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La clave está en la sangre - Neil Stevens.pdf

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l tipo de sangre que corre por nuestras venas ejerce una poderosa influencia sobre nuestra vida, determinando las enfermedades a las que somos propen-sos, los alimentos que son más adecuados para nosotros y también aquellos que no lo son. Según sea nuestro grupo sanguíneo, unos alimentos nos harán engordar y otros nos ayu-darán a adelgazar. El tipo de sangre define igual-mente ciertos rasgos del carácter, así como la

com-La sangre es un fluido muy especial.

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Esta idea comenzó a difundirse en Occidente a mediados de la década de los 90, al ser publicados los trabajos del médico naturista norteamericano Peter d’Adamo, continuación de los de su padre así como de otros científicos, y está causando cierta conmoción en todo el mundo. El entusiasmo de quienes, por fin, han encontrado una manera fácil y agradable de mantener-se delgados y sanos mantener-se confunde con el sarcasmo y la increduli-dad de otros, entre ellos, muchos profesionales de la salud.

Sin embargo, por inusitada que pueda parecer, la creen-cia de que el grupo sanguíneo tiene una influencreen-cia decisiva en muchos aspectos de la vida humana no es nada nuevo. Esa misma influencia ha sido observada desde hace casi cien años por médicos de todo el mundo y en algunos países orientales, entre ellos Japón, la convicción de que el grupo sanguíneo modela el carácter y la personalidad, y que de una manera general influye en todos los aspectos de la vida humana, es algo tan aceptado que forma parte de la cultura popular.

La presente obra trata de resumir, con la máxima claridad posible, todos los trabajos y los estudios publicados hasta la fecha sobre este apasionante tema.

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simple vista, la sangre de las personas es toda igual; sin embargo, al analizarla con el microscopio se hacen patentes algunas diferencias importan-tes. En el año 1901, un joven científico austriaco llamado Karl Landsteiner clasificó la sangre basándose en algunas de esas dife-rencias por él observadas, aunque como suele ocurrir, durante cierto tiempo sus trabajos apenas despertaron interés. Landsteiner advirtió la

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sangre tipo A y si los glóbulos rojos de otra mostraban en su superficie sólo moléculas «B», denominó a su sangre tipo B. En los casos en que en la sangre de una persona existían ambas moléculas, llamó a la sangre AB y cuando ninguna de dichas moléculas estaba presente, a esa sangre la llamó tipo O.

Cuando se mezclan dos tipos de sangre distintos, las célu-las sanguíneas pueden apelmazarse formando coágulos y creando una situación que podría resultar fatal. Por ello es tan importante conocer el tipo de sangre antes de realizar una transfusión. En casos de urgencia, puede utilizarse el tipo O, pues suele ser aceptado por todos los demás tipos, aunque sigue existiendo un pequeño riesgo. Una persona con sangre tipo A puede donarla a otras de tipo A o AB. Una con sangre de tipo B puede donarla a otras de tipo B o AB. Una con san-gre de tipo AB puede donarla únicamente a otras de tipo AB. El tipo O también llamado «universal» puede ser donado a personas de cualquiera de los tipos sanguíneos.

De este modo, la persona con sangre de tipo A podrá recibir sangre de tipos A y O. La persona con sangre tipo B puede recibir sangre de los tipos B y O. La persona con sangre tipo O puede recibir sangre sólo de otra con sangre tipo O. La persona cuya sangre sea de tipo AB, puede recibir sangre de cualquiera de los otros tipos, es un «receptor universal». No obstante, es siempre mejor utilizar el mismo tipo de sangre y con el mismo Rh (el factor Rh fue también descubierto por Karl Landsteiner, comparando la sangre humana con la de los monos rhesus).

Además de trabajador incansable, Karl Landsteiner fue en muchos aspectos un científico visionario, como lo demues-tran sus estudios acerca de los efectos que la dieta ejerce sobre la sangre y en general, sobre la salud humana. Finalmente la

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importancia de sus trabajos fue reconocida y recompensada por la comunidad internacional, siendo galardonado por la Academia sueca en el año 1930 con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología.

A nivel mundial, el tipo sanguíneo O representa aproxi-madamente el 50% del total de la población. El tipo A, el 40%, el tipo B el 8% aproximadamente y el tipo AB tan sólo el 2%. Cada uno de estos tipos de sangre evolucionó como resultado de las circunstancias ambientales y de los alimentos disponi-bles en las diferentes épocas de la humanidad, siendo el tipo O el tipo de sangre original, y por ello el más antiguo, con al menos 40.000 años de antigüedad, de él evolucionó el tipo A y posteriormente surgió el tipo B. El tipo AB es la mutación más reciente, pues se cree surgió hace menos de 2.000 años.

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El tipo O (el cazador)

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ace 40.000 o 50.000 años el hombre era básicamente cazador y su sangre era toda del tipo O. Su astucia y su inteligencia le permitían ya competir en igualdad de condi-ciones con otros predadores físicamente mucho mejor dotados que él, y evitar por todos los medios convertirse él mismo en presa de éstos. La población humana era entonces poco numerosa y la

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algunos frutos silvestres. Investigaciones realizadas reciente-mente han demostrado que en los Estados Unidos, donde el consumo de carne es muy elevado, los individuos con sangre del tipo O son los más longevos, debido a su mayor capacidad para consumir proteína animal y a la fortaleza de sus sistemas inmunológicos y de sus ácidos estomacales, lo cual les permite asimilar casi cualquier cosa. Otra particularidad positiva es que su sangre es naturalmente muy fina.

Sin embargo, un aspecto negativo de esos potentes ácidos estomacales es la mayor incidencia de úlceras. Cuando no se alimenta con la regularidad debida, el individuo con sangre tipo O es el más propenso a desarrollar problemas estomacales, que pueden degenerar en úlceras.

Aunque ya hace mucho que dejaron de ser cazadores, los individuos con sangre tipo O tienden a poseer una estructura física grande y fuerte, todo ello consecuencia del proceso de adaptación y de supervivencia de las especies. Si uno debe cazar para alimentarse, sin vehículos todoterreno ni rifles automáticos, la fuerza y la resistencia física son un requisito importante.

Entre los deportistas profesionales, los futbolistas y los boxeadores, la preponderancia del tipo de sangre O es abru-madora. Lo mismo ocurre entre los individuos de las socieda-des que en la actualidad siguen siendo cazadoras, como muchos pueblos africanos, los esquimales y algunas etnias nati-vas americanas. El hombre con sangre tipo O ha representado un papel importante en la historia de los Estados Unidos, así como en la de Australia. Suelen ser individuos pescozudos y con una estructura ósea robusta.

Es necesario decir que si bien, tanto en los Estados Unidos como en las sociedades occidentales en general, la longevidad

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de los individuos con sangre de tipo O es mayor que la de los de otros tipos sanguíneos, ello es debido también a que las enfermedades que antiguamente los diezmaban, como el tifus, el cólera, la malaria o la viruela, en Occidente han sido prác-ticamente erradicadas, permaneciendo tan sólo en los países del tercer mundo donde la frecuencia del tipo O es infinita-mente menor. En la India, por ejemplo, que es uno de los paí-ses donde muchas de estas enfermedades siguen existiendo, se da un porcentaje muy pequeño de individuos con sangre tipo O. Los turistas omnívoros que viajan a la India y se aventuran más allá de las zonas internacionalizadas, saben lo difícil que resulta en ese país conseguir alimentarse a base de carne. Al ser un país prácticamente vegetariano, no es fácil seguir una dieta adecuada para el tipo de sangre O.

Un aspecto muy positivo de la sangre tipo O es que care-ce de varios factores coagulantes que están presentes en otros grupos. Es decir, su sangre es más fina, por lo que la formación de placas y trombos con el consiguiente riesgo de infartos, embolias y trombosis es mucho menor que en otros grupos sanguíneos. No sólo sus ácidos estomacales metabolizan la proteína animal infinitamente mejor que los demás grupos, sino que además poseen ciertas enzimas que neutralizan el colesterol, reduciendo todavía más los riesgos de problemas cardiovasculares. Asimismo, sus posibilidades de contraer cán-cer son mucho menores, y en los casos en que un individuo con sangre tipo O contrae esta enfermedad, su evolución es mucho menos perniciosa de lo que sería habitual en personas

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explique ya por sí sola la mayor longevidad de estas personas en los países donde la dieta suele incluir carne.

