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Quien pone todo en las manos de Dios, verá la mano de Dios en todo

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LUCIANO DE LA TORRE

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Querido lector no olvide dejar un comentario al finalizar la lectura de este libro. Recuerde que la página web en donde puede dejar su comentario es:

http://www.lucianodelatorre.jimdo.com

Agradecemos sinceramente el que haya descargado de forma gratuita este libro y deseamos que sea de su agrado.

Sugerencias o reclamos pueden hacerlos en el correo: doctrinaespiritista@hotmail.com

Este libro no podrá ser plajeado con la intención de hacerlo lucrativo. Para ese fin todos los derechos del mismo están expresamente reservados. © LUCIANO DE LA TORRE, 2017

Número de registro de derechos de autores: 10-679-173 Bogotá - Colombia

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A todas aquellas personas que

quieran despertar la conciencia y

muy especialmente a los que dedican

sus vidas al servicio de Dios.

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INTRODUCCIÓN

Una vez más, al igual que la obra “La Tercera Revelación de la

Ley de Dios”, presentamos este libro con un contenido sencillo,

ameno y fácil de entender.

Como decía el gran maestro Ramatis; los sabios son sencillos y

comunicativos

cuando

desean

exponer

sus

fructuosos

pensamientos, mientras que los seudo sabios utilizan frases

complejas, académicas y rebuscadas, cuya finalidad es aparentar

algo más difícil de lo que es necesario, puesto que ellos suponen

que han de juzgarlos más sabios, por ser más difícil de entender.

Únicamente las criaturas primarias o melodramáticas son afectas

a la verborrea, puesto que desperdician palabras sin motivo

alguno. Los indecisos e insensatos son los que utilizan frases

inadecuadas para expresar la naturaleza de sus pensamientos.

Nuestra meta o propósito es que todo aquel que quiera aprender

acerca de lo que nosotros exponemos en nuestras obras lo

entiendan con facilidad.

El asunto no es rebuscar frases adornadas con la complejidad de

los académicos. Pues pretender hacer de nuestras obras una

lectura forzada y difícil de comprender no tendría ningún sentido.

Tratamos siempre de utilizar frases sencillas y que sean fáciles de

digerir para el lector.

Lo mismo pretendemos acerca de los temas que exponemos, pues

sobre éstos tratamos que sean interesantes y a la vez importantes

de conocer y que de alguna manera no estén afectados por lo

sumamente complicado.

Muchos podrán notar que los temas que tratamos son de

naturaleza sencilla, aunque algunos puntos sobre dichos temas

puedan ser altamente debatidos. Pero es importante manifestar

que el legado que tratamos de dejar va especialmente dirigido

para el neófito o principiante sobre el abecedario del

espiritualismo.

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PRÓLOGO

Este es un libro más que trata sobre Dios y sus leyes. No tiene otra finalidad más que despertar conciencia y otorgar al lector conocimientos espirituales que tanta falta hacen debido al estancamiento moral de la mayoría de la humanidad.

Este libro, al igual que “LA TERCERA REVELACIÓN DE LA LEY DE DIOS” se ha podido realizar gracias a la enseñanza impartida por los espíritus superiores, con ayuda de diversos médiums y espíritas.

Debo insistir como autor de esta obra que busquemos la luz del conocimiento con el mayor raciocinio posible.

Todos y cada uno de nosotros seremos más felices si

comprendemos a Dios. Porque al comprenderlo, nos daremos cuenta que su voluntad es la esencia misma del amor.

Somos almas que provienen de una sola Alma, de un solo foco, de una sola fuente, y ésta, es conocida como Dios. Si dejamos de ignorar al prójimo y a nosotros mismos y vamos en busca del conocimiento espiritual, de la verdad eterna, de la fuente del bien y el progreso, dejaremos de sentirnos solos y vacíos.

Busquemos a Dios. No esperemos que Él venga a nosotros, porque Él ya está en nosotros. Dios es como el sol, que irradia hacia todas partes, dispuesto a dar luz y calor en todo momento. Pero somos nosotros quienes debemos dejar que esa luz y ese calor nos calienten. Porque si nos ocultamos y permanecemos en la sombra, no podremos disfrutar del resplandor y de la calidez que Dios siempre está dispuesto a ofrecer.

Esta obra no tiene en absoluto finalidad comercial. LUCIANO DE LA TORRE

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CAPÍTULO 1

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Tan humilde es Dios que nunca se muestra para decir: yo soy el Todopoderoso, el que todo lo puede, el que está aquí y allá, el que gobierna el universo entero, el que crea la vida con un simple soplo, el que con la voluntad mueve el motor de la vida, el que rige y crea leyes inquebrantables, el que tiene el conocimiento completo y el que posee la perfecta sabiduría, el único omnisciente, eterno, soberano y creador de todo lo que existe en el espacio infinito.

Dios se muestra a través de la naturaleza, como si de alguien tímido se tratase, muestra su esencia y su grandeza a través de su creación. Nunca se muestra de forma directa. Es como si tratara de decirnos: buscadme en el resplandor de las estrellas. En la perfecta armonía de movimientos de los astros. En la grandeza de los soles que calientan y dan vida a los planetas. En la casi infinita variedad de especies de animales y plantas que hay sobre la Tierra, y en el mismísimo milagro de la vida.

El hogar de Dios es el universo entero. Pareciera que lo hubiera creado infinito para esconderse de la vista de cualquiera que habite en el espacio. Pero no!!! lo creó infinito para que Él pudiera caber. Con esto, queremos decir que Dios está en todas partes. Está dentro de la naturaleza; dentro de los planetas, de las constelaciones, de las galaxias. Dentro de nosotros.

Resulta entonces de esto que Dios está dentro de todo como si abrazara completamente aquello que crea con amor.

Dios es una energía que permea el universo por completo. Es por ello que se dice que es omnipresente.

Todo y todos estamos completamente impregnados de su esencia divina.

Así que nosotros y todo lo que haya en el universo está contenido en Dios; como los peces y las plantas acuáticas están contenidos en el inmenso océano.

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El espacio físico, el cual sabemos bien que es ilimitado, al igual que el espacio espiritual, están conformados por innumerables variedades de dimensiones, las cuales a su vez están conformadas por planos y subplanos. Tales dimensiones espaciales están entreveradas y no superpuestas como las capas de una cebolla que están unas encima de las otras.

Dios está en todas las dimensiones espaciales existentes, permeándolas sin desarmonizar el conjunto, pues Dios es la perfecta armonía.

Dios creó la vida para que la suya tuviera un sentido. Pero antes de crear vida creó leyes inmutables e inquebrantables para que el universo fuera regido o gobernado con perfecta armonía.

El asunto más importante del ser humano es entender estas leyes. Porque entre más las entienda, más evoluciona y más feliz se torna.

Al entender las leyes universales, se comprende mejor que las desgracias y el dolor son pasajeros y necesarios para la ascensión espiritual.

Cuando la humanidad comprende que las adversidades y los problemas de la vida tienen un fin determinado y una causa que es de alguna manera necesaria para según qué tipo de circunstancias, sobrelleva mejor las penas, porque las acepta debido a la conciencia que ya tiene sobre el problema que padece.

El conocimiento de las leyes universales nos hace más fuertes, humildes y más benévolos. Porque a diferencia del ignorante y orgulloso que siempre mira altivo hacia arriba como si desafiara al mismísimo universo, nos hace inclinar mirando hacia abajo como si quisiéramos dar constantemente las gracias a nuestro corazón por sus latidos armoniosos que hacen que rebosemos de vida.

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por el largo camino ascensional. Nos vuelve más prudentes, y más justos para con el prójimo.

