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Colo Colo, el equipo que ha sabido ser campeón

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Academic year: 2021

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I.S.B.N.: 956-12-0621-7

© 1991 by Juan Jorge Faúndez. Inscripción Nº 79.316. Santiago de Chile. Derechos reservados por empresa Editora Zig-Zag S.A. Editado por Empresa editora Zig-Zag S.A. Holanda 1543, Casilla 84-D. Santiago de Chile.

Digitalizado por Leonpardo.

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El autor

Juan Jorge Faúndez (1946), periodista, escritor, autor de Ustedes Nunca Sabrán

(Editorial del Pacífico, Santiago, 1977), Temuco Hoy (1981), El Apocalipsis de Chile (Santiago, 1983), Melquisedec, una misa pagana (Santiago, 1986), Crítica y autocrítica del periodismo joven (ILET, Santiago, 1986, coautor), El arsenal suramericano de Saddam Hussein (Ediciones "B", Buenos Aires, 1991, coautor).

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Índice

PRIMERA PARTE ...6

Capítulo 1 El valiente araucano ...7

Pueblo chico, infierno grande...7

La revolución de las duchas ...8

Los creacionistas del fútbol...8

Justo lo que queríamos ...9

Capítulo 2 Cantemos todos de Arica a Magallanes ...11

Exactamente siete líneas...11

Un vuelo en busca de estrellas ...12

Y la felicidad se desbordó ...13

Por la senda triunfal...14

El fútbol y la paz ...14

Capítulo 3 El recuerdo de David Arellano...16

La crónica de Raúl Ahumada ...16

Los primeros diez minutos ...17

Segundo gol español...17

Primer gol chileno ...17

Empata Colo Colo ...18

La tragedia...18 De luto ...18 Capítulo 4 La primera estrella...21 Más estrellas ...21 Capítulo 5 La magia Platko...23 El equipo de la campaña 1941...23 La táctica Platko ...24 La táctica en acción ...24

Cuando la táctica Platko encuentra la horma de su zapato ...25

Colo Colo ya es campeón de 1941 ...25

SEGUNDA PARTE ...27

Capítulo 1 ¡Gooooool… de Colo Colo!...28

Colo Colo una canción ...28

Capítulo 2 Nuestra raza sin igual ...30

Técnica Vs. Briosidad ...30

Por conjuro del azar...31

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Capítulo 3

Entre el swing y el fútbol ...34

Pase de Confianza ...34

Alienígenas y terráqueos ...35

El team declina ...36

Todos un poco hinchas ...36

Pantalla Grande Press...37

La sede de calle San Pablo ...37

Platko adiós ...38

Capítulo 4 La crisis de los cuarenta ...39

Ganar por nariz...39

Los años de la gripe...40

Resoplar es el juego...40

La emoción de los cuarenta ...41

El año del Tigre ...41

Capítulo 5 Un football muy O'clock ...43

El consuelo de Cienfuegos 41 ...44

El vuelo de Jaime Ramírez...45

Fútbol de 8 G...46

Antorchas por Colo Colo...46

Capítulo 6 Una fiesta universal ...48

De pistola y machete ...48

“Chamaco”, debut irresistible ...49

El colo de Neil Armstrong ...49

Capítulo 7 Dos cucharadas y a la papa ...51

El equipazo del 72 ...51

Los peores catorce minutos ...52

Las vacas flacas ...53

Las últimas estrellas ...53

Carlos Caszely...53

Apéndice A Primer himno de Colo Colo ...54

Apéndice B Himno actual de Colo Colo...55

Epílogo ...56

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Capítulo 1

El valiente araucano

El partido por la final de la Copa Libertadores de América 1991 no comenzó en el Estadio Monumental. Empezó hace 66 años, el 12 de abril de 1925, en el popular bar y restaurante “Quitapenas”, junto al Cementerio General. Ese día, por la noche, entre copas y humo de cigarrillos, el legendario delantero y capitán David Arellano y un grupo de jugadores del Magallanes decidieron irse del club - cuya cancha estaba en Independencia 1499 -, formar un equipo propio y bautizarlo con un nombre símbolo de lo popular, lo chileno y lo aguerrido. El pretexto para dejar el Magallanes parecía baladí: la falta de duchas. Sin embargo, había más. Era el conflicto entre la vieja generación de dirigentes del fútbol amateur -pues entonces este deporte no era profesional-, y los jóvenes, quienes querían mejorar sus propias condiciones y remontar la senda del espectáculo de masas. En el fondo del asunto estaba el sentimiento que buscaban cuajar con el nombre. Terminar con la sumisión. Levantarse a sí mismos. Luchar por hacerse solos. Iniciar un lance que se prolongara en el tiempo, mucho más allá de los noventa minutos. Que se disputara por años y por décadas. Por siglos. Y del cual la campaña por la Copa Libertadores 1991, la campaña por la Copa Libertadores 1973, la victoria 6-2 sobre el Santos de Pelé, la campaña de 1941, el campeonato invicto de 1937, el debut de 2 1925, fueran sólo momentos estelares. Goles en el gran partido que el equipo jugará incansable, con altos y bajos como cualquier ser vivo, generación tras generación, desde Arellano al “Pato” Yáñez o a Luís Pérez. O a los que vengan.

Pueblo chico, infierno grande

El Santiago de entonces tenía quinientos mil habitantes. Y los partidos no se jugaban en estadios, sino en canchas dejadas al sol y al agua. Un “rico temo en corte elegante, con casimir de muy buena clase” valía 180 pesos en la Sastrería Echaurren Nº 10, que además recibía hechuras desde 70. La Nación costaba 30 centavos. Un taller de Rosas 1189 compraba y arreglaba “cualquiera dentadura postiza usada o quebrada”. Y añadía: "Compostura el mismo día. Cómprese también dentaduras viejas o quebradas pagando hasta diez pesos por diente y mucho más".

Mientras David Arellano y sus hombres conspiraban en el “Quitapenas”, el “Splendid” (“el cine de moda”) anunciaba la proyección de "Sangre y Arena". Letras gigantes destacaban: “por Rodolfo Valentino”. Otros teatros, como “Septiembre”, “Esmeralda”, “Brasil” y “O'Higgins”, invitaban a ver “la mejor y más chilena de las películas chilenas, una gloria del cine nacional: 'Pueblo chico infierno grande', segunda producción de Nicanor de La Sotta”. Había sido filmada por Esteban Artuffo “con su nueva cámara Ernhmann Krupp”. Las damas cedían entretanto al biógrafo y a la moda de estación.

- Muy gracioso este sombrero de topo con cinta de terciopelo - una joven.

- Delicado ribete de oro - la otra. – Linda toca satín con plumas azul viejo y rojo - la tendera.

Por entre blusas crepé de Chine, sombreros en satín negro de doble visera, adornados con fantasías de avestruz y lamas de oro; por entre burbujeantes y sentimentales automóviles "Ford" y

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"Buick"; por entre boticas y jarabes "para reconquistar las fuerzas vitales", hacia su reaparición en Santiago, desde Europa, el poeta Vicente Huidobro. Escritores y artistas le ofrecieron una comida, el martes 21 de abril, en el "Restaurante Victoria" "con motivo de su regreso al país".

Hacía 48 horas, el domingo 19 de abril, Arellano y su gente habían culminado en el Estadio El Llano, con un nombre y uniforme de batalla, la conspiración iniciada hacia siete días en el "Quitapenas".

La revolución de las duchas

David Arellano hacía poemas con la pelota y Vicente Huidobro jugaba al fútbol con las palabras. Cuando Arellano y una media docena de jugadores del Magallanes exigían al presidente del club - Julio Molina Núñez -: "O nos ponen duchas o nos vamos", el "Creacionismo" resonaba en los salones de Paris, Madrid, Berlín, Estocolmo, Nueva York y Santiago. El Creacionismo, teoría literaria que Huidobro inventó para decir aquellas cosas que sin un poeta "jamás serán dichas". El equipo de Arellano, invento para escribir aquellas emociones que sin un futbolista jamás serán vividas.

Huidobro escandalizaba a la barra chilena con taquitos como: "Creo que en América, desde el polo norte al polo sur, sólo ha habido dos poetas: Edgar Poe y Rubén Darío. Lo demás: arpegios de loros".

Arellano hacia su propia declamación: - O nos ponen duchas o nos vamos. - Si ustedes no están bien, pueden irse.

"Partió David Arellano con cinco o seis jugadores", recordaba Raúl Ahumada, viejo tercio del periodismo, cuando escribió aquella historia para la revista Fin de Semana, en 1965:

"Se fueron por Independencia hacia Mapocho. A pie. Conversando, barajando ideas". Eran los hermanos David y Alberto Arellano, profesores primarios y alma de la rebelión; Juan Quiñones, portavoz de los rebeldes en la asamblea que el club Magallanes celebró el 12 de abril, en la que se materializó la deserción; y los jugadores del primer equipo Francisco Arellano, Clemente Acuña y Rubén Arroyo. Se detuvieron en la esquina de Avenida Independencia con Panteón.

