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Tiempo de Adviento

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Academic year: 2021

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CENTRO

DE PASTORAL

LITÚRGICA

DE BARCELONA

Rivadeneyra 6,7. 08002 Barcelona

Tel. 93 302 22 35

Fax: 93 318 42 18

E.mail: cpl@cpl.es

Web: www.cpl.es

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ADVIENTO Y NAVIDAD

Sugerencias y materiales

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Dossiers CPL, 92

Centro de Pastoral Litúrgica

Barcelona

Este libro ha sido preparado por Josep Lligadas.

Incluye copia en disquete para adaptar su contenido a cada lugar (ver modo de uso en la página 158).

Con licencia eclesiástica

Primera edición: setiembre del 2001

Edita: Centre de Pastoral Litúrgica ISBN: 84-7467-764-5

D.L.: Z - 2.364 - 2001 Imprime: Cometa (Zaragoza)

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SUMARIO

Presentación... 7

ADVIENTO

Vivir el Adviento

El sentido del tiempo de Adviento (J. Lligadas) 11 Los cuatro prefacios del Adviento. Guía de teología y lidad (J. Aldazábal) 14

Adviento, tiempo mariano (Pablo VI) 22

Sugerencias y propuestas para el Adviento (J. Lligadas) ....23

Para la missa

El acto penitencial (P. Farnés) 29 El leccionario ferial de Advent (P. Tena) 32 Oración universal (J. Lligadas) 37 Un salmo para después de la comunión 48

Otras celebraciones

Celebración de apertura del Adviento (J. Aldazábal) 53

La “Semana Santa” que prepara la Navidad (J. Lligadas) ....58 Novena de Navidad (P. Farnés) 61

Celebraciones de la penitencia (J. Gomis) 70

Signos de Adviento

La corona de Adviento en la Iglesia, en la catequesis, en casa... 81El calendario de Adviento (P. Tena) 87

El belén (J. Lligadas) 89

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Vivir la Navidad

Navidad-Epifania (J. Aldazábal) 93 La fiesta de Navidad (G. Mora) 98

Navidad: la ternura de Dios (y del hombre) (J. Gomis) ....100 Navidad: Algunas observaciones (J. Lligadas) 103

La Navidad también es la cruz (J. Lligadas) 107

Para la missa

Octava de Navidad: sugerencias para la homilía (J. Lligadas)... 109 Oración universal (J. Urdeix) 113

La oración de la paz 126

Otras celebraciones y materiales

Oficio de lectura para antes de la misa de medianoche 129 Vigilia para antes de la misa de medianoche 132 La Calenda: el pregón de Navidad 137 Ante el belén (J. Lligadas) 139

Celebración del fin de año (J. Aldazábal) 142 Vigilia de fin de año (J. Lligadas) 145

Pregón de año nuevo 151

Noche vieja. Celebración cristiana en familia (J. Aldazábal) ....153 Anuncio de las fiestas del año 155

Otras publicaciones del Centro de Pastoral Litúrgica sobre Advien-to y Navidad 157

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PRESENTACIÓN:

UN LIBRO PARA EL ADVIENTO

Y LA NAVIDAD

Un deseo constante de esta colección de Dossiers CPL (como, por otra parte, de todo lo que se hace en el Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona) ha sido ofrecer materiales y sugerencias que ayuden a celebrar mejor los distintos tiempos litúrgicos. Para ello, hemos publicado distintos volúmenes con materiales y artículos para cada uno de los tiempos, y los hemos ido ampliando y renovando.

Ahora, dando un paso más en esta voluntad de servicio, iniciamos una reelaboración de este conjunto de libros para ofrecer, pensando muy directamente en las celebraciones eucarísticas de los días laborables y en otras celebraciones que sea conveniente organizar (porque para las misas dominicales ya está la publicación Misa Dominical), un conjunto de material actualizado y fácil de utilizar para las ocasiones más habituales de la vida parroquial o de otras comunidades de fieles. Y, además, con un añadido que ya ha sido ampliamente valorado en otros volúmenes de esta colección en los que se ha incluido: un disquete para permitir las adaptaciones necesarias y convenientes para cada lugar y situación.

El primero de estos nuevos libros de material para los tiempos litúrgicos reúne en un único volumen los tiempos de Adviento y de Navidad-Epifanía. Porque quizá se podría decir que no se trata de dos tiempos, sino de uno solo. Celebramos, a lo largo de estas seis o siete semanas, desde el primer domingo de Adviento hasta la fiesta del Bautismo del Señor, un único movimiento espiritual y sacramental: el Hijo de Dios que viene en medio de nosotros, que se hace carne de nuestra carne, y se nos manifiesta como luz y camino para todos. Las sugerencias y materiales que aquí ofrecemos quieren ayudar a vivir este «tiempo fuerte» de nuestro año cristiano, y esta «verdad fuerte» de nuestra fe: Dios es Dios-con-nosotros, y nosotros estamos llamados a vivir su vida divina, en el cielo nuevo y la tierra nueva que debemos realizar ya aquí y que él nos dará plenamente, un día, para siempre.

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Este libro sustituye a los dos de esta misma colección «Dossiers CPL» que ofrecían material para este tiempo: el nº 2, Adviento, y el nº 5, Navidad y Epifanía. Pero es conveniente recordar también otro libro de esta misma colección que recoge sobre todo materiales de reflexión para los dos tiempos. Es el nº 44, que lleva por título:

Celebrar la venida del Señor:

Adviento-Navidad-Epifanía

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Vivir el Adviento

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J. LLIGADAS

Adviento: el tiempo de la venida del Señor. Eso significa la palabra latina adventus: venida, advenimiento. Una palabra que se aplicaba especialmente a la llegada de algún personaje importante, y que ahora nosotros dedicamos al único personaje realmente importante, Jesús. Al inicio del año litúrgico, preparando la celebración de la Navidad, dedicamos unas semanas a contemplar esta venida: a esperarla, a desearla, a prepararla en nuestras vidas y, en definitiva, a celebrarla. Porque, ciertamente, al tiempo que anhelamos que venga el Señor, y nos queremos convertir para ser para él «un pueblo bien dispuesto», ya podemos también vivir la alegría de su presencia en nuestras vidas.

Porque esta venida del Señor no es la ficción de estar esperando como si fuésemos los hombres y mujeres del Antiguo Testamento que no habían visto aún al Mesías. Nosotros sí lo hemos visto, nosotros hemos conocido ya su venida en nuestra historia, hace dos mil años, en Belén. Pero esta venida histórica, que conmemoramos en la Navidad, deja en nosotros el anhelo de una venida más plena. Y por ello, decimos que el Adviento celebra una triple venida del Señor: en primer lugar, la histórica, cuando asumió nuestra misma carne para hacer presente en el mundo la Buena Noticia de Dios; en segundo lugar, la que se realiza ahora, cada día, a través de la Eucaristía y de los demás sacramentos, y a través de tantos y tantos signos de su presencia, comenzando por el signo de los hermanos, y de los hermanos pobres; y finalmente, en tercer lugar, la venida definitiva, al final de los tiempos, cuando llegará a plenitud el Reino de Dios en la vida eterna. Todo esto celebramos en el tiempo de Adviento. Y lo celebramos como en una gradación: primero, los primeros días, el interés principal se dirige hacia la venida definitiva al final de los tiempos, con la llamada a la vigilancia para estar bien dispuestos; luego, nos centramos más en la venida cotidiana, que vemos marcada por los anuncios del precursor Juan Bautista y su invitación a preparar el camino del Señor; y finalmente, sobre todo a partir del día 17 de diciembre, nuestra mirada se fija ya de lleno en la espera del nacimiento de Jesús en Belén, acompañados por la figura amorosa de María y también de su esposo José. Y todo ello, acompañado a lo largo de todo el tiempo por los oráculos de Isaías y de los demás profetas, que nos hacen vivir en constante actitud de gozosa espera.

