• No se han encontrado resultados

EL RENACIMIENTO Y LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2021

Share "EL RENACIMIENTO Y LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA"

Copied!
16
0
0

Texto completo

(1)

EL RENACIMIENTO Y LA REVOLUCIÓN

CIENTÍFICA

Desde la época de Francis Bacon (1561 –1626) hasta hace algunas décadas, algunos com ent ar ist as han alim ent ado y j ust ificado la idea de una gr an Revolución Cient ífica, idea que supone que ent r e los siglos XVI y XVI I se dio una t r ansfor m ación r adical en la hist or ia del conocim ient o, t an decisiva e im por t ant e que se ha descr it o com o una de las m ás im por t ant es r upt ur as en la hist or ia de la civilización occident al. A lo lar go de est e capít ulo t r at ar em os de encont r ar los or ígenes de est a idea y dar em os una br eve descr ipción del cont ext o hist ór ico y cult ur al en el que apar ecen las nociones modernas de conocimiento científico.

La idea de ciencia moderna a lo largo de la historia

Com encem os por est udiar el or igen y desar r ollo de esa idea que pr oclam a que dur ant e “ el Renacim ient o” nació la “ Ciencia Moder na.” El pr im er paso lo encont r am os ent r e los siglos XI V y XVI en los cuales se inicia una nueva t r adición hist or iogr áfica eur opea con el hum anism o it aliano. Per sonaj es com o Pet r ar ca (1304- 1174) y Bocaccio ( 1313- 1375) , ent r e ot r os, se vier on a sí m ism os com o los inst igador es de un r enacer de las ar t es y las

(2)

let r as después de un pr olongado per íodo de est ancam ient o que se había iniciado con el decaim ient o de Rom a y que se com enzaba a revitalizar con el humanismo italiano del siglo XIV.

[Insertar recuadro sobre Humanismo]

Desde m ediados del siglo XI V encont r am os escr it or es y ar t ist as en I t alia y ot r os lugar es de Eur opa que m anifest ar on su convicción y celebr ar on est ar viviendo una época de r egener ación, un desper t ar , un r enacer o r eem er ger a la luz del oscur ant ism o de los siglos ant er ior es. Algunos hist or iador es han t om ado dicha ver sión de los artistas del período en un sentido literal y han alimentado lo que Peter Burke (1993) ha llamado “el mito del Renacimiento”. Un m om ent o hist ór ico que no sólo se ha car act er izado por la restauración de las artes sino que tiene elementos propios como el individualism o, el r ealism o, la m oder nidad y desde luego, com o el m om ent o hist ór ico adecuado par a el nacim ient o de la Ciencia Moderna.

Ya en el siglo XI V encont r am os la idea de que la hum anidad había vivido casi m il años de oscur ant ism o y se ve el r et or no a la ant igüedad com o el sím bolo de una nueva er a. De est a m aner a, sur ge la idea del Re- nacer , est r echam ent e ligada con el est udio de las obr as de los pensador es ant iguos y con la r evit alización de la filosofía plat ónica com o una fuer t e alt er nat iva fr ent e a la escolást ica ar ist ot élica. Aunque la idea de r escat ar las obr as literarias, artísticas y científicas de los autores de la Grecia antigua

(3)

fue el obj et ivo pr incipal de est e nuevo m ovim ient o, la pur ificación de la r eligión con base en el est udio de sus m ás pr im it ivos or ígenes fue t am bién par t e im por t ant e y es así com o el protestantismo, ent r e ot r os int ent os por r efor m ar el cr ist ianism o, buscó fuent es ant iguas y aún no defor m adas com o fundam ent o para una nueva visión de la religión.

El Hum anism o inicia ent onces una per iodización que t odavía sigue siendo fam iliar par a nosot r os y que divide en t r es per iodos la hist or ia eur opea: Ant igüedad, Edad Media y Moder nidad. Est a división m uest r a la m ent alidad r enovador a que se vive en el m om ent o, así com o la visión peyor at iva que se le quier e dar a la Edad Media como la “Edad Oscura.”

