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El clientelismo político desde la mirada mediática . Una introducción al problema

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Academic year: 2017

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EL CLI EN TELI SMO POLÍ TI CO DESDE LA MI RADA MEDI ÁTI CA.

UN A I N TRODUCCI ÓN AL PROBLEMA

Mat ías Dot t a Universidad Nacional de La Plat a ( Argent ina) m at iasdot t a@hot m ail.com

Días ant es de las elecciones legislat ivas de oct ubre de 2005, los m edios m asivos de com unicación dieron a conocer supuest as ent regas de elect rodom ést icos por part e de la adm inist ración pública a personas sin recursos. Est a not icia derivó de inm ediat o en debat es m ediát icos en t orno al client elism o polít ico, un t em a que circula recurrent em ent e en la opinión pública, sobre t odo en vísperas de una cont ienda elect oral. En est os debat es volvieron a repet irse los discursos periodíst icos m arcados por la indignación y la resignación, sint et izados en la idea de que los polít icos ut ilizan el dinero de la gent e para sust ent ar sus aparat os y sus int ereses personales.

Con est a prem isa sim ple y cont undent e se pot encia la idea de la inviabilidad de la polít ica para t ransform ar la realidad, y se j ust ifica la crisis de represent ación polít ica y hast a la económ ica, a la vez que se ignoran los fact ores hist óricos y sociales que cont ext ualizan y est ruct uran las caract eríst icas de las práct icas client elares. El problem a se vuelve ahist órico, y por lo t ant o perpet uo. Quedan, por ende, varios punt os sin t rat ar.

El client elism o com o fenóm eno social

El client elism o com o form a de relación social t iene lej anas raíces hist óricas, de varios siglos ant eriores a la época feudal con que se lo suele ident ificar. Desde los t iem pos de la república rom ana, donde la relación ent re fam ilias de élit e y la plebe eran im prescindibles para el m ant enim ient o del sist em a polít ico y de la est ruct ura social, hast a hoy, en el que las práct icas client elares confront an con el principio de ciudadanía y el Est ado im personal weberiano, el client elism o ha m ut ado en sus práct icas a t ravés del t iem po, de acuerdo con las t ransform aciones que ha ido experim ent ando la propia sociedad.

Concept ualm ent e, el client elism o se define com o una práct ica polít ica basada en el int ercam bio de favores que se da ent re un

pat rón ( funcionario, o con poder de influencia sobre ést os) , un

m ediador (broker, o com o se denom ina com únm ent e,

punt ero, aunque en algunos casos puede no part icipar) y un

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client elism o es una form a desigual de “ am ist ad inst rum ent al” , surgida cuando uno de los act ores cam bia bienes y servicios por lealt ad, inform ación y apoyo polít ico. Más allá de lo m at erial, el com ponent e subj et ivo, em ocional, com o en t odas las relaciones personales recíprocas, es un elem ent o necesario; “ si no est á present e, debe ser fingido” ( Wolf, 1963) . En definit iva, se t rat a de ut ilizar la influencia sobre las decisiones del aparat o adm inist rat ivo del Est ado para obt ener un beneficio propio, privado.

Más allá de est as definiciones que surgen desde los espacios académ icos, la opinión pública se enfrent a frecuent em ent e con casos de client elism o polít ico que resuenan a part ir de la repercusión que ést os t ienen en los m edios de com unicación. Los m edios inciden con fuerza en la opinión de vast os sect ores de la sociedad, y los concept os que circulan a t ravés de ellos son sim plificados y fragm ent ados, sin dej ar lugar a definiciones concept uales com plej as, creando est ereot ipos que lo ej em plifican y a su vez lo explican. De est a form a, el hecho en sí va cobrando una significación m ediada y dirigida, sim ple y fragm ent ada, que recort a el fenóm eno y lo reduce sólo a det erm inados ám bit os y a det erm inados act ores.

Los act ores

El est ereot ipo m ediát ico del client elism o se const ruye principalm ent e en el ám bit o polít ico/ part idario, a part ir de un polít ico que brinda alim ent os, chapas, elect rodom ést icos, planes sociales, alguna pensión o un em pleo en el sect or público, a cam bio de un vot o o de la part icipación en los dist int os act os polít icos. Mucho se ha hablado desde los m edios del poder que const ruyeron algunos polít icos en t orno a relaciones client elares ( Los Juárez en Sant iago del Est ero y los Rodríguez Saá en San Luis son dos casos em blem át icos) . Sin em bargo, la relación con la polít ica part idaria, aunque predom inant e, no es la única. En m enor m edida, los m edios vinculan al t érm ino con sindicat os, agrupaciones piquet eras y hast a universidades ( Pablo José Torres, 2003) . Analizando los act ores de los casos denunciados y t rat ados en los m edios de com unicación, se observa que los casos denunciados t ienen por pat rones a polít icos, sindicalist as, líderes piquet eros y cent ros de est udiant es; del ot ro lado, los client es son pobres, em pleados públicos, t rabaj adores, desocupados y est udiant es de universidades públicas, es decir, segm ent os de la sociedad que m ayorit ariam ent e est án por debaj o de la línea de la pobreza, con realidades signadas por la urgencia económ ica, que aum ent a la disposición de est os grupos a ent ablar una relación client elar.

