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ESTUDIO HERREROS ARCHIVOS LAMBDA EL PROYECTO DEL MUSEO MUNCH DE OSLO

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ARCHIVOS LAMBDA

EL PROYECTO DEL MUSEO

MUNCH DE OSLO

ESTUDIO HERREROS

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La exposición Archivos Lambda es un proyecto realizado por La Virreina Centre de la Imatge de Barcelona en cooperación con CentroCentro de Madrid y arc en rêve de Burdeos. La muestra documenta los doce años de trabajo que el Estudio Herreros ha dedicado al proyecto del Museo Munch de Oslo abierto al público el pasado octubre de 2021.

El nombre de la exposición, Archivos Lambda, utiliza el lema bajo el que se amparó la propuesta para

preservar su anonimato en el concurso internacional y que, inusualmente, fue usada por los medios hasta que se empezó a construir el edificio. Lejos de las gramáticas manejadas por las exposiciones de arquitectura, la idea de archivo alude aquí a toda una serie de materiales que documentan la historia interna del proyecto y que nunca ven la luz, pues suelen ser considerados como «papel burocrático» por parte de los estudios, que llegan a redibujar los planos para unas publicaciones limpias que desproblematizan los edificios a que se refieren.

En medio de una coyuntura en la que la mayor parte de museos está repensando sus atribuciones y sus

sentidos públicos, consideramos necesario acercarnos a un caso radicalmente distinto: el de una institución museográfica que se construye desde cero, el de una ciudad que muta su fisonomía con la aparición de un nuevo elemento arquitectónico, el de unos usos ciudadanos y colectivos que dan sentido a una infraestructura cultural.

Así, Archivos Lambda. El proyecto del Museo Munch de Oslo enseña cómo las nuevas formas de hacer arquitectura son el resultado de intensos procesos de diálogo

político y social, de colaboraciones a largo plazo entre agentes diversos. Merece destacarse, entre los numerosos documentos que se presentan, las imágenes inéditas que el fotógrafo de arquitectura Iwan Baan ha realizado sobre el edificio, las cuales no lo muestran desde una perspectiva fetichista u objetual, sino desde un prisma situado y de uso imprevisto.

Valentín Roma, comisario de la exposición.

El nuevo logo MUNCH en sintonía con la geometría del edificio.

The new MUNCH logo in tune with the building geometry.

©Munchmuseet

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LAMBDA, UN PROYECTO DE CIUDAD

En los años 80 se inicia el desmantelamiento del puerto de Oslo que bloqueaba históricamente el contacto de la ciudad con las aguas del fiordo, un ambicioso proyecto que implicaría importantes trabajos infraestructurales y edificatorios para borrar del plano de la ciudad toda barrera que dificultara la deseada fusión entre ambos medios. En el año 2000 se implantan las designaciones

“Paseo del Puerto” (Harbour Promenade) para describir el sueño colectivo de disponer de una vía peatonal y ciclista que transcurriera sin interrupciones a lo largo del litoral urbano y “Ciudad de Fiordo” (Fjord City) para nombrar un nuevo tipo de urbe en la que se convertiría la anterior Ciudad Portuaria (Port City).

La particularidad de este proyecto con respecto de otros similares en el mundo es que, en lugar de reservar una franja ancha de espacio público salpicado de equipamientos, la ciudad residencial, comercial y de oficinas se extiende sobre los nuevos terrenos según un modelo a escala de las personas, con la mínima presencia de coches en favor de los peatones, las bicis y los patinetes en la que los equipamientos surgen asociados a pequeños espacios públicos. Así surgen la nueva estación central de tren, la ópera, la biblioteca Deichman y el museo Munch entre otros proyectos como consecuencia de otros tantos concursos internacionales.