La organización del tiempo de Adviento

El tiempo de Adviento es el más tardío de todos los tiempos litúrgicos: no existió hasta el siglo V o VI. La fiesta de Navidad nació a principios del siglo IV, y consta por primera vez en un calendario del año 354; la de la Epifanía, quizá algunos años antes. Y a partir de la existencia de esas fiestas, los cristianos quisieron dedicar un tiempo a su preparación. Un tiempo, sin embargo, que tuvo distintas extensiones y características según cada lugar, hasta que quedó fijado como ahora lo tenemos.

Actualmente, el tiempo de Adviento comienza el cuarto domingo antes de Navidad. Ello conlleva que no tenga siempre la misma extensión. Porque como el día de Navidad, el 25 de diciembre, no se corresponde con un día fijo de la semana, si resulta por ejemplo que la Navidad cae en domingo, entonces el Adviento comienza el 27 de noviembre y tiene cuatro semanas justas; y en cambio, si cae en lunes, entonces el cuarto domingo antes de la Navidad es el 3 de diciembre, y el Adviento tiene sólo tres semanas y un día. Entre estas dos fechas, por tanto, el 27 de noviembre y el 3 de diciembre, puede comenzar el Adviento.

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domingos, con la distribución de sus lecturas en tres ciclos:

– En el evangelio, el primer domingo de los tres ciclos está centrado en la venida definitiva del Señor al final de los tiempos, para realizar la plenitud de su Reino; el segundo y tercer domingo, el protagonista es Juan Bautista, que nos invita a preparar la venida del Señor; y el cuarto domingo, el evangelio nos presenta las escenas preparatorias del nacimiento de Jesús (el sueño de José, la anunciación, la visitación).

– En la primera lectura, leemos cada domingo textos de Isaías y de los demás profetas, que nos anuncian la obra del Dios salvador y la venida de su Mesías: los tres primeros domingos estas profecías evocan las grandes esperanzas de Israel, mientras que el cuarto, en sintonía con el evangelio, presentan las promesas más directas del nacimiento del Hijo de Dios.

– Y finalmente, están los textos de la segunda lectura, tomados de san Pablo o de las otras cartas apostólicas, que nos exhortan a preparar y a vivir la venida del Señor.

Además de las lecturas de los domingos, cabe destacar también la gran riqueza del leccionario ferial marcado por las dos grandes etapas en las que se divide el tiempo: hasta el 16 de diciembre hablando de forma más general de la venida del Señor, y a partir del 17 de diciembre, preparando más directamente el nacimiento de Jesús. De las características del leccionario ferial se habla más extensamente en las páginas 32-36.

Un tiempo de gracia

El Adviento es un tiempo de gracia. Todos los tiempos lo son, desde luego, pero este quizá tiene un particular tono de calidez humana y cristiana que nos lo hace especialmente próximo. La promesa de salvación de Dios se encuentra con lo más valiosas y auténticas esperanzas humanas, y su fruto es el Reino que se abre paso en medio de nosotros.

Merece la pena aprovechar y vivir este tiempo. Las sugerencias y materiales de estas páginas intentarán ayudar a ello, así como también otros materiales y libros de los que damos noticia en la página 157.

Personajes especialmente queridos nos acompañan en el trayecto: el profeta Isaías, el precursor Juan Bautista, los últimos patriarcas como Zacarías, Isabel, José... y, sobre todo, naturalmente, María, en este tiempo que, como dice el papa Pablo VI en el bello texto que publicamos en la página 24, merece la pena dedicarle, porque resulta más adecuado que cualquier otra época del año.

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Guía de teología y espiritualidad

J. ALDAZÁBAL

El tiempo de Adviento está dividido en dos partes bastante definidas. La primera, hasta el 16 de diciembre, y la segunda, del 17 al 24 de diciembre.

Hasta el día 16 la perspectiva es más bien escatológica: los textos miran más allá de la Navidad, hacia la última manifestación del Señor, al final de los tiempos. Del 17 al 24, en la llamada “semana santa de la Navidad”, nos centramos en la preparación próxima de la celebración festiva de la Navidad.

Esta división se nota también en los prefacios:

– los prefacios I y III se van alternando en la primera parte del Adviento, hasta el día 16; – los prefacios II y IV son propios de los días preparatorios de la Navidad, a partir del día 17 de

diciembre.

Los prefacios de la primera parte del Adviento

Los dos prefacios de la primera parte del Adviento nos resumen muy bien el sentido de este tiempo y la actitud espiritual con la que somos invitados a vivirlo.

El I nos hace ver la diferencia entre las dos Venidas de Cristo: la histórica hace dos mil años y la escatológica al final de los siglos. El III también se centra en la venida última de Cristo, en un día que será terrible y glorioso a la vez.

Prefacio I: las dos venidas de Cristo … por Cristo nuestro Señor. Quien al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne,

realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación.

Para que cuando venga de nuevo, en la majestad de su gloria,

revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.

Por eso con los ángeles…

Este prefacio dirige nuestra atención a la última venida de Cristo, comparándola con la histórica de hace dos mil años.

La primer venida de Cristo, en Belén, fue “en la humildad de nuestra carne”. La segunda será “en la majestad de su gloria”.

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En la primera, Cristo “realizó el plan de redención trazado desde antiguo”. En la segunda, revelará ya “la plenitud de su obra”.

En la primera “nos abrió el camino de la salvación”. En la segunda podremos “recibir los bienes prometidos”.

Las antítesis son literariamente hermosas y poderosas en contenido. Se trata de dos momentos fuertes de una única Historia de Salvación. El elemento común es la “venida”: “al venir por vez primera”, “cuando venga de nuevo”. O sea, el “adviento”, el “advenimiento”. En el tiempo intermedio hay un proceso de crecimiento y maduración. Lo que empezó en la primera venida llegará a su plenitud en la segunda.

¿Y cuál es la actitud cristiana para estas semanas? La “vigilante espera”. “Esperanza”, porque estamos seguros de que lo que empezó se llevará a término (“confiamos alcanzar”). Y “vigilancia”, porque no sabemos cuándo se manifestará Cristo y porque es urgente realizar esta tarea de crecimiento y maduración que él nos ha encomendado.

La Eucaristía es la condensación de toda la Historia de la Salvación: en ella está siempre presente la tensión entre la primera y la segunda venida de Cristo. Recordamos y realizamos lo que él nos encomendó (“haced esto en memoria mía”), “mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Señor Jesucristo”, y clamamos “ven, Señor Jesús”. Así, la misa es una celebración diaria del Adviento.

Prefacio III: Cristo, Señor y Juez de la historia … Padre todopoderoso,

principio y fin de todo lo creado. Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo,

Señor y Juez de la historia,

aparecerá, revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo.

En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo

y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva.

El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro

en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe

y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino…

También este prefacio nos hace elevar la mirada al día de la manifestación final de Cristo.

Dios Padre es el Señor de la historia, principio y fin de todo. Él es el que ha establecido el tiempo de la plenitud en que vino su Hijo a nuestra familia humana, y el que también ha pensado cuándo será la vuelta gloriosa del mismo Jesús como Juez de vivos y muertos.

El día final será a la vez “terrible y glorioso”. El que ahora viene humilde en Belén, vendrá entonces en gloria. Y “pasará la figura de este mundo”, para dejar paso a “los cielos nuevos y la

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tierra nueva”.

Pero entre el ayer de Belén y el mañana de la parusía está el hoy de nuestra vida de cada día. Y aquí también “viene” Cristo Jesús a nosotros: “viene a nuestro encuentro en cada hombre (¿hubiera sido mejor traducir “en cada persona”?) y en cada acontecimiento”. Nuestra acogida de su venida en este Adviento debe ser de fe y amor: “para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio”. El mejor testimonio de que creemos verdaderamente en el Enviado de Dios es que vivamos en la caridad y en esperanza gozosa.

Los prefacios de la segunda parte del Adviento

En la segunda parte del Adviento, a partir del 17 de diciembre, son los prefacios II y IV los que – junto con las lecturas y las demás oraciones– nos ayudan a celebrar con las actitudes justas la cercanía de la Navidad.

