• No se han encontrado resultados

La revista “Castalia” (1917), un capítulo en la vida de Luis Rodríguez Figueroa

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2022

Share "La revista “Castalia” (1917), un capítulo en la vida de Luis Rodríguez Figueroa"

Copied!
23
0
0

Texto completo

(1)

La revista “Castalia” (1917), un capítulo en la vida de Luis Rodríguez Figueroa

Miguel David Hernández Paz – Universidad de La Laguna – upmdhp@gmail.com

Resumen: La revista “Castalia” se publicó en Tenerife en el año 1917. Dentro del proceso moderno de la comunicación, y en un contexto de crisis, se presentó como un espacio para el análisis crítico y la actividad cultural en general. El grupo de “Castalia” se propuso como interlocutor de las propuestas políticas y socioculturales de mayor innovación y aseguró la transición de las formas literarias y periodísticas decimonónicas, modernistas y vanguardistas.

En el reciente marco de recuperación de la memoria histórica, Luis Rodríguez Figueroa ha sido recuperado como mártir republicano para la democracia. Obra y vida se entrelazaron de forma recíproca, trayendo a colación aspectos personales, ideológicos y vocacionales, que contribuyen a esclarecer los problemas estructurales y coyunturales de Canarias en las tres primeras décadas del XX. La combinación de elementos propició un cúmulo de experiencias y sensibilidades, que desembocó en una extraordinaria configuración humana, cuyo brillo desató por último las oscuras energías del desenlace fatal de su vida.

“Castalia” sintetiza el conjunto de ideas y culturas circulantes por el Archipiélago en la época de la I Guerra Mundial. La urgencia del momento histórico incentivó la recuperación de un discurso sociocultural para la contemporaneidad. El grupo de “Castalia” coincidió para restablecer un patrimonio que había visto distorsionadas las intenciones originales de regeneración finisecular. Con el subtítulo “Literatura, Arte, Vida Insular”, la publicación planteó resolver las realidades anacrónicas de las Islas con respecto a las escenas mundiales de referencia propiamente moderna (política, económica y cultural).

Palabras clave: Modernismo, Regeneracionismo, Literatura, Periodismo, Cultura

1. En torno a la cultura modernista

El Modernismo se presenta como síntesis de las ideas y de las culturas de un tiempo histórico, localizado de forma convencional entre los años 1880 y 1920.

Más allá de significar la expresión artística contemporánea, las diversas propuestas de regeneración que le dan carácter se articularon alrededor de la posibilidad de una sociedad organizada por criterios éticos de racionalidad, y orientada al bienestar individual y colectivo.

(2)

No sólo el arte definió, por tanto, la experiencia modernista (como frecuentemente se ha tratado). En un sentido amplio, atañe a un estadio de madurez de las ideas propias de la Razón crítica que, tras una larga trayectoria dominada por el providencialismo religioso, aspiró a romper el esquema del Antiguo Régimen, llamando a la redefinición material, ideológica y cultural en el tiempo y en el espacio contemporáneo.

En relación, para alumbrar el horizonte modernista fue necesaria la secularización de la perspectiva de la Historia, impulsada por las teorías positivistas y evolucionistas a lo largo del siglo XIX. De singular intensidad reflexiva y de experimentación, ese siglo había esclarecido claves como la capacidad reflexiva y auto-reflexiva que distingue al humano del resto de seres vivos y propicia la opción de un diseño sostenible de convivencia social.

Representativa eficaz de aquel estado cognitivo, la “generación cientifista de 1880” expresó en Canarias las posibilidades de la ciencia positiva. Entre sus miembros, Gregorio Chil y Naranjo destacó por sus relaciones con las escuelas biológicas y antropológicas más relevantes de la época. Desde el momento en que configuró el discurso científico de la personalidad histórica del Archipiélago y sufrió la censura eclesiástica por ello, este científico positivista asentó una especificidad isleña en la represión ideológica y cultural de la Restauración monárquica pos-republicana.

La reactivación de las labores literarias y periodísticas que tiene lugar en las Islas en este período ha sido vinculada a un movimiento cultural, denominado de regeneración, que utilizó la literatura como vehículo para desarrollar la creatividad y la crítica fuera de las dependencias políticas del sistema de la Restauración monárquica.

Al concluir que la crisis del poder colonial español incidió de forma común en el mosaico cultural hispanohablante, ha sido habitual la equiparación de las implicaciones regeneracionistas de las literaturas finiseculares. Pero los estímulos creativos no se constriñen a interpretaciones negativas de las crisis y conmociones, como así refleja la inquietud creadora del 98. La quiebra imperial dejó modulaciones narrativas distintas a ambos lados del Atlántico, y por argumentos que encierra el proceso americano y del Archipiélago (étnicos, geográficos e históricos), la óptica isleña acogió las interpretaciones positivas y las propuestas más estimulantes del Modernismo global1.

Se entiende que la impronta de José Martí Pérez (ampliada y divulgada posteriormente por Rubén Darío) no sólo abrió la posibilidad a una nueva nacionalidad literaria (la cubana), sino también la correspondiente a otras comunidades del mundo. Esto hace conveniente que Modernismo y Regeneracionismo español no sean tratados como una misma cosa, pues el

1 En relación a los Episodios Nacionales de Galdós, Yolanda Arencibia escribe que sólo “unos ojos comprometidos pero que observan la historia decimonónica española desde afuera y desde arriba hubieran sido capaces de contemplarla, mostrarla, sopesarla y juzgarla con tanta clarividencia y con tan amable comprensión”. Es así que concluye un bagaje “en la técnica de aprender en el vaivén del mar y en la inconsistencia de la tierra firme, la eventualidad de las cosas...”; a través de “unos ojos, además, isleños, conformados desde la inseguridad [“conscientes de flotar en tierra incierta”]” (Arencibia, 2008: 140).

(3)

primero fijó en todas las jóvenes literaturas criollas de la lengua castellana la asunción geo-histórica de sus pueblos, mientras que el segundo se mostró atenazado por la crisis colonial y la pérdida de hegemonía de España en el mundo.

El progreso hacia una imaginación literaria y periodística más libre llegó a Canarias a través de la denominada “generación canario/americana”. En unos tiempos que contemplaban la posibilidad de romper la visión uniforme de España, el resquebrajamiento del Imperio reabrió la reflexión acerca del modelo de relación con la centralidad metropolitana. Mientras los grupos locales de poder se mostraron reticentes a los cambios, la inquietud modernista se activaba para la elaboración de un discurso y proyecto autónomo canarios.

Con el aliento literario y periodístico de emigración, y de acuerdo con las lecciones más libres que no habían sido posibles hasta ese momento, el Regeneracionismo canario inauguró un horizonte historiográfico para la narrativa canaria. Tocaba un reajuste del marco de relaciones con el Estado trascendente, e igual que José Rizal hizo respecto a la nacionalidad idiomática y literaria de Filipinas, Secundino Delgado Rodríguez fue quien hizo visible una vía nacional para la expresión literaria en Canarias. Así lo entendieron las autoridades españolas, que articularon una de las reacciones anti-modernas más eficaces de su Historia2.

2. La I Guerra Mundial, una cuestión de orden superior

Las épocas de crisis y conmociones se han mostrado históricamente como un estímulo excepcional, tanto para la reflexión histórica como para la creación de obras literarias y artísticas en general. Bajo esta consideración, es pertinente resaltar que el tiempo de “Castalia” se insertó en una de las grandes crisis de la Historia contemporánea: la I Guerra Mundial (1914-1918).

La confrontación diplomática y estratégica tuvo en Canarias un protagonismo notable durante la contienda. Próximas a áreas de máxima rivalidad colonial, en el camino a otros tantos territorios de interés y ubicadas en las rutas transoceánicas de las compañías británicas, el carácter de encrucijada marítimo-comercial revalorizó la situación geoestratégica de las Islas, que se convirtieron en una zona específica de guerra.

