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Los Centros de Alumnos de Enseñanza Media: la ciudadanía del Mundo Feliz

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LOS CENTROS DE ALUMNOS

DE ENSEÑANZA MEDIA:

LA CIUDADANIA DEL MUNDO FELIZ

*

JORGE INZUNZA**

El transcurso del progreso educativo se parece más al vuelo de una mariposa que a la trayectoria de una bala.

PHILIP JACKSON

1. CARTOGRAFÍA

A MODO INTRODUCTORIO, ES ilustrativo describir ciertas característi-cas del proceso histórico que se vive y que ayuda a comprender el lugar o situación de la educación pública y las dinámicas específicas que se dan en los establecimientos escolares concretos. La crisis, la violencia o la pérdida del sentido, parecen ser términos que se asocian a la vivencia de una época en transformación, para algunos son sínto-mas de una radicalización de la era moderna, para otros el comienzo de una distinta, la postmoderna. El inicio de la modernidad europea indicaba la instauración de ciertas discontinuidades respecto al perío-do histórico precedente, como son el surgimiento de los Estaperío-dos na-cionales, la dependencia de la producción a partir de fuentes de ener-gía inanimada, la mercantilización de los productos y el trabajo

* Artículo elaborado a partir de la investigación: «Las representaciones sociales de participación en centros de alumnos de enseñanza media desde el discurso del profesorado» (2002), que contó con la asesoría de Jenny Assaél.

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riado; junto a ello se impone un ritmo acelerado de los cambios, que impactan en la totalidad de las regiones del mundo (Giddens, 1999). Este último alcance planetario de toda perturbación, es lo que el mis-mo Giddens llama desanclaje, es decir, la pérdida de los nexos entre las actividades sociales y los contextos propios de presencia, los cua-les asumen un carácter fantasmagórico; este fenómeno puede ayudar a la comprensión de la globalización, al definirla como un segundo des-anclaje (el primero había despegado las relaciones sociales comunita-rias), ahora respecto al Estado nación. La radicalización de la moder-nidad reúne varios cadáveres,

Proclamar el ocaso de la modernidad conlleva el reconocimiento de varias muertes: la del sujeto que construye el mundo sea mediante conciencia o mediante el trabajo-motor-del-progreso; la de la representación en los varios sentidos de la palabra (política, estética, y en el proceso del conocimiento), y la del Iluminismo (como proyecto societal y, más prosaicamente, como sensibilidad) (Hopenhayn, 1994:94).

Si bien, el uso del concepto postmodernidad es controvertido, es útil desde las articulaciones y sensibilidades que es capaz de inte-grar. Se podría decir que parte de la tensión moderna entre el ideal emancipador, y el totalizador, contiene la rebelión respecto al conoci-miento (ambición de conociconoci-miento opuesto a la voluntad autónoma respecto al mismo). De esta forma, nos encontramos con nuevos cadá-veres, los metarrelatos de la modernidad: Ilustración (ciencia), Idea-lismo (teleología del espíritu), Marxismo (liberación de la humani-dad), Capitalismo (felicidad por la riqueza), y Era Tecnológica (reso-lución de los problemas por la maximización de la información) (Welsch, 1997).

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(simi-lar a nueva Torre de Babel). La juventud en este sentido, estaría en mejores condiciones de adaptarse a estas nuevas condiciones, al ser capaz de manejar la oralidad tradicional (primaria) y la tecnoperceptiva (secundaria), generando nuevas combinaciones (el collage y el pastiche como procesos de hibridación) y por lo tanto nuevas realidades.

Sin embargo, en Latinoamérica todos estos procesos se en-cuentran atravesados por la violencia endémica, la pobreza de la re-gión, las lógicas históricas de baja productividad y lógica rentista de los sectores acomodados, factores que nos hacen enfrentar en una posición marginal la producción simbólica, al no tener los medios científico-técnicos, corriendo el riesgo de aumentar la brecha de frag-mentación sociocultural interna de unos pocos integrados (Hopen-hayn, 1994).

Aproximándose a la temática mucho más acotada de este artícu-lo, interesa destacar ciertos elementos de esta discusión, que tienen que ver con las formas de articulación que este escenario propicia o impide, desde una nueva definición de espacio público, que se ha llamado ciu-dadanía multicultural o global. Interesa vislumbrar el tránsito de los sujetos (jóvenes estudiantes) en la escuela, uno de los bastiones de los procesos modernizadores, desde la visión de los educadores; y cuál es la representación existente en ellos de la participación del alumnado, en un contexto como el revisado, pero con ciertos matices propios de nuestros delicados procesos de restauración de la democracia.