Prefacio II: la doble expectación de Cristo …por Cristo nuestro Señor.

A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo

y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría

al misterio de su nacimiento,

para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza. Por eso con los ángeles…

El prefacio II nos ayuda a prepararnos más próximamente a la fiesta de la Navidad, presentándonos los tres personajes que más intensamente vivieron la espera de la Venida: Isaías, el Bautista y la Virgen María.

El tema fundamental de estos últimos días del Adviento –también en las lecturas– es la preparación a la Navidad. Así, el prefacio se centra en la venida histórica y su “misterio”, que celebraremos gozosamente en la Navidad.

Esos tres personajes concretan toda la espera y la acogida del Señor:

– los profetas, en especial Isaías, que “anunciaron” su venida. En las lecturas proclamamos de nuevo su anuncio. Ciertamente es todavía actual todo el mensaje de confianza, renovación y estímulo que vibra en sus páginas, porque todavía no se ha cumplido del todo el programa de salvación que proponían;

– la Virgen María, que le “esperó con inefable amor de Madre”. Es el mejor modelo del Adviento. La mejor maestra de la espera. Además de la fiesta de la Inmaculada, hacia el inicio del Adviento, hay un tono claramente mariano en los últimos días antes de la Navidad;

– y por fin Juan el Bautista, que “lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres”. La voz del Precursor invitando urgentemente a la conversión, al cambio de mentalidad, se hace oír repetidas veces en estos días. Y nos convoca a todos, también ahora, a la tarea de preparar los caminos del Señor.

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Además de las actitudes sugeridas por estos tres personajes típicos del Adviento, este prefacio señala otras ideas muy sustanciosas:

– es el mismo Señor el que “nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento”, de modo que no somos nosotros los que nos ponemos en marcha, sino que aún en nuestra preparación, la iniciativa la tiene el mismo Señor;

– la Natividad es el “misterio de su nacimiento” que se hace presente. No nos preparamos a una cosa pasada, sino a su “misterio”, a la actualización sacramental de la venida de Cristo, “para encontrarnos, cuando llegue…”;

– la postura espiritual del cristiano en Adviento se completa con otros aspectos: si el primer prefacio había señalado la “vigilante espera” como la actitud justa, ahora se habla de “prepararnos con alegría”, “velando en oración”, “cantando su alabanza”. Así aparecen con fuerza las diversas dimensiones del espíritu del Adviento: una espera de la Navidad y su misterio, llena de alegría pero también de vigilancia atenta, comprometida en una preparación activa, a la vez que ambientada en la oración y en la alabanza de Dios.

El Adviento sigue siendo escuela de esperanza, una virtud fundamental para los cristianos. Como dijo el liturgista Odo Casel, “la forma de ser cristiana es el Adviento”.

Prefacio IV: María, nueva Eva

Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el misterio de la Virgen Madre.

Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno virginal de la hija de Sión ha germinado aquel que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz.

La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres,

la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva.

Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo, nuestro Salvador.

Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cristo, unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos el himno de tu gloria.

La alabanza a Dios se centra en la figura de María, la Madre del Mesías.

La antítesis entre Eva y María nos ayuda a entender mejor la gracia que Dios nos hace y nuestra respuesta en esta próxima Navidad:

– al principio fue la ruina, por culpa del “antiguo adversario”, el demonio; ahora nace del seno de María, “la hija de Sión”, el que nos salva y nos trae la paz, el que nos nutre con el pan de los ángeles;

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– Eva nos arrebató la gracia, faltando al mandato de Dios, y María nos la devuelve, porque ha sabido responder con su “sí”, en nombre de toda la humanidad, al don de Dios: “hágase en mí según tu palabra”;

– donde la maternidad empezó envuelta en pecado y muerte, ahora es redimida y se abre al don de una vida nueva;

– y si creció el pecado, ahora se ha desbordado la misericordia de Dios, que nos envía a su Hijo, nuestro Salvador.

Retrato del Adviento y de la actitud de acogida

Los cuatro prefacios nos hacen una especie de retrato, tanto de lo que celebramos como de las actitudes con que lo hacemos:

– celebramos la venida de Cristo Jesús: la que ya es historia, porque vino a Belén hace dos mil años; la que sucederá al final de los tiempos; la que sucede diariamente “en cada persona y en cada acontecimiento”;

– ese Cristo Jesús que vino humilde volverá en poder y gloria; el que nos abrió el camino a la esperanza, nos llenará de plenitud;

– y así, la historia va caminando, en un perpetuo Adviento, hacia el final de los siglos, cuando pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva, que con la venida histórica de Jesús sólo quedaron inaugurados e iniciados;

– tenemos unos buenos modelos para la espera y la acogida de ese Cristo Jesús: ante todo, su Madre, María; el profeta Isaías, representante de todos los demás, y Juan, el precursor, señalándolo e invitando a seguirlo;

– también quedan apuntadas las actitudes con las que deberíamos vivir el Adviento: la vigilante espera, la alegría, la fe y el amor, velando en oración y cantando la alabanza de Dios.

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ADVIENTO, TIEMPO MARIANO

PABLO VI

(Marialis Cultus, 3-4) Durante el tiempo de Adviento, recordamos frecuentemente en la liturgia a la Santísima Virgen. Aparte de la solemnidad del día 8 de diciembre –en que se celebran conjuntamente la Inmaculada Concepción de María, la preparación radical a la venida del Salvador y el feliz comienzo de la Iglesia, hermosa, sin mancha ni arruga, la tenemos presente sobre todo en los días feriales desde el 17 al 24 de diciembre, y singularmente el domingo anterior a la Navidad, en que se leen las antiguas voces proféticas sobre la Virgen María y el Mesías, así como los relatos evangélicos referentes al nacimiento inminente de Cristo y del precursor.

De este modo, los fieles, que trasladan de la liturgia a la vida el espíritu del Adviento, al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo, se sienten animados a tomarla como modelo y a prepararse, vigilantes en la oración y jubilosos en la alabanza, para salir al encuentro del Salvador que viene.

Queremos, además, señalar cómo la liturgia del Adviento, uniendo la espera mesiánica y la espera del glorioso retorno de Cristo al admirable recuerdo de la Madre, presenta un feliz equilibrio a la hora de expresar el culto. Equilibrio que puede ser tomado como norma para impedir todo aquello que tiende a separar, como sucede en algunas formas de piedad popular, el culto a la Virgen de su necesario centro de referencia, Cristo.

Resulta así que este período, como han observado los especialistas en liturgia, puede ser considerado como un tiempo particularmente apto para rendir culto a la Madre del Señor: orientación que confirmamos y deseamos ver acogida y seguida en todas partes.

SUGERENCIAS Y PROPUESTAS

PARA EL ADVIENTO

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J. LLIGADAS

El Adviento es un tiempo especialmente agradable. Después del largo período del tiempo ordinario, gusta encontrarse con la novedad de empezar algo diferente, y experimentar el empuje espiritual que esta novedad aporta.

Pero también es agradable por más motivos. Lo que significa el Adviento y la espiritualidad que invita a vivir están en un nivel muy cercano a la realidad humana, a la vida de cada día: son, en el fondo, una invitación a vivir nuestra realidad (la de cada uno de nosotros y la del mundo entero) de una manera atenta, intensa, con objetivos. El Adviento nos dice: eso que vivimos, y eso que viven nuestros hermanos, hombres y mujeres de todas partes, no es sólo lo que nosotros vemos, o hacemos, o deseamos; es, también y sobre todo, lo que vive, y hace, y desea, Dios mismo. Porque Dios viene a esta historia y se implica en ella, la vive con nosotros, y le pone delante, como objetivos, sus mismos objetivos. Y ya sabemos cuáles son los objetivos de Dios: la luz para todo el mundo, el amor para todo el mundo, la vida para todo el mundo.