Las operaciones navales marcaron este protagonismo. En aguas isleñas se planteó una guerra comercial que perseguía, por parte germana, desestabilizar una de las bases del comercio atlántico británico y de otros países aliados. La presencia de submarinos trastocó el marco de la seguridad global y el aumento de los riesgos de navegación recondujo los tráficos a rutas marítimas más

2 “En este sentido, la Iglesia española se identificaba plenamente con la posición de la jerarquía vaticana, explicitada por Pío IX en el Syllabus de Errores, en la Quanta Cura, de diciembre de 1864, y en la declaración de infalibilidad papal de 1870. En ambos textos “se condenaba taxativamente todo el proyecto de la modernidad: liberalismo, socialismo, democracia, panteísmo, naturalismo, librepensamiento, regalismo, nacionalismos”, lo que significaba un triunfo espectacular e internacional de la reacción y una derrota para los grupos católicos liberales” (Guerra, 2005: 37-38).

(4)

cortas y seguras del norte. Esto provocó la desconexión de los mercados consumidores de la producción frutera, situación que, con los puertos bloqueados desde el principio, terminó por paralizar los flujos comerciales y sumió a la economía isleña en una de las contracciones más graves de su Historia.

“Castalia” fue testigo del momento en que el Estado Mayor alemán decidió intensificar la estrategia al grado de “guerra submarina a ultranza” (desde febrero de 1917). Ante la sospecha de que los submarinos alemanes encontraban facilidades eventuales en las Islas (suministros, información...), el Almirantazgo británico aumentó la presión diplomática sobre las autoridades españolas, incapaces de asegurar la neutralidad oficial del territorio. Mientras la economía local se resentía en los términos expuestos, las operaciones de inteligencia de uno y otro bando jugaban sus bazas. Hacia el mes de abril de ese mismo año, la entrada en guerra de Estados Unidos terminó por desequilibrar las fuerzas contendientes y garantizó, por último, la hegemonía británica en el área atlántica.

La contienda tuvo un alcance global inédito hasta entonces. En un período crucial del proceso moderno del periodismo, la fluencia de noticias bélicas se cuenta entre los revulsivos contemporáneos de la comunicación social. Para entonces, la expresión escrita era aún predominante en las labores informativas, sin menoscabo de que las imágenes fotográficas comenzaran a dar una mayor consistencia a los contenidos periodísticos.

En semejante contexto de incidencia informativa, el impacto de las representaciones (literarias, gráficas e incluso animadas) contribuyó a elevar la conciencia pública de la globalidad del drama, que coincidía para reforzar un efecto negativo en la vida contemporánea y, de forma específica, amenazar el progreso racional de la humanidad hacia un sistema universal de reglas y principios de comportamiento moral.

El trastorno de los sistemas de reglas y de comportamiento moral por los cuales todas las sociedades habían de regular las relaciones entre sus miembros y, en menor medida, entre sus miembros y los de otras sociedades, trajo el cuestionamiento de todo lo que hasta aquel momento se erigía como criterio de desarrollo para las sociedades. La verdad no existía, y ello restaba importancia a los temas, porque nadie sabía realmente nada. El rasgo de no sólo ser crítica de la realidad circundante, sino también de sí misma, fragmentó la autoridad intelectual del paradigma moderno y propició un estado cognitivo de multiplicidad crítica3.

La crudeza de los acontecimientos agravó el discurso de los analistas más sensibles4. Esto, más la contracción económica asociada al conflicto, afectó de

3 “Proemial”: “La medida, escasa, del propio valer, nos ha hecho vacilar un momento.

¿Tenemos autoridad? Única incertidumbre dolorosa. La noción consciente de nuestra insuficiencia nos ataraza: pero... Harto preocupados con nuestra autonomía interior para hablar por cuenta de nadie, nos contentamos con no traer al concierto público más representación que la de nosotros mismos” (“Castalia”, núm. 1, 7 de Enero de 1917).

4 “Uno de sus poemas más representativos... es “Apocalipsis”... En esta composición el poeta experimenta lo que define como el fracaso de la Humanidad, que se ve encenagada en la

(5)

tal manera al imaginario de las sociedades contemporáneas, que se vieron sumidas en un estado de incertidumbre sin parangón en la Historia: “La humanidad sobrevivió, pero el gran edificio de la civilización decimonónica se derrumbó entre las llamas de la guerra al hundirse los pilares que lo sustentaban... Para quienes se habían hecho adultos antes de 1914... “Paz”

era “antes de 1914” (Hobsbawm, 1995: 30).

3. Un espacio para la razón y el pacifismo

Para el año 1917, la Era de la Razón transitaba una etapa de maduración a la que el Archipiélago no fue ajeno. En el contexto del primer conflicto bélico de gravedad global del siglo XX, “Castalia” mantuvo el objetivo de introducir localmente los preceptos más esperanzadores del conocimiento humano.

¿Cómo era posible que, habiendo llegado a un momento cumbre de la Razón, la humanidad se viera sumida en el trágico acontecer de la I Guerra Mundial?

“Castalia” lamentó y denunció ampliamente la regresión de valores que aquella crisis significaba y el punto de incertidumbre existencial al que llevaba.

Interconectados a nivel interno, y en contacto con la realidad y la intelectualidad exterior, la línea principal dotó a la revista de un nivel analítico y creativo óptimo para afrontar la crisis contemporánea: “… La guerra de hoy sólo se descifra con la Historia, la Geografía y la Sociología en las manos. Colhert, Pitt y Bismark son los ancestrales en la psicología de esta guerra” (Redacción)5.

En el proceso de transición de las formas literarias y periodísticas decimonónicas, modernistas y vanguardistas, la revista retuvo la intención de transmitir y aplicar al conjunto social los principios más emancipadores del pensamiento contemporáneo: “Con la guerra no se han descubierto –repito- valores nuevos, sino que se ha reconocido la necesidad de adoptarlos y aplicarlos, conforme lo habían proclamado multitud de privilegiadas inteligencias” (Fray Galindo: “Máxima desorientación”)6.

“Castalia” (1917) fue impulsada por un conjunto intelectual que se formó para la labor literaria y periodística al socaire de elementos destacados en la primera experiencia republicana española. Es interesante comprobar la juventud de exponentes que tuvieron la oportunidad de rodarse en la revista, junto a elementos que, a su vez, habían abierto el siglo XX de la mano de una escuela anterior. A la postre, este bagaje se desveló esencial en la cultura modernista de los autores canarios finiseculares. Como queriendo activar la sensibilidad y la crítica, y siempre con los principios racionales de regeneración como esperanza de futuro, “Castalia” llegaba para insuflar “un poco de vida sentimental y efusiva”, a partir de dos pilares del pensamiento humanista:

optimismo y juventud.

enorme catástrofe que significó la I Guerra Mundial... Esta visión universalista de Rodríguez Figueroa se suma, en paralelo, al amor que el poeta siente por su tierra madre, cuyos orígenes no duda en otear entre la niebla del mundo clásico que... se convierte, por virtud del Arte y de la Historia, en el origen de la propia “universalidad” insular” (Rodríguez, 2010: 21-23).

5 “Castalia”, núm. 10, .20 de Marzo de 1917.

6 “Castalia”, núm. 3, 23 de Enero de 1917.

(6)

4. En la hora moderna de la comunicación

“Castalia” vivió el tiempo glocal de uno de los revulsivos contemporáneos de la Comunicación social: la I Guerra mundial. La fluencia de noticias bélicas aportó desde el exterior un aire vital a los medios de comunicación, que acogieron con satisfacción toda la información que llegaba a las Islas. Con la pretensión de promocionar sus respectivas causas, los propios países beligerantes las hacían llegar por medio de la telegrafía inalámbrica. El reclamo informativo distendió temporalmente los arcaísmos estructurales del contexto y tuvo un efecto alterador en las bases del periodismo: por un lado, los habitantes alfabetizados encontraron nuevos alicientes para leer periódicos; y por el otro, la estridencia de los sucesos despertó, cuando menos, la curiosidad de la mayoría no letrada.