A lo lar go del siglo XVI I se m ant uvo fuer t e la idea de que el conocim ient o en gener al, y en especial las ciencias, había t enido un renacer y una revitalización. Esta idea se refleja con claridad en los escr it os de los m ás fam osos pensador es de ese siglo, y ya fuera Bacon con su Nouvum Organum y su Nueva Atlántida, Kepler con la Nueva Ast r onom ía o Galileo con su Dos nuevas ciencias, ent r e ot r os, los t ít ulos de sus libr os nos per m it en ver la r efer encia explícit a que se hace al nacim ient o de una nueva filosofía y una nueva forma de hacer ciencia.

Post er ior m ent e, en el siglo XVI I I , la idea de la Revolución Cient ífica t om ar á aún m ás fuer za con los filósofos de la I lust r ación fr ancesa quienes no sólo nut r ier on la idea del gr an cam bio

(4)

pr ot agonizado por Bacon, Descar t es, y Galileo, ent r e ot r os, sino que se vieron como sus continuadores.

El que aún pensemos que en el Renacimiento se origina una nueva for m a de pensam ient o en donde la r azón t r iunfa sobr e la fe, es explicable, en par t e, por que los hist or iador es se han apr oxim ado a las fuent es pr im ar ias de la época con un clar o pr opósit o de consolidar est a concepción. La m ayor ía de los est udiosos de los siglos XVI I I , XI X y gr an par t e del XX encont r ar on en la obr a de Kepler , Copér nico, Galileo y New t on elem ent os fundam ent ador es de una nueva ciencia. Par a est o fue necesar io dej ar de lado aspect os im por t ant es de la obr a de est os individuos e ignor ar la obr a o los int er eses de m uchos pensador es del Renacim ient o que no par ecían coincidir con nuest r a im agen de “ lo m oder no” . Es com ún que ent endam os el nacim ient o de la ciencia m oder na com o el t r iunfo de la r azón sobr e la super st ición y el supuest o rompimiento con el yugo de la autoridad religiosa.

Un punt o que ser á cent r al en análisis del “ nacim ient o de la ciencia m oder na” ser á la r elación de est a últ im a con la r eligión. La Revolución Cient ífica ha sido pr esent ada com o ese m om ent o cr ucial en nuest r a hist or ia en el cual ciencia y r eligión se separ an. El conocim ient o dej a de est ar subor dinado a la t eología y se pr esent a una supuest a separ ación ent r e ciencia y m agia, y ciencia y metafísica. Aunque ésta es una visión seductora y quienes la han querido defender tienen numerosos argumentos, también podemos

(5)

señalar cómo dicha visión tiene deficiencias importantes que deben explicarse.

La posición que defiende dicha separ ación coincide con nuest r a visión m oder na y secular de lo que ha debido ocur r ir . El car áct er de independencia y neut r alidad que t iene la ciencia hoy en día coincide con los int er eses de la I lust r ación eur opea. Aunque m uchos hist or iador es ar gum ent an que var ios pensador es im por t ant es del Renacim ient o par ecen r eaccionar fr ent e a la aut or idad que r epr esent a la iglesia, un est udio m ás cuidadoso nos m uest r a la necesidad de explicar la com plej a r elación ent r e ciencia y r eligión. Las m at em át icas com o lenguaj e divino, la filosofía m ecánica y la m ism a física new t oniana suponen la exist encia de Dios. Pensador es com o Kepler , Galileo, Descar t es, New t on son pr ofundam ent e r eligiosos y ninguno de ellos llega a cuest ionar la existencia de Dios. Por el contrario, como veremos más adelante al ocupar nos de la obr a de cada uno de est os cient íficos, sus sist em as de pensam ient o y sus ideas t ienen un clar o y fundamental elemento religioso.

Dent r o de la t r adición filosófica que se ha denom inado posit ivism o la idea de la Revolución Cient ífica y la idea m ism a de la ciencia com o una for m a de conocim ient o que se difer encia de las especulaciones m et afísicas, del ar t e o de la r eligión, t om a m ayor fuer za. La filosofía del siglo XI X y buena par t e del siglo XX consolidan un cam po de est udio que se ocupa de señalar las

(6)

difer encias epist em ológicas ent r e la ciencia y ot r as for m as de conocimiento menos rigurosas y menos confiables.