2. LA INVESTIGACIÓN: EL ENCUENTRO

La investigación a sintetizar en estas páginas se titula «Las re-presentaciones sociales de participación en centros de alumnos de enseñanza media desde el discurso del profesorado», que se realizó entre los años 1999 y 2002, y que intenta dar cuenta de las representa-ciones sociales existentes entre docentes cercanos al centro de alum-nos de liceos municipales, acerca de la participación estudiantil en estas instancias. Se entrevistó a 15 profesores/as,1 entre ellos/as 12 en función de asesoría directa al centro de alumnos (8 hombres y 4 muje-res), 2 directores, y un asistente social. Es relevante destacar la

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tencia en cuatro liceos de ex alumnos docentes en la función de aseso-ría, lo que dota de una mayor perspectiva analítica, además de indicar un componente afectivo a la hora de asumir estos roles.

Desde una posición epistemológica socio-constructivista, la escuela es un proceso de construcción histórica, que se asume como un espacio de socialización, estructurando ciertos saberes y prácticas, que inciden en la formación de un determinado tipo de sujeto, lo cual es propio de la dinámica de integración humana a la sociedad,

...el individuo no nace miembro de una sociedad: nace con una predisposi-ción hacia la socialidad, y luego llega a ser miembro de una sociedad. En la vida de todo individuo, por lo tanto, existe verdaderamente una secuencia temporal, en cuyo curso el individuo es inducido a participar en la dialéctica de la sociedad. El punto de partida de este proceso lo constituye la interna-lización: aprehensión o interpretación inmediata de un acontecimiento obje-tivo, o sea, en cuanto es una manifestación de los procesos subjetivos de otro que, en consecuencia, se vuelven subjetivamente significativos para mí (Berger y Luckmann, 1999:164-165).

Para esta investigación el foco está centrado en el conocimien-to práctico del profesorado, es decir, en los marcos interpretativos que estructuran la percepción, la adquisición de nuevos saberes y la toma de decisiones acerca de la cotidianeidad de la organización del centro de alumnos, es decir, en las representaciones sociales.

3. ANTECEDENTES: LAS RUTAS HISTÓRICAS

La aparición de los centros de alumnos y de los consejos de curso ocurre en los liceos experimentales, con la intención de formar en una ciudadanía que concibiera el aporte de la juventud en los cam-bios sociales y en la democratización de la sociedad. Posteriormente, estas organizaciones asumen un protagonismo en la vida pública,

Entre los años 60 y los 80, los centros de alumnos se construyeron básica-mente en torno a la discusión de los grandes temas del país, frente a los cua-les los estudiantes se posicionaban, discutían y optaban: se pensaba la na-ción. La preocupación política era un componente central de estas organiza-ciones, lo cual tenía su correlato en un espacio público nacional altamente politizado (Assaél et al., 2001:75).

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autoridad del profesor) sobre el consejo de curso. Pese a ello, varias de estas organizaciones logran articularse y participan de los movimien-tos de recuperación de la democracia durante la década de los 80. Luego, mientras el actual Presidente Ricardo Lagos era Ministro de Educación (1990), se firma el «Reglamento general de organización y funcionamiento de los centros de alumnos de los establecimientos educacionales de educación media», el cual contiene las normas bási-cas definitorias de estas entidades, constituyendo un gesto político de reconocimiento hacia la juventud estudiantil secundaria.

No obstante, en conjunto con esta iniciativa, comienza una proliferación de políticas públicas hacia la juventud, que de algún modo han tendido a seccionar la realidad de la juventud en una serie de problemáticas, como son la violencia, desempleo, drogadicción y apatía política, lógica estratégica que se ha replicado en la misma ins-titucionalidad educativa, a través de la multiplicidad de programas y proyectos que se insertan en los establecimientos escolares,

La concepción de joven que tiene la política social es una concepción de su-jeto-problema, que podría asociarse a un número minoritario de jóvenes en el sistema educacional. Pese a ello, la mirada de la política social se ha hecho dominante en el espacio escolar, al punto que la mayoría de los do-centes, e incluso de los alumnos, consideran que los jóvenes de los 90 cons-tituyen un grupo social en riesgo social, vulnerable, desprotegido, sin opor-tunidades de estudio y trabajo (Oyarzún et al., 2000:203).

4. EL ANÁLISIS: EL DESPLIEGUE DEL DISCURSO

Para ayudar a comprender los principales levantamientos con-ceptuales de esta investigación, es conveniente dar un vistazo a las descripciones que se realizan del estado institucional de los liceos; y la definición e ideal que se postula de las funciones del centro de alum-nos, dirigencia y asesoría.

a) Contexto institucional

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internas que buscan reencontrarse con un pasado místico. Para los liceos tradicionales, la meta es mejorar el rendimiento académico y promover mayores ingresos a la educación superior; mientras para los liceos marginales, el compromiso se vincula con elevar los indicado-res de gestión, estilos directivos e infraestructura. Para estos liceos de la periferia, la imagen proyectada al exterior es fundamental, como una forma de dotar a sus estudiantes de una identificación que se con-traponga a un medio sociocultural que entra en conflicto con los valo-res del liceo. Estos conflictos se relacionan con un divorcio drástico con las comunidades locales inmediatas, señaladas como espacio de delincuencia y drogadicción; este conflicto posee un potencial de marginación hacia el estudiantado, el cual pertenece a ese mismo en-torno.

