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La comunicacin de la ciencia en la construccin de ciudadana: el rol del periodismo cientfico.

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Academic year: 2020

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La comunicación de la ciencia en la construcción de ciudadanía: el rol del periodismo científico

Informe Final de proyecto A-193 Director: Aníbal Alejandro Binasco

INDICE

Presentación……… 1

Capítulo I. La divulgación científica: una misión posible ……… 4

Capítulo II. La relación entre la visión dominante de la divulgación y la educación científica……….

20

Capítulo III. La divulgación científica desde la Teoría de los Campos de Pierre Bourdieu ………...

30

Capítulo IV. Análisis discursivo de las representaciones de los periodistas científicos ………...

48

Capítulo V. Periodismo científico y conflicto de interés: una relación bajo la lupa………

63

Capítulo VI. Aproximaciones a la noción de ciudadanía ………. 72

Capítulo VII. Ciencia y poder: una relación conflictiva……… 76

Capítulo VIII. El derecho al acceso a la información científica como parte constitutiva del derecho al acceso a la información pública……….

84

Conclusiones……….. 92

Bibliografía……… 98

Anexo ……… 103

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PRESENTACIÓN

Esta investigación -que culmina dos años de trabajo de un equipo interdisciplinario- intenta contribuir con sus resultados al campo de la Comunicación Pública de la Ciencia (en adelante CPC), en tanto y en cuanto hemos advertido no solo una incipiente pero firme voluntad de cambio hacia un modelo más democrático de comunicación de la ciencia sino también en los objetivos que la motorizan, es decir, aquellos interrogantes que bien pueden resumirse en las preguntas acerca de para qué y por qué comunicar ciencia, y por quiénes.

Nos hemos propuesto problematizar el binomio ciencia/periodismo en la Argentina, como las ciencias sociales vienen haciéndolo en otros países, dado que la divulgación de la ciencia puede potencialmente contribuir a la creación de una ciudadanía más crítica y racional, con mayores recursos para reflexionar sobre sus problemas e intervenir en la definición de políticas públicas.

En tal sentido, nuestro interés estuvo puesto, justamente, en el rol que cumple el periodismo científico y su contribución a la construcción de ciudadanía. Para ello, hemos circunscripto la investigación y el trabajo de campo al ámbito periodístico con el objeto de relevar sociológica y discursivamente las representaciones que tienen los periodistas científicos sobre su propia práctica profesional, la ciencia y su relación con la sociedad.

Como señala Foucault (1966), el hombre y el mundo se encuentran en una relación de dependencia, puesto que el hombre construye sistemas de representación del mundo. A partir de dichas representaciones organiza sus conocimientos y adjudica valores, los exhibe haciéndolos visibles frente a la comunidad mediante discursos y, de ese modo, dichas representaciones se encarnan en un grupo social identitario. La prensa ofrece un campo de estudio ideal para el relevamiento de representaciones sociales con las que el individuo conoce, conceptualiza e interpreta el mundo.

En el primer informe relevamos un conjunto de actividades programadas durante el Cuarto Congreso Internacional de Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología (COPUCI 2014) que se llevó a cabo entre el 22 y el 24 de octubre de 2014 en Buenos Aires, organizado por la Universidad Nacional de San Martín y el INTI. El encuentro reunió a los principales referentes del periodismo científico del país para debatir y discutir temas estrechamente vinculados con nuestros objetivos de investigación. Durante las tres intensas jornadas relevamos los debates, charlas, discusiones e informes de experiencias sobre comunicación de la ciencia, material que ajuntamos

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desgravado en el Anexo I y que conformó el corpus textual del análisis que se completó este segundo año de investigación.

Por tratarse de un grupo interdisciplinario de investigadores, en el que convergen sociólogos, comunicadores, periodistas y abogados, hemos aprovechado las diversas disciplinas para enriquecer el análisis a partir de diferentes enfoques. Cómo resultado de ello, hemos organizado este trabajo en una introducción, 8 capítulos y las conclusiones.

Cada capítulo aborda el campo de la CPC desde una mirada que responde a la disciplina o especialidad del investigador, de modo de capitalizar su experiencia, para luego integrar los aspectos más relevantes de cada enfoque dentro de las conclusiones generales.

El capítulo I nos introduce en los estudios y modelos sobre CPC, sus fortalezas y debilidades, la visión dominante, los procesos de ruptura y las visiones que se fueron sucediendo, para luego avanzar sobre el análisis de un caso: la Agencia de Noticias Universitaria CTyS, de la Universidad Nacional de La Matanza.

El capítulo II profundiza la relación entre la visión dominante de la divulgación y la educación científica, lo que nos permite repasar los principales ejes de discusión sobre los paradigmas de la educación científica.

El capítulo III analiza la CPC con herramientas teórico- metodológicas provistas por la teoría de la acción de Bourdieu (y sus conceptos estelares: campo, habitus, capital), los esquemas de pensamiento, juicio, tomas de posición, prácticas y estrategias de algunos de los principales representantes del periodismo científico (los testimonios se adjuntan en el Anexo I).

El capítulo IV realiza un análisis discursivo de las representaciones de los periodistas, con énfasis en la descripción del ethos del periodista científico, al tiempo que nos ubica en la escena de enunciación.

El capítulo V aborda las interferencias que se les presentan a los periodistas al intentar acceder a la información científica, asegurar la calidad, presentarla de manera balanceada y crítica, cuando las fuentes más calificadas presentan conflictos de interés.

El capítulo VI introduce la discusión que plantea en la actualidad la noción de ciudadanía en las ciencias sociales en términos de significación y alcance, a partir de los cambios políticos, económicos y sociales operados en la sociedad.

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El capítulo VII invita a reflexionar, a partir de las ideas desarrolladas por Mario Albornoz, sobre los principales debates registrados en torno a la política científica.

El capítulo VIII aborda el marco normativo y la interpretación jurídica del derecho al acceso a la información científica como parte constitutiva del derecho al acceso a la información pública que tiene todo ciudadano como consecuencia del sistema republicano de gobierno.

Valga un agradecimiento especial a los periodistas que participaron de las jornadas del congreso de Copuci 2014, cuyos testimonios relevamos, y al público en general que participó activamente contribuyendo a enriquecer el debate, cuyo productivo intercambio se desprende de las desgravaciones que figuran en el Anexo I.

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CAPITULO I

LA DIVULGACIÓN CIENTÍFICA: UNA MISIÓN POSIBLE

En los últimos diez años hemos registrado una significativa transformación en las modalidades enunciativas de la comunicación de la ciencia, vasto campo en el que incluimos al periodismo científico y en donde percibimos la coexistencia y, muchas veces complementariedad, de diferentes géneros, formatos y lenguajes que circulan por distintos soportes y canales de comunicación. Pero no sólo la forma de comunicar ha cambiado, sino también los objetivos que la motorizan, es decir, aquellos interrogantes que bien pueden resumirse en las preguntas acerca de para qué y por qué comunicar ciencia, y por quiénes? Cada una de estas preguntas habilitó diferentes tópicos de investigación, como releva la investigadora Susana Gallardo (2015).

