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PRÓLOGO. Me he resistido a despertar de mi ensueño. Me he negado a dejar ir al niño que debía dejar marchar.

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Academic year: 2021

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PRÓLOGO

Mi vida se había eclipsado en una nube negra. Esa nube repleta de actividades dañinas que a parte de las secuelas que generaron como resultado, podría haber desembo- cado en un trambólico, traumático y cruel final. Una caída a pique que les hubiera devastado el alma a aque- llos a los que verdaderamente impartieron en mi educa- ción desde la infancia.

Me he resistido a despertar de mi ensueño.

Me he negado a dejar ir al niño que debía dejar marchar.

Me he rebelado contra el reto de madurar personalmente.

Me he metido en un mundo maquiavélico que abrió la puerta indeseada.

Me he jugado la confianza de los demás.

Ha pasado un mes y las constantes pesadillas no dejan de sucederse reiteradamente, hasta tal punto de entrar en ansiedad. Mis reflexiones personales calman y apaciguan poco a poco esa actitud desorbitada sin límite.

Mi vida ha sido un mar de turbulencias sin rumbo.

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He perdido mi propia esencia por no adaptarme al tiempo.

Últimamente el arrepentimiento ha estado apoderándose de mí ser.

Sin embargo ahí está... por segunda vez observándome con una sonrisa atrevida y presumida. Tras ese aparente barniz de tecnicismos y formalidades a través de la luz del sol que se posa sobre el iris de sus ojos veo reflejado una persona con grandes intenciones que va más allá de su apariencia de galán terco y presumido. En él hay algo que me conmueve el alma y mi corazón me anuncia de que es el elegido. Me da la impresión de que un aconte- cimiento importante va a pasar para ambos ¿Será pura coincidencia o parte del destino? ¿Y si este chico lla- mado Josh es la solución a enterrar esos recuerdos diá- bolos?

El tiempo es inesperado, no sé lo que va a ocurrir pero ahí estoy embobado, mirándolo de la misma forma en que me mira.

Por ahora quiero forjar una amistad y desenmascararlo para saber si ciertamente mis predicciones se cumplen.

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Daniel Hurtado Medes

De corazón grisáceo

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1 JAKEDAN

Ha pasado un mes desde aquella agonía infernal. Un mes esclavizado de todas mis pertenencias y de todos mis de- rechos. Mi vida había dado un vuelco de ciento ochenta grados. Había hecho cosas inimaginables que nunca pensé que llegaría a hacer. Incluso la primera semana continué con la misma racha de rebeldía. Sobrevivir den- tro de casa aislado del mundo entero era muy angustioso y aburrido. Tener que estar vigilado de sol a sol era cues- tión de no agradarme en absoluto. No solo eso, sino que me habían hecho estudiar a presión las asignaturas hasta sabérmelas al tirón. Tras los continuos sermones y escar- mientos de mi padre me notaba más tranquilo y pausado.

Que me hayan hecho infinitas reflexiones para devol- verme al estado natural de antes no significa que esté al cien por cien a salvo.

Me encuentro más inseguro que nunca, tengo miedo y recuperar mi estabilidad emocional puede ser muy complicado. Lo que más deseo ahora es arreglar este

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desastre, pero el desorden que hay en mis pensamien- tos... mi mente está destrozada por culpa de la maldita marihuana y del alcohol. El grupo de los rebeldes sin causa parecían la mejor compañía, pensaba que si me unía a ellos tendría una defensa contra la soledad. Me transmitían una felicidad falsa que no supe reconocer a simple vista. Esas drogas de la felicidad que hacían sentirme igual de feliz que antes, resulta que era mierda. Mierda que me ha dejado con delirios menta- les, con cicatrices sin sanar, con una gran herida. Esa herida que se abre cuando pienso en el daño que les he causado a mis seres queridos. Si pudiese retroceder en el tiempo para arreglarlo...pero ya es tarde.

Me encuentro en mi habitación recordando el Barrio de la V...

Hemos llegado a través de un ascensor mágico ¿Enserio?

Está todo lleno de bares y pufs coloridos. Debo de admitir que es un poco siniestro y claustrofóbico. Aitana y yo en- tramos a uno en el que nos ofrecen un espectáculo de cabaret mientras tomamos la bebida morada que tanto me gusta. Las bailarinas pasan de bailar sensualmente a hacer tweerking sobre la barra cuando la música cambia de un ritmo lento a

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un ritmo acelerado. Al terminarse la función le digo a mi amiga que se espere. Voy tras las bailarinas, ellas me miran y se ríen. Me invitan al camerino. Es bastante grande, cada una tiene su espacio decorado a su estilo. Terminamos be- biendo champán entre risas. La cosa se pone tierna entre abrazos, besos y pasión desenfrenada.