- ¿Y por que no formamos un club, David? - dijo Quiñones. - Con seis jugadores... - vaciló Arellano.

Escucharon silbidos a sus espaldas. Eran Nicolás Arroyo, Luís Contreras y Guillermo Cáceres, del segundo equipo, y Luís Mancilla y Eduardo Stavelot, del tercero. Cinco jugadores más plegaban a la revuelta. Los once estaban completos.

- Pero no tenemos nada - dijo uno de los recién llegados. - Con una mesa y unas sillas basta - dijo Quiñones.

- Vamos al Quitapenas. Ahí está. El dueño es amigo nuestro - resolvió Arellano.

Los creacionistas del fútbol

Vicente Huidobro, que según propia declaración había nacido a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo, en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor; que tenía un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental; que lanzaba suspiros de

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acróbata; cuyo padre era ciego y sus manos eran mas admirables que la noche, se habría sorprendido de los hechos iniciados en la cancha del Magallanes, continuados en la esquina de Avenida Independencia con Panteón y terminados en el "Quitapenas", primera sede del estado mayor.

Diez días después, sin saber de tales sucesos, el poeta decía a un periodista:

- ¿Primera impresión de Chile? Ningún adelanto. Creer en adelantos es vivir de ilusiones. Siempre las mismas caras tristes. La gente baila llorando y me han dicho que en el Parque Forestal a las parejas las alumbran los guardias con una linterna.

- Sí - interrumpe el reportero -, pero al fin y al cabo, el baile y las linternas no son… - ¡Son! - exclama exasperado el poeta -. Una linterna en sí no representa gran cosa, pero si representa un valor como símbolo de la mentalidad de un país. Es un síntoma de la idiotez reinante. Querer reducir toda una ciudad a un patio de colegio jesuita vigilado por el paco de la esquina y que quinientos mil habitantes queden tan tranquilos. Significa más que una linterna sola. Significa un síntoma de enfermedad mortal.

- ¿Hay remedio?

- No veo otro más que la inmigración. Para hacer de Chile un país grande, el grito de guerra de todo verdadero patriota debe ser: ¡Ahogar, confundir al criollo en sangre rubia del Norte de Europa!

- ¿Y los suramericanos?

- No se ha visto nunca a ningún suramericano que haya sido iniciador de una nueva estética o teoría filosófica, ni que haya participado en algún movimiento europeo, cuando el movimiento se desarrollaba. Los suramericanos, sea por falta de temperamento o por ignorancia o cobardía, no lo sé, viven con años de retraso, meciéndose en dulce pereza intelectual. Así, el Romanticismo aparece aquí cuarenta años más tarde que en Francia; el Simbolismo, veinte años; el Impresionismo, treinta años. Aquí sólo se aceptan los cadáveres y los museos. ¡Al menos si entendieran la lección del museo, que es la evolución constante!

Hubiera sido entretenido juntar a Huidobro y Arellano. Haber sacado al poeta del "Victoria", donde mostraba una cara de sumo aburrimiento entre los autores de arpegios de loros, y sentarlo a la mesa del "Quitapenas", donde los creacionistas del fútbol vibraban de excitación y entusiasmo, a la siga de una palabra y no de una pelota. Buscaban un nombre entre quienes, hasta hace 500 años, no necesitaban de Europa.

Justo lo que queríamos

Es en este punto donde se funden Huidobro y Arellano, fútbol y poesía. Huidobro, el de "la sangre rubia del Norte de Europa". Arellano, el profesor de educación física.

Huidobro, autor del Creacionismo.

Los rebeldes del Magallanes, rumbo al Mapocho, en el "Quitapenas", declarando en Avenida Independencia su propia Independencia. Por la Revolución de las Duchas. Aquella de la sangre cobre de los Arellano, Ahumada, Sepúlveda, Moya, Torrealba, Acuña, Ovalle, Bascuñán, Cáceres, Contreras, Cataldo, Gómez, Mackenna, Mancilla, Moreno, Olivo, Parodi, Quiñones, Rondanelli, Stavelot y Araneda. Esos nombres quedaron inscritos en un Acta Fundacional de raídas hojas.

Entre la noche del domingo 12 y la sesión de las 10:30 de la mañana del domingo 19 en el Estadio El Llano, hubo varias reuniones.

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La idea era encontrar el nombre de un cacique araucano.

- Que refleje garra, empuje. Carácter indómito. Rebeldía ante las injusticias. - Que sea chileno mil por mil.

- Caupolicán – decía uno. - Lautaro - otro.

- Toqui.

Los nombres eran una letanía. - Guerrero.

- Indómitos.

El humo entraba y salía por las narices. El vino, tibio, suave, generoso, circulaba alegre por las arterias y las venas. El cerebro era una fábrica. Energía igual masa por la velocidad de la luz al cuadrado. Einstein habría gozado en esa reunión. Y Huidobro.

Esta era la ultima. Siempre en el "Quitapenas".

Ningún nombre parecía servir. Alberto Arellano había traído un libro de Historia. Luís Contreras lo hojeaba a la descuidada.

- ¡Colo Colo! - dijo de pronto. David lo quedó mirando.

- Suena bien - dijo - Justo lo que queríamos. Que se llame Colo Colo.

En la reunión de El Llano se oficializó el bautizo. En la misma, se aprobó el uniforme: camiseta blanca, pantalón negro, medias negras con franja blanca, escudo a la izquierda del pecho. Entre Luís Quiñones y Guillermo Cáceres se había confeccionado el diseño.

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Capítulo 2

Cantemos todos de Arica a Magallanes

El partido de todos los tiempos comenzó con los primeros pases, los toques de pelota iniciales, venciendo con facilidad las dificultades en un terreno de juego burocrático, aún inédito para ellos.

El presidente del nuevo club, Juan Quiñones, y el líder, David Arellano, en la mañana del lunes 20 de abril, inscribieron al recién nacido en el más poderoso organismo del fútbol santiaguino: la Liga Metropolitana. Prestigiosos clubes formaban parte de ella: Magallanes, Primero de Mayo, Gold Cross, Sports Verein, English.

También figuraban en ella Morning Star, Audax Italiano, Eleuterio Ramírez, Nacional, Barcelona, Unión Chilena, Santiago National.

El Estadio El Llano fue el centro oficial de reuniones y de entrenamiento obligatorio los días miércoles. Pero el "Quitapenas" seguía siendo la primera sede. Allí estaban las sillas, las mesas y los buenos amigos. El miércoles 22, Quiñones y Arellano se reunieron en torno a una de las mesas.

Arellano tenía la cabeza sumergida en La Nación. En la página 17, sección Deportes. Buscaba expectante la noticia. Deslizaba veloz la vista por entre el olor a tinta y las diminutas letras de las siete columnas de la página. "Un equipo paraguayo vendrá próximamente a Chile", decía el principal titular.

Jamás imaginó la connotación que tal título podría llegar a tener 66 años más tarde. Siguió la búsqueda. La página de deportes era una sábana atiborrada de blanco y negro. Sonrió por la nota inserta en la sección Atletismo: "El estreñimiento de las personas de edad".

- Congestiona el cerebro - leyó -, trastorna la circulación de la sangre y activa la decadencia vital.

El presidente tenía entre sus manos el cuaderno de la fundación. Leía una y otra vez la lista de nombres. Como si rezara.

Garrapateados en aquella Acta, firmada por todos, estaban los nombres de los fundadores del Colo Colo. Quedaban para la posteridad. Los volvía a leer, mascullando, masticando: David Arellano Moraga, Rosario Moraga viuda de Arellano, Eduardo Ahumada, Rubén Sepúlveda, Alfredo Moya, Gustavo Torrealba, Clemente Acuña, Atilio Ovalle, Alberto Arellano, Rubén Arroyo, Nicolás Arroyo, Francisco Arellano, Carlos Arellano, "Togo" Bascuñán, Absalón Bascuñán, Guillermo Cáceres, Miguel Cáceres, Luís Contreras, Eduardo Cataldo, Luís Gómez, Adolfo Mackenna, Luís Mancilla, Humberto Moreno, Tomás Olivo, Alberto Parodi, Humberto Rondanelli, Armando Stavelot, Guillermo Araneda, y Juan Quiñones, su primer presidente.

Quiñones los leía a murmullos una y otra vez porque estaba pensando, y el primer presidente del Colo Colo pensaba en voz alta.

Exactamente siete líneas

Arellano continuaba sumergido en la lectura. Y allí estaba de nuevo ese aviso que a veces lo inquietaba.