“Así surgieron estudios sobre percepción pública de la ciencia (Miller et ál., 1998; Pardo y Calvo, 2006; ONCTIP, 2007; sobre los procedimientos lingüísticos específicos de la comunicación de la ciencia (Alcíbar, 2000, 2004, 2009; Ciapuscio, 1998, 2003, 2001; Cortiñas Rovira, 2008; Gallardo, 2005; entre muchos otros) y también estudios críticos que abordaron esta actividad desde diferentes perspectivas: comunicacional, sociológica y filosófica. Estos últimos trabajos pusieron en tela de juicio el modelo denominado de déficit (Hilgartner, 1990; Vara, 2007), que supone una comunicación unidireccional desde los científicos hacia un público lego. También surgieron trabajos que atribuyeron a los periodistas científicos un rol acrítico (Nelkin, 1990; Polino, 2000; entre muchos otros. Se puso el acento en la necesidad de que el periodista científico asumiera un rol crítico frente a la ciencia, y que a su vez despertara la mirada crítica, en el público. Asimismo, se ha cuestionado el formato noticia, el cual, según algunos autores (Palma, 2012), favorecería en el público una imagen distorsionada de la ciencia. Desde esa perspectiva, el énfasis en el descubrimiento convertiría a la ciencia en ´una especie de campeonato de records”.

En términos generales, en la actualidad se le plantean más exigencias a quienes se proponen comunicar la ciencia; ya no resulta suficiente con que los medios publiquen sin errores ni imprecisiones técnicas en una suerte de traducción o simplificación, de ser posible divertida, de las novedades científicas. Hoy no solo se espera que el periodista y divulgador haga partícipe a la ciudadanía de los descubrimientos, beneficios y avances de la ciencia y la tecnología, sino también que exponga las controversias y los conflictos de interés, que promueva el debate público y la discusión respecto al rumbo del desarrollo científico tecnológico y, de ser posible también, despierte vocaciones científica entre los jóvenes. Vaya desafíos que se le presentan a quienes asuman tan titánica tarea!

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A nuestro juicio, y para que la divulgación científica no se vuelva una “misión imposible” -como titularon un artículo los investigadores Leonardo Moledo y Carlos Polino (1998) donde analizaban las características de la divulgación científica en la Argentina- debemos partir de la idea de que existen diferentes formas de comunicar la ciencia, determinadas todas ellas según el tipo de destinatario, enunciador y situación enunciativa. Pero antes de avanzar en este análisis, conviene revisar algunos antecedentes y detenernos en la preceptiva que imperaba (y aún persiste) hasta hace poco menos que 10 años atrás.

“El divulgador quiere enseñar y la preceptiva manda poner en juego un fondo pedagógico con malas artes: el periodista científico tiene en mente desde el principio un lector aburrido e ignorante, a quien la alienación y la mala alimentación cultural han logrado convencer de que la ciencia es difícil, y que cree muy equivocadamente que puede vivir sin enterarse de las leyes de gravitación dedicado por entero a los avatares del fútbol” (Moledo&Polino, 1998:104).

Esta visión dominante de la comunicación pública de la ciencia ha estado influenciada por el llamado “modelo de déficit cognitivo” o también conocido como “alfabetización científica”, consolidado hacia fines de la década de 1980, que plantea un flujo unidireccional y jerarquizado de información que parte de la comunidad de expertos, considerada una fuente competente del conocimiento científico, hacia una audiencia lega, caracterizada como una masa inculta.

Este modelo mostró un estrepitoso fracaso según sucesivas investigaciones. “Encuesta tras encuesta, el déficit se mostraba reacio a los esfuerzos por disminuirlo: las prácticas alfabetizadoras –tanto fuera de índole educativa como de divulgación- se revelaban inoperantes para mejorar la circulación y aprehensión de conceptos científicos básicos entre los ciudadanos” (Cortassa, 2010).

Varios autores habían advertido el fracaso de la empresa si el objetivo de la alfabetización científica era sustituir el saber popular por el científico. Como señala Cortassa, una crítica radical se inicia entonces con el surgimiento del denominado giro etnográfico (Irwin y Michael, 2003) o enfoque contextual (Miller, S., 2001) que imprime un nuevo rumbo a los estudios de la comunicación pública de la ciencia.

La ruptura más rotunda que establecen los estudios etnográficos-contextuales es la reorientación del problema central de la disciplina de las carencias cognitivas del público hacia los contextos específicos en que se producen sus contactos con la ciencia (Cortassa, 2010).

“El modelo contextual implica un público activo y tiene por objetivo una mejor integración de las necesidades de la ciencia y los públicos. Se trata de un modelo donde la comunicación no sólo es cognitiva, sino que implica preocupaciones éticas y políticas porque las personas reales

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en situaciones reales deben decidir los temas sociales y políticos en situaciones cargadas de imperativos éticos”. (Gross, 1994)

A su vez, desde esta perspectiva se fue progresando hacia el denominado Modelo de Las Tres D, centrado en las prácticas de diálogo, discusión y debate, que fue desplazando a la tríada de interés conformada por las variables conocimientos-intereses-actitudes.

Las visiones sucesivas que fueron surgiendo en torno al campo de la comunicación pública de la ciencia enfocan los esfuerzos en superar el obstáculo que representaba la asimetría epistémica entre científicos y legos, y las tensiones que articulan. Para ello, se concentraron en comprender el funcionamiento de un conjunto de factores extra-epistémicos que entran en juego, como la demanda social de adoptar una posición y el repertorio de significados, imágenes y metáforas disponibles.

Tanto el contexto cultural como las circunstancias socio-políticas resultan relevantes al momento de diseñar un plan de comunicación pública de la ciencia. Haber reparado en estos factores ha mejorado las perspectivas, pero siguen existiendo algunos desafíos pendientes, como los que enumeramos a continuación:

a) Conectar con el público

b) Tratar de responder a sus inquietudes c) Dar cobertura a sus demandas d) Conocer sus intereses

e) Aplacar sus miedos f) Fortalecer sus expectativas

Algunos investigadores como Marcos & Chillón (2010) consideran que desde el Modelo de diálogo, la participación ciudadana puede adentrarse en el terreno de la gestión política, en el terreno de la generación de conocimiento, y en el de la promoción de la cultura científica, y de esta forma alcanzar algunos de los desafíos señalados.

Volviendo al modelo del déficit, ampliamente criticado, acordamos con Cortassa que muy probablemente fracasó debido a que la teoría no ha sido capaz de comprender el modo en que el público comprende y no tanto que el público no comprende a la ciencia.

Pero también debemos conceder que la ciencia resulta difícil de popularizar porque su propia estructura está diseñada para alejar a la mayoría de la gente (Latour, 1992) si acordamos, por lo menos, en la característica de su lenguaje encriptado y autosuficiente con el que suelen articularse los saberes académicos.

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Científicos y periodistas

Hasta hace relativamente poco tiempo, la divulgación científica, en términos de lo que hoy conocemos como comunicación pública de la ciencia, no era un atributo valorado por el grueso de la comunidad científica que prefería compartir su saber con sus pares, a través de la publicación de papers en destacadas revistas científicas y en la presentación en congresos, producto quizás de la situación de aislamiento en que vivía y el “efecto vitrina” que tuvo la ciencia durante mucho tiempo.

Pero también hay que señalar un aspecto práctico que ha favorecido esta posición. Aún hoy algunos científicos consideran la divulgación científica como una “pérdida de tiempo”, porque ese tipo de transferencia no suele reportarles puntaje –o si lo hace, en muy baja proporción- en procesos de categorización a los que deben someterse como parte del sistema de promoción científica. En términos de Bourdieu, la capacidad divulgativa de un científico constituiría, entonces, una especie de capital cultural y simbólico con un “valor relativo” para el propio campo científico.