Salgo corriendo hacia la mesa en la que estábamos pero ella ya no está. Salgo por la puerta y me encuentro con mi amiga y su novio. Vamos caminando mientras José me explica un poco sobre este barrio marginal tan espectral. Me resulta muy interesante lo que me cuenta. Sin darnos cuenta llega- mos a una especie de bosque un tanto extraño. Entre tantas hojas multicolores vemos un folleto en el que informa sobre las bases para ser el próximo rey. De camino al festival el cemento pasa a ser césped fresco y húmedo. Cruzamos un puente de madera oscuro, por donde debajo de él pasa un rio de vodka azul.

He sido vencedor y me estoy coronado como nuevo rey del Barrio de la V. Pero al ir más allá de esta enajenación men- tal es demasiado fuerte y pesado.

Regreso a la realidad y me siento tan solo, si hubiese hecho caso a mis padres... nada de aquello hubiese

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pasado. No tendría que estar culpándome por mis ca- prichos o mis meteduras de pata. Sobretodo decepcio- nar a mi hermano Eric que hoy lo veo desde cinco me- ses. Él se fue a Asia por un tema de estudios. Aún así continuo sumergiéndome en mi frustrante pasado...

Con mis ropajes recién puestos y la corona nos dirigimos más allá del barrio.

ʊDebes saber que aquí el sol nunca apareceʊ me dice José, lo miro sin opción y lo escucho ʊLa razón de esto es porque hay tanta maldad, tanto egocentrismo, tanto dolor... todo lo que rodea este lugar es un reflejo de tu cerebro. Tu cerebro está colapsado por tus propios erroresʊ se detiene y lo in- terrumpo en seco.

ʊ¿Dices que esto lo he provocado yo?ʊ él afirma sin re- paro.

ʊSi, Jakedan y según la leyenda un día llegará un chico con el corazón atrofiado, con el rumbo perdido con la espe- ranza de salvar a la gente de sus atrocidades. Y ahí entras en juego ʊ.

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Voy entendiendo más cosas que antes, veo los puntos clave en lo sucedido debido a que algo está cambiando en mi interior.

Me amenaza Alexia Escarlata convertida en Dragón, sus fauces se abren e intentan fulminarme. De un cabezazo rompe la torre más alta de mi palacio, lucho con el corazón pero es inútil lo he maltratado tanto que ignora mi llamada.

El castillo real es una representación material de los muros mentales que mantienen a las personas con la cabeza alta:

la lealtad y el derecho. Busco en los bolsillos algún objeto que me sirva y encuentro unas tijeras de podar.

Entiendo lo complicado que me resulta encontrar el camino que un día dejé, la intención está tomada pero el reparo es caro.

Pese a aquello he continuado yendo a la preparación cristiana de San Francisco. Me he estado relacionando con todos, sobre todo con Josh. Ese chico tiene algo que me intriga en su forma de actuar. Es estiloso, lleva camisas blancas, complementos de alta calidad, cha- quetas elegantes... también es sociable por lo que he podido comprobar siempre hablando. Y por último su perfección al realizar las cosas, impecable en su

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esplendor. Uno de mis sueños de pequeño era ser igual de sexy que los actores de las películas. Es un sueño que todavía sigo soñando y del que espero lo- grar en un futuro.

De repente alguien llama a la puerta.

ʊ¿Jakedan?ʊ, es mi madrina Paz.

ʊPasaʊ digo.

Va con unos zapatos de tacón rojos, una falda gris, ca- misa blanca y chaqueta negra. Lleva el pelo con un corte hasta los hombros, color castaño con mechas ru- bias. Se ha puesto maquillaje y un collar de perlas do- radas. Se acerca a la cama y me acaricia el pelo con las yemas de los dedos. Mi tía es buena persona, siempre me anima en las circunstancias delicadas como Char- lie.

ʊTe veo pensativo queridoʊ dice para romper el hielo, la miro y vuelvo a mirar a la nada, luego res- pondo ʊSí, estaba pensando en las maldades que hice hace un mesʊ ella pone sus manos sobre las mías y suspira ʊEsta vida es cruel y despiadada. Te com- prendo, yo también sufrí a tu edad. Fui testigo de

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amenazas por parte de mis compañeras de instituto.

