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Aspectos Discursivos de la Argumentación en un Programa de Hablemos de Paz y de Derechos Humanos

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Academic year: 2020

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ASPECTOS DISCURSIVOS DE LA ARGUMENTACIÓN EN UN

PROGRAMA DE HABLEMOS DE PAZ Y DE DERECHOS HUMANOS

EDWIN LEONARDO URIBE MUÑOZ

UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS

FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN HUMANIDADES Y LENGUA CASTELLANA

BOGOTÁ D.C.

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ASPECTOS DISCURSIVOS DE LA ARGUMENTACIÓN EN UN

PROGRAMA DE HABLEMOS DE PAZ Y DE DERECHOS HUMANOS

EDWIN LEONARDO URIBE MUÑOZ

Trabajo de grado para obtener el título de Licenciado en Educación Básica con Énfasis en Humanidades y Lengua Castellana

Director

JAIME HERNANDO SARMIENTO LOZANO

UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS

FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN BÁSICA CON ÉNFASIS EN HUMANIDADES Y LENGUA CASTELLANA

BOGOTÁ D.C.

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3 RESUMEN

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Contenido

Introducción ... 5

1. Argumentación y Comunicación ... 6

2. El Estudio de la Argumentación Desde un Enfoque Comunicativo ... 9

2.1. La Situación Argumentativa y las Diferencias de Opinión ... 12

2.2. Los Tipos de Discusión y el Concepto de Cuestión ... 14

2.3. Actos de Habla ... 18

2.3.1. La argumentación como acto de habla. ... 20

2.4. Sentido y Función Comunicacional en los Actos de Habla ... 24

2.4.1. El problema de los actos de habla indirectos. ... 24

2.4.2. Las implicaturas conversacionales. ... 26

2.4.3. El principio de cooperación y el análisis de los actos de habla indirectos. ... 29

2.5. El Estudio del Sentido en el Análisis de la Conversación ... 31

2.5.1. La organización interlocutiva. ... 33

3. Enfoque Metodológico, Material de Análisis y Procedimiento... 35

3.1. El Estudio de Caso ... 35

3.2. Material de Análisis ... 35

3.3. Procedimiento ... 37

3.3.1. Lista de símbolos. ... 37

4. Análisis e Interpretación ... 39

4.1. Corte Suprema de Justicia ... 39

4.1.1. Análisis conversacional. ... 39

4.1.2. Esquema de la discusión. ... 49

4.2. Organizaciones de Derechos Humanos ... 50

4.2.1. Análisis conversacional. ... 50

4.2.2. Esquema de la discusión. ... 58

5. Discusión y conclusiones ... 60

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Introducción

La argumentación es una actividad discursiva que no se puede comprender al margen de la interacción. De modo que, la argumentación tiene que ver no sólo con los tipos de razonamiento ni con las técnicas adecuadas para lograr la persuasión, sino también y sobre todo con la producción de una situación de comunicación marcada por las diferencias de opinión. En este sentido, la argumentación es tanto el conjunto de la situación de comunicación que bien describe Plantin (1998), como las estrategias que utilizan los argumentadores para ganar o resolver una disputa. A propósito de esto, los estudios de la argumentación tienen que poder definir el modo como los argumentadores encaminan sus disputas, esto es que al margen de la evaluación se debe poder describir la estructura de las discusiones y todo aquello que en términos de discurso y de comunicación sucede cuando hay una diferencia de opinión.

Desde un enfoque comunicativo, el estudio de la argumentación tiene así el propósito de describir minuciosamente la configuración discursiva de una situación argumentativa, es decir, describir cómo en conversaciones determinadas se comienzan, desarrollan y finalizan las disputas, lo cual da lugar a una comprensión más adecuada de las estrategias argumentativas, pues estas pueden ser descritas y entendidas en el marco de su ambiente natural, el cuál la mayoría de veces es la conversación.

Así, en este trabajo se estudia en dos secuencias discursivas los aspectos discursivos e interactivos de la argumentación. De esta forma, desde el análisis de la conversación se muestra el modo como los interlocutores comunican y desarrollan sus diferencias de opinión. Para ello se acude a los conceptos de acto de habla, implicatura conversacional, discusión, situación argumentativa y cuestión.

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1.

Argumentación y Comunicación

El estudio de la argumentación ha sido motivo de interés especialmente para la filosofía. Esto es evidente de muchas maneras. En primer lugar, es en la filosofía en donde se origina un estudio sistemático sobre la argumentación. Además de esto, y quizás mucho más importante, está el hecho de que la argumentación hace parte constitutiva de la filosofía. No sólo nace en ella, sino que, por sobre todo, es asumida, por algunos filósofos, como herramienta al servicio de la actividad filosófica. Recuérdese, por ejemplo, el valor que tiene la dialéctica en la filosofía de Aristóteles y Platón. O más claro todavía, el lugar otorgado a la lógica por filósofos como Carnap.

Ahora bien, este interés de la filosofía por la argumentación ha marcado un derrotero en su estudio. La argumentación ha sido, a partir de allí, estudiada como razonamiento. El objetivo de una teoría de la argumentación, por lo menos en sus orígenes, es, así pues, determinar las formas válidas del razonamiento. Alcanzar una comprensión de los casos en los que un argumento es válido es vital para la filosofía. Sin embargo, el estudio de las argumentaciones comunes exige mucho más que la evaluación de los argumentos desde una perspectiva normativa y formal.

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Investigar las formas validas de la argumentación, es decir, asumirla en tanto razonamiento o estudiar el conjunto de técnicas por medio de las cuales se consigue la adhesión a una tesis, hace parte integral del estudio sobre la argumentación, sin embargo, es necesario también tener en cuenta, como se hace en pragma-dialéctica, que la argumentación es un fenómeno del uso del lenguaje. Debido a esto, este trabajo se inscribe en el horizonte de un problema particular: la relación que tiene la argumentación con el discurso y la comunicación. Tal problema se puede plantear a partir de dos preguntas ¿Qué es la argumentación si la consideramos, fundamentalmente, como un fenómeno comunicativo y discursivo? ¿Entendida en este sentido cómo ha de ser estudiada?

Situados en la problemática de la relación entre argumentación y comunicación, aprovechando las reflexiones y los desarrollos teóricos que han asumido esta cuestión1 y por medio de las herramientas y procedimientos analíticos del análisis de la conversación, en este trabajo se realiza un estudio de caso sobre un programa de Hablemos de Paz y de Derechos Humanos. En el análisis del corpus se pretende resolver esta cuestión ¿Cuáles son los aspectos discursivos e interactivos propios de la argumentación que se evidencian en un programa de Hablemos de Paz y de Derechos Humanos? De esta forma, este trabajo es un intento por comprender el modo como se desarrolla el fenómeno argumentativo en tal programa televisivo.

De acuerdo con lo anterior, el objetivo general del trabajo es describir el fenómeno argumentativo presente en el programa desde un enfoque comunicativo y discursivo. En otras palabras, el objetivo central es describir, en dicho programa, la presencia de los aspectos discursivos e interactivos que son característicos de la argumentación. Así, en el análisis del corpus se describirá el modo como se articulan discurso y contradiscurso, los tipos de discusión que tal articulación produce y los argumentos que se producen al interior de cada tipo de discusión. En consecuencia, describir la articulación de discurso y contradiscurso, los argumentos y tipos de discusión suscitados son los objetivos secundarios del estudio.

