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u e c h u a n o r m a l i z a d o-
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r a n s c r i p c i ó n p a l e o g k á i D E L M á E ^ U S C R E T O Q U E C H U A : I N I C I O S D E L S I G L O X Y1
I Y L É X I C O S T E M ÍE d i t o r : G e r a l d T a y l o r
¿T o m á s ?
R i t o s y t r a d i c i o n e s
d e H u a r o c h i r í
iN S irr u r o Fr a n c é s d e Es t u d i o s An d i n o s UMCFRE17, CNRS- MAEE
do ne s de H u ar o
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2008-00623 1 ey 26905-BibIioteca Nacional del Perú
] >BN: 978-9972-623-58-5
] >etechos de la primera edición, agosto de 2008
0 Instituto Francés de Estudios Andinos, UMIFRE 17, CNRS/MAEE Av, Arequipa4595, Lima 1 8 -Perú
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Este volumen corresponde al tomo 260 de la Colección «Travaux de l'Instítut Fran^ais d'E tudes Andines» (ISSN 8768-424X)
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Este volumen corresponde al tom o 36 de la serie «Historia Andina»
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Fotografía de carátula: Diego Guevara (GRUPO GEA) Cuidado de la edición: Manuel Booilla
Introducción
R it o s y t r a d ic i o n e s d e H u a r o c h ir í. T e x t o q u e c h u a y
t r a d u c c ió n a l c a s t e ll a n o
Notas al texto quechua
Notas al texto traducido al castellano Glosario
Versión paleográfka
21 155 159 181 187
B i b l i o g r a f í a 265
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Introducción
. E l o r i g e n d e l m a n u s c r it o
l documento que llamamos el manuscrito quechua de Huarochirí forma parte una serie de textos relacionados con la religión andina que se conservan en la iblioteca Nacional de Madrid. Es probable que el conjunto haya pertenecido al tirpador de idolatrías, Francisco de Ávila, cuyas anotaciones se encuentran con ecuencia al margen de las hojas. Un texto redactado por el mismo Avila está cluido en el volumen y lleva la fecha de 1608. Durante mucho tiempo, este ocumento que llamaremos en adelante el Tratado de Ávila, fue la única parte e este conjunto — que trata de las tradiciones antiguas de los habitantes de la rovincia de Huarochirí— que fue accesible al público.
Como lo hemos expuesto .en Ja-intro^ucción a la edición de 1987 (reproducida en la nueva edición crítica de 1999), nos parece probable que el origen del texto quechua haya sido la campaña contra las idolatrías iniciada por Ávila en 1608.
Según la Carta Armua que los jesuítas Pedro de Castillo y Gaspar de Montalvo redactaron en 1609: «el Doctor [de Ávila], con algunos indios a quienes el Señor había, movido, andaba inquiriendo por los pueblos, descubriendo y desbaratando huacas yadoráronos». La presencia de estos indios «movidos por el Señor?; habría sido necesaria para Ávila debido a la complejidad lingüística de la provincia, donde no todos — y sobre todo las mujeres— comprendían la lengua general.
Por su conocimiento de la cultura local, también habrían podido detectar más fácilmente lo que las personas interrogadas les estaban ocultando, A partir de los
apuntes realizados durante dicha encuesta, Ávila habría empezado a redactar su relación, donde narra los mitos locales, acompañando su texto por numerosos comentarios y digresiones teológicas. Abandonó su obra después de la redacción de siete capítulos (cuyo orden y contenido no corresponden exactamente a los del manuscrito quechua), sin duda porque sus nuevas responsabilidades de investigador de idolatrías le impidieron que prosiguiera su actividad literaria. Sin embargo, consciente J e la importancia de este trabajo paraJairkntificación de los adoratorios de los humas y de los cultos que se les dedicaba, es probable que haya confiado la continuación de su redacción a uno de sus asistentes, tal vez el
«Tomás» cuyo nombre figura al margen de uno de los folios del manuscrito.
El análisis del manuscrito nos permite reconocer que su redactor dominaba varios idiomas: su lengua materna era, sin duda, un dialecto aru (es decir, de la misma familia que el aymara del altiplano o del jaqaru de Tupe en Yauyos), tenía un perfecto conocimiento de la variante de la lengua general (quechua) manejada en la provincia y conocía — seguramente— los dialectos quechuas locales que constituyen el sustrato del manuscrito. Existen en el texto también rasgos de otro(s) idioma(s).
Hasta ahora hemos hablado del «redactor» del manuscrito. Nos parece más preciso llamarlo el «autor». ¿Cuál fue de hecho la tarea del que compuso el manuscrito? ¿Hizo simplemente una recopilación de la tradición oral local, precursor de los etnólogos actuales? En realidad, el autor — llamémoslo Tomás—
realizó una obra literaria en la que no sólo transcribió los datos que le habían contado, sino que también los ordenó y comentó. Tal vez inspirado por los pocos capítulos compuestos por Ávila, preparó un libro dividido en párrafos y capítulos organizados temáticamente: primero, los grandes mitos, base de la cosmología regional; luego, las tradiciones sobre las migraciones de sus antepasados y las conquistas atribuidas a dioses y a héroes divinizados quienes, según las poblaciones locales, habían fundado sus comunidades. El proyecto general que inspira al autor se expone en la breve introducción. Evidentemente, el materiaMe base es la tradición oral y los elementos estilísticos característicos de la tradición oral son visibles en numerosos pasajes del texto de la misma manera que lo son en otros grandes clásicos de la literatura mundial, derivados ellos también de la tradición orál. Sin embargo, la personalidad específica del autor, que escribe la historia antigua de su pueblo y describe las costumbres que practicaban hasta una fecha reciente y que tal vez seguían practicando en secreto, puede también notarse
e n las’ reflexiones que formula sobre la autenticidad de la cristianización de los
la fe. c r i1’ ■ ' de Tomás? No hay motivo para dudar de la sinceridad
^ ^ B íe é ttm .J E n l n dos pasajes (las conclusiones de los capítulos 3 y 4), las opiniones de nosotros los cristianos* con las de los indios aún no
^ e l^ .s a ^ io n d a d ’d e'k nueva religión.