En otro sentido, se observa la dislocación de las clientelas que, en la anteguerra, funcionaban al calor del sistema político bipartidista de la Restauración monárquica. El decaimiento de estas formaciones políticas provocó un cambio de estrategia en los periódicos que, para hacerse con la concurrencia de público lector neutral, se orientaron al objetivo de ganar competitividad en el mercado. Los desarrollos se orientaron a la conformación de las primeras empresas de comunicación social, como hito del proceso de modernización del periodismo en Canarias, con implicaciones en las diferentes dimensiones de la sociedad contemporánea (económica, política, ideológica y cultural).

Por aquellos tiempos, cursaba la definición de la profesión periodística y la modernización de todo lo que tenía que ver con el sector: estilos literarios y editoriales, maquinarias de impresión, fuentes de información, medios de transmisión... Las nuevas tendencias trajeron un tratamiento más ameno y sensacionalista de la información, notable en el incremento de las ilustraciones y en la diversificación de los temas. Son las bases de la naciente cultura informativa de masas, fortalecida por contenidos y secciones que venían encabezadas por titulares de impacto social.

Aquel era un momento crucial del proceso moderno de la comunicación, hacia la conversión de los medios (escritos y de limitado alcance social por entonces) en productores decididos de entretenimiento y opinión pública. Desde el primer número, hubo intención de hacer visibles actividad y existencia para asegurar la sostenibilidad del proyecto editorial. También en el objetivo de la autogestión financiera han de considerarse las formas de adquirir la revista, las informaciones de su distribución, así como el recurso notable de la publicidad:

“Anúnciese usted en esta publicación. Con ello se hará usted un beneficio y contribuirá a la vez a fomentar el arte y la literatura regionales” (Redacción).

La revista modernista es un hito de la Historia literaria y periodística canaria.

Con el subtítulo “Literatura-Arte-Vida Insular”, “Castalia” asumió el reto de la convergencia con las escenas socioculturales y políticas de referencia contemporánea. Dificultades como la carestía del papel (habitual en la época)7

7 Redacción: “Lamentables dilaciones en el envío de los pedidos de papel que teníamos hechos y la absoluta carencia de este artículo en plaza, ha sido causa de que nuestra revista sufriera un retraso enorme, que ha perjudicado grandemente sus proyectos y ha agravado el

(7)

y las limitaciones socioculturales del mercado impidieron, por último, la tirada semanal prevista inicialmente; y la experiencia pública de la revista se redujo a un total de veintidós números entre los meses de enero y agosto de 1917.

5. “Castalia” como proyecto cultural

Asimilada la impronta positivista del XIX, con la experiencia reciente del tránsito al XX y en el tiempo de la I Guerra Mundial, las mentes más inquietas (y jóvenes) del contexto asumieron la tarea de definir horizontes de desarrollo para la nueva centuria. La aspiración de intervenir positivamente en la situación política, económica y sociocultural se apoyó en la multiplicidad crítica y partió de una visión multidisciplinar de la realidad, explícita en el subtítulo de la publicación modernista: “Literatura, Arte y Vida insular”.

Ante la creciente complejidad del mundo, el proceso se orientó al aglutinamiento de talentos teóricos y prácticos y a la reordenación de los recursos estratégicos disponibles. En el anhelo de superar la fragmentación insular y de vertebrar un futuro autónomo y de cohesión sociocultural en el Archipiélago, la revista modernista aprovechó cualquier actividad (tertulias, encuentros y reuniones literarias) a favor de un mayor conocimiento, intercambio y difusión de ideas, al tiempo que se procuraba la entrada de las tendencias más innovadoras de rango universal.

El grupo de “Castalia” conocía in situ la experiencia cotidiana de las gentes locales, y así se refleja en la amplia faceta costumbrista del corpus literario/periodístico y pictórico de la época. Este es el momento de la configuración del Regionalismo canario y, en relación al proceso de construcción de las identidades colectivas, la revista contribuyó a sintetizar los elementos de cohesión que permite a la sociedad isleña reconocerse e identificarse como canaria.

“Castalia” es representativa del Modernismo local y global, y son pocos los nombres que dejan de aparecer en sus contenidos. Con la convicción de la idoneidad histórica de dar paso a un nuevo estadio de la evolución social y cultural, el grupo de “Castalia” coincidió para restablecer las intenciones originales de regeneración finisecular y se erigió en interlocutor de las propuestas más interesantes de modernización: democracia, diversificación económica, educación, transportes, autonomía…

En la búsqueda de soluciones a los problemas estructurales, todos los lenguajes entraron en consideración: poesía, narrativa, dibujo, fotografía, música, publicidad, humor… La intención de crear sinergias interculturales se hace perceptible en la abundancia de dedicatorias y, en general, de guiños socio-literarios al pasado y a la contemporaneidad.

problema administrativo con que luchamos desinteresadamente desde los comienzos de nuestras publicación. Al fin hemos recibido la remesa que desde un mes hace esperábamos, y ahora nos proponemos normalizar la situación ajustando nuestras ediciones a las fechas exactas. Que se nos perdone la falta, impuesta por circunstancias que no estaba a nuestro alcance vencer” (“Castalia”, núm. 19, 15 de Junio de 1917).

(8)

6. Los lenguajes de “Castalia” (principales colaboradores)

El rasgo analfabeto de la configuración sociocultural condicionó en forma clasista la actividad propiamente intelectual de la época. Ello es útil para entender el escueto porcentaje de población llamado a protagonizar la vida cultural, política y, en general, el ámbito de las profesiones liberales. Por tanto, el conjunto literario y periodístico de referencia era un grupo selecto de la sociedad, que tuvo acceso a títulos educativos y ejerció las profesiones de producción, difusión y ejecución política de ideologías y culturas.

Esta es la caracterización del personal colaborador de “Castalia”, que aparece detallado por nombres en las cabeceras de cada número, previa distinción de Luis Rodríguez Figueroa como director y de Ildefonso Maffiotte como jefe de redacción. Se trata de un elenco numeroso, y sólo la regularidad en las apariciones permite distinguir a los miembros de una línea principal dentro del proyecto editorial. Por lo demás, los diferentes lenguajes y géneros artísticos facilitan una primera clasificación de las aportaciones a los contenidos de la revista.

La poesía es sin duda uno de los ejes principales. La inspiración de Rubén Darío sobrevuela el corpus de “Castalia”, que dedica en exclusiva su quinta edición al aniversario de la muerte del poeta nicaragüense. Con un rasgo especialmente atlántico y universal, la poesía modernista ostenta un lugar preferente en la Historia literaria canaria y la revista contó con los vates más destacados: Tomás Morales, Alonso Quesada, Domingo Rivero, Saulo Torón, Manuel Verdugo, Alfonso Ojeda, José Hernández Amador, Luis Rodríguez Figueroa, Matías Real, José Tabares Bartlett, Domingo J. Manrique, Guillermo Perera Álvarez, Agustín Millares Carló, Néstor de la Torre, Antonio Zerolo, Agustín Espinosa…

En el proceso de transición de las expresiones decimonónicas, modernistas y vanguardistas, el relato, el cuento, el teatro y la poesía conjugan el reconocimiento a autores distantes en el tiempo, pero aunados en la senda del pensamiento humanista: Homero, Dante, Boccaccio, Cervantes, Shakespeare… Así hasta concurrir con referentes más recientes, como Heine, Giacomo Leopardi, Lord Macaulay, Edgar Poe, Oscar Wilde y Benito Pérez Galdós.

La narrativa creativa contribuye a la riqueza literaria de “Castalia” que, en este ámbito, publicó prosas de Leocadio Machado, Juan Maffiotte, Tomás E.

Montesdeoca, Miguel y Arturo Sarmiento, “Carlos Cruz”, Joaquín “Adelantado”

y del propio Luis Rodríguez Figueroa. Asimismo, la revista se hizo eco de las disquisiciones estéticas de José Enrique Rodó, de las novedades literarias de Suddermann (autor de “Magda”) y de las últimas creaciones teatrales de Jacinto Benavente y de los hermanos Luis y Agustín Millares Cubas.