[Insertar recuadro sobre el positivismo y sobre epistemología]

El hombre y el cosmos

No es nuest r a int ención ofr ecer una definición de “ Renacim ient o” ni repetir los argumentos sobre el mito de una nueva sociedad que de un momento a otro se volvió más racional, pero no hay duda de que en la época que t r adicionalm ent e se ha llam ado de esa maner a y que abar ca un am plio per iodo que va desde el siglo XI V al XVI I I ocur r ier on una ser ie de cam bios que le dier on una nueva dir ección a la cult ur a occident al. Aunque no es posible dar una definición específica a eso que llam am os “ espír it u del Renacimiento” , vale la pena buscar elem ent os com unes al per iodo que nos per m it an ent ender m ej or la “ Revolución Cient ífica” y la cultura moderna.

Como vimos anteriormente, podría argumentarse que a lo largo de la Edad Media el mundo cristiano mostró un marcado interés por la comprensión del hombre y la naturaleza en relación con el creador. Est o puede int er pr et ar se en algunos casos com o una desvalor ización del hom br e y en gener al del m undo t er r enal com o algo pasajero y opuesto al mundo de lo divino y eterno.

(7)

A lo lar go del per iodo r enacent ist a se puede hablar de una em ancipación hum ana en donde se pr esent a un r e- nacer de la fe en los ser es hum anos. Una fe en un hom br e nuevo que se descubr e a sí m ism o y que adquier e confianza en sus capacidades. Tem as t an var iados com o el hum anism o, el ar t e, la m agia y la alquim ia, y la apar ición de una nueva clase social ( la bur guesía) par ecen ser señales de una r evalor ación del hom br e y su posición en la nat ur aleza, y hacen que ést e poco a poco em piece a sent ir se dueño de su destino.

Burguesía

El t ér m ino bur guesía fue usado inicialm ent e par a llam ar a aquellos habit ant es de pueblos m edievales que no er an ni cam pesinos ni t er r at enient es, sino m er cader es, com er ciant es o ar t esanos. Hacia el final de la Edad m edia, cuando algunos pueblos em pezar on a conver t ir se en im por t ant es cent r os de int er cam bio, la bur guesía em pezar ía a conver t ir se en una clase socio- económ ica m ucho m ás definida.

Per o el cam bio r adical ocur r ir ía en la época r enacent ist a con el sur gim ient o y consolidación de los est ado- nación, en los cuales el poder se concent r aba en m anos de los m onar cas y no en señor es feudales no cent r alizados. La bur guesía, por lo gener al, apoyar ía a los m onar cas en su lucha cont r a el feudalism o, hecho que les per m it ir ía t ener una influencia m ucho m ás gr ande en la confor m ación de est os nuevos gobier nos. Así m ism o, con el cam bio de una sociedad feudal a una de t ipo m ás capit alist a, la

(8)

bur guesía se conver t ir ía en una pieza fundam ent al del cam bio industrial, social y científico en el cual estaba sumida toda Europa.

Aun así, no debe pensar se que est e cam bio de pensam ient o, en donde el conocim ient o em pieza a ver se com o una fuent e de poder del hom br e sobr e la nat ur aleza, conduce al at eísm o. La difer encia cent r al est á en que la búsqueda de Dios ya no se hace a t r avés de su palabr a, sino a t r avés del est udio de su cr eación. Muchos pensador es est ar ían de acuer do con est a idea y, por ej em plo, Pico de la Mir andola ( 1463- 1494) ( quien j unt o a Mar silio Ficino er a uno de los m ás im por t ant es exponent es de la Academ ia Plat ónica de Cosim o Medici en Flor encia) afir m ó: “ Nada nos conduce m ás a la r eligión y a ador ar a Dios que una cuidadosa cont em plación de sus maravillas” (Wightman, 1972).

La pr egunt a que sur ge en est e m om ent o es ¿Qué significa ahor a conocer ? El Renacim ient o par ece r eunir per sonaj es y t endencias t an dispar es que no es fácil hacer una descr ipción hom ogénea. Algo sim ilar podr íam os decir de la Revolución Cient ífica. Por lo gener al, ést a es explicada en t ér m inos de algunos logr os de la física y la ast r onom ía, y casi siem pr e una selección adecuada de episodios y per sonaj es ha facilit ado que se ignor en aspect os im por t ant es del cont ext o social, r eligioso, est ét ico y académ ico del Renacimiento.

Par a ent ender la cult ur a de la Eur opa m oder na no es suficient e un r ecor r ido por la hist or ia de las ideas y escr it os de unos pocos, el

(9)

cont ext o polít ico, los nuevos m edios de com unicación, las nuevas inst it uciones, los debat es r eligiosos, los desar r ollos t ecnológicos y una com plej a int er acción de fact or es que van m ás allá de los pr oblem as t eór icos que van m ás allá de la física y la cosm ología modernas, deberán ser tenidos en cuenta.