Esta vacancia fue cubierta, sin embargo, y no sin ciertas dificultades, por periodistas científicos que actuaron como una suerte de “mediadores” entre los productores de ciencia y la sociedad. Su principal misión fue difundir los avances, hallazgos y novedades que se producían en el campo científico a través de una narrativa propia del campo periodístico, es decir, privilegiando un estilo ameno y ágil, basada en criterios de noticiabilidad, para capturar el interés de un público lego, para quien la ciencia aparecía como algo “mítico” y, por tanto, inalcanzable.

Pero el campo periodístico está atravesado por lógicas de sentido bien diferentes del campo científico; priman otros habitus, es decir otras formas de ver, sentir y actuar. Si comparamos, por ejemplo, la retórica científica para transmitir sus resultados y la retórica periodística para difundirlos en el seno de la sociedad, se advierten claramente estas diferencias.

Para los científicos, el paper es la forma de comunicar la ciencia por antonomasia, nos recuerda Diego Golombek (2012), destacado divulgador y científico en el prólogo de Demoliendo papers. La trastienda de las publicaciones científicas.

“Casi por definición está escrito en difícil, una curiosa lengua técnica accesible a unos pocos iniciados. Esto tiene un claro objetivo: la precisión del lenguaje, que es lo que permite que se cumpla uno de los preceptos de la ciencia, esto es, la replicabilidad de todo hallazgo…(dado) que algo vale porque está demostrado experimentalmente, ha sido puesto en común y puede ser replicado por cualquier científico que tenga ganas de hacerlo”

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Por su lado, la retórica periodística representa un aspecto crucial para el campo periodístico que valora tanto o más la forma como aquello que se quiere comunicar (el mensaje), lo que constituye el primer escollo a superar en la relación entre ambos campos cuando se trata de comunicar la ciencia, dado que la tradición humanista en la que se inscriben las Ciencias Sociales y la Comunicación como una de sus disciplinas, se ha esforzado siempre por la gracia estilística a diferencia de la prosa científica más preocupada por la claridad conceptual.

Como señalamos, este aspecto ha sido uno de los principales obstáculos en la relación entre ambos campos, sin perder de vista también la influencia que pudo haber ejercido una discusión heredada del siglo XVII que enfrentó a científicos en ciernes (modernos) y humanistas afianzados (antiguos), desde el mismo momento en que surge la Ciencia Moderna. En el Renacimiento -nos recuerda JayGould (2004)- podemos rastrear dos modelos de construcción del conocimiento que estuvieron en pugna: aquel que consideraba el progreso del saber a partir de la recuperación de la comprensión que se logró en Grecia y Roma (las fuentes clásicas) frente al saber que se acumula a través del tiempo por los procedimientos basados en la observación y el experimento bajo una visión mecanicista de causalidad.

Hasta hace poco más de una década, ambos campos –el periodístico y el científico- se relacionaban con cierto recelo producto quizás de una desconfianza mutua, fruto de ese legado fundacional que comentamos anteriormente, aunque la historia posterior a la ciencia moderna se encargó de relativizar1.

Sea como fuere, la relación actual se ha tornado diferente. Como advierte Bourdieu, vemos que en todo campo hay relaciones de fuerza entre los agentes y las instituciones que intervienen en la lucha por imponer un determinado sentido o distribución del capital, pero también sabemos que esta situación no se mantiene inalterable y que con el tiempo las relaciones antes en conflicto pueden derivar en relaciones de cooperación, aunque regidas por leyes propias de cada campo.

Es en este punto donde nos interesa detenernos para analizar la relación que existe entre periodistas y científicos en un estudio donde la Universidad actúa de puente entre campos tan disímiles.

1“Para empezar, nunca existió una enemistad mutua; casi todos los fundadores de la Revolución Científica veneraban (y

citaban de forma generosa) a las grandes fuentes de la Antigüedad. También creían (y probaron) que el saber podía avanzar edificando sobre estos cimientos admirables” (JayGould, 2004. P. 87).

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Para ello, nos propusimos presentar un estudio de caso2 sobre comunicación de la ciencia a través de un medio universitario, al analizar la agencia de noticias científica CTyS de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Allí se ponen en evidencia las rutinas de producción de los periodistas científicos, es decir, el newsmaking de la noticia científica; la relación que entablan con los científicos (sus fuentes); los criterios de valoración que guían su trabajo; las creencias y percepciones que tienen sobre la comunicación de la ciencia y el rol que le atribuyen a esa actividad.

Antecedentes de agencias de divulgación científica

Si bien la agencia CTyS fue el primer medio especializado en difundir, desde una Universidad, gran parte de la producción científica nacional hacia los medios de comunicación, a ella le sucedieron otras iniciativas similares como la Agencia TSS3 de la Universidad Nacional de San Martín y la agencia UNCiencia4 de la Universidad Nacional de Córdoba, esta última con una cobertura y rango de distribución orientado al interior del país.

Como antecedente, corresponde señalar la agencia científica pionera en el país, CyTA5, asentada en el Instituto Leloir y orientada fundamentalmente a difundir la actividad científica que se desarrolla allí, además de dedicarse a la formación de periodistas científicos a través de sus cursos. También la agencia Nex Ciencia6 de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA constituye un valioso antecedente, aunque su labor sólo está concentrada en las novedades que se producen en esa facultad.

2El método de estudio de caso es una valiosa herramienta metodológica que permite obtener información a través de una

variedad de fuentes, tanto cualitativas como cuantitativas (documentos, registros de archivos, entrevistas, observación directa, entre otras).

3 Tecnología Sur-Sur (TSS) es una agencia de noticias tecnológicas y científicas que depende de la Universidad Nacional

de San Martín. Su propuesta es interpretar, comunicar y debatir las novedades de impacto social y económico vinculadas a la generación y uso de capacidades tecnológicas, ingenieriles y científicas en el país y en la región (www.unsam.edu.ar/tss/).

4

UNCiencia es la agencia de la Universidad Nacional de Córdoba para la comunicación pública de la ciencia, el arte y la tecnología. Bajo el lema “Es una propuesta multimedia que busca democratizar el conocimiento generado dentro de los claustros universitarios y las instituciones científicas del país”, apunta, también, a colaborar en la construcción de una cultura científica que contribuya en la toma de decisiones por parte de la sociedad en su conjunto y a promover vocaciones científicas a edades tempranas (www.unciencia.unc.edu.ar).

5 La Agencia CyTA tiene como eje principal la producción y difusión de noticias científicas, entrevistas y material de

divulgación destinado a los medios de comunicación gráficos, audiovisuales y digitales. La información producida por CyTA es enviada periódicamente a diferentes destinatarios, en especial a periodistas y a medios de comunicación tanto gráficos como audiovisuales (radio, TV, Internet) www.agenciacyta.org.ar.

6NeX ciencia es un sitio de difusión de noticias e información relacionada con la ciencia y la tecnología argentina, dirigido

al público no especializado pero sí interesado. El objetivo central es abrir la información científica a todo público, en formato de divulgación, a través de material propio y original, comprometido con la calidad y el rigor periodístico en la comunicación de los temas científicos. Está desarrollado por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (www.nexciencia.exactas.uba.ar).

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Contexto sociopolítico

Es conveniente señalar el contexto socio-político desde el cual partimos para comprender cierto espíritu de época que favoreció el surgimiento de las mencionadas agencias en el seno de las universidades, en un lapso tan corto.