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Con este trabajo se pretende contribuir al mejoramiento de las prácticas de enseñanza en el área de lenguaje, en particular, en lo que se refiere al desarrollo de habilidades comunicativas y argumentativas. Según los lineamientos curriculares del área de lenguaje, la lectura es un proceso complejo que no se reduce a técnicas mecánicas de decodificación (Ministerio de Educación Nacional, 1998, pág. 27). La lectura implica la existencia de un proceso comunicativo que tampoco puede ser entendido mecánicamente, es decir, que es necesario abordar el proceso de comunicación y, por ende, la lectura desde una perspectiva pragmática y semiótica. En este sentido, cobra valor el estudio de cuestiones como el uso efectivo de los enunciados y las situaciones concretas de comunicación.

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2.

El Estudio de la Argumentación Desde un Enfoque

Comunicativo

Desde Aristóteles la argumentación se ha centrado en el estudio del razonamiento. Tanto en la Retórica, como en los Tópicos y en los Analíticos, ha estado presente el asunto, aunque con diferente énfasis, de cómo a partir de ciertos enunciados es posible concluir con validez para persuadir, convencer o demostrar2. Así, la argumentación siempre ha estado relacionada con cómo se puede hacer verosímil o plausible un punto de vista o con cómo se puede demostrar una proposición. De esta manera, el análisis de la argumentación se ha ocupado principalmente del ―encadenamiento de enunciados o del breve párrafo argumentativo‖ (Plantin, 1998, pág. 46). Sin embargo, el estudio de las argumentaciones comunes exige sobrepasar tales unidades, como así también, nuevos marcos teóricos acompañados de nuevos objetivos de investigación. En este sentido, se debe definir qué es y qué significa estudiar la argumentación desde un enfoque comunicativo.

Según la RAE (2014) argumentar es ―aducir, alegar, dar argumentos‖ o ―disputar, discutir, impugnar una opinión ajena‖. En la primera definición se hace énfasis en aspectos relacionados con el razonamiento. Argumentar es aducir o dar argumentos. En la segunda definición el énfasis recae en el carácter interlocutivo de la argumentación. Argumentar es enfrentar la opinión de un contrario. Como recuerda Plantin no se puede ignorar la dependencia de la argumentación con respecto a lo lingüístico, pues en la lengua hay representaciones de la práctica argumentativa que sirven de base para el establecimiento de conceptualizaciones y teorías (Plantin, 1998, pág. 24) (Plantin, 2001, págs. 24-25). Tal es el caso de las definiciones examinadas, en las que se pueden notar dos orientaciones distintas: por un lado, una orientación hacia el razonamiento que puede estar relacionada con la silogística o con el modelo de Toulmin y, por otro lado, una orientación hacia la interacción que se puede relacionar con el enfoque de Plantin o con la pragma-dialéctica.

2 La persuasión no es menos dependiente del silogismo que la demostración. Si bien se trata de silogismos

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Plantin define la argumentación como ―la confrontación, de una manera polémica o cooperativa, de un discurso y de un contra–discurso orientados por una misma cuestión, lo que plantea en último término el problema de aquello que los argumentadores esperan del discurso del otro.‖ (2001, pág. 119) De este modo, el concepto de argumentación no se

refiere a una tipología discursiva, sino a una propiedad que se puede dar en menor o mayor grado en los discursos en interacción (1998, pág. 25). Según esto, dada una situación comunicativa, ésta empieza a ser argumentativa cuando hay una oposición discursiva y es plenamente argumentativa cuando la diferencia de opinión es tan fuerte que da lugar a una cuestión (C) y son identificables los roles actanciales de proponente (P), oponente (O) y duda, que es el rol de tercero (T). (Ibíd.)

En este sentido, Plantin entiende que los propósitos investigativos desde este enfoque consisten en la descripción del grado y forma de la argumentación, a lo cual se puede añadir las tareas usuales de identificación, clasificación y evaluación de argumentos ( (Plantin, 1998, pág. 48). Describir el grado y forma de la argumentación, supone para el autor, la definición, en interacciones concretas, de cuestiones tales como cuáles son los roles actanciales que cada actor desempeña, cuál es la cuestión o cuestiones que orientan la discusión, cuál es la naturaleza del lugar en el que se da la interacción, cuál es la naturaleza de la oposición discursiva, esto es, si se trata de una confrontación polémica o cooperativa, etc. (1998, págs. 47-48)

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De esta manera, a partir del significado de la palabra argumentatie, en lengua holandesa, Van Eemeren construye una definición y desde esta un programa metodológico por medio del cual conducir la investigación. En primer lugar, argumentar no se identifica con disputar y alegar, sino más bien con resolver una diferencia de opinión por medio del diálogo. En segundo lugar, este significado de argumentación contiene la diferencia que hay entre las razones que se dan y el punto de vista que tales razones defienden. Por último, la palabra holandesa recoge, a la vez, el sentido de proceso y producto, mostrando así la posibilidad de analizar tanto los argumentos, como la propia discusión (Eemeren F. H., 2012, pág. 24).

De acuerdo con esta caracterización, se establecen cuatro principios metodológicos de carácter metateórico: la funcionalización, la socialización, la externalización y la dialectificación (Eemeren & Grootendorst, 2002, pág. 29). Estos cuatro principios tienen por propósito el diseño de un marco teórico que posibilite el análisis de la argumentación en tanto que acto de comunicación e interacción, en el que los hablantes asumen compromisos con lo que dicen, tanto si lo dicen explícita o implícitamente, y estándares críticos de racionalidad (Eemeren F. H., 2012, pág. 25). De este modo, la argumentación se define como ―un acto (de habla) comunicativo e interaccional complejo, dirigido a resolver una diferencia de opinión para un juez razonable, proponiendo una constelación de razones de las que el argumentador puede considerarse responsable, para justificar la aceptabilidad del (o de los) punto(s) de vista en cuestión.‖ (Eemeren F. H., 2012, págs. 26-27)

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2.1. La Situación Argumentativa y las Diferencias de Opinión

En la perspectiva teórica de Plantin no existe una tipología discursiva que se denomine discurso argumentativo. La argumentación no es un género discursivo, sino una propiedad que se da en los discursos en interacción (Plantin, 1998, pág. 25). De este modo, su objeto de estudio no es ni el texto argumentativo ni las características formales de un determinado género discursivo, sino las situaciones concretas de comunicación en las que se presenta la argumentatividad3. En otras palabras, el objeto de estudio de la argumentación es lo que Plantin denomina situación argumentativa, a saber, una situación de comunicación en la que un discurso se enfrenta a un contradiscurso a la luz de un problema o cuestión (Plantin, 1998, pág. 25).

La situación argumentativa es examinada en términos de actividades, actores y actantes. Proponer, oponerse y dudar son las actividades constitutivas de la situación argumentativa y, en ese sentido, el proponente, el oponente y el tercero son los actantes de la argumentación. Por lo demás, los actores son las personas que encarnan los diferentes roles actanciales y, realizan así, las actividades de proponer oponerse y dudar. Ahora bien, para Plantin el discurso de propuesta es aquel que se plantea como alternativa a la doxa o discurso dominante. El discurso de oposición es el que se adhiere a la doxa, realizando su defensa. Y cuando tal enfrentamiento es sólido y consistente se origina la duda bajo la forma de una pregunta-cuestión.

Como se ve este modelo es trilógico a diferencia de un modelo dialéctico o retórico. En el modelo dialéctico se trata del enfrentamiento del proponente y del oponente, en este caso no hay lugar para la duda. En el modelo retórico se trata del orador y su auditorio, es decir, del proponente frente al silencio de quienes lo escuchan. Por el contrario, según Plantin, este no es el caso de las argumentaciones prototípicas. En el debate político o en el juicio en el tribunal, la situación argumentativa está configurada por un proponente, un oponente y un tercero. La figura del tercero es vital para la configuración de la situación argumentativa, pues éste ejerce el rol de duda, en el sentido del escéptico, es decir, que bajo su presencia la

3 La argumentatividad es, para Plantin, una propiedad que se puede dar en diversos grados en los discursos

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discusión se mantiene viva (Plantin, 1998, págs. 26-31). En resumen, una situación argumentativa es plena, según este enfoque, cuando discurso y contradiscurso se oponen en respuesta a una cuestión. Por último, se debe advertir que la cuestión no es algo que preceda tal enfrentamiento, sino la consecuencia de la existencia de una diferencia de opinión suficientemente sólida. Cuando el enfrentamiento es persistente aparece la duda, aquello que mantiene activo el debate.