Aunque lo que podr íam os llam ar las ciencias de la nat ur aleza, es decir , la m edicina la biología y la quím ica ( disciplinas que no exist en en ese m om ent o t al y com o las ent endem os hoy) , no par ecen ser un aspect o im por t ant e en el “ nacim ient o de la ciencia m oder na” por lo gener al se excluyen de las hist or ias t r adicionales de la ciencia y que son, sin lugar a dudas, de cent r al im por t ancia en est e per iodo. Los debat es que se dier on alr ededor de la alquim ia y ot r as ár eas r elacionadas con la Tr adición Her m ét ica, r ecibir án en su m om ent o t ant a at ención y desper t ar án el m ism o interés que la astronomía y la física.

Magia y tradición hermética

En su libr o Science and t he Renaissance (1972) Wight m an afir m a que la car act er íst ica dist int iva del Renacim ient o es una nueva r elación del hom br e con el cosm os. Al explicar ese cam bio y el or igen de una r elación dist int a del hom br e con la nat ur aleza, var ios aut or es par ecen dar le par t icular im por t ancia a la influencia de la t r adición her m ét ica y el neoplat onism o en Flor encia que a su vez est aban vinculados con figur as com o Mar silio Ficino ( 1433-1499) . Él y el Cir culo de hum anist as it alianos que lo r odeaban se

(10)

dedicar on a est udiar y t r aducir los t r abaj os de la t r adición her m ét ica, la cual suponía una concepción del cosm os basada en una r ed de fuer zas m ágicas que el hom br e puede oper ar . Par a aut or es com o Fr ances A. Yat es est a concepción her m ét ica del univer so fue una condición necesar ia par a el sur gim ient o de la ciencia moderna.

Baj o el auspicio de Cosim o de Medici, Ficino se ocupar ía de la t r aducción del Cor pus Her m et icum , una colección de escr it os at r ibuidos a Her m es Tr ism egist us. El pr im er t r at ado del Corpus es el “ Pim ander ” , una ver sión del Génesis est r echam ent e r elacionada con la cr ist iana per o que pr esent a una int er esant e e im por t ant e difer encia en lo que se r efier e a la cr eación del hom br e. Después de cr ear la luz, apar ece la cr eación del cielo y de los siet e gober nant es o planet as de quienes depende el m undo t er r est r e. Luego viene la cr eación del hom br e quien, al ver la cr eación del Dem iur go, quiso par t icipar del act o de cr eación. El padr e le dio per m iso y cada uno de los gober nant es, quienes se enam or ar on del hom br e, le r egalar on algo de sus poder es. El “ Pim ander ” no sólo nar r a la cr eación del hom br e sino la cr eación del hom br e como mago, una figura que tiene conocimiento o poderes divinos y por lo t ant o cont r ol sobr e la nat ur aleza. El hom br e de la t r adición her m ét ica se pr esent a com o un gr an m ilagr o, con poder es par a actuar sobre el cosmos.

La m agia dent r o de la t r adición her m ét ica del Renacim ient o t iene una est r echa r elación con la alquim ia y ot r as r am as del

(11)

conocim ient o. Dent r o de los t ipos de m agia encont r am os la llam ada “ m agia nat ur al” , que se ocupa de los elem ent os que com ponen el m undo m at er ial y las r elaciones ocult as que exist en ent r e ellos. Los alquim ist as pr om ueven el est udio de la nat ur aleza m ediant e la obser vación y es a t r avés de la exper im ent ación que la nat ur aleza nos r evela sus secr et os. Por ot r o lado t enem os la “ Magia Mat em át ica” , que se ocupa básicam ent e del m undo celest e y de las est r ellas, y est á ligada dir ect am ent e con la ar it m ét ica, la m úsica, la geom et r ía, la ast r onom ía, ent r e ot r os. Est a m agia consider a que el lenguaj e divino se expr esa a t r avés de los núm er os y una vez que lo ent endam os podr em os hacer cosas ext r aor dinar ias. Est a idea ser ía un fact or que est im ular ía difer ent es cam pos de invest igación m at em át ica y, com o ver em os m ás adelant e, es par t e fundam ent al de la obr a de pensador es com o Kepler , Galileo o New t on. Por últ im o t enem os la “ Magia Religiosa” m ás cer cana a pr áct icas r eligiosas com o la cr ist iana en las que se at r ibuyen poder es a los ángeles o a los sant os quienes pueden act uar sobr e la nat ur aleza a t r avés de m ilagr os. El secr et o er a par t e im por t ant e de la t r adición. Las ver dades m ás pr ofundas no debían ser divulgadas a la multitud y el conocimiento sólo debía ser transmitido a aquellos que se consideraran elegidos.