La contrapartida de esta ventaja es que los individuos con sangre tipo O son más propensos a padecer numerosos tipos de alergias y también enfermedades de la sangre, como la hemo-filia o la leucemia. Otro tipo de molestias que pueden afectar a las personas con sangre del grupo O son algunas de carácter inflamatorio como la artritis, que en ellos suele ser propiciada por alimentos como las patatas, el zumo de naranja y los pro-ductos lácteos, todos muy comunes en la dieta del norteame-ricano medio. Otras enfermedades inflamatorias de las articu-laciones como la espondilitis anquilosante y la artritis reuma-toide, también parecen afectar más a estas personas que a las de otros grupos sanguíneos, al menos en los países occidentales. En el aspecto alimenticio, hay muchas cosas que no les sientan bien a las personas con sangre tipo O, entre ellas las distintas variedades de cereales y de productos lácteos, los cua-les aparecieron en la escena de la humanidad cuando las tribus que antes eran nómadas y cazadoras comenzaron a establecer-se en lugares fijos, y empezaron a cultivar la tierra y a domes-ticar animales. Los panes, tanto integrales como blancos, la bollería, la leche, los yogures y los quesos están entre los ali-mentos menos adecuados para este tipo de personas, y tam-bién entre los que más les hacen engordar. Tampoco les son muy propicios algunos productos vegetales como los frutos secos, las berenjenas, la coliflor o las patatas.

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El tipo A (el agricultor)

La primera mutación de la sangre tipo O fue la del tipo A, consecuencia de la adaptación del organismo humano a vivir en zonas donde la carne ya no abundaba tanto. Con el creci-miento de la población, llegó un momento en que los espacios de caza copiosa no podían albergar a todos, por lo que algunas tribus se vieron obligadas a emigrar a lugares donde los anima-les no eran tan abundantes, comenzando a desarrollar prácticas agrícolas. De este modo su organismo tuvo que adaptarse a una dieta más rica en frutas y vegetales, con muy poca o ninguna carne. Éste es el motivo por el cual a los individuos con sangre tipo A les va tan bien con las dietas vegetarianas. Y al contra-rio, las personas con sangre tipo A que se alimentan con la die-ta típica americana suelen morir jóvenes, pues su organismo no asimila bien ni la carne ni los productos lácteos, cargados de grasas saturadas. Con una sangre mucho más gruesa y propen-sa a formar trombos que los individuos del tipo O, las personas con sangre tipo A que consumen asiduamente carne y lácteos son mucho más propensas a los problemas cardiovasculares, los infartos, la anemia y muchas otras enfermedades.

Una particularidad del tipo de sangre A es que presenta dos variedades: la A1 y la A2. La A2 fue la primera adaptación del tipo O, por lo que conserva algunas de las características genéticas de éste, especialmente en lo referente a la masa muscular y a la capacidad de consumir alimentos más diversos y variados que los individuos con sangre tipo A1.

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las llanuras africanas, como Europa, Asia y Australia, por lo que para sobrevivir, sus organismos se vieron forzados a adap-tarse a una dieta distinta, constituida básicamente por frutas, verduras y cereales. Al mismo tiempo, otras mutaciones tenían lugar en sus cuerpos. Los pueblos que emigraron hacia el Norte desarrollaron una piel más clara, mejor adaptada para metabolizar la vitamina D de la luz solar en lugares donde los días eran más cortos y menos luminosos y las noches mucho más largas.

En los Estados Unidos la dieta básica está constituida por carne, patatas y lácteos. Los individuos con sangre tipo A no toleran bien ninguno de estos alimentos, por ello no es de extrañar que la vida de los norteamericanos con sangre tipo A sea la más corta de todos los grupos sanguíneos. Lo mismo ocu-rre en la mayoría de los países occidentales, donde las personas con sangre tipo A mueren muy pronto, tanto a causa de pro-blemas cardiovasculares como de cáncer y otras enfermedades. Otro panorama muy distinto es el que tenemos en Japón, donde la mayoría de la población posee sangre del tipo A. Curiosamente Japón presenta la tasa de longevidad más ele-vada del mundo: una media de 78 años en los hombres y 83 en las mujeres. La razón de este fenómeno es el hecho de que los japoneses comen según su tipo sanguíneo. Durante siglos su dieta básica ha estado formada por arroz, pescado, productos de soja y té verde. Esta dieta, extraordinariamente apropiada para las personas con sangre tipo A, sería la responsable de su buena salud, y de que los japoneses vivan muchos más años que las personas de sangre tipo A de otros países. Sin embar-go, los japoneses que han emigrado a otros lugares como Estados Unidos o Brasil, presentan una mortandad por enfer-medades cardiovasculares notablemente más elevada que la

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sufrida por otras etnias. Al adoptar la alimentación local, más rica en carnes y lácteos, su sangre tipo A que en Japón era una ventaja, pasa a ser un inconveniente.

La sangre tipo A es la más gruesa de todas. Cuando estas personas consumen grasas animales o productos lácteos, su sangre se hace todavía más gruesa y más propensa a formar trombos. La propia espesura de dicha sangre hace que el corazón tenga que trabajar más para bombearla, causando hipertensión y un crecimiento anormal del músculo cardiaco. En una sociedad como la norteamericana, donde el 40% de la población posee sangre del tipo A y sólo un 5% de ellos son vegetarianos, las consecuencias son catastróficas. Numerosas investigaciones (ver referencias) relacionan la mayoría de los cánceres con el tipo de sangre A. Otro inconveniente de las personas con sangre tipo A que viven en los países occidenta-les es su mayor vulnerabilidad ante el estrés. Al parecer, el pro-pio hecho de consumir una dieta poco apropiada hace que el sistema inmunológico no funcione de manera adecuada por lo que ante una situación de estrés su organismo puede quedar prácticamente desprotegido.

Resumiendo, lo más conveniente para los occidentales con sangre del tipo A sería una alimentación vegetariana, sin carne ni lácteos, procurando además tomar alimentos ricos en antioxidantes como el té verde; y en resveratrol, como los cacahuetes, el vino tinto y el mosto. Esta sustancia, reciente-mente descubierta, parece evitar la formación de trombos y la oxidación del colesterol LDL, por lo que constituye una

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pro-El tipo B (el pastor)

El tipo sanguíneo B fue otra mutación en la historia evo-lutiva del ser humano sobre este planeta. Comparte algunas de las características de los tipos O y A, mientras otras, que son suyas propias, lo diferencian de ambos tipos. La sangre de tipo B no es tan fina como la del tipo O pero tampoco es tan gruesa como la del tipo A. La mayoría de las personas con sangre del tipo B pueden comer carne con moderación, sin miedo a desa-rrollar problemas cardiovasculares. No es que la carne sea el alimento ideal para ellos, pero tampoco les resulta excesiva-mente perjudicial. Por otra parte, los individuos con sangre del tipo B pueden metabolizar perfectamente la leche y sus deri-vados, algo que no consiguen ni los del tipo O ni los del A. En los países occidentales, las personas con este tipo de sangre no están exentas del cáncer ni de las enfermedades cardiovascu-lares, pero en los casos en que contraen este tipo de dolencias suele ser con menor gravedad y tienden a vivir mucho más que quienes poseen sangre de los tipos A o AB. Entre las enfermedades que suelen afectar especialmente a este grupo están la polio, el lupus, enfermedades de la piel y ciertas enfer-medades raras como la enfermedad de Lou Gehrig. Pero aun-que sin duda, estas enfermedades son graves, no es raro aun-que los afectados vivan hasta los 80 o incluso los 90 años. Al parecer es la imposibilidad de metabolizar ciertos alimentos, lo que dis-pone a las personas con este tipo de sangre a contraer las men-cionadas enfermedades del sistema inmunológico. Por ejem-plo, un alimento especialmente dañino para ellos es la carne de pollo. El pollo contiene una lectina muy peligrosa que pue-de contribuir a que su sangre forme coágulos así como a abrir la puerta al cáncer y a diversas dolencias de tipo gástrico e

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intestinal. Otros alimentos poco recomendables para las per-sonas con este tipo de sangre son el maíz, los tomates y los cacahuetes.