Como destaca Vanina López (2013), resulta importante el impulso estatal de la divulgación científica a través de diversos medios. Por ejemplo, desde 2006, el Ministerio de Educación cuenta con su propia señal educativa de televisión. Ya un año antes la Presidencia de la Nación había decretado la realización de programas televisivos dispuestos a fortalecer y complementar las políticas educativas. La lógica no lucrativa, la producción de emisiones de calidad y programas atractivos fueron tres de las condiciones básicas para la existencia del canal Encuentro, señal televisiva dependiente del Ministerio de Educación. Pero no fue hasta el año 2008, en el marco del año de la ciencia, que el canal decidió dedicar una parte importante de sus horas de emisión a la promoción de la divulgación científica.

En sus primeros años, la propuesta de Encuentro fue emitida principalmente como señal de cable. Para López, la llegada de la Televisión Digital Terrestre permitió generalizar el alcance de Encuentro de manera gratuita como la señal digital. Es preciso señalar la potenciación de las TDT, que permite la multiplicación del espectro radiofónico, a partir de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26.522 en 2009. En este contexto, comenzó a tomar forma la idea de un nuevo canal público, destinado con exclusividad a la difusión de la ciencia, la tecnología y la industria. Desde 2011, comenzaron las señales de prueba de Tecnópolis TV, mientras que las emisiones formales comenzaron en abril de 2012. La señal es de emisión digital y depende del Ministerio de Ciencia y Técnica.

Como se desprende de este panorama, la divulgación científica en el nuevo siglo posee varios canales de difusión. Además, se afianzó en el mercado editorial con colecciones exitosas como Ciencia que ladra o los bestsellers sobre Matemática de Adrián Paenza, para mencionar sólo los más destacados, lo que mostraría - a juzgar por las cifras record de ventas- la existencia de un público fiel y voraz por la información científica.

Sin embargo, pese a este nuevo contexto en el que la ciencia tiene una cartera de gobierno propia y un amplio programa sobre popularización de la ciencia, sumado al surgimiento de medios

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universitarios especializados y bestsellers editoriales, la repercusión en los medios de comunicación no parece significativa (apenas supera el 3% del contenido de los diarios nacionales de referencia, según reportan varias investigaciones en tal sentido)7.

Desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología se viene apuntalando vigorosamente la idea de que los científicos “salgan a la calle” y comuniquen a la sociedad lo que hacen en el laboratorio. Quizás el ejemplo más emblemático de cristalización de esta idea lo constituya Tecnópolis. La necesidad de articular más efectivamente la ciencia con la sociedad se evidencia en una activa política pública que promueve la cartera de Ciencia con un conjunto de iniciativas innovadoras que incluyen desde el programa de Popularización de la ciencia, museos interactivos, muestras, certámenes, clubs de ciencia, y hasta más recientemente el dictado de cursos de Stand Up destinados a los investigadores para que en clave de humor cuenten a la gente lo que hacen en los laboratorios y su actividad cotidiana8.

Partamos de la base de que la información científica tiene un rol político dado que contribuye a la construcción de una ciudadanía más crítica y racional, con mayores recursos para reflexionar sobre sus problemas e intervenir en la definición de políticas públicas. De allí la relevancia que adquiere problematizar el binomio ciencia/periodismo y articularlo, en nuestro caso, con la Universidad como actor innovador en esta relación y factor también de empoderamiento para los agentes que participan en esta relación.

Estudio de caso: agencia CTyS de la Universidad Nacional de La Matanza

Desde su origen, en diciembre de 2010, la agencia difunde la producción científica de todas las universidades nacionales y los centros de investigación del Conicet, con un sentido federal y con recursos propios, ya que la UNLaM contribuye también a la formación de periodistas que se especializan en el periodismo científico.

La capacidad de influencia alcanzada en estos años se puede apreciar a partir de dos indicadores clásicos: las repercusiones, es decir, la cantidad de notas publicadas en medios nacionales y

7 Un estudio reciente analiza la oferta informativa sobre CyT en las ediciones impresas disponibles online de los tres

diarios de mayor circulación a nivel nacional (Clarín, La Nación y Página/12) en el año 2011. En dicho trabajo se analizaron más de 11 mil textos periodísticos durante un período de seis meses y se encontraron 416 artículos referidos a actividades científico-tecnológicas. Entre las conclusiones más relevantes, encontramos que:

Los tres diarios dedican un similar porcentaje de espacio a los textos de CyT. Todos le otorgan entre un 3,45-3,67 por ciento de su “blanco” (en 2005, este porcentaje rondaba el 2,402,70 por ciento).Citado por Martín Pablo Sosa en: http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-251333-2014-07-23.html

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extranjeros con atribución de la fuente –periodista, agencia y/o Universidad- lo que le otorga un alto grado de credibilidad; la receptividad de las fuentes que se traduce en la confianza de los científicos al poder supervisar el material informativo en conjunto con los periodistas (relaciones de cooperación).

La elección de la agencia de noticias parece ser un medio y soporte acertado para cumplir los objetivos que se propone tratándose de un medio considerado mayorista de información y constituir el primer eslabón de la cadena informativa (llega a todos los medios al mismo tiempo con un lenguaje neutro). En ese sentido, los contenidos que difunde CTyS pueden ser replicados total o parcialmente, de forma libre y gratuita, por cualquier medio periodístico, con el crédito correspondiente.

Géneros y formatos periodísticos

La Agencia ofrece una amplia variedad de notas sobre investigaciones de ciencias agrarias, económicas, exactas y naturales, humanidades, arte y arquitectura, ingeniería, salud y estudios interdisciplinarios. Desde su plataforma web (www.ctys.com.ar) se ofrecen los contenidos en diversos formatos, como la noticia, el informe, la divulgación científica, la entrevista y la nota de opinión lo que le otorga versatilidad al contenido que puede encuadrarse en variedad de géneros, según el caso (Ciencias Sociales y Humanidades se ven reflejadas a través de informes y entrevistas, mientras que Naturales y Exactas, en divulgaciones y noticias).

Veamos las particularidades de cada género y formato trabajados por esta agencia:

La Noticia se aplica en casos de sucesos inmediatos, atados a la actualidad, es decir, a la agenda del día, por lo cual la inmediatez y la capacidad de síntesis (brevedad) juegan un papel muy importante en su resolución.

Otro formato de artículo utilizado es la divulgación científica. Bajo el mismo aparecen notas que requieren un mayor tiempo de elaboración y suelen tener mayor extensión que las noticias. Las divulgaciones pueden surgir a partir de la iniciativa del periodista, quien se entera de una investigación y busca el contacto de quien sea responsable de la misma o, en ocasiones, es el investigador el que recurre a la Agencia, a partir de divulgaciones previas que se realizaron sobre su trabajo, y es él ahora quien toma la iniciativa para contactarse.

El portal también posee notas de innovación, muchas veces relacionadas con la tecnología y la ingeniería. En esos casos, los periodistas aplican el mismo criterio: “Se contacta a algún miembro

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del equipo que estuvo a cargo del desarrollo para que lo explique”, asegura desde su experiencia Guillermo Meliseo, periodista más enfocado en la producción de notas sobre tecnología.

Asimismo, la Agencia pública, muy de vez en cuando, notas de opinión en torno a alguna controversia o tema de debate, para lo cual requiere el análisis de un científico o especialista referente en el área quien es el que firma la nota.

El informe, por su parte, se destina para cubrir temas catalogados como interdisciplinarios o transversales, que provienen del campo de las Humanidades y las Ciencias Sociales, cuya problemática requiere la inclusión de más de una fuente, con el objeto de brindar distintas perspectivas respecto al mismo tema. Por esta razón, los informes son las notas más extensas y complejas en cuanto a su producción y, generalmente, las que más tiempo de elaboración tienen. “El informe por los 30 años de Democracia9, el debate alrededor de las revistas científicas o la crisis del siglo XXI10 por la falta de agua potable fueron algunos de los temas más relevantes que se cubrieron bajo el formato del informe, porque incluyó más de una fuente, diferentes enfoques y disciplinas”, reconoce Nicolás Camargo Lescano, enfocado en la cobertura de Humanidades y Ciencias Sociales.