A medida que vamos conociendo mejor a Dios, entendemos que no hay camino para la paz, pues la paz ya es el camino. Pues si no se contempla la paz, la armonía y la estabilidad, una serie de circunstancias que serán contraproducentes nos perseguirán en la vida como una mala sombra.

Y si ya bien sea por destino o por aprendizaje, ciertas circunstancias adversas nos persiguen en el camino de la vida como un mal compañero, al entender las leyes de Dios, veremos que seremos inspirados por la paciencia, la resignación y la fe de un porvenir mejor.

Para entender las leyes y los propósitos de Dios no basta con abrir ciertos libros y echarles una simple ojeada. Hace falta desterrar el orgullo para que la luz del conocimiento, poco a poco, vaya invadiendo nuestro ser, y de esa forma, comprender mejor lo que tarde o temprano debemos obtener y asimilar por destino.

Nuestra alma va evolucionando, y a medida que lo va haciendo, va comprendiendo mejor al Padre y sabe que sus leyes no son arbitrarias y por el contrario, sí perfectas. Toda ley debe ser minuciosamente analizada para comprenderla mejor.

Hay muchas doctrinas, filosofías y religiones que por ignorancia o por interés tergiversan a Dios y a sus leyes. Por ejemplo, la religión católica, la evangélica, el judaísmo, el islam y otras muchas más, enseñan que Dios castiga al hombre que no se ha arrepentido a un infierno eterno si cometen ciertos errores en el trascurso de sus vidas y premian o compensan a los que han tenido una conducta buena.

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Estudiando y observando con conocimiento de causa las leyes de Dios, advertiremos que semejantes afirmaciones sobre la recompensa del paraíso eterno y el castigo del infierno perpetuo, no tienen razón de ser para unas leyes tan perfectas. Pues siendo Dios infinito en sabiduría, en bondad y en perfección, debe entonces saberlo todo; el pasado y lo que ha de venir.

Dios debe entonces saber que en el momento de la creación de un alma tendrá o no faltas graves para ser condenada para la eternidad. Si no sabía, su sabiduría entonces no es infinita y si lo sabía entonces se deduce que arbitrariamente creó un ser destinado, desde su formación, a tormentos sin fin, por lo que resultaría que no sería un Dios bueno.

Si observamos bien las afirmaciones que enseguida exponemos, veremos y nos daremos cuenta que hay más coherencia y lógica que en la que acabamos de ver:

Dios crea a las almas con la intención de que sean dichosas y no desgraciadas. Pero las almas deben conseguir la dicha por mérito propio.

No habiendo creado Dios a las almas perfectas, éstas deben luchar para ir llegando a posiciones espirituales cada vez más altas. Las almas fallan y cometen errores, como es normal en todas aquellas criaturas que son inexpertas; los errores cometidos son una debilidad natural.

Si por una o varias caídas deben ser castigadas para la eternidad, entonces nos preguntaríamos por qué Dios no las creó más fuertes o aptas para el largo camino que les ha preparado?

Por otro lado, si por un simple arrepentimiento bastara para que el hombre sea perdonado por los errores que ha cometido, entonces nadie se esforzaría en contemplar el

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siempre se dirigiría el esfuerzo en abusar del mal con el propósito de arrepentirse justo antes de morir para luego ser perdonado.

Si con un simple arrepentimiento podemos alcanzar la dicha de los que se han portado bien en el transcurso de una vida, no habría equidad ni justicia en las leyes de Dios. El arrepentimiento atenúa la falta pero no la repara.

La providencia señala que los castigos temporales que sufren las almas por los errores que cometen no son más que medidas correctivas por haber obrado mal y que debe tener por resultado devolverlas al buen camino con las nuevas oportunidades que deben venir en el futuro.

Si las penas y sufrimientos fueran eternas por los errores que se han cometido, entonces el deseo de mejorar y de reparar para avanzar sería inútil. Así que muy pocas almas, llegarían al destino marcado para la gloria.

Entonces Dios ya no sería ni justo ni perfecto porque estaría negando los medios para aquellas almas débiles. Pero Dios es soberanamente bueno, justo y perfecto. Así que puso en sus leyes la reencarnación; que es el medio y la oportunidad del que se valen las almas para experimentarse, aprender, reparar y evolucionar.

La reencarnación es una necesidad biológica. Y bien si se cree en ella o no, todos debemos reencarnar una y otra vez, tantas veces como sean necesarias para poder desarrollarnos, experimentarnos y desenvolvernos para llegar a un destino marcado por Dios. Tal destino es la gloria eterna.

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El maestro Allan Kardec expone en el libro “El evangelio según el espiritismo” lo siguiente:

“Los espíritus encarnados en un mundo no están sujetos a él indefinidamente, ni cumplen tampoco en él todas las fases progresivas que deben recorrer para llegar a la perfección. Cuando han alcanzado en un mundo el grado de adelanto que él permite, pasan a otro más avanzado, y así sucesivamente hasta que han llegado al estado de espíritus puros; estas son otras tantas estaciones, en cada una de las cuales encuentran elementos de progreso proporcionados a su adelanto.

Para ellos es una recompensa el pasar a un mundo de orden más elevado, así como es un castigo el prolongar su permanencia en un mundo desgraciado, o el ser relegado a un mundo más desgraciado aunque aquel que se ven obligados a dejar cuando se obstinan en el mal”.

Ahora juzguemos con objetividad, cuál de las afirmaciones que acabamos de ver tienen más sentido común para unas leyes universales que bien se sabe que son perfectas.

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Es un grave error creer que en las religiones encontraremos la verdad absoluta sobre Dios.

Si bien es cierto que en ellas hay parte de verdad sobre el Gran Creador, también hay que contemplar que en sus textos hay muchas lagunas con respecto a Él.

Las religiones no aclaran y más bien sí distorsionan gran parte de la gran verdad espiritual.

Hay que aclarar sin embargo que gracias a las religiones se ha frenado mucho, y se sigue frenando, a la humanidad en sus desmanes de crímenes y vicios, pues aportan en cierta manera moralidad y fe en el Padre Celestial.

Hay que agradecer de alguna manera que a pesar que las religiones estancan en el conocimiento espiritual, sirven como un poderoso muro de contención para el mal.

Se dirá en muchas ocasiones: “que seas católico o evangélico, testigo de Jehová o ateo no importa, sólo tiene importancia obrar bien y no ir por el mal camino”.

Si bien es cierto que hay algo de razón en este consejo que acabamos de ver, también es cierto que hay mucha falta de prudencia para quien lo dé. Pues no basta ser buenos y contemplar el buen camino para evolucionar y ascender en la jerarquía espiritual.

Quien quiera alcanzar para saborear posiciones espirituales mejores, deberá sacudirse de dogmas y creencias anticuadas que estancan y producen letargos milenarios para la evolución de nuestro espíritu.

Verdad sólo hay una. Y esta verdad se va revelando progresivamente de una manera o de otra a la humanidad. Ya salidos hace mucho tiempo de la época medieval, se debe empezar a buscar dicha verdad y no acomodarnos a lo que algunas religiones repiten siglo tras siglo.

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Busquemos para encontrar mejores mundos. Pues hay moradas en el universo que son mejores que la Tierra y en las cuales se disfruta de sensaciones y delicias que nada tienen que ver con las que existen en nuestro actual planeta.

La forma más rápida de dejar atrás el sufrimiento, la angustia y las adversidades de nuestro mundo, es avanzar y evolucionar a través del conocimiento espiritual.

Si un alumno quiere superarse para alcanzar su graduación, deberá lograr por méritos propios su avance.

Para el adelanto progresivo de un grado a otro deberá aplicarse en el estudio y en la formación adecuada.

Para eso será necesario tener las herramientas idóneas. Y así como el estudiante obtiene en su medio de estudio la materia apropiada para su formación, el espíritu también la va obteniendo gracias a los guías y maestros espirituales que lo acompañan en la vida.