Los doctores Joseph Christiano y Steven Weissberg, que realizaron una meticulosa investigación sobre los tipos sanguí-neos, mencionan su asombro al descubrir que casi todas las personas que entrevistaron cuya sangre era del tipo B poseían una inteligencia poco común. Se trata de individuos capaces de pensar de una manera profunda y original, y de ver el mun-do desde un punto de vista distinto al de la mayoría. No es de extrañar que haya más millonarios con sangre del tipo B que de ningún otro tipo. Sin embargo, pese a su brillante inteli-gencia suelen ser individuos introvertidos, que no despiertan las simpatías de las personas de otros tipos sanguíneos, aunque es posible que ello sea debido únicamente a su distinta forma de ser y de ver las cosas.

La longevidad de estas personas es también considerable, quizás debido a que pueden asimilar sin grandes daños las gra-sas y las proteínas animales, con los correspondientes aminoá-cidos esenciales. Además son capaces de consumir una gran variedad de alimentos, por lo que su captación de minerales, vitaminas y aminoácidos esenciales es mucho mejor que la de los individuos de los tipos A y AB.

Christiano y Weissberg informan que, aunque el físico de las personas con sangre del tipo B tiende a ser robusto y no les disgustan los deportes, profesionalmente suelen inclinarse por carreras de tipo intelectual: medicina, derecho, ciencias y

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tec-común que tengan o hayan tenido problemas en los pies. Un porcentaje muy elevado de estas personas ha sufrido en los pies algún tipo de intervención quirúrgica. Sin embargo, suelen ser individuos robustos y bastante sanos, cuyas vidas tienden a ser largas y productivas. Sus problemas de obesidad suelen ser cau-sados por las lectinas de algunos cereales. No asimilan muy bien el trigo. Tampoco el maíz y mucho menos el centeno.

El tipo AB (el recién llegado)

El tipo sanguíneo AB es el único que no evolucionó del mismo modo que los demás. Mientras los otros tipos existen desde hace mucho, el tipo AB apareció durante los últimos dos mil años. Y ello no fue propiciado, como en los demás casos, por cambios ambientales. En gran medida, el motivo de su aparición sigue siendo un misterio.

Se cree que el tipo de sangre AB es el resultado de mez-clarse el tipo A con el tipo B. Pero dado que, genéticamente hablando, ambos tipos son genes dominantes, el resultado debería haber sido A o B. El asunto es: dado que tanto la san-gre de tipo A como la de tipo B han existido durante muchos miles de años, ¿cuál fue el motivo de que surgiera reciente-mente una nueva mutación? ¿Y por qué ocurre en tan pocas ocasiones? (Sólo el 2% de la población mundial posee sangre del tipo AB.) La respuesta a estas preguntas se desconoce. Lo habitual es que una mutación surja para garantizar la supervi-vencia de la especie y probablemente también sea este el moti-vo de que apareciera el tipo AB. La alimentación adecuada del tipo AB es similar a la del tipo A, pero con pequeñas canti-dades de proteína animal. Si el consumo de carne es excesivo,

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los riesgos del individuo con sangre de tipo AB en relación con las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, son los mis-mos que los del tipo A.

Las personas de sangre tipo AB suelen ser agradables e inteligentes. Muchas de ellas son profesionales: médicos, den-tistas, abogados, hombres de negocios, actores, etc. No es raro que posean un brillo, un atractivo o un carisma especial. La mayoría de los sanadores y de los maestros espirituales son del tipo AB. Las mujeres es común que sufran de problemas mens-truales, así como de migrañas y otros dolores de cabeza, tal vez generados por los mismos desequilibrios hormonales que causan los problemas en la menstruación. Otra enfermedad que se repi-te una vez y otra entre las personas de esrepi-te tipo es el llamado desorden bipolar o depresión maníaca, que también puede estar relacionada con un desequilibrio de tipo químico u hormonal. El sistema inmunológico de este tipo sanguíneo es el más propicio para todos los virus y todas las enfermedades. Parece que el tipo AB abre sus brazos a todos, tanto externa como internamente. En cuanto a su estructura física, estas personas suelen ser ligeramente más musculosas que las del tipo A, pero menos que las de sangre tipo B. Es el tipo de persona que al realizar ejercicios con asiduidad logra masa muscular con cierta facili-dad, pero la pierde rápidamente en cuanto deja de practicar ejercicios. Tanto en Estados Unidos como en la mayoría de los países occidentales, la vida de las personas con sangre del tipo AB no suele destacar por su duración, quizás sea ello debido a la dificultad que tienen para seguir una dieta adecuada a sus

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El caso de Japón

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n Occidente existen bastan-tes estudios que asocian a ciertos tipos sanguíneos con una mayor incidencia de determinados tipos de depresión y de desórdenes psicológi-cos, pero en cuanto a la relación que pueda existir entre el tipo sanguíneo y la personalidad o el carácter del individuo, hasta hace muy pocos años las investigaciones realizadas eran escasas.

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es algo tan aceptado allí en todos los estratos sociales, que no es raro que poco después de ser presentados a una persona, ésta nos pregunte cuál es nuestro tipo de sangre. No es que sea un vampiro aficionado. Lo que ocurre es que en Japón el tipo de sangre es como el signo astrológico en los países occidenta-les, aunque más ampliamente aceptado. En los programas matutinos de radio, después de la información sobre el tiempo, es frecuente escuchar las predicciones para el día, de acuerdo con los diferentes tipos sanguíneos. Situaciones que en Occidente serían absurdas, allí son frecuentes: En un artículo publicado el 21 de noviembre de 1990 por el Asahi, uno de los periódicos más importantes de Japón, se mencionaba que una conocida empresa fabricante de aparatos electrónicos estaba lanzando un nuevo programa de marketing ¡diseñado y dirigi-do por ejecutivos cuyo tipo sanguíneo era AB! Si preguntamos a un estudiante universitario japonés si cree que el tipo san-guíneo influye en la personalidad del individuo, la respuesta será «sí». Pero dicha creencia no es sólo compartida por los estudiantes. En una encuesta realizada en 1986 (Tokama), tan sólo un 4% de los entrevistados manifestó que no creía en dicha relación. Los empleados de la compañía inmobiliaria Saisan Misawa Homes Company, de Saitama, llevan el tipo sanguíneo bien visible en su identificación de la solapa, además de su nombre y su ciudad de procedencia. La com-pañía ha comprobado que ello produce un efecto positivo sobre los clientes. La mayoría de los gerentes y jefes de recur-sos humanos de grandes empresas no ocultan que a la hora de seleccionar al personal, tienen en cuenta el grupo sanguíneo. En las estaciones de ferrocarril, los centros comerciales y otros lugares públicos es común ver máquinas automáticas, que rea-lizan análisis del tipo de sangre en el acto. Por su parte,

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muchas guarderías y «jardines infantiles» separan a los niños según su tipo sanguíneo, para educarlos en consecuencia.

Pero aunque esta creencia está totalmente enraizada en la conciencia popular japonesa, históricamente es bastante reciente. Todo empezó en el año 1927, cuando Takeji Furukawa publicó una serie de artículos basados tanto en información procedente de la Grecia antigua como de las modernas teorías de Carl Jung, a los que tituló genéricamente: «Estudio del temperamento a través del tipo sanguíneo». En ellos delineaba los rasgos principales de cada tipo:

Tipo O: Tranquilo, paciente, controla sus emociones, con fuerte voluntad y gran confianza en sí mismo a pesar de su aspecto calmado.

Tipo A: Reservado, de ademanes suaves, constantemente

preocupado, indeciso, cauteloso, más dado al auto-sacrificio que a la lucha.

Tipo B: Amable, independiente, alegre, hablador,

sensi-ble, sociasensi-ble, generoso y atento con los demás.

Tipo AB: Posee externamente las cualidades del tipo B,

pero en su interior, las del tipo A.