La entrevista resulta ser en todos los casos la herramienta básica a la que recurre el periodista para obtener la información a través del contacto con la fuente (el científico o tecnólogo). Pero, la “entrevista” como género propiamente dicho, bajo la modalidad pregunta-respuesta, es otro de los formatos que adopta la agencia para producir contenidos. Si bien no es una regla estricta, este género periodístico se destina a personalidades del campo de las Humanidades y las Ciencias

9 “Más democracia... ¿más desigualdad?”,publicado en Agencia CTyS:

http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2786&seccion=6&categoria=27

10 “Las crisis del siglo XXI, signadas por la falta de agua potable”, publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2877&seccion=14

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Sociales (Teun Van Dijk11, Román Gubern12, Ernesto Laclau13, etc.), aunque en ocasiones también contempla a científicos como Juan Martín Maldacena14, especialista en la física teórica.

La decisión por utilizar cualquiera de los formatos mencionados la toma el periodista junto a las editoras en reuniones de edición donde se discuten sumarios, enfoques y se plantean posibles fuentes a consultar, bajo la doble condición de que el producto final “sea un artículo interesante y entretenido para captar la atención del potencial lector, sin perder rigurosidad”, coinciden todos los periodistas entrevistados al considerar ese aspecto como el principal reto que se plantean.

Por otra parte, ninguna nota se publica sin la supervisión científica. “En ocasiones, la Agencia tiene conocimiento de un determinado descubrimiento o avance en una disciplina, pero la divulgación se mantiene “embargada” por pedido del científico hasta tanto aparezca el paper en alguna revista científica. Este ha sido el caso de la nota sobre el oso gigante15”, señala a título de ejemplo Emanuel Pujol, uno de los periodistas que cubre el nicho de Arqueología y paleontología, entre otras disciplinas. Por ello, sostenemos que la relación entre periodistas y científicos se desarrolla en un marco de confianza y es “colaborativa” por la vinculación que existe con la Universidad donde la lógica que impera no es la de la “primicia”.

La cocina de la noticia: rutinas de producción

Las efemérides y fechas relevantes (sobre todo en el caso de Humanidades y Artes) juegan un rol importante a la hora de la producción de notas por el eco que tienen en los medios. “Fechas como el aniversario de un determinado acontecimiento político o cultural (como el 50º aniversario de la publicación de Rayuela16) o aniversario del nacimiento o muerte de un científico (Alan Turing17,

11 “Los movimientos sociales de los grupos dominados tienen el papel más importante en el cambio de ideologías”,

publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2655&seccion=6&categoria=26

12 "Las nuevas tecnologías facilitaron la manipulación de imágenes, para bien y para mal", publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2828&seccion=6

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"Los medios de comunicación han sido siempre un factor de resistencia a la movilización popular", publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2699&seccion=6

14 “En busca de resolver los misterios del espacio-tiempo y los agujeros negros”, publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2706&seccion=5

15 “Presentan en sociedad al oso gigante más grande de todos los tiempos”, publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=324

16“La aparición de Rayuela fue un hecho provocador y totalmente revolucionario”,publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2639

(16)

Cecilia Grierson18) encuadran en esta categoría. Y, en ocasiones, la Agencia también ha hecho necrológicas sobre científicos fallecidos que, tal vez, no gozaban de tanta popularidad por no estar en los medios de comunicación, pero sí en cambio habían despertado gran cariño y respeto en el ambiente académico. “Este es el caso de Néstor Gaggioli, doctor en Física y uno de los pioneros en el estudio sobre láser en Latinoamérica19”, reconoce el periodista Nicolás Camargo Lescano.

Asimismo, las efemérides englobadas en la categoría “Día Mundial de” son otro de los recursos aprovechados para hacer divulgaciones sobre determinado campo de estudio como el cáncer, el Parkinson, el agua, etc., con el objeto de buscar una mayor repercusión en los medios, muy propensos a publicar información a partir de efemérides.

Otros insumos son las conferencias, congresos y seminarios. Hay que destacar que las coberturas que realiza la Agencia no siempre se justan a descubrimientos o hallazgos científicos, sino que también intentan mostrar el proceso de trabajo diario que realizan los científicos, como es el caso de las notas sobre los bioterios20.

Hemos comprobado que la búsqueda de un efecto de verosimilitud no ofrece diferencias con otras especialidades del periodismo. “La divulgación científica no hace más que indicar el lugar de lo verdadero, actuando sobre el registro de verosimilitud”, destaca Philippe Roqueplo (1983) y hemos identificado claramente esas estrategias por lograr verosimilitud o marcadores de evidencialidad cuando los periodistas científicos respaldan su trabajo citando cifras, con el uso de terminología científica o con clara identificación de las fuentes (los científicos y su lugar de pertenencia), entre otros recursos.

Las fuentes y la relación entre periodista e investigador.

17

“Turing puso en juego su homosexualidad en el trabajo científico”, publicado en Agencia CTyS:

http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2343

18 “Cecilia Grierson, una lucha contra los prejuicios y la discriminación”, publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2883

19 "Promovió una política científica comprometida con el país", publicado en Agencia CTyS:

http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2844

20 “La experimentación científica con especies y la falta de legislación”, publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=782

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En toda actividad periodística es clave la relación, a veces conflictiva, que el periodista establece con sus fuentes. Sin embargo, en el periodismo científico esta no parece ser la regla porque la relación entre periodistas y fuentes (los científicos) se construye cooperativamente, sobre la base de la confianza mutua. El periodista de la Agencia realiza la lectura del paper científico u obra antes de realizar la entrevista con el científico. Luego de una edición interna de la nota, se la envía al investigador para una supervisión externa. De esta forma, se le brinda la seguridad al experto de que el material a publicar no saldrá con imprecisiones ni errores. En ocasiones, los propios investigadores contactan al periodista de la Agencia cuando tienen alguna novedad que desean dar a conocer. “Por ejemplo, esto ocurrió cuando el doctor Félix Mirabel, un reconocido especialista en la astronomía a nivel mundial, se comunicó con la Agencia para avisar que se había aprobado la realización del proyecto LLAMA, que consiste en ubicar una antena en el lado argentino del desierto de Atacama que permitirá mejorar la calidad de las investigaciones en radioastronomía que hoy son lideradas por Estados Unidos, Japón y los países europeos. Este aviso dio lugar a otra ‘primicia’ de la Agencia CTyS21”, recuerda Emanuel Pujol.

El nexo con la universidad ha facilitado, sin duda, esta vinculación en todos los casos, porque se le atribuye un mayor grado de confiabilidad y credibilidad que un medio privado o un periodista desconocido que actúa como freelance. “Sobre un total de aproximadamente 2.000 notas en sus distintos formatos, sólo tuvimos un planteo para que no se publique una nota porque la fuente consideraba que estaba errado el enfoque”, recuerda Gaspar Grieco, quien accedió a revisar el material y reconoció que las objeciones eran fundadas. Tras una reedición, el material se publicó sin inconvenientes.

Estrategias narrativas para seducir a medios y lectores esquivos

Seducir a los medios para que repliquen las notas constituye la clave de las estrategias narrativas que pone en juego la agencia desde la macroestructura (titulación) hasta el cuerpo de la nota, sumado a los recursos multimedia e icónicos (audio, video, gráficos).

