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LAS FUENTES NO SON MONOLÍTICAS

RECUADRO 7 CONTINUACIÓN

Continúa en la siguiente página Sin embargo, uno de los periodistas asistentes comenta:

Pero, por ejemplo, usted podría hacer una observación al periodista en el sentido de decirle: bueno, lo importante no son los tres o seis meses de la ayuda. Podría decir-les: ‘Ustedes se centran mucho en ese tema de la ayuda alimentaria. Siempre pre-guntan, que el mercadito, que tres meses, que seis meses’. Podría explicarle que la misma sentencia de la Corte es muchísimo más amplia en relación con el problema del desplazamiento, pues trata del esclarecimiento de la verdad, justicia y repara-ción. También podría sugerirle la importancia del tema de la prevención, y darle informaciones no reservadas sobre la problemática.

„ Ser respetuoso con los periodistas locales. Un periodista de Cúcuta se queja:

Muchas fuentes prefieren no entregarle información a quienes estamos radicados en la misma ciudad. Llega un periodista de Bucaramanga o Bogotá y le dicen las fuentes lo que nunca habían dicho a los locales. Así, el corresponsal o el periodista permanente quedan ‘desplazados’.

„ Evitar prejuicios negativos sobre los periodistas. Pensar que no pueden enten-der los problemas que las fuentes plantean produce distanciamiento con los periodis-tas. Subvalorarlos, considerarlos incapaces o manoseables, impide una relación fluida.

„ La perspectiva de atención psicosocial es fundamental en la temática del desplazamiento. Es responsabilidad de las fuentes hacer más énfasis en el aspecto de los traumas del desarraigado para que esta faceta se trasmita al periodista, que suele abordar el tema “desde afuera”, con un enfoque miserabilista o caritativo, desconociendo también el enfoque de derechos. Así se “cosifica” a la población en estas circunstancias.

„ Evitar el tono quejumbroso o panfletario. A veces, las fuentes contestan con un discurso poco convincente para el periodista, cuando de lo que se trata es de con-vencerlo sobre la bondad de la argumentación:

Que las fuentes no echen el discurso veintejuliero –aconsejó un periodista en Bucara-manga. Es muy difícil que a uno lo estén entrevistando todos los días en los medios.

Entonces, hay que aprovechar ese cuartico de hora: contesten lo que les preguntan y sobre todo, si el periodista hizo mal la pregunta, pues ustedes aprovechen y hagan una buena respuesta que muestre la organización, casos concretos, experiencias.

„ Saber que las respuestas “absolutas” predisponen al periodista. Un perio-dista de Bogotá comenta:

Cuando, ustedes, las fuentes dicen: ‘nunca se hizo nada, nunca se apoyó, nunca jamás se consiguió’, no dan ganas de preguntar más

Uno de los problemas más graves en Colombia es el fatalismo y los medios de comu-nicación refuerzan esa tendencia fatalista, la morbosidad del receptor; pero también lo hacen las fuentes. El fatalismo lleva a que no se solucionan los problemas o con-flictos porque si nada se puede hacer, si nada se ha hecho, y si nada se va a hacer, no hay solución posible.

„ Exactitud. En Neiva, una fuente comenta:

Se contesta con ligereza y esto desinforma a la gente que escucha la noticia. Por ejemplo, una fuente decía: ‘Es que la Red no me ha solucionado nada’. Hay que saber que la Red no soluciona, sino que coordina todos los procesos. La UAO tampoco soluciona la parte económica de manera definitiva. La UAO es una unidad de aten-ción inmediata. No podemos pedirle a la UAO que nos solucione el proyecto de vida.

„ No creer que los medios de comunicación sirven para hacerle propaganda a las fuentes. Ojalá nunca una fuente reaccione de la manera como le escuchó un periodista decir a un funcionario en Barrancabermeja:

Cuando entregaron unos mercados a unos desplazados y no acudió la prensa por-que en ese momento hubo algún problema de orden público por-que repor-quería su aten-ción, este funcionario dijo: ‘entonces perdimos la entrega de mercados’. Increíble, pero cierto. ¡Eso fue lo que dijo! : ‘perdimos la entrega de mercado’, porque no hubo una cámara que registrara el hecho.