En el año 2008 se publica la convocatoria del correspondiente al Museo Munch, que pretende dar respuesta después de varios intentos fallidos a la condición expresada por el propio Edvard Munch (1863- 1944) en su testamento de legar toda su obra a la ciudad de Oslo con la condición de que se construya un museo para albergarla entendiendo que el edifico levantado en 1963 en el barrio de Toyen era una construcción

temporal. El proceso de selección de concursantes propone una lista de 20 despachos de arquitectura de todas las generaciones, 10 de los cuales nunca habían diseñado un gran museo, para competir por el encargo bajo el juicio de un nutrido jurado igualmente internacional con representación de arquitectos y urbanistas, así como de la Administración. En marzo de 2009 se emite el fallo en favor del Estudio Herreros afincado en Madrid.

La propuesta de Estudio Herreros aporta la heterodoxia tipológica que supone desarrollar un museo en los

13 niveles de un desarrollo vertical que se propone como expresión en la silueta de la ciudad de un sueño

colectivo con el valor añadido de la liberación del suelo para los peatones. El esquema consiste en enlazar mediante la torre de espacios expositivos y circulatorios un vestíbulo que se concibe como una gran plaza equipada con otro espacio público de carácter lúdico que es un observatorio sobre la ciudad. Por su parte, el informe del jurado destaca la vocación urbana y expresiva del volumen respecto de sus cuatro orientaciones; la calidad de la logística interna servida por la verticalidad de la sección; la definición coherente de los sistemas y subsistemas constructivos a pesar de tratarse

de un concurso de ideas; y la ambiciosa propuesta

medioambiental que acompaña a la propuesta con el empaño de convertirlo en una realización pionera en la materia.

Para entonces, Estudio Herreros ya se ha hecho acompañar de un nutrido grupo de expertos de diversos países en las especialidades necesarias para realizar un proyecto de semejante envergadura (aprox. 27.000m2) y ha tenido que diseñar un método de trabajo colaborativo entre todos ellos que llegará a implicar hasta 100 personas a lo largo del proceso.

VOCES, UN PROCESO PARTICIPATIVO

Desde los primeros pasos del desarrollo del proyecto, Estudio Herreros se verá inmerso en un proceloso proceso de diseño y construcción en el que el diálogo y el

trabajo en equipo serán mucho más que buenos deseos enunciados sin más; la cultura de la toma de decisiones elimina la figura habitual en otros contextos que ostenta la capacidad de cerrar las conversaciones extremando el contenido democrático a la práctica del diálogo especulativo; y las prácticas en cuanto a discusiones políticas y participación ciudadana son ya habituales en el país y forman parte de su cultura.

Todo ello irá acompañado de una insistente presencia en prensa, televisión, innumerables entrevistas,

presentaciones y reuniones de todo tipo en las que el proyecto será afectado y solicitado de cambios y adaptaciones que poco a poco irán tomando la forma definitiva. Estas condiciones en las que se desempeña la práctica de la arquitectura en el contexto noruego afectan absolutamente a los resultados del diseño y a la forma de comunicarlos.

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Estudio Herreros debe poner en marcha un sistema de trabajo en el que es tan importante la labor pública como la operativa en el despacho y entender que las decisiones del proyecto ya no se toman exclusivamente en su entorno, sino que muchas veces saldrán de las mesas de reuniones con múltiples intervinientes. Es necesario por tanto aprender a escuchar y explicar en lugar de convencer e imponer, a mostrar disponibilidad a no considerar cerrado el proyecto, en definitiva, a convertirse ellos mismos en agentes de una conversación múltiple en la que no siempre tendrán el rol del director. Este proceso se repite en tres niveles: profesional en lo que se refiere al trabajo en equipo y la búsqueda de la máxima coherencia entre disciplinas; social en el diálogo con los diferentes agentes ciudadanos tanto en persona como a través de los medios o las presentaciones públicas; y político puesto que a la postre todas las decisiones deben ser sancionadas por la asamblea municipal que tiene en todo momento la posibilidad de aprobar o cancelar el proyecto. De hecho, en los últimos cincuenta años son innumerables los

proyectos cancelados como consecuencia de estos procesos en cualquier momento de su desarrollo.