Las muy zorras siempre se aprovecharon por ser la más mona y vestir de marcaʊ me cuenta rabiosa al recordarlo ʊTu tía tenía razones para defenderse, pues me chivaba a la directora todos los días hasta que quedaron expulsadasʊ.

ʊLa vida es más dura de lo que imaginaba, siempre pensé en la sencillezʊ me desanimo al razonar mis palabras. Ella me abraza ʊPues te equivocabas, cada uno ha de encontrar su lugar, como yo enfrenté con dureza mis peores momentos. Tú relación con tus pa- dres no ha sido muy buena estos meses y créeme a ve- ces hay que arriesgar para ganar territorio y que no te invadanʊ.

¿Cómo se entera? Seguro que mi madre le cuenta de- talles sobre mis vivencias. Paz me hace una oferta ten- tadora así que pongo atención.

ʊHasta pasados unas semanas ellos no van a contar con tu apoyo, pero la tía sí. He pensado que te vengas a dormir a mi casa unos díasʊ me quedo dudoso. Aún no proceso que mis padres apenas me hablen, soy in- capaz de asimilar este suceso.

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ʊEstoy hecho un despojo, no estoy como para tal pro- puestaʊ le suelto, ella lo rechaza y me presiona de nuevo.

ʊTus padres no van a querer perdonarte por ahora.

Piénsalo Jakedan, mi casa es grande, yo puedo ha- cerme cargo de ti. Te puedo enseñar las disciplinas que ellos no te dieron. No me refiero a las disciplinas aburridas que ellos te inculcan. Puedo ayudarte a su- perar esa parte tan horrible de la que no eres capaz de sacarte de la cabeza. Incluso puedo que dejes el mó- dulo de carpintería para que te conviertas en el hom- bre que deseasʊ la idea me fascina, me imagino por un instante las menciones que Paz ha nombrado. Po- dré deshacerme de este sentimiento bochornoso para empezar una nueva etapa.

ʊ¿Podrías con esa proposición?ʊ le pregunto para asegurarme de su palabra. Ella me mira con su expre- sión desafiante.

ʊPor supuesto, siempre cumplo con mis promesasʊ.

ʊAcepto tíaʊ respondo claramente. Ella sonríe satis- fecha y retoma la conversación.

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ʊYa que has elegido irte a vivir conmigo será mejor que vayas a hacerte las maletasʊ esa orden no parece muy convincente. Mi tía nunca me había ordenado ha- cer nada antes.

ʊMis padres deben saberlo, Pazʊ le digo, pero ella hace caso omiso a mi petición y sigue encaprichada.

ʊ¿No me has oído? Yo no quiero que lo informes, yo quiero que hagas lo que yo te digaʊ.

Decido que voy a llevarme lo más imprescindible: mu- das para diario, el neceser, champú y poco más, lo meto en la maleta y la cierro. El problema que tenemos es que mis padres están en la cocina desayunando y bajar sería un mar de curiosidad sin resolver. Miro a mi madrina que me observa, lo más fácil será irnos por la ventana del despacho porque por la ventana de mi cuarto iremos a parar a la terraza. Ella saca mis pensa- mientos al exterior ¡Ha venido pocas veces pero se co- noce el edificio que da gusto!

ʊSaldremos por el despachoʊ me ordena Paz, me quedo quieto al lado de la cama y reniego.

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ʊ¡Deberíamos irnos y ya está!ʊ ella levanta la voz como si me desafiara.

ʊMe parece que no entiendes el planʊ.

¿Plan? Cada vez entiendo menos, se podría expresar con otros fines. Mi tía es un poco más tacaña y fría. Es un aspecto que no entenderé a menos que me lo expli- que. Ella es la única de mi familia que se mantiene al margen de mostrar afecto al cien por cien, la mayoría de veces piensa en ella misma y si le llevas la contraria se cabrea de la leche. Solo tiene dos puntos altos po- tentes: su carácter y su altitud. Dos puntos de los que nunca he estado a favor, personalmente creo que con- lleva al cinismo y al egocentrismo.

ʊMira Jakedan, tus padres no pueden enterarse de que tú te has fugado de casa y menos en la situación en la que estás. Es un juego ja, jaʊ le paro y me pongo por delante de ella sobre el tema ʊUn simulacro de secuestro o algo parecido... ¡Ah una venganza!ʊ.