No tuvo que transcurrir mucho tiempo para que estos estereotipos fueran totalmente aceptados por la población. Ya en 1937, un médico del Ministerio de Asuntos Exteriores manifestaba que las personas del grupo sanguíneo O eran sin duda los mejores diplomáticos. Luego, en la década de 1970,

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riesgos y que no gustan de ser subordinadas. A los del grupo A como introvertidos, reprimidos tanto en sus palabras como en sus actos, perfeccionistas, que gustan de seguir las normas y las costumbres sociales, siendo para ellos muy importante el orden social, no confían fácilmente en los demás y tienen una clara preferencia hacia las relaciones humanas pacíficas. A los del grupo B como librepensadores, poco preocupados por las cos-tumbres sociales y por el qué dirán, independientes y carentes de ambición y a los del grupo AB como críticos, buenos ana-listas, con pensamiento racional muy desarrollado, pasivos y distantes. Gracias a la difusión proporcionada por los medios electrónicos, la idea de que los grupos sanguíneos tienen que ver con la personalidad adquirió gran popularidad, hasta el punto en que actualmente, en Japón, es impensable realizar la elección de una profesión, de un amigo o de un cónyuge sin tener en cuenta el grupo sanguíneo. Por ejemplo, todo el mun-do sabe que las personas con sangre del tipo A son buenos maestros y que las de tipo O son perfectos instructores milita-res. En 1980, Nomi publicó, junto con Alexander Besher, el libro «You Are Your Blood Type» (Eres tu tipo de sangre), del cual se vendieron más de seis millones de ejemplares. Los afi-cionados a la historia hacen coincidir los cuatro tipos sanguí-neos con las cuatro clases sociales existentes en el Japón feu-dal: el tipo O (con voluntad y confianza en sí mismo) corres-pondería a los guerreros, el A (sumiso y de ademanes suaves) a los agricultores, el AB (inteligente y sensible) a los artistas, y el B (amable y extrovertido) a los comerciantes.

Por supuesto, cualquier intento de catalogar a las perso-nas puede ser peligroso. Tras decir «el tipo A es así» o «el tipo B es de esta manera», el siguiente paso será decir «el tipo B es superior» o «sólo el tipo O es adecuado para presidente». Esto

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es, se desarrolla con mucha facilidad un sistema de castas. Y también en este sentido hay antecedentes lamentables. Pocos años después que Landsteiner publicara sus trabajos, éstos empezaron ya a ser distorsionados con propósitos siniestros. Científicos como Emil von Dungern, de la universidad de Heidelberg, comenzaron a emitir teorías sobre la superioridad racial basadas en el tipo sanguíneo. En su «antropología de los tipos sanguíneos» Dungern proponía que la sangre de la raza pura europea (léase germánica) era el tipo A, al igual que el cabello rubio y los ojos azules. En apoyo a su teoría, exponía los resultados de un experimento realizado en 1910, el cual demostraba que el único animal que posee sangre del tipo A es el chimpancé. La sangre de todos los demás es de tipo B (hoy se sabe que también hay chimpancés con sangre tipo O y algu-nos otros moalgu-nos con tipo A).

La inmensa mayoría de los representantes de la psicología oficial desestiman el valor de esta creencia popular japonesa. El profesor de psicología Masao Omura, de la Universidad Nihon, afirma que estas ideas han llegado a ser tan aceptadas debido a que el pueblo japonés es genéticamente muy homogéneo, por lo que el hecho de agrupar a las personas según su tipo de sangre confiere a la gente el placer de lograr cierta diversidad, aunque ésta sea ilusoria.

Pero con el paso de los años, la cantidad de estudios que dan fe de la existencia de una cierta relación entre el tipo san-guíneo y la personalidad va aumentando. Algunos de ellos aparecen en las referencias que figuran al final de este libro.

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ejemplo, en un estudio realizado en 1980 con 600 individuos descubrieron que los rasgos indicadores de una personalidad obsesiva son mucho más frecuentes en las personas de los gru-pos sanguíneos A, B y AB que en los del grupo O. Maruthan y Prakash hallaron que las tendencias neuróticas de las personas con sangre tipo B son superiores a las que poseen sangre de los tipos O y A. Por su parte, en un estudio realizado en 1992 con pacientes de úlcera de duodeno, el Dr. Neuman y sus colegas vieron que en los individuos de sangre tipo A, los niveles de ansiedad y depresión eran muy superiores a los presentados por los enfermos con sangre tipo O.

Y, por supuesto, si realmente existe una relación entre el tipo de sangre y la personalidad, no es descabellado pensar que también existan diferencias en cuanto a lo adecuado de los distintos tipos de sangre para las distintas profesiones y que unos tipos de sangre estén mejor dotados por la Naturaleza para resistir más que otros el estrés inherente a determinadas ocupaciones. Sin embargo, es evidente la necesidad de realizar más investigaciones en este campo. Asimismo, es peligroso abordar este tema de una manera excesivamente simplista. Hay que tener en cuenta otros factores genéticos y raciales que pueden interferir, y cuya influencia podría ser tan fuerte o más que la del grupo sanguíneo. Estudios serios como el reali-zado en 1983 por V.V. Jogawar, en la India, arrojan datos muy coherentes y claros, que sin embargo se contradicen con los obtenidos en otros lugares del mundo.

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Rasgos personales de cada

tipo sanguíneo según el Dr. D’Adamo

Para el Dr. D’Adamo, máxima autoridad occidental en el tema de los grupos sanguíneos, los rasgos más significativos de cada uno de los tipos responden al propio proceso evolutivo y son los siguientes:

El tipo O: Todas las personas de este tipo llevan en su sangre una herencia genética de fuerza, resis-tencia, osadía, intuición, confianza en sí mis-mas y un optimismo innato, cualidades todas ellas de gran importancia para un cazador. Es frecuente que posean dotes de liderazgo y una cierta tendencia al éxito.

El tipo A: Con la agricultura surgió un nuevo orden social. El tipo A inicial se vio forzado a ser dis-ciplinado, cortés y respetuoso de la ley. Tuvo que mostrar un notable control de sí mismo, pues ningún tipo de comunidad puede existir si el individuo no respeta a los otros y a sus propiedades. El tipo A primitivo tuvo que ser astuto, hábil y sagaz, para poder responder a los retos de una vida más compleja, pero estas cualidades tenían que existir dentro de una estructura. Así, se vio obligado a reprimir muchos de los impulsos heredados de sus

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ante-pueden llegar a acumular una enorme tensión interior. Pero cuando estallan, ¡Cuidado!

El tipo B: La vida del pastor de ovejas o de cabras en las frías montañas del Asia Central, requería un menor acatamiento a las normas que el de los pueblos establecidos del tipo A y a la vez, menos osadía y menos impulso que los del tipo O. El tipo B trabaja, vive, piensa, se ejercita y se alimenta de una manera bastante tranquila y equilibrada. Aunque puede tener arranques típicos del tipo O y también la sensibilidad mental del A, tal vez los rasgos más caracterís-ticos de este grupo sanguíneo sean la armonía y el amor a la libertad.

El tipo AB: Es una fusión del sensible y nervioso tipo A con el más equilibrado tipo B. El resultado es una personalidad espiritual, brillante y caris-mática, que abarca a todos los aspectos de su vida sin que él sea muy consciente de las con-secuencias. El tipo AB suele ser muy atractivo y popular. ¿Cómo no querer a alguien que abre sus brazos a todos, que no guarda rencor al ser desairado y que dice siempre las palabras más diplomáticas? John F. Kennedy y Marilyn Monroe eran ambos de tipo AB.

Compatibilidad entre los distintos tipos

En la investigación realizada por los doctores Christiano y Weissberg, cuya finalidad era principalmente médica y dietética,

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surgió el dato curioso de que casi un 70% de las parejas que participaron en su estudio, eran del mismo tipo sanguíneo. Lo más sorprendente es que casi la totalidad de las personas del tipo AB estudiadas, estaban casadas con otras cuya sangre era también AB. Al darse cuenta de esta rareza ampliaron la bús-queda en este sentido, y el porcentaje de coincidencias se mantuvo. Además, el índice de divorcios entre las parejas cuyo tipo sanguíneo es el mismo, mostró ser significativamente menor al de aquellas parejas que no compartían el mismo tipo sanguíneo. En su conclusión, manifiestan estos investigadores que, en general, las personas de un cierto tipo sanguíneo se lle-van bien con las que comparten su mismo tipo. Es decir, la mayoría de hombres con sangre del tipo O, se casan con muje-res cuya sangre es del tipo O. Lo mismo ocurre con el tipo de sangre A, con el B y con el AB.