En forma de “Proemial”, “Glosario”, “Poliantea” o de notas informativas, muchos contenidos de redacción periodística aparecen sin firma. Entre las rúbricas cabe resaltar a Ildefonso Maffiotte, Francisco González Díaz, S. Suárez León,

“Tarascón”, Emilio Carrére, Guy Maupassant y L. Brunel. Mención aparte merece “Fray Galindo”, cuyos artículos de reflexión y crítica social conforman

(9)

una de las lecturas más atractivas. Si bien en la nómina de colaboradores aparece ocasionalmente identificado con Luis Doreste y con Manuel Fernaud, persiste una confusión en torno a esta identidad, que aumenta el interés de quién estuvo realmente detrás del seudónimo.

La divulgación de actos culturales en general se ve correspondida en numerosas notas informativas y en colaboraciones como las de H. Giner de los Ríos, que presenta la obra de Leoncio Rodríguez: “Tenerife, Impresiones y Comentarios” (1916). En cuanto a la reflexión política de España, destaca la disertación en torno a las “Bases del equilibrio nacional” del jurista Hipólito González Rebollar y la controversia sostenida durante varios números por el pedagogo socialista Baltasar Champsaur Sicilia (que presentaba el libro “Hacia la cultura europea”) y el historiador Elías Serra Ráfols. Por último, señalar el artículo en que Manuel Bethencourt del Río ofrece sus impresiones sobre la cuestión bélica: “Psicología de la situación”.

Carmela Eulate comportó la perspectiva femenina más significativa y polifacética del momento. Destacada por el dominio de varias lenguas, de su prolífica labor de traducción literaria “Castalia” publicó “Traducción directa del alemán, de Heine” y “El vaso roto (traducción directa del francés, de Sully Proudhomme)”. Tres poemas y dos piezas prosísticas rematan las colaboraciones de Eulate, cuyo prestigio como novelista, poetisa y ensayista era sólido desde hacía años en el contexto caribeño e isleño.

Bajo la identidad de “Fémina”, Marta Alexandre cubrió la sección “Modas”, por la que hacía llegar los ecos de una industria que, desde entonces, localizaba su centro en la capital francesa. Si bien la mujer inspira buena parte de “Castalia”

(incluida la iniciativa de un concurso de belleza), pocas más son las aportaciones femeninas a la revista: una escueta nota de Carmen de Burgos

“Columbine”, una prosa inocua a la causa feminista de Carmen Croissier, un dibujo y pequeño texto de Emilia Mesa, y un artículo periodístico firmado por Laura Minas, en torno a la figura de un político local.

El equipo de dibujantes, acuarelistas y pintores aporta un rasgo estético indudablemente modernista a “Castalia”. Las páginas aparecen con recursos ornamentales que enmarcan los contenidos y las ilustraciones suelen ir asociadas a los textos de mayor relevancia, comportando fuerza gráfica a los mismos. La confección de las cubiertas (a color), retratos, viñetas y caricaturas completan las labores del plantel de ilustradores, que debió responsabilizarse también del diseño publicitario de los productos y negocios que aparecen anunciados. El grupo gráfico/pictórico de “Castalia” estuvo conformado por Adalberto Benítez, Francisco Bonnin, Francisco y Miguel Borges, Claveríe, Juan Davó, Gómez Moussé, Guezala, López Ruiz, Manuel Reyes, R. Romero Spínola, N. Oliva, Diego Crosa y Santana Bonilla.

Por último, destacar que “Castalia” impulsó desde el principio el lenguaje musical como uno más de los cauces de la expresión artística y cultural.Dentro de la sección “Páginas musicales”, se publicó un total de seis partituras, entre las que se encuentran “Página triste a la memoria de Rubén Darío” de Reyes Bartlett y “Her last words (dedicado al poeta Isaac Viera)” de Baldomero Romero Spínola. Con Wagner y Chopin debidamente reseñados como

(10)

referentes de la música contemporánea, la revista modernista dio reconocimiento a la figura de Teobaldo Power, asentando al músico decimonónico desde entonces como uno de los elementos más consistentes de la comunidad de interpretación canaria.

7. Línea editorial

La extensión de la guerra al Archipiélago sacó a relucir la fragilidad estructural de la economía isleña, pero también la predominancia británica en la zona, hecho que no dejó de proyectar una serie de contradicciones entre la soberanía política y el control efectivo de la economía. Después de todo, la neutralidad oficial de España suponía el reconocimiento de su impotencia y vulnerabilidad en múltiples órdenes (no sólo en el militar). Las únicas hostilidades a su alcance se circunscribían al ámbito de la opinión que, bien por ideología, prejuicio, relaciones personales o por la propaganda de las partes contendientes, asentó una tendencia al atrincheramiento general de ambas partes.

Frente a la “hostilidad del medio” y al “exclusivismo bastardo, tedioso y gris de esta monótona existencia insular”, se entiende la intención de la revista de

“impregnar los pensamientos y las cosas de esa virtualidad talismánica que obra el milagro de lo bello”, mediante una cabecera [“Castalia”] proveniente de aquellos nombres “que suenan como el bronce de las armas de Aquiles, como el oro antiguo, como el mármol pentélico, como los laureles del heroísmo quimérico, como la inmensa lira del corazón de Grecia…” (“Proemial”)8.

Adulto de antes de 1914, el grupo de “Castalia” se reveló seguidor de una tradición tan antigua como la humanidad, transmitida por el neoplatonismo renacentista y por las corrientes que atraviesan el siglo XVIII (Ilustración y Razón Crítica), penetran en el XIX (Liberalismo, Positivismo y demás sucedáneos) y llegan al tiempo presente para redundar en la misma esperanza de ver el mundo o la realidad como un sistema de correspondencias, tendente a la mayor objetividad posible, y que provea un desarrollo social sostenible.

La urgencia del momento histórico exigía un ejercicio riguroso en las labores.

Joven, al tiempo que veterana, la revista modernista procuró implementar criterios con vistas a asegurar el sentido estratégico de las aportaciones:

“Castalia” no admitirá más originales que los de sus habituales colaboradores o aquellos que se soliciten directamente. Los demás que se reciban no serán devueltos ni se mantendrá correspondencia acerca de ellos” (Redacción)9. Por encima de principios ideológicos concretos, las históricas relaciones con el Reino Unido determinaron, en detrimento del bloque germánico, la inclinación

8 “Castalia”, núm. 1, 7 de Enero de 1917.

9 “Castalia”, núm. 8, 2 de Marzo de 1917.

(11)

aliadófila mayoritaria. Superado un primer nivel de criba, la revista procuró garantizar la pluralidad ideológica y cultural en sus páginas:

“No se achaque a “pose” o pedantería del pensamiento: pero sea este el motivo para reasumir nuestra actitud frente a aquel conflicto en estas palabras: en la guerra actual estamos contra todos porque todos deben la culpa de la guerra: no busquemos sus causas en el momento histórico; el mal de todo enfermo no está en la enfermedad sino en los agentes que han viciado sus fuerzas vitales”

(Redacción)10.

El equilibrio del grupo de “Castalia”, global y diverso en lo disciplinar, permite trascender la categorización de publicación politizada ni especializada; ni literaria ni independiente. Enmarcado en la zona de influencia del bando aliado, brota un concepto genuino de neutralidad, isleñamente republicano, que se perfila como uno de los elementos que mejor sintetizan la línea editorial de la revista:

“CASTALIA” odia la guerra. No es germanófila ni aliadófila. Tampoco es “neutral”, en el sentido que se viene dando a esta palabra. Si era hora de que hablásemos, ya llegó. Nos obliga a ello la publicación del artículo de nuestro fraternal amigo Manuel Bethencourt del Río – compleja inteligencia, voluntad irreductible, carácter combativo-, para quien no podemos tener veto en estas columnas, aunque estemos en completo desacuerdo respecto al enfoque general del tremendo conflicto que diezma a Europa...” (Redacción)11.