De un modo similar al modelo de Plantin, el enfoque pragma-dialéctico no toma por objeto de estudio, exclusivamente, al texto argumentativo. Por el contario, se interesa por describir la argumentación en toda su complejidad comunicativa. De esta manera, el texto argumentativo es estudiado como acto de habla complejo en el marco de una interacción verbal caracterizada por una diferencia de opinión. En otras palabras, en esta perspectiva se socializa, funcionaliza y externaliza, para por fin dialectificar el objeto de estudio de la argumentación.

Socializar significa asumir una perspectiva dialógica en el estudio de la argumentación. Según esto, hay argumentación cuando se presenta una diferencia de opinión y se presenta una diferencia de opinión cuando, por lo menos, la aceptabilidad de un punto de vista ha sido cuestionada. De ahí en adelante es posible definir las formas posibles de una discusión. Funcionalizar es comprender el sentido de los enunciados no de acuerdo a sus características formales y de contenido proposicional, sino más bien atendiendo a la función que desempeñan en tanto actos de habla. Así, una misma oración, en contextos diferentes, puede ser la expresión de un punto de vista o la expresión de una razón. Externalizar es superar la dificultad que representa el hecho de que los estados mentales de los interlocutores son inaccesibles. Ante esto lo que se puede hacer es reconocer los compromisos que asumen tomando como base lo que dicen, tanto de un modo explícito como implícito. Por último, dialectificar es evaluar el discurso argumentativo de acuerdo con un ideal de razonabilidad, expresado bajo la forma de unas reglas que se deben seguir para realizar una discusión crítica (Eemeren & Grootendorst, 2002, págs. 29-30).

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capacidad de describir la existencia y el tipo de discusión, como así también explicar y mostrar el funcionamiento de los argumentos por medio de los cuales se pretende resolver la discusión. Esto supone identificar y explicar la función que cumplen los distintos actos de habla con el propósito de evidenciar los compromisos que asumen los hablantes y el papel que desempeña cada acto de habla en la resolución de la discusión.

2.2. Los Tipos de Discusión y el Concepto de Cuestión

La existencia de una diferencia de opinión o discusión se esquematiza de la siguiente forma: un hablante, en su rol de protagonista, expresa un punto de vista positivo o negativo con respecto a una determinada proposición. Ante la expresión de este punto de vista, otro hablante, en rol de antagonista, cuestiona la aceptabilidad de lo expresado por el protagonista. Ante tal situación el protagonista se ve obligado a justificar/argumentar su posición. Esta es la forma básica de una discusión (Eemeren & Grootendorst, 2002, págs. 33-36).

Hasta aquí es evidente la importancia que tiene la existencia de la duda tanto en el marco teórico de Plantin como en el pragma-dialéctico. Por esto mismo, antes de continuar con la exposición de los tipos de discusión posibles, es necesario mostrar la diferencia que hay entre lo que uno y otro enfoque entiende por duda y por cuestión.

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―Si el acusador dice, «tú has matado a un hombre», y el acusado dice «yo no lo he matado», entonces surge la cuestión de si él lo ha matado.‖ (Nietzsche, 2013, pág. 858) En este sentido, como dice Plantin, una cuestión es la duda que surge a partir de la antifonía, es la expresión genuina de una incertidumbre.

Ahora bien, en el esquema pragma-dialéctico cuestionar un punto de vista es atacar su aceptabilidad (Eemeren & Grootendorst, 2002, pág. 36). Imaginemos la siguiente conversación:

1. A. comer mucho es malo. 2. B. ¿por qué crees eso?

3. A. porque siempre que lo hago me siento cansado 4. B. pero a mí no me pasa lo mismo

En 1, A expresa un punto de vista positivo frente a la proposición ―comer mucho es malo‖. En 2, B ataca la aceptabilidad de este punto de vista y para ello no tiene necesidad de expresar un punto de vista contrario, basta con que lo ponga en duda. Como se ve esto es suficiente para que haya una discusión y por tanto un texto argumentativo, pues A se ha visto obligado a defender su punto de vista.

Mientras tanto, para Plantin, cuestionar es asumir el rol de tercero y no, como en el ejemplo anterior, el rol de antagonista. Antagonista es para él, no sólo el que pone en duda la aceptabilidad de lo dicho, sino precisamente el que lo hace justo porque cree lo contrario. De esta forma, es evidente que no se usa el término cuestión en el mismo sentido.

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el producto de un equilibrio de fuerzas, sino la duda acerca de un único punto de vista, de modo que, siempre y necesariamente precede al discurso opositor. De esto no se sigue que la existencia de una duda, en el sentido de Van Eemeren, implica necesariamente la existencia de un punto de vista contrario, aunque este es, en principio, posible.

La duda o cuestión

En resumen, en un caso cuestionar es entender que hay un equilibrio entre un discurso y un contra-discurso y, en otro caso, cuestionar es no aceptar un punto de vista expresado. En un enfoque la existencia de una discusión se esquematiza así: un discurso propone una idea frente a la doxa, asumiendo así la carga de la prueba. Este discurso es rechazado y en esa medida se le opone un contra-discurso. La oposición sistemática hace surgir la duda o cuestión, pues ya no se sabe si la verdad está en A o en no A. En el otro enfoque se hace de este modo: un hablante expresa un punto de vista, otro hablante cuestiona este punto de vista y obliga a su interlocutor a argumentar. Por otra parte, la duda que recae sobre la aceptabilidad del punto de vista puede implicar la expresión de un punto de vista contrario. El esquema de discusión pragma-dialéctico, que se ha examinado, es la forma más básica de una discusión. Ésta se puede complejizar del siguiente modo. Según este enfoque existen cuatro tipos estándar de discusión: a) disputas únicas no mixtas, b) disputas únicas mixtas, c) disputas múltiples no mixtas y d) disputas múltiples mixtas (Eemeren & Grootendorst, 2002, pág. 38).

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expresado, sino que además se sostiene un punto de vista contrario. En este sentido la forma básica de una discusión es aquella en la que sólo hay un punto de vista, positivo o negativo, y sobre una única proposición, es decir una disputa única no mixta.

Un punto de vista Dos puntos de vista Una proposición Disputa única no mixta Disputa única mixta Dos proposiciones Disputa múltiple no mixta Disputa múltiple mixta

Ahora bien, el asunto es si es posible unir estos dos esquemas, el de Van Eemeren y Plantin, con el propósito de describir los aspectos interactivos de la argumentación. Para efectuar tal unión, lo primero será convenir que el término cuestión sólo se usará en el sentido de Plantin, es decir como suspensión del juicio y por tanto como producto de una oposición discursiva consistente. También se deberá convenir en hablar de duda y no de cuestión, cuando nos referimos a la condición de posibilidad de un discurso antagonista. Una vez hechas estas precisiones en el uso del lenguaje es posible unir ambos esquemas. Así, podemos decir que la existencia de una discusión supone unas condiciones mínimas que son las siguientes:

a. La existencia de una proposición

b. La expresión de un punto de vista sobre dicha proposición(positivo o negativo) c. El desacuerdo frente al punto de vista que puede consistir en una duda o en la

expresión de un punto de vista contrario

d. La existencia de una cuestión estructuradora del debate

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¿es malo comer demasiado? Cuyo significado es ―no sé si es o no es cierto que comer demasiado es malo‖ que se puede simbolizar así Ø/C.