TRES PREVIAS

Primera previa: El Adviento es un tiempo que necesita ser saboreado, que debe impregnar el

alma. Es un tiempo que no puede ser seco, que ha de contener una punta viva de emoción y de sentimiento. Sacerdotes, diáconos, monitores, lectores, cantores, equipos de liturgia... necesitan muy especialmente tener espacios (individuales o colectivos) para gustar las lecturas de la misa (dominicales y diarias), o la liturgia de las horas, o un libro adecuado... para ejercer bien su misión.

Segunda previa: Desde el primer domingo de Adviento, e incluso antes, el ambiente navideño se

respira por todas partes: la televisión, las tiendas, las calles... ponen en marcha el frenesí navideño. En este contexto, de poco sirve ponerse en plan fustigador; más bien lo útil será ayudar a discernir. Y valorar todos los buenos elementos que hay detrás de todo esto, recordar la llamada de Jesús, alegrarse de esta llamada, invitar a vivir el ambiente con signos cristianos (por ejemplo, enviando felicitaciones o llevando regalos a aquellos que no los tendrían, o promoviendo algún proyecto solidario mediante aportaciones de muchos...). E invitando a luchar para no dejarse atrapar (y, aquellos que tienen hijos pequeños, ayudándoles a que no queden excesivamente atrapados) por todo lo que de perverso hay en este ambiente. Y, finalmente, combatir el falso “espíritu navideño” consistente en simular que no hay conflictos ni en casa ni en el mundo (ver página 107).

Tercera previa: La venida del Señor es la respuesta que Dios da a la situación de este nuestro

mundo. El Señor nos invita a dirigir la mirada hacia él, y a prepararle el camino. Porque la venida del Señor no es una transformación mágica: él viene para estar con nosotros, para hacer que caminemos hacia él y para hacer caminar a la humanidad hacia él. Deberemos hablar de la salvación de Dios que viene a nosotros mirando muy de cerca a nuestro mundo, y sintiendo como propias las angustias que en él se viven (la vida dura para muchos en nuestro país, la vida durísima para muchos en el Tercer Mundo) y también las esperanzas que avanzan (promovidas por cristianos o por quienes no lo son: ¡son todas presencia del Señor!). Él viene, y su presencia se nota en todo amor que actúa, y su presencia es llamada a la plenitud que tan sólo Él puede dar.

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1. La ambientación de la Iglesia. Que, al entrar, todo el mundo note que iniciamos un tiempo

nuevo. Eso, como dice el refrán, “vale más que mil palabras”. Un póster grande y visible con una frase alusiva (“¡Ven, Señor Jesús!” u otra semejante), austeridad en las flores (mejor una ornamentación de sólo plantas) y en las luces, un gran paño morado (o verde, por la esperanza) colgado del techo, una música que al entrar invite ya a la oración (el gregoriano es ideal para este tiempo)...

2. Los cantos. Un elemento clave para dar el tono de las celebraciones es el tipo de cantos que se

escogen. Cada tiempo litúrgico tiene sus cantos propios, que el solo hecho de cantarlos hace penetrar ya en la sintonía del tiempo. De modo que habría que procurar cantar cantos muy propios de Adviento. De un modo especial, eso vale para el canto de entrada: un canto de entrada largo, que se repita los cuatro domingos, ayudará mucho a situar la celebración desde el principio; en este sentido, sería deseable aprender el canto de entrada de Adviento (“A ti, Señor, levanto mi alma”) propuesto por la Comisión de la Liturgia de la Conferencia Episcopal Española; pero, naturalmente, si no se sabe este, se puede cantar cualquier otro canto significativo de este tiempo. Recordemos también que en el Adviento se suprime el Gloria. Y que sí se canta el Aleluya, aunque, si disponemos de dos melodías, bueno será guardar la más vibrante para la Navidad y utilizar ahora la más sencilla.

3. La corona de Adviento. Este rito, importado del norte de Europa, se ha ido introduciendo en

nuestras celebraciones con buen acierto y contribuye a resaltar la peculiaridad de este tiempo. Se trata, como se sabe, de una corona con ramas verdes que se sitúa junto al ambón o en otro lugar adecuado, y en el que se fijan cuatro velas vistosas. También puede utilizarse la imaginación y crear algún otro tipo de soporte para las velas, siempre que sea digno y agradable. Al empezar la misa, se enciende el número de velas correspondiente a aquel domingo (el primero una, el segundo dos...). Pueden hacerlo cada domingo personas distintas: un matrimonio, un niño, una religiosa, el celebrante... (Ver página 81).

4. La homilía. El Adviento es esperanza, agradecimiento, oración confiada, alegría ante el Señor

que se acerca a nosotros. Es, también, reconocimiento de que necesitamos su salvación porque nosotros somos débiles y porque el mundo es también débil, con mucho dolor e injusticia. Y es, finalmente, cambio en el corazón y en las actitudes ante la vida, para que el Señor nos encuentre preparados para recibir su salvación y para colaborar con él en su obra salvadora. La predicación será, por tanto, intensa, convencida, vital... y, muy especialmente, amable.

5. Un salmo después de comulgar. Para ayudar al clima de oración propio de este tiempo, puede

introducirse la práctica de rezar, después del silencio de la comunión y antes de la poscomunión, un salmo, entero o en parte. Puede recitarlo un lector (sin introducción, sin que la asamblea se una con ninguna antífona, y sin gloria final: la asamblea se une con su silencio), o puede recitarlo toda la asamblea. Publicamos algunos en la página 48, y se encuentran más en el librito de la colección “Celebrar” titulado Oraciones para después de comulgar.

6. Repartir algún recuerdo-plegaria. Para marcar el primer domingo de Adviento, se podría

distribuir una estampa sencilla (media cuartilla hecha con fotocopia), con una frase que diga “Adviento 2001” (o el año que sea) y el texto de la primera lectura de este día, que en los tres ciclos es siempre un texto de mucha fuerza.

7. La Virgen María y san Juan Bautista. El Adviento es un tiempo mariano, sobre todo en la

segunda parte (desde el día 17). El domingo cuarto de Adviento conviene que haya en el presbiterio, convenientemente resaltada, una imagen de María madre; también podría estar colocada todos los domingos. E igualmente, los domingos segundo y tercero podría destacarse una imagen o un póster de Juan Bautista.

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8. La misa diaria. La misa diaria, con su tono más pacífico, puede ayudar a saborear más este

tiempo: el saludo, las invocaciones del acto penitencial, la oración de los fieles tendrían que escogerse adecuadamente; una breve homilía ayudará a ir viviendo lo que este tiempo significa; rezar un salmo después de la comunión...

9. El rezo de Laudes o Vísperas. Una forma de destacar el clima de oración puede ser introducir

en este tiempo el rezo de Laudes o Vísperas, en la forma que resulte más adecuada: los domingos o los días laborables, como una celebración independiente o unidos a la misa, en una misa o en todas... En cada lugar se verá lo más conveniente. En la antes mencionada colección “Celebrar” se encuentran libritos para facilitar este rezo en común.

10. Un encuentro de oración. Puede ser una buena oferta invitar a un encuentro de oración

durante este tiempo. Se podría realizar de dos maneras. Una, como el inicio de un encuentro períodico todo el año: por ejemplo, fijarlo definitivamente el primer y tercer miércoles de cada mes. Otra, como una invitación más intensiva sólo para este tiempo, por ejemplo una vez a la semana. En todos los casos hay que avisar la hora de empezar pero también la de acabar (media hora puede ser una buena duración), y ser fiel a ello. La plegaria puede consistir en algún salmo, alguna lectura bíblica, algún texto de reflexión, espacios de silencio, algún canto si se puede... Aunque venga poca gente, será útil.

11. Una catequesis sobre Isaías. El tiempo de Adviento es el tiempo de los oráculos mesiánicos,

sobre todo de Isaías. Los leemos cada domingo y también los días laborables. Por eso, se podría pensar en convocar (mejor diversas parroquias juntas) algunos encuentros de catequesis sencilla repasando estos oráculos. Estaría bien leer los textos (más extensamente de como figuran en el leccionario), comentar la época (de los tres autores de Isaías) y el sentido primitivo, ver el sentido mesiánico y el sentido cristiano, hacer alguna aplicación... No hace falta una exposición de especialista, basta con una presentación hecha por alguien que se lo haya preparado leyendo alguna introducción (por ejemplo, Adviento y Navidad en Isaías, de la colección Emaús), o incluso las notas exegéticas de la revista Misa Dominical de los tres ciclos.

