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Algunas magnitudes recientes de la empresa

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Tras la fusión con la cuarta empresa minera más grande del mundo,2 Xstrata, y la ad-

quisición del gigante canadiense del agronegocio, Viterra, Glencore constituye una de las empresas más grandes en el negocio de las materias primas. Actualmente produce y co- mercializa 90 commodities (minerales y metales, combustibles fósiles y materias primas agrícolas). Está presente en 50 países y declara que emplea a cerca de 181.000 personas.3

Ivan Glasenberg, director ejecutivo de Glencore, sigue teniendo preponderancia puesto que posee el 8,43 % de la empresa. Otros accionistas institucionales son: el Fondo Soberano de Inversión de Catar (8,99%), el Fondo Soberano de Inversión de Noruega (1,92%), BlackRock Investment Management (UK) Ltd. (1,62%) y The Vanguard Group, Inc. (1,52%).4

En 2014, la empresa declaró una facturación de 224.000 millones de dólares,5 lo que re-

presenta que es la novena empresa global según el ranking de ventas de la revista Forbes.6

El EBIT (beneficios antes de intereses e impuestos) sumó 6.706 millones de dólares7 y los

beneficios netos 4.300 millones. El sector de las materias primas energéticas (esencial- mente carbón y petróleo) y el sector de los productos agrícolas representan, cada uno, el 14% de sus ganancias8. En esta última área, Glencore está activa en la producción y pro-

cesamiento de trigo, soja y girasol. De acuerdo con las últimas estimaciones, la empresa posee o arrienda 180.000 hectáreas.9

Glencore obtiene más del 70% de sus benefi- cios de la extracción, procesamiento y comer- cialización de minerales y metales (cobre, zinc, níquel, aluminio, hierro, oro, plata, cobalto, ferrocromo, platino, paladio, rodio, vanadio). Entre los minerales y metales que generan a Glencore importantes beneficios, destacan particularmente el cobre y el zinc, cuyas ventas sumaron 25.000 millones de dólares en 2014. A nivel global, la empresa sostiene, de hecho, que es el primer proveedor y el tercer productor de cobre. Ese año, comercializó 2,8 millones de to- neladas y produjo 1,5 millones.10 Prácticamente

un tercio del dinero obtenido a partir de este metal provenía de América del Sur (Chile, el Perú y la Argentina) y el 20% de las minas afri- canas situadas en la República Democrática del Congo (Katanga, Mutanda) y Zambia (Mopani). La producción de zinc (1,38 millones de tone- ladas) le permitió sumar unas ventas de más de 7.000 millones de dólares y representó en volúmenes el 10% de la producción mundial.11

Portada del informe de sostenibilidad 2012 de Glencore en Perú

En el Perú, el tercer productor mundial de zinc y de cobre,12 Glencore controla o participa

en seis megacomplejos mineros. Visitar la página web sobre las actividades de la empre- sa en este país se asemeja a recorrer el sitio de Unicef o de alguna ONG de desarrollo. Y sin embargo, tal y como sucede en la mayoría de países donde se activa la empresa, las magnitudes económicas y las políticas de responsabilidad social corporativa tan publici- tadas contrastan con los conflictos socioambientales que genera.13 Estos afectan sobre

todo a poblaciones vulnerables desde el punto de vista socioeconómico: comunidades campesinas e indígenas y trabajadores y trabajadoras poco cualificados. Es importante recordar que en las tres regiones donde trabaja la empresa, Cusco, Lima y Ancash, se registran niveles altos y muy altos de inseguridad alimentaria14, y los índices de desa-

rrollo humano incluso han empeorado en los últimos años, en casos como el de Ancash.15