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part ir de las cifras y del poder que se ponen en j uego. Ningún m ult im edio ha revelado las negociaciones que m ant ienen con el Est ado para lograr refinanciar o bien licuar sus pasivos m illonarios, o de la posición que adopt an respect o a la gest ión oficial de acuerdo a poseer o no publicidad oficial dent ro de sus paut as com erciales, o de la evasión de im puest os en que incurren desde hace años. Aquí t am bién hay fondos públicos en j uego, dinero que va hacia los m edios y dinero que desde ést os no va al Est ado. Aunque con caract eríst icas diferent es, el client elism o com o práct ica se realiza m ás allá de la polít ica part idaria y de la pobreza que en m uest ro país engloba a cerca de la m it ad de la población.

Para que exist a una relación client elar debe exist ir una relación asim ét rica de poder, y est a desigualdad se observa con sus form as m ás despiadadas en los casos que t rat an los m edios de com unicación. En los casos de client elism o polít ico/ corporat ivo, los act ores t am bién cuent an con dist int os grados de poder, recursos y capit al social. El problem a est á en que a est e nivel, m uchas veces es difícil m arcar con claridad qué act or es el pat rón y quién el client e.

En cuant o al act or rest ant e, es int eresant e rem arcar que en el est ereot ipo m ediát ico es casi nula la aparición de los int erm ediarios o punt eros. Los int erm ediarios m ás difundidos

por los m edios han sido las m anzaneras, creación de Hilda

Chiche Duhalde cuando se hizo cargo del Consej o Provincial de

la Fam ilia y Desarrollo en la provincia de Buenos Aires, en el año 1991. En m enor m edida, durant e la crisis inst it ucional en Sant iago del Est ero en 2003, los m edios hablaron del poder de la ram a fem enina del j uarism o, dirigida por su esposa Nina

Aragonés. O de la labor de los punt eros del Gobernador Miranda en Tucum án, cuando los m edios hicieron conocer los índices alarm ant es de desnut rición infant il en esa Provincia a part ir de la conm ovedora hist oria de Barbarit a, en 2002.

Aunque los int erm ediarios son en definit iva el nexo que m ot oriza la relación pat rón- client e, para los m edios no son personas que gravit en en esa relación. Sucede que los int erm ediarios t ienen la caract eríst ica de no t ener una gran t rascendencia fuera de su área de influencia, ni t ienen un poder t ot al sobre los recursos que adm inist ran, lo cual les quit a im port ancia en t érm inos de “ act or not iciable” : sin incidencia t errit orial ni m anej o discrecional de recursos, el punt ero no es plausible de ser un act or que refuerce la idea de polít ica que circula a t ravés de los m edios.

La invariabilidad m ediát ica de la polít ica

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det erm inados gobiernos;

2. aquellos que desde un rol com unicacional m ás responsable form ulan prem isas m últ iples que posibilit an est ablecer concept os en los que se reconozca un caráct er est rict am ent e provisional, de m anera t al de poder est ablecer un cam po analít ico acorde al caráct er com plej o de la realidad para el arribo a conclusiones m ás dinám icas y responsables. El ej ercicio y la vigencia del derecho a réplica, o la convocat oria plural al debat e polít ico cobran aquí m ás sent ido que en el caso ant erior ( Crevari, 2005) .

Queda claro que el prim er t ipo es el que prevalece act ualm ent e en los grandes m edios de com unicación m asivos. Si consideram os que los m edios de com unicación ej ercen un rol cent ral en las sociedades act uales en lo que se refiere a la com prensión social de la realidad, los casos de client elism o polít ico que denuncian los m edios de com unicación van fort aleciendo el significado de polít ica que circulan en ést os. La polít ica se t ransform a en un concept o asociado a la corrupción, a la ineficacia y al am iguism o, a la vez que un cam ino inviable

para canalizar y solucionar las dem andas colect ivas. Y el client elism o pasa a ser una práct ica que deviene de un sist em a polít ico corrupt o y obsolet o, que se apoya en el prebendarism o para ganar elecciones y perpet uarse en el poder.

En est a idea de client elism o est ruct ural, creador de m aquinarias o “ aparat os” que respaldan gest iones fraudulent as e inoperant es, los m edios encuent ran una de las causas que explican la crisis de represent ación de los part idos t radicionales, ya que es desde donde surgen est os aparat os. Una de las prim eras soluciones que se esbozó desde los m edios y que com enzó a ganar legit im idad era la idea de elegir a los candidat os de los part idos m ediant e el sist em a de int ernas abiert as, com o una form a de com bat ir las relaciones client elares incrust adas hist óricam ent e en los part idos con m ás raigam bre en la sociedad. Pero en los hechos est e cam bio, lej os de com bat ir el client elism o, lo profundizó, ya que los pat rones de los dist int os part idos com enzaron a est ablecer alianzas para “ prest arse” sus client es a fin de ganar las elecciones int ernas. I ndependient em ent e de que si la idea respondió a int ereses part iculares o sólo fue un int ent o m alogrado, el fracaso de la propuest a dio cuent a de la com plej idad del fenóm eno, y de la im posibilidad de buscar salidas unidireccionales.