Hay dos eventos que marcan este proceso que se extenderá con gran intensidad hasta el comienzo de las obras

en 2014. Nos referimos a los “banquetes platónicos”

convocados en coincidencia con la exposición sobre el trabajo del estudio que realiza la galería de arquitectura ROOM en Oslo en 2011, y el desfile de las antorchas de 2012 que reclama a la municipalidad la construcción del museo. Los banquetes se concibieron como una serie de conversaciones alrededor del contenido infraestructural de la cultura, las instituciones y la sociedad civil.

Sin mencionar el caso del Museo Munch, el objetivo era explicar que el mundo estaba inmerso en una conversación acerca de estos asuntos que se completan con la necesidad de reescribir la historia y su memoria y redefinir los conceptos de comunidad, todo ello con la intención de demostrar que el nuevo Museo Munch ya era parte de esa conversación. El desfile de las antorchas (torch parade) convocado por una serie de ciudadanos partidarios de la construcción del museo se acoge a esta modalidad de

Bañistas en Bjorvika. El Munch junto con la Ópera, el nuevo skyline de Oslo.

Water hedonists in Bjorvika. The new Munch next to the Opera House, the new Oslo skyline. ©Iwan Baan

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del petróleo justo en el momento en el que el gobierno establece una moratoria en la extracción de crudo del Polo Norte.

Los sistemas de climatización siguen un esquema

descentralizado a base de unidades pequeñas distribuidas por el edificio con la consiguiente versatilidad en la regulación y el ahorro energético. El aire ideal de las salas de exposición es recirculado tres veces por dependencias menos exigentes de manera que solo se aclimatan a conciencia los espacios que contienen arte.

El agua del fiordo y su fondo proporcionan la energía limpia necesaria no solo para el edificio sino para todo su entorno mediante sistemas basados en la diferencia de temperatura. Los vidrios tienen una cámara estanca en la que se aloja un gas que aumenta su presión con el calor contribuyendo definitivamente al comportamiento térmico del edificio junto con los aislamientos de alta eficiencia y notable grosor que controlan la inercia térmica de la masa.

Doce años de proceso de diseño y construcción han obligado a actualizar el plan de construcción sostenible inicial para adaptarlo a las nuevas corrientes y mantener el edificio en la vanguardia de la lucha contra el

cambio climático. Aquel sistema sostenible del concurso basado en sofisticadas hermandades entre arquitectura e instalaciones ha derivado en un caso ejemplar del modelo passive house en el que es el edificio, sus materiales, inercias y capacidades para regularse a sí mismo, el verdadero responsable del éxito medioambiental. En este capítulo juega un importante papel la última capa de la fachada de aluminio reciclado perforado que protege del soleamiento y reduce las ganancias térmicas a la vez que otorga al visitante una experiencia inédita en cuanto a la contemplación de la ciudad desde el interior del edificio, lo que le permite establecer valiosas conexiones entre el arte de Munch y la historia de Oslo que se descubre en el movimiento ascendente de la visita.

ACOMPAÑANTES, COLABORACIONES TRANSDISCIPLINARES

A lo largo de los doce años que han sido necesarios para diseñar y construir el Museo Munch se han sucedido una serie de colaboraciones con autores invitados que han enriquecido el proyecto y el edificio con la confluencia manifestación civil sin contenido político a la que las

personas acuden en tanto que ciudadanos. Su destino es la ventana de la alcaldía de Oslo frente a la que solicitan el final de las conversaciones para proceder a la construcción del edificio. El mismo pueblo que había puesto en suspenso el proyecto sometiéndolo a una intensa fiscalización se da por satisfecho y lo comunica con este evento público.