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El rectángulo advertía a una columna: "Los cirujanos no operan ni en sus propios callos. Use Gets-It para librar a sus pies de aquella tortura".

Los pies son el alma, corazón y vida de un futbolista. Football. Balón-Pié. "¿Para qué corre usted el riesgo de una infección o de una cortadura de navaja, cuando es tan fácil eliminar los callos y las callosidades de una manera rápida, completa y permanente?".

"Caída del pelo".

- No, con eso no tengo problemas - dijo -. Ahora era él quien pensaba en voz alta. Quiñones lo miró.

- ¿Decías? - preguntó.

- Que con eso no tengo problemas.

- ¿Con qué? - el presidente estaba intrigado. - El pelo.

David Arellano todavía tenía cabello por mucho, mucho tiempo más. La verdad es que le sobraba. Era un pelo ondulado, abundante, peinado hacia atrás, por encima de ese rostro alargado, de frente amplia, mirada franca y pómulos divertidos. Siempre pensó que iba a llegar a viejo sin problemas de calvicie.

- ¿Y la noticia? - habló de nuevo Quiñones.

- ¡La encontré! - exclamó al fin Arellano-. ¡Mira! Allí estaba. En la séptima columna. Era un pequeño título, en una línea, a unos quince centímetros del margen superior derecho de la página.

- Escucha: "El Colocolo a la Metropolitana".

El texto del diario era exactamente de siete líneas: "Esta nueva colectividad quedó incorporada el lunes último a la competencia de la Liga Metropolitana. Es un cuadro formado por conocidos jugadores que seguramente hará un lucido papel sus jornadas oficiales".

Tras la lectura estallaron en vítores.

Un grupo de deudos que venía a olvidar sus penas, los observó con estupor. ¿Cuál es el secreto de este sitio que tan rápido espanta los dolores y tristezas?

Los dos hombres se abrazaban con júbilo. Era su primer gol.

Un vuelo en busca de estrellas

El primer partido del nuevo club fue a las tres de ese mismo miércoles 22 de abril, día tercero después de la fundación oficial. Anunciado en el mismo diario de la primera noticia, en la misma página, al final de la tercera columna. Era una nota aún más breve que la anterior: "Escuela Normal vs. Colo-Colo. Hoy se efectuará este amistoso, a las 3.30 P.M. en la cancha de la Escuela de Artes". David Arellano movía todas sus influencias de normalista para conseguir que el equipo no perdiera estado físico y estuviera en condiciones de inaugurarse con éxito. Su secreto era el autocontrol, el propio dominio. De cada jugador. Del equipo. La máxima concentración y el máximo esfuerzo. Hasta desplegar toda la energía para vencer al adversario con caballerosidad y elegancia. Arellano sabía aplicar la fuerza dominar y vencer, con poesía, sin exageraciones.

Por esos mismos días, en las canchas de los salones jugando su propio partido solitario, Huidobro había profetiza do: "Creen algunos que por hacerse una pequeña lista de sustantivos y adjetivos formidables, que por decir: 'huracán infinito, montañas, planetas, destino', ya son grandes, cuando la verdadera fuerza consiste en ser fuerte sin necesidad de usar nada fuerte.

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Rafael es más fuerte al pintar la mano de una madona que un pintor yanqui pintando los bíceps de Jack Dempsey. En este caso la fuerza está en Dempsey y no en el pintor. Creer lo contrario es una simple confusión de valores. Lo 'colosal' es siempre débil por ser infantil. No hay que dejarse dominar por los elementos. Los poetas de aquí me dan la impresión de seres aplastados por lo inmenso. La verdadera fuerza consiste en dominar".

La fusión del arte y del fútbol. Arellano sabía que un partido excelente es un perfecto poema. Un sueño en cámara lenta. Un alegre vuelo en busca de estrellas.

Y la felicidad se desbordó

El partido que las crónicas han registrado como debut, es un amistoso jugado contra el English Team, preparatorio de los encuentros programados en el Calendario Oficial de la Primera División de la Liga Metropolitana. Fue jugado en las propias canchas del cuadro inglés, compuesto en su mayoría por extranjeros. El English Team era el más poderoso equipo de la Liga Metropolitana. Los expertos dudaban de la eficacia del nuevo club. Aunque sabían que eran "conocidos jugadores" que venían de uno de los buenos clubes de Santiago.

El Colo Colo formó con Eduardo Cataldo al arco, Absalón y "Togo" Bascuñán en la zaga, Francisco Arellano, Guillermo Cáceres y Juan Quiñones en la línea media, Luís Mansilla, Clemente Acuña, Humberto Moreno, Luís Contreras y David Arellano en la delantera.

El resultado marcó la pauta de lo que sería en adelante ese Colo Colo de 1925, que se mantuvo en las alturas durante 1926 y 1927. Principalmente en los años venideros cuando conquistó los títulos metropolitanos de 1928, 1929 Y 1930. Para un debut no estuvo mal: derrotó a los del equipo inglés por la módica cuenta de 6 a 0.

Flemáticos, los dueños de casa invitaron a sus sudorosos pero contentos invitados a disfrutar de una tenue taza de té. El del English Team hizo el discurso de rigor:

- Hoy hemos jugado con Colo Colo y puedo asegurarles que este equipo va a ser la gloria de Chile y del fútbol de este bello país. Le auguro larga vida, muchos triunfos. Será orgullo de su raza.

Los aplausos se mezclaron con las explosiones de las lámparas de magnesio de los fotógrafos y los sones estridentes de las gaitas.

Fue un debut meteórico. Magallanes, el más visceral de los adversarios de la Liga -porque el fútbol arriesgaba mezclarse con la vendetta-, fue vencido 3 a 1. Antes del encuentro, David Arellano debió calmar los ánimos de sus hombres.

- Si queremos ser respetados: empecemos nosotros a respetar.

Aquella noche la Avenida Independencia fue desbordada por la felicidad. El "Quitapenas" era una fiesta.

Pero la alegría fue mayor. De pronto parecía no poder colmarse. Santiago National, decano de la Primera División, fue aplastado por demoledores 14 goles. Rubén Arroyo formaba también en la vanguardia del "once" de aquella época. Y luego se integraron Rubén Sepúlveda y José Miguel "Cantimplora" Olguín.

El Colo Colo supo ser campeón desde su primer momento y ese mismo año 1925, aunque sin obtener el título de la Liga, llegó invicto. Las estrellas no refulgían aún en los emblemas y el valiente araucano debió esperar hasta 1937 para empezar a adornar su escudo con ellas.

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Por la senda triunfal

En 1926 Colo Colo realizó su primera gira. Ganó a Talca 2 por 1, empató con Temuco y Valdivia -tierra también de aguerridos caciques-, ganó a Osorno y Puerto Montt, y sufrió su primera derrota en Chillán. Un 1 a 0 en desigual lucha contra la naturaleza desatada.

Un temporal de viento y lluvia se precipitó con especial predilección sobre la cancha convertida en lodazal. Colo Colo perdía por un gol. Todo el barrizal de juego era una danza de extraños monigotes de chocolate. De pronto uno de ellos, en las postrimerías del match, se hizo de la pelota y se desprendió del montón derribando a cuanto hombre se le ponía por delante, rumbo al arco rival. Las ráfagas de pesada lluvia que por segundos le despejaban el rostro, mostraron que aquel mesías del todavía invicto campeón era nada menos que "Cantimplora" Olguín en feroz lucha contra el huracán. Sólo frente al arco, disparó. El grito de gol del empapado público sólo podía ser ahogado por el agua. El balón era una mancha café en vuelo directo hacia la valla. Fue entonces que la naturaleza, o el Libertador, o no se sabe quién, sopló. La ráfaga huracanada cogió la pelota desde la entrada misma del arco y en mágica parábola la devolvió planeando suavemente hacia el círculo central. El pitazo final sorprendió a los 22 jugadores todavía con la boca abierta.

Pero el lugar común dice que una golondrina no hace verano. Fue así que ese mismo año, en Chile, un combinado de la Zona Central, con base proporcionada por el club albinegro, derrotó por 4 a 3 al Real Deportivo Español, subcampeón del mundo. Se jugó una revancha y los chilenos volvieron a ganar. Custodio del arco ibero era el "Divino Zamora", figura internacional. Terminada la revancha, el pobre hombre se arrojó de bruces al suelo y lloró a gritos. Era la primera vez, en toda su historia, que lo habían vencido de ese modo. Dos de los goles fueron marcados por hombres de Colo Colo: El Chato Subiabre y David Arellano.