Ambas categorías de liceos establecen objetivos relativos al ascenso social de su alumnado, a través del ingreso a los estudios ter-ciarios o la inserción al mundo laboral.

b) El centro de alumnos: la juventud

La definición que hace el profesorado de la organización for-mal del estudiantado, se puede recoger en tres elementos.

i) Espacio de aprendizaje: el centro de alumnos es un lugar en el que se aprende a ser ciudadano y dirigente, internalizando el manejo de organizaciones. Enunciado por una minoría de docentes, vincula-dos a organizaciones gremiales o sociales.

ii) Vía de comunicación y representación: se sitúa al centros de alumnos en un lugar estratégico central para la comunicación entre estudiantes y docentes/autoridades.

iii) Instancia de participación: es una organización que res-ponde a los intereses del alumnado, canalizando su participación, promoviendo dinámicas de escucha y discusión e integrándose al pro-ceso de toma de decisiones. Este aspecto se da esencialmente en los liceos tradicionales, donde existe una mayor apertura hacia una parti-cipación en las instancias institucionales (equipos de gestión, regla-mento interno, PADEM, etc.).

Por otra parte, el ideal que construyen los/as docentes acerca del centro de alumnos se reúne en las siguientes dimensiones.

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La autonomía también es deseable respecto a la influencia nociva de organizaciones políticas, definiéndose una carácter más bien gremial.

ii) Representatividad: se refiere a la capacidad de la organiza-ción estudiantil para acoger y dejarse guiar por las necesidades del alumnado, si esto ocurriese, impactaría en el logro de una masiva par-ticipación estudiantil.

iii) Acciones: las principales labores que debiese realizar un centro de alumnos serían: apoyo a la labor docente (compromiso en la mejora del rendimiento y motivación por los estudios); bienestar e infraestructura (ayuda social, cuidado de las dependencias institucio-nales, etc.); eventos (organización de actividades recreativas como expresión limitada del ser joven).

Este ideal involucra también al tipo de dirigente deseable para ocupar esta organización. La dirigencia es asociada a requisitos de diverso tipo: intelectual (buen rendimiento, capacidad innovadora y de conversación de alto nivel), y de personalidad (responsabilidad, hon-radez, madurez y credibilidad).

En términos evaluativos, es decir, poniendo en relación la de-finición dada y los ideales deseados, el centro de alumnos es represen-tado por el profesorado, como una entidad más bien dependiente, ca-racterística fomentada desde la misma burocracia institucional,

...en el liceo hay problemas porque ponte tú, nosotros queremos hacer una reunión, oye, puro protocolo, hay que pedirle permiso a la directora, al ins-pector, y después empezar el presidente a sacar a los niños de las salas, en-tonces como que complica, porque es como todo un drama el hecho de tener una reunión (profesora asesora del liceo polivalente).

La política tampoco se mantiene al margen de la organización estudiantil, introduciendo intereses que no serían apropiados para el bienestar del liceo,

...el niño era más político, era comunista y funcionaba más por el partido que por el liceo. Se lo hice ver al niño también... Porque le dije, yo los apo-yo chiquillos siempre y cuando trabajen por el liceo... el objetivo nuestro es trabajar por el liceo, tengamos las ideas que tengamos. Pero ellos se fueron más por la parte política (orientadora y asesora de un liceo tradicional).

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...fue como un grupo, al final, que se enclaustró, fueron ellos no más y nun-ca más se diversifinun-caron, jamás quisieron trabajar con el resto de los alum-nos, no hicieron más reuniones con los sub-centros (jefe UTP de un liceo tradicional).

En los liceos marginales se evidencia que el estudiantado re-curre a los profesores jefes para tramitar sus necesidades, en vez de validar al centro de alumnos en esa función, revelando la presencia de culturas altamente paternalistas en estos liceos.

Las acciones que lleva a cabo la directiva de la organización estudiantil son de variados tipos. La principal actividad es la realiza-ción del aniversario del liceo, la que ocupa parte importante de la ges-tión posible de los centros de alumnos, logrando una participación masiva del alumnado. Otras actividades son la administración de fon-dos económicos (que trae problemas relacionafon-dos con la transparencia en las cuentas públicas), la mantención de la infraestructura e iniciati-vas de bienestar; estas dos últimas muy bien evaluadas por el profeso-rado, ya que de algún modo sirven a la institución.

Por otra parte, la evaluación que se realiza de la actual diri-gencia se relaciona con la imagen de dirigente de los 60 y 70,

...habían grandes como te digo, grandes dirigentes y después se perdió todo lo que es el CCAA [centro de alumnos] con el pronunciamiento militar no cierto, luego se perdió todo lo que son los líderes, se perdieron los líderes escolares y no hay en este establecimiento en este momento, no hay líderes escolares, los últimos CCAA, realmente la gestión que han realizado es muy pobre... (profesor asesor del liceo polivalente).