Si los directores conformaban un rasgo estructural en la trayectoria y en las líneas editoriales de los diarios de la época, la siguiente nota informativa así lo certifica, cuando el director fundador decide cesar en sus funciones:

“Muy a nuestro pesar deja la dirección de “Castalia” Luis Rodríguez Figueroa. Le separan de la labor interna y habitual en esta revista motivos y razones sin interés para el público, y que en nada afectan a las estrechísimas y vinculadas afecciones que ha tenido y sigue teniendo en esta modestísima casa de nobles ideales. Aunque cesa en la gestión personal directiva de esta publicación, seguiremos, no obstante, el mismo itinerario espiritual que él nos trazara, compenetrados con su sereno y magnífico pragmatismo artístico”12.

Luis Rodríguez Figueroa imprimió a “Castalia” la aspiración de intervenir positivamente en la realidad sociocultural de las Islas, lastrada por la extraversión política y económica, y agravada por la condición analfabeta mayoritaria de la población. Por esto, y con el reconocimiento del grupo de

10 “Castalia”, núm. 10, 20 de Marzo de 1917.

11 “Castalia”, núm. 10, .20 de Marzo de 1917.

12 “Castalia”, núm. 20, 30 de junio de 1917.

(12)

“Castalia” en la anterior cita, a continuación se profundiza en la figura que encierra las claves editoriales e ideológicas de la revista.

8. Luis Rodríguez Figueroa, mártir para la democracia

Luis Rodríguez Figueroa nació el 19 de noviembre de 1875 en el seno de una familia dedicada a las actividades comerciales en la localidad tinerfeña del Puerto de la Cruz. Realizó estudios de abogacía en Granada, finalizando este periplo formativo hacia 1896.

Exponente de las generaciones que experimentaron la proyección modernista de entre-siglos, pronto inició una prolífica producción literaria que destacó en diferentes publicaciones y colaboraciones periodísticas. Desde finales del XIX, colaboró con artículos y poesías en periódicos como El Ideal, Iriarte o El Regionalista y, de forma particular, en La Palestra (1899). También dejó temprana constancia poética con los poemarios Preludios (1898) y Venus Adorata (1902), al tiempo que se publicaba la novela El Cacique (1901).

Con frecuencia empleó el seudónimo Guillón Barrús, que se hizo popular en artículos sobre política y crítica literaria y social. Esta faceta combativa debe estar relacionada a la escasez de información acerca de su trayectoria en la primera década del siglo XX. No en vano, es el período en que aparece vinculado a la masonería (1897-1910), experiencia por la que fue absurdamente procesado en tiempo franquista: sin estar presente, pues había muerto al inicio de la contienda civil.

En estos primeros años de centuria se descubre la cara cosmopolita propia de su lugar natal. El peregrinaje del autor por las Islas y fuera de ellas se orientó al estudio de aplicaciones beneficiosas para la sociedad, como así registra la serie “Prosa viajera” (1909), que da relación de sus frecuentes viajes por Europa (Gran Bretaña, Italia, Francia, Alemania…). El enriquecimiento de estas experiencias se tradujo en un mayor dominio de la expresión y en el perfeccionamiento del lenguaje, sin que ello supusiera una ruptura de las inclinaciones líricas de los inicios.

Será esta raíz de la que surjan los temas dedicados a la tierra, al sentir popular, a la exaltación del paisaje isleño y de las pervivencias pre-modernas. Compuso odas de contenido ideológico, histórico y legendario, de las que destacan “El Hombre de la Tribu” (1901), “Guetón y Rosalva” (1901) y “El Mencey de Arautápala” (1919). Estas composiciones constituyen la aportación lírica del portuense al anhelo contemporáneo de superar la fragmentación insular y de vertebrar un futuro autónomo y de cohesión sociocultural en el Archipiélago13.

13 Luis Rodríguez Figueroa: “Autobiografía. Yo, en mí y fuera de mí” (Arautápala, 1909): “Cada país tiene su grandeza y su monstruosidad relativa, y cada hombre lleva consigo algo de la idiosincrasia de su país. Esto lo hemos aprendido en nosotros mismos, viendo como bajo este sol africano y entre estas gentes de aduar se nos duermen las energías como lagartos amodorrados por la canícula, y viendo también como se gastan en miserias de política trapera las inteligencias más despiertas, en lugar de confundir, noblemente, todos los esfuerzos para la reconquista de un ideal de progreso y de cultura” (Cfr. Rodríguez, 2010: 109-120).

(13)

En adelante, el encuadre sociopolítico y el prestigio acumulado por la defensa de la causa de sectores sociales desfavorecidos (tanto en el ámbito profesional como en el literario y periodístico) avalaron su entrada en la gestión política municipal. Elegido concejal para los bienios consecutivos de 1912 a 1915, el nuevo edil no desaprovechó la oportunidad de preguntar, intervenir, presentar planes y resoluciones, en lo que fue una oposición activa a los intereses oligárquicos de la localidad, representados en la figura del Alcalde y en la mayoría de los cargos electos.

Hacia 1918, prioridades personales llevaron a trasladar la residencia familiar a la capital de la Isla (Santa Cruz de Tenerife), donde continuó desempeñando el oficio de las leyes en un despacho de la calle Numancia. El cambio no limitó su carrera política: el republicanismo logró la mayoría absoluta en el consistorio y Luis Rodríguez Figueroa resultó el segundo concejal más votado en 1920; justo el año en que la contundente “Diatriba contra los especuladores” aparecía publicada en un diario del norte tinerfeño (La Comarca).

Para la década de los veinte, siguió desplegando sus facetas de viajero, abogado, escritor y poeta, en atención “al placer de su alma, que ansía la belleza en todos sus aspectos..., que va de ciudad en ciudad, buscando las maravillas de la Naturaleza y del hombre” (“Luis Rodríguez Figueroa”, Hespérides, 1926)14.

En lo lírico, el mar ambienta las nostalgias de amor y los nuevos poemas incluidos en Nazir (1925), que supuso una variación en la creación poética del protagonista, pues “clausuraba un largo período de anhelos de afirmación artística y política regional, provocados por la nostalgia roussoniana del buen salvaje de un canario en el exilio y estimulada por las ediciones del Poema de Viana” (Nuez, 1979: 122).

La de 1920-1922 fue su última experiencia política municipal. A modo de interludio, la dictadura de Primo de Rivera debió incentivar sus convicciones políticas democráticas, republicanas de izquierda y por un proyecto autónomo canario. Bien sea por la muerte de su esposa en esos años, bien por la intensificación de la vida sociopolítica, Luis Rodríguez Figueroa reconcentró en este período sus ímpetus creativos y cívico/políticos para la nueva etapa histórica.

Así hasta 1929, cuando el Partido Republicano Radical sufrió la escisión de la que nacía el Partido Republicano Socialista, que Rodríguez Figueroa contribuyó a establecer en Tenerife. Con esta formación dio la bienvenida a la II República en 1931, cuando fue candidato a las Cortes en la plancha común denominada Bloque de Izquierdas (Partido Socialista Obrero Español y Acción Republicana). No fue hasta el proceso electoral de febrero de 1936 cuando, por Izquierda Republicana y dentro del Frente Popular, experimentó efectivamente la política de Estado. Para la ocasión, fue elegido diputado por la circunscripción de Santa Cruz de Tenerife, logrando la segunda mayor votación.

14 Cfr. Rodríguez (2010: 70).

(14)

La etapa abierta por su elección a Cortes no tuvo solución de continuidad. La coherencia ideológica fue pauta en su vida. Ni siquiera eludió la sinceridad literaria en los prolegómenos de la contienda civil, cuando salía a la luz Banderas de la Democracia (1935). Más allá de “la divisa por la que iba a morir” (Nuez, 1979: 85), esta obra supone una variación respecto de Nazir (1925), marcada por la revitalización de la dimensión política y sociocultural más combativa del escritor. A escasa distancia temporal de su trágica desaparición, prevalece aquí la valentía de siempre, como al escribir El Cacique (1901), la “Crítica y comentarios de la dominación española en Canarias” (1908) o la “Primera Conferencia sobre renovación de la política insular” (1917).