El fútbol y la paz

Cuando en aquella misma época hacía peligrosamente crisis entre el conflicto diplomático chileno-peruano por Tacna y Arica. Colo Colo enfrentó valientemente en Lima a la selección peruana. El partido prometía ser un circo romano entre los buenos y los malos. Es decir, entre los dueños de casa y el Colo Colo. Los hombres del cacique, estaban dispuestos a vender caro el pellejo. No habría patada gratuita, ni empujones, puñetes o agarrones de camisetas o calzones que quedaran sin respuesta. El estadio de Lima iba a ser privilegiado escenario de 22 tipos odiándose a rabiar, aplicándose sin contemplaciones la ley del Talión, y con la pelota sola por ahí, sin saber qué hacer, suplicando tal vez al árbitro o a los guarda líneas "una patadita, pues".

Diez minutos antes del partido, sin embargo, informado tal vez por algún espía de las intenciones chilenas, haciendo caso omiso de los ánimos de sus conciudadanos, el presidente peruano Augusto Bernardino Leguía (1919-1930) visitó a los chilenos en los camarines. El clima en la hinchada rugiente, y en los jugadores, era de suma gravedad. El gobernante temía un desenlace trágico.

- Lo que van a hacer ustedes, señores deportistas - suplicó desde su apariencia enjuta y jovial, aunque con el ceño fruncido -, será, más que una brega de fútbol, llevar a cabo un match por la paz. ¡Un incidente aquí en la cancha agudizaría las relaciones entre nuestros países!

Tras asentir en silencio, los colocolinos fueron escrupulosos para dejarse golpear sin chistar. Un back peruano embistió al "Chato" Subiabre con tal potencia que lo lanzó a tres metros

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de distancia. Saavedra tenía las canillas rojas de sangre. "Colo Colo" González, hombre con fama de duro, era una mansa paloma. Pero al mismo tiempo, depositaban en el césped el sumum de la inspiración. Pases precisos. Danza de maestros. Juego de ángeles. Y llegó:

- ¡Gooool! ... del Colo Colo.

Casi al finalizar el partido, los peruanos lograron el empate. Contusos, rengueantes, aporreados, los chilenos eran gladiadores de regreso de batirse con los leones. Entonces se produjo el milagro que Justificó el martirio. De pie en las graderías, el público limeño ovacionó a los hombres del Colo que dieron la vuelta olímpica llorando a moco tendido.

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Capítulo 3

El recuerdo de David Arellano

La tragedia. Valladolid, España. Mayo de 1927. Primera gira internacional de la oncena alba. Ecuador, Cuba, México, Portugal, han quedado atrás. Chile tiene su propia crónica de una muerte - no anunciada -, pero hasta hoy sabida, dolida, llorada.

La escribió Raúl Ahumada, y la publicó 38 años después, en Fin de Semana. Está escrita con ese sabor de antes. Cuando prácticamente no existía la televisión y la crónica deportiva tenía el deber de entregar las imágenes al lector. Un deber todavía vigente. Porque en deporte y en fútbol, no bastan las imágenes. Sobre todo se requiere aquello que el televisor difícilmente aportará: el sentimiento. Esa información objetiva, pero interpretada y colada a través de la emoción del propio periodista. La televisión segmenta. La crónica recrea lo total. Cuando la pluma llora, las pantallas quedan fuera de juego. Lecciones no superadas hemos recibido de maestros como “Centro Half”, Antonino Vera, y el propio Ahumada. Leer sus crónicas hoy, es una delicia. En la historia y en la novela del Colo Colo, en la vida y la leyenda, ellos también son personajes y tienen un lugar. Su palabra es la historia. Así escribió Raúl Ahumada la crónica de la muerte de un santo del fútbol.

La crónica de Raúl Ahumada

2 de Mayo de 1927, Plaza de Toros de Valladolid, España.

Todas las localidades copadas. Veinte mil espectadores. En realidad la plaza no da para más. Afuera, diez mil fanáticos sin conseguir entradas. ¡Sol! Un rojo sol sobre los asistentes, fustigando sus espaldas, como que ya va despuntando la primavera europea. Hinchas en mangas de camisa y morenas españolas con sus abigarrados mantones y ojos negros, obscuros como la noche, azogados.

Existe típica euforia deportiva española: música canciones, curiosidad. Desde el costado norponiente un coro de voces femeninas, Por acá el característico diálogo español europeo.

-¡Ole, chaval! ... ¡Ole...! ¿Tú por aquí? - ¡Sí... don...!

- ¡Puez hacez bien...! ¿Cómo que no conocéis este equipo? ... ¡Rediez... que este equipo del Colo Colo de Chile es bueno! Vamos hombre, si yo lo vi no hace mucho en Guayaquil, y que trae fama, y como que vencieron también estos chilenos al Real Deportivo Español, con Zamora y todo... ¡Y caramba, que decir Zamora en estos tiempos...!

16.15 horas: ¡Expectación! Hacen su aparición los colocolinos, portando una bandera de la Madre Patria y David Arellano un ramillete de flores. Aplausos. Gritos...

16.16 horas: Se presenta el Real Unión Deportivo de Valladolid. Nuevos y frenéticos aplausos. Es el equipo de casa.

También hacen su aparición con una bandera tricolor. Visten uniforme blanco. Luego cambian de camiseta por una listada. El Colo Colo, lo habitual: camiseta alba, pantalón negro. Se alinean:

Colo Colo: Guerrero, Poirier, Figueroa; González (Colo Colo), Rossetti, Pancho Arellano;

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Real Unión Deportivo: Solano, Foyaca, Gichi; López, Hornia, Montalbán; San Miguel,

Pérez, Barbacho, Pipi -Bombo y Hernández.

Los primeros diez minutos

Subiabre hace un quite de pelota poco más atrás del medio campo y entrega velozmente a Horacio Muñoz, sortea éste a Montalbán y cruza para Olguín. "Cantimplora" levanta el centro que toma David, pero López lo para en mala forma. Foul. Sirve Colo Colo González, disparando con fuerza hacia el pórtico español. La pelota choca en la rodilla de un defensa ibérico y se eleva formando una tole-tole a dos metros tras de la valla de Solano. Cabezazos y amontonamiento de jugadores que hacen despliegue de gran energía. En última instancia, y desesperadamente, aleja parcialmente Foyaca, yendo a dar el esférico a los pies de Hornia el cual entrega a Pipi-Bombo quien pierde la pelota por intervención de Horacio Muñoz, el cual, de taquito habilita a Pancho Arellano, cediendo a Rossetti, y este a Colo Colo González, el cual entrega la pelota en profundidad otra vez a Rossetti y éste, sin mayor dilación ya ocho metros del arco dispara violentamente hacia el pórtico de Solano, y la pelota pasa raspando el travesaño... ¡Fuera ... !

Colo Colo está abiertamente a la ofensiva. Sirve Solano al centro de la cancha. Recoge Barbachón, habilita a Perico San Miguel. Se corre el puntero derecho. Lo detiene Poirier y entrega a David Arellano. Avanza el crack chileno velozmente cuando se ve asediado por dos hombres, ejecuta un pase atrás para Olguín, el cual dispara deteniendo Solano en gran forma aquella pelota que estaba introduciéndose en una esquina. La pelota ahora en los pies de Hernández, por la mitad del campo, y ejecuta un pase a Barbachón. Sale González a cortarlo, pero falla y Barbachón derrota a Guerrero. ¡¡Goool!! ¡Goool español! La cuenta uno a cero.

Segundo gol español

Van veinte minutos de juego. Colo Colo algo desorientado. Pero el partido gusta de verdad. Está jugándose a un ritmo vertiginoso.

Barbachón recibe una pelota de Hornia y cede a Pipi Bombo, un interior izquierdo de gran rapidez. Esquiva. Esquiva a Rossetti y también a Poirier y envía furibundamente la pelota a una esquina. El "maestro" Guerrero se estira, vuelve en el aire, pero no hay caso, otro gol español. ¡Y la cuenta: dos a cero!

Primer gol chileno

Los chilenos como si estuvieran pensando en la patria lejana no están desalentados. Por el contrario, como si recién despertase “el indio”, empiezan a atacar con mayores bríos, con más pujanza, con más fiereza. ¡Pero una fiereza limpia, caballerosa! Fiereza del corazón. Un ataque endemoniado, sin respiro y carente de toda mala intención.

Olguín corre por su flanco. Se apega, como era su costumbre a la línea de toque y esquiva adversarios. Enseguida, se cierra peligrosamente. En última instancia despeja Gichi: ¡Corner!

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Lo sirve Poirier: pelota muy ceñida y Subiabre entrando a gran velocidad, remata de volea un formidable disparo... que deja a Solano parado. Se da cuenta solamente cuando el esférico está en el fondo de la red.

Empata Colo Colo

A los treinta minutos de juego y experimentando una gran reacción logra el empate Colo Colo.