Pero independientemente de que ésta sea la combinación más frecuente entre las parejas, todo parece indicar que hay un patrón de compatibilidad que coincide con el de dar o reci-bir sangre de otros tipos. Así, las personas de sangre tipo O, que son donantes universales, se llevan mejor con aquellas cuya sangre es también del tipo O, pero son compatibles con individuos cuya sangre sea de cualquier otro tipo. Las personas de sangre AB, que son receptores universales, se llevan mejor con los de sangre AB, pero son también compatibles con los individuos de todos los demás tipos sanguíneos.

Las personas de sangre tipo A, que sólo pueden recibir sangre de otras cuyos grupos sanguíneos sean A o O, se llevan

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tipo O, se llevan bien con quienes tienen igualmente sangre de tipo B y luego, con los de sangre tipo O. Pero no suelen lle-varse bien con quienes poseen sangre del tipo A.

La investigación mostró que en los casos en que los cón-yuges no eran del mismo tipo sanguíneo las combinaciones más frecuentes son A con AB y también B con O. Al parecer, tanto los individuos cuyo tipo de sangre les permite comer car-ne como aquellos cuyo tipo de sangre no les aconseja comer-la, tienen algo en común que los atrae. Por su parte, el mayor índice de divorcios se da entre las parejas cuyas sangres son de los tipos A y B. Son los tipos menos compatibles y que peor se llevan entre sí. Estos hallazgos son tan interesantes que justi-fican mayores y más amplias investigaciones en este sentido.

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Tipos sanguíneos,

enfermedades y longevidad

C

ada vez que veo los resultados de un estudio realizado para probar los efectos de algún medicamento o de algún remedio naturista y éstos parecen poco coherentes, mostrando efectividad en unas personas y nulo efecto en otras, no puedo evitar pensar que si se tuviera en cuenta el tipo sanguíneo, tal vez la conclusión sería

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de tipo A y AB. La sangre de estos individuos es mucho más gruesa que la de las personas de los grupos B y O, por lo que los efectos anticoagulantes de la aspirina y de la vitamina E ami-noran en ellas los riesgos de que un coágulo impida el paso de sangre por una arteria vital, con el consiguiente efecto que podría ser irreparable. Sin embargo, ni la aspirina ni la vitami-na E son muy recomendables para las persovitami-nas con sangre de los tipos O y B, pues podrían hacer su sangre excesivamente fina, provocando hemorragias y otros problemas.

En los países occidentales las enfermedades cardiovascu-lares y el cáncer son las dos principales causas de muerte. Individuos de todos los tipos sanguíneos mueren cada día a causa de ellas, sin embargo, quienes poseen sangre de los tipos A y AB mueren mucho más jóvenes que los de tipos O y B tam-bién afectados por estas enfermedades. Lo normal es que, en las personas de sangre tipo O, los síntomas de estas enferme-dades no aparezcan hasta los 60 o los 70 años, mientras que en las de tipo A pueden presentarse ya a partir de los 35 o de los 40. Curiosamente las muertes por infarto en personas menores de 50 años con tipo de sangre A y AB son mucho más frecuentes en los hombres que en las mujeres. Parece que hasta la menopausia, las mujeres poseen algún tipo de protección hormonal, mientras que a partir de ese momento su índice de mortalidad por problemas cardiovasculares es ya semejante al de los hombres.

Y algo parecido ocurre con el cáncer. Entre las personas fallecidas de cáncer con tipos de sangre A y AB, es frecuente encontrar individuos de 40 y 50 años, mientras que las muer-tas por cáncer del tipo sanguíneo O suelen ser mayores de 70 o incluso de los 80 años.

Una consecuencia directa de la dieta norteamericana habitual, muy rica en proteínas animales, es que en los Estados

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Unidos las personas con sangre de tipo A viven por término medio ¡25 años menos que las que tienen sangre de tipo O!

Pero no todo son ventajas para las personas de sangre tipo O. En las enfermedades de la sangre y los trastornos alér-gicos, gástricos e intestinales, suelen llevarse los primeros luga-res. Numerosos estudios demuestran que en alto porcentaje quienes contraen infecciones por la bacteria helicobacter pylori poseen sangre del tipo O. Lo mismo ocurre con las colitis, las úlceras de estómago y de duodeno, el síndrome del intestino irritable y también con las sinusitis.

El proceso de aglutinamiento

La naturaleza ha dotado a nuestro organismo de métodos muy sofisticados para que descubra si una sustancia es extraña a él o no, para que sepa rápidamente si dicha sustancia forma o puede formar parte del sistema o si se trata de un potencial enemigo. Uno de los métodos con los que cuenta nuestro sis-tema inmunológico para lograr esta finalidad es el de los lla-mados antígenos. Los antígenos se hallan en toda forma de vida. Desde los organismos más sencillos hasta el propio cuer-po humano cuer-poseen unos antígenos únicos que forman parte de su identidad química, y uno de los antígenos más importantes en el ser humano es el que determina su tipo de sangre. Cada tipo de sangre posee un antígeno diferente, con su propia estructura química y precisamente el tipo de antígeno

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existen-Así, las personas cuya sangre es de tipo A, poseen antíge-nos A. Aquellas cuya sangre sea del tipo B, poseen antígeantíge-nos B. Quienes tengan sangre del tipo AB poseen antígenos A y B. Y las personas con sangre de tipo O, no poseen ningún antígeno. Químicamente los antígenos son cadenas de moléculas de azú-car (básicamente fucosa). Cuando un antígeno de nuestra sangre detecta que un antígeno extraño ha entrado en el siste-ma, lo primero que hace el sistema es crear anticuerpos contra ese antígeno invasor. Los anticuerpos son una especie de bombas inteligentes, sustancias destinadas a atacar al intruso, a fin de destruirlo. Así, entre el sistema inmunológico y los invasores que tratan de modificar o cambiar sus antígenos para no ser descu-biertos, se libra constantemente una batalla feroz. El sistema res-ponde incrementando cada vez más el número de anticuerpos.

Cuando el anticuerpo se encuentra con un antígeno del intruso tiene lugar una reacción de aglutinamiento, es decir, el anticuerpo ataca al intruso y lo vuelve muy pegajoso. Cuando las células intrusas (las bacterias, los virus y los parásitos) son aglutinados, se adhieren, lo cual les resta movilidad y hace muy fácil su eliminación. Dado que los microbios dependen de sus escurridizos poderes de evasión, este mecanismo de defen-sa resulta muy eficaz. Es como mantener espodefen-sados a todos los delincuentes juntos, son mucho menos peligrosos que cuando andan sueltos. Pero los anticuerpos de nuestro tipo de sangre no sólo atacan aglutinando a los invasores, como bacterias y virus, también aglutinan a los antígenos de otros tipos de sangre. Por ello en las transfusiones es necesario utilizar el mismo tipo de sangre u otra que sea compatible, es decir, que sus antígenos no aglutinen a la sangre que nos es donada. Ya expusimos cuál es la compatibilidad entre los distintos tipos de sangre. Está basada precisamente en la existencia de los anticuerpos. La

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sangre de tipo A posee anticuerpos contra la de tipo B. La de tipo B posee anticuerpos contra la de tipo A. La de tipo AB no posee anticuerpos contra otros tipos de sangre. Y la sangre de tipo O posee anticuerpos contra las sangres de tipo A y B.

Al ser estudiado este proceso de aglutinación se descubrió algo muy importante: algunos alimentos aglutinan las células de ciertos tipos de sangre (algo similar a un proceso de rechazo) pero no a las de otros tipos sanguíneos, lo cual viene a indicarnos cla-ramente que un alimento puede ser muy perjudicial para la per-sona con un tipo de sangre determinado mientras es beneficioso para otra cuya sangre sea de un tipo distinto. Esta es la base y la explicación científica de por qué funciona la dieta de los tipos sanguíneos, así como de la enorme importancia que está destina-da a tener en la ciencia de la nutrición. Por ejemplo, cuando las personas de tipo sanguíneo A o AB comen carne asiduamente, su sangre, ya de por sí gruesa, se satura aún más con los aglutina-mientos provocados por las lectinas de la carne. Sin embargo, los individuos con sangre tipo O o B, no tienen este problema y en ellos los efectos de la carne –salvo la de cerdo– no son perjudicia-les. También, cuando el individuo con sangre de tipo O come pan o patatas, algún aglutinamiento ocurre en su sangre, no obs-tante, dado que dichos alimentos contienen poca grasa, su orga-nismo no tenderá a depositar las sustancias no metabolizadas en las paredes arteriales, sino que más bien las almacenará en otras partes del cuerpo, en forma de grasa: la persona engordará.