Las limitaciones, identificadas por el profesorado, de la diri-gencia para ejercer un rol efectivo serían la falta de trabajo en equipo (con una iniciativa que se va perdiendo en el transcurso de la gestión), y el carácter adolescente y juvenil (o infantil) de los miembros de la directiva que no lograría resolver el dilema de ser dirigentes y estu-diantes a la vez.

c) La asesoría: la adultez

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La función de asesoría puede clasificarse en las siguientes ca-tegorías:

i) Representación: se da en los liceos tradicionales y en el po-livalente, y se refiere al papel de portavoces en dos direcciones, desde y hacia el centro de alumnos con respecto la dirección. También esta función permite a la organización estudiantil validarse ante el profeso-rado, donde la asesoría surge como un aval de las diversas acciones del centro de alumnos.

ii) Orientación: mediante esta función se guía la actividad del centro de alumnos, indicando factibilidad y dando opiniones. Es una tarea preventiva, que intenta evitar los riesgos, limitar y moderar el ímpetu juvenil.

iii) Ayuda: se relaciona al apoyo a la gestión del organismo es-tudiantil y sus proyectos. Este apoyo puede ser burocrático, adminis-trativo y/o económico para la consecución de recursos.

iv) Fiscalización: esta categoría considera el control y segui-miento del quehacer del centro de alumnos, con el objetivo de velar por el funcionamiento y cumplimiento del programa de trabajo de la organización.

Estas funciones aparecen con ciertas limitaciones, provenien-tes de las características de la misma institución, que se revelan a par-tir de la narración de las formas de trabajo entre asesores y directivas, entregadas a la informalidad por la escasez de tiempo,

...ellos me llaman por teléfono, me cuentan las cosas en los pasillos, cachai, no tenemos mecanismos de reunión... a veces me llaman al celular y me di-ce «profe estai en el colegio, sí, nedi-cesitamos esto, esto y esto, nos podís ayudar, sí vengan para acá», cachai, pero en general no hay una, un trabajo regular conmigo... (profesor asesor de un liceo tradicional).

La ausencia de tiempo incide también, en la desconexión que se estructura entre la directiva, asesoría y dirección. De este modo, la di-mensión del trabajo de asesoría que asume mayor peso, es la fiscaliza-ción, que se vincula al diagnóstico construido de una pasividad dirigen-cial que afectaría el desempeño global de la organización estudiantil,

...el problema es que a los chiquillos hay que estar picaneándolos, o sea ha-gamos esto otro, bueno, cuándo nos vamos a juntar... (profesor asesor del li-ceo polivalente).

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Si bien, se denuncia una escasez de recursos económicos para el funcionamiento del centro de alumnos, desde la asesoría se evalúa positivamente el apoyo que en este sentido se logra dar. En cuanto a la orientación de la gestión, que es la tarea normada desde el Estado, el profesorado reconoce un éxito disminuido, al encontrarse con el idea-lismo juvenil,

...creo que muchas veces los CCAA podrían escuchar un poquito más los consejos, o sea, orientarse a escuchar al profesor asesor, como te decía yo al comienzo no con un espíritu mesiánico, nada de eso, sino que tal vez con la experiencia que uno lleva, un poquito más que ellos... pero siempre igual ellos son jóvenes con sus ideas, son llevados a su idea... (profesor asesor de un liceo tradicional).

La modalidad de enfrentamiento de la adolescencia-juventud, se tensiona entre dos perspectivas, una de ellas, consiste en dejar sola a la dirigencia, como una forma de entregar autonomía,

Pero ellos están cada vez más solitos, no hemos querido tampoco ser muy maternalista, porque ellos ya iniciaron un trabajo, a esta altura debieran fun-cionar solitos. Entonces dentro del área en que ellos han avanzado no más, porque a mi juicio no han avanzado más allá de eso (profesora asesora de un liceo marginal).

La segunda perspectiva recoge la idea del acompañamiento o mediación facilitadora del crecimiento,

...se necesita acompañar eso, hay gente que cree que supone que creer en los jóvenes significa dejarlos solos, eso no es así, creer en los jóvenes signi-fica ir hacia ellos, potenciarlos, sacarles partido, confiar te fijas y dejar que hagan las cosas, pero acompañarlos y después ya, como los hijos, a los hijos los acompañai y después salen solos, y después ya ni siquiera te cuentan, pero hay un proceso, ese es un proceso, a los profesores se les enseñó, se les capacitó en la universidad y después ya salieron a hacer prácticas y volvie-ron y conversavolvie-ron y después ya se titulavolvie-ron, los procesos se dan en todas partes, cualquier persona que intenta hacer algo en cualquier área necesita acompañarse por otro que ayude a su desarrollo... (profesor asesor de liceo polivalente).

