• No se han encontrado resultados

RIOCAVADO DE LA SIERRA

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2020

Share "RIOCAVADO DE LA SIERRA"

Copied!
8
0
0

Texto completo

(1)

R I O C A V A D O D E L A S I E R R A

/

2503

Riocavado se sitúa a 74 km al sureste de Burgos, en la vertiente meridional de la Sierra de la Demanda ya próxima al valle de Valdelaguna y a orillas del río Valdorcas, que vierte sus aguas pocos kilómetros más abajo en el Pedroso. Accedemos al lugar desde la carretera de Salas de los Infantes a Nájera a través de una sinuosa ruta que parte entre Barbadillo del Pez y Barba-dillo de Herreros.

Perteneció durante el siglo X al alfoz de Barbadillo, integrándose con el resto de esta demarcación en el de Lara ya en la centuria siguiente. La primera noticia documental sobre la localidad la encontramos recogida en la generosa donación que la reina doña Jimena y su hijo Sancho de Navarra otorgan a San Millán de la Cogolla el 6 de diciembre de 1028. Entre los bienes donados en los pueblos de la Sierra se incluye in Ribocavato tertiam partem. También en la extensa donación a San Pedro de Arlanza realizada el 10 de mayo de 1062 por María Fortú-niz se citan varias posesiones en los pueblos aledaños, entre ellas en Rio Cavado suos solares cum sua divisa. Igualmente el monasterio de San Pedro de Cardeña gozó de bienes en la localidad, recibidos en la donación de todos sus bienes que el 18 de mayo de 1083 realizó Pedro Fer-nández, consistente en una diuisa in uilla pernominata quod appellatur Rio Kauato cum uno solare popu-lato, illa diuisa que fuit de germano meo Garcia Fernandez.

A mediados del sigloXIVel Libro Becerro de las Behetríaslo incluye dentro de la merindad de Santo Domingo de Silos, estando en manos de Pedro Fernández de Velasco.

En el Archivo de la Catedral de Burgos se conservan dos documentos de 1407 por los que el obispo de Burgos transfirió los préstamos de Valgañón, Riocavado y Grageras a don Pedro Vaca, arcediano de Palenzuela y canónigo de Cuenca; dos días después, y en nombre del beneficiario, tomó posesión de un préstamo en Riocavado Alvar Díaz, señalándose que tal acto se hizo “a la puerta de la iglesia de Santa Coloma de Ruy Cavado”.

RIOCAVADO DE LA SIERRA

Iglesia de Santa Coloma

C

ONSERVA LA IGLESIA DE ÉPOCArománica su cabecera y torre, habiendo sido la nave –de dos tramos cu-biertos con bóvedas de crucería con terceletes– totalmente transformada en el siglo XVIII, conociendo su origen gracias a una inscripción reutilizada junto al capitel del lado de la epístola del arco triunfal, cuyo texto es el siguiente:

E VG I

N ERA MCLII:

PASC(a)L(is)EP(iscopu)S: DEDIC[AVIT] HOC TEMPLV(m) IN HONO

RE S(an)C(t)I: ST(e)PH(an)I: M(arti)R(i) :ET S(an)C(t)E CO LV(m)BE V(i)R(ginis) : ET ALI

Es decir, “En la era de 1152 (año 1114) el obispo Pas-cual consagró este templo en honor de San Esteban már-tir y de Santa Colomba virgen y de otros muchos santos mártires, confesores y vírgenes”. Así pues, en el primer año del breve y convulso episcopado del antiguo arcediano de Santa María de Burgos don Pascual II, coincidente con el dominio aragonés en Castilla, consagró este templo de Riocavado, mientras que en el último –falleció en octubre de 1118–, hizo lo propio con las iglesias palentinas de Santa Eugenia de Cordovilla y San Miguel de Brañosera. Aunque se ha venido repitiendo que el conjunto de lo conservado corresponde a esta temprana fecha del siglo XII, la avanzada arquitectura de la cabecera nos obliga a pen-sar en dos fases sucesivas románicas, de las cuales la

(2)

2504

/

R I O C A V A D O D E L A S I E R R A

Sección longitudinal

Sección transversal

(3)

R I O C A V A D O D E L A S I E R R A

/

2505

centuria, aunque probablemente reutilizó algunos elemen-tos escultóricos de la obra primitiva.