David Arellano, que ha estado repartiendo juego magistralmente y con muchísima sabiduría, pone en juego al Chato Subiabre, Subiabre se filtra por la zaga y antes de que lo madrugue Gichi, habilita a Moreno, éste cruza largo a González y el "negro" patea a boca de jarro. ¡Gol chileno...! ¡Gol chileno...!

Toda la hinchada española aquilata el poderío de aquel equipito del cerro Huelén, de ese Santiago de Nueva Extremadura que fuera fundado por Don Pedro de Valdivia. ¡Sí, es verdad: hay allí fiereza araucana! La están palpando ahora, como si esta fiereza, astucia, rapidez mental, virtudes contadas por Alonso de Ercilla a través de "La Araucana" estuvieran escapando de la Historia para aposentarse allí en la gramilla de una tierra hispana, tales como son las cosas, trasuntadas en ese cuadro pujante, decidor, llamado Colo Colo.

Y luego la tragedia...

La tragedia

¡Sí! la tragedia, como si esa tragedia hubiera de ser el precio que está pagando un gran equipo chileno para encaramase sobre la fama. El precio de su gloria deportiva.

...Rossetti desbarata un ataque de Pipi-Bombo; entrega al popular Mono Arellano (Pancho), el cual cede por alto a Horacio Muñoz. Pero antes de que la pelota tome contacto con el suelo, saltan David Arellano y Hornia... caen. El chileno de espaldas, Hornia, con una rodilla golpea al caerle encima el estómago de David... y allí queda Arellano accidentado. Se paraliza el juego momentáneamente. ¡Arellano está muy pálido y acude una camilla... y luego, una ambulancia...! El asunto al parecer, hasta esos momentos, es serio; pero tal como sucede en los circos, aunque se llene de sangre un ruedo, y el drama y las penas hagan trizas el alma, ¡el espectáculo debe seguir! Y los colocolinos siguieron jugando con diez hombres... y empataron el lance a tres tantos con uno de los mejores equipos de España.

De luto

¡Y la Patria se vistió de luto! Y fue el comienzo del fin de una de las glorias del deporte nacional.

¿Qué hora es? ¡Debe de estar avanzando la madrugada a juzgar por el color violeta del cielo! Sí, es verdad: el alba avanza; toda la ciudad española, las bajas techumbres suburbanas, los edificios céntricos están adquiriendo un matiz bermejo. Es el sol que está asomándose muy lentamente allá en el horizonte detrás de una nevada montaña y alumbrando ya muy claramente aquel severo cuarto de hotel (El "Hotel Inglaterra"). En este cuarto yace una joven vida que lo ha

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dado todo por el deporte de su patria: Chile. Se trata de un joven profesor de educación física que siempre ha tenido el anhelo - el anhelo de los apóstoles - de que exista en su país un club de fútbol que simbolice las mejores virtudes de la raza. Y ese club se llama Colo Colo, que después de una brillante gira por Guayaquil, La Habana, México, Portugal, ha llegado hasta aquí, la Madre Patria, en Valladolid, la tierra en que yace Colón, y aquí se ha accidentado. ¿Qué piensa, cuáles son las ideas de David Arellano, mientras está ahí con los ojos semi cerrados sobre la cama de ese hotel? Toda la noche se ha quejado y después con las primeras inyecciones se ha calmado un poco. Pero los dolores persisten, aunque son intermitentes, pero estos, a pesar de los calmantes, lo hacen quejarse.

Esos muchachos colocolinos en que la mayoría no sobrepasa de los 25 años, tampoco han podido dormir. Y en los dirigentes, desde Carlos Cariola y Alberto Parodi, hasta el modesto guardaútiles puede divisárseles un rictus de amargura. ¡Qué lejos la patria! ¡Y qué pena en el espíritu! ¡David Arellano se va! Por la noche ya el médico lo ha dejado entrever. Sólo se espera una última palabra. De nada valdrá una intervención quirúrgica... y su recuperación sería un milagro. ¡Valladolid entero también está pendiente! ¡Y los propios jugadores del Real Unión Deportivo han lamentado sinceramente el accidente!

¡Pero, un chileno en tierra extraña siempre es fuerte! ¡No Se doblega fácilmente! Por eso... Por eso. Y no por otra cosa hay que disimular todas las amarguras del alma y el Chato Subiabre, como en igual forma Poirier, el Negro González, simulan mirar por los grandes ventanales del hotel, pero no están mirando: están pensando en Chile y en el dolor que les aflige. En aquel instante se despierta David, que ha podido dormir un poco, y a gritos pide que lo lleven a una clínica para que lo operen.

- ¡Qué me operen, qué me operen, por favor! - exclama. Sus hermanos, Pancho y Alberto, con los ojos mojados en llanto, abandonan furtivamente el hotel y buscan al facultativo. Llega éste y de nuevo le aplica una inyección. Se calma. Entonces todos sus compañeros, Con una sonrisa en los labios, le manifiestan que pronto volverá a recuperarse; que podrán jugar de nuevo todos juntos, como en una gran familia y hallarse al lado de su mamacita.

- ¿Sabes, viejo? - le señala uno de ellos - volveremos a jugar lindo. He estudiado un pase de taquito y...

Pero David no le sigue el juego. Se sume en un sueño corto.

Al poco rato vuelven otra vez los recios dolores y en las primeras horas de la mañana, alrededor de las ocho, ya David está muy mal. El galeno que ha regresado le toma su muñeca y controla sus pulsaciones. Su corazón late débilmente y David le pregunta. Le pregunta como en un susurro:

- ¿Será dolorosa mi operación, doctor?

El doctor acomoda su maletín, guarda sus lentes y no despega los labios. El mutismo de la ciencia es una respuesta. Saavedra, Poirier, Linford no logran contener sus lágrimas.

Están sollozando como unos niños grandes. El Chato, con más entereza, se aproxima a su lecho y busca una manera de darle una conformidad.

- ¿Sabes, David...? Te noto mejor. Tienes otro semblante. ¡Ánimo viejo! Ya estarás bien y estarás tan alegre como antes...

Más, la respuesta, que es también como un mazo, llega contundente. - ¡No, "Chato"! No. Tráeme mejor un sacerdote para confesarme.

Una hora más tarde un religioso le suministra los auxilios de la Santa Extremaunción. Es un acto ritual, ceremonioso, en que la misma vida por hallarse lindando con la raya demarcatoria de la muerte, siempre será en todas partes, dramático. Pero allí, en ese cuarto de hotel, y en esa mañana lluviosa del 3 de mayo de 1927, el acto se hace extremadamente helado.

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Un grupo de muchachos deportistas chilenos que salieron de su patria cargados de ilusiones, ahora están presenciando la muerte de un compañero, y en donde ellos, como la ciencia médica, son impotentes para salvarle.

Por eso todos también, están silenciosos y yertos, con las lágrimas prendidas, como minúsculas cuentas de cristal, entre los párpados.

Mueve tenuemente los labios.

- Adiós mamacita, adiós... - son sus últimas palabras.

El gran crack había pasado para siempre a arraigarse a la heroica historia deportiva de su país y a quedar grabado por siempre en ese club con nombre de cacique: Colo Colo, y a vivir por siempre también en las futuras generaciones de su patria.

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Capítulo 4

La primera estrella

La muerte de David Arellano no interrumpió la gira del equipo. Jugó en España hasta junio. Luego cumplió compromisos con Uruguay y Argentina. La desaparición del compañero, con todo su dramatismo, como ahora dice el himno, fue un estímulo para seguir en la brega.

Es Colo Colo como el gran araucano que va a la lucha, jamás sin descansar porque el recuerdo de David Arellano Siempre lo guía por la senda triunfal.

Una vez más. Poesía. Y ya no en la cancha. Arellano mismo fue un poema. La primera estrella. Metáfora del club y del equipo. Los años volaron. Raudos. Como la meteórica carrera. En 1933 comenzó el campeonato profesional del fútbol chileno. Ese año se fundó la Liga Profesional y formaron en ella Audax Italiano, Badminton, Colo Colo, Green Cross, Magallanes, Morning Star, Santiago National y Unión Española.

En el duelo final ganó Magallanes a Colo Colo, tras llegar empatados a doce puntos, invictos. Un resultado dos a uno otorgó al padre, Magallanes, la primera estrella en la historia futbolística del país.

Colo Colo ingresó en el cielo estrellado de los clubes chilenos en 1937, cuando ya su sede no estaba ni en el "Quitapenas", ni en el Llano, sino en el céntrico Estado 33. Su presidente ahora se llamaba Ernesto Blake quien el 19 de abril de ese mismo año había profetizado: "Creemos que en el curso de este año el equipo de honor estará en condiciones de responder al prestigio del club".