Según esto, esta es la forma que tomaría la discusión: UL1: +/C

UL2: C? T: Ø/C

Un usuario del lenguaje 1(UL1) expresa su punto de vista positivo. Un UL 2 lo pone en duda, lo cual hace surgir una cuestión en torno a la proposición. Y de ahí en adelante pueden surgir los argumentos y contraargumentos. Además, se puede ver que en este ejemplo se trata de una disputa única no mixta, es decir que se discute sobre una sola proposición y sobre un solo punto de vista.

2.3. Actos de Habla

La teoría de los actos de habla tiene su origen en la teoría de las emisiones realizativas de Austin. En ―cómo hacer cosas con palabras‖ J. L. Austin sostiene, en contra de cierta tradición filosófica, que no sólo las aserciones son expresiones con sentido. Se trata de una crítica que se ha conocido con el nombre de falacia descriptivista (Escandell, 1996). Según su postura, no sólo los enunciados constatativos son de interés filosófico, por lo cual en su obra se dedica al estudio de una clase especial de enunciados. Así como hay enunciados cuya función principal es describir un estado de cosas, hay otros enunciados que en cuanto enunciados son una forma de acción. Se trata de unos enunciados ―altamente ritualizados‖ que Austin bautizó con el nombre de ―realizativos‖. De este modo, el lenguaje no sólo sirve para describir o informar estados de cosas, sino también para realizar acciones tales como prometer, aconsejar, aclarar, ordenar, etc.

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específica de conducta y, por ende, que el significado de las expresiones que utilizamos depende de un género específico de reglas. Así, un acto de habla es una forma de conducta lingüística gobernada por una clase de reglas (Searle J. , 1990, pág. 31) y conformada por tres clases de sub-actos:

1. Un acto locutivo (el producir ciertos sonidos, palabras u oraciones); 2. Un acto proposicional (referirse a algo o a alguien y predicar algunas propiedades de ese algo o alguien); y 3. Un acto ilocutivo (investir al enunciado con una fuerza comunicativa de promesa, declaración de hecho, y así sucesivamente). (Eemeren & Grootendorst, 2013, pág. 70) (Searle J. , 1990, págs. 32-33)

A diferencia de Austin, Searle le atribuye el carácter de acción no sólo a los enunciados realizativos. El propósito de Searle es definir las condiciones necesarias y suficientes que se deben satisfacer para la realización adecuada de un acto de habla. Al establecer tales condiciones, se pondrían en evidencia las reglas por las cuales se constituye un acto de habla. Por último, se debe señalar que este autor emprende una clasificación de los actos de habla, con la cual se tratan de identificar las funciones principales de los enunciados que se realizan.

Son tres los criterios sobre los que Searle se basa para realizar tal clasificación. Aunque Searle reconoce por lo menos doce clases de diferencias en la realización de diferentes actos ilocutivos, él mismo reconoce que con sólo tres, que son las más importantes, se puede realizar la clasificación. Estas diferencias, vueltas criterio de clasificación, son: el objeto o propósito del acto ilocucionario, la dirección de ajuste y la clase de estado mental. Con estos criterios en mano, distingue cinco clases de actos de habla: representativos, directivos, compromisorios, expresivos y declarativos (Searle J. R., 2005, págs. 449-452).

Los actos de habla representativos se caracterizan porque su propósito es representar el mundo y en ese sentido el estado mental que les corresponde es la creencia en lo afirmado y por lo tanto su dirección de ajuste es de las palabras al mundo.

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En los actos de habla compromisorios el hablante busca comprometerse, luego su estado mental es la intención de hacer aquello a lo que se compromete y, de este modo, la dirección de ajuste, igual que en el caso anterior, es del mundo a las palabras.

En los actos de habla expresivos el propósito del hablante es expresar un estado mental o sentimiento, por lo cual, el estado mental es variable, y además, no existe dirección de ajuste, pues, según Searle, la verdad de la proposición no es algo que se afirme, y tampoco se induce por medio de las palabras a que se realice un estado de cosas, ya que la verdad del enunciado es algo que simplemente se supone.

Por último, están los actos de habla declarativos, cuya característica principal es que cuando se realizan eficazmente aseguran una correspondencia entre el contenido proposicional y la realidad (Searle J. R., 2005, págs. 458-463).

2.3.1. La argumentación como acto de habla.

Uno de los propósitos de la pragma-dialéctica, en su tarea de estudiar el discurso argumentativo, es realizar un análisis funcional del lenguaje. Debido a esto, en este punto, toma como base la teoría de los actos de habla en la versión de Searle. Sin embargo, reelabora algunos aspectos de la teoría debido a las siguientes razones: primero, la teoría de los actos de habla se ocupa principalmente de los actos de habla ilocutivos, dejando en un plano marginal los actos de habla perlocutivos. Y segundo, sus unidades de análisis no son de tipo textual y supra-textual, es decir, que en el análisis no se va más allá de los enunciados. De este modo, su objetivo es analizar la argumentación como acto de habla, y para ello realiza algunos ajustes.

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su función comunicacional (Eemeren & Grootendorst, 2002, pág. 47). El efecto comunicacional hace referencia a la comprensión por parte del oyente, tanto del contenido proposicional, como de la función comunicacional. Mientras tanto, el efecto interactivo es la aspiración, no ya de comprensión, sino de aceptabilidad en el oyente.

Esta distinción es importante, puesto que en la argumentación, entendida como acto de habla, no sólo se busca que el oyente comprenda que el propósito del enunciado es argumentar, sino sobre todo, que el oyente acepte tal argumentación como una justificación válida del punto de vista que es defendido por el hablante. Así, es posible caracterizar la argumentación como un acto de habla, siguiendo las condiciones que Searle postula para los actos de habla en general.

Antes de enunciar las condiciones que se deben satisfacer para que un acto de habla cuente y sea reconocido como una argumentación, se debe, primero, explicar que la argumentación es un acto de habla complejo. Cuando al inicio se habló de las razones por las cuales, la pragma-dialéctica reelabora la teoría de los actos de habla, ya se estaba poniendo de relieve el hecho de que la argumentación, como acto de habla, no mantiene una relación uno a uno entre un enunciado y un acto de habla. Una pregunta, una promesa o una afirmación son actos de habla que se realizan por medio de un único enunciado, no basta más que un enunciado para hacer una promesa, una pregunta o una afirmación. Por el contrario, cuando se realiza una argumentación, no es posible hacerlo con un sólo enunciado. Se requiere una constelación de enunciados que en su conjunto conforman el acto de habla de la argumentación. Además de esto, sin que se trate de un acto de habla indirecto, la argumentación tiene más de una función comunicacional, porque si bien, considerados en su conjunto, los enunciados no tienen otra función que argumentar, tomados separadamente, pueden tener la función de afirmar, informar o actos de habla por el estilo (Eemeren & Grootendorst, 2002, págs. 49-50).

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condiciones se aplican a una constelación de enunciados y no a un enunciado, es que prefieren hablar de condiciones de responsabilidad y no de condiciones de sinceridad. Su argumento es que, aun cuando el hablante promete algo que no piensa cumplir o afirma algo que sabe no es cierto, éste en el momento en que realiza el acto de habla en cuestión, asume, independientemente de sus estados mentales, un compromiso con el oyente, de modo que es responsable por lo que dice (Eemeren & Grootendorst, 2002, pág. 51).