Libros como los del maestro Allan Kardec, Ramatis, León Dennis, Francisco Cándido y también como el de “La tercera revelación de la ley de Dios” proporcionan al estudiante espiritual parte de un gran conocimiento que es adecuado para comprender a Dios y sus leyes. Y por consiguiente lo hará evolucionar y pasar de un grado espiritual a otro superior.

No es tanto el comportamiento que dedicamos en la vida terrenal que hace que nos catapulte de un mundo bajo como la Tierra a otro mundo superior, sino el conocimiento espiritual que vamos adquiriendo.

El estudiante de un colegio no se gradúa por su buen comportamiento, sino por el conocimiento que adquiere en la institución.

Aunque el comportamiento es relevante para el éxito de cualquier formación, el conocimiento lo es mucho más.

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La humanidad va aprendiendo y también va despertando conciencia espiritual a medida que va evolucionando.

Si en la época romana se creía en varios dioses, luego en la época medieval ya se iba captando la existencia de un sólo Dios.

Faltó estudiar más sobre sus leyes, pero el hombre ambicioso y dominante manipuló tergiversando a su antojo la exposición de las leyes del Creador sin analizarlas ni estudiarlas. Y todo, para someter a las masas.

Pero llegó con el tiempo el maestro Allan Kardec y con él se codificó una doctrina: “la doctrina espirita”.

Gracias a esta doctrina se pudo ir comprendiendo la verdad espiritual. Pues tal doctrina se basó en el estudio minucioso del mundo de los espíritus y todo lo que se relaciona con él. La doctrina espirita pudo descubrir gran parte sobre las leyes de Dios gracias a que infinidades de médiums de alrededor del mundo se comunicaban con espíritus.

Los cautelosos médiums hacían preguntas a los espíritus, sobre aquello que era necesario, para ir revelando ese nuevo mundo que era hasta entonces desconocido.

Allan Kardec organizó la información y codificó la doctrina espiritista o espirita.

Allan Kardec escribió más de catorce libros a lo largo de poco más de una década.

Gracias a estas maravillosas obras podemos ahora paladear y nutrirnos de la gran verdad; la cual dormitaba por culpa de una evolución poco capacitada para comprenderla.

Es por ello que los grandes maestros espirituales como Moisés y Jesús hablaban y enseñaban de una manera o de otra según en cómo estaba desarrollada la época.

Dios sabe adoptar a las necesidades de una época y de una raza las formas nuevas de la eterna revelación y lo hace a través de los diversos mesías que envía a la Tierra. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 18

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Muchos de los que no han estudiado y comprendido bien el mundo de los espíritus dirán que es peligroso y que tal contenido es obra de personas que quieren hacer daño al prójimo con hechizos y brujerías. Y aunque es cierto que la práctica del espiritismo presenta sombras, dificultades y peligros si no se obedecen sus reglas y si no se contemplan sus límites, también es cierto que sin esa práctica no estaríamos ahora tan cerca de completar la gran verdad. No hay nada en el mundo que por muy bello y aprovechable que sea, no sea peligroso y perjudicial si se abusa de ello.

Si la doctrina espirita se estudia bien y de forma adecuada, y además, se obedecen sus reglas sin traspasarlas ni corromperlas, se reconocerá pronto su gran valor y su belleza.

Se comprenderá que se convertirá en la fuerza moral del porvenir, porque es la verdad suprema y es el único camino a seguir si se quiere comprender las leyes del Gran Arquitecto Universal.

Hasta las religiones más extendidas y respetadas, en algunas ocasiones se han tornado peligrosas por haber sido manipuladas de mala manera.

Igualmente ciertas ciencias, como por ejemplo la química y la física han causado mucho daño en algunas ocasiones por no ser bien empleadas; armas mortíferas han hecho desaparecer pueblos enteros.

Pero cualquier herramienta que tengamos en las manos, si las usamos con la debida razón, podemos crear verdaderas maravillas y descubrir grandes desarrollos para la evolución y el progreso.

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CAPÍTULO 3

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Dios no es un juez que juzga y aplica sus leyes de forma directa.

Las leyes universales, que son perfectas, son creadas por Dios. Y por medio de un motor invisible se ejecutan a la perfección por todo el espacio cósmico.

Es imposible engañar a la gran ley universal. Quien así lo crea, tarde o temprano se dará cuenta que estaba equivocado y que deberá observar el buen camino para ir alcanzando mejor bien estar.

La ley de Dios no está creada para castigar. Es implantada para crear todo aquello que debe encaminarse hacia el bien y el progreso de todo lo creado.

El mal no es creado por Dios; porque es la no contemplación del bien. Así que el mal es obra de aquél que decide no obrar con rectitud, ya que el mal es originado desde la plena conciencia de un acto.

Es fácil gracias al instinto saber qué es malo y qué es bueno.

Todo lo que está revestido de amor es indicio claro que es bueno. Y todo aquello que esté teñido de odio y egoísmo es señal clara que es malo.

Dios lo crea todo, hasta el pensamiento, pero no crea la forma de pensar de cada quien. Por lo tanto creó el libre albedrío.

De nosotros depende qué uso hagamos de nuestro libre albedrío.

Todo ocurre por una causa, y no por una casualidad. Si nos encontramos en alguna circunstancia que es desfavorable para nuestro bien estar, hay que tratar de comprender que es por alguna causa justa y no por una simple arbitrariedad del destino.

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No es con Dios con quien debemos pelear cuando los problemas y las necesidades se nos atraviesan en la vida. Siempre pensamos en Él cuando las circunstancias no son favorables. Y pensamos en Él para culparlo o para pedirle ayuda.

Analicemos bien nuestras desgracias y veremos que gran parte de ellas es por causa de nuestras imprudencias cometidas.

Pero cuando nos ocurren ciertas desgracias, y por mucho que las analicemos, vemos que no hay nada que las haya ocasionado, debemos saber entonces que es por causa de algún aprendizaje, pues de los problemas que acontecen en nuestras vidas se aprende mucho.

El espíritu al tratar de resolver las dificultades aprende, y si además sufre, entonces también se fortalece.

El sufrimiento en muchas ocasiones nos conduce al camino del bien, pues sabemos que el mal que causamos, bien sea a nosotros mismos o a los demás, genera más mal.

El mal nunca puede engendrar bien. Así como la semilla de una manzana no puede engendrar un cactus o una planta cactácea.

Dios todo lo ve porque es omnipresente, pero no interviene de forma directa en nuestras súplicas.

Si queremos que nuestra suerte cambie y nos vaya mejor en la vida, debemos, si las adversidades vienen de nuestra imprudencia, mudar de actitud, y pedirle a nuestros guías espirituales que intervengan para que nos ayuden.

No importa si no sabemos los nombres de nuestros guías espirituales, pues simplemente con invocarlos con el pensamiento vienen hacia nosotros.

Dios no ayuda de forma directa como si fuera un padre que sostiene los primeros pasos de su hijo. Sino que Dios se vale de sus leyes para que éstas nos ayuden.

Tampoco hace favores a nadie como si fuera un amigo el cual nos debe grandes agradecimientos.

Somos nosotros mismos quienes debemos contemplar sus leyes para que seamos socorridos.

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Si leemos libros como el de “La tercera revelación de la ley de Dios” comprenderemos pronto muchas cosas que son necesarias para atajar los pequeños y grandes problemas que nos aquejan en la vida.

Al entender la filosofía de la vida, manejamos mucho mejor ésta y escogemos los mejores caminos para alcanzar bienes y recursos necesarios para la obtención de nuestra propia felicidad.

No basta pedir para obtener o conquistar aquello que queremos.