Las entradas (copete o primer párrafo) de las notas de la Agencia son variadas a través de distintos recursos narrativos, todos con el mismo fin: capturar la atención del lector. Usan citas literarias, apelan al lector de forma directa, recurren a refranes o frases, canciones o películas, e incluso arrancan con anécdotas o creando suspenso, por enumerar algunas de las estrategias utilizadas.

21“Argentina y Brasil instalarán un proyecto astronómico de impacto a nivel mundial”, publicado en Agencia CTyS: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2466

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Lograr que un lector lego pueda leer y comprender un tema científico sin que el texto pierda rigurosidad parece ser el principal desafío que se plantean los periodistas y las editoras.

A modo de ejemplo, se pueden citar párrafos introductorios de algunas notas producidas por la Agencia que han logrado una importante repercusión y que abren la noticia con algunos de los recursos narrativos señalados:

“Se siente observada. Por más que intente escaparse sabe que está acorralada. Lucha por proteger a su pequeño pero ya no aguanta. Necesita respirar. Cuando sube a la superficie inhala una pequeña bocanada de aire mientras divisa a sus agresores que, nuevamente, cumplirán su objetivo”.22

“Imagine que se encuentra transitando tranquilamente por la calle y, de pronto, pasa un camión a toda velocidad que puede atropellarlo. Usted, luego de “pegar el salto”, logra librarse de la situación pero un extraño sentimiento recorre su cuerpo: le transpiran las manos, le tiemblan las piernas y siente el corazón en la garganta. Este fenómeno difícil de explicar, es un tipo de estrés”.23

“Con ocho años, lo veía a mi tío, que estudiaba ingeniería en informática, programar frente a la computadora. A mí me encantaba, así que le pedí prestado un libro sobre el tema y empecé a practicar”. Nicolás Satragno (17) sonríe al contar la anécdota. La historia no es menor: ilustra el primer acercamiento a lo que hoy es su pasión y que le permite mostrar todo su talento. 24

Otra de las estrategias narrativas radica en la inserción del saber “objetivo” en situaciones de la vida cotidiana. Para ello, los periodistas científicos vinculan la ciencia a la vida cotidiana de las personas ficcionalizando situaciones ya sea en el consumo, el trabajo y, de modo más general, en la vida cotidiana. Resulta obvio que algunos temas terminan siendo más viables que otros, como todo lo referido a la innovación tecnológica. “A veces me sorprende la repercusión que puede tener una nota de tecnología como el bicicletero ecológico que salió en todos lados”, recuerda Meliseo sobre una nota, a su juicio menos trascendente que otras que había redactado, sobre una innovación realizada por alumnos y docentes de una Universidad en la que se hablaba de cómo un diseño

22 “La pesadilla voladora de la ballena Franca Austral”, publicado en Agencia CTyS:

http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=1886

23 “Analizan los efectos del estrés sobre las células”, publicada en Agencia CTyS:

http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=2719

24 “Las escuelas deberían darle un mayor énfasis a la programación”, publicada en Agencia CTyS;

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funcional y atractivo no dejaba de lado, sin embargo, las cuestiones de seguridad y cuidado ambiental25.

Comentarios finales

A modo de cierre, podemos destacar brevemente algunos aspectos del análisis que nos parecieron más relevantes:

La búsqueda de estrategias narrativas que logren interesar y entretener al lector parece ser el principal reto que se plantea la agencia. Y con esa finalidad, los periodistas apelan a recursos de la ficción sin temor a cometer una herejía, pero tampoco abandonan la búsqueda de un efecto de verosimilitud como lo hace el periodismo en general. Es así como tan pronto pueden abrir una nota con una descripción de corte literario, una metáfora o una anécdota, como recurrir a marcadores de evidencialidad para respaldar su trabajo con cifras, con el uso de terminología científica o con clara identificación de las fuentes (los científicos y su lugar de pertenencia: los laboratorios). También aprovechan la lógica con que se manejan los medios en general: su debilidad por las efemérides, la agenda del día y los criterios noticiables que operan a la hora de determinar la importancia de un hallazgo o descubrimiento para que pueda transformarse en noticia.

Otro aspecto que nos parece relevante es la inclusión de notas sobre Ciencias Sociales y Humanidades, algo poco habitual en los medios que comunican ciencia, lo que constituye un esfuerzo adicional por imponer este vasto campo disciplinar en la agenda mediática y reconocerle su status científico. Se advierte también la intención de lograr una cobertura federal de la producción científica nacional tomando como fuente universidades y centros de investigación de todo el país.

Corresponde destacar además que la agencia CTyS se inscribe en un modelo de divulgación científica predominantemente encuadrado en el llamado “modelo de déficit” del público, que se correlaciona con la visión dominante de la divulgación, de sentido único, de arriba hacia abajo, en

25 “Diseñan un bicicletero exclusivo para la Biblioteca Nacional”, publicado en Agencia CTyS,

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el que los científicos y periodistas llenarían el vacío de conocimiento de un público general que es científicamente analfabeto. En términos de Ana María Vara (2007), “los científicos saben, el público no sabe, y los divulgadores y periodistas científicos son los imprescindibles intermediarios que deben traducir lo que los científicos (sabios) dicen para que el público (ignorante) aprenda”. No obstante, se observan matices interesantes sobre la definición de la agenda, con mayor grado de independencia que cualquier otro tipo de medio comercial por la falta de injerencia de la publicidad u otra determinación económica, tan característica de los medios hegemónicos.

Por otra parte, se aprecia el interés de la agencia por cumplir estándares de calidad cada vez más precisos para su tarea de comunicación de la ciencia, muy probablemente, por ser parte de un instituto universitario. Por este motivo, en 2015 CTyS obtuvo la certificación en gestión de calidad, de acuerdo a las normas ISO, para aplicar a sus procedimientos administrativos y de organización y desarrollo periodístico, como parte de una política institucional.

Por último, resulta relevante señalar la relación de “cooperación” que establecen los periodistas con sus fuentes, los científicos, algo desacostumbrado en el mundo de los medios. Este tipo de relación se basa en la confianza mutua alcanzada por el sistema de doble edición (periodística y científica) que forma parte de las rutinas de producción de la agencia. Constituye también una interesante hipótesis de este trabajo - que corresponderá verificar en una investigación futura - si, efectivamente, los medios se muestran más propensos a sumar los contenidos de la agencia por estar emplazada en una Universidad y formar parte de una de sus dependencias, en este caso el Instituto de Medios. No pasa inadvertido el hecho de que al momento de dar el crédito a la información, algunos medios opten por citar también a la Universidad Nacional de La Matanza como fuente originaria de la información, además de la propia agencia y redactor, lo que podría interpretarse como una estrategia para asegurarle al lector un mayor grado confiabilidad a la información, al mismo tiempo que es el propio medio el que se ampara en ese valor intangible. Sabemos a partir de varios estudios que las universidades se encuentran en la actualidad entre las instituciones más creíbles y de mayor confianza en la sociedad. Tradicionalmente, se han enfocado en la docencia, la extensión y la investigación. Ahora parecen haber dado otro paso adelante al extender su prestigio a otros campos no convencionales y desarrollar sus propios medios y vías de comunicación de la ciencia en momentos en que se exploran nuevos modelos de difusión de la ciencia.

