilidades de movilidad social se reducen, pues las posiciones son más cercanas e igualitarias.

El otro paradigma es el de la igualdad de oportunidades, el cual se rige por el principio de proveer aquello que “falta”, limitar las discriminaciones para que el individuo compita con otros aunque haya jerarquías en los puntos de partida. En este modelo, las diferencias o inequidades son los obstáculos a mitigar. La meritocracia es clave para la igualdad de oportunidades pues a pesar de las desventajas, el mérito individual y la superación de las desigualdades demostrarían la existencia de desigualdades justas.

Si en el modelo de igualdad de oportunidades la estratificación social se produce en términos de clase (y del trabajo), aquí se produce mediante la individualización de las identidades “en desventaja”. La diferencia se convierte en blanco de la discriminación de personas y grupos y lleva a la implementación de políticas compensatorias para aquellos que se pueden demostrar víctimas y en desventaja. Finalmente, es interesante señalar que este modelo reposa además sobre un orden moral particular: el de la individualización de la responsabilidad dado el supuesto subyacente de

La definición de clase social según Max Weber

Entendemos por “situación de clase” el conjunto de las probabilidades típicas: 1) de provisión de bienes, 2) de posición externa, 3) de destino personal; que derivan, dentro de un determinado orden económico, de la magnitud de la naturaleza del poder de disposición (o carencia de él) sobre bienes y servicios y de las maneras de su aplicabilidad para la obtención de rentas e ingresos.

Entendemos por clase a todo grupo humano que se encuentra en una igual situación de clase. […] Las transiciones de una clase a otra son lábiles y más o menos fáciles y, por tanto, la unidad de las clases “sociales” se manifiesta de modo muy diverso.

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que querer es poder, y cada uno está a cargo de los logros de su vida, pero también de los fracasos.

3. La perspectiva y conceptos de Pierre Bourdieu

Pierre Bourdieu convierte al concepto de clase social en un concepto multidimensional q no se define sólo por el aspecto económico, sino que intervienen dimensiones culturales y simbólicas. Esto es: no sólo la posición ocupada en la esfera de la producción determinará la adscripción de clase; sino también lo hará el consumo, la manera en que se gastan los bienes. Por ejemplo, la compra de un vestido por el goce estético de su belleza o la compra de un vestido por su funcionalidad ( que proteja del frío).

Este tratamiento de la multidimensionalidad le permite a Bourdieu hablar de espacio social más bien que de estructura social. Desarrolla una topología social que le permite representar a lo social como un espacio, en el que el agente ocupa posiciones según un conjunto de propiedades. Este espacio social se estructura en campos (político, científico, económico, etc), y la pertenencia a cada uno de ellos queda determinada por el capital que cada agente posee. Existen diferentes capitales: cultural, simbólico, social y económico. La ubicación en los campos depende primero del volumen total de capital poseído por un agente y luego por su composición y peso relativo de cada capital en particular.

Al hablar de campos, Bourdieu no queda restringido a lo exclusivamente estructural o superestructural, ya que los campos operan tanto a nivel objetivo como a nivel de lo subjetivo. Primero es una estructura objetiva: los sujetos se ubican en los campos según su capital. En el segundo momento subjetivo, se alude a la representación que los actores tienen sobre su posición. Ambos momentos establecen una relación dialéctica a través del término habitus, definido como la percepción legítima del lugar que se ocupa mediante la internalización de la situación objetiva como natural. En este proceso se reproduce la sociedad. El habitus permite que la estructura objetiva coincida con la subjetiva, organizará las prácticas de las personas y los grupos, garantizando su coherencia con el desarrollo social. El habitus, programa el consumo de los individuos y las clases, aquello que van a sentir como necesario; opera como un inconsciente de clase

Bourdieu no le resta importancia a las relaciones económicas entre las clases, pero no constituye el único determinante. Las relaciones de poder entre clases se dan también en el plano de lo simbólico, que contribuye a la reproducción y a la diferenciación social. Lo simbólico forma parte también de las luchas de clase.