Entre brumas de versiones oficiales y extraoficiales, el Golpe de 1936 facilitó el momento de confusión para hacerlo desaparecer. El catorce de julio, cuando otros responsables políticos estaban ya en vías de exilio, el diputado por Canarias de Izquierda Republicana embarcó con dirección a Cádiz, para continuar viaje por carretera hasta Madrid, donde iba a reincorporarse a las tareas parlamentarias. A la llegada, la insurgencia había tomado el control de la ciudad y procedió a su apresamiento tan pronto fue identificado. Todo apunta a que permaneció en distintas prisiones hasta el trasladado a Tenerife, donde sería eliminado en el mes de octubre. La familia fue expulsada de la casa familiar (saqueada y expropiada por el Régimen), mientras su hijo Guetón era igualmente encarcelado y asesinado.

A pesar de que las autoridades franquistas no alcanzaron a “concretar la personalidad masónica” más allá de lo expuesto (1897-1910), no haber presentado la preceptiva “declaración de retractación” y la incomparecencia a la citación judicial de 2 de junio de 1943 (prevista para las diez y media de la mañana) fue suficiente para que el Juzgado nº 3 del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo dictara una pena de doce años y un día de prisión menor al “procesado rebelde”, Luis Rodríguez Figueroa, por un “delito consumado de masonería” (21 de enero de 1944).

El procesado quedaba además inhabilitado de forma absoluta y perpetua para

“el ejercicio de cualquier cargo del Estado, corporaciones públicas u oficiales, entidades subvencionadas, empresas concesionarias, gerencias y consejos de administración de empresas privadas, así como cargos de confianza, mando y dirección de los mismos”. Lo absurdo del asunto hizo que su hija Rosalva se dirigiera a la instancia para insistir en que su padre estaba desaparecido desde el catorce de julio de 1936, y que lógicamente “existe la imposibilidad de que su referido padre pueda comparecer para la aducción del descargo pertinente, sobre el sumario número 206” (carta de 18 de junio de 1943).

Incompetencia o calculada y perversa intención de extender la guerra en el tiempo, el proceso hizo a la familia víctima de una prolongada represión pos mortem. Las autoridades franquistas nunca reconocieron su muerte y la acción legal contra Luis Rodríguez Figueroa, declarado “en rebeldía”, quedó indefinida en el tiempo:

“En contestación a su oficio de fecha de 23 de mayo último, referencia al margen, en el que interesa se comunique a esa

(15)

Dirección General de Seguridad, si varió la situación legal de Luis Rodríguez Figueroa, tengo el honor de poner en conocimiento de V.

E. que en la causa número 6.099 del Tribunal incoada por el Juzgado Especial Número Tres, sumario número 206-43, seguida contra el mismo, consta al folio diecinueve, sentencia de fecha de 21 de enero de 1944, en la que se condenó en rebeldía a la pena de doce años y un día de reclusión menor y accesorias, habiéndose declarada firme en 14 de marzo de dicho año 1944, siendo esta su situación actual con relación a este Tribunal.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Madrid, 5 de junio de 1957.

El Jefe del Servicio de Ejecutorias”15.

9. Narrativa creativa como arma

La figura de Luis Rodríguez Figueroa supone un campo de estudio vasto y complejo, que aún no ha sido atendido en la medida de su dimensión y trascendencia. El presente documento no cubre de repente tamaña labor, pero sí introduce la experiencia de la revista “Castalia”; una publicación modernista donde el protagonista aportó producción creativa y de reflexión, además de ser director fundador.

Bajo el seudónimo de Guillón Barrús, presenta credenciales desde el primer número, con una composición en que sitúa a los Reyes Magos de Oriente en su despacho jurídico, pues “alguna ardua cuestión les preocupa”: “¡Yo, director profesional de tan venerables testas coronadas, las únicas que mi republicanismo federal acata, gracias a que no reinan más que un día, y eso por la irrecusable voluntariedad de la grey infantil!” (“La consulta de los Reyes”)16.

Tras una intervención del abogado acerca de la condición humana y de su responsabilidad en el devenir histórico reciente, el Rey Mago responde que ese discurso “no resuelve nada ni sirve más que para dejar en nuestros oídos la sonoridad de un pensamiento bien encarrilado, y eso no basta”. Quería soluciones y certezas ante la crisis, no razonamientos de cómo se llegó a ella:

“Decidnos, concretamente, si hay o no en las leyes de los hombres alguna fórmula que nos permita franquear las fronteras, atravesar los mares, recorrer

15 La documentación del expediente masónico-policial de Luis Rodríguez Figueroa ha sido publicado como Anexo facsimilar en Rodríguez (2010). El patrimonio canario recupera así la documentación del Archivo General de la Guerra Civil Española (Salamanca), que recoge la información recabada a instancias de la Delegación Nacional de Servicios Documentales;

asistida en labores de “recuperación de documentos” –entre otras instituciones franquistas locales- por la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Santa Cruz de Tenerife, que lo sentencia como “directivo marxista muy peligroso. Orador violento. Gran propagandista.

Presidente de Izquierda Republicana y de la Federación Obrera de La Laguna. Militante de izquierdas toda su vida. En 1936 fue nombrado Diputado a Cortes por el Frente Popular. En desconocido paradero”.

16 “Castalia”, núm. 1, 7 de Enero de 1917.

(16)

los caminos y hacer nuestra visita de costumbre, libremente y sin trabas, a todos los niños de la tierra...”

El abogado corta la “doliente disquisición” del Rey Mago, igual que este hizo primero con la de aquel. En su competencia de priorizar la facultad humana del raciocinio, al abogado tampoco satisface la alternativa (más retórica, si cabe) de quien se queja una vez llegada la crisis y pretende salvarla sin el menor ejercicio de autocrítica:

“- ¿Y qué habréis obtenido con visitar a los pequeños si no les lleváis la anhelada ofrenda de juguetes?

- Hemos urdido cuentos e historietas maravillosas –me objeta el anciano rey Mago- con las que adormeceremos a todos los inocentes que nos aguardan, y suscitaremos en sus imaginaciones dóciles y poco complicadas el asentimiento a una prórroga para solventar en el año próximo nuestro compromiso... De aquí a entonces, la paz será un hecho, seguramente... Lo que nos urge es que no se nos cierre el paso por las hordas sanguinarias. La libertad individual...

- ... Desconfiad de la magia de vuestras historietas maravillosas. Los niños tienen una clarividencia instintiva, y siendo lo más ideal y puro de la creación, son sin embargo los seres más positivistas y difíciles de convencer que conozco. Para ellos no hay pasado, ni futuro, y casi me atrevo a asegurar que ni presente: el momento, el minuto, es la zona de imperio de la infancia. Esperan el ansiado juguete; se han dormido soñando con él...”

Con la imposibilidad de dar soluciones inmediatas a problemas cuyo análisis requiere una explicación en términos estructurales, al autor no le queda más que dar por finalizado el artículo, con la esperanza de una reorientación (razonable) de los desarrollos:

“El presente, Majestad, es un caso de clínica jurídica –respondo-;

pero que no se exime de otros análisis más trascendentales y perdurables: los de la Historia y la Sociología. Esta guerra sin precedentes abre en la Humanidad, de un modo cruento, una brecha insondable. Y más que el momento trágico actual, lo que debe preocuparnos es el porvenir que se fragua tras ese momento. Hay ciertas enfermedades cuyas convalecencias suelen decidir definitivamente la existencia de las personas, y lo mismo ocurre con los pueblos” (Guillón Barrús: “La consulta de los Reyes”)17.

10. Maraña de símbolos

En 1917 (al menos), Luis Rodríguez Figueroa había llegado al grado de reflexión que permite concluir que la realidad es una construcción psicológica

17 “Castalia”, núm. 1, 7 de Enero de 1917.