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aparece com o una solución a las necesidades m ás inm ediat as de los sect ores m ás vulnerables, a la vez que se const ruye en ést os una idea de la polít ica basada en esa inm ediat ez ut ilit arist a.

La viabilidad de las salidas desde la m irada m ediát ica

De acuerdo a est a visión, el client elism o polít ico pasa a convert irse en una consecuencia de la irresponsabilidad y los int ereses personales de los polít icos, dej ando de lado causas m ás profundas, que se relacionan direct am ent e con los m odos de inclusión y part icipación de los ciudadanos en la t om a de decisiones y en la dist ribución del ingreso. Queda claro t am bién que los client es, la part e m ás débil de la relación client elar, son quienes m enos m argen de m aniobra t ienen para t orcer el derrot ero. Sin em bargo, en los últ im os diez años han surgido desde los sect ores m ás cast igados de la sociedad nuevas experiencias que han hecho frent e a la exclusión y que han pugnado por elaborar alt ernat ivas a la polít ica part idaria, com o son los casos de los m ovim ient os piquet eros y las fábricas recuperadas.

Si bien es ciert o que en varias de las organizaciones piquet eras se han denunciado casos de client elism o ( part icipación en act os y cort es para m ant ener los planes sociales) , la labor social y que desem peñan en los barrios m ás pobres const it uye una t area m uy dificult osa, no sólo por la falt a de recursos sino t am bién por la disput a que se produce con los aparat os part idarios de los t errit orios donde t rabaj an. Los m edios, sin em bargo, sólo m uest ran una cara de las práct icas piquet eras: la de los cort es de rut a y los enfrent am ient os con la policía im pidiendo su desaloj o. En el caso de las fábricas recuperadas, se t rat a de t rabaj adores que han decidido reabrir t alleres y fábricas cerradas por sus dueños por quiebra, conservando sus puest os de t rabaj o y realizando las t areas del personal j erárquico, y m ant eniendo puj as perm anent es con los poderes polít icos y j udiciales. Aquí los m edios vuelven a m ost rar una visión parcializada: la violencia que se produce durant e los int ent os de desaloj o, cuando los t rabaj adores im piden la ent rada de la policía. En am bos casos, el debat e sobre la com plej idad de las causas que dan lugar a est as alt ernat ivas populares al pot encial prebendarism o polít ico es nulo. Pareciera ser que desde el discurso m ediát ico, si la polít ica part idaria es m ala, las salidas opcionales t am bién lo son.

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descent ralización de las int ernas polít icas, en los hechos, no sirvió para t ransparent ar el proceso de elecciones int ernas. En el caso de que Est ado descent ralice la ayuda social y t ransfiera part e de su deber de prom over el bienest ar general a las ONG, no exist en garant ías de que las práct icas client elares sufran t ransform aciones que se adapt en al nuevo escenario.

Últ im as consideraciones

Dej ando de lado post uras ext rem as sobre el rol social de los m edios m asivos de com unicación, t ant o las dem oníacas com o las inocent es, es im port ant e rem arcar que la com prensión de la realidad social est á decididam ent e at ravesada por sus int ereses corporat ivos, basados com o t oda em presa en la obt ención de beneficios económ icos. La im port ancia de est e fact or se da en el plano de la opinión pública, pues ést a se nut re de los m edios para debat ir los t em as que les son de int erés. Cuando el discurso m ediát ico cobra significado, es ahí donde com ienza a t ranscurrir la problem át ica de la aprehensión de la realidad. Porque los m edios cobran legit im idad social com o art iculadores de las dem andas sociales a m edida que t rat an casos específicos de client elism o, abordándolo com o claros ej em plos de la crisis de represent ación y la falt a de respuest as ét icas a una problem át ica denigrant e y ant idem ocrát ica. El discurso m ediát ico denuncia y polem iza una consecuencia de un sist em a polít ico lábil y la conviert e en una de las causas. Si a su caráct er m asivo le sum am os la capacidad que t ienen los m edios de am plificar los sucesos de t oda índole desde su propia represent ación, result a claro que cualquier cam bio en la percepción social de la polít ica y en sus represent ant es no va a ser a part ir de una decisión que provenga de los direct orios m ediát icos, que ven aum ent ados su poder de incidencia en la debilidad de los sist em as de represent ación, sino por la bat alla que se em prenda desde los dist int os sect ores de la sociedad por const ruir una dem ocracia m ás fuert e, inclusiva e igualit aria. En la at enuación de las asim et rías y la prom oción de diversos canales de part icipación que fort alezcan el sist em a polít ico y el t ej ido social y aplaquen las necesidades que m ot ivan los fact ores de client elización de los ciudadanos, se puede com enzar a pensar en la caída del problem a de la m irada m ediát ica.

Bibliografía

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Referencias

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