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i i) La globalización (neoliberal) ha aumentado las desigualdades

Capítulo 4. Aspectos teóricos sobre anticooperación: discusión y resultado

4.2. Concepto de Interferencia (y mecanismo transnacional)

4.3.1.  La concepción neoliberal de la ayuda al desarrollo 4.3.2.  ¿Qué debería ser la ayuda y qué la cooperación? 4.3.3.  El quit: la anticooperación prevalece

La teoría de la vaca

4.4. Esferas y mecanismos de anticooperación

4.4.1.   Análisis multidimensional de la anticooperación a)  Anticooperación militar b)  Anticooperación tecnoproductiva c)  Anticooperación financiera d)  Anticooperación comercial e)  Anticooperación diplomática f)  Anticooperación ambiental g)  Anticooperación en el movimiento de personas h)  Anticooperación simbólica i)  Anticooperación “solidaria”

Diagrama de las esferas y mecanismos de la anticooperación

4.5. ¿Cuál es el origen de la anticooperación?

4.6. Indicadores de anticooperación

Comparativa de flujos ligados a fenómenos de anticooperación

4.7. La CPD desde el concepto de anticooperación

4.8. Resumen

discusión y resultado

4.1. Críticas al debate sobre las desigualdades Norte Sur

y nuevas bases

D

e cara a acotar el campo de discusión en dirección a cumplir con los objetivos de nuestra tesis, conviene tener en cuenta algunas críticas clave presentes en el debate sobre el impacto de la globalización en las desigualdades mundiales. De estas críticas, con las que coincidimos, se desprenderán intuitivamente la necesidad de introducir dos nuevos conceptos en la arena del campo de las relaciones internacionales y del desarrollo, dos aportaciones originales de nuestra tesis . Se trata de dos conceptos interrelacionados pero distintos: el de “interferencia transnacional” y el de “anticooperación”. Conceptos que serán desarrollados a lo largo de la tesis. Tanto uno como otro son nociones huérfanas de literatura académica. Son de hecho dos neologismos cercanos a otros conceptos más maduros como el de huella (ecológica, de carbo- no, energética, etc.), deuda (externa, ecológica, social, histórica, etc.), extraterritorialidad, etc.). El Estado del Arte nos ha permitido hacer una breve aproximación a lo que las principales corrientes de pensamiento sobre relaciones internacionales y las teorías del desarrollo han apuntado sobre aquello que trata de responderse aquí: qué responsabilidad detentan los agen- tes del Norte en las grandes problemáticas del Sur. En este capítulo se recogen pues las críticas centrales, se discuten para luego presentar lo que puede llamarse el resultado teórico de la tesis. Como ya hemos anunciado al inicio, las descripciones y reflexiones que aparecerán a con- tinuación son fruto del trabajo de los últimos veinte años del autor de esta investigación en

diálogo y aprendizaje y construcción colectiva en el equipo del ODG en sus quince años de historia. También del debate suscitado entre movimientos sociales y de organizaciones de soli- daridad internacional, ecologismo social, derechos humanos y paz; así como del seguimiento de actores transnacionales que van desde los gubernamentales (agencias de crédito a la expor- tación, institutos de internacionalización de la empresa, agencias de cooperación), compañí- as transnacionales y organismos internacionales, en particular las financieras. Esperamos que estas bases puedan servir no sólo para emprender esta sino para algunas tesis doctorales más. En primer lugar y como hemos visto antes, se mantiene la mirada economicista(economía en el sentido de la crematística no de la oikonomia y el cuidado de la vida) a un problema que en realidad va mucho más allá de la producción y distribución de lo que se considere parte del PIB. Desde la perspectiva del buen vivir o de enfoques como el que hace la ecología política, es un debate baldío con respecto a factores tales como la salud, la convivencialidad, la felici- dad, la equidad o el cuidado de sus habitantes. Tampoco considera el grado de solidaridad intrageneracional, factor clave para la supervivencia en situaciones de alta vulnerabilidad como las que caracterizan a los sectores pobres. Ni tampoco las desigualdades en el grado de solida- ridad intergeneracional, representada por ejemplo, por el cuidado de la naturaleza. En defini- tiva, se trata de un debate limitado que apenas es capaz de discernir respecto a felicidad, soli- daridad o armonía con la naturaleza en las distintas formas de organización social.