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condicionada por nuestra herencia genética. Al tomar un ali-mento cualquiera esa reacción no será la misma en un tipo de sangre que en otro. En este proceso, cumplen un papel clave las sustancias conocidas como lectinas.

Las lectinas son proteínas muy abundantes y diversas que se encuentran en los alimentos y que tienen propiedades agluti-nantes que afectan a la sangre. Son también un medio que utili-zan los organismos para atacarse entre sí. Muchos microbios, incluso nuestro propio sistema inmunológico, utilizan el poder aglutinante de las lectinas en beneficio propio. Así, por ejemplo, las células de los conductos del hígado poseen lectinas en su superficie, para ayudarles a capturar bacterias y virus. Al mismo tiempo, ciertas bacterias y otros microbios también tienen lecti-nas, que les permiten adherirse a las mucosas del cuerpo cuando ello es de su interés. Por lo general, las lectinas actúan en con-creto sobre un tipo de sangre, haciendo que se vuelva viscosa.

Y eso mismo ocurre con las lectinas de los alimentos. Al ingerir un alimento que contiene lectinas incompatibles con los antígenos de nuestro tipo de sangre, éstas actúan sobre un determinado órgano o sistema de órganos (riñones, hígado, bazo, estómago, etc.) y comienzan a aglutinar las células en esa zona. Ciertas lectinas de los alimentos poseen característi-cas muy similares a algunos antígenos sanguíneos, lo cual las convierte automáticamente en adversarios. Por ejemplo, la leche tiene propiedades parecidas al tipo sanguíneo B. Por ello, cuando una persona de sangre tipo A toma leche, su organismo comenzará rápidamente el proceso de aglutinamiento, a fin de rechazarla. Otras lectinas son asimiladas a través de procesos especiales, que no todos los tipos sanguíneos son capaces de llevar a cabo, por lo que terminan almacenándose en algún lugar del organismo, a veces con un efecto magnético sobre las

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células de esa zona a las cuales intentan destruir. Ello genera complicaciones y dolencias variadas, que son características de determinados tipos sanguíneos cuando su alimentación no es la idónea para dicho tipo.

Las lectinas se encuentran en toda clase de alimentos y difieren enormemente unas de otras, dependiendo de cuál sea su procedencia, por ejemplo, la lectina del trigo posee carac-terísticas y efectos diferentes a la del centeno, a la del maíz o a la de la soja, pues se combina con un tipo distinto de azúcares. Cada uno de estos alimentos es peligroso para algunos tipos sanguíneos y benéficos para otros.

Si evitamos los alimentos que contienen lectinas tóxicas para nuestro tipo de sangre, la putrefacción intestinal se redu-cirá enormemente. Además cuando el hígado y los intestinos no metabolizan adecuadamente las proteínas generan también subproductos tóxicos. La acumulación de estas sustancias putrefactas y tóxicas está en el inicio de muchas enfermedades y de muchos tipos de cáncer.

Para adelgazar, alimentarse sanamente

Curiosamente, los alimentos que no son debidamente asi-milados por nuestros organismos son los que nos hacen engor-dar. Mientras que aquellos que son metabolizados perfecta-mente, es decir, los más adecuados para nuestro tipo especial de sangre, no sólo no nos hacen acumular kilos, sino que

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ayu-de 100 años o incluso más–, sino también donayu-de menos gente obesa hay. Como ya se mencionó, la dieta tradicional japone-sa –arroz, pescado, productos de soja y té verde– es la ideal para el tipo sanguíneo A, al cual pertenece la mayor parte de la población japonesa, por ello en Japón es muy raro hallar per-sonas con exceso de peso. Recientemente una amiga japonesa que vive en Estados Unidos me comentaba: «Aquí me consi-deran muy delgada, en Japón gorda».

Al alimentarse de acuerdo con su tipo sanguíneo estará usted siguiendo una dieta totalmente equilibrada. Su metabo-lismo se ajustará a su nivel normal y las calorías serán quema-das con mucha más eficiencia. El sistema digestivo procesará los nutrientes mucho mejor, reduciendo la retención de líqui-dos. En un breve espacio de tiempo el exceso de grasa desapa-recerá y usted mantendrá su peso ideal sin esfuerzo alguno.

Los dietistas profesionales, quienes hacen regímenes de adelgazamiento, y toda persona interesada en el tema, nos encontramos una vez y otra ante el hecho desconcertante de ver cómo una dieta específica –cualquiera de las muchas que existen en la actualidad– funciona en algunos casos de mane-ra satisfactoria, mientmane-ras que en otmane-ras personas el fmane-racaso es total. La razón de esta falta de coherencia en los resultados es evidente. No todos somos iguales. Ante ciertos alimentos, el organismo de unas personas no reacciona como el de otras. Y esto es algo que está en la experiencia de cualquiera. Al menos hoy sabemos ya algo importante: la clave está en la sangre.

Independientemente de que surjan nuevos descubrimien-tos que vengan a perfeccionar los conocimiendescubrimien-tos actuales, el trabajo del Dr. D’Adamo ha marcado un hito en la historia de la ciencia dietética. Ya nunca será como antes. Las dietas homogéneas para todos los pacientes han pasado a la historia.

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C

on la dieta de los tipos sanguíneos es muy fácil alimentarse sanamente y lograr el peso ideal. No es necesario estar todo el tiempo contando calorías ni pesar meticulosamente los alimentos que vamos a consumir. Como tampoco es con-veniente cambiar de manera brusca unos hábi-tos alimenticios que probablemente tengamos desde la infancia. Lo ideal es confeccionar nuestro menú con alimentos saludables para nuestro tipo

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proceso de aprendizaje. El propio organismo es el que aprende y él nos irá indicando cuál es el camino correcto.

Hay tres categorías de alimentos: muy saludables, neu-tros y perjudiciales. Los alimentos muy saludables actúan como una medicina, los neutros complementan la nutrición, es decir, no sanan pero tampoco empeoran, mientras que los perjudiciales, dependiendo de la dosis, son un veneno para el cuerpo. Y recuerde: los alimentos que no son bien asimilados por el organismo suponen un riesgo para la salud y además, son los que nos hacen engordar. Los asimilados perfectamente, esto es, los más saludables para nuestro tipo de sangre, nos curan, no nos hacen acumular kilos y por si esto fuera poco, parece que ayudan a fundir la grasa almacenada.

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u pasado de cazadores hace que los individuos con sangre tipo O posean un cuerpo en general, y especialmente un sistema digestivo, muy resistente. Sus abundantes jugos gástricos les permiten asimilar la carne mucho mejor que ninguno de los otros tipos, sin embargo ni los cereales y sus derivados, como el pan, ni tampoco los pro-ductos lácteos son adecuados para ellos.

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Si lo que queremos es guardar la línea:

Para perder los kilos que les sobran y mantener un peso ideal las personas de tipo O deberán suprimir o restringir al mínimo su consumo de pan, de maíz, de frijoles y alubias, de lentejas, de col y de coliflor. En ellas, este tipo de alimentos hace que las calorías sean quemadas a fuego lento y terminen almacenadas en forma de grasa. El mayor enemigo de las per-sonas obesas con sangre del tipo O es el gluten del trigo. La mayoría de estas personas pierde rápidamente peso tan sólo eliminando de su dieta cualquier tipo de pan (incluido el pan integral). El maíz tiene un efecto parecido, aunque no tan drástico. Otro problema bastante común en los individuos cuya sangre es del grupo O es un pobre funcionamiento de la glándula tiroides. Al no disponer de suficiente hormona tiroi-dea, el cuerpo tiende a retener los líquidos y a aumentar de peso. Por ello los alimentos ricos en yodo, sustancia que esti-mula a la glándula tiroides, suelen tener un marcado efecto adelgazante sobre estas personas. Entre estos alimentos están las algas marinas, el pescado y los mariscos. Las carnes rojas (ternera, cordero, caza, hígado) también les hacen adelgazar, ya que estimulan su metabolismo.