Debemos estudiar y entender las leyes de Dios para saber manejar mejor nuestra vida y para tener mejor conocimiento de las consecuencias que estas leyes acarrean cuando las infringimos.

Si una persona no sabe nada de agricultura y quiere tener buena cosecha, no le bastará con pedirle o rogarle al campo para que éste produzca en abundancia.

Deberá aplicarse en el conocimiento de la agricultura y ser disciplinado con lo que ha aprendido para luego tener una buena cosecha.

Entendamos también que no basta sólo con estudiar y entender las leyes de Dios para evolucionar y ser grandes espíritus. También hace falta aplicar los conocimientos en la vida; pues sin la práctica la palabra se pierde.

Muchas personas oran y se consagran al bien, y aun así, no cesan las miserias y los sufrimientos.

En este tipo de casos, debemos tener en cuenta que estas personas están limpiando una consecuencia karmica de una vida pasada.

Debemos, por tanto, resignarnos a lo que nos toca y orar para sobrellevar mejor nuestras penas.

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No se comprende cuando ciertas personas no aceptan que debamos redimir faltas cometidas de una existencia pasada y sí luego reclaman una justicia severa e inmediata para el actual criminal.

Si bien las leyes del hombre deben ser aplicadas para el orden de la sociedad, entonces, por qué no debería haber una ley universal para el orden del universo?

No vayamos más allá de lo que no podamos comprender. El sabio siempre calla y escucha mientras que el indocto habla mucho y alega circunstancias que son completamente nuevas para él.

No debemos ver como un castigo aquellas circunstancias que nos golpean con dureza por faltas que hemos cometido, y sí verlas como un medio correctivo para no volver a cometerlas y enmendar todo aquello que se ha hecho mal.

Dios no pone una mano draconiana para castigar. Son sus leyes perfectas que se mueven y nos persiguen para corregirnos.

El propósito de que seamos corregidos es para llegar a ser espíritus rectos, al igual que un maestro disciplina al alumno para que sea alguien de provecho.

Ahora hablaremos de ese motor invisible que hace que las leyes de Dios sean ejecutadas por todo el universo. Ese motor invisible que hace mover las leyes de Dios por todo el universo y que hace que sean infalibles, no son más que entidades espirituales de todos los grados de evolución.

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La ley universal es ejecutada en realidad a través de dos motores invisibles:

1) Por entidades espirituales de diferentes grados de evolución.

2) Por el movimiento mecánico ya programado.

El primer motor que ejecuta las leyes universales está conformado por un sinfín de entidades espirituales.

Para entender bien cómo funciona este poderoso motor pondremos algunos ejemplos:

-Cuando una persona muere y va hacia un determinado lugar como pudiera ser una colonia espiritual, los guías y médicos del cielo se encargan y preparan todo para la llegada de este espíritu que acaba de desencarnar.

-Si un niño desencarna y su espíritu debe ir a un paraíso personal o colectivo, son los ángeles quienes lo guían hacia tal destino.

-Si un criminal muere y debe ir a los Valles Tenebrosos, son las entidades del bajo astral quienes lo arrastran hacia esos lugares indeseados.

-Si un espíritu debe reencarnar en un príncipe y no en un vagabundo, son los mentores espirituales quienes preparan desde las colonias espirituales tal destino.

-Si una persona debe ser asesinada porque asesinó a otros, entonces son ciertas entidades, que no tienen por qué ser malas, quienes se encargan desde lo invisible en preparar todas las circunstancias adecuadas para el fatal acontecimiento.

-Si un asteroide debe chocar contra un planeta y devastarlo, son los serafines quienes con su poder manejan y dirigen el asteroide hacia el blanco. Y si por lo contrario, el asteroide se dirige hacia un planeta que no debe ser devastado, entonces los serafines sin ningún problema lo desvían hacia un punto que no haga ningún tipo de estrago.

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-Si una persona debe por causa de un karma sufrir un accidente y perder una de sus manos, ya sea porque en otra existencia amputó la mano de otro, y debe en este caso aplicarse en tal karma la ley del talión, entonces habrán entidades espirituales que coordinarán matemáticamente las circunstancias para que el accidente ocurra de tal manera que se logre el objetivo marcado. -Si la casa de un aparente infortunado debe ser consumida por las llamas de un fuego voraz, porque en otra existencia el mencionado propietario de la casa era un pirómano, entonces los elementales del fuego harán con relativa facilidad que el desgraciado acontecimiento ocurra justo en el momento que tenga que ocurrir.

-Si un terremoto debe asolar un pueblo o parte de él, serán entonces los elementales de la tierra y del fuego junto con otras entidades espirituales quienes harán que el suceso ocurra para cumplir, en este caso, con el karma colectivo. -Si una persona muere por causa de la caída de un árbol, no serán las entidades espirituales que tumbarán el árbol para matarlo, sino harán que el hombre se encamine, por medio de la sugestión, hacia el árbol justo en el momento que éste caiga.

Como podemos ver en estos ejemplos, las entidades espirituales pueden con extraordinaria habilidad manipular la materia y el pensamiento de las personas.

De esa forma se cumple la ley. Pues ellos son uno de los dos motores que ejecutan la ley universal con perfecta precisión.

Nada de lo que las entidades espirituales hagan, será arbitrario, pues ya se sabe que no se mueve ni una hoja de un árbol sin que Dios lo permita.

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Debemos saber que las ejecuciones de las leyes de Dios, que son a través del primer motor, son coordinadas a la perfección desde diferentes grados o niveles espirituales. Es decir, antes de que una ley sea ejecutada, el caso pasará primero a manos del comité karmico planetario. Luego a la junta karmica de nuestro sistema solar. Luego de éste pasa a la corte karmica de nuestra galaxia. Y así hasta llegar a Dios.

Dios finalmente es quien con su voluntad y perfecta decisión permite si la ley se debe cumplir o no.

Es importante saber y entender que Dios nunca se puede contradecir.

Y si una ley es consumada por su voluntad divina, es porque así debe ser, porque jamás hará cumplir una ley de forma arbitraria o injusta.

El segundo motor que ejecuta las leyes universales es a través de un movimiento mecánico ya programado, por ejemplo, la gravedad existe gracias a este segundo motor invisible.

Las enfermedades son ejecutadas también por causa de este segundo motor, por ejemplo si una persona come mucho y sin control, se enfermará.

Dios no lo castiga, pues si tal persona se enferma es porque está sujeto a esta ley que rige que el exceso es contraproducente para la salud.

No pondremos más ejemplos con respecto a este segundo motor que ejecuta las leyes universales. Simplemente con contemplar aquello en que no tengan que intervenir los seres espirituales para aplicar la ley, como

sería la ley de la gravedad, ya obtendremos las respuestas.

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No sabemos si Dios creó las leyes divinas de una sola sentada para todo el Universo o si las va creando con el pasar de un determinado tiempo, en cuanto que el universo y Dios encierran tantos misterios que es imposible aseverar una u otra afirmación.

Lo que sí sabemos es que Dios no puede modificar o alterar una ley, porque si crea una ley para un determinado propósito es de lógica pensar que es creada ya perfecta. Entonces ¿por qué debería luego cambiarla?

De esta afirmación concluimos que Dios no es un juez irritable como lo afirmaba Moisés a su pueblo indócil y rebelde; Un Dios de mansedumbre y de misericordia no sería un Dios para el pueblo de Moisés, y sí un ser débil que no sabría hacerse obedecer.

Dios crea las leyes no para luego ejecutarlas, sino para permitir que se muevan con perfecta justicia hacia todo el universo a través de una jerarquía de seres que pueblan el espacio infinito.

El Dios del que hablaba Moisés, era un Dios variable y que pensaba como si fuera una persona con debilidades. Jesús ya vino a decir que Dios era amor y perfecto en todos sus atributos.