De otro lado, las matemáticas también juegan un papel importante en la cultura renacentista. El humanismo y el estudio de la obra de Ar quím edes y Euclides, el esfuer zo que se da desde el Mer t on College por cuant ificar fenóm enos nat ur ales com o el m ovim ient o, la cr ecient e im por t ancia del com er cio y el r enacer de la filosofía de

(12)

Pit ágor as y Plat ón, son algunos de los m ás im por t ant es m ot ivos que nos per m it en ent ender m ej or el papel cent r al de las m at em át icas en la ciencia m oder na. Las m at em át icas se ven com o un lenguaj e divino, com o un m edio par a conocer el diseño y or den del univer so com o un t odo. Se concibe a la nat ur aleza com o una unidad en la cual el hom br e es par t e del cosm os y el cuer po hum ano t iene una m uy est r echa r elación con ést e. Tal concepción implica también un especial interés por la astrología. Para la época es r azonable pensar que los ast r os t ienen un clar o efect o sobr e el dest ino del hom br e y si est a r elación es com pr endida, ent onces el hombre no sólo podrá predecir su futuro sino también cambiarlo.

Otras m anifest aciones que nos pueden ayudar a com pr ender el cont ext o en que apar ecen la nueva cosm ología y la nueva ciencia son las llam adas “ Ut opías del Renacim ient o” . A finales del siglo XV y pr incipios del XVI var ios pensador es escr iben t ext os ut ópicos en los cuales plant ean la posibilidad de un m undo ideal en el cual se exist en sociedades basadas en el conocim ient o y las ar t es. Por ejemplo, La Ciudad del Sol de Cam panella, que dat a de 1600, habla de una ciudad ut ópica gober nada por sacer dot es hábiles en la m agia ast r al que saben com o m ant ener a la población sana y feliz, y cóm o ut ilizar las influencias ast r ales en beneficio de t odos. En la Nueva At lánt ida de Fr ancis Bacon, publicada en 1624, el gobier no est á a car go de sabios que han sido capaces de m ej or ar la condición hum ana y m anej an ideales que se acer can m ucho a nuest r a idea de una sociedad baj o el cont r ol del conocim ient o cient ífico. Aunque Bacon pr esent a una visión en la cual las

(13)

r elaciones con la t r adición her m ét ica suelen t ener un car áct er peyorativo, los ideales del m ago son adm ir ados. Est os dos ej em plos de pensam ient o ut ópico r eflej an una car act er íst ica com ún al pensam ient o r enacent ist a: el conocim ient o y las ar t es son ahora instrumentos que le dan al hombre el poder de controlar la naturaleza y cambiar el destino de la humanidad. (Ampliar)

La Revolución Copernicana

El t r iunfo de la cosm ología coper nicana fr ent e al ant iguo sist em a de Ptolomeo se ha convertido en el símbolo de una gran revolución que con fr ecuencia se ha ident ificado con el sur gim ient o de la ciencia m oder na. Est a gr an r evolución cient ífica ha sido descr it a com o la labor de algunas m ent es geniales, en especial, Copér nico, Kepler y Galileo. Sin em bar go, la Revolución Coper nicana no es un evento singular que se pueda ubicar en un momento específico. Se trata de un proceso complejo cuya comprensión debe incluir temas t an diver sos com o m at em át icas, ast r onom ía, cosm ología, física, est ét ica y r eligión. En 1543 Nicolás Copér nico ( 1473- 1543) pr opuso sim plificar y al m ism o t iem po m ej or ar la t eor ía de la ast r onom ía t r ansfir iéndole al sol una ser ie de r oles que pr eviam ent e se le habían at r ibuido a la t ier r a. El sol pasar ía a ser el cent r o de las ór bit as de los planet as y la t ier r a per der ía su posición privilegiada para convertirse en otro planeta más.