El club respondió. Ese año el equipo se coronó invicto al final del torneo, calidad que agónicamente mantuvo en el último partido frente al Badminton. Después de ir perdiendo 1-3, cinco mil espectadores retuvieron el aliento hasta un esperado empate. El invicto se salvó.

De los doce partidos jugados ese año, Colo Colo ganó nueve y empató tres, colocó 47 goles y recibió veinte. Total, 21 puntos. Total de goles de "El Tigre" Enrique Sorrel, catorce.

"El Tigre" fue la figura de este campeonato. Se podrá hablar siempre de los años dorados del Colo Colo, pero nunca se podrá olvidar la garra de ese jugador. Diez años más tarde, Sorrel fue director técnico del equipo. En el torneo de la primera estrella, Arturo Carmona siguió en goles al "Tigre": once. Y a ellos dos, les acompañaron en la alineación titular Pedro Fernández, Nemesio Tamayo, Eduardo Camus, Juan Montero, Arturo Torres, Amadeo San Juan, Manuel Arancibia (diez goles) y Tomás "El Rata" Rojas (seis goles). La anotación que mantuvo inmaculado el honor invicto fue de "El Rata".

Más estrellas

Después de Arellano - la estrella simbólica, primera estrella -, la primera estrella profesional, aquella de colocar en el escudo, fue la de 1937. Luego, vino la de 1939.

Corría ese año y once equipos jugaban en la división profesional. Róbinson Álvarez Marín, quien era presidente honorario, asumió la presidencia del club. No podía imaginar, al

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asumir el cargo, que ese año Colo Colo marcaría un total de 91 goles, en el más largo campeonato hasta entonces jugado.

Fueron 24 fechas, en las que Alfonso Domínguez, centro delantero y figura goleadora, marcó 32 de esos tantos. Y se inauguró haciendo tres goles al Audax Italiano, en un partido que Colo Colo ganó por 7 a 1.

Desde mayo, el húngaro Francisco Platko se había hecho cargo de la dirección técnica del equipo, aunque aún le faltaban dos años para poner en práctica la estrategia que lo haría famoso. Aquella del centre-half. La opinión sobre el equipo, es inicialmente lapidaria: "Me parecen estos jugadores de una talla un tanto escasa. Casi me atrevería a decir que son infantiles".

Fue también 1939 el año del cumpleaños número catorce. Quinientas personas se reunieron ese 19 de abril en el restaurante de la Quinta Normal. Entre ellos, el presidente de la República Pedro Aguirre Cerda.

Este año quedó además inmortalizado por lo que fuera en Chile una de sus más feroces características: el terremoto de Chillán. El mundo entero se remecía también, pero con los aromas de la guerra. El Colo Colo seguía de pie y entero, jugando el gran partido iniciado en 1925.

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Capítulo 5

La magia Platko

Si el de 1991 es el Colo Colo del yugoslavo Mirko Jozic, el de 1941 fue el Colo Colo del húngaro Francisco Platko. Una especial y casi mágica estrategia tuvo la virtud de hacer que en los jugadores de ese año se reencarnara el Colo Colo de siempre. El de los hermanos Arellano y Quiñones, el de Rubén Sepúlveda y del "Cantimplora" Olguín. El de los próceres de la fundación. Con Platko revivió David Arellano, y su fútbol poesía. Arellano ha revivido y revive cada vez que el Colo Colo defendió y defiende "con gloria el tricolor", cada vez que "va a la lucha", "sin descansar", cada vez que "alumbra siempre con fuego de campeón".

En la vida y la novela del Colo Colo los personajes son todos. Los jugadores y los hinchas. Los relatores y los periodistas. Usted. Yo. Todos de algún modo somos parte de este personaje colectivo. Para bien o para mal, la cultura nos envuelve y nos arrastra, nos dialoga y dialogamos con ella. Y el Colo Colo es parte de esa cultura. Así como Raúl Ahumada y su crónica de la muerte de Arellano son parte de esta historia, también lo es otro testigo: Centro Half. Sus crónicas en la vieja revista Estadio, aquella nacida el 12 de septiembre de 1941, hablan no sólo del Colo Colo, sino de la época y de la calidad de su pluma. Lo que fue la estrategia Platko y lo que significó en el fútbol chileno, quedó magistralmente cronicado por Centro Half.

Algunos apartes de las crónicas de “Centro Half”:

El equipo de la campaña 1941

"Hoy son otros nombres, Diana, arquero de nacionalidad argentina, pero ardiente colocolino como el que más y que luce su extraordinaria calidad en la defensa de los colores de su club; Salfate y Camus, el mariscal y el indio, dos baluartes, dos zagueros que se complementan; rompedor, recio, de una seguridad pasmosa en la intervención es el nortino; junto a la técnica e imperturbable calma de Camus, ese zaguero que muchos creyeron se había terminado y que ha repuntado, gracias a su enorme amor propio y espíritu de superación. Flores, el "camión", el gran medio zaguero que, junto con Hormazábal, han respondido a las tremendas exigencias que requiere el sistema de Colo Colo de parte de los medio zagueros de ala; Pastene, he aquí el hombre a quien Colo Colo debe erigir un pedestal; él más que nadie ha hecho posible la hazaña, ha sido Pastene el corazón del sistema Platko, el que mejor ha cumplido dentro de lo bien que han cumplido todos; y Medina, el campeón de las actuaciones regulares, como lo han dicho todos. En realidad, el medio izquierdo ha desarrollado en la temporada un juego difícil de igualar por jugador alguno, ha sido una máquina; no se podría señalar cuál ha sido su mejor actuación, todas han sido de extraordinaria calidad.

"Y la delantera de oro. Ese ataque albo donde se encuentra de todo; tecnicismo puro en los dos pequeños y 'grandes' interiores; clásico en Norton Contreras y lleno de pillería e improvisación en el peruano Socarraz, junto a la espectacularidad de Domínguez y Sorrell, los hombres de la emoción, los que obligan a levantarse de los asientos al público, los que en cada corrida, en cada 'chutazo' dan la sensación de gol, esa sensación por la que acuden las masas al estadio; para terminar en el 'rata' Rojas, el pequeño alero de las oportunidades, con su shoot de voleo y sus centros medios. Estos hombres forman el gran equipo campeón de 1941. Sin perder

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un solo partido han hecho realidad el anhelo de los parciales del club, de ver a su once en la colocación que le corresponde, por tradición, por entusiasmo, por ese cariño inconmensurable que todos los colocolinos tienen por el blanco color de sus camisetas".1

La táctica Platko

"Colo Colo ha desarrollado en los partidos de la actual temporada una nueva táctica de juego, impuesta por su entrenador Platko, que le ha dado buenos resultados. Además de esto, el referido entrenador ha logrado presentar a sus hombres en gran forma atlética, obteniendo en este sentido una clara superioridad sobre sus oponentes.

"El sistema de juego de Colo Colo merece un comentario especial. Se trata de una modalidad esencialmente defensiva. El centro medio retrasado jugando en una línea con los backs, tiene por misión vigilar estrechamente al centro delantero adversario; los medios de ala juegan más al centro del campo en estrecha vigilancia de los interiores y, finalmente los backs muy abiertos se encargan de neutralizar todo intento de las alas. Es decir, una defensa de hombre a hombre. Este sistema también permite a la delantera efectuar ataques veloces y profundos; teniendo la ventaja que nunca el ataque se hace persistente, no dando .lugar a que se cierre la defensa contraria frente al arco y haciendo difícil el gol.

"Como decimos, la táctica de Platko ha demostrado ser eficaz en nuestro medio; pero sinceramente creemos que no se debe esperar el mismo resultado al ser enfrentada a equipos extranjeros, argentinos por ejemplo. Es sabido que los argentinos son grandes dominadores de pelota y saben desmarcarse, lo que haría muy peligroso, a nuestro juicio, el uso del sistema en referencia en un cotejo con estos adversarios".2

La táctica en acción

"Después de un primer tiempo descolorido y sin cuenta, en el segundo Colo Colo se destapa y se pone a hacer goles con cierta comodidad. Fueron tres y pudieron ser más.

"Durante el primer tiempo ambos se cuidan mucho y las defensas se ven mejores que las delanteras, pero con un juego mediocre por ambos lados.

"Especialmente la delantera recoletana (Santiago Morning) se muestra totalmente infectiva y con dos hombres muy bajos, Casanova y Leonardi, precisamente sus dos interiores, lo que hacía imposible que sus ataques tuvieran la trabazón indispensable para tomarse peligrosos. En estas condiciones, la cerrada defensa del equipo popular no tuvo mayores dificultades en anular todo intento hacia su valla.

"La defensa recoletana, que en un principio se veía bastante segura y firme, en la segunda etapa empezó a ceder, demostrando especialmente los medios, no estar en condiciones de resistir el partido.