Como el pueblo de Jesús era más avanzado que el de Moisés, ya era la hora de mostrar a Dios como es realmente.

Aún nos falta mucho por saber sobre Dios. Pero ya hemos avanzado lo suficiente como para darnos cuenta que el Gran Creador es alguien que quiere el bien para todos sin utilizar la venganza draconiana y que debemos avanzar con nuestros propios esfuerzos para llegar a un destino prodigioso.

- El que se cae debe primero ayudarse a sí mismo con fuerza y voluntad para luego ser auxiliado. Porque, ¿cuántos son los que piden ayuda y sin embargo no son capaces de ayudarse a sí mismos?

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- Los castigos no son más que medidas correctivas para que contemplemos el buen camino y abandonemos aquél que es malo.

- El mal no viene de Dios sino del pensamiento del hombre que no quiere por voluntad propia contemplar el bien.

- La vida la da Dios como un milagro para que la aprovechemos y aprendamos de ella.

- La música es el arte para que todos bailemos unidos en perfecta armonía y el amor es el arma más poderosa creada por Dios para combatir las imperfecciones y las enfermedades de todos los mundos.

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CAPÍTULO 4

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Una de las grandes incógnitas de la humanidad es por qué las guerras existen y por qué Dios las permite.

Pues bien, trataremos de explicar lo mejor posible esta cuestión.

El espíritu como bien explicábamos en el libro “La tercera revelación de la ley de Dios” empieza a despertar conciencia sobre muchos aspectos de la vida a medida que va evolucionando.

Es de lógica entonces que al principio, cuando da sus primeros pasos por la vida terrenal, obre más como un salvaje que como un ser civilizado.

Las necesidades lo empujan a luchar, y es entonces que aparecen los conflictos entre los pueblos.

Como el planeta Tierra es un lugar de pruebas y de expiaciones, las guerras se hacen necesarias para que muchos reparen faltas de una vida pasada y despierten del letargo en el que están sumidos.

Dios no provoca las guerras, pero las permite con el fin de que la humanidad evolucione y salde aquello que queda pendiente.

Si seres despiadados como Napoleón, Stalin, Hitler, Mussolini y otros muchos más, creen que sus cuentas karmicas van a quedar saldadas después de haber cometido actos atroces contra la humanidad por el simple hecho de pensar que lo que hacían era por el bien de sus propios pueblos, están equivocados.

Ellos deberán en sus próximas reencarnaciones pasar por terribles guerras para que despierten conciencia de que éstas sólo causan ruina y destrucción.

Pero las guerras a pesar de que causan pérdidas y desgracias, también renuevan a pueblos enteros y los encaminan hacia unas vidas muy distintas de las que antes tenían.

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Alemania después de la segunda guerra mundial cambió su estado político y reformó muchos aspectos que eran necesarios cambiar, como por ejemplo la mentalidad de que eran seres superiores con respecto al resto de la humanidad.

Aclaremos: por ejemplo, muchas personas de las que están afectadas por una guerra, no todas están en tal conflicto por las mismas circunstancias.

Por ejemplo un determinado grupo de personas, están para expiar y redimir faltas de una vida pasada; como puede ser el caso de los grandes dictadores y asesinos despiadados. Otros están para despertar más conciencia y por consiguiente evolucionar hacia posiciones mejores; como los que necesitan el aguijón para despertar y mirar hacia un nuevo amanecer que es más claro y despejado.

Otros están para adquirir beneficios que los verán reflejados en el mundo espiritual y en otras nuevas reencarnaciones; como los que ayudan y auxilian a sus semejantes que se encuentran en circunstancias peores que en las que están ellos.

Otros sin embargo están para fortalecer y perfeccionar aspectos de su personalidad; como los medrosos, débiles, pusilánimes y cobardes.

Y otros tantos para tomar más conciencia del dolor y ser más humanos.

Tampoco debemos olvidarnos de aquellos que están en una guerra para morir en ella con el fin de regresar al mundo espiritual con la aureola del deber cumplido y con tal ejemplo inspirar a las venideras generaciones.

Dar una vida, o mejor dicho, dejar una existencia en una guerra, no es tanto sacrificio si el espíritu se va a ver beneficiado por algo que le va a servir para toda la eternidad.

(33)

Gran parte de las guerras se detonan porque debe por fuerza haber un cambio drástico en los pueblos.

Una guerra no es más que el camino para una transición dolorosa pero necesaria para evitar males mayores.

Explicaremos mejor esta cuestión para que el lector entienda bien a lo que nos referimos:

Cuando Francia hubo sufrido una de tantas guerras que ha tenido en toda su historia, fue porque hacía ya más de veinte años, se amodorró en un sueño de bienestar y erotismo.

La descendencia francesa no tenía más nada que hacer que el de hacer dinero y disfrutar de las cosas mundanas y materiales, sin contemplar en lo absoluto el aspecto espiritual.

La no conciencia sobre muchos aspectos de gran importancia, la indisciplina de toda índole y el exceso de todo tipo de vicios, iban deteriorando y debilitando cada vez más a la nación.

Iban naciendo cada vez más niños heredados de la prostitución y de los vicios más escandalosos. Por consiguiente nacían enfermizos y Francia estaba destinada a la decadencia.

Cuando un pueblo baja la guardia y se entrega a los desmanes por mucho tiempo, llaman y abren portales con su psiquismo colectivo a las fuerzas del bajo astral. Entonces esa horda de espíritus infernales propicia y favorece para que otro pueblo despiadado los invada y los destruya.

Es ahí cuando Dios permite que acontezcan las guerras. Por supuesto que sin propiciarlas, porque como vemos, quien la propicia es el mismo pueblo desordenándose con los vicios y con la no contemplación de la disciplina que tan necesaria es para la evolución de todas las especies.

(34)

Dios no crea ni usa el mal, pero permite que éste campee a sus anchas cuando es necesario. Pues las catástrofes es en muchas ocasiones un mal necesario para evitar otros males mucho peores.

Si Francia no hubiera sido asediada por los enemigos, a la larga sería una patria de mal ejemplo para toda la humanidad, y lo que es más importante, no se hubiera renovado.

Es importante insistir en que Dios no crea las guerras, ni las proclama, ni le gusta que se hagan y menos en nombre de Él porque creer en su bondad infinita y después practicar masacres, torturas y genocidios es crimen de lesa majestad Divina.

Dios creó el bien. Por tanto creó a los espíritus con libre albedrío para que se esfuercen por sí solos en alcanzar el conocimiento y la gloria que les espera.

El espíritu es inmortal y de poco o nada importa si desencarna o muere en la carne por culpa de una guerra. El espíritu comprende que la vida terrenal es la escuela del sufrimiento pero es necesaria para purificarse y brillar con mayor resplandor.

Dios no crea para luego destruir. Es el espíritu quien con su torpeza y maldad busca su propio sufrimiento.

Como Dios es perfecto en todos sus atributos, creó al espíritu inmortal y pensó que de nada importaba si sufría por sus torpezas; porque siempre vendrían las oportunidades que Él mismo pone en el camino para que el espíritu, creado de sus propias manos, alcance la dicha eterna.

Una muerte en la Tierra no es más que un despertar en el Cielo.

El sufrimiento es necesario para pulir al espíritu, al igual que es necesario que el cincel golpee el mármol para crear una hermosa figura.

Para comprender esta profunda ley, es necesaria la misma escuela del sufrimiento.

(35)

sus libros con respecto a la necesidad de la escuela del sufrimiento lo siguiente:

“Así como el rayo de luz debe ser descompuesto por el prisma para producir los brillantes colores del arco iris, de igual manera el alma humana tiene que ser quebrada por las pruebas para que irradie todas las energías y todas las grandes cualidades que en ella dormitan”

Los pueblos que no necesitan de una renovación porque hay en ellos una disciplina y una contemplación al progreso, no sufrirán guerras ni calamidades.