Est a idea solo t iene sent ido si est á acom pañada de gr andes cambios en el campo de la física y la explicación del movimiento, y

(14)

solo se hace cr eíble si est á acom pañada de pr ofundos cam bios en la r elación del hom br e con el univer so y con Dios. Eso que se nos ha pr esent ado com o una r evisión m inuciosa y t écnica de la ast r onom ía clásica, se conver t ir ía en el foco de una acalor ada polém ica en r eligión y filosofía, que t r ansfor m ó la cult ur a occident al. Es un pr oceso que le dar á for m a a la llam ada “ ciencia moderna” y, ya que nuestra cultura depende mas que nunca de los concept os y las pr áct icas que sur gier on con est a nueva for m a de hacer ciencia, es ur gent e ent ender en que consist ió dicha revolución.

Dem asiada t int a y papel se han invert ido en explicar el “ nacim ient o de la ciencia m oderna” , pero la m ayoría de hist oriadores y com ent arist as habían dedicado sus invest igaciones a est udiar la obra de aquellos individuos que parecen acomodarse más fácilmente a nuest ra idea de “ ciencia m oderna” . En dem asiadas ocasiones se había ignorado o subest im ado la im port ancia que t uvieron fact ores de t ipo polít ico, inst it ucional, religioso y est ét ico en t odo el proceso de legitimación de la nueva cosmología.

En la segunda m it ad del siglo XX filósofos e hist oriadores com o EJ Dijksterhuis, Alexander Koyré, Thom as Kuhn, Richard West fall, Charles Webst er, Allen Debus, David Lindberg, Paolo Rossi, ent re ot ros, han enriquecido y problem at izado la discusión sobre los orígenes de la ciencia m oderna. En publicaciones recient es, hist oriadores de la ciencia y de la cult ura com o St even Shapin o Peter Burke han mostrado nuevos aspectos referidos a las profundas

(15)

raíces sociales y polít icas del conocim ient o e inclusive han cuestionado la idea misma de “la Revolución Científica”.

Bibliografía

Burke, Peter, El Renacimiento, Barcelona, Crítica, 1993.

Burke, Peter y Briggs, Assa, De Gutenberg a Internet: una historia

social de los medios de comunicación. Madrid, Taurus, 2002.

Bur ke, Pet er . Hist or ia social del conocim ient o. Bar celona, Paidós, 2002.

Debus, Allen. Man and Nature in the Renaissance. Cambridge University Press, 1988.

Eisenstein, Elizabeth. The Printing Revolution in Early Modern Europe. Cambridge University Press, 1990.

Latour, Bruno, “Drawing things together” En: Lynch, M. y Woolgar, S. ( Eds.) Repr esent at ion in scient ific pr act ice. Cambridge Mass.: The MIT Press, 1990.

Webst er , Char les. De Par acelso a New t on. La Magia en la Cr eación de la Ciencia Moder na. México, Fondo de Cult ur a Económ ica, 1993.

(16)

This document was created with Win2PDF available at http://www.daneprairie.com.

Referencias

Documento similar

De hecho, este sometimiento periódico al voto, esta decisión periódica de los electores sobre la gestión ha sido uno de los componentes teóricos más interesantes de la

D) El equipamiento constitucional para la recepción de las Comisiones Reguladoras: a) La estructura de la administración nacional, b) La su- prema autoridad administrativa

b) El Tribunal Constitucional se encuadra dentro de una organiza- ción jurídico constitucional que asume la supremacía de los dere- chos fundamentales y que reconoce la separación

"No porque las dos, que vinieron de Valencia, no merecieran ese favor, pues eran entrambas de tan grande espíritu […] La razón porque no vió Coronas para ellas, sería

Cedulario se inicia a mediados del siglo XVIL, por sus propias cédulas puede advertirse que no estaba totalmente conquistada la Nueva Gali- cia, ya que a fines del siglo xvn y en

De acuerdo con Harold Bloom en The Anxiety of Influence (1973), el Libro de buen amor reescribe (y modifica) el Pamphihis, pero el Pamphilus era también una reescritura y

Habiendo organizado un movimiento revolucionario en Valencia a principios de 1929 y persistido en las reuniones conspirativo-constitucionalistas desde entonces —cierto que a aquellas

The part I assessment is coordinated involving all MSCs and led by the RMS who prepares a draft assessment report, sends the request for information (RFI) with considerations,