Las carnes

Las personas con sangre del grupo O pueden comer car-ne con la frecuencia que deseen, pero en pequeñas dosis (no más de 150 gramos por comida) siendo las carnes rojas mucho más adecuadas que las de ave. La carne de cordero, de terne-ra, de caza, así como el pescado que figura en la columna «muy

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saludable» son alimentos muy benéficos para ellas. Cuanto mayor sea el esfuerzo físico que realicen, más grande será su necesidad de proteína animal. Actualmente la carne suele estar saturada de hormonas y antibióticos, por ello es impor-tante que los individuos con sangre tipo O no desaprovechen la ocasión de consumir carne de caza, o de animales criados naturalmente.

CARNES

MUY SALUDABLES NEUTRAS PERJUDICIALES

Carne picada Ardilla Bacon

Carnero Avestruz Carne de

cerdo en general Caza (ciervo, Caballo Codorniz

conejo, etc.)

Cordero Cabra Jamón Corazón Conejo Tocino

Hígado Faisán Tortuga

Ternera Gallina Vaca Oca Pato Pavo Perdiz Pollo

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El pescado, crustáceos y moluscos

El pescado graso de mar es extraordinariamente adecua-do para las personas con sangre tipo O. Su alto conteniadecua-do en vitamina K hace que la sangre se coagule cuando es necesario mientras el yodo ayuda al funcionamiento de su glándula tiroi-des. Si su sangre es del tipo O, coma abundantemente de los pescados relacionados como «muy saludables», alternándolos con los mariscos y pescados «neutros» que más le gusten y tra-te por todos los medios de evitar los «perjudiciales».

PESCADOS Y MARISCOS

MUY SALUDABLES NEUTROS PERJUDICIALES

Arenque Abadejo Arenque ahumado

Bacalao Almejas Bagre

Caballa Anchoas Caracola grande

Esturión Anguilas Caviar

Lenguado Atún Conchas finas

Lisa Beluga Pulpo

Lucio Besugo Salmón ahumado

Merluza Bígaros Siluro

Pargo Bogavante Vieiras

Perca amarilla Boquerones Pez limón Búsanos Perca blanca Calamares

Pez espada Camarones Sábalo Cangrejos Salmón Caracoles

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PESCADOS Y MARISCOS

MUY SALUDABLES NEUTROS PERJUDICIALES

Trucha Cazón Coquinas Corvina Gallineta Gambas Jaiba Langosta Langostino Lenguado Mejillones Mero Ostiones Ostras Perca de mar Pez monje Quisquillas Ranas Rape Róbalo Salmonete Tiburón Tortuga marina Trucha marina

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Lácteos, quesos y huevos

Tanto los lácteos como los huevos no son alimentos muy apropiados para este grupo sanguíneo. Su sistema no consigue asimilarlos bien y las calorías por ellos suministradas terminan siendo acumuladas en forma de grasa. Además, el organismo de las personas con sangre tipo O tampoco logra asimilar bien el calcio de la leche y sus derivados, por lo que se hace nece-sario incluir en la dieta otras fuentes de calcio más efectivas para ellos, como el brócoli, las acelgas, las zanahorias, las semi-llas de girasol, los productos de soja y las sardinas. Las personas de este grupo amantes de la leche y del queso harían bien en sustituirlos por leche de soja y tofu, con pequeñas cantidades de los quesos relacionados como «neutros». En cuanto a los huevos, si les sientan bien, pueden tomar cuatro o cinco a la semana.

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PRODUCTOS LÁCTEOS, QUESOS Y HUEVOS

MUY SALUDABLES NEUTRAS PERJUDICIALES

Huevos Cammembert (no muy frecuentes)

Leche de soja Cuajada Mantequilla Cheddar

Mozzarella Helados que lleven leche

Queso Cottage Kéfir Queso de Leche de cabra cabra fresco

Queso fresco Leche de oveja Queso de Leche desnatada oveja fresco

Queso suave Leche entera Tofu Mantecados Queso azul Queso Brie Queso Colby Queso Edam Queso Emmental Queso fresco doble grasa Queso fundido Queso Gouda Queso Gruyère Queso manchego español

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Los aceites

Los aceites son un alimento importante para las personas con sangre de tipo O. Su organismo responde bien a ellos, además son una fuente nutritiva importante y al mismo tiem-po ayudan a la evacuación. El aceite de oliva es el ideal, espe-cialmente si se consume crudo.

ACEITES Y GRASAS

MUY SALUDABLES NEUTROS PERJUDICIALES

Aceite de linaza Mantequilla Aceite de algodón Aceite de oliva Aceite de hígado Aceite de cacahuete

de bacalao

Aceite de colza Aceite de cártamo Aceite de sésamo Aceite o grasa de coco

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Los frutos secos y semillas

Las semillas y frutos secos son una buena fuente suple-mentaria de proteína, pero en las personas con sangre tipo O nunca deberían sustituir a la carne. Por otro lado, su alto con-tenido en grasas los hace poco recomendables para aquellas personas que están tratando de perder peso.

FRUTOS SECOS Y SEMILLAS

MUY SALUDABLES NEUTROS PERJUDICIALES

Nueces Almendras Anacardos

(nueces de la India) Semillas de Castañas Cacahuetes

calabaza

Leche de almendra Coco Mantequilla Nueces del Brasil de almendra Avellanas Pistachos americanas Nueces de Macadamia Piñones Pipas de girasol Queso de almendra Sésamo

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Las legumbres

Las legumbres no son muy aprovechadas por el organis-mo de las personas con sangre del tipo O, además inhiben el metabolismo de otros nutrientes importantes, como los que se encuentran en la carne, por ello es recomendable que las coman con mucha moderación, evitando siempre las relacio-nadas como «perjudiciales».

LEGUMBRES

MUY SALUDABLES NEUTRAS PERJUDICIALES

Judías azuki Alubias blancas Alubias manteca o rojas

Judías pintas/ Garbanzos Todo tipo de lentejas frijoles Guisantes Guisantes con vaina Habas Judías blancas Judías verdes/ ejotes

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Los cereales

Los productos de trigo y especialmente, de trigo integral, son nefastos para las personas con sangre tipo O y también son los responsables, en gran medida, de sus problemas de sobre-peso. Una buena alternativa para quienes estén muy acostum-brados al pan y les resulte difícil prescindir de él es el llamado pan esenio, el cual está confeccionado con granos de trigo ger-minados. Suele ser fácil de hallar en las tiendas de productos naturales pero también se puede hacer en casa.

Y lo mismo ocurre con las pastas, ya que prácticamente todas ellas están confeccionadas a base de harina de trigo. Por su parte, las lectinas del maíz afectan a la producción de insu-lina, favoreciendo de este modo la obesidad e incluso la dia-betes. Las personas con sangre del grupo O con problemas de sobrepeso o antecedentes familiares de diabetes, deberían evi-tar totalmente el maíz y sus derivados.

CEREALES Y SUS DERIVADOS

MUY SALUDABLES NEUTROS PERJUDICIALES

Pan esenio Amaranto Avena y sus derivados

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Las verduras

Las verduras ocupan un lugar importante en la alimenta-ción de las personas con sangre del tipo O, pero también hay algunas que conviene evitar, entre ellas las de la familia de las crucíferas: col, coles de Bruselas y coliflor, pues pueden inhibir el funcionamiento de la glándula tiroides, que ya de por sí sue-le ser deficiente en las personas con este tipo de sangre. Sin embargo, son muy buenas para ellos todas las verduras ricas en

CEREALES Y SUS DERIVADOS

MUY SALUDABLES NEUTROS PERJUDICIALES

Centeno y sus Pan ácimo derivados

Mijo cocido Pan de trigo Mijo, mijo hinchado Pan integral de trigo

Pan de centeno Pan negro de Westfalia Pan de soja Salvado de trigo

y sus derivados Pan de trigo Sémola de trigo

germinado

Pan sin gluten Todo tipo de bollería de trigo Trigo sarraceno Todo tipo de

cereales para desayuno Todo tipo de galletas de trigo Trigo Trigo cocido

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vitamina K, que favorece la coagulación de la sangre, entre ellas las espinacas, la lechuga y el brócoli. Las patatas y la berenjena suelen causar enfermedades artríticas en estas per-sonas, mientras que la alfalfa germinada así como los cham-piñones, suelen producirles enfermedades alérgicas.