12. Retiros y encuentros de reflexión. Otra posibilidad: organizar un retiro de una tarde o una

mañana. Y otra, un encuentro de reflexión sobre las angustias y esperanzas de nuestro mundo, u otro tema similar.

13. Resaltar la segunda parte del Adviento. El 17 de diciembre comienza la segunda parte del

Adviento, “la semana santa que prepara la Navidad”. Se puede resaltar de distintas maneras según los lugares, las posibilidades y las cos-tumbres. En las páginas 58-69 se ofrecen varias posibilidades en este sentido.

14. La colecta para los pobres. La colecta que se acostumbra a hacer a finales de Adviento para

los pobres (y que puede tomar distintas formas según los lugares) es una de las grandes tradiciones de este tiempo, y conviene darle relieve. Porque esta es una de las mejores maneras de recibir al Señor, que se manifiesta en el rostro de los abandonados de este mundo.

15. Y en casa. Habría que sugerir, en las celebraciones litúrgicas, la importancia de que en casa se

note también el tiempo de Adviento. Colocar la corona de Adviento en casa y encender las sucesivas velas mientras se reza una oración o se canta un canto (adecuándolo en función de si hay niños pequeños o no) es una práctica encomiable (ver página 81). También, bendecir la mesa. Y, en la última semana, preparar el belén (ver página 89).

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Para la misa

EL ACTO PENITENCIAL

P. FARNÉS LUNES

Somos pecadores, hemos abandonado al Señor; purifiquémonos, pues, de nuestras malas acciones y quedaremos blancos como la nieve.

– Oh Sabiduría que brotaste de los labios del Altísimo y vienes a mostrarnos el camino de la salvación. SEÑOR, TEN PIEDAD

– Oh Pastor de la casa de Israel, que vienes a librarnos con el poder de tu brazo.

CRISTO, TEN PIEDAD

– Oh renuevo del tronco de Jesé que vienes a salvar a todas las naciones. SEÑOR, TEN PIEDAD

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MARTES

Arrepentidos de nuestros pecados, pidamos al Señor que renueve la vida de su pueblo para que con su venida nos llenemos de gozo y de paz.

– Tú que descendiste del cielo para traernos el perdón del Padre, SEÑOR, TEN PIEDAD

– Tú que vienes a visitarnos, para que en tu presencia encontremos la paz, CRISTO, TEN PIEDAD

– Tú que volverás con gloria al fin de los tiempos para pedirnos cuenta del trabajo que nos encomendaste,SEÑOR, TEN PIEDAD.

MIÉRCOLES

Vendrá el Señor, iluminará lo que esconden nuestras tinieblas y perdonará lo que merecían nuestros pecados; con espíritu humillado y contrito pidamos perdón.

– Gran profeta que vienes a renovar Jerusalén. SEÑOR, TEN PIEDAD

– Resplandor de la luz eterna, que vienes a iluminar a todos los hombres. CRISTO, TEN PIEDAD

– Deseado de las naciones, que vienes a salvar a los que están perdidos, SEÑOR, TEN PIEDAD

JUEVES

Humillémonos, hermanos, bajo la poderosa mano de Dios que él, en el día de su venida, nos levantará y nos perdonará:

– Tú que vienes con gran poder, SEÑOR, TEN PIEDAD

– Tú que purificas el mundo con el fuego de tu Espíritu, ¿Cristo, ten piedad! R/. Cristo... – Tú que vienes para crear un cielo nuevo y una tierra nueva, SEÑOR, TEN PIEDAD

VIERNES

“No temas, pueblo mío, que vengo a redimirte; con amor tierno te amé y por eso quiero prolongar mi misericordia contigo; conviértete, pues, a mi de todo corazón”, dice el Señor. En silencio, acerquémonos a él.

– Luz del mundo, que vienes a iluminar a los que viven en las tinieblas del pecado,

SEÑOR, TEN PIEDAD

– Buen Pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y de la justicia. CRISTO, TEN PIEDAD

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fango, SEÑOR, TEN PIEDAD

SÁBADO

Convirtámonos, hermanos, y llevemos una vida honrada y religiosa, mientras esperamos la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro.

– Enviado del Padre para anunciar la Buena Noticia a los pobres, SEÑOR, TEN PIEDAD

– Mensajero de la paz, Luz del mundo, Deseado de las naciones, CRISTO, TEN PIEDAD

– Hijo de David, que volverás un día para dar cumplimiento a las promesas del Padre,

SEÑOR, TEN PIEDAD

EL LECCIONARIO FERIAL DE ADVIENTO

P. TENA

El leccionario ferial de Adviento es una de las secciones del Ordo Lectionum Missae en las que se advierte un mayor deseo de sistematización catequética. Su confección no tuvo, como en el caso de la Cuaresma, un leccionario ferial precedente. Tampoco, como en el caso de la Cincuentena

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pascual, tuvo posibilidad de elegir dos libros típicamente propios del tiempo, como son los Hechos de los Apóstoles y el evangelio de Juan. De ahí que la realización concreta del leccionario de Adviento depende, en gran parte, de una sistematización previa. Este hecho justifica el interés de un análisis interno de los textos de estas cuatro semanas, a fin de poder preparar con una visión de conjunto coherente las homilías feriales de este período (en el cual la homilía cotidiana está especialmente recomendada; cf. Ordenación General del Misal Romano, n. 42).

La estructura básica del Adviento

Una de las peculiaridades del tiempo de Adviento, como estructura litúrgica, es la mezcla que se produce entre la organización del ritmo semanal y la celebración de la Navidad en día fijo. Esto tiene como consecuencia que la duración del tiempo de Adviento puede oscilar entre tres y cuatro semanas completas (según que el día 25 de diciembre coincida con un lunes o con un domingo). Esta flexibilidad incide directamente en la utilización del leccionario ferial; las perícopas de la tercera semana de Adviento raramente son leídas en su totalidad.

Otra pecularidad del tiempo de Adviento es su doble carácter de celebración de la Venida (adventus) del Señor: la Venida como realidad presente y en trance de plenitud, y la Venida como realidad histórica que tuvo su comienzo en el nacimiento de Jesús. Estas dos dimensiones se entrelazan continuamente en los textos de Adviento (especialmente en la parte eucológica y en los cantos; de ahí la importancia de atender también a estos textos y no sólo a las perícopas bíblicas, para captar el sentido de estas celebraciones en conjunto). Sin embargo, existe un tiempo claramente dedicado a preparar la Navidad: son los días que van del 17 al 24 de diciembre por la mañana. Es una especie de “santa semana” a nivel de Navidad, donde todo queda concentrado en el tema del nacimiento de Jesús. Estos ocho días forman un conjunto muy definido dentro de la misa y de la liturgia de las horas; de ahí que, en el momento de examinar el leccionario haya que hablar claramente de dos partes: desde el primer domingo de Adviento hasta el día 16 de diciembre, y del 17 al 24.

Esta brevísima sínstesis del tema de la Venida-Presencia de Dios entre los hombres, centrada históricamente en la Encarnación-Misterio pascual de Cristo, es suficiente aquí y ahora para dar un elemento de unidad a toda la multiforme variedad de los aspectos que aparecen en la liturgia del Adviento: la esperanza, la resonancia de la historia de Israel, la alegría profunda y contenida, las figuras de la historia de Jesús, los anuncios apocalípticos de victoria... En un lenguaje más elaborado, diremos que todo el sentido escatológico de la fe cristiana –enraizada en lo que ya es realidad, y tensa hacia lo que ha de ser la plenitud–, todo lo que es esfuerzo legítimo y profundamente humano en favor de un cielo nuevo y una tierra nueva, que, no obstante, han de ser el don de Dios (2Pe 3,13), tienen en el tiempo de Adviento su momento propio de expresión, de vibración y de potenciación.