CONSTRUCCIÓN, UN ENTORNO EXPERIMENTAL

El proceso constructivo del Museo Munch es un

acontecimiento técnico de gran ambición con importantes connotaciones sociales y políticas. La obra se convierte en un banco experimental de todos los capítulos del proyecto aceptando el reto que marca el programa Future Built del gobierno noruego que reduce la huella de carbono de los edificios y la trazabilidad de sus componentes un 45% respecto de lo que se considera habitual. La diversidad de oficios en obra construye un crisol de nacionalidades: encofradores ecuatorianos, soldadores polacos, carpinteros catalanes, capataces suecos, etc.

salpican la obra de lenguas diferentes y emisoras de radio en las que se escucha ballenato, oberek, rumba... En un momento mágico aparecen los escaladores, una legión de jóvenes enamorados de la naturaleza que se incorporan a la construcción y el mantenimiento del edifico realizando una fusión de lo artificial con lo natural que demuestra que las mejores soluciones no siempre son las más técnicas.

El edificio está construido literalmente sobre el agua.

La plataforma de contenedores sobre la que se debería asentar era en realidad un relleno de pésima capacidad portante que obligó a eliminar los sótanos y anclar el edificio al fondo del fiordo mediante pilotes de 40m.

La concepción del esquema separando el programa entre podio y torre, y el de ésta en circulaciones (museo dinámico) y salas de exposición y departamentos (museo estático) deriva en la convivencia de dos estructuras: una construida con estructura de acero reciclado y materiales ligeros, y otra construida en hormigón de baja emisividad de CO2. Para la construcción del cuerpo de hormigón se utilizó un encofrado deslizante que levantó un volumen de 65x20x45m de altura en 33 días transponiendo a la arquitectura una tecnología asociada a la explotación

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Estos proyectos dentro del gran proyecto principal tienen autonomía suficiente para identificar la autoría de sus responsables y constituyen una demostración de cuánto la colaboración entre generaciones, campos de acción y locales con foráneos puede generar oportunidades insospechadas de actividad. El diálogo vuelva a la

primera línea de acción para hacer posible la convivencia de todos en un complejo proceso que no solo ha querido ser experimental en lo constructivo sino también en los métodos de trabajo y el rol otorgado a los protagonistas que en algún momento han pasado por las mesas de trabajo.

de diversas autorías y trabajos realizados por terceros coordinados por Estudio Herreros.

El sistema movilizado para generar estas colaboraciones ha sido el del concurso entre especialistas con las

limitaciones más pertinentes en cada caso. Una de estas convocatorias, en las que Estudio Herreros ha formado sistemáticamente parte de los jurados, fue la que

invitó a los jóvenes diseñadores noruegos a realizar el mobiliario de las zonas de descanso del edificio incluido el banco de las salas de exposición. Si todo museo

debe tener un banco en el que sentarse para contemplar las obras, especialmente las de mayor tamaño, Edvard Munch tiene algunos formatos tan colosales que hacen imprescindible esta pieza. El estudio formado por Jonas Ravlo Stokke y Andreas Engesvik se alzó con el premio y han realizado un delicadísimo trabajo de integración formal, matérica y cromática de sus piezas con el edificio.

The Mother de Tracey Emin ganó el concurso por invitación para intervenir la pequeña isla en la

desembocadura del rio Akerselva que remata el paseo que recorre su fachada oeste del museo. Esta iniciativa ya había sido anunciada por los arquitectos en su propuesta del concurso cuando manifestaron su deseo de renunciar a esa parte del proyecto en favor de una intervención artística del espacio que ahora contará además con el complemento del diseño paisajístico de J&L Gibbons.

La museografía es una especialidad significativa en un caso como el que nos ocupa que quiere ser neutral respecto del contenido artístico y que ha evitado toda servidumbre de los comisarios respecto de la arquitectura. Manthey Kula (Beate Hølmebakk y Per Tamsen) consiguieron la adjudicación de la instalación de las salas para la colección permanente gracias a su diseño capaz de imprimir un fuerte carácter espacial al despliegue expositivo y ser a la vez lo suficientemente versátil y efímero como sea necesario.

Frente a un nutrido grupo de candidatos, los creadores de identidades y marcas North Design, con sede en

Londres, lograron el encargo de diseñar la imagen y el tratamiento gráfico del edificio, para lo que propusieron un sistema de trabajo abierto y coordinado con la

arquitectura. Su propuesta de reducir el nombre del museo a «MUNCH» haciéndose eco de la morfología del edificio y los materiales destilados para fundamentar su propuesta definieron una entrega muy satisfactoria que ha dado la

vuelta al mundo. La fachada reactiva del nuevo Munch muestra su interior hacia la ciudad.