Los terremotos, los huracanes, las guerras y otras catástrofes que provienen de otros medios, azotarán a los pueblos desordenados e inmorales como los acontecidos en Sodoma y Gomorra.

(36)

CAPÍTULO 5

(37)

Dios no es un ser que tiene la forma humana y que está ubicado en alguna parte del Universo, porque entonces sería un Dios limitado. Y como bien ya sabemos Dios es ilimitado.

Dios es un ser netamente energético y que como dijimos anteriormente, ocupa todo el espacio infinito.

Permea todo lo que hay en el espacio y está presente en todas las dimensiones existentes.

Se dirá que Dios es bueno, pero Dios no es que sea bueno, sino que Él es la bondad misma.

Lo mismo podemos decir que Dios no es inteligente sino que Él es la inteligencia.

Dios no es que reúna todos los atributos para ser un Ser perfecto, sino que Él es el atributo mismo.

Si por ejemplo pensamos en que Dios es sabio, estamos equivocados porque Él es la sabiduría.

Así mismo Dios no tiene un destino porque Él es el destino.

No es lo mismo tener un atributo que ser el atributo mismo.

Dios es el único ser que no tiene principio, y si pensamos en su principio estamos queriendo ir más lejos de lo que podemos ir.

Hay cosas que por incomprensibles que parezcan no tienen un principio, como es el espacio y Dios.

Si Dios no se muestra ante los espíritus que aún no han llegado a cierto grado de evolución es porque en todo debe haber un orden y un propósito.

Es como el presidente de una nación que no se muestra ante un futuro embajador hasta que éste no esté preparado en sus funciones.

(38)

Dios puede tomar si quisiera la forma humana y bajar a nuestro mundo y accionar en él. Pero no lo hace porque simplemente no tiene la necesidad de hacerlo.

Para ello tiene a sus servidores más preparados como lo fue Antulio, Numú, Orfeo, Hermes, Krisnha, Fo-Hi, Lao-Tsé, Confucio, Buda, Moisés, Jesús, Maharshi, Ramakrisnha, Kardec, Ghandi y otros muchos más.

Dios no está presente ante nosotros en forma visual para dejar que todo funcione y transcurra como debe ser.

Si Dios estuviera presente ante nosotros no obraríamos con el mismo libre albedrio y actuaríamos de tal manera que no podríamos desarrollarnos.

Sería como un padre que estuviera presente en todo el transcurso escolar de su hijo. Lo cual no sería nada recomendable ni beneficioso.

Algunas creencias religiosas dicen que Jesús es Dios, pero tal teoría no puede ser cierta porque si habiendo tantos planetas de igual grado de evolución que el nuestro, necesitando de un mesías del quilate de Jesús, entonces Dios, tendría que bajar a mostrar su luz y su ejemplo y luego a ser sacrificado en cada uno de esos planetas.

Su peregrinación sería infinita al igual que su tormento, lo cual es absurdo.

Luego, la teoría de que Jesús es el primogénito de Dios tampoco puede ser cierta. Porque entonces Jesús sería en principio un ser de luz sin antes haber pasado por el sacrificio de la evolución, y paradójicamente estaría predestinado a peregrinar por todos los mundos que necesiten de un ejemplo como el que dio en la Tierra y eso no sería justo para él.

Jesús es un espíritu que evolucionó y llegó a la posición de ministro de Dios.

Nosotros tenemos el mismo destino, pues si así no fuese no habría equidad ni justicia en las leyes de Dios.

(39)

Siempre que un planeta como la Tierra necesita de un ministro de Dios para que éstos aporten el conocimiento espiritual adecuado, bajan diferentes ministros y nunca los mismos. Porque sería un suplicio repetir muchas veces aquellas misiones que son de sufrimiento y de dolor.

Dios nunca se presenta ante nadie, pues Él es la presencia. Pero debemos estar en la dimensión espiritual adecuada para poderlo ver.

Sólo los espíritus de alto rango espiritual pueden verlo.

Ellos no tienen que mirar hacia un determinado lugar para ubicarlo, pues Dios al estar en todas partes permeándolo todo, se percibe en el todo.

Es como el aire, sólo con la diferencia que el aire no permea y Dios sí.

Imaginemos que por un momento podemos ver el aire. Notaríamos que está en todas partes. Veríamos que nos toca, o mejor dicho, veríamos que nosotros estaríamos tocando el aire, y que nosotros estaríamos rellenando un espacio desplazándolo por el lugar en donde estuviéramos caminando.

Dios no se desplazaría por donde estuviéramos transitando, porque Dios es una energía que está permeándolo todo. De hecho ya lo hace, porque Dios está en todas las dimensiones existentes. Lo que pasa es que nosotros no estamos en la dimensión adecuada, es por ello que no podemos verlo ni sentirlo.

Algún día, cuando estemos lo suficientemente evolucionados como lo están los elohínes(1), podremos ver,

o mejor dicho, podremos sentir que estaremos en la presencia misma de Dios.

(40)

Pero para llegar a tal destino, debemos alcanzar por méritos propios tal posición.

Como la golondrina que después de volar con gran esfuerzo hacia grandes alturas y de recorrer extensos parajes, llega al lugar deseado para disfrutar y descansar de su largo viaje.

(1) Ver el libro “La tercera revelación de la ley de Dios”; tema número 7,

para ver la evolución del espíritu.

(41)

CAPÍTULO 6

(42)

Si la reencarnación no existiese, Dios no sería ni justo ni perfecto. Porque si razonamos con esta simple pregunta que haremos a continuación, sacaremos la conclusión de que la reencarnación es la salida y la perfecta herramienta para que los espíritus evolucionen y den un sentido a sus desgracias y a sus problemas.

¿Por qué unos nacen ciegos y otros gozan desde la cuna hasta el sepulcro de una perfecta vista?

Al utilizar la lógica sobre tal pregunta sacaremos la conclusión que la reencarnación es el único sistema y camino para el orden universal.

Si Dios es perfecto entonces debe aplicar para todos las mismas oportunidades y los mismos medios para avanzar. Si no existiese la reencarnación no habría justicia ni equidad.

No hablaremos más sobre la reencarnación, porque en el libro “La tercera revelación de la ley de Dios” en el tema número 9, explicamos de forma extendida para qué sirve esta justa y perfecta ley universal.

Somos hechos para parecernos a Dios en muchos de sus atributos; pues en el momento que lleguemos a ser elohínes seremos co-creadores universales.

Por eso se dice que el hombre es imagen y semejanza de Dios.

Hemos sido creados por el Gran Creador Universal para ser grandes seres, con el objetivo de dar sentido al universo.

(43)

Debemos despertar y sacudirnos de la ignorancia, que tanto daño nos hace.

Es cierto que todo tiene su tiempo, pero ya muchos han pasado ese tiempo. Se asemejan al niño que crece y no pasa de cuarto grado al quinto por terco y holgazán.

El maestro Jesús vino a la Tierra no para limpiar los pecados de nadie, sino para que la humanidad adelantara y progresara moralmente.

Debemos agradecer y valorar sus enseñanzas además de su enorme sacrificio.

Si no seguimos su ejemplo no estaremos valorando sus enseñanzas.

Entendamos que su llegada y su bella instrucción no pueden dejarnos indiferentes, porque sólo a nosotros nos estaremos haciendo un gran daño.

Para el gran maestro espiritual, fue difícil y doloroso dejar el mundo de luz en donde se hallaba y bajar a la Tierra.

En tan sólo minutos sentía angustias, sufrimientos y ansiedades las cuales eran imposibles que cualquier persona las pudiera sentir en toda una existencia.