Primera etapa del leccionario ferial: Isaías

Bajo este título, y simplificando el proceso, incluímos los días que van desde el lunes de la primera semana hasta el miércoles de la segunda. El motivo de poner en primer plano al profeta Isaías es el hecho de que, sin duda, la lectura de Isaías es la lectura determinante durante estos días en cada celebración. Es éste un caso único prácticamente en la liturgia; las perícopas evangélicas son escogidas claramente en función de la primera lectura. Y para esta se escogen una serie de textos de las primeras secciones del libro de Isaías (no es una lectura continua, ni propiamente semicontinua, sino más bien una lectura por temas). Es bien conocida la atención preferente que merece Isaías en la liturgia de Adviento, en cuanto profeta del Emmanuel, del Apocalipsis, del retorno al pueblo por nuevos caminos, de la gloria de la nueva Jerusalén... No es extraño, pues, que se le dé este lugar preferente en la celebración ferial –como lo tiene en la

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dominical, y en las lecturas del oficio–-. El movimiento interno de las dos perícopas en cada celebración de esta primera etapa es la siguiente: Isaías propone el tema mesiánico; este es comentado por el salmo, y el evangelio nos da la realización, en Jesucristo, del anuncio profético. Esquematizando un poco, y cediendo a la sistematización, podemos decir que los tres primeros días de Adviento son como la presentación de las tres grandes realidades mesiánicas: el pueblo mesiánico, el Mesías, y los signos mesiánicos. La clave escatológica está clara.

La segunda parte de la semana continúa con la misma dinámica pero la inflexión de los temas se hace ahora en relación con las actitudes de los hombres. Continuando la sistematización, podemos agrupar las tres ferias alrededor del tema de la fe: ¿cuáles son las actitudes y las motivaciones del hombre que espera y acepta la Venida del Señor?

Los tres primeros días de la segunda semana de Adviento prosiguen con la misma tónica. Se advierte también un mismo tema: la Presencia de Dios entre los hombres.

Segunda etapa del leccionario ferial: Juan el Bautista

A partir de las lecturas del jueves de la segunda semana, el esquema vigente hasta este momento desaparece. La lectura que marcará el ritmo temático será ahora la evangélica, y todas las que se leerán hasta el día 16 de diciembre serán escogidas en función de su referencia del Bautista. Si tenemos en cuenta que los evangelios dominicales del segundo y tercer domingo del Adviento se refieren, en todos los ciclos, a la persona y a la predicación del Bautista, podremos llegar a la conclusión de que estamos en un verdadero “tiempo’ del Bautista.

Las lecturas proféticas continúan procediendo mayoritariamente de Isaías, aunque se leen también otros libros. En algunos casos, la primera lectura parece haber sido escogida en función del evangelio correspondiente. Pedagógicamente, la predicación ferial debería centrarse durante estos días en la perícopa evangélica.

Quizá convenga tener en cuenta una observación general para la predicación de este ciclo de Juan: se trata de una predicación de contraste; esto es, de una predicación en la que constantemente se plantea a la vez el valor de Juan y la superioridad de Jesús. Por parte de las actitudes de los hombres ante ellos, en cambio, hay una identidad. Situados en la perspectiva del Adviento, esto supone una predicación que plantea el sentido de todo lo que son preparaciones a la Venida del Señor –la predicación y el testimonio, la actividad liberadora en favor de los hombres, etcétera– en función del único que salva en verdad que es Cristo; igualmente, supone una exhortación a la vigilancia para captar los signos de la Venida, a la esperanza a causa de la promesa, a la alegría por la Presencia, a la sencillez de espíritu para mantenerse disponible a las intervenciones de Dios.

Tercera etapa del leccionario ferial: preparación de Navidad

Con el día 17 de diciembre empieza la segunda parte del Adviento. Como he indicado antes, se trata de ocho días en los que todos los textos litúrgicos están centrados en la preparación de Navidad. El elemento profético-histórico es el núcleo de esta liturgia. La Venida histórica de Dios entre nosotros, en Jesucristo, ha sido la respuesta definitiva a una larga esperanza; la cual, por otra parte, va afirmándose en el presente tiempo de la Iglesia con el gozo y la vivencia de lo que ya es, a la vez que con la tensión hacia aquello que está todavía por ser del todo.

Durante esos días, tanto en la misa como en la liturgia de las horas, se despliegan una serie de textos, llenos de riqueza bíblica y de lirismo poético que acompañan a los fieles y les preparan para conmemorar de nuevo el hecho del nacimiento de Jesús, plenitud de la historia de la salvación. Sería aconsejable que los fieles, durante esta semana, prestaran una peculiar atención a

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los textos litúrgicos. He aquí algunas de las características más destacadas:

En el leccionario de la misa, desde el día 17 hasta el 24, se leen en forma paralela textos del Antiguo y del Nuevo Testamento referentes al nacimiento de Jesús. El itinerario se hace a partir de las dos secciones de evangelios de la infancia que nos ofrecen respectivamente san Mateo y san Lucas (es sabido que, en los demás evangelios, no se habla de la infancia de Jesús). Primero es san Mateo –días 17 y 18– con la lectura de su capítulo 1: el origen de Jesús, en el proceso de las generaciones de Israel, y el hecho maravilloso realizado en María. Los textos del Antiguo Testamento son las profecías del Génesis sobre el poder de Judá entre las tribus, y el anuncio profético de Jeremías: “El Señor-nuestra-justicia”. Luego empiezan las entrañables escenas del evangelista san Lucas, con su buscado paralelismo entre Juan y Jesús: anuncio de Juan, recibido con recelo por su padre (día 19) y anuncio de Jesús recibido con fidelidad por su madre (día 20); encuentro misterioso y salvífico entre Juan y Jesús, en la visitación de María (día 21); cántico de María (día 22); nacimiento de Juan (día 23), con el cántico de Zacarías (día 24). Los textos del Antiguo Testamento son particularmente expresivos: anuncios de Sansón, del Emmanuel (“Dios-con-nosotros”), el mensajero-Elías... Leyendo estos textos se revive espiritualmente el camino de la historia santa, al tiempo que se contempla –en el peculiar lenguaje de los evangelios de la infancia– el sentido del cumplimiento de toda ella que tiene el nacimiento de Jesús.

Y, aunque será ir más allá del comentario del leccionario, podemos señalar también que en estos días, en la liturgia de las horas, el elemento más destacado son las conocidas antífonas del Magníficat que empiezan todas con la invocación de uno de los títulos de Cristo: Oh Sabiduría, Oh Adonai, Oh llave de David y Cetro de Israel, Oh Sol que naces de lo alto..., Oh Emmanuel. Son unas magníficas plegarias para destacar en la persona de Jesús las características familiares al hombre de la Biblia. Otro elemento, en la liturgia de las horas, son algunas antífonas significativas del cántico de Zacarías, especialmente la del día 23: “Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María”. ¡La Navidad está aquí!

ORACIÓN UNIVERSAL

J. LLIGADAS

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LUNES

Mientras esperamos la venida definitiva del Señor, cuando acogerá en su Reino a toda la humanidad redimida, oremos para que su amor, su paz, su luz, transformen ya ahora nuestras vidas y las de todos nuestros hermanos. Oremos diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

1. Para que llegue un día en que todos los hombres y mujeres de toda la tierra, puedan vivir en paz, con esperanza, confiados ante el futuro. OREMOS:

2. Para que la luz y la fuerza del Evangelio haga desaparecer el egoismo, la dureza de corazón, la mentira. OREMOS:

3. Para que los gobernantes, los políticos, los que tienen el poder económico o militar, trabajen sinceramente por el bienestar de todos, y especialmente de los más pobres y débiles. OREMOS:

4. Para que el pueblo de Israel, que recibió desde muy antiguo la llamada del Señor, se esfuerce en buscar la paz y muestre ante el mundo el rostro amoroso de Dios.