En segundo lugar, tal y como postula la escuela estructuralista, el sistema mundial presen- ta una clara estructura (dinámica) de actores regida por relaciones de poder entre ellos. Los factores exógenos condicionan fuertemente el devenir de las sociedades. Además, los Estados ya no son islas sino sistemas parcialmente abiertos.

En este sentido algunos estructuralistas plantean críticas metodológicas a los autores neo- liberales. En particular, centrarse en las desigualdades entre las personas, no sólo de los esta- dos. Por tanto, deberíamos observar qué ocurre en el interior de los Estados. En especial en la medida que la globalización va acentuándose y las fronteras se van comportando como membranas más porosas y selectivas. Además, los países emergentes que están prosperando económicamente (China, India, Brasil, los tigres asiáticos, etc.) durante la globalización, lo han hecho porque han impuesto fuertes restricciones de carácter estatal al capital privado tanto en el momento de la salida del país como de la entrada (Stiglitz, 2006). Así pues, no se puede identificar el resultado positivo de progreso del producto interior de estos países con la hegemonía del liberalismo económico y la implantación masiva del Consenso de Washington como suelen afirmar algunos de sus promotores intelectuales.

En tercer lugar, críticas desde escuelas diversas al enfoque neoliberal añaden que la globa- lización basada en el proceso paralelo y complementario de liberalización y mercantilización, ha aumentado la interdependencia pero también la vulnerabilidad de los más pobres a facto- res externos como el precio de los alimentos o la energía muy ligados a las crisis ecológica, energética y climática globales y a las episódicas crisis financieras de carácter especulativo que sufre actualmente el capitalismo global. Las economías periféricas han acentuado su carácter exocentrado, es decir, orientado hacia fuera. Ante ello, habría que evaluar la evolución de la vulnerabilidad y los cambios en la dependencia respecto a estadios anteriores tanto de los paí- ses como de las poblaciones más desfavorecidas. Ello pasa por reconsiderar las variaciones en los patrones de producción, consumo, propiedad y comercio no sólo en términos internacio- nales sino también al interior de los estados. El enfoque de la ‘soberanía’ (popular) alimenta-

ria, energética, sanitaria, etc., más que sólo el de ‘seguridad’ alimentaria, energética, sanitaria, habitacional, etc., parece ser el más adecuado para este cometido.

En este sentido y en cuarto lugar, conviene también recoger algunas críticas oportunas a determinados aspectos de las tesis dependentistas clásicas en el sentido que otorgan demasia- da importancia a las relaciones entre Estados. Se trata de un análisis centrado en los Estados dominados vs.dominadores, y en las fronteras que los separan, y no en las interacciones a dis- tancia entre grupos de interés. El excelente trabajo del Corporate Europe Observatory mues- tra en sus publicaciones la lógica de los lobis empresariales europeos y las consecuencias de su influencia en políticas públicas, muchas de ellas con afectación fuera del espacio Schengen (Corporate European Observatory, 2002). En realidad, en la medida en que la globalización ha avanzado, el Norte sociológico se ha ido instalando en el Sur geográfico. Y el Sur socioló- gico también en el Norte geográfico, aunque en este caso con fuertes diferencias asociadas a las garantías sociales que todavía ofrecen sus estados. Las élites y las clases medias en el Sur (minoritarias poblacionalmente) defienden proyectos similares y sinérgicos a los de las élites y clases medias en el Norte (mayoritarias), y de hecho a menudo se alían y se confunden (Llistar, 2002). De modo que a pesar de que los intereses y diferencias nacionales persisten, el capital (y sus propietarios y gestores) se dispersan, porque han logrado evadir las fronteras. Resulta más esclarecedor volver a conceptualizar las clases sociales tal cual Marx planteaba en

El Capital, pero extendiéndose a una escala mundial. Es decir, clases sociales mundiales: clase capitalista mundial, clase consumidora mundial, clase asalariada mundial y la clase mundial de los excluidos o dalits o nadies. Es por ello que los movimientos de justicia global –aunque no todos– hablan del Sur Global y del Norte Global. Lo ilustra, por ejemplo, el hecho de que en 2004 existían más consumidores en China y en la India (formando parte activa de la clase consumidora mundial) que en toda la Unión Europea (Halweil, Mastny, Assadourian, & Starke, 2004). Consumidores que paradójicamente comparten hábitos de consumo muy similares en todo el mundo.