(17)

de la mente humana y que la verdad absoluta no existe. En torno a esto, se inicia el análisis con el poema “¿...?”18, cuyo ilegible título es de por sí una forma efectiva de representar el plano abstracto y/o subjetivo de las cosas; el de las incertidumbres, el de la ausencia de respuestas. El poeta se pregunta por “esos abismos, donde estamos solos con nosotros mismos”, para concluir que “no hay para el misterio augures ni sondas. Nadie sabe nada de cosas tan hondas”. Es consciente de que la Razón moderna tampoco había podido asegurar una verdad universal.

El poema “Símbolo”19 alude al problema humano a la hora de elegir la opción positiva de pensamiento (de confianza) antes de ejecutar una acción histórica:

“Y allí huelga mi vida [en su corazón], a la que inquieta muerde con ansia primitiva la sorda tentación”. No obstante, sabe que esa sorda tentación es parte constitutiva de la naturaleza humana, que proviene de las luces y de las sombras originales que hicieron “nuestra miseria y al par nuestra grandeza de dolor y placer”.

El corazón, identificado con el simbólico jardinero de su jardín (de su vida), “nos guía... con audaz inconsciencia” en un período histórico de crisis, “y apartando las ramas del árbol de la Ciencia, la divina manzana nos invita a comer”. Pero Luis Rodríguez Figueroa conocía la inconveniencia de declarar un final de la Historia, tras comprobarse la imposibilidad de una verdad indiscutible:

“Renovadoramente, bajo la fronda verde, siente el tumulto blando de una germinación, y al inquirir la clave que el enigma concuerde, del mito genesiaco brota tu aparición”.

La nueva “germinación” es representada en la prosa “Exégesis del viento”, que el autor firma con su habitual seudónimo de Guillón Barrús: “Estos días ha soplado bárbaramente el Viento, hinchando el seno del Atlántico... Tiene el Viento –así, con mayúscula, para hacerle todos los honores– una personalidad impersonal... Es el gran violador de las pacatas virtudes e ingenuidades de la Naturaleza”. Se trata de una regeneración de lo que venía siendo hasta ahora, asegurando una etapa de incertidumbre, de ausencia de respuesta, puesto que

“una avidez anárquica lo sugestiona y hace de él un epiléptico. Todo su espíritu es una acracia irreductible, inmensa, ilimitada...”20.

Luis Rodríguez Figueroa sabía que ese “ritornello demoledor”, proveniente de los “instintos del averno”, “vale por todas las fechorías juntas de aquellas terribles algaras de la Edad Media que arruinaban por luengos tiempos o generaciones enteras”. Personalizada en la impersonal figura del “Viento”, la ruptura de lo que venía siendo era algo que se venía manifestando en la Historia como una crónica necesidad; inevitable, pues “es como una manifestación de cólera del alma de la Creación”. La potencia intelectual de este hombre llega a señalar casos históricos de ruptura, diversos en tiempo, espacio y en disciplina, que funcionan como referentes globales de la Modernidad histórica:

18 “Castalia”, núm. 17, 9 de mayo 1917.

19 “Castalia”, núm. 20, 30 Junio 1917.

20 “Castalia”, núm. 3, 23 enero 1917.

(18)

“El viento es a la Naturaleza lo que Byron a la vida; lo que Shakespeare a la pasión dramática; lo que Víctor Hugo a la lírica; lo que Danton a la palabra; lo que Buonaroti a la sensibilidad plática; lo que Napoleón a la soberanía de los pueblos; lo que Bismark a la política; lo que Wagner a la música...: un tirano en el éxtasis de su tiranía. El Viento, como todos estos desequilibrados colosos del mundo consciente, representativos de un dominio genial en la trayectoria de sus respectivas orientaciones, es una súper energía inconsciente del Cosmos. Para el orden material es lo que cada uno de los nombres citados para el orden moral...”

Luis Rodríguez Figueroa, en 1917, vivía en un mundo de “mansedumbre anterior” que, a razón de “una súper energía inconsciente del Cosmos”, experimentaba otro estado repentino de conciencia; “como un espíritu que hubiese pasado de la inocencia augusta a la penetración del sentido de las inmerecidas torturaciones”. Una vez más, se corría el riesgo de que el corazón jardinero, “apartando las ramas del árbol de la Ciencia [de la Razón]”, guiase

“con audaz inconsciencia” los destinos.

Optimista -“… que no todo sea reconcomios contra el Viento”- el poeta está convencido de su necesidad cíclica y, pese a implicar un profundo estado de desconcierto, “cuádrale algunas veces hacerse mensajero y entonces transporta la simiente de la vida”: “Será preciso desarrollar todo el vasto problema de las apariencias, para luego constituir por síntesis una conciencia ética, experimental y externa, valga la audacia del concepto, que liberte al ciudadano menesteroso y desamparado, pero pacífico y celoso de su honradez, de las vejaciones de la impericia...” (Guillón Barrús: “Exégesis del Viento”)21.

11. Hombre del pasado, vive en el presente y mira al futuro

“Vasto se presenta el problema de las apariencias” y “es frecuente, en el orden de nuestra vida mental, el procedimiento de la superficialidad. Ni se inquiere ni se penetra en el contenido de aquella la fuerza y la intensidad del pensamiento generador”. Así se introduce el artículo “En torno de una mentalidad. Don Miguel Maffiotte La Roche”, publicado en la revista con el seudónimo Guillón Barrús:

“Era un polígrafo. Escribió de literatura, de historia, de geografía, de mecánica, de geología, de paleontología, de agricultura, de política; y en todo con una competencia y una erudición notables. Sobre conocimientos gramaticales quizás no le haya aventajado nadie entre nosotros, a excepción del versadísimo presbítero don Ireneo González... Leyendo sus trabajos en diarios y publicaciones de hace treinta y cinco o cuarenta años, se tiene la impresión de un pensamiento ávido, escrutador y tenaz...”22

21 “Castalia”, núm. 3, 23 enero 1917.

22 “Castalia”, núm. 6, 14 febrero 1917.

(19)

Luis Rodríguez Figueroa sabía que Miguel Maffiotte (1848-1917) era un modelo literario de utilidad para el aprovechamiento de las corrientes emancipadoras del pensamiento contemporáneo. El homenaje no es, pues, baladí. De la tercera generación en las Islas de una familia francesa de origen revolucionario, Maffiotte fue miembro del señalado conjunto de científicos positivistas canarios de la segunda mitad del XIX: “Todo el movimiento intelectual de aquella época debe a su pluma concienzuda inestimables aportaciones... [en el tiempo] de tantos otros que desentumecieron el espíritu y la inteligencia de otra generación...”.

La urgencia del momento histórico recomendaba considerar la cercanía de personalidades que supieran hacer uso de la literatura y de la ciencia como disciplinas aliadas de conocimiento (y no enfrentadas): “¡Ni que estuviéramos repletos de todas las disciplinas y deslumbrados por la atracción de más altas figuras autóctonas, para tratar con tanta veleidad a quien tanto caudal de estudio e investigación aportara al acervo de las letras canarias!”.

Se aprecia la gravedad con que Rodríguez Figueroa lamenta la desprotección de los recursos estratégicos (al caso, intelectuales) en semejante “perímetro reducido”. Miguel Maffiotte no era necesariamente “pauta” para el director de

“Castalia”, pero una motivación de trascendencia colectiva (“la cultura isleña”) impulsaba su pluma, aunque fuera sólo para “fijar en la atención pública los rasgos generales y característicos de su personalidad en nuestras letras”:

“Nos irritan esas atonías borreguiles, y nos parece una desconsideración cerril y censurable la de quienes han estado y están, más que nosotros, en el caso de ofrecer a la memoria de don Miguel Maffiotte un desinteresado y justo homenaje para fijar la supervivencia de su nombre en el espíritu de nuestro pueblo. Hijos de otra generación, mentalmente conformados en otros moldes, nos hallamos a leguas de distancia, literariamente, de aquel ilustre escritor isleño… Para nosotros no existe el sectarismo en nada ni por nadie... ¡Quién sabe! Bajo su férula ancestral y repulsiva, quizás haya cegado la fuente del entusiasmo, del recuerdo, del afecto y de los lazos de solidaridad de los primeros tiempos”.

