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Probióticos: características y modos de actuación

In document Inés García de la Banda García (página 46-48)

5. Los probióticos en acuicultura

5.1 Probióticos: características y modos de actuación

En los últimos cincuenta años, el término probiótico ha ido modificándose de manera paralela al desarrollo de la microbiología moderna.

A comienzos de los años 50, Vergio (1954) fue uno de los primeros científicos en establecer una definición de probiótico al comparar los efectos adversos (“antibiotika”) que los antibióticos ejercían sobre la microbiota intestinal, con las acciones beneficiosas (“probiotika”) promovidas por otros factores que no pudo determinar. Treinta y cinco años más tarde Fuller (1989) popularizó el término y estableció además una asociación estrecha entre probiótico y alimento, definiéndolo como “producto alimenticio vivo que afecta beneficiosamente al hospedador mejorando su equilibrio microbiano intestinal”.

Es a finales de la década de los 90, cuando dentro de la definición de probiótico, además de la asociación con el alimento, se incorpora la asociación con un microorganismo vivo. De este modo en el año 1997, Tannock (1997) define a los probióticos como “aquellas células microbianas vivas que son administradas como suplementos dietéticos con el objetivo de mejorar la salud”. Y la FAO en 1999, dado el creciente interés mundial en el empleo de probióticos para alimentación humana, por primera vez define el término conforme a Naidu et al. (1999) como: “todo complemento microbiano en la dieta que afecta beneficiosamente a la fisiología del hospedador mediante la modulación de la inmunidad sistémica y mucosa, además de mejorar el balance microbiano mediante la prevención de la colonización gastrointestinal por bacterias no deseables”. De esta definición se deduce que los efectos probióticos no están sólo restringidos al ámbito intestinal, sino que afectan a todo el organismo (http:/www.who.int/foodsafety).

También es a finales de los 90 cuando Salminen et al. (1999), realizando un trabajo de revisión, concretan un poco más la definición de probiótico no restringiéndola a la necesidad de su viabilidad. Dichos investigadores establecieron que “todo probiótico es cualquier preparación microbiana (no necesariamente viva) ó formada por componentes de células microbianas, que ejerza un efecto beneficioso sobre la salud del hospedador”. Dos años más tarde Schrezenmeir y de Vrese (2001) fueron más precisos en la definición del término al incorporar en la misma la posibilidad de cuantificación, al describirlo como “toda preparación ó producto que contiene microorganismos definidos en número suficiente, capaces de alterar la microbiota por implantación ó por colonización de un compartimento del hospedador mediante la que ejercen efectos beneficiosos sobre la salud del hospedador”. Esta última

definición fue más delimitada en cuanto a la cuantificación por la OMS en el año 2001 estableciendo que “todo probiótico es un organismo vivo que ingerido en una dosis definida ejerce efectos beneficiosos sobre su salud”.

Existen numerosos trabajos que avalan los efectos beneficiosos de los probióticos en el hombre: modulando el sistema inmunitario (Blum y Schiffrin, 2001), reduciendo el colesterol y la hipertensión, protegiendo frente a enfermedades infecciosas, inflamatorias, alérgicas y tumorales (Gill, 2003). Los géneros bacterianos

Bifidobacterium, Lactobacillus y Streptococcus son ampliamente utilizados en gran

cantidadde productos lácteos fermentados, (yogurt, queso, nata, etc..) destinados a consumo humano (Fuller, 1987). Su uso también se está aplicando en las explotaciones ganaderas (Fulton et al., 2002; Khuntia y Chaudhary, 2002).

La microbiota intestinal en los animales acuáticos es muy diferente a la de los terrestres, Esto es debido a que la microbiota está en interacción constante con el ambiente que le rodea, por lo que existe una gran influencia del medio sobre la misma y finalmente sobre la salud de los ejemplares en cultivo (Gatesoupe, 2005). De éste modo, Spanggaard et al. (2000) estudiando la evolución de la microbiota de la trucha arcoiris en cultivo, encontraron una variación sustancial a lo largo del tiempo, hasta con fluctuaciones diarias, lo que indica que la mayoría de los microorganismos procedentes del agua y del alimento, están en tránsito dentro del intestino de los ejemplares. Esta circunstancia ha llevado a modificar el concepto de probiótico dentro del campo de la en acuicultura.

En la actualidad una de las definiciones de probiótico en acuicultura más aceptadas por la comunidad científica es la de Verschuere et al. (2000): “complemento microbiano vivo que tiene un efecto beneficioso sobre el hospedador modificando la comunidad microbiana relacionada con él mismo o con el ambiente, asegurando un uso mejorado del alimento ó aumentando su valor nutricional, favoreciendo la respuesta del hospedador frente a las enfermedades ó mejorando la calidad del ambiente. Además Gatesoupe (1999) definió a los probióticos en acuicultura como “células microbianas administradas de tal manera que, en el tracto gastrointestinal se mantienen vivas con el objetivo de mejorar la salud” y Gram et al. (1999) como: “aquel suplemento vivo microbiano que afecta beneficiosamente al hospedador mejorando su balance microbiano”. Decir también que en una de las últimas revisiones realizadas sobre el uso de probióticos en acuicultura en el año 2010 por Merrifield et al. (2010a) se ha propuesto una nueva definición del término más concreta y más ampliada: “célula microbiana viva, muerta ó componente celular que, al ser administrado vía alimentación ó en el agua de cultivo, beneficia al huésped, mejorando bien la resistencia frente a las enfermedades, bien el estado de salud, el crecimiento, la utilización de la dieta alimenticia, la respuesta al estrés ó el vigor en general, obteniéndose al menos en parte, una mejora en el balance microbiano del huésped ó del medio que le rodea.

Entre los posibles mecanismos de actuación de los probióticos se encuentran: la exclusión competitiva asociada a la producción de compuestos antimicrobianos tales como bacteriocinas, lisozimas y proteasas (Verschuere et al., 2000; Makridis et al., 2005), la competición por los nutrientes y la energía disponible (Gram et al., 1999) ó por los puntos de adhesión a la superficie del huésped (Olsson et al., 1992; Nikoskelainen et al., 2001; Chabrillón, 2004; Vine et al., 2004a; Vine et al., 2004b; Chabrillón et al., 2006; Ringo et al., 2010), la estimulación de la respuesta inmune

(Irianto y Austin, 2003; Salinas et al., 2005; Balcázar et al., 2006), la mejora del estado nutritivo del huésped mediante el aporte de enzimas, aminoácidos esenciales, péptidos, ácidos grasos, vitaminas, minerales, etc (Sugita et al., 1996; de Moura et al., 2009) y la inhibición de la expresión de genes de virulencia ó ruptura del “quorum sensing” (Defoirdt et al., 2007).

In document Inés García de la Banda García (página 46-48)