4.1.1. Interdependencia compleja

No obstante, las relaciones de poder no han desaparecido en absoluto si bien se han transfor- mado. Las desigualdades en las relaciones entre explotadores y explotados, dominadores y domina dos, se mantienen. Incluso, como decíamos, se han multiplicado. Disponemos de una nueva “ana tomía del poder”, diferente a la del periodo colonial o al de la Guerra Fría, pero no más fa vo rable al Sur Global que las anteriores como auguraban autores optimistas del apa- rato neo liberal como Fukuyama. De hecho, se hace patente la ausencia de un régimen nor- mativo e institucional global que proteja a las mayorías sociales más débiles, a la naturaleza y al resto de especies vivas. La correlación de fuerzas entre capital transnacional y las mayorías sociales del planeta favorable al capital, hace que se aplique una y otra vez el Derecho Comercial Global —la nueva lex mercatoria mundial— por encima del Derecho Internacional basado en los Derechos Hu ma nos y de la Naturaleza como señala (Hernández, 2008). Efectivamente, se trata de una gobernanza global asimétrica (Verger & Llistar, 2005). Ahora bien, una de las transformaciones importantes de las relaciones de poder en la glo- balización consiste en que las distancias de interacción entre actores del sistema se alargan.

También entre ganadores y perdedores, entre dominadores y dominados. La distancia hace que estas relaciones subalternas sean más complejas de percibir que en otros estadios de la historia. Como ya empezaban a sostener los pluralistas estadounidenses Robert Keohane o Joseph Nye durante los inicios de la etapa más intensa de cambio de la globalización en los 70 (Keohane & Nye, 1972), existe una miriada de vías a través de las cuales la gente de un país puede relacionarse con la de otro. Transacciones transfronterizas, gente viajando, migrando, bus cando refugio, contenedores de mercancías cruzando los océanos, información por fibra óp tica, no implican siempre relaciones interestatales ni quedan reguladas por los estados. Afir - maban, en su crítica al realismo político de la posguerra mundial, que agentes no estatales pueden afectar nuestras vidas tanto o más que los agentes estatales. Añadían que en general, el Es tado, no termina regulando bien estos flujos fuera por incapacidad (estados débiles o flu- jos difíciles de controlar), o bien porque controlarlos supondría costes económicos, políticos o sociales graves. En este sentido los actores estatales deberían verse obligados a negociar con actores no estatales.

Nye y Keoane plantean una actualización de la teoría de las relaciones internacionales durante los años 70 y 80 aunque introduciendo la noción de “interdependencia compleja” (Keo hane & Nye, 1977), desde la que se asume que existen múltiples canales de acceso entre sociedades (incluidas las estatales). Afirman que el uso de la fuerza en las relaciones interna- cionales pierde protagonismo en detrimento de otras relaciones como las financieras. Además, dicen, no existe jerarquía entre ámbitos (comercial, seguridad, diplomático, financiero, etc.). Cada ámbito o esfera estará o no más arriba de la agenda política dependiendo de la coyun- tura. El pluralismo ve así las relaciones no como un todo si no desagregadas en diferentes issue-areas que despliegan diferentes modos de dependencia mutua. Como en una superpo- sición de tableros de ajedrez, en partidas simultáneas e interconectadas.