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CAPÍTULO II

LA RELACIÓN ENTRE LA VISIÓN DOMINANTE DE LA DIVULGACIÓN Y LA EDUCACIÓN CIENTÍFICA

A partir de la década de los noventa, a nivel global se produjo un incremento de los estudios sociales sobre las relaciones entre ciencia, tecnología y democracia (Kitcher, 2001; Fuller, 1999; Ezrahi, 1990; Olivé, 2000, 2007; López Cerezo y González, 2002). Siguiendo a Cazaux (2008) se podría afirmar que las investigaciones sobre estos tópicos se desarrollan bajo tres líneas: la primera, está dirigida a la discusión teórica sobre la necesidad de la democratización de la ciencia y los planteamientos normativos que la sustentan en el seno de las sociedades contemporáneas; la segunda línea hace referencia a aquellos trabajos centrados en proponer procesos, mecanismos o instrumentos de participación y, la tercera línea, es aquella cuyo énfasis está puesto en identificar actores, formas o espacios de participación ciudadana.

Así, los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) comprenden un campo que de a poco se va afianzando en universidades y centros de investigación en el mundo. En ellos un grupo de investigadores trabaja estos tópicos en las áreas de investigación, docencia y extensión con el fin de producir conocimientos en este campo y también para iniciar a los estudiantes universitarios, tal vez futuros investigadores, en este tipo de reflexiones. Esta corriente propone comprender qué sociedad se construye con la ciencia y la tecnología, y para que los temas sean discutidos más allá de los expertos, en ámbitos diversos de la sociedad.

“Uno de los ejes de la discusión sobre este nuevo contrato, es el papel asignado a la ciudadanía en general en este proceso. Si bien hay un consenso casi generalizado sobre la importancia de la democratización de la ciencia y la tecnología, no son tan claros los puntos referentes a qué se debe democratizar, quiénes deben participar, o sobre cuáles son los mecanismos más adecuados para llevar a cabo este proceso” (Lozano, 2008:3).

En este contexto, surge la pregunta fundamental: ¿por qué enseñar ciencia en la escuela? ¿Qué objetivos pedagógicos se persiguen?, entre otras. La respuesta a estos interrogantes parecen ser parte del sentido común que determina que deberíamos ofrecer a todos los estudiantes una educación científica que haga de la ciencia una nueva manera de ver el mundo y una contribución esencial a su alfabetización multimedial y a sus habilidades de pensamiento crítico.

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Pero, los estudios de CTS discuten estos supuestos y proponen un debate teórico sobre los objetivos de la educación científica. Frente al modelo tradicional de la didáctica de las ciencias, denominado propedeútico, propondrá nuevas formas de pensar las metodologías de enseñanza y los contenidos de la misma.

“No puede ser nuestro único propósito producir trabajadores capacitados y consumidores educados para una economía global, que nuestros estudiantes no han aprendido a criticar (…) La educación debe proponerse contribuir a la mejora de la vida social: dar a más gente en el mundo oportunidades para una vida mejor y salvaguardar estándares mínimos de bienestar social para todos; enseñar a tener una perspectiva global, y no solo local o nacional; ubicar, de hecho, el interés local y el global por encima del interés regional o nacional” (Lemke, 2006: 6).

Además, en el presente trabajo se considerará que la educación científica es parte de una política más amplia incluida dentro de la Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología (CPCT). El abordaje de CTS considera que el esfuerzo que realiza la sociedad dotando al sistema de Ciencia y Tecnología de recursos materiales y humanos reclama en contrapartida una información cada vez más amplia y rigurosa sobre la ciencia y la tecnología que está financiando.

Estudios sobre la periodización de la política científica muestran cómo el modelo lineal del desarrollo científico y tecnológico se encuentra en la base que sustenta la política en el área durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX (Ruivo, 1994). La educación científica fue el reflejo de este modelo que soslayó las preguntas sobre el valor de las investigaciones, sus aplicaciones, las posibilidades de desarrollo, los problemas sociales que se pueden resolver o los nuevos problemas que pueden surgir como consecuencia del desarrollo científico y técnico, las opciones que se plantean en política científica, etcétera.

Asimismo, algunos autores plantean la alfabetización científica considerada una práctica social que involucra lo histórico e individual, lo social y particular (McCutchen, 2006), escritor y lector, concepciones y prácticas (Dahl, 2004; Teberosky, 2007).

El punto de partida es, entonces, que las ideas que investigadores y alumnos avanzados, sobre todo de aquellas disciplinas conocidas como ciencias duras, tienen acerca de enseñanza, comunicación, escritura, lectura, etc., suelen ser más bien implícitas, construidas a partir de sus prácticas y modelos escolares y/o de otras situaciones de aprendizaje, así como de aquellas ideas dominantes en educación (Carlino, 2006; Cassany y Morales, 2009; Mateos y Solé, 2012; Villalón y Mateos, 2009).

(23)

En tanto, se propone hacer un recorrido por las distintas corrientes epistemológicas y teóricas de la educación científica para problematizar sobre sus premisas, teniendo en cuenta que modelos divergentes sobre la enseñanza de la ciencia conviven en la actualidad en las legislaciones educativas como también en la praxis de los docentes.

Tal como destaca Vara (2007), en Gran Bretaña se aplican programas para incrementar la alfabetización científica —scientificliteracy—, pero la comparación entre una encuesta de 1988 y otra de 1996 sobre la evolución de los estudiantes mostró que “¡la única diferencia apreciable en el aumento del conocimiento científico del público fue el mayor reconocimiento de la sigla “ADN”!” (Vara, 2007:2).

En este sentido, pensar en la didáctica de las ciencias es también analizar los paradigmas de Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología, porque las diferentes corrientes de la pedagogía científica (como la Alfabetización Científica, la Naturaleza de la Ciencia y los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad) disienten, desde distintas miradas, con la cultura científica promovida por el paradigma de la educación propedéutica.

Por eso, en el marco teórico se plantearán perspectivas de análisis sobre la educación, como también la comunicación, que trascienden la mera transmisión de resultados y de avances de la ciencia. Ante la pregunta: ¿Qué significa educar en ciencia?, en general y con algunos matices, para los nuevos paradigmas educativos tendrá que ver con el desarrollo de capacidades propias del desarrollo humano y social: con el análisis, la creatividad, la crítica constructiva, el trabajo colectivo, la síntesis, la adaptación a los cambios con los que los sujetos-ciudadanos se enfrentan a diario, la evaluación y la mirada hacia las consecuencias de los pensamientos y acciones, la comunicación para el enriquecimiento cultural, la generación de valor agregado gracias al conocimiento, el permanente interés, etcétera. La consideración del contexto, los procesos de producción de conocimiento y el pensamiento crítico ocuparán un lugar fundamental para repensar el pensamiento científico y el método científico desde la educación (Fog, 2004).

Visión dominante de la divulgación

La definición clásica sobre la divulgación científica, que han recogido varios autores como Roqueplo (1983) y Calvo Hernando (1992 y 1997), es la que desarrolló F. De Lionnais en un debate que se celebró en Francia en febrero de 1958 en el seno de la Asociación de Escritores Científicos de ese país (AESF).

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“Lo que entendemos por Divulgación Científica es precisamente esto: toda actividad de explicación y difusión de los conocimientos, la cultura y el pensamiento científico y técnico, bajo dos condiciones, con dos reservas: la primera es que estas explicaciones y esa difusión del pensamiento científico y técnico sean hechas fuera de la enseñanza oficial o de enseñanzas equivalentes. La segunda reserva es que estas explicaciones extraescolares no tengan por fin formar especialistas, ni tampoco perfeccionarlos en su propia especialidad, ya que, por el contrario, reivindicamos completar la cultura de los especialistas fuera de su especialidad” (F. De Lionnais, citado por Roqueplo 1983:21).