VERDURAS

MUY SALUDABLES NEUTRAS PERJUDICIALES

Acelgas Apio Berenjenas

Achicoria Berro Alfalfa germinada Alcachofa Brotes de bambú Col china

Ajos Calabacines Coliflor Algas marinas Coriandro Aguacate

Boniato Endibias Champiñones

Berza Espárragos Patatas

Brécol Habas Coles de Bruselas

Calabaza Hinojo Col lombarda

Cebollas Setas Repollo

Col rizada Jengibre Diente de león Lechugas

Escarola Nabo verde

Lechuga romana Ñames Espinacas Pepino Nabos Perifollo Perejil Pimiento amarillo Pimientos rojos Pimiento verde

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Las frutas

Las frutas calificadas como neutras para las personas con sangre del tipo O son bastante abundantes, sin embargo entre las muy saludables sólo tenemos las ciruelas y los higos, por su efecto alcalinizante sobre el intestino. Las naranjas, las man-darinas y las fresas se deben evitar, a causa de su elevado con-tenido en ácido, así como las moras, pues contienen una lecti-na que en estas persolecti-nas dificulta la digestión. Las aceitulecti-nas suelen estimular en ellos las alergias y lo mismo ocurre con el coco, por lo que es mejor evitarlos totalmente.

FRUTAS

MUY SALUDABLES NEUTRAS PERJUDICIALES

Ciruelas negras Aceitunas verdes Aceitunas árabes Ciruelas rojas Albaricoques/ Aceitunas griegas

chabacanos

Ciruelas verdes Arándanos Aceitunas negras Higos frescos Caquis Fresas

Carambolo Mandarinas Cerezas Moras Dátiles Naranjas Frambuesas Plátanos/bananas Granada Grosella silvestre Guayaba Higo chumbo/tuna Kiwi Limas, limones

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FRUTAS

MUY SALUDABLES NEUTRAS PERJUDICIALES

Mangos Manzanas Melocotón/Durazno Melones de todo tipo

Nectarinas Papaya Pasas Peras Piña Pomelos Sandía Uvas de todo tipo

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Los zumos

Para las personas con sangre del tipo O los zumos de ver-duras son preferibles a los de frutas. Es conveniente que eviten los zumos con alto contenido en azúcar, como el de manzana. El zumo de piña americana es especialmente benéfico para estas personas pues les ayuda a evitar la hinchazón y la retención de líquidos, contribuyendo de este modo a la pérdida de peso.

ZUMOS

MUY SALUDABLES NEUTROS PERJUDICIALES

Zumo de ciruelas Zumo de albaricoque Zumo de manzana Zumo de piña Zumo de apio Sidra de manzana Zumo de cerezas Zumo de arándanos Zumo de col

Zumo de limón rebajado Zumo de naranja Zumo de papaya Zumo de pepino Zumo de pomelo Zumo de tomate con limón Zumo de uva Zumo de zanahoria Zumos de las verduras muy saludables

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Especias y condimentos

Las algas marinas en polvo, utilizadas como aderezo, son muy benéficas para las personas con sangre del tipo O, ya que por su elevado contenido en yodo estimulan el funcionamien-to de la glándula tiroides. El perejil es otra especia muy ade-cuada para estas personas, así como las guindillas, el chile o la pimienta de Cayena. Sin embargo, todo tipo de adobos y esca-beches deben ser evitados y también el ketchup. Lo ideal sería que estos condimentos perjudiciales fueran sustituidos por aceite de oliva, algas, perejil, limón y ajo.

ESPECIAS Y CONDIMENTOS

MUY SALUDABLES NEUTROS PERJUDICIALES

Algas negras Agar-agar Todo tipo de vinagres Cúrcuma Ajedrea Alcaparras

Perejil Ajo Canela

Curry Albahaca Nuez moscada

Algarroba Anís Pimienta blanca Pimienta de Azafrán Pimienta negra molida cayena/chile

Algas rojas Azúcar blanco Sidra de manzana Azúcar moreno Ketchup

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ESPECIAS Y CONDIMENTOS

MUY SALUDABLES NEUTROS PERJUDICIALES

Chocolate Eneldo Estragón Jarabe de arce Jarabe de arroz Laurel Malta de cebada Mejorana Melaza Melisa Menta Menta verde Miso Mostaza seca Pimentón Pimienta en copos Pimienta en grano Rábano picante Sal Salsa Worcester Salvia Tamari Tamarindo Tapioca Tomillo Mayonesa

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Las infusiones

Las infusiones más recomendables para las personas con sangre del tipo O son las que ayudan al sistema inmunológico, entre ellas están el té Pu-Erh, la menta, la hierba mate y la zar-zaparrilla.

INFUSIONES

MUY SALUDABLES NEUTRAS PERJUDICIALES

Aholva Abedul blanco Alfalfa Cayena Candelaria, verbasco Áloe Diente de león Ginseng Bolsa de pastor

Jengibre Hoja de frambuesa Cabello de maíz Lúpulo Manzanilla Genciana

Menta Marrubio Hierba de San Juan Mora Milenrama Hoja de fresa

Perejil Salvia Ruibarbo

Tila Saúco Trébol rojo

Zarzaparrilla Té verde Uña de caballo

Té Pu-Erh Tomillo Acedera

Hierba mate Valeriana Lengua de buey

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Las bebidas

Las personas con sangre del tipo O están bastante limitadas en cuanto a las bebidas. En realidad las únicas bebidas aconsejables son el té verde y el agua mineral. La cerveza no es nociva, pero si lo que se pretende es perder peso, debe ser abandonada o tomada con mucha moderación. Se puede tomar un vaso de vino en las comi-das. El café suele ser perjudicial pues provoca un aumento en la secreción de los jugos gástricos, ya de por sí muy abundantes en las personas con sangre del tipo O. Lo ideal sería prescindir paulatina-mente del café, sustituyéndolo por té verde. En cuanto a las bebi-das alcohólicas destilabebi-das las opiniones difieren. Datos recientes sugieren que su consumo moderado puede ser benéfico, sin embar-go las hemos incluido siempre en la columna de «perjudiciales», tanto por la falta de unanimidad con respecto a estos hallazgos, como por el aporte calórico que representan, totalmente vacío de nutrientes y nocivo para cualquier plan de pérdida de peso.

BEBIDAS EN GENERAL

MUY SALUDABLES NEUTRAS PERJUDICIALES

Agua mineral Cerveza Café Té verde Café descafeinado Vino tinto Gaseosas Vino blanco Refrescos de cola

Refrescos light Todo tipo de refrescos carbónicos Té negro Té negro descafeinado Bebidas alcohólicas destiladas

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u pasado de agricultores, más sedentarios y menos violentos, ha condicio-nado el organismo de las personas con sangre de tipo A. Poseen un aparato digestivo sensible y un sistema inmunoló-gico muy tolerante que les permite adaptar-se a las circunstancias ambientales. Asimilan con dificultad la proteína animal y las grasas, sin embargo les sientan muy bien las verduras, los cereales, los pescados, las legumbres y la fruta.

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de reducir paulatinamente su consumo de carne hasta elimi-narlo por completo. Del mismo modo, es importante que reduzcan al máximo el consumo de alimentos procesados y refinados, tan frecuentes en los países desarrollados. Sus visto-sos envases ocultan el hecho alarmante de que cada vez están más vacíos de nutrientes y más atiborrados de aditivos, con-servantes y colorantes sospechosos. Por ello, lo mejor es que las personas con sangre tipo A tomen sus alimentos en un estado lo más natural posible, frescos y puros.

Si lo que queremos es guardar la línea

La persona obesa con sangre de tipo A comenzará a per-der peso rápidamente en cuanto elimine de su dieta la carne y otros alimentos perjudiciales para ella. Al mismo tiempo notará que siente más dinamismo y menos «flojera». De hecho, las dificultades que su sistema digestivo tiene para pro-cesar la carne, hacen que esta termine almacenada como gra-sa, además de estimular la retención de líquidos. La leche y sus derivados tampoco son bien digeridos por las personas con sangre de tipo A. Además de alterar el funcionamiento de la insulina, son muy ricos en grasas saturadas, las cuales son un peligro para el corazón y pueden llevar a la obesidad y a la dia-betes. El trigo y el pan no son alimentos prohibidos para ellas, pero sí deben tomarlos con mucha prudencia ya que un con-sumo excesivo haría que su tejido muscular se volviera dema-siado ácido. Y finalmente, una legumbre que deben evitar son las habas, pues interfieren en las enzimas digestivas y hacen más lento su metabolismo.

Referencias

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