5. DISCUSIÓN: LA EMERGENCIA DEL MUNDO FELIZ

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condensa las diversas imágenes y conceptos acerca de la temática en estudio: La participación en el centro de alumnos reúne expectativas de integración para el estudiantado, no obstante ésta se encuentra ten-sionada o conflictuada por la condición no adulta de la dirigencia y de las bases estudiantiles, la pretensión neutral de la escuela, la violencia que impulsa la identificación política, y la escasez de recursos.

El centro de alumnos es reconocido por los/as docentes como una instancia válida, calidad que proviene de una legitimación históri-ca y polítihistóri-ca. No obstante, el tipo de sujeto que ocupa el lugar de la dirigencia es muy distinto al que se conoció en las décadas anteriores. Tanto la dirigencia como las bases estudiantiles, son caracterizadas como individualistas, no participativas, desadaptadas, apáticas, y sin un control de impulsos respecto al uso de la violencia, abuso de dro-gas y ejercicio de su sexualidad. Se actualiza al interior de los liceos, la visión generada desde el discurso público (políticas públicas, me-dios de comunicación y opinión pública), de una juventud problemáti-ca y altamente vulnerable. La adolescencia es asociada con inmadurez, ausencia de discernimiento e incapacidad,2 lo cual sintoniza con la matriz adultocéntrica de estructuración de la realidad, en este sentido, se corrobora un estilo de convivencia que impide la incorporación de la cultura juvenil (muchas veces objeto de infantilización) en los esta-blecimientos educacionales, los docentes,

- Se niegan sistemáticamente a asumir la existencia de una cultura juvenil y si lo hacen tienden a identificarla con situaciones de transgresión conduc-tual (alcoholismo, drogadicción, violencia, etc.).

- Tiende a suponer que su cultura generacional (de origen escolar) es cuali-tativamente superior; por lo tanto lo que se corresponde es que los jóvenes la acepten o, a lo menos, se adecúen a ella.

- Privilegian una relación docente-alumno, fundada en la vigilancia y la pu-nición.

- Patrocinan mecanismos y ámbitos de participación juvenil de carácter ins-trumental, negando la incorporación de los jóvenes a los espacios de toma de decisiones (Oyarzún et al. 2000: 41).

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Esta representación de la juventud de la minusvalía explicaría desde la visión docente, la incapacidad del alumnado de asumir su propia organización, culpabilizándolo, es decir, de autoresponzabilizar a los/as jóvenes por no lograr niveles de participación y de gestión óptimos; pero al mismo tiempo, se los disculpa, ya que los/as adoles-centes no pueden controlar el nivel de madurez que les impone la bio-logía.

Sin embargo, existe una visión emergente en una minoría do-cente que participa de organismos gremiales o sociales, que reconocen la necesidad de la apertura de espacios hacia los jóvenes, y critican abiertamente al profesorado que se manifiesta reacio hacia la expre-sión juvenil,

Los niños, los jóvenes, necesitan decir lo que sienten, pero no hay espacio, no hay espacios para ellos, porque la autoridad no los deja, no tienen un lu-gar donde decir lo que sienten, porque siempre los frenan, a lo mejor son muy atolondrados por decirlo así, a lo mejor no saben decirlo, pero si no buscamos las instancias para que ellos lo digan nunca van a aprender a de-cirlo... (profesora asesora del liceo tradicional).

Utilizando un término cinéfilo, si se abre el zoom para contex-tualizar la realidad juvenil y escolar, es posible observar los actuales cambios epocales y cómo éstos configuran un nuevo entramado para la tarea educativa. La escuela como institución social, se encontraría atravesada por un conflicto de sentido, es decir, se cuestiona la inte-gración juvenil como objetivo para una sociedad que se percibe en crisis; surge la imagen del derrumbe para describir la contingencia,

...si tú te ponís a pensar bien lógicamente y sociológicamente es un proble-ma grave de esta sociedad y es por eso que estamos entrando en la droga-dicción y en el alcoholismo y en todo tipo de cosas que... lamentablemente son la «debacle» de la sociedad, como se fue abajo el Imperio Romano por ejemplo, que era una gran cuestión, pero los tipos ya tenían tanta cosa que al final qué empezaron a hacer, empezaron a dejar la embarrada no más, lamentablemente la cosas sigue igual... (profesor asesor de un liceo tradi-cional).

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...es una situación, un mal endémico y yo creo que no sólo de Chile, yo di-ría que de la humanidad, ya vamos a entrar al terreno filosófico pero... hay una novela de Aldous Huxley, Brave New World, Mundo Feliz, la escribió como el año 1940, 1950 donde él, en forma anticipada, como Julio Verne, describía la sociedad del año 2000, donde las personas ingerían una droga que él denominó soma, pero que cada vez la humanidad estaba más des-humanizada, valga la redundancia, y claro, seguramente exageró, pero sen-timos que mientras más avanza la tecnología más se pierden los valores ...a medida que hubo adelantos en la parte tecnológica como que se esfumó la aureola divina digamos de la humanidad y ya nos aterrizamos y nos estamos volviendo más soberbios, nos estamos alejando de la parte valórica, ...hay una sociedad de consumo, materialista, que todo lo ve con un interés inme-diato... (jefe utp del liceo polivalente).