Entonces, las condiciones que deben ser satisfechas se dividen en dos grupos. Por un lado, las condiciones de identificación, a saber, condiciones proposicionales y esenciales; y por otra parte, las condiciones de corrección, es decir, las condiciones preparatorias y de responsabilidad. En efecto, para que un acto de habla sea reconocido como una argumentación es necesario que:

―La constelación de sentencias H1, H2 (..., Hn) consista de asertivos en los cuales se expresan proposiciones‖. Y además, que ―Avanzar la constelación de sentencias H1, H2 (..., Hn) equivalga a un intento de H por justificar (o refutar) X para la satisfacción de O, es decir, para convencer a O acerca de la aceptabilidad (o inaceptabilidad) de X‖ El subrayado es mío (Eemeren & Grootendorst, 2013, pág. 115).

En otras palabras, para identificar una constelación de enunciados como una argumentación se tiene que dar que en dicha constelación, cada uno de los enunciados sea un asertivo que exprese una proposición (condición proposicional) y también que dicha constelación sea enunciada con la intención de justificar o refutar un punto de vista, para lograr así, convencer al interlocutor de que X o ¬X (condición esencial).

Ahora bien, las condiciones de felicidad o adecuación de un acto de habla no se agotan en el reconocimiento, por parte del oyente, del acto de habla en cuestión. Es necesario también, que efectivamente el acto de habla lo sea. Un acto de habla es argumentativo, ya no decimos ―se reconoce como argumentativo‖, sino que decimos ―efectivamente lo es‖, cuando:

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b) El hablante cree que el oyente está preparado para aceptar las proposiciones expresadas en los actos de habla elementales 1,2,..., n.

c) El hablante cree que el oyente está preparado para aceptar la constelación de actos de habla elementales 1, 2,..., n como una justificación aceptable de p‖.

Y además si ―d) El hablante cree que su punto de vista con respecto a p es aceptable.

e) El hablante cree que las proposiciones expresadas en los actos de habla elementales 1,2,..., n son aceptables.

f) El hablante cree que la constelación de actos de habla elementales 1, 2,..., n es una justificación aceptable de p‖ el subrayado es mío (Eemeren & Grootendorst, 2002, pág. 52).

Esto es si existen unas condiciones preparatorias y de responsabilidad. Su sentido es el siguiente: no es posible que haya argumentación si primero no se ha puesto en duda el punto de vista del hablante, sólo la duda sobre la aceptabilidad de su punto de vista le obliga a realizar un acto de habla argumentativo, es decir, una argumentación. Además de esto, es necesario que el hablante crea que el oyente es, en principio, susceptible de ser convencido de la aceptabilidad de P, esto es lo que expresan las condiciones ―b‖ y ―c‖. Como se observa ―a, b y c‖ conforman las condiciones preparatorias.

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mostrar la incongruencia y sólo, en ese sentido, nos pueden interesar las condiciones de responsabilidad (sinceridad).

2.4. Sentido y Función Comunicacional en los Actos de Habla

Una de las ventajas de estudiar la argumentación como acto de habla reside en el hecho de que el analista se puede ocupar de los sentidos no literales y no convencionales de las unidades de análisis. Esto es de especial importancia, sobre todo, cuando el objeto de análisis está conformado por fragmentos de una conversación. En el uso cotidiano del lenguaje es frecuente que el sentido de lo dicho dependa más de lo que no se dice que de lo que se dice. Así, en el análisis de discusiones o situaciones argumentativas no se puede obviar aquello que no se ha dicho y, sin embargo, se ha comunicado.

El análisis de los contenidos implícitos se puede realizar por lo menos desde dos perspectivas. Dentro de su teoría de los actos de habla, Searle se vio obligado a considerar cómo era posible que un acto de habla cumpliera con una función comunicacional distinta de la que literalmente, se podría esperar que cumpliera. De esta manera, desarrolló una explicación sobre el funcionamiento de los actos de habla indirectos. Por otra parte, H. P. Grice explicó, a partir de un conjunto de máximas, cómo era posible que se transmitieran contenidos implícitos de un modo no convencional.

2.4.1. El problema de los actos de habla indirectos.

La teoría de los actos de habla de Searle supone que hay una relación estable entre los aspectos formales y gramaticales de una oración y la fuerza ilocutiva con que se emite dicha oración.

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nuestra noción del significado de una oración el que una emisión literal de esa oración con ese significado en un cierto contexto constituya la realización de un acto de habla particular, así también forma parte de nuestra noción de acto de habla el que exista una oración (u oraciones) posibles, la emisión de las cuales, en cierto contexto, constituiría en virtud de su (o sus) significado(s) una realización de ese acto de habla. (Searle J. , 1990, pág. 27)

Según esto, el significado de un acto de habla es una realización del significado de una oración y, a su vez, el significado de una oración determina las posibilidades de realización de un acto de habla en particular. Así, una oración interrogativa se puede realizar como un acto de habla directivo, en este caso una pregunta, y la pregunta, como acto de habla, es la realización del significado que le corresponde a una oración interrogativa. Lo mismo vale para un imperativo o una oración aseverativa.

No obstante esta importante tesis en la teoría de Searle, él mismo observa que se debe diferenciar entre dos casos de producción de significado. El caso más simple es el representado por su tesis de correspondencia entre significado oracional y fuerza ilocucionaria. El otro caso, el menos simple, se da cuando no existe tal correspondencia entre significado oracional y fuerza ilocucionaria. De esta forma, se puede decir que aquello que caracteriza a los actos de habla indirectos es esa no correspondencia. Ahora bien, la no correspondencia es el resultado de que un acto de habla se realiza con dos fuerzas ilocucionarias distintas. Más aún, un acto de habla indirecto es aquel en el que ―un acto ilocucionario se realiza indirectamente al realizar otro‖. (Searle J. R., 1977, pág. 24)

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significado oracional y fuerza ilocutiva primaria, 2) existen dos fuerzas ilocutivas distintas y 3) una de ellas se realiza por medio de la otra, la primaria por medio de la secundaria.

2.4.2. Las implicaturas conversacionales.

A partir del supuesto de que, tanto en la conversación, como en otras actividades humanas, quienes de ellas participan siguen una conducta racional y, por tanto, un conjunto de reglas o máximas, H. P. Grice postula una explicación que daría razón del modo como en una conversación es posible inferir aquello que no se ha dicho pero se ha comunicado. De este modo, la primera diferencia que hay que mencionar es aquella que sitúa, de un lado, el contenido proposicional de un enunciado y, de otro lado, toda la información que se transmite, pero no corresponde a dicho contenido. En el primer caso, estamos frente a lo que se dice y, en el segundo, frente a lo que se comunica (Escandell, 1996, págs. 94-95). A partir de esta distinción es posible hablar de los diferentes mecanismos por los cuales se pueden inferir contenidos implícitos. A estas inferencias Grice les otorga el nombre de implicaturas.4 Él reconoce la existencia de dos grandes tipos: por un lado, están las implicaturas convencionales y, por otro lado, están las implicaturas no convencionales. Las segundas se dividen entre no conversacionales y conversacionales, y éstas, a su vez, se dividen en generalizadas y particularizadas. Sólo las implicaturas conversacionales, en sus dos ramificaciones, son de interés para la pragmática. Una vez se declara que el interés reside solamente en el estudio de implicaturas cuyo sentido no se obtiene por la fuerza de la convención, es evidente que para Grice la pragmática se ha de ocupar del estudio de los mecanismos conversacionales de los que depende el sentido de lo dicho. En otras palabras, el significado de un enunciado no se ha de buscar necesariamente al interior de un código lingüístico, sino precisamente en el uso que los hablantes hacen de éste. (Grice, 2005, pág. 523)

4 Antes de continuar, se debe aclarar que el sentido del término implicatura, si bien tiene una conexión con

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Ahora bien, según Grice, los usuarios del lenguaje cuando participan de una conversación se comportan racionalmente, por lo cual, es posible formular un principio de cooperación. Éste principio dice lo siguiente: ―Haga usted su contribución a la conversación tal y como lo exige, en el estadio en el que tenga lugar, el propósito o la dirección del intercambio que usted sostenga‖. (Grice, 2005, pág. 524)

Siguiendo a Kant, Grice divide el principio de cooperación en cuatro categorías, a saber, cantidad, cualidad, relación y modo.