Llama la atención en primer lugar la articulación exte-rior e inteexte-rior de la cabecera, compuesta según es tradicio-nal por capilla semicircular y tramo recto presbiterial. Al exterior el tambor absidal, alzado sobre un basamento de remate baquetonado que salva el desnivel norte-sur, queda compartimentado en cinco desiguales paños por cuatro columnas entregas que parten de altos plintos destacados del zócalo y basas áticas de toro inferior aplastado, mien-tras que sobre sus capiteles –de simples hojas lisas con cogollos en sus puntas, que debían alcanzar la cornisa– se dispone hoy un remate en talud debido al recrecimiento

diatos al codillo del presbiterio presentan menor longitud y altura, al estilo de la articulación muraria que vemos en otros edificios tardíos como La Piedra o San Juan de Orte-ga y, de modo más barroco, en San Vicentejo de Treviño. Una imposta con perfil de listel y doble nacela escalonada corre entre esos arcos sin invadir las semicolumnas, divi-diendo en dos pisos el tambor. Sobre ella se abre, en el eje, una ventana de vano en aspillera con derrame interior, rodeado de arco de medio punto que descansa en impos-tas con reticulado de celdillas romboidales y una pareja de cortas columnas sobre basas áticas y capiteles de hojas lisas con volutas o caulículos en las puntas.

El hemiciclo se articula con el presbiterio mediante

Exterior

(4)

2506

/

R I O C A V A D O D E L A S I E R R A

Sección longitudinal Sección transversal

(5)

R I O C A V A D O D E L A S I E R R A

/

2507

vistos en el ábside. En ambos paños se abrieron ventanas idénticas a la del eje absidal, también con capiteles de hojas carnosas rematadas en cogollos. Otras finas colum-nitas se disponen en el codillo que unía la nave románica con la cabecera. Aún son visibles las rozas de la reciente-mente eliminada sacristía, con acceso desde el presbiterio, que se adosaba al sur de la cabecera.

Si al exterior este templo de Riocavado escapa al pano-rama recurrente en el resto de edificios serranos, pudien-do establecerse conexiones con talleres más septentriona-les, tal sensación se confirma interiormente. Se cubre el presbiterio con bóveda de cañón, y el ábside con la típica de horno, ambas de aspecto reformado y partiendo de impostas ornadas con la retícula ya vista. La ventana absi-dal, cuyo arco perfora el riñón de la bóveda, corona al

ábside y tramo recto aparece recorrido por una arquería ciega ornamental de arcos de medio punto, cinco en la capilla y tres por cada lado del presbiterio, recurso igual-mente ajeno a lo serrano que vemos en otros templos como la ermita de Villahizán de Treviño, Palacios de Bena-ver, Villandiego, la parroquial de Padilla de Arriba o la ermita del Torreón de Padilla de Abajo, amén del grupo de edificios de los valles cantábricos. Tales arcos reciben gruesos baquetones y apoyan en columnas adosadas al muro, alzadas sobre basas áticas y plintos. En los capiteles que las coronan –bajo cimacios con perfil de listel y nace-la– se alternan claramente dos manos bien distintas. En el muro meridional del presbiterio asistimos a una escena de caza, en la que un tosco infante parece blandir una lan-za ante un cérvido rampante dispuesto entre follaje, tras

Vista de la cabecera desde el sur Paño central del ábside

(6)

2508

/

R I O C A V A D O D E L A S I E R R A

recurrentes en la escultura tardorrománica de lejana impronta silense, como son las dos parejas de arpías con-trapuestas que vuelven sus cabezas a ambos lados de un tallo que actúa como eje, bifurcándose en dos ramas que pasan sobre los cuellos de los híbridos entrelazándose en el frente y dando lugar a hojitas acogolladas. Tan particu-lar composición repite un esquema reiterado en buena parte de la escultura tardorrománica y presente en varios capiteles de la segunda campaña del claustro bajo de Santo Domingo de Silos, convirtiéndose –probablemente desde allí para el caso que nos ocupa– en motivo de enor-me difusión. Así, lo vemos en la portada de la biblioteca del mismo claustro alto silense, en la fachada de Ahedo del Butrón, barroquizado en el claustro de San Pedro de Soria, en las portadas de Cerezo de Riotirón, Villasayas, galería de Orellana, arco triunfal de Oquillas, etc. Su tratamiento en Riocavado, sin embargo, evidencia las carencias del escultor, aunque tales conexiones añaden un nuevo

argu-mento para asegurar el carácter tardío de la obra. En el resto de capiteles –algunos restaurados o rehechos– vemos hojas lisas o acantos rematadas en caulículos y con rami-llete central y otras lobuladas bajo hojarasca.

El arco que da acceso a la cabecera desde la nave, de medio punto, fue rehecho en la reforma del edificio del siglo XVIII, aunque tras la restauración del conjunto en 1990 aparecieron, tras eliminarse las yeserías que lo cubrían, las columnas laterales que flanqueaban en cada lado otra central –ésta desaparecida– en el frente del machón sobre el que apeaba el triunfal, lo que nos hace suponer que era en origen doblado. Los capiteles que las coronan, muy perdidos, parcialmente retallados y bajo cimacios de zar-cillos, muestran acantos de espinoso tratamiento con pun-tos de trépano sobre collarino facetado, hojas partidas muy destrozadas y otro irreconocible. El del lado de la epístola, sin embargo, conserva dos escenas separadas por un tallo perlado del que brota una hojita lobulada. En la

Interior Capitel del arco triunfal

(7)

R I O C A V A D O D E L A S I E R R A

/

2509

cara que mira a la nave reconocemos la tradicional icono-grafía del Pecado Original, con Eva ocultando su desnu-dez y Adán llevándose la diestra a la garganta y la otra mano al vientre. En la otra cara vemos otras dos figuras, éstas vestidas y en amoroso abrazo, aunque el malicioso gesto de la masculina nos hace sospechar que se trate de una escenificación de la lujuria, asociada así al castigo del pecado de la escena inmediata. Su ruda talla, las evidentes desproporciones y estereotipado tratamiento de los paños parecen avalar distinta mano para estas cestas de lo hasta ahora visto, quizá reaprovechando las de un edificio ante-rior, el datado en 1114 por la inscripción que se dispuso arbitrariamente junto al último capitel citado.