The reactive façade of the new Munch projects its interior into the city.

©Iwan Baan

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LAMBDA FILES. THE PROJECT FOR THE MUNCH MUSEUM IN OSLO.

The exhibition Lambda Files is a project carried out by La Virreina Centre de la Imatge in Barcelona in cooperation with CentroCentro in Madrid and arc en rêve in Bordeaux. The exhibition documents the twelve years of work that Estudio Herreros has dedicated to the project for the Munch Museum in Oslo, which opened to the public in October 2021.

The name of the exhibition, Lambda Files, was taken from the pseudonym chosen to preserve the project’s anonymity in the international competition and that surprisingly was also used by the media until

construction of the building began. Far from the grammars usually used in architecture exhibitions, the idea of the archive makes reference to the ample collection of materials documenting the internal history of the project and that normally never see the light of day. Most

architecture firms consider them to be “paperwork” and even redraw the plan drawings for clean publications that de-problematize the design work.

At a time when most museums are rethinking their assignments and their significance for the public, we considered it necessary to approach a radically different case: that of a museum built from scratch, a cityscape that changes with the emergence of a new architectural element, a cultural facility that takes its meaning from individual and collective uses.

Thus, Lambda Files. The Munch Museum Project in Oslo shows how new ways of doing architecture are the result of intense political and social dialogue, of long-

term collaborations between a variety of agents. Among the numerous documents, the exhibition presents for the first time the images taken of the building by the architectural photographer Iwan Baan, which show it from a perspective that is not fetishist or objectual but situated and unexpectedly useful.

Valentín Roma, curator of the exhibition.

El nuevo Munch integrado en la vida cotidiana de Oslo.

The new Munch embedded into the everyday-life in Oslo.

©Iwan Baan

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with a public top floor space -open to verybody- offering views over the city. The jury’s report highlights

the urban and expressive nature of the volume in its four orientations; the quality of internal logistics served by the verticality of the section; the coherent definition of the construction systems even though it was submitted to a competition of ideas; and the ambitious environmental proposal that aimed to make the project a pioneering scheme in this field.

By that time estudioHerreros called on a large group of experts from different countries in the disciplines necessary to carry out a project of such magnitude (approx. 27,000 m2). It had to design a collaborative work method for a group that included up to 100 people along the whole process.

VOICES, A PARTICIPATORY PROCESS

From the initial steps of developing the project onwards, estudioHerreros was immersed in a frantic design and construction process in which dialogue and teamwork were far more than just good intentions. The culture of top-down decision-making was discarded in favour of participation and speculative dialogue. This was facilitated by the fact that political discussion and citizen participation were already a common part of Norwegian culture.

All this was accompanied by a regular presence in the press, television, countless interviews, presentations and meetings of all kinds, in which the project was subjected to changes and adjustments that gradually determined the final scheme. The conditions in which architecture is practiced in Norway had a major effect on the scheme and the way it was communicated.

estudioHerreros had to implement a work system in which participation in the public sphere was as important as the work on the drawing board. It understood that decisions on the project were no longer taken exclusively in-house but often came out of meetings with numerous participants. The architects had therefore to learn to listen and explain instead of convincing and imposing, to show willingness not to consider the project as closed—

in short, to become agents of a multiple conversation in which they did not always have the leading role. This LAMBDA, A CITY PROJECT

In the 1980s, the port of Oslo, which historically had blocked the city’s contact with the waters of the fjord, began to be dismantled. The ambitious project involved major infrastructure and building works to remove any barrier to recover the desired merging of the two environments. In the year 2000, the name “Harbour Promenade” was introduced to describe the collective dream of having a pedestrian and cycling path to run uninterruptedly along the urban coastline, and the name

“Fjord City” was coined to describe the city that would emerge from the transformation of the former Port City.