Claro, ese es su plan ayudarme a salir de esto.

ʊ¡Exacto ahijado! Ves como si lo razonas llegas a la conclusión. Para que salga como queramos necesito

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que acates mis órdenes. La primera orden es que no hagas ruidoʊ.

Primero: cojo la escalera que hay situada en el vestua- rio de mis padres, la coloco en la ventana del despacho de mi padre y llevo las maletas.

Segundo: Mi tía distrae a mis padres con una charla breve para que a mí me dé tiempo a tirar las maletas por la ventana y a bajar por la escalera.

Tercero: Mi tía deja la escalera en el garaje y nos va- mos.

ʊ¿Has visto tu tía como sabe? Pues de ese modo has de hacerlo, teniendo la cabeza fría se llegan a muchas solucionesʊ se enorgullece de su plan exitoso.

ʊEso es hacer trampa, tu mecanismo ante mi presen- cia y el hecho de que me hayas defendido es juego su- cio. Tu coche no estáʊ , ella omite la parte final.

Le devuelvo su orgullo para que se calme y se deje de pavadas. Sí, el método para rivalizar con el egocen- trismo de mi madrina es llevarle la contraria. Ella ig- nora mi anotación y le resta importancia.

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ʊ¡Oh, venga! A pesar de tus síntesis tecnológicas po- drías bajar esos aires de formalidad. Mucha gente se equivoca en la visión que tienen de tiʊ dice con la ca- beza bien alta.

Seguimos caminando y analizo mentalmente lo que Paz acaba de parlotear. La miro con el ceño fruncido y su expresión cambia.

Descifrar los sentimientos de mi madrina siempre me han resultado un misterio, precisamente porque algo me dice que oculta algo en su interior que no desea mostrarse tal y como es. Seguramente se trate de un espejismo, insisto en que se explique y lo hace ʊMe refiero a que pareces muy humilde pero tu interior no dice lo mismo. Eres egocéntrico y conformarte por lo más bajo no es tu debilidad. Reclamas poder, orden, rebelión y furorʊ.

Me gustaría reconocer que eso es mentira, que soy otra clase de persona. Negarlo sería una contradicción en mi contra, mi tía me conoce casi igual como mis pa- dres.

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ʊEs cierto no te voy a mentir, estoy deseando llegarʊ sonrío evitando la tristeza. Paz descansa la mano so- bre mi hombro y me la estrecha.

ʊVerás como con el tiempo se solucionan los malesʊ dice con su mirada de astucia.

Mi madrina Paz vive en un parque rodeado de fincas y bares. En el centro del mismo hay un bloque central gris con dos niveles, en los que los niños juegan. Tam- bién hay una escultura horizontal expuesta en uno de los laterales del mismo. Los elementos decorativos son cuatro árboles y seis macetas que enriquecen la com- posición paisajística y le dan color.

Entramos en la planta baja y esperamos al ascensor.

Entramos y las puertas se cierran.

Paso a la entrada, está tal y como imaginaba. El espejo está reluciente y la pared celeste es admirable se mire como se mire. A la derecha está el comedor, nada más entrar está la mesa y las sillas color crema. Más ade- lante se encuentra el sofá azul eléctrico que tanto me chiflaba de pequeño. La televisión de última genera- ción y sobre los estantes hay fotografías. Una es del

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casamiento de mis tíos, otra de mis sobrinos y en otra estamos toda la familia.

Este sitio es acogedor no puedo parar de sonreír, su- pongo que es debido a la ausencia de mis padres. La última vez que estuve aquí tendría ocho años, era muy pequeño. De repente recuerdo cuando mi prima y yo jugábamos por el pasillo y nos escondíamos por los rincones de este piso. En cambio mi sobrino se pasaba las horas en el ordenador jugando a videojuegos y se negaba a jugar con nosotros.

Paz me saca de mis recuerdos sobresaltándome.

ʊTienes las maletas esparcidasʊ la miro y le confieso mis pensamientos observando las fotografías de nuevo.

ʊEcho de menos ser un niño, me lo pasaba en grande aquí... sin embargo uno crece y las cosas se tuercenʊ agacho la vista. Ella se acerca lentamente a mí y nos sentamos en el sofá.

ʊAceptar el destino que no es correspondido es lo peor y adaptarse a unos acontecimientos que no se han experimentado antes tambiénʊ ella tiene razón

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