1 Centro Half, Colo Colo ha protagonizado de nuevo una de las más brillantes campañas del fútbol chileno, Estadio

Año 1, Nº 5, 14 noviembre 1941.

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"Con esta victoria, Colo Colo se corta solo en pos del Campeonato; la ventaja adquirida hace que su chance sea difícilmente amagada. Tendremos, en consecuencia, nuevamente al equipo popular como campeón y en forma muy merecida por cierto."3

Cuando la táctica Platko encuentra la horma de su zapato

“El marcador es contundente. Las esperanzas se esfuman. Sacarse tres goles frente a Colo Colo es obra de titanes. Otro que cae ante el invicto.

"Sin embargo, Montaperto hace un gol de cabeza, liquidando en esta forma una tole-tole frente a Diano. 3-1 marca la pizarra. Los verdes se esfuerzan y dominan abiertamente. Varios de los integrantes del equipo albo se ven renguear. Hormazábal se ha pasado wing y Sorrel ocupa el puesto de éste. El equipo se ve un poco desorientado, los jugadores pierden su ubicación, que con tanto celo saben guardar en condiciones normales. Pero a pesar de esto no se ve cómo los verdes pueden hacer más goles. El cotejo para todos está definido, el público empieza a buscar la salida con el ánimo hecho de otra victoria blanca.

"Pero la emoción del cotejo estaba reservada para los minutos finales. Los verdes se han ido encima del arco de Diano. Con enorme voluntad buscan goles; faltan cinco minutos, tres..., dos..., ¡gol! Alcántara ha hecho un gol desde muy difícil posición; dándose una vuelta completa sorprende a Diano. Pero estamos sobre la hora, es imposible el empate. Le faltará tiempo a la famosa reacción de los verdes' pero mientras no suene el pitazo hay chance. Y claro que la hay. Salfate cede al comer. Sirve Avilés, falta un minuto. Muy ajustado el centro, se eleva una cabeza..., ¡empate! Montaperto ha sido el héroe. El empate ha sido posible. El júbilo es enorme. Gran revuelo en tribunas y galerías. Pugilatos en varios puntos. No hay nada que hacer. En 2 minutos ha sido empatado un partido que se iba perdiendo por tres goles a cero. Por fin llegó la emoción intensa sorpresiva, la verdadera, la que hace enronquecer las gargantas."4

Colo Colo ya es campeón de 1941

"Un defecto grande del fútbol chileno ha sido siempre la falta de organización. Un defecto que en muchos partidos internacionales ha quedado claramente de manifiesto y que ha costado muchas derrotas a nuestros equipos representativos. Los jugadores chilenos han entrado siempre a la cancha simplemente a jugar; muy pocas veces, por no decir nunca, hemos podido observar en nuestros jugadores una conducta en la cancha reveladora de una dirección atinada, destinada a sacar mayor provecho de las propias condiciones o encaminadas a anular el juego característico del adversario.

"En la presente temporada, un equipo popular ha contado con la dirección de un entrenador que ha logrado lo imposible. Efectivamente, Platko, el entrenador de los albos, ha conseguido de los jugadores a su cargo la disciplina necesaria para que puedan desarrollar la táctica inglesa con que los ha entrenado. Quizás sea el primer caso entre los equipos nacionales en que los jugadores entran al campo con un juego premeditado y que desarrollan durante el

3 Centre half, parte de Colo Colo se corta solo, Estadio Año 1, Nº 2, 3 octubre 1941.

4 Centro Half, parte de Con su clásica reacción el Audax empata un partido perdido, Estadio, Año 1, Nº 3. 17 de

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partido con singular regularidad, demostrando sus integrantes clara inteligencia para ajustarse a las instrucciones, durante la lucha.

"Es así como el equipo del Colo Colo ha adoptado un sistema, juega organizado, con los resultados que tenemos a la vista: invictos en la temporada y clasificados ya campeones de 1941.

"No se puede decir, ni lo creemos, que el juego de Colo Colo sea la última palabra. Es más, creemos que el sistema puede ser muy peligroso ante los argentinos; pero los triunfos conseguidos en nuestro medio, son reveladores de las ventajas que tiene la organización en un equipo de fútbol, juego esencialmente colectivo y que precisamente han destacado claramente nuestro defecto. Colo Colo, sin contar con elementos superiores a los demás equipos, gana ininterrumpidamente sólo porque juega con táctica.

"Pensábamos nosotros que de aquí podría nacer un claro progreso en nuestro fútbol. Esperábamos que los demás equipos de la profesional, estimulados por el natural deseo de ganar al invicto entraran a organizarse. Creímos que estos traería la natural consecuencia provechosa de que nuestros jugadores se acostumbraran a seguir un plan, a actuar en el campo haciendo uso de la cabeza en cada una de las jugadas; abandonando en fin, definitivamente, nuestro defecto de jugar "al lote".

"Hasta el domingo 19 no habíamos visto en ningún equipo un esfuerzo serio en este sentido. Los triunfos de Colo Colo se sucedían sin que los adversarios hicieran nada de valor por evitarlos. Pero este domingo vimos en los estudiantes una mejoría notable y el juego desarrollado dejó claramente de relieve la preocupación de su entrenador, el ex gran jugador argentino Alejandro Scopelli, por organizar el once. Efectivamente la U jugó con inteligencia, sus hombres se esforzaron por cumplir las instrucciones, y el resultado lo encontramos por todos conceptos espléndidos. No se consiguió el triunfo, pero, tomando en consideración el poco tiempo que Scopelli tiene a su cargo el equipo, tenemos que convenir que los resultados son promisorios de futuros grandes éxitos (...).

"Destacamos este partido jugado el domingo antepasado por las interesantes conclusiones que de él se pueden deducir. La carrera de triunfos del equipo popular nos está demostrando que el fútbol nuestro carecía de directores capaces que hagan rendir a los equipos lo que deben, tomando en consideración las condiciones de nuestros jugadores.

"Nadie puede desconocer esto. Las pruebas las tenemos a la mano. La venida de algunos entrenadores extranjeros está produciendo ya sus beneficios. El caso de Colo Colo es típico, ya éste debemos agregar a la U., que no dudamos, en manos de Scopelli ha de rendir mucho en el futuro..."5

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Capítulo 1

¡Gooooool… de Colo Colo!

¡Pizarro para Barticciotto, perfecto el cambio de juego, están en el área, el arquero Battaglia no llega a la pelota, los centrales están demasiado lejos, pase cruzado de Marcelo Barticciotto para Leonel Herrera, el balón vuela, planea, destella, son fracciones de segundo, Leonel aparece de la nada, es un flash, es el hijo, es el padre, la dulce patria, la copia feliz del Edén, y dispara (San David Arellano, ruega por nosotros), es el minuto ochenta y cinco, las antorchas se encienden (San David Arellano, San Juan Quiñones, espíritu del Gran Colo Colo y todos los santos del fútbol, santos indios y santos ancestrales, chuteen, chuteen, cojan, guíen, dirijan la pelota rumbo a su destino como si fuera un misil disparado por computadoras).

La pelota se estrella en la red (Bendito sea Dios, Bendita sea la Virgen), 3-0, 3-0, 3-0 (Bendito seas Chau Dios, Padre de los Mapuches y de los huincas). Herrera levanta un brazo, dos, ríe, llora (Bendito sea el Cielo de los futbolistas).

¡Gol! ¡Gol! ¡¡Goooool... Goooool... de Colo Colo...!! (Benditos seas “Tigre” Sorrel, Socarraz, Domínguez, Contreras y Rojas; bendito sean Jorge y Eduardo Robledo; benditos Escuti, Juan Soto, “Cua Cuá” Hormazábal, Jorge Toro). ¡La Copa, la Copa, la Cooopa se mira y se tooooca! ¡Gol! (Benditos Elson Beiruth, “Chamaco”, Caszelly, “Pollo” Véliz, el “Cóndor” Rojas, ¿por qué no?, y tantos otros) ¡¡Goooooool... de Colo Colo...!!

Aquello no era un juego; ni una competencia deportiva, ni un partido por la Copa Libertadores de América, ni siquiera el partido último. Aquella aparición fugaz, extraterrena, de Leonel Herrera cuando disparó el gol, era la llegada misma del Mesías, una pincelada maestra, un concierto para violín, una contorsión genial, una oda a los chuteadores, a la pelota, al fútbol. Pablo Neruda Arcángel batiendo el arco.

Sesenta y seis años hacía que el pueblo esperaba este acontecimiento. Sesenta y cinco mil gargantas vocearon el gol, de pie, tocando la Vía Láctea con las manos, a emoción batiente en el Estadio Monumental. Millones lo vocearon frente al televisor. Millones con el oído pegado al radio. Los altavoces del Metro lo anunciaron para los pocos empleados de turno y viajeros que a esa hora se estremecían de ansiedad. Las tiernas mujeres alegres del sector Mapocho lanzaron chaya desde sus puertas y ventanas y bailaron en las calles.