En el interior del ábside se conservan algunas piezas escultóricas recuperadas durante la última restauración, así

proceda de las columnas entregas del arco triunfal; un fuste de columna profusamente ornamentado con carno-sos zarcillos y un fragmento de imposta con entrelazos. Asimismo, como soportes del coro alto de madera que ocupa el fondo de la nave, se recolocaron dos canecillos de la primitiva cornisa, rudamente decorados con sendos prótomos, uno de cerdo y el otro de aspecto monstruoso. La reforma de la nave mantuvo de la obra románica la espléndida torre, de planta rectangular, dispuesta al norte del tramo inmediato a la cabecera. Al estilo del resto de ejemplares serranos, muestra un cuerpo bajo liso espléndi-damente aparejado y un piso superior de campanas, abier-to al este mediante dos arcos abarcantes de medio punabier-to y dos arcos de medio punto geminados, con columna de capitel liso a modo de parteluz. Probablemente esta

dis-Capitel de la arquería absidal. Escena de caza Capitel de la arquería absidal. Arpías

(8)

2510

/

R I O C A V A D O D E L A S I E R R A

en su muro oriental, restando trazas del primitivo, desde el muro norte de la nave.

Texto: JMRM - Planos: CMPT - Fotos: JLAO/JMRM

Bibliografía

ABÁSOLOÁLVAREZ, J. A. y GARCÍA ROZAS, R., 1980, p. 110; ÁLVAREZ

BORGE, I., 1996, pp. 87, 118; CANAGARCÍA, F., 1992, p. 813; ESCALONA

MONGE, J., 1995 (2001), pp. 473-474; MADOZ, P., 1845-1850 (1984),

p. 437; MANSILLAREOYO, D., 1971, docs. 1892, 1893; MARTÍNEZDÍEZ,

G., 1981, t. II, p. 616; MARTÍNEZDÍEZ, G., 1987, p. 198; MARTÍNEZ

DÍEZ, G., 1998a, doc. 375; PALOMEROARAGÓN, F., 1989, pp. 604-614,

1036-1040; PALOMEROARAGÓN, F., 2000, pp. 109-110; PALOMEROARA

-GÓN, F. e ILARDIAGÁLLIGO, M., 1991-1992, t. I, pp. 17, 31; PÉREZCAR

-MONA, J., 1959 (1975), pp. 117, 264; RIVERO, E. del, 2002, p. 27; SÁINZ

SÁIZ, J., 1991, p. 31; SERRANO PINEDA, L., 1910, doc. CCCXXXII;

SERRANOPINEDA, L., 1925, doc. LXIII; SERRANOPINEDA, L., 1935-1936,

t. I, pp. 106; 355, t. II, pp. 257, 276 y t. III, docs. 24, 57; VALDIVIELSO

AUSÍN, B., 1999, pp. 160-162.

Referencias

Documento similar

En estos últimos años, he tenido el privilegio, durante varias prolongadas visitas al extranjero, de hacer investigaciones sobre el teatro, y muchas veces he tenido la ocasión

que hasta que llegue el tiempo en que su regia planta ; | pise el hispano suelo... que hasta que el

Para ello, trabajaremos con una colección de cartas redactadas desde allí, impresa en Évora en 1598 y otros documentos jesuitas: el Sumario de las cosas de Japón (1583),

Sanz (Universidad Carlos III-IUNE): "El papel de las fuentes de datos en los ranking nacionales de universidades".. Reuniones científicas 75 Los días 12 y 13 de noviembre

(Banco de España) Mancebo, Pascual (U. de Alicante) Marco, Mariluz (U. de València) Marhuenda, Francisco (U. de Alicante) Marhuenda, Joaquín (U. de Alicante) Marquerie,

Dada la endogeneidad de la respuesta de la política monetaria a la evolución prevista para la economía, esta evolución de las cotizaciones bancarias ante sorpresas monetarias puede

d) que haya «identidad de órgano» (con identidad de Sala y Sección); e) que haya alteridad, es decir, que las sentencias aportadas sean de persona distinta a la recurrente, e) que

En primer lugar, como ya se ha señalado, debe precisarse que ambas categorías acce- den a sus puestos de trabajo a través de cauces más flexibles que el personal permanente, pero