La escuela reaccionaría levantando un muro simbólico, que intenta resistir a los cambios axiológicos contemporáneos,3 y a la irrupción del individualismo neoliberal; no obstante, esta separación es ilusoria, ya que es permeable a la lógica reproductiva y evaluativa que especifican la valoración de un tipo de sujeto, coherente al sistema económico competitivo y al sistema democrático representativo. La imagen del muro pretende la conservación de un estatus quo, rigidi-zando a los actores educativos en sus roles (o en parte de ellos) y en los procedimientos burocráticos.

La formación ciudadana, dentro de esta lógica conservadora, cobra un sentido futuro, no se inserta como práctica concreta en el presente del liceo, sino que se posterga como ejercicio posible de asumir con la licenciatura de educación media. Es posible entonces, reconocer una racionalidad técnica,4 como enfoque de educación

3 Redondo (1994) señala que la aparición de un hombre neo-timético (porta-dor de una nueva forma de moral), se acompaña por la preeminencia del cambio acelerado, profundo y generalizado, sacralizando lo efímero y tran-sitorio como lo único permanente.

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dadana, al promover una conducta de carácter adaptativo y condicio-nado. El estudiante aprende a practicar sus derechos políticos ocasio-nalmente (la emisión del sufragio), donde el sentimiento de identidad propio del ser ciudadano se vincula más bien a la obediencia y respeto a la autoridad, y con escasa asunción de responsabilidades que permi-tan una mayor autonomía. Este modo de concebir la ciudadanía y la participación, podría anticipar el tipo de vínculo entre Estado y socie-dad, entendiendo que la escuela pública representa los intereses estata-les respecto al tipo de sujeto que desea formar para la construcción del país.

De esta forma, la participación en los centros de alumnos se constituye como representación social, en un entramado de significa-ciones en tensión. Son las representasignifica-ciones de juventud, de escuela y de ciudadanía, las que están a la base de la construcción de las posibi-lidades de participación para el estudiantado desde la cultura adulta. En el origen de esta triada, y de la participación limitada que estaría teniendo la juventud y la dirigencia en los liceos, el profesorado se sitúa en una perspectiva histórica, recogiendo la violencia política vivida en Chile como algo que permanece como un peligro real, donde sería el actor juvenil el más proclive a reproducirla en sus relaciones cívicas. Este riesgo latente sería una manera de seguir experimentando en la cultura escolar las consecuencias concretas del golpe militar de 1973, instalando aprendizajes basados en el temor al enfrentamiento, la oposición, la crítica y la expresión de las disidencias. El jefe de UTP

del liceo polivalente ilustra esta postura,

...es legítimo que cada cual tenga una posición, todos nosotros los adultos tenemos una posición más clara, pero no compartimos en general los profe-sores la idea de que haya un sesgo político, una atomización, una polariza-ción de los alumnos, tenemos un poco más edad, vivimos los momentos previos al 73, aquí mismo en Santiago, yo vivía en provincia pero ya estaba estudiando en la universidad y la FESES con grupo de choque armado, Patria y Libertad me acuerdo, y los otros, es decir de todos los lados ...pero que yo sepa o que lo hayamos visto en grupo de coordinación no, afortunadamente, porque es legítimo tener una opción, pero desgraciadamente las opciones son excluyentes, y a esta edad 16, 17 años que tienen los chiquillos se tien-de al fanatismo, entonces se cierran las opciones diversas, se ven como enemigos la persona adversaria o que tienen diferentes ideas... (jefe UTP li-ceo polivalente).

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Para otros profesores más jóvenes, el referente lo constituye la lucha de los 80 contra la dictadura, la cual motivó la última gran orga-nización juvenil alrededor de una bandera política. En ese contexto, la manifestación estudiantil y la protesta callejera aparecerían justifica-das. Pero con la llegada de la democracia, el sentido del ejercicio de la fuerza se perdería,

...yo cuando estudiaba en la universidad nosotros teníamos una bandera de lucha bien grande que era luchar contra la dictadura ¿cachai? Todo eso, a los jóvenes nos movía esa cuestión, pero ustedes actualmente lamentable-mente no tienen nada por qué luchar, si tú veís, o sea, lo veís actuallamentable-mente ¿qué frente de lucha hay grande? y es por eso que ha venido todo este caos social de las garras, de las barras bravas, botar toda esa exacerbación que han tenido de alguna forma, antes nosotros la botábamos peleando con los pacos en la universidad ¿cachai?, y eso era una cosa que para nosotros era re-buena y ahora ustedes no tienen nada, están vacíos, o sea ya conseguimos la democracia ¿qué más quiero conseguir? (profesor asesor de un liceo tra-dicional).