Unlike in similar projects around the world, which reserve a wide strip of public space dotted with

facilities, in Oslo the mix of residential, commercial and office city is extending over the new lands according to a human-scale model. The presence of cars was reduced to a minimum in favour of pedestrians, bicycles and scooters, and new facilities emerged in association with small public spaces. Thus arose the new Central Train Station, the Opera, the Deichman Library and the Munch Museum, among many other projects resulting from international competitions.

In 2008, the call for the design of the Munch Museum was announced. After several unsuccessful attempts, the new project aimed to meet the condition expressed by Edvard Munch (1863-1944) in his will to bequeath all his work to the city of Oslo on the condition that a museum be built to house it. It was also understood that the building erected in the Toyen neighbourhood in 1963 was a temporary construction. A list of 20 architecture firms of all generations were selected to compete for the commission, ten of which had never designed a large museum before. The decision would be made by a large international jury including architects, urban planners and representants of the administration. In March 2009, the Madrid-based firm estudioHerreros was awarded the commission.

The proposal by estudioHerreros provides the

typological heterodoxy involved in developing a museum based on the thirteen levels of a vertical museum. It aims to express a collective dream against the city’s silhouette, with the added value of freeing the ground for pedestrians. The scheme consists of a tower of

exhibition spaces and vertical circulations connecting an entrance hall that is conceived as a grand covered plaza

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process was repeated on three levels: the professional level of teamwork seeking the greatest coherence between disciplines; the social level in the dialogue with

different citizen stakeholders both in person and through the media or public presentations; and the political level, because all decisions ultimately had to be

sanctioned by the municipal assembly, which can approve or cancel the project at any time of its development. In fact, over the last 50 years countless projects have been cancelled as a result of these processes.

Two events marked this process, which continued with great intensity until the beginning of the construction works in 2014. These were the “Platonic Banquets” organized together with the exhibition on estudioHerreros’ work held at the ROM Architecture Gallery in Oslo in 2011, and the torchlight parade of 2012 that called for the city to build the museum.

The banquets were conceived as a series of talks on the infrastructural content of culture, institutions and civil society. Without directly mentioning the case of the Munch Museum, the aim was to explain that the world was immersed in a dialogue on these issues, which culminated in the need to rewrite history and its memory and to redefine the concepts of community, all with the intention of showing that the new Munch Museum was already part of that conversation. The torch parade, called by a series of citizens in favour of the construction of the museum, was part of an apolitical demonstration attended by citizens. Their destination was the Oslo City Hall, in front of which they requested the end of the talks and commencement of construction of the building. The same people that had put the project on hold by trying to submit it to an audit were satisfied and made this known through this public event.

Munch en construcción. Un nuevo punto de referencia de la ciudad.

Munch under construction becoming the new reference point within the city.

©Adrià Goula

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the thermal behaviour of the building, together with the very thick, high-efficiency insulation that controls the thermal inertia of the mass.

Twelve years of design and construction process forced the initial sustainable construction plan to be updated to adapted to new trends to keep the building at the forefront of the fight against climate change.

The sustainability concept presented in the competition based on sophisticated interface of architecture and installations resulted in an exemplary case of the passive house model, in which environmental success truly depends on the building, its materials, its inertia and its capacity to regulate itself. The outer façade layer of the undulated perforated recycled aluminium plays an important role, offering protection from sunlight and reducing thermal gains while giving visitors an unprecedented experience of contemplating the city from inside the building. Visitors are thus able to make valuable connections between Munch’s art and the history of Oslo, which is revealed in the upward movement of the visit.

CONTRIBUTORS, CROSS-DISCIPLINARY COLLABORATIONS Throughout the twelve years that were necessary to design and build the Munch Museum, the architects collaborated with guest professionals who enriched the project and the building with their various

creations and works carried under the coordination of estudioHerreros.