Colo Colo una canción

- Fue algo increíble - Comentó Leonel Herrera -. El mérito fue de Marcelo que me dejó solo frente al arco. En ese momento sólo me concentré en disparar directo y con la mayor fuerza posible. Fue lo primero que se me vino a la cabeza. En ese me acordé de mis padres y de todos los que me han ayudado a ser lo que soy.

Miércoles 5 de junio de 1991, Colo Colo, de Chile, 3; Olimpia, de Paraguay, O. Goles de Luís Pérez a los 13 y a los 17 minutos. Gol de Leonel Herrera a los 85.

22:37.- Eduardo Menichetti, el presidente del club, recibe la Copa. 22:38.- Vuelta Olímpica.

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22:41.- Espinoza muestra la Copa al pueblo. Una malla de acero se interpone entre la hinchada y el trofeo. Cientos de manos la tocan por entre el retículo.

Sesenta y cinco mil bocas van desgranando el himno: "...laureles deja portadas los caminos que virilmente luchando conquistó, antorcha inmensa de gloria es su destino, que alumbra siempre con fuego de campeón”.

El Estadio estalla en miríadas de goles, el pasado, el presente y el futuro se funden en una sola pelota a la velocidad de la luz. Es domingo 7 de diciembre de 1941, a las cinco y media de la tarde. Están frente a frente en el Estadio Nacional de Santiago los campeones del Atlántico y del Pacífico, River Plate y Colo Colo. La trascendencia del match es incuestionable: River es campeón de Argentina y Colo Colo, de Chile.

Minutos antes del partido, resuena en la voz de su propio autor, el poeta Carlos Casassus, el primer himno del club. No lo canta, lo declama. La música es del maestro Javier Rengifo y la ejecución por cuenta del Orfeón de Carabineros.

El Colo Colo y el fútbol ya son una canción. - ¡... en las canchas como el Colo Colo no hay! - ¡Goooooool... del Colo Colo!

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Capítulo 2

Nuestra raza sin igual

Es difícil que Carlos Casassus haya imaginado lo que ocurrió 66 años después de que declamó el himno. La noche del 5 de junio de 1991. 65 mil hinchas y millones de chilenos lo entonaron como expresión de un irrefrenable sentimiento de gozo e identidad colectivos.

La mañana del domingo 7 de diciembre de 1941, Casassus recorrió el diario. Presintiendo quizás que su poema no sería un himno más entre los himnos de clubes futbolísticos, sentía circular por sus venas una caliente sensación, Trató de serenarse. Hojear el diario de manera distraída. Sus ojos se posaron en el precio del periódico: un peso veinte. Un atribulado agricultor preguntaba al Averiguador Universal: “Tengo un caballo tordillo de gran valor por su hermosura, bondad y pedrigree. Hace algún tiempo tuvo unas heridas de las cuales mejoró, pero en la parte afectada le salió pelo negro, lo que lo afea mucho. Se trata, señor Averiguador, de que usted me indique algún medio para que esos pelos negros vuelvan al color blanco”.

"No sabemos que el caso tenga remedio”, contestó el Averiguador”. Casassus sonrió.

En un rincón de otra página, Editorial Zig Zag ofrecía “un buen regalo, un buen libro... Ningún regalo más duradero, más seguro, que un buen libro. Es el compañero que mantiene .el recuerdo... El Niño, por los doctores Otto Schwarzemberg y Hernán Romero... $25. Aventuras de Pinocho, por Carlos Collodi... $10”.

Más allá, el secreto del éxito: “Si quiere Ud. triunfar en la vida lea la novela 'Senderos desconocidos' escrita por la conocida mentalista, Quirósofa, Faceóloga, Grafóloga, Mme. Eris (Diana Coudrou). Precio: $12. En venta en las mejores librerías o en casa de la autora.”

Casassus pensó en lo útil que sería a los arqueólogos del futuro encontrarse con este diario. Allí, el ingreso promedio de un profesional: “Se ofrecen $1.200 mensuales de sueldo...” por un empleado “muy competente” con “conocimiento de contabilidad” y “buena redacción”. Allá, la cosmética de la época: Polvos finos “Vanka”, “...entre cuyos seis tonos está el que más conviene al color de su cutis... para una tez sana y que siempre mantenga un aspecto de primaveral frescura, destaca más los encantos de la belleza femenina”. Y el medio de comunicación que hace furor: “Radio Broadway” 5 X-1 Superheterodino de 5 tubos para onda larga. Corriente universal”. “Radio fonógrafo QU3-K en gabinetes consola 6 tubos y 5 bandas para toda onda. Ensanche de bandas. Altoparlante de 12 pulgadas… La mejor música del mundo grabada en discos “Víctor…”

Casassus creyó escuchar el leve chirrido de la aguja sobre un grueso disco y brotar la música de aquel gigantesco caracol... ¡El himno del Colo Colo rodando por un disco “Víctor”!

Técnica Vs. Briosidad

¡Allí estaba el partido!

El diario lo anunciaba para las 5 P.M. Encabezaba la página 27, de deportes: “Los campeones del Atlántico y del Pacífico”. Ese era el titular principal. Luego un resumen informativo y explicativo de un dibujo de casi media página: “Lucha sin cuartel, en procura del campeonato de nuestra América, están dispuestos a ofrecer esta tarde los campeones argentino y

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chileno. River Plate y Colo Colo no han omitido detalle para que la contienda resulte del más alto valor deportivo. Aparecen aquí tres jugadores considerados como de los más destacados de los elencos: junto a ellos, el dibujante Camino ha colocado las graderías del Estadio, tal como se las imagina esta tarde”.

Están retratados en el dibujo, José María Moreno: “Considerado por los críticos deportivos como el mejor jugador argentino. Es el insider derecho de River Plate”. Pedernera: “El extraordinario delantero argentino, que posee un fortísimo shot (shoot) y una notable habilidad”. Socarraz: “Uno de los punteros del cuadro chileno”.

A ocho columnas, bajo el dibujo: “Frente a frente los campeones de Argentina y Chile”. Y la información: “Esta tarde, en el Estadio Nacional, se harán presentes River Plate y Colo Colo, en un primer partido por el campeonato chileno - argentino. Pocas veces un encuentro de fútbol ha conseguido interesar más que éste que hará chocar la técnica, efectividad y alta escuela del mejor elenco del Río de la Plata y la briosidad, decisión y amor propio del campeón chileno”.

Más abajo, “El Programa de Esta Tarde”:

“La reunión internacional estará sujeta al siguiente programa:

“1.15 P.M.: Colo Colo B. con Wicco de San Antonio, por el trofeo Guillermo Arroyo. “3 P.M.: Unión Española con Green Cross; primer match oficial por el Torneo Relámpago, en disputa del trofeo Albino Hidalgo.

“4.10 P.M.: Terceros cuadros infantiles de Colo Colo y Lautaro Juniors, en disputa de once medallas.

“4.45 P.M.: Homenaje a Colo Colo.

“5 P.M.: Match Internacional entre River Plate y Colo Colo.

“Nota.- En los preliminares sólo habrá descanso de 5 minutos, y se darán por terminados en cualquier momento, para asegurar la iniciación del match internacional a las 5 P.M.”

Luego, referencia a él en nota de una columna: “El homenaje de esta larde a Colo Colo… Entrega de trofeo y medallas de la Asociación Central; entrega de once copas a los jugadores; declamación, por su autor, del Himno de Colo Colo...”

Dejó el diario por un rato y ensayó la declamación, a viva voz, como si estuviese en el estadio.

Por conjuro del azar

Era casi verano y hacía calor. El “Teatro Metro” exhibía la película "Locura de Amor” con William Powell y Mima Loy. La moda masculina y veraniega proponía “... ambos en legítimo Palm Beach inglés, derechos y cruzados con forros de seda y sin forro estilo americano, para todas las medidas $590... Trajes Palm Beach, calidad muy fina, colores beige, café, plomo, verde y azulino, muy fresco y agradable, $680...”.

Para los caballeros - para los caballeros poetas y para los caballeros futbolistas -, “... gomina americana “Brody”. El complemento obligado de toda persona elegante (cuidado con las imitaciones)".

Desde las nueve de la mañana y hasta el mediodía, las entradas de galería se vendían en “Pastelería Fresia”, 10 de Julio esquina de Vicuña Mackenna; “Botica Escobar”, Arturo Prat con Franklin; “Pastelería Teatro Capital”, Independencia 232; y “pastelería El Alacazar de Sevilla”, al lado del “Teatro Alameda”. Las tribunas de Primera y Segunda y las numeradas estaban a la venta en “La Casa Olímpica”, Estado 67.

Referencias

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