Así la sensibilidad de los actores varía según las circunstancias. Igualmente su vulnerabili- dad. Por ejemplo a principios de los 70 los países industrializados eran muy sensibles a la subi- da del petróleo, siendo su vulnerabilidad muy diversa. Este fenómeno hará que los países des- arrollen ciertas fortalezas en ciertos ámbitos para compensar la debilidad en otros. Un ejemplo histórico fue la Crisis Smithsoniana de 1971 provocada por la decisión estadounidense de rom- per la paridad dólar-oro establecida por la comunidad internacional en Bretton Woods en 1944 (Gowan, 1999). EEUU amenaza a Alemania y Japón con retirar sus fuerzas de sus terri- torios además de imponer restricciones a sus exportaciones (EEUU no era ni sensible ni vul- nerable a estos dos aspectos), si no aceptaban de buen grado la rotura unilateral por parte de los EEUU de la paridad dólar-oro (EEUU sí era altamente vulnerable a las finanzas).

4.1.2. Sistemas Semipermeables

La vida y el día a día de una comunidad dependen de su capacidad organizativa, sus recursos disponibles, de su tamaño, su creatividad y en definitiva, de ella misma. Sin embargo y de ma nera creciente, el destino de una comunidad depende además de factores exógenos. Efec - ti vamente, una comunidad, se encuentre donde se encuentre, lo quiera o no, estará sometida en mayor o menor medida a las decisiones y circunstancias ajenas de actores externos. Tanto más cuanto más avanzado el proceso de globalización y cuanto más integrada y dependiente

sea. Vivimos en sistemas semipermeables, y no en alejadas islas como pudo suceder en otros tiempos1. Permeables selectivamente a gran número de interacciones, especialmente las rela- cionadas con las intensivas en capital. Pero empleando gran cantidad de recursos para resul- tar impermeables a la circulación de los ciudadanos del Sur. Por lo tanto, cada vez nuestros sistemas son más vulnerables a ciertos factores exteriores. La interdependencia se intensifica. Aunque interdependencia, como veremos, para nada signifique simetría.

Esta obviedad sirve para descartar algunas interpretaciones sobre el devenir de algunas sociedades periféricas. Semejantes preinterpretaciones erróneas muy presentes por ejemplo entre los generadores de opinión occidentales, atribuyen el ‘subdesarrollo’ estricta y gene ra li za - damente a la mala gestión local de sus propios recursos, a su baja creatividad, nula ini cia ti va, o incluso, a su poca predisposición para trabajar, sus tropicales temperaturas, sus nu merosas catástrofes naturales o propensión a la corrupción o a guerrear. Ver por ejemplo la tesis de (Pozo Marín, 2010) en la que se demuestra que las guerras no son tan locales como las des- criben los mass media sino que tienen más de global. Puede además realizarse una sencilla encuesta en ambientes de confianza para comprobarlo.

La historia de Iraq y la vida de los iraquíes, por ejemplo, no pueden explicarse en térmi- nos de su propia soberanía y albedrío. Desde que las prósperas y avanzadas civilizaciones babi- lónicas fundaran las primeras ciudades de la humanidad en los territorios entre el Tigris y el Éufrates a partir de 5000-6000 años a. de C. –mucho antes de la sociedad del petróleo–, hasta la nefasta situación de ocupación anglo-norteamericana y guerra civil sufridas en la actua lidad por la población iraquí, se han producido muchas interferencias exteriores. Las generaciones actuales de iraquíes no pueden explicar sus vidas sin referirse a los británicos o los estadou- nidenses, ambos ni siquiera vecinos.

De la misma forma ninguna excolonia africana, asiática o latinoamericana puede explicar su presente sin reiterar que su historia ha sido torpedeada por largos años de invasiones, exter- minio, expolio, trata de esclavas, racismo, fueran españolas, francesas, británicas, holandesas, etc. Se ha venido generando una suerte de deuda histórica que el orden internacional actual no reconoce2. Y que hoy, otra vez y mediante nuevos vectores, siguen estando interferidas en gran medida por Washington o Bruselas.

Visto desde la otra cara de la moneda, la industrialización y prosperidad económicas en las sociedades centrales, tienen que ver no sólo con sus propias habilidades y circunstancias, sino con la sobre-explotación humana y biofísica de África, Asia y Latinoamérica, así como de las clases trabajadoras locales. Es necesario repensar el desarrollo del Centro también sobre la base de la explotación de la Periferia tal y como postula la teoría de la dependencia.