OREMOS:

5. Para que la Iglesia entera, y cada uno de nosotros, vivamos con alegría nuestra fe y la vida nueva que hemos recibido. OREMOS:

Señor Jesús, escucha nuestra oración. Ven y renuévanos, a nosotros, a toda la Iglesia, y a la humanidad entera. Tú que vives y reinas por los siglos de los sigles.

MARTES

En este tiempo de preparación de la venida del Señor, oremos para que el amor de Dios se derrame en nuestro mundo. Oremos diciendo: PADRE, ESCÚCHANOS.

1. Por la Iglesia y por cada uno de los cristianos. Que seamos siempre portadores de esperanza, de amor, de misericordia. OREMOS:

2. Por todos los pueblos de la tierra. Que ningún pueblo alce ya más la espada contra otro, y se terminen las guerras y las violencias. OREMOS:

3. Por los que son víctimas de la violencia y de cualquier opresión. Que encuentren el apoyo que merecen, para poder liberarse de esa injusticia. OREMOS:

4. Por los niños. Que con nuestro ejemplo y nuestra palabra sepamos educarlos en la generosidad, la sencillez, y el amor a Jesús. OREMOS:

5. Por nosotros. Que en esta celebración de la Eucaristía vivamos con mucha fe la venida del Señor a nuestras vidas. OREMOS:

Escucha, Padre, estas peticiones, y envíanos a tu Hijo, el salvador del mundo. Él que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

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MIÉRCOLES

A Jesús, la luz del mundo, el Príncipe de la paz, orémosle diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

1. Por el papa, por nuestro obispo, por los sacerdotes y los diáconos, por los religiosos y religiosas, por todos los que tienen responsabilidades en la comunidad cristiana.

OREMOS:

2. Por todos los hombres y mujeres que se esfuerzan trabajando al servicio de los demás. OREMOS:

3. Por los que sólo piensan en sí mismos, por los que tienen el corazón cerrado a la compasión, por los que buscan por encima de todo ser ricos y poderosos. OREMOS:

4. Por las familias rotas, por los ancianos abandonados, por los niños que no conocen el cariño de unos padres. OREMOS:

5. Por nosotros y por todos los cristianos, que queremos abrir un camino al Señor en nuestras vidas y preparar la llegada de su Reino. OREMOS:

Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a los afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoismo. Tú, nuestro hermano y nuestro Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

JUEVES

Presentemos a Dios, el Padre, nuestros anhelos y deseos para el bien de nuestros hermanos cristianos y de todos los hombres y mujeres del mundo entero. Oremos diciendo: PADRE, ESCÚCHANOS.

1. Para que este tiempo de Adviento sea un estímulo de renovación para la Iglesia, a fin de que con sus palabras y sus obras transmita alegría y esperanza a toda la humanidad. OREMOS:

2. Para que el Señor, con su venida, nos dé ánimo para hacer realidad las grandes aspiraciones humanas de un mundo más justo, más libre, más fraterno. OREMOS:

3. Para que todos los que se sienten tristes y desanimados encuentren fortaleza en Dios, y una mano amiga que les ayude a superar sus angustias y dolores. OREMOS:

4. Para que los terroristas y todos los que actúan con violencia, se conviertan y aprendan a amar a los demás como Jesús nos ama a todos. OREMOS:

5. Para que todos nosotros tengamos viva conciencia de nuestra debilidad, y sintamos la necesidad de que el Señor venga a salvarnos del pecado. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestra oración. Transforma nuestros corazones para que preparemos la venida de tu Hijo. Y haz que, cuando vuelva al final de los tiempos, podamos oir de él

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aquellas palabras que nos llenarán de alegría: «Venid, benditos de mi Padre; heredad el Reino preparado para vosotros, porque tuve hambre y me disteis de comer, estuve necesitado y me acogisteis». Dios, Padre nuestro, ayúdanos a vivir ahora como Jesús nos enseñó a vivir. Para que, cuando llegue aquel día definitivo, podamos experimentar la gran alegría de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

VIERNES

A Jesús, que vino por primera vez en Belén, hecho hombre como nosotros, y que vendrá de manera definitiva en la plenitud de los tiempos para cumplir todas las esperanzas, pidámosle que venga ahora entre nosotros a transformar nuestras vidas y la vida de la humanidad entera. Oremos diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Que demos ejemplo de comprensión y acogida hacia los inmigrantes que vienen a nuestro país buscando una vida digna.

OREMOS:

2. Por los que no comparten la fe de Jesucristo pero tienen el corazón abierto al amor y al servicio a los demás. Que Dios venga a sus vidas, y puedan encontrar un día la alegría y la luz del Evangelio. OREMOS:

3. Por los que vivimos en los países ricos. Que estemos dispuestos a rebajar nuestro nivel de vida, para que los países pobres puedan salir de su pobreza. OREMOS:

4. Por los más necesitados, por los que no tienen trabajo, por los enfermos. Que a nadie le falte el apoyo y la ayuda necesaria. OREMOS:

5. Por nosotros, que celebramos la Eucaristía en este tiempo de espera de la venida del Señor. Que renovemos nuestra fe en la vida definitiva que Dios nos ofrece más allá de este mundo. OREMOS:

Escucha, Señor, nuestra oración, y haz que sepamos descubrirte y esperarte en todos los acontecimientos de la vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

SÁBADO

En este tiempo de Adviento experimentamos de un modo especial el amor y la ternura de Dios para con nosotros. Él nos ama y nos envía a su Hijo, para que nos acompañe en nuestro camino y nos dé fuerza y esperanza. Por eso podemos acercarnos a él y presentarle nuestras peticiones. Así pues, oremos diciendo: PADRE, ESCÚCHANOS.

1. Por nuestra parroquia, y por todos los que en ella dedican tiempo y esfuerzo al servicio de la comunidad cristiana. OREMOS:

2. Por los distintos movimientos cristianos, de jóvenes y de adultos. OREMOS:

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responsables y formadores. OREMOS:

4. Por los enfermos, por los que más fuertemente experimentan la debilidad y el dolor.

OREMOS:

5. Por los que no tienen trabajo, o tienen trabajos precarios que les hacen vivir en la inseguridad y la angustia. OREMOS:

6. Por nuestros familiares y amigos difuntos. OREMOS:

Escucha, Padre, nuestra oración, y haz que, como María, tengamos el corazón bien dispuesto para recibir a tu Hijo Jesús. Que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

Del 17 al 24 de diciembre DÍA 17

Cuando están ya muy cerca las fiestas de Navidad, oremos con fe para que la venida del Señor renueve a la Iglesia y a toda la humanidad. Oremos diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que seamos siempre portadores de amor y de esperanza. OREMOS:

2. Por el pueblo de Israel, el pueblo del que nació Jesús. Que quiera caminar siempre a la luz del Dios salvador y misericordioso. OREMOS:

3. Por los gobernantes de nuestro mundo. Que tengan como objetivo hacer posible una justa distribución de la riqueza. OREMOS:

4. Por los que trabajan en entidades y asociaciones al servicio de la justicia, la paz y la igualdad. Que Dios les bendiga, y encuentren el apoyo que necesitan a su labor.

OREMOS:

5. Por nosotros. Que vivamos con mucha fe las fiestas de Navidad. OREMOS:

Señor Jesús, ven entre nosotros, y renuévanos con tu luz. Tú, el Hijo de Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

DÍA 18

Con mucha fe y mucha esperanza, oremos diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS

1. Para que, como san José, todos los cristianos estemos abiertos a escuchar las llamadas que Dios nos dirige. OREMOS:

2. Para que los que se preparan para el sacerdocio o la vida religiosa vivan muy unidos a Jesús para poder dar testimonio de él en nuestro mundo. OREMOS:

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3. Para que, en nuestro país y en todos los países, reinen la justicia y el derecho.