El raciocinio de Jesús estaba más allá del tiempo y el espacio y por ello su cerebro material y terrenal se agotaba con facilidad.

Sus dolores de cabeza eran constantes y la ansiedad que sufría apenas podía mitigarla con las oraciones y las meditaciones que hacía a diario.

Tuvo que esforzarse mucho para poder colocarse en la carne. Su cuerpo astral irradiaba tanta luz que para él no fue fácil ni agradable acomodarse a un cuerpo biológico terrenal.

Su mente vivía en constante tensión por culpa de un cuerpo biológico, realmente poco adecuado para él.

(44)

Jesús tenía unos pensamientos tan elevados, gracias a su superconciencia, que tenía que recurrir periódicamente al ayuno para que su espíritu pudiera conseguir mayor liberación sobre su mente oprimida por un cerebro material bastante pesado.

El organismo de Jesús movilizaba recursos biológicos de extrema emergencia, derramando hacia afuera no sólo sudor sino sangre.

Esto ocurría por el potencial de energía espiritual que le oprimía la frágil carne.

En el Evangelio de Lucas, Cáp. XXII, vers. 44, se refiere a lo siguiente: "Y le vino un sudor de sangre, como si fueran gotas, que caían en la tierra".

Se trataba del sudor sanguíneo por hemorragia de las glándulas sudoríparas, que la medicina llama hematidrosis. Valoremos ese esfuerzo titánico que Jesús, nuestro gran maestro, tuvo al bajar a este mundo para enseñarnos el gran camino de la verdad.

(45)
(46)

Aun faltará mucho tiempo para que muchas personas dejen el dogmatismo religioso.

Muchos son los que todavía sienten la dificultad para ajustarse a nuevos conceptos espirituales.

Esto es debido a la influencia de quince siglos de sumisión dogmática a la teología sacerdotal.

Allan Kardec que vino a liberarnos de la religión con su ciencia espirita, tiene apenas un siglo. Este tiempo por tanto no es suficiente para liberar a los hipnotizados de la esclavitud religiosa.

Dios no impone una religión a los pueblos, pues lo que Dios aporta es la ciencia para que la investiguemos y analicemos con nuestro propio esfuerzo.

Es tiempo de estudiar y analizar, y nunca es tarde para hacerlo.

La ciencia del espiritismo es una ciencia de observación y obvio que no de laboratorio, de momento.

Sabemos ya gracias a las investigaciones realizadas que el espíritu posee un cuerpo astral o periespíritu que tiene unas funciones realmente sorprendentes e increíbles.

http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 46 C. Astral C. Físico Espíritu

(47)

*Ver en el libro “La tercera revelación de la ley de Dios” en el tema número 1 Espíritu o alma para ver cómo están organizadas las tres figuras que acabamos de ver.

El espíritu como bien explicábamos en el libro “La tercera revelación de la ley de Dios” es una intensa luz semiesférica, la chispa Divina emanada de la Gran Luz universal, es decir de Dios. Ésta necesita de un cuerpo astral para poder desenvolverse en el mundo espiritual. También necesita de un cuerpo material, cuando reencarna, para poder desenvolverse en el mundo físico.

El espíritu, al igual que su vehículo, el cuerpo astral, son inmortales.

El cuerpo astral posee órganos, es decir, cerebro, corazón, hígado, riñones, pulmones, estómago y todas las demás piezas vitales del cuerpo biológico.

Es lógico que el cuerpo astral no puede ser mortalmente herido, pues su naturaleza posee una constitución etérea e inmortal.

No obstante, aunque el cuerpo astral esté desprovisto del cuerpo físico por el hecho de haber dejado su envoltura material en la desencarnación, puede enfermarse.

Hemos visto espíritus sufrientes realmente enfermos y son tratados en colonias espirituales como simples humanos, sin que por ello, insistimos, puedan morir.

La medicina que se aplica a los espíritus enfermos es distinta a la que se utiliza en la Tierra. Al igual que es muy distinto los alimentos que comen los espíritus desencarnados de los encarnados.

Si por el hecho de morir, o mejor dicho, de desencarnar, ya creemos que vamos a ser entidades desprovistas de ciertas necesidades que son relativamente terrenales, se está más equivocado de lo que se cree.

(48)

El espíritu sigue su camino después de la muerte del cuerpo material, el cual utilizaba en el plano terrenal.

El camino podrá ser agradable o complicado, dependiendo de cómo haya sido tratado el cuerpo material durante su vida.

Los que han abusado de las bebidas alcohólicas durante la vida material, deberán pasar por un largo proceso de rehabilitación de ciertos órganos vitales del periespiritu, no pudiendo por tal motivo ir a los paraísos personales o colectivos a descansar y a disfrutar. Pero sí deberán ir a las colonias espirituales a ser tratados como pacientes. (Ver el libro “La tercera revelación de la ley de Dios” el tema número 10, para ver como son los paraísos personales/colectivos y las colonias espirituales).

Aquellos que han abusado de las drogas deberán pasar por el mismo proceso.

El que ha abusado en comer carne, como la ternera, el cerdo, cordero, cabra, caballo y otros animales que poseen un cierto grado elevado de sentimientos, no estarán exentos de tener una transición complicada de la vida terrenal a la vida espiritual.

La sustancia astral inferior, que exuda la carne del animal, penetra en el aura de los seres humanos y hace densa su transparencia natural, impidiendo la evolución de nuestro espíritu.

Es recomendable que a medida que vayamos haciéndonos mayores en edad, vayamos dejando de comer dichas carnes.

De esa forma nuestro cuerpo biológico y por ende nuestro cuerpo astral irán limpiándose de las sustancias toxicas de los animales muertos.

Jesús recomendaba comer pescado pero nunca un filete de ternera o de cerdo.

(49)

recibe el cuerpo terrenal lo va absorbiendo el cuerpo astral. Es de suponer que los órganos del cuerpo astral no pueden morir o dejar de funcionar, pero si están muy afectados por el mal cuidado que se les tuvo en la vida terrenal entonces en una nueva reencarnación reflejarán las enfermedades en el nuevo cuerpo biológico para que se vayan depurando.

Por eso se dice que las enfermedades vienen del alma.

¿No vemos a niños que sufren desde muy temprana edad el mal de la diabetes? o personas que sin haber bebido alcohol sufren de cirrosis?

Aquel que dice:

“Pronto moriré y debo aprovechar mis últimos días de vida. Y Voy a disfrutar bebiendo alcohol hasta que me muera”.

Estos pensamientos costaran caros para aquellos que los tengan, porque el cuerpo astral se verá afectado por el mal uso que se le haya ocasionado al cuerpo físico.

No olvidemos que el cuerpo físico es como un templo y debemos cuidarlo hasta el último día de nuestra vida terrenal.

Si una persona en vez de beber alcohol y de mal gastar el tiempo en todo tipo de vicios, aprovechara cuidándose y preparándose adecuadamente para el nuevo mundo espiritual al que ha de llegar, se estaría ahorrando muchos sufrimientos. Porque de no conseguir la expulsión de las enfermedades (tóxicos-psíquicos) en el mundo espiritual, ya bien sea en los charcos depurativos (estos están en el bajo astral) o en las colonias espirituales, deberá en una nueva reencarnación hacerlo por medio del cuerpo físico.

(50)

Hay espíritus que no consiguen deshacerse de los tóxicos-psíquicos en el mundo espiritual y deben por fuerza hacerlo en la reencarnación próxima a través de la carne de su nuevo cuerpo.

Habría menos enfermedades en el mundo si se tuviera en cuenta que nuestro periespiritu tiene la memoria de todas aquellas fallas que vamos cometiendo en las existencias terrenas. Como la piel que tiene la memoria de las heridas y conserva las cicatrices.