Pero, ¿cómo podemos reconceptualizar los efectos producidos por unas sociedades sobre otras de una forma sencilla? ¿Qué es lo que un europeo medio tiene que ver hoy con la pobre- za de una campesina nicaragüense, con el naufragio de los tripulantes de una balsa repleta de migrantes subsaharianos, con el suicidio de un hombre bomba en Bagdad, con los enormes ganancias de los bancos españoles en América Latina o con la tala indiscriminada de los bos- ques primarios de la selva amazónica ecuatoriana?

1. Por ejemplo, el grado de obertura de la economía española medido como la suma de las exportaciones y las importaciones reales sobre el PIB, ha pasado de 33,0% en 1990 a 63,5% en 2002.

2. Para visibilizarlo algunos movimientos africanos han propuesto el concepto de ‘Deuda Histórica’. Ver African Reparations Movement (Biondi, 2003).

4.1.3. La escala adecuada de análisis

Se repite a menudo un error, tan caudal como habitual, al tratar de explicar innumerables fenómenos asociados con la degradación ambiental, la desigualdad de oportunidades, la falta de paz, la erosión cultural, la violación de algunos derechos humanos, etc. Si no utilizamos la escala adecuada para analizar esos conflictos, perdemos de vista relaciones de causa/efecto fundamentales. Nos referimos en primer lugar a relaciones de larga distancia, que metafóri- camente sólo se observan a vuelo de satélite; relaciones que como poco son internacionales, otras transnacionales, algunas globales, y que, por supuesto, hace un lustro apenas existían. Relaciones que se incrustan en las realidades locales y, en ocasiones, las hacen insoportables. Relaciones que se desconocen –tal vez porque son complejas, sutiles y muy nuevas–, o que se silencian interesadamente al permitir el ocultamiento de grandes privilegios. Relaciones que hacen poderosos a los propietarios de las compañías transnacionales que las han metaboliza- do y reproducido a su conveniencia. Exactamente las mismas que provocan la agonía de los campesinos en la India, en México o en Darfur. O que hacen subir de un día para otro el pre- cio de los cereales y la leche en los mercados locales.

En síntesis, se afrontan los problemas locales derivados de causas globales a menudo sin saber quién, porqué, cómo y desde dónde se producen. No suelen hacerse análisis sistémicos sino fragmentados de la realidad. Los gobiernos y sus agencias de desarrollo por ejemplo, pre- fieren no enfrentar las causas por diversos motivos y para justificar su trabajo recortan la rea- lidad como si de cartón se tratara. El principal organismo de desarrollo por su enorme influencia, el Banco Mundial, lleva a cabo su papel de “mantenimiento de paradigma” al con- ceder privilegios en sus investigaciones a individuos y al trabajo que es afín con su ideología de sus principales accionistas, EEUU y la UE (Broad, 2006). De modo que centran la aten- ción en determinados aspectos que legitiman los intereses del núcleo de control, descuidan- do aspectos de conjunto que son claves en las causas de los problemas. Los indicadores que se usan se basan en la simplificación y no en la multiplicidad de criterios. Las estrategias que surgen de ellos, no pueden ser sino incompletas, ineficaces y a menudo contradictorias. Otros actores de la cooperación al desarrollo suelen hacer lo mismo. Un caso extremo y paradigmá- tico es el de las fundaciones filantrópicas de corporaciones transnacionales de industrias extractivas, por ejemplo mineras. La estadounidense Doe Run en la población minera de La Oroya (Perú) es la responsable de un enorme nivel de plomo en sangre de la población, hasta el punto que la población infantil presenta cuadros de bajo desarrollo intelectual, cansancio crónico, malformaciones, etc. Existen contra ella además varias acusaciones formales de corromper diferentes cargos públicos afectando así la democracia local, y sin embargo ofrece a través de su fundación diversa ayuda filantrópica y, por supuesto, selectiva, que es valorada por gobernantes y buena parte de la población como positiva. La ayuda en sí tiene utilidad

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