Máximas de cantidad:

1) ―Haga usted que su contribución sea tan informativa como sea necesario (teniendo en cuenta los objetivos de la conversación)‖, y pueda que también

2) ―No haga usted que su contribución resulte más informativa de lo necesario‖.

Máxima de cualidad:

―Trate usted de que su contribución se verdadera‖. 1) ―No diga usted lo que crea que es falso‖.

2) ―No diga usted aquello de lo que carezca de pruebas‖. Máxima de relación:

―sea relevante‖. Máxima de modo:

―sea usted perspicuo‖

1) ―Evite usted ser oscuro al expresarse‖, 2) ―Evite usted ser ambiguo al expresarse‖,

3) ―Sea usted escueto (y evite ser innecesariamente prolijo)‖, 4) ―Proceda usted con orden‖. (Grice, 2005, págs. 524-526)

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relación exige que nuestro aporte responda, en algún sentido, a dicha exigencia, esto es, responder a la pregunta o, cuando menos, enunciar que no se conoce la respuesta. De esta forma, como explica van Eemeren para que un acto de habla sea relevante, éste, debe estar conectado con el acto de habla que le precede (Eemeren & Grootendorst, 2002, pág. 73). Ahora bien, Grice reconoce cuatro tipos de violaciones posibles de las máximas. En un primer caso, alguna de las máximas es violada ocultamente, lo cual puede inducir al oyente a error, en este caso se podría tratar de un engaño. Es el caso de las mentiras, un hablante deliberadamente puede decir algo que sabe es falso y violar así la máxima de cualidad, sin embargo, lo puede hacer tan soterradamente que, en ese caso, estará engañando a su interlocutor, lo cual sólo es posible si él no percibe la violación a dicha máxima. En un segundo caso, el hablante simple y llanamente se rehúsa a cooperar, es decir, que le pone fin a un intercambio expresando de algún modo que no puede seguir la máxima en cuestión. En un tercer caso, una situación conflictiva hace que se siga una máxima en detrimento de otra. El ejemplo dado por Grice es el conflicto entre la máxima de cualidad con la máxima de cantidad. Cuando no se está seguro de la información que se requiere, a lo mejor, la contribución del hablante no es lo suficientemente informativa, de este modo, se viola la máxima de cantidad con el objeto de no violar la máxima de cualidad. Por último, están los casos en los que se realiza una violación ostensible (Grice, 2005, pág. 528).

Los casos de violación abierta son de especial interés para Grice, pues ¿cómo es posible que un hablante viole una máxima cuando nada le impide seguirla, no quiere engañar a nadie y, además, parece que sigue el principio de cooperación? Este es el punto clave de su aparato teórico, por lo menos en lo que respecta a la explicación de cómo se derivan las implicaturas conversacionales.

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proceso de inferencia, que un oyente realiza una vez un hablante emite un enunciado, violando abiertamente una de las máximas y, además, cuando, al mismo tiempo, el oyente no tiene razones para pensar que el hablante no sigue el principio de cooperación. En resumen, una implicatura se realiza cuando el oyente le atribuye a la emisión producida por el hablante el significado q cuando dice que p y, de esta manera, restablece, con dicha operación, la máxima que éste violó cuando dijo que p.

2.4.3. El principio de cooperación y el análisis de los actos de habla indirectos.

Van Eemeren y Grootendorts proponen un análisis funcional del lenguaje a partir de la teoría de los actos de habla y a partir de las reglas de comunicación que se derivan del principio de cooperación postulado por Grice. Esta herramienta ofrece la posibilidad de identificar el sentido de las emisiones, incluso si éstas toman la forma de actos de habla indirectos. Es decir, que, de esta manera, es posible responsabilizar al hablante por lo que dice, aun si lo dice implícitamente. Ello quiere decir, que si bajo la forma de una pregunta el hablante realiza una aseveración, por medio del análisis nos es lícito responsabilizarlo de su acto de habla, lo cual significa que podemos suponer que el hablante alberga el estado mental propio de quien realiza una aseveración.

El principio de comunicación que postulan estos autores es una interpretación del principio de cooperación. Las máximas del principio de Grice las resumen en: claridad, honestidad, eficacia y relevancia. A su vez relacionan cada una de las máximas con cada una de las condiciones postulada por Searle para los actos de habla. De esta relación entre máximas y condiciones derivan cuatro reglas. Observemos, primero, la relación entre máximas y condiciones y, luego, las reglas que a partir de allí se formulan.

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claramente con alguna de las máximas de Grice. Ésta se relaciona con otra de las condiciones de corrección, es decir, con las condiciones preparatorias. Por último, está la máxima sé relevante que se vincula con la máxima de relación y no se relaciona con ninguna de las condiciones de los actos de habla, puesto que la máxima hace referencia a la adecuada relación que debe existir entre distintos actos de habla.

Ahora bien, el cumplimiento de cada una de las máximas implica que se cumple cada una de las condiciones relacionadas con ellas. Como se ha mostrado existen dos clases de condiciones, condiciones de identificación y condiciones de corrección. De las condiciones de identificación depende la comprensión del acto de habla en dos sentidos, por un lado, el reconocimiento del contenido proposicional expresado y, por otro lado, el reconocimiento de la función comunicacional del acto de habla. En este sentido, para que un oyente reconozca un acto de habla en particular, el hablante que lo realiza debe seguir la máxima sé claro, cuya formulación en términos de una regla de comunicación es: no realices ningún acto de habla incomprensible.

La claridad, como se nota, es importante en el proceso de comunicación, pero, si bien es necesaria, por sí sola no es suficiente, luego, las condiciones de identificación son necesarias, pero no suficientes. Las condiciones de corrección se cumplen siguiendo dos máximas: sé honesto y sé eficaz. Las reglas que expresan estas máximas son respectivamente: No realices ningún acto de habla insincero y No realices ningún acto de habla superfluo ni inútil. En el caso de un acto de habla directivo, por ejemplo una pregunta, las reglas mencionadas se cumplen si el hablante realmente quiere escuchar la respuesta a su pregunta y si desconoce la respuesta a la pregunta.

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violación ostensible de una regla de comunicación, es posible restaurar la regla si se realiza una interpretación no literal, interpretación que va en favor de un acto de habla indirecto. De esta manera, es posible, por fin, analizar e identificar aquello que se comunica aun cuando no se haga de un modo explícito o literal.

2.5. El Estudio del Sentido en el Análisis de la Conversación

Como recuerda Tusón conversar es algo que todos hacemos y algo que hacemos con frecuencia. De ahí, que muchas veces se considere que no hay mucho que estudiar acerca de la conversación. Sin embargo, gracias al AC se ha podido observar que la conversación no es una actividad nimia y que su comprensión exige el desarrollo de modelos teóricos de alta capacidad explicativa y descriptiva. De acuerdo con esto, se debe formular, en primer lugar, una definición que le haga justicia a la complejidad de este fenómeno.

Para Tusón la conversación es una actividad en la que las personas interactúan verbal y en algunos casos, además, no verbalmente (1997, pág. 38). Este es un buen punto de partida, pues se ofrece una definición clara y amplia. A partir de aquí es posible empezar a precisar y refinar el concepto de conversación. Una definición más precisa indica que la conversación es una actividad interactiva del lenguaje verbal oral en la que participan dos o más personas de forma coordinada (ibíd.). Esto quiere decir que la conversación es un tipo de acción social organizada, lo cual indica que en la conversación los individuos producen y comprenden el comportamiento (sentido) con arreglo a métodos o principios compartidos por ellos (Pomerantz, 2000, pág. 108).