The system mobilized to generate these collaborations was the competition between specialists based on

specifications for each assignment, with estudioHerreros sitting on the juries. One of these calls invited young Norwegian designers to make the furniture for the public areas of the building, including the benches in the exhibition rooms. Every museum must have benches from which to contemplate the works, especially the larger ones, and Edvard Munch has some formats that are so monumental that they make these benches essential. The studio formed by Jonas Ravlo Stokke and Andreas Engesvik won the award and carried out a very delicate job of formal, material and chromatic integration of their works into the building.

CONSTRUCTION, AN EXPERIMENTAL ENVIRONMENT

The construction process of the Munch Museum was a technical achievement of great ambition with major social and political connotations, and a test bench of all the project phases. The architects took up the challenge set by the Norwegian government’s Future Built programme of reducing the carbon footprint of buildings and the traceability of their components by 45% compared with conventional standards. The

diversity of on-site builders created a melting pot of nationalities: Ecuadorian formworkers, Polish welders, Catalan carpenters, Swedish foremen, etc. The site was spattered with different languages and radio stations playing ballenato, oberek and rumba. A magical moment was the appearance of the climbers, a legion of young people in love with nature who joined the construction and maintenance of the building, merging the artificial with the natural and showing that the best solutions are not always the most technical ones.

The building is literally constructed on water. The container platform on which it was to be based was a landfill with a very poor loadbearing capacity that forced the team to eliminate the basements and to anchor the building to the bottom of the fjord using 40 m deep piles. The conception of the scheme separating podium and tower and dividing the tower into circulations (the dynamic museum) and exhibition rooms and workshops (the static museum) resulted in the coexistence of two structures: one built of recycled steel and light materials, and the other built in concrete with low CO2 emissivity. For the construction of the concrete body, a sliding formwork raised a volume of 65 x 20 x 45 m in height in 33 days, using a technology associated with oil drilling just when the government was establishing a moratorium on the extraction of oil from the North Pole.

The air conditioning systems follow a decentralized scheme based on small units distributed throughout the building, offering versatility in regulation and energy savings. The ideal air in the exhibition rooms is recirculated three times through less demanding rooms so that only the spaces containing art are thoroughly climatized. The water from the fjord provides the clean energy needed for the building and its entire environment through systems based on temperature

difference. Glazing filled with a gas that increases its pressure with heat makes an important contribution to

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Tracey Emin’s The Mother won the invited competition to intervene on the small island at the mouth of the Akerselva River that completes the scenic walk running along the west facade of the museum. This initiative had already been proposed by the architects in their original proposal when they expressed their desire to give up that part of the project in favour of an artistic intervention, which will now is also complemented by the landscape design by J&L Gibbons.

Museography is a significant specialty in a case like the one at hand, in which the intention is to be neutral with respect to the artistic content and to avoid any servitude of the curators to the architecture. Manthey Kula (Beate Hølmebakk and Per Tamsen) got the commission for designing the installation of the rooms for the permanent collection, giving a strong spatial character to the exhibition display and at the same time being sufficiently versatile and ephemeral.

Out of a large group of candidates, the London- based identity and brand creators North Design were commissioned to design the image and graphic treatment of the building, for which they proposed an open work system in syntony with the architecture. Their proposal to reduce the museum’s name to “MUNCH”, echoing the

morphology of the building and the materials distilled to support their proposal, resulting in a unique outcome.

These projects within the main project have sufficient autonomy to identify their creators and demonstrate how collaboration between generations and fields of action and between locals and foreigners can generate unexpected opportunities for activity. Dialogue comes to the

frontlines to enable everything to coexist in a complex process that was intended to be experimental in the

constructive process, but also in the working methods and in the role given to the protagonists sitting at their desks at some time.

Ciudadanos de Oslo disfrutando de la nueva relación con el agua posible gracias al proyecto Fjord City.

Citizens of Oslo enjoying the new relationship with the water made possible by the Fjord City project.

©Iwan Baan

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CENTROCENTRO

Plaza de Cibeles, 1. 28014. Madrid Tel. +34 914 800 008

Martes - Domingo, 10 - 20 h.

[email protected] www.centrocentro.org

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