Esta conceptualización coincide con la visión dominante de la divulgación científica, como lo demuestran los autores franceses Daniel Raichvarg y Jean Jacques, quienes dedican una parte de su libro Savants et Ignorants. Une histoire de la vulgarisation des sciences (1991: 95-237) a estudiar, de manera diacrónica y sincrónica, las diferentes formas que se ha utilizado el término “vulgarisation” de las ciencias. Inicialmente establecen los siguientes grupos: la divulgación por la escritura que incluye revistas, diarios, libros de divulgación científica, enciclopedias; la divulgación por la palabra, a través de cursos y conferencias populares, programas radiofónicos, etcétera; la divulgación por la imagen, con viñetas, dibujos, esquemas, fotografía y cine científico, a lo que hoy habría que añadir infografías estáticas y dinámicas, sistemas multimedia, etcétera; la divulgación en tres dimensiones a través de gabinetes de historia natural, exposiciones y museos científicos, laboratorios científicos populares, viajes de divulgación, etcétera.

En este sentido, los medios de comunicación masiva ocupan durante el siglo XX el lugar por antonomasia de la divulgación, incluso por encima del sistema educativo formal. Autores como Alcíbar (2004) consideran que las principales estrategias retóricas y narrativas con las que cuentan los divulgadores para recontextualizar en los periódicos de difusión masiva la información científica, construyen la imagen pública de la ciencia y la tecnología y la hacen circular socialmente.

Javier Fernández del Moral y Francisco Estévez Ramírez (1996), definen el periodismo especializado como “la estructura informativa que penetra y analiza la realidad de una determinada área de la actualidad a través de las distintas especialidades del saber; profundiza en sus motivaciones; la coloca en un contexto amplio, que ofrezca una visión global al destinatario y elabora un mensaje periodístico que acomode el código al nivel propio de la audiencia, atendiendo sus intereses y necesidades la correspondiente área de información periodística“ (Borrat 2000: 41).

Entonces, según la visión dominante, la divulgación científica selecciona, redirige, adapta, recrea, un conocimiento producido en el ámbito especializado de ciertas comunidades científicas y

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tecnológicas para que, una vez transformado, cumpla una función social dentro de un contexto distinto y con propósitos diferentes para una determinada comunidad cultural.

Además, Alcíbar (2004) destaca que la función pedagógica no es fundamental sino sólo complementaria o subsidiaria del periodismo científico. “Por supuesto, hay géneros periodísticos como el reportaje que se prestan bastante bien a las explicaciones didácticas de los conceptos científicos, sin embargo otros, como los informativos, por sus características técnico-expresivas y las rutinas productivas a los que están sujetos conjugan mal con el verbo explicar” (Alcíbar, 2004: 47).

En suma, para los autores de la visión dominante, la divulgación científica en los medios no tiene (o no tiene por qué tener) como objetivo prioritario educar al público y, por consiguiente, la transmisión de conocimientos científicos no es lo que mejor la define.

En la década de 1980, los estudiosos de la comunicación pública acuñaron el concepto “modelo de déficit” para explicar esta idea dominante de que la falta de información debería ser suplida por medio de la exposición del público a la comunicación de la ciencia. El “modelo del déficit” (Gross, 1994, en Dellamea, 1998), asocia la idea de “divulgación” en términos de “transmitir al vulgo” en un sentido lineal, unidireccional y asimétrico que enfrenta la suficiencia de los expertos en contraposición a la deficiencia del público.

“La visión de la divulgación de la ciencia que domina en nuestra cultura se basa en una noción idealizada de un conocimiento científico puro y genuino con el que se compara la ciencia que se divulga. Esto supone un modelo en dos etapas: en primer lugar, los científicos desarrollan un conocimiento científico genuino; en segundo lugar, los divulgadores transmiten al público una versión simplificada. (…) Esta visión implica que cualquier diferencia entre la ciencia genuina y la divulgada debe ser causada por una “distorsión” o “degradación” de las verdades originales. De esta manera, la divulgación es, en el mejor de los casos, una “apropiada simplificación, -una actividad educativa necesaria (aunque de bajo estatus), que consiste en simplificar la ciencia para hacerla accesible a los no especialistas. Y en el peor de los casos, la divulgación es “contaminación”, la “distorsión” de la ciencia por parte de outsiders como periodistas, o por un público que no comprende la mayor parte de lo que lee” (Hilgartner 1990, citado por Wolovelsky, 2005).

Vara (2007) esgrime que esta postura parte de la idea general de que el público carece de información científica y tecnológica. Así, los esfuerzos de la comunicación se dirigen a suplir esta carencia del público buscando para ello los medios más idóneos para lograrlo tratando de “traducir” el conocimiento científico de manera que sea comprensible para un público no experto. El énfasis

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está puesto sobre tres aspectos: el contenido, lo que se divulga, difunde, populariza, es información de tipo científico y tecnológico; el medio, esta información es transmitida a través de medios masivos de comunicación; y tercero, su público, que en general se asume lego en materia científica

Roqueplo (1983) sostiene que se establecen “situaciones de divulgación” llevadas adelante por “animadores especializados” en la tarea de producir actitudes favorables de acercamiento a la ciencia en grupos sociales acotados. Según esa primera perspectiva, la palabra situación – que evoca la idea de circunstancia favorable- debe ser entendida en el sentido más amplio posible. La idea básica es la siguiente: el público no tiene, en forma espontánea, deseo de fatigarse para conocer, sea lo que fuere, si no experimenta interés; para que ese interés sea experimentado se requieren circunstancias que lo susciten.

De esta manera, el modelo de “déficit” cognitivo depende de tres argumentos epistemológicos que destaca Cortassa (2010). En primer lugar, se reconoce que la ciencia y la tecnología son constitutivas de las sociedades modernas, y que ese fenómeno a escala macrosocial tiene su correlato en el plano más concreto y cotidiano de los individuos. Consecuentemente, el desinterés o la llana ignorancia científica de los legos - como empiezan a ser denominados en la jerga disciplinar- representa un problema social y político de magnitud, ya que obstaculiza tanto su desenvolvimiento diario en ese entorno cuanto su desempeño como ciudadanos. Fomentar una mejor comprensión pública de la ciencia se plantea por tanto como una doble necesidad: en primer lugar, por lo que comporta para los individuos en tanto sujetos privados -la posibilidad de interpretar el mundo en que viven y manejarse adecuadamente en él-; en segundo lugar, por lo que afecta a su carácter de sujetos públicos en un sistema democrático -la posibilidad de intervenir de manera informada y responsable en las discusiones y decisiones sobre temas que la involucran.

En tercer lugar, Cortassa (2010) sostiene que, si alguien ignora o no comprende, simplemente debe lograrse que sepa y comprenda: la progresión de un estado a otro supone proveer de conocimiento científico a quienes no disponen de él -y el cariz teleológico de esta expresión no es casual-. Si el acercamiento no se produce naturalmente debe ser facilitado mediante la acción de un tercer agente -educador o divulgador-; y ser promovido por quienes tienen la capacidad y los recursos necesarios para ello -Estado e instituciones-.

“Los legos cuentan con su propia dotación de saberes, habilidades, valores y criterios que les permite asumir un papel activo en la relación. El público no solo es concebido como un agente competente sino también capaz de reflexionar sobre lo que conoce. En función de esa epistemología popular puede explicarse por qué en ocasiones prefiere ciertas fuentes de conocimiento a otras –por

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