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imagen social – el rol que asumen los participantes –, el tema, la finalidad, las presuposiciones y en general el sentido producido y comprendido por los participantes (Tusón, 1997, pág. 42).

En este sentido, Pomerantz dice que ―El objetivo del AC es explicar los métodos compartidos que utilizan los interactuantes para producir y reconocer su propia conducta y la de los demás.‖ (Pomerantz, 2000, pág. 108) Esto es explicar los mecanismos, por medio de los cuales los individuos interactúan significativamente. Haciendo énfasis en los aspectos lingüísticos, se puede decir que el AC se ocupa de explicar los mecanismos que hacen posible la producción e interpretación del sentido en una interacción.

Los métodos o mecanismos de los que habla Pomerantz, apoyados en Tusón, podemos pensar que son, en gran parte, los indicios contextualizadores apuntados por Gumperz (Tusón, 1997, pág. 40) (Tusón, 2002, pág. 138). Es decir, elementos fónicos, léxicos, kinésicos o proxémicos cuya presencia indica el inicio de una conversación, el cambio de un tema o su finalización. Entre estos se cuentan también mecanismos de orden pragmático como las máximas conversacionales de Grice.

De este modo, podemos decir que uno de los temas fundamentales del AC es la explicación del modo como se produce e interpreta el sentido en una interacción. Recuérdese que desde esta perspectiva el estudio del sentido hace parte del estudio de la acción, pues como señala Searle el lenguaje es una forma de acción. Así pues, estudiar el lenguaje es estudiar una forma de acción, cuya característica principal es que es significativa.

Ahora bien, el problema del sentido es abordado y explicado en AC desde un enfoque pragmático e interactivo. No es posible entender el modo como los hablantes producen e interpretan el sentido, sino considerando que éste depende del contexto en el que es producido. El sentido no habita en las palabras ni en las oraciones, son los usuarios del lenguaje, por medio de actos de habla, quienes lo producen en el marco de interacciones concretas.

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entendido en relación con lo anterior.‖ (Pomerantz, 2000, pág. 108). Así, el sentido de una emisión lingüística depende del lugar que ocupa en una interacción concreta, por lo cual no puede ser comprendido al margen de esta.

Por otra parte, hace referencia a aspectos como la identidad de los participantes, el lugar y el momento en el que transcurre la interacción. El contexto entendido en esta forma no es algo que preceda a las interacciones, por el contrario es un tipo de realidad social que los participantes van creando y produciendo. Las personas no llegan a contextos formales e institucionales, sino que por el contrario, son sus acciones las que producen un contexto de habla formal o informal. La identidad de género o la afiliación política pueden ser o no ser relevantes en una determinada conversación, su relevancia no viene dada antes del encuentro, sino que se configura o no lo hace en éste (Pomerantz, 2000, pág. 108).

En resumen, no es posible hacer un estudio del sentido, sino en el marco de las interacciones en las que este se produce. Estudiar el sentido de un acto de lenguaje significa describir su función comunicacional. Para esto es necesario tomar en cuenta, aspectos diversos que van desde el conocimiento que tiene el propio analista como usuario del lenguaje hasta la consideración de los factores contextuales y las interpretaciones que realizan los participantes de la conversación, de ahí, en suma, que el estudio de la producción y comprensión del sentido esté unido a la descripción de la situación de comunicación y de la organización interlocutiva.

2.5.1. La organización interlocutiva.

(34)

34

referencia a los turnos de habla, intervenciones por medio de las cuales una conversación progresa bajo la forma de cierto orden.

El acto de habla es la unidad mínima de análisis de la estructura conversacional. Es la unidad mínima de comunicación, como señaló Searle. Por lo tanto, en una conversación son actos de habla cada uno de los enunciados emitidos con cierta fuerza ilocutiva, preguntas, promesas, peticiones, etc.

La intervención se reconoce como la máxima unidad monologal. Esta es el aporte que hace cada uno de los participantes en un determinado turno de habla. Así pues, la intervención puede estar constituida por uno o más actos de habla.

El intercambio hace referencia a la unidad de análisis compuesta por dos intervenciones distintas, intervenciones relacionadas como en el caso de los pares adyacentes. En este sentido, el intercambio es la unidad mínima desde el punto de vista dialogal.

El diálogo o interacción es el resultado de dos o más intercambios. Tusón propone agrupar los intercambios de forma temática, dando origen así a la secuencia como unidad de análisis. Según esto, es más apropiado decir que los intercambios forman secuencias y que las secuencias forman o constituyen una interacción completa.

En resumen, las unidades estructuradoras de la conversación, en orden, son: acto de habla, intervención, intercambio, secuencia e interacción (Tusón, 1997, pág. 62).

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3.

Enfoque Metodológico, Material de Análisis y Procedimiento

3.1. El Estudio de Caso

Para la realización de este trabajo se asumió un enfoque de corte cualitativo, específicamente el estudio de caso. El estudio de caso sobresale en el campo de la investigación cualitativa más como un enfoque de investigación que como un tipo particular de diseño metodológico. Una de las características significativas del estudio de caso es que privilegia el conocimiento pormenorizado de un fenómeno antes que la generalización, de modo que según Stake:

El estudio de caso no es la elección de un método sino más bien la elección de un objeto a ser estudiado. Nosotros elegimos estudiar un caso. En tanto enfoque de investigación, un estudio de caso es definido por el interés en casos individuales antes que por los métodos de investigación utilizados. (Neiman & Quaranta, 2006, pág. 219)

Por otra parte, los estudios de caso pueden ser un fin en sí mismos o pueden ser instrumentales, es decir, que el estudio de un caso puede tener por propósito nada más que la comprensión de éste, pero también puede realizarse con el fin de desarrollar mucho más una teoría que se aplica al estudio de determinados fenómenos. (Neiman & Quaranta, 2006, pág. 219)

En el presente trabajo, no se pretende examinar los alcances ni las limitaciones de las teorías que buscan explicar el funcionamiento de la argumentación y, en este sentido, tampoco es su propósito principal realizar generalizaciones acerca del discurso argumentativo, por el contrario, se propone describir desde un punto de vista discursivo y comunicativo un caso concreto de argumentación.

3.2. Material de Análisis

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Éstas han sido seleccionadas según los criterios de adecuación y de suficiencia. Según Bonilla y Rodríguez la muestra en los trabajos de corte cualitativo no se selecciona sino que se configura. La muestra no es representativa estadísticamente, sino que se trata de una representatividad cultural, a partir de la cual, se busca definir los patrones de comportamiento y el sentido que se le puede atribuir al aspecto de la realidad social estudiado (Catro & Bonilla Sehk, 2005, pág. 134). De esta forma, se puede decir que la adecuación y la suficiencia son los criterios que mejor responden a las características del trabajo cualitativo.

―Una muestra adecuada es aquella conformada por las personas o grupos más representativos de la comunidad, quienes están en capacidad de proveer la mayor cantidad de información posible sobre el problema de estudio.‖ (Catro & Bonilla Sehk, 2005, pág. 135) Como nuestro objeto de estudio es el lenguaje, específicamente un caso de discurso en interacción, lo que Plantin denomina situación argumentativa, el criterio de adecuación se aplica no sobre personas o grupos de personas, sino sobre las unidades constitutivas de la conversación. De este modo, se han seleccionado dos secuencias discursivas en las que es evidente, mucho más que en otras que también hacen parte de la interacción, la existencia de fenómenos como la oposición discursiva, la formulación de argumentos e incluso el uso indirecto del lenguaje.

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entre argumentación y comunicación en el programa de Hablemos de Paz y de Derechos Humanos.