A continuación veremos algunos ejemplos recientes de conflictos socioambientales. En la provincia de Espinar (Cusco), donde Glencore dispone de los complejos mineros de Tintaya, Coroccohuayco y Antapaccay,16 existen quejas y denuncias por parte de las

comunidades locales por la contaminación, que pone en grave riesgo su salud y la de sus animales.17 En 2014, la empresa recibió una multa de 83.000 dólares por el derrame de un

concentrado de cobre que superaba en más de un 3.000% las cantidades permitidas por los estándares ambientales.18 No obstante, en otros casos la contaminación se produce

sin que la empresa admita el daño ni sea sancionada por ello. Esto es particularmente grave si recordamos que se trata de una región donde la actividad agropecuaria ocupa a la mitad de la población económicamente activa.19 En 2011, el Frente de Defensa de

los Intereses de Espinar, conjuntamente con el alcalde de la provincia, presentaron una denuncia contra la empresa. Se basaron para ello en dos estudios independientes sobre el agua y sobre la salud, que confirmaban, respectivamente, la contaminación del agua con metales pesados y en dosis dañinas para la salud, así como la presencia de una concentración altamente peligrosa de arsénico, plomo, cromo y mercurio en la sangre y la orina de sus habitantes. La empresa desmintió los resultados de ambos estudios y el conflicto subió de tono en 2012, cuando la represión policial de las comunidades tuvo un saldo de tres muertos y un centenar de heridos. El terreno de la empresa fue acondi- cionado entonces como un campamento para presos, quienes denunciaron maltratos y torturas.20 Un año después, el gobierno peruano realizó un nuevo informe que confirmaba

la contaminación pero matizaba vinculándola con las actividades mineras de Xstrata Tintaya.21 Glencore siguió manteniendo que su actividad no dañaba el medio ambiente

en la zona. A finales de 2014, un médico co-investigador en el Instituto Nacional de Salud reveló que se había escondido a la población una información clave: las muestras habían indicado la presencia de once metales adicionales, entre los cuales figuraba el uranio.22 Si

bien la empresa no se ha pronunciado sobre este último punto, difundió una respuesta al informe Conquistadores corporativos23 en enero de 2015 sobre el caso de Espinar. Continúa

negando la contaminación y la atribuye a la “mineralización natural de la zona”, admite haber contratado los servicios de la policía para tareas de vigilancia y resalta sus políticas voluntarias de responsabilidad social corporativa como ejemplares. En suma, considera las protestas y las críticas ante su actuación como injustificadas.24

Protesta contra Glencore en Espinar, el Perú

Antamina, la tercera mina de zinc y la octava de cobre del mundo,25 ofrece otro ejemplo del

comportamiento de Glencore en términos de responsabilidad socioambiental.26 En 2012,

una válvula del mineroducto estalló, y generó el derrame de 45 toneladas de concentra- do líquido de cobre. Al expandirse una nube de gas tóxico, los habitantes de Santa Rosa sufrieron náuseas, mareos, sangrados, desmayos. Como consecuencia, unas 200 perso- nas debieron someterse a tratamiento y una de ellas incluso falleció. Un año después, el Instituto Nacional de Salud comprobó que la zona seguía contaminada por metales pesa- dos y que un tercio de las 919 personas examinadas tenían en la sangre niveles demasiado altos de cobre, plomo y arsénico. De acuerdo con lo/as habitantes, el número de personas afectadas fue bastante mayor. La empresa siguió negando responsabilidades, arguyendo que la contaminación se debía a una mineralización natural de la zona.27

En este país, las actividades de Glencore han generado además un número sustancial de

conflictos laborales y en varios casos la actuación de la empresa intenta obstaculizar la

organización sindical. Ya en 2008, coincidiendo con el proceso de gestación del Sindicato Nacional de Trabajadores Metalúrgicos (SINTRAMIN) en la mina de Rosaura, Perubar, participada en un 85% por Glencore, ésta anunciaba que cesaba sus actividades de golpe y despedía a los 500 trabajadores de la mina, arguyendo pérdidas por la caída de los precios internacionales. La mina fue vendida a Los Quenuales, otra empresa controlada por Glencore. Pese a las circunstancias, los trabajadores lograron fundar el SINTRAMIN, a través del cual se ha demandado a la empresa ante el Tribunal del Trabajo y el Tribunal Supremo del Perú, y se contempla la posibilidad de acudir ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Un ejemplo más: en diciembre de 2013, 35 obreros de la mina Tintaya Antapaccay fueron despedidos y todos pertenecían a un sindicato recientemente

constituido. El abogado de la empresa les propuso su reincorporación a condición de que renunciaran a pertenecer al sindicato. En febrero de 2014, un inspector del Ministerio del Trabajo peruano confirmaba que con su actuación hostil en este caso, la empresa había atentado contra los derechos sindicales.28

Unas relaciones particularmente asime´tricas

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