Las marchas, paros y tomas estudiantiles son vistas como ac-tos políticos y violenac-tos, calificativos que se funden, y que se oponen al rol culturalmente normado del ser estudiante. De este modo, se promueve la instalación de organizaciones estudiantiles de carácter preferentemente gremial, lo que favorece la mantención de elementos claves de la cultura escolar, es decir, la burocratización de las relacio-nes interpersonales, la infantilización de los actores educativos y el autoritarismo. En consecuencia, es posible identificar un desajuste entre los objetivos democratizadores que emergen desde la política pública al reinsertar la organización de los centros de alumnos en los liceos, y las representaciones y prácticas que transcurren en ellos fác-ticamente. De hecho parece suceder, que la institucionalidad política y educativa, en un contexto adultocéntrico, delega a través de las orga-nizaciones estudiantiles, en la misma juventud la responsabilidad de la integración en la vida democrática de la nación. Se revela entonces, un intento por generar una autonomía estudiantil, pero sin los recursos básicos, tanto económicos como políticos, para llevarla a cabo, gene-rando una perversión, al culpabilizar a los/as mismos/as jóvenes por la debilidad de sus organizaciones.

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per-dura, de un joven interesado y activo en los temas nacionales. Este conflicto, se encuentra a la base de cualquier tipo de evaluación que se realice tanto de la dirigencia como de las bases estudiantiles.

En síntesis, la tensión que enfrenta el centro de alumnos desde el discurso del profesorado, puede ser esquematizada en el siguiente cuadro:

Tiempo Tensión

centro de alumnos Contingente Futuro

Interno Gremial - Estudiante

Espacio Externo Político - Joven

Se pueden describir dos ejes que ayudan a comprender la si-tuación de la organización estudiantil: espacio y tiempo. El espacio está referido al lugar en el que se desenvuelve el centro de alumnos, es decir, constituye su ámbito de acción directa o responsabilidad inme-diata. Para algunas organizaciones estudiantiles este espacio de acción directa es el interno, es decir, se relacionan con temáticas, demandas y áreas de desarrollo dirigidas hacia el mismo liceo, definiéndose como entidades esencialmente gremiales y cooperadoras con la institución. Para otros centros de alumnos, el espacio de acción se vincula con el espacio y debate público (espacio externo), superando los límites del liceo, y actuando muchas veces desde posicionamientos políticos. Para el profesorado, la representación de participación en el centro de alumnos implica un enfoque hacia las necesidades internas y concretas del estudiantado; lo externo conllevaría una amenaza hacia la neutra-lidad de la escuela y por lo tanto a la convivencia pacífica.

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del liceo, es el espacio y tiempo inmediato de formación de los estudian-tes. El futuro apunta hacia una juventud que no tiene lugar en el liceo, en ninguno de los ejes (espacial ni temporal), o sea, la juventud transcu-rre en el exterior del liceo, y en el futuro, ya que los alumnos de ense-ñanza media son visualizados más bien como infantes.5

Sin embargo, existen diferencias o expresiones diversas, se-gún el contexto social. Es el anclaje, como apropiación de sentido e instrumentalización en torno a orientar comportamientos, el que per-mite proponer un sistema de interpretación propio para los y las do-centes de los tipos de liceo identificados: marginal y tradicional. Los centros de alumnos de los liceos tradicionales tienen una mayor op-ción de responder a una historia, en la que el joven además es visuali-zado de acuerdo a las expectativas que en décadas pasadas existían para los jóvenes de enseñanza media, la mayoría proveniente de nive-les socioeconómicos medio y medio alto, y que esperaban ingresar en su mayoría a estudios superiores. Estas metas permiten a la organiza-ción estudiantil desenvolverse en un ideario que le otorga mayor auto-nomías, más cercana al desempeño de roles juveniles y adultos, donde la política es aceptada con mayor naturalidad, aunque sigue tensio-nando las relaciones institucionales.

En los liceos marginales, en tanto, la ausencia de historia en los centros de alumnos, la negación de la cultura juvenil popular y la condición desintitucionalizada de los mismos liceos, incide en que las organizaciones estudiantiles aparezcan en alianza con la institución, y sean muchas veces percibidas lejanas a los intereses juveniles. La participación en centro de alumnos de estos liceos aparece relacionada a un contexto de integración en el mundo del trabajo, donde se esta-blecen relaciones interpersonales de obediencia, respeto a la autoridad y al conducto regular (muchas veces con infantilización de los actores educativos); además la política (y por lo tanto la ciudadanía de este tipo) está fuera de la expresión cultural escolar, asociándose fuerte-mente con la violencia, y por lo tanto pasa a ser proscrita.