3.3. Procedimiento

El análisis del problema planteado se realizó especialmente a partir de unas transcripciones hechas sobre el material audiovisual, sin embargo, se tuvo en cuenta también el registro audiovisual del cual surge la transcripción. La transcripción se realizó siguiendo la lista de símbolos propuesta por Tusón, teniendo en cuenta casi que exclusivamente los fenómenos verbales. De este modo, las unidades a analizar son las ya señaladas en 2.5.1., y el análisis se hará desde los conceptos de situación argumentativa, discusión, acto de habla complejo e implicatura conversacional.

De este modo, a través del análisis conversacional se identificó y describió el inicio y progreso de la discusión. En el curso de esta descripción, se buscó sacar a flote el sentido de las intervenciones a partir de los conceptos de acto de habla indirecto e implicatura conversacional. Por último, se presentó de forma esquemática la estructura de la discusión, saber: la identificación clara y precisa de las proposiciones discutidas, de los puntos de vista a propósito de tales proposiciones, las cuestiones estructuradoras de la discusión y la relación entre actantes y actores de la argumentación.

3.3.1. Lista de símbolos.

3.3.1.1. Símbolos prosódicos:

¿? Interrogación

¡! Entonación exclamativa / Tono ascendente

\ Tono descendente

(38)

38 | Pausa breve

|| Pausa mediana

<...> Pausa larga, también <pausa> o <9>, indicando segundos. ac Ritmo acelerado

le Ritmo lento subr Énfasis

MAYÚS Mayor énfasis

:: Alargamiento de un sonido p Piano (dicho en voz baja)

pp Pianissimo (dicho en voz muy baja) f Forte (dicho en voz más alta) ff Fortissimo (dicho en voz muy alta)

3.3.1.2. Símbolos relativos a los turnos de palabra:

1., 2., 3.,… Cada una de las intervenciones de los hablantes

== Al principio de un turno para indicar que no habido pausa después del turno anterior.

=...=

=...= Solapamiento en dos turnos:

H— Vale <pausa> =Pero es que me molestarían las piedras =

M— [mirando a L] =Bueno | oye | y el pan ¿qué? ¿Tengo que = ir yo?

Para señalar que B interviene aprovechando un pequeño silencio en la intervención de A:

(39)

39

4.

Análisis e Interpretación

4.1. Corte Suprema de Justicia

4.1.1. Análisis conversacional.

Esta es la primera secuencia discursiva no sólo a analizar, sino también la primera de la interacción. Su tema es el enfrentamiento que se dio entre la Presidencia de la República, bajo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, y la Corte Suprema de Justicia. Los participantes que interactúan en esta secuencia son Álvaro Uribe Vélez (A) y Baltasar Garzón (B). Para la descripción del modo como se desarrolla la articulación que hay entre discurso y contradiscurso, la secuencia, por su complejidad y extensión, será analizada en dos partes: en la primera describiremos la formulación inicial de la discusión y en la segunda nos ocuparemos del modo como ésta progresa y se consolida.

(1)

1) B- lo primero que se me ocurre preguntarle es ¿Cuál cree usted que es su valor añadido en lo que es la paz y la lucha por los derechos humanos en Colombia?

2) A- primero mi saludo juez doctor Baltasar | doctor Pedro | muchas gracias por la invitación a este programa || en el periodo dos mil dos – dos mil diez (…) se recuperaron dos monopolios que el Estado nunca debió perder | el de la justicia | y el de las fuerzas armadas para combatir a todos los criminales (…) se recuperó la presencia institucional de la justicia (…) sectores radicales de oposición | tuvieron las mismas garantías efectivas y la misma protección | que sectores afines al gobierno (…) Colombia:: tenía al principio de nuestro gobierno | más de tres cientos alcaldes que no podían estar en sus localidades | los rodeamos a todos de garantías | efectivas | independientemente del origen político de su elección | los problemas del país no quedaron resueltos | pero yo creo que íbamos por buen camino.

(40)

40

entre | la Presidencia de la República y la Corte Suprema | si no recuerdo mal | es decir ¿cómo definir esa mayor dotación de garantías | de empoderamiento de la justica con una confrontación con el máximo organismo de: | de la justicia colombiana?

4) A – Hubo desacuerdos con algunas decisiones de un sector de la corte suprema de justicia y un gran apoyo a la justicia || si usted mira | primero el apoyo de seguridad | que le permitió restablecerse en todo el país || de los sitios de los cuales había sido | desplazada | segundo reivindicaciones económicas || que venían aplazadas | por ejemplo nivelaciones salariales de magistrados | fiscales | jueces | personal administrativo | por primera vez la corte suprema de justicia tuvo un cuerpo propio de investigación || antes tenía que valerse de un cuerpo de la fiscalía || ahora tuve algunas diferencias con un sector de la corte | por ejemplo cuando:: dijeron que || los guerrilleros || podían ser titulares de la tipificación de delitos políticos | y los paramilitares no | cuál fue mi respuesta | primero ese era un tema no sólo de justicia | sino también de orden público | que es una competencia del gobierno y además de: política internacional | que es una competencia del gobierno qué dije yo | dije mire en una democracia como la nuestra | donde no hay delitos de opinión | no debería existir el delito político que es un atenuante del delito de opinión || pero ya que | lo hay | ya que hay el delito político | hay que aplicárselo por igual a todos los que han subvertido el orden constitucional | yo creo que discrepancias de esas se podían manejar | yo no hice más que expresar mis mis puntos de vistas argumen...- argumentales | porque si bien hay que respetar la independencia entre las ramas del poder | no hay que suprimir la deliberación | y la deliberación es argumental.

(41)

41

= recuerdo que aquellos días =

6) A - = Me preocupa me preocupa = mucho | que usted que es juez | exprese en su tarea de periodista eso

7) B – No yo no soy periodista | estamos hablando

en = una conversación = = sobre temas concretos | no pero presidente = 8) A - = Peor = = peor aprecia...- apreciado magistrado=

9) B - presidente presidente no no no no es cuestión de que le preocupe | lo que usted me dice | yo lo que trato es de recordar | que hubo un plus | más allá | entonces

solamente quería oír | su opinión 10) A – no no me refiero a eso

(42)

42

4.1.1.1. Inicio de la discusión.

El primer intercambio está constituido por las intervenciones1) y 2). La primera intervención es de (B), quien emite un acto de habla directivo, una pregunta, que es respondida por (A) en la intervención 2). De este modo, estamos frente a una intervención de inicio en 1) y una intervención de reacción en 2) (Briz, 2000, pág. 228), específicamente estamos ante un par adyacente constituido por una pregunta y su consecuente respuesta. Por su parte, la respuesta es una intervención constituida por varios actos de habla. Ella inicia con dos actos de habla declarativos por medio de los cuales (A) saluda y agradece la invitación al programa. Después de esto comienza a dar respuesta a la pregunta por medio de un conjunto de actos de habla representativos, todos ellos orientados a resolver la pregunta formulada por (B).

En resumen, en este primer intercambio (B) le pregunta a (A) cuál fue su aporte en lo referente a la paz y a los derechos humanos en Colombia durante su gobierno, pregunta a la cual (A) responde afirmando que durante su gobierno se recuperó la institucionalidad de la justicia y se le dio garantías efectivas incluso a los sectores de oposición. En otras palabras, hasta aquí, la conversación no ha hecho más que situarse temáticamente y no ha avanzado todavía de tal forma que se configure como fenómeno argumentativo.

En la intervención 3), (B) realiza un acto discursivo de oposición, mediante el cual manifiesta su desacuerdo con la respuesta dada por (A) en 2). La intervención 3) está constituida por dos actos de habla: una afirmación y una pregunta y, a partir de ambos, (B) expresa su desacuerdo. Esto significa que tanto la afirmación como la pregunta ponen en duda la respuesta de (A). De esta forma, llama la atención el modo como (B) ha manifestado su desacuerdo en 3).

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