OREMOS:

4. Para que las familias que sufren divisiones y rupturas, se esfuercen con buena voluntad para superar los rencores y los agravios mutuos. OREMOS:

5. Para que los que hoy nos hemos reunido en esta Eucaristía, nos preparemos de todo corazón para las fiestas que se acercan. OREMOS:

Señor Jesús, Dios con nosotros, que vienes a salvar a tu pueblo de los pecados, escúchanos y danos tu amor y tu gracia. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

DÍA 19

Llenos de alegría porque el Señor está cerca, oremos diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

1. Para que la Iglesia, como Juan Bautista, anuncie la salvación de Dios y dé testimonio de fe y de esperanza en el Señor que viene a nuestras vidas. OREMOS:

2. Para que no falten en nuestro mundo profetas capaces de hacer que crezcan en todos los corazones sentimientos de generosidad, de justicia y de fraternidad.OREMOS:

3. Para que los pobres sean protegidos y salvados de su dolor, y toda persona tenga lo necesario para vivir. OREMOS:

4. Para que los matrimonios que no pueden tener hijos vivan con paz y confianza ese dolor. OREMOS:

5. Para que nuestra comunidad llegue a ser un pueblo bien dispuesto para recibir al Señor. OREMOS:

Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a los afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoismo. Tú, nuestro hermano y nuestro Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

DÍA 20

A Jesús, el Emmanuel, el Dios con nosotros, el hijo de María, orémosle diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Para que seamos portadores de paz en los conflictos, y nos esforcemos en la búsqueda de soluciones cuando se planteen tensiones y problemas. OREMOS:

2. Por todos los pueblos de la tierra. Para que las fiestas de Navidad hagan crecer la justicia, la libertad, la paz. OREMOS:

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3. Por las madres y los padres que esperan el nacimiento de un hijo. Para que lo puedan vivir con mucha felicidad, y el niño crezca sano de cuerpo y de espíritu.

OREMOS:

4. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Para que reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra ayuda. OREMOS:

5. Por nosotros. Para que vivamos estos días de espera del nacimiento de Jesús con un gran espíritu de fe y de oración. OREMOS:

Señor Jesús: A nosotros, que por el anuncio del ángel hemos conocido tu encarnación, condúcenos, por tu pasión y tu cruz, a la gloria de la resurrección. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

DÍA 21

El Señor está cerca. Con fe, con esperanza, orémosle diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

1. Por los obispos, por los sacerdotes, por los diáconos. Que, como María, que trajo la alegría a la casa de Isabel, sean fuente de alegría para todo el pueblo cristiano.

OREMOS:

2. Por los que dudan y los que desfallecen en la fe. Que estas fiestas de Navidad les ayuden a encontrar al Dios que se ha hecho nuestro hermano. OREMOS:

3. Por los que trabajan en los servicios sociales y la atención a los pobres, tanto en instituciones civiles como en instituciones de Iglesia. Que Dios les dé la fortaleza y el amor que necesitan para llevar a cabo su labor. OREMOS:

4. Por los que sufren hambre y miseria, en nuestro país y en los países del Tercer Mundo. Que reciban la ayuda y la solidaridad que necesitan, por parte nuestra y de todas las personas de buena voluntad. OREMOS:

5. Por los que nos hemos reunido a celebrar la Eucaristía, en estos últimos días del tiempo de Adviento. Que estemos siempre bien dispuestos para recibir al Señor que viene a nuestras vidas. OREMOS:

Escúchanos, Señor, y ven a salvarnos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

DÍA 22

Unidos con María, que canta la alegría de la salvación, y dispuestos, como ella, a llevar a Jesús a nuestros hermanos, oremos diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

1. Por la Iglesia. Que esté siempre a favor de los pobres y los débiles, y se oponga a los opresores. OREMOS:

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2. Por los creyentes de las religiones no cristianas: judíos, musulmanes, budistas, hinduistas. Que Dios les ilumine en la búsqueda del bien y del amor. OREMOS:

3. Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, trabajan al servicio de la justicia y la igualdad entre los hombres. Que sus esfuerzos sean eficaces, y den fruto para el bien de todos. OREMOS:

4. Por los maestros y los educadores. Que con su labor ayuden a construir un mundo de hombres y mujeres libres, conscientes y generosos. OREMOS:

5. Por nosotros. Que sepamos reconocer agradecidos las maravillas que el Señor obra en nuestras vidas. OREMOS:

Ven, Señor Jesús, y danos tu amor inagotable. Tú, el Hijo de Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

DÍA 23

A las puertas ya de la Navidad, cuando está a punto de nacer entre nosotros aquel que nos muestra la bondad de Dios y su amor a todos los hombres y mujeres del mundo entero, orémosle diciendo: VEN, SEÑOR JESÚS.

1. Para que pronto llegue la unidad de todos los cristianos bajo la guía del único pastor, Jesús, el Hijo de Dios. OREMOS:

2. Para que en el corazón de todas las personas crezcan sentimientos de amor, de generosidad, de perdón. OREMOS:

3. Para que todos los niños y niñas tengan casa, escuela, y una familia que les quiera.

OREMOS:

4. Para que aquellos que viven pensando sólo en sí mismos, se conviertan y aprendan a amar. OREMOS:

5. Para que todos nosotros nos preparemos para la celebración de la Navidad mediante la oración y el amor sincero. OREMOS:

Señor Jesús, a veces parece que en estas fiestas sea obligatorio que todo vaya perfecto, y que todos seamos perfectos. Y sabemos que no es así. En todo el mundo, y también junto a nosotros, o en nuestra misma casa, hay cosas que no van bien. Señor Jesús, ayúdanos a vivir estos días con los ojos muy abiertos a nuestro alrededor, sin escondernos de los problemas, y con ganas de poner en ellos todo el amor de que seamos capaces. Te lo pedimos a ti, hombre como nosotros, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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DÍA 24

Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra. Con fe, le decimos: VEN SEÑOR JESÚS.

1. Por todos los pueblos de la tierra. Que la luz del Evangelio siembre en ellos semillas de esperanza, de fe y de amor. OREMOS:

2. Por los países que sufren la tragedia de la guerra. Que la venida del Príncipe de la paz transforme los corazones y sea posible alcanzar soluciones de justicia y de concordia. OREMOS:

3. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Que reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra ayuda. OREMOS:

4. Por la Iglesia. Que sea siempre testimonio transparente del amor y la bondad de Dios que hemos conocido en Jesús, el Niño de Belén. OREMOS:

5. Y por todos nosotros. Que la alegría de la Navidad transforme nuestros corazones. Que, como María, la Madre de Dios, vivamos estas fiestas poniendo a nuestro alrededor todo el amor de que seamos capaces.OREMOS:

Ven, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor. Tú, la Palabra hecha carne, el Hijo de Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

UN SALMO PARA DESPUÉS

DE LA COMUNIÓN

(34)

Para ayudar al clima de oración propio de este tiempo, puede ser interesante introducir la práctica de rezar, durante del silencio de la comunión y antes de la poscomunión, un salmo, o un cántico evangélico (enteros o en parte). Lo puede recitar un lector (sin ninguna introducción, sin que la asamblea se una con ninguna antífona, y sin gloria final: la asamblea se une con su silencio), o bien puede recitarlo entero toda la asamblea (mejor todos a la vez, y no a dos coros). Si se hace de la segunda forma, se puede imprimir una hoja con los salmos y repartirlo y recogerlo en cada misa. Aquí ofrecemos una selección de tres salmos y dos cánticos evangélicos (algunos con estrofas seleccionadas), especialmente adecuados para el tiempo de Adviento.

Salmo 24

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando.

El Señor es bueno y es recto,

y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles

y les da a conocer su alianza.

Salmo 84

Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob, has perdonado la culpa de tu pueblo, has sepultado todos sus pecados. Muéstranos, Señor, tu misericordia

(35)

y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: “Dios anuncia la paz

a su pueblo y a sus amigos

y a los que se convierten de corazón”. La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra;

la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan;

la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo; el Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto.

Salmo 102

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él conoce nuestra masa,

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se acuerda de que somos barro.

La misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos:

para los que guardan la alianza y recitan y cumplen sus mandatos.

Cántico de María

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,

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Cántico de Zacarías

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

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Otras celebraciones

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