„ Procurar expresarse con sencillez y claridad. Una fuente describe las conse-cuencias de no hacerlo:

A veces los periodistas preguntan unas cosas que uno no entiende y los que contes-tan también lo hacen en unos términos que uno no entiende.

En otras palabras, tanto periodistas como fuentes deben recordar siempre su res-ponsabilidad social y hacer el esfuerzo de comunicarse de manera sencilla, con pú-blicos que no están enterados de muchas facetas del desplazamiento forzoso y, en no pocas ocasiones, quieren permanecer distantes y ajenos.

Un periodista no puede ser un lector común de periódicos ni un radioescu-cha o televidente del montón. Debe ser un lector profesional, alguien que com-prenda los lenguajes de los medios con mayor profundidad que la alcanzada por los receptores promedio. Si el periodista no es capaz de identificar en los textos ajenos las estructuras secretas del lenguaje, tampoco tendrá la oportunidad de ser autocrítico con su trabajo ni la habilidad de producir de manera consciente sus propios textos.

El periodista debe conocer, de antemano, qué provocará su historia tanto en las fuentes como en los receptores, oriente antioqueño. Fotografía Paul Smith.

to armado interno. Y el desplazamiento forzado es uno de los dramas más inten-sos en el panorama de la Colombia en conflicto.

Hay que partir del elemental hecho lingüístico de que entre los interesados ni siquiera existe un acuerdo sobre cómo nombrar a los protagonistas de este fenó-meno. A los desplazados no les gusta que los llamen así, como se expone en el Capítulo 2 de este Manual. Pero nadie tiene la fórmula alternativa, el otro vocablo para nombrarlos sin que su dignidad se ofenda y sin que se maltraten la eficacia y belleza del idioma. De hecho el material con que se va a trabajar en este capítu-lo emplea la denominación “desplazados” para referirse a las personas en situa-ción de desplazamiento.

Si los periodistas no sabemos siquiera cómo llamar a los desplazados, segu-ramente tampoco tenemos certezas profesionales sobre la manera de relatar muchos aspectos de su drama. De ahí que sea importante echar una mirada a cómo lo estamos haciendo. En este capítulo se analizan cuatro artículos apareci-dos en la prensa escrita colombiana, referiapareci-dos toapareci-dos al tema del desplazamiento forzado. Han sido ya sometidos al estudio de muchos colegas en los talleres de Medios para la Paz. Y han ofrecido sorpresas.

Dos de ellos son reprochables, dos son de buena calidad profesional. En los talleres con frecuencia sucedió que grupos de periodistas rechazaban los buenos y erraban en el señalamiento de las fallas de los malos. No es extraño este resulta-do, porque un texto siempre es un signo, un enigma que hay que desentrañar.

Los textos hablan más allá de lo evidente, desde las entrelíneas, desde las asocia-ciones implícitas y extraviadas entre las palabras.

Como se trata de un Manual, es preciso hacer una sugerencia a los periodis-tas que lo usen y que quieran sacar provecho del mismo. Que primero lean con atención, de manera individual o en grupo, la trascripción del facsímil de cada nota y traten de hacer su propio análisis hasta llegar a una valoración del texto.

Para ello conviene hacer un balance de las fuentes utilizadas en la investiga-ción y de la atribuinvestiga-ción de las mismas; observar si se contextualizan adecuada-mente los hechos; evidenciar la estructura narrativa, los giros del lenguaje y el uso de estereotipos; apreciar la perspectiva desde la que narró el autor y su imparcia-lidad frente a los actores del conflicto; comprobar lo apropiado de los títulos, fotos y pie de fotos.

Después de tener su propio veredicto, entonces sí que cada cual lea el

resul-tado del análisis que a continuación se propone. En esta forma podrá confrontar

los dos, para validar, reformar o enriquecer la visión personal. Todo en aras de la

formación de periodistas que sean lectores profesionales y por tanto redactores

profesionales

Las cerca de trescientas personas que permanecen en el CICR aseguran que se harán matar si la Fuerza Pública intenta des-alojarlos. Fracasó la toma de la Red de So-lidaridad, entidad que denunció a los des-plazados por daño en bien ajeno.

EL TIEMPO / MIÉRCOLES 23 DE FEBRERO DE 2000

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