Dediquémonos entonces en esta reencarnación en ir purificando nuestro organismo material para heredar en la próxima reencarnación un cuerpo más fuerte y vigoroso. No es Dios quien nos castiga con enfermedades ni con padecimientos que parecen eternos, somos nosotros mismos que no contemplamos adecuadamente el ahora para tener un mañana mucho mejor.

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(52)

Para entender a Dios primero debemos entendernos y conocernos a nosotros mismos. Al entendernos y conocernos iremos comprendiendo los propósitos de Nuestro Creador.

Al conocernos, debido a que nos vamos experimentando, nos daremos cuenta que en nuestro interior hay una infinidad de sensaciones y de emociones.

Al experimentar ciertas emociones nos invade una sensación de alegría o de tristeza y es entonces cuando miramos hacia lo Alto y percibimos la grandeza de alguien magnánimo y creador.

Somos luego conscientes de que si en nosotros se encuentra el perdón, el sacrificio y el amor, es porque vienen de una semilla heredada y que debe germinar hasta su máximo esplendor.

Entre más vayamos conociéndonos, más iremos conociendo al Padre. Es incuestionable que a medida que vamos aprendiendo más de nosotros mismos, nos vamos dando cuenta que fuimos creados para un destino, y que ese destino tiene un camino, y es irremediable seguirlo por mucho que se luche para no hacerlo.

Ese camino es el del amor.

Al ver que tenemos un destino, una ruta trazada, un rumbo marcado, advertimos entonces que Dios quiere el bien para nosotros, pues ningún padre trazaría un camino hacia el abismo para ninguno de sus hijos.

Si en nosotros se haya el amor, la compasión, la caridad, la indulgencia, la paz y el equilibrio, no menos debe encontrarse entonces en el Ser que nos creó.

Viendo que nosotros vamos camino a la perfección, debemos concebir que la fuente creadora del universo y de todo aquello que contiene, es por tanto, la perfección misma por excelencia.

(53)

A medida que vamos evolucionando, nuevas sensaciones y emociones se despiertan en nosotros.

Vamos descubriendo y desarrollando sentimientos que faltaban por explorar y que estaban escondidos en la oscuridad de la ignorancia. Ocurre entonces como el ciego que al salir de su ceguera descubre infinidades de colores. Las nuevas sensaciones que percibimos al ir alcanzando etapas elevadas de la evolución, son sorprendentemente más exquisitas, llenando al espíritu de una armonía y una plenitud indescriptible.

Emociones como la del amor se amplían hasta lo inimaginable, y descubrimos aspectos de éstas que son hasta ahora misteriosos para nosotros.

Nuestro espíritu es como una caja de sorpresas, que guarda infinidades de hermosos misterios.

Ya bien si se cree o no en los misterios que encierra nuestro espíritu no importa, porque a todos por ley divina se nos desarrollarán y saldrán a la luz en el momento preciso de estar preparados para utilizarlos.

Es como el niño que por el hecho de no creer que algún día llegará a la adultez, se convence que quedará para siempre pequeño. Pero alcanzará de todos modos con el pasar del tiempo la madurez gracias a los estados naturales y propios de su condición humana.

Si supiéramos qué tipo de mundos o moradas nos esperan en el firmamento, avanzaríamos más aprisa en el sendero de la evolución espiritual.

En los mundos que son más evolucionados que la Tierra se perciben mucho mejor los colores, al ser éstos más intensos y hermosos.

(54)

A medida que espiritualmente evolucionamos, todas nuestras sensaciones, como por ejemplo el paladar, se agudizan y se pulen. Se van ajustando a la delicadeza para armonizarse con todo aquello que es sublime y perfecto. Es por ello que en los mundos superiores no existe la alimentación carnívora o animal.

Las frutas, las verduras, el cereal y otros alimentos desconocidos por nosotros y que provienen de la tierra, complementan la alimentación de los habitantes de los mundos adelantados; dejan por tanto, de convertir los estómagos en cementerios de animales.

Al ser la comida más depurada y perfeccionada el sabor de ésta es más suave y duradero.

El paladar es tan refinado que se llega a saborear hasta los mismos colores.

El amor es un sentimiento que también cambia y se eleva a niveles más puros cuando se alcanzan mundos más adelantados que el nuestro.

El amor de pareja no tiene nada que ver con el que se procesa en la Tierra. Pues en los mundos más adelantados las parejas se aman sin la obsesión enfermiza ni la pasión que ciega.

El amor es más sublime y firme pues los seres tienen mejor desarrollados los sentidos.

Juzgan el sentido de pertenencia de mejor manera y no se atan con lazos obsesivos que perturban la buena estabilidad de la relación.

Además, el amor en tales mundos es diferente, pues es un sentimiento que ha evolucionado y por tanto se desarrolla desde el corazón y la razón y no desde la pasión o atracción de lo físico.

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lo general tormentoso, doloroso, ingrato y efímero. Pareciera que fuera creado para destruir y no para construir nada.

Las peleas, la rivalidad, la constante desconfianza y la dominación, provocan el hastío a una muy temprana etapa. Mientras el amor esté fundamentado en lo pasional en vez de en la comprensión y en el respeto siempre será dañino y corto.

El amor de pareja en los mundos superiores es más equilibrado y reciproco.

Al haber una conciencia más amplia y menos karmas que redimir, el amor de pareja se disfruta plenamente.

Además ya no existe en los sentidos de los enamorados la pasión que aturde ni la posesión que asfixia.

Conociéndose más las personas por el grado de evolución que existe en ellas, hay menos errores para cometer y la ética y el respeto forman los ingredientes esenciales de ese amor que es más placentero y duradero.

***

La felicidad es un sentimiento que sentimos raras veces en nuestras vidas, porque la basamos en las cosas mundanas y efímeras de nuestro planeta.

Los habitantes de los planetas superiores ya no deben buscar la felicidad porque ellos son la felicidad misma. Eso es gracias al alto nivel de evolución alcanzado.

Ocurre entonces que al estar “más cerca” de Dios, las personas forman parte integra de la felicidad sin tener que buscarla para sentirla.

Si consideramos que en los mundos superiores ya se es la felicidad misma, imaginemos entonces cuando alcancemos esos mundos que están, por ser los últimos de la escala evolutiva para llegar al nivel de plenipotenciarios de Dios. Nota: Ver el tema número 7 del libro “La tercera revelación de la ley de Dios” para observar con detenimiento a cerca de la jerarquía de los

(56)

***

Si vemos un camino el cual es bonito y está cuidado deduciremos que nos conducirá hacia un paraje o lugar agradable.

La belleza del camino nos indica qué tan hermoso y seguro es hacia donde conduce.

Así ocurre con el largo recorrido de planetas que debemos transitar para llegar hacia un destino.

Si vemos que el transitar de planetas es cada vez más bonito, confortable y seguro, sacaremos la conclusión de que conduce hacia un destino en donde reina el amor, la paz y la bondad.

Es de lógica suponer que ese destino es Dios.

No nos quedemos en el mismo tramo del camino por mucho tiempo, pues si avanzamos iremos dejando ese peso que nos oprime y que hace que nuestras vidas sean ciertamente pesadas.

***

La maldad es una herramienta nacida de un sentimiento que aporta placer para aquél que la utiliza cuando le da frutos y beneficios.

Sin embargo la felicidad es un sentimiento que aporta un gozo interno cuando se contemplan las buenas acciones. La maldad, aunque aporta a veces beneficios rápidos, no permite que avancemos y nos estancan por completo.

Muchas personas confunden el placer con la felicidad y valga decir que entre ambas emociones hay una gran diferencia.

La una está vinculada con lo malo mientras que la otra tiene relación con lo bueno.

Referencias

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