Lo social puede ser percibido y dicho de modos diferentes, existen una pluralidad de visiones del mundo, por lo que se desencadena una lucha por la imposición del punto de vista legítimo: “el conocimiento del mundo social y, más precisamente de las categorías que lo posibilitan es lo que está verdaderamente en juego en la lucha política, una lucha inseparablemente teórica y práctica por el poder de conservar o de transformar el mundo social conservando y transformando las categorías de percepción de ese mundo” (Bourdieu, 2003).

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3.1 Glosario de los principales conceptos de Pierre Bourdieu

Espacio social: es construido de tal modo que los agentes o los grupos son distribuidos en él en función de las distribuciones estadísticas según dos principios de diferenciación que son los más eficientes: el capital económico y el capital cultural. De ahí que los agentes se encuentran allí empleados de tal manera que tienen tanto más en común en estas dos dimensiones cuanto más próximos estén, y que tanto menos cuanto más separados. Los agentes son distribuidos, en la primera dimensión según el volumen global de capital que de ellos poseen sus diferentes especies, y en la segunda dimensión según la estructura de su capital en el volumen total.

Capital: Existen varios tipos de poderes, capitales específicos correspondientes a cada campo. Este capital puede existir en dos formas: en estado objetivado- propiedades materiales- o en estado incorporado- ej. El capital cultural- que puede estar jurídicamente garantizado.

Bourdieu distingue entre:

 El capital económico: dinero

 El capital cultural que puede existir de tres modos: incorporado, objetivado y en estado

institucionalizado; la mayoría del cual proviene del capital incorporado y supone un trabajo de asimilación.

 El capital social consiste en el conjunto de recursos ligados a una red de relaciones más o menos

institucionalizadas.

 El capital simbólico es lo que comúnmente se llama prestigio, reputación, etc.

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Campos: Se presentan como espacios estructurados de posiciones (o de puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en dichos espacios y pueden analizarse en forma independiente de las características de sus ocupantes.

Existen leyes generales de los campos; se descubren propiedades específicas, propias de un campo en particular, al tiempo que se contribuye al progreso del conocimiento de los mecanismos universales de los campos que se especifican en función de variables secundarias.

En cualquier campo encontramos una lucha, cuya formas específicas habrá que buscar cada vez, entre el recién llegado que trata de romper los cerrojos del derecho de entrada, y el dominante que trata de defender su monopolio y de excluir a la competencia. Para que funcione un campo, es necesario que haya algo en juego y gente dispuesta a jugar, que esté: dotada de los habitus que implican el conocimiento y reconocimiento de las leyes inmanentes al juego, de lo que está en juego, etc.

Ejemplos de campos son el campo político, el campo artístico, el campo educativo.

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3.2 La escuela y la educación La escuela y el Estado.

El Estado concentra la información, la trata, la redistribuye; opera una unificación teórica. Situándose desde el punto de vista del todo, de la sociedad en su conjunto, es responsable de todas las operaciones de totalización. La Cultura es unificadora: contribuye a la unificación del mercado cultural al unificar todos los códigos-: jurídico, lingüístico y operando así la homogeneización de las formas de comunicación. El Estado modela estructuras mentales e impone principios de visión y de división comunes, formas de pensamiento; contribuyendo con esto a construir lo que comúnmente se llama identidad nacional. Al imponer e inculcar universalmente una cultura dominante constituida así en cultura nacional legítima, el sistema escolar, a través principalmente de la enseñanza de la historia, inculca los fundamentos de una “religión cívica” y los presupuestos fundamentales de la imagen (nacional) de sí. La unificación cultural y lingüística se acompaña de la imposición de la lengua y de la cultura dominantes como legítimas y el rechazo de todas las otras como indignas. El acceso de una lengua o de una cultura particular a la universalidad tiene por efecto la remisión de todas las otras a la particularidad: el hecho de que la universalización de las exigencias así instituidas no se acompañe por la universalización del acceso a los medios de satisfacerla favorece la monopolización de lo universal por algunos y la desposesión de todos los demás.

La escuela y la reproducción social.

La institución escolar contribuye a reproducir la distribución del capital cultural, y con ello, a la reproducción de la estructura del espacio social.

La reproducción de la estructura de la distribución del capital cultural se opera en la relación entre las estrategias de las familias (estrategias de reproducción: matrimoniales, de sucesión, económicas, educativas) y la lógica específica de la institución escolar. Ésta tiende a proporcionar el capital escolar, que otorga bajo la forma de títulos (credenciales), al capital detentado por la familia y transmitido por una educación difusa o explícita en el curso de la primera educación.