Se considera importante el deslinde de generaciones del texto: Miguel Maffiotte aparece asociado a una serie de nombres anteriores, situados “a leguas de distancia, literariamente”, en el tiempo de “tantos otros que desentumecieron el espíritu y la inteligencia de otra generación”. Hoy se sabe que cada generación tiene sus propias limitaciones a la hora de fijar una imagen crítica e historiográfica de su tiempo; y el Modernismo no fue una excepción: “Tildados de irrespetuosos y “modernistas” por dar homenaje a quien (consciente o inconscientemente) “trazaba a los demás la pauta para moldear la personalidad propia”.

Ante la dificultad del lenguaje de la ciencia para distraerse con el humor, Miguel Maffiotte escribió la novela Firmo y Cierro (1899) como cauce de un irrefrenable

(20)

caudal de ironía literaria y periodística. Se trata, en definitiva, de una de las novelas más sorprendentes de las imaginadas en el período modernista:

“Hemos oído a muchas personas hablar despectivamente de “Firmo y Cierro”, único libro de don Miguel Maffiotte, si no estamos mal informados... Sus páginas... ofrecen en verdad un extraño modelo de literatura... pero apenas dejamos represar en nosotros mismos el desconcierto aparente que emerge de los capítulos de dicho libro, nos asombrará la suma, el cúmulo de conocimientos que ellos contienen y que de un modo cinematográfico se entrecruzan y desfilan por nuestro entendimiento... es un libro más para la curiosidad del investigador que para el deleite del espíritu. Lo que no quiere decir que estén en razón los que lo disputan retadamente inabordable”.

Los personajes de Firmo y Cierro no evitaron ser vistos como metáforas de figuras coetáneas, con el riesgo de hablar de personalidades y tratar procesos cuyas relaciones sociales eran vigentes, visibles y/o previsibles. Algo tendrá que ver el hecho que la novela esperara de 1899 a 2005 para ser reeditada:

sigue tocando que “hijos de otra generación, mentalmente conformados en otros moldes... consideramos un deber ineludible el de señalar esas inhibiciones impremeditadas o conscientes de los coetáneos del muerto”

(Guillón Barrús: “En torno de una mentalidad. Don Miguel Maffiotte La Roche”)23.

12. Significado histórico-cultural de “Castalia”

“Castalia” tiene poder de conmemoración pública y condiciona la memoria colectiva de Canarias. El grupo se acogió a reconstrucciones interindividuales más o menos afines del pasado que, a lo largo del siglo XX, han otorgado a la comunidad el valor específico y comparativo para establecer el principio de continuidad y coherencia consigo misma (como individuos o miembros) y con otras comunidades interpretativas del mundo. Esta forma de presentar el pasado en general se orientó a configurar lo más parecido, en términos sociolingüísticos, a una comunidad de interpretación, cuyos integrantes comparten elementos esenciales en el modo de expresar la realidad e identidad colectivas.

En el conjunto modernista, el grupo de “Castalia” contribuyó a sintetizar los elementos de cohesión narrativa y discursiva que permiten a la sociedad isleña reconocerse e identificarse como canaria. En tiempo anterior, la población (de abrumadora condición analfabeta) no disponía de un corpus de identidad de pueblo ni de nación. Con este resultado, el grupo de estudio editó la documentación histórica, la analizó, señaló los hechos y las figuras dignas de conmemoración; elaboró y perfeccionó un discurso isleño aglutinador, y

23 “Castalia”, 14 febrero 1917, núm. 6.

(21)

finalmente lo depositó en la memoria pública a través de la prensa y de las tertulias a las que la población analfabeta tenía acceso.

Entre los elementos que propiciaron la narración colectiva, destacan la conciliación de la herencia pre-colonial y conquistadora, la reconstrucción de la Historia de España desde una perspectiva cultural marginal (o periférica), el consecuente margen posibilista de relaciones entre el Archipiélago y el Estado;

la concienciación de la riqueza medioambiental isleña, la proyección de la industria turística; la divulgación del folklore musical y de las fiestas, la proporción de mitos y leyendas propios, y una particular atención a símbolos aglutinantes de identidad como el Teide o los “Cantos Canarios” de Teobaldo Power.

La lectura del corpus modernista confirma este significado global en la configuración sociocultural y política de Canarias para el siglo XX. Con una mayor capacidad de aceptación de la pluralidad del mosaico cultural hispanohablante, la óptica isleña promovió un margen ultramarino de reflexión que predispuso al Regeneracionismo canario a las interpretaciones y a las propuestas más estimulantes del Modernismo global.

En los tiempos convulsos de “Castalia”, y como recurso activo ante la crisis, Canarias disponía de un concepto cultural de realidad abierto, a partir de la preservación de la diversidad que caracteriza al proceso histórico moderno del Archipiélago. Merced a una temprana disfunción de la lógica religiosa en la configuración de la sociedad isleña, y en el contexto de influencia británica desde principios del siglo XVIII, la presencia de agentes protestantes y la comunicación con los centros modernos de irradiación material, ideológica y cultural había sido una pauta en la Historia canaria.

Apenas dos décadas después, el desenlace de la Guerra civil marcó la suspensión de elementos no-católicos y aseguró la des-internacionalización de la vida isleña; la influencia material, ideológica y cultural de la nueva España fue creciente, mientras se aseguró la fractura en la identidad del Archipiélago como punto receptor y redistribuidor de mercancías, ideas y culturas modernas24.

Se hace pertinente observar el enfoque galicista de la perspectiva franquista de la Historia, que enaltece la experiencia de Francia como referencia de las civilizaciones contemporáneas. Al definir el hecho moderno en función de la Revolución francesa (1789), quedó institucionalizado un atraso en los orígenes de la Modernidad histórica, que distorsiona la narración de las formas económicas y de los discursos ideológicos y culturales que sentaron las bases del mundo contemporáneo.

En lo que atañe a Canarias, este enfoque dificulta la explicación de su configuración histórica, porque la dilación de los orígenes modernos supone el difuminado del patrimonio de ideas y culturas anterior a la Ilustración: la

24 “Desde entonces, bajo los efectos de rígidos controles, restricciones antiliberales y reglamentaciones cuarteleras, la economía isleña inició un proceso de mayor vinculación a la Península en detrimento de sus tradicionales lazos con los mercados europeos” (Quintana, 1992: 150).

Referencias

Documento similar

Para ello, trabajaremos con una colección de cartas redactadas desde allí, impresa en Évora en 1598 y otros documentos jesuitas: el Sumario de las cosas de Japón (1583),

Entre nosotros anda un escritor de cosas de filología, paisano de Costa, que no deja de tener ingenio y garbo; pero cuyas obras tienen de todo menos de ciencia, y aun

o Si dispone en su establecimiento de alguna silla de ruedas Jazz S50 o 708D cuyo nº de serie figura en el anexo 1 de esta nota informativa, consulte la nota de aviso de la

d) que haya «identidad de órgano» (con identidad de Sala y Sección); e) que haya alteridad, es decir, que las sentencias aportadas sean de persona distinta a la recurrente, e) que

Products Management Services (PMS) - Implementation of International Organization for Standardization (ISO) standards for the identification of medicinal products (IDMP) in

Products Management Services (PMS) - Implementation of International Organization for Standardization (ISO) standards for the identification of medicinal products (IDMP) in

This section provides guidance with examples on encoding medicinal product packaging information, together with the relationship between Pack Size, Package Item (container)

Package Item (Container) Type : Vial (100000073563) Quantity Operator: equal to (100000000049) Package Item (Container) Quantity : 1 Material : Glass type I (200000003204)