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La situación de la organización estudiantil no es fácil, debe mediar entre una juventud postergada y una institucionalidad que no se ha democratizado sustantivamente. No es de extrañar entonces, la aparición de descripciones que relatan la soledad institucional en la que se encuentran estas instancias, y como sufren un progresivo aban-dono por parte de las bases estudiantiles que las eligen. Cabe pregun-tarse cómo esta situación que también se ha dado en un plano macro social se replica dentro de la misma escuela, afectando a una organi-zación que se supone reúne los intereses del estudiantado. Para la comprensión de esta situación se podrían establecer algunas hipótesis como las siguientes.

i) El centro de alumnos no lograría identificarse como un es-pacio juvenil, sino que es absorbido por la institucionalidad educativa que le da origen, asumiendo de esta forma, en los establecimientos concretos, características propias de la cultura escolar, en detrimento o negando incluso, la cultura juvenil. De este modo, la organización estudiantil podría estar siendo asociada a la cultura adulta, con la cual debe negociar y ceder, cuestión que podría estar siendo sancionada por las bases estudiantiles. En este sentido, es clave la cercanía de profesores al centro de alumnos en el rol de asesoría, ya que el hecho de que varios de ellos/as estén en posiciones de poder incidiría en una visión de sumisión de la dirigencia a los intereses institucionales; aun-que cabe señalar aun-que también la directiva del centro de alumnos pro-picie intencionalmente esta relación con la dirección del liceo para obtener mayor grado de influencia en las esferas de autoridad.

ii) Otro factor interviniente para la no-participación juvenil, sería el indudable desprestigio de las organizaciones y de la política, herencia del gobierno militar, donde la asociación social es vista como instancias de escasa incidencia para el logro individual y/o también son juzgadas como redes de corrupción.

iii) Un tercer factor a considerar consistiría en los cambios en las cosmovisiones que experimenta la juventud del 2000, y junto con ellas, nuevas formas de organización que no obedecerían a las clásicas agrupaciones históricas, aspecto que podría estar impactando la aso-ciatividad estudiantil normada en el liceo y la adhesión a ella. De esta forma, se podría constatar una diversificación de la participación ju-venil en distintos tipo de colectividades.6

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agru-iv) La misma representación adulta del mundo juvenil y de sus organizaciones, podría estar limitando o tergiversando las posibilida-des reales de una entidad juvenil. Las políticas públicas macro y las políticas meso del liceo, sostienen visiones de juventud, de ciudadanía y de escuela que no permitirían la emergencia de un sujeto activo que sea capaz de ejercer su poder en un contexto de formación.

6. LA CIUDADANÍA DEL MUNDO FELIZ

A estas alturas, cabe preguntarse si después del comparar nuestra realidad con el derrumbe del Imperio Romano o con el Mundo Feliz de Huxley, queda alguna posibilidad de resistencia. Queda en evidencia clara la necesidad de intervenir bajo la lógica de una educa-ción ciudadana progresista en la temática de juventud. Parcializar la experiencia juvenil ha aportado pocos elementos comprensivos de este sector de la población, y peor aún, poco ha ayudado a creer en una ciudadanía que pueda ejercerse en los mismos establecimientos edu-cacionales.

En este sentido, se hace esencial trabajar sobre las representa-ciones sociales (por lo tanto también en las prácticas pedagógicas e institucionales) de todos los actores involucrados en educación media, es decir, cuestionar desde dónde se aborda lo juvenil, y en qué tipo de escuela transcurre esa experiencia (la revelación de los supuestos).

La ciudadanía se abre como un escenario de debate pedagógi-co, que puede aportar pistas importantes para dotar de sentido la cons-trucción de sujeto que eleva la reforma en curso, discusión básica que debiese estar en el centro del prisma que reúne a las distintas discipli-nas relacionadas con la educación.

Para finalizar, se citará el objetivo la educación ciudadana que,

...no es la de «ajustar» a los estudiantes a la sociedad existente; en vez de eso, su propósito principal debe estimular sus pasiones, imaginaciones e in-telectos para que sean movidos a desafiar a las fuerzas sociales, políticas y económicas que pesan tanto en sus vidas. En otras palabras, los estudiantes

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deberían ser educados para mostrar coraje cívico, esto es, la voluntad de ac-tuar como si estuvieran viviendo en una sociedad democrática. Esta forma de educación es esencialmente política y su meta es una sociedad democrá-tica genuina, una sociedad que dé respuesta a las necesidades de todos y no sólo de unos pocos privilegiados (Giroux, 1997:254).

La idea entonces, no es la de jugar un simple simulacro demo-crático, sino creer en una participación posible y en una sociedad que se construye día a día; rescatando una voz de los 60, es conveniente destacar el rol de la educación pública, al señalar que,

Deben ofrecerse facilidades escolares de tal amplitud y eficacia, que, de he-cho y no simplemente de nombre, supriman los efectos de las desigualdades económicas y aseguren a todos los sectores de la nación una igualdad de condiciones para sus carreras futuras. El ideal puede parecer de ejecución remota, pero el ideal democrático de educación será una ilusión y hasta una farsa trágica a menos que el ideal domine cada vez más a nuestro sistema de educación pública (Dewey, 1960:102).

SANTIAGO, SEPTIEMBRE 2002

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