Las familias invierten en la educación escolar tanto más cuanto que su capital cultural es más importante y cuanto que el peso relativo de su capital cultural en relación con su capital económico es más grande- y también en la medida en que otras estrategias de reproducción sean menos eficaces. Este modelo permite comprender el interés creciente que tienen en la educación las familias.

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de entronización, en una categoría sagrada, una nobleza.

Los exámenes o los concursos justifican en razón de divisiones que no tienen necesariamente la razón por principio, y los títulos con los que se sanciona el resultado se presentan como garantía de la competencia técnica de los certificados de competencia social, de los títulos de nobleza: se consagra escolarmente una diferencia social preexistente. La función técnica evidente de formación, de transmisión de una competencia técnica y de selección de los más competentes técnicamente, enmascara una función social, a saber, la consagración de los detentadores estatuarios de la competencia social. Y esta nobleza de escuela comprende una parte importante de herederos de la antigua nobleza de sangre que han reconvertido sus títulos nobiliarios en títulos escolares.

Por eso, la institución de la que una vez creímos que podría introducir una forma de meritocracia privilegiando las actitudes individuales en relación con los privilegios hereditarios, tiende a instaurar, a través de la ligazón encubierta entre la aptitud escolar y la herencia cultural, una verdadera nobleza de Estado. Nobleza en la que la autoridad y la legitimidad están garantizadas por el título escolar.

La acción pedagógica.

Al interior de la escuela, lo pedagógico también reproduce las diferencias sociales al consagrar lo cultural legítimo, digno de transmitirse, y al separar lo indigno de enseñarse. Es así que existe una doble arbitrariedad pedagógica, estructurada como violencia simbólica, que consiste en que la comunicación pedagógica se fundamenta en la inculcación de una arbitrariedad cultural sostenida por un poder arbitrario. Esta transmisión se realiza según un modelo arbitrario de imposición y de inculcación (educación). También se inculca la selección arbitraria de ciertos significados que un grupo o una clase opera objetivamente en y por su arbitrariedad cultural.

Bourdieu considera que el ejercicio de la acción pedagógica es un acto de violencia que se enmascara tras el desconocimiento de su verdad social. En tanto que poder arbitrario de imposición que, por el solo hecho de ser ignorado como tal, se halla objetivamente reconocido como autoridad legítima, la autoridad pedagógica, poder de violencia simbólica que se manifiesta bajo la forma de un derecho de imposición legítima, refuerza el poder arbitrario que la fundamenta y que ella disimula.

El reconocimiento de de la legitimidad de la emisión, o sea, de la autoridad pedagógica del emisor, condiciona la recepción de la información y, más aún, la realización de la acción transformadora capaz de transformar esta información en formación.

Bibliografía

Dubet,F. (2012). Repensar la justicia social, Buenos Aires, Siglo XXI Editores.

Bourdieu, Pierre y Jean Claude Passeron (1970) La reproducción, elementos para una teoría del sistema de enseñanza, París, Minuit.

Bourdieu, Pierre (1979 ) La distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Madrid, Editorial Taurus.

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Revista Sociedad, nº 8, Buenos Aires.

Bourdieu, Pierre (2003) “El nuevo capital, introducción a una lectura japonesa de La nobleza de Estado” en Capital cultural, escuela y espacio social, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores Argentina.

Bourdieu, Pierre (2003) “Espacio social y espacio simbólico. Introducción a una lectura japonesa de La Distinción” en Capital cultural, escuela y espacio social, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores Argentina.

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Fitoussi, J. P. y P. Rosanvallon (2010). La nueva era de las desigualdades, Buenos Aires, Ediciones Manantial.

Giddens, A. (2002) “Estratificación y estructura de clase”, en Sociología, Madrid, Alianza Editorial

Marx, K. Y F. Engels (2000) Manifiesto Comunista, Karl Marx y Frederich Engels, Editorial el Aleph.

Rancière, J. (2007). El maestro ignorante, Buenos Aires, Libros del Zorzal.

Sautú, R. (2011) El análisis de las clases sociales: teorías y metodologías, Buenos Aires, Ediciones Luxemburg.

Referencias

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