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COLOSENSES. Cristo Es El Todo

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COLOSENSES

“Cristo Es El Todo”

(Colosenses 3:9-11) “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.” Estas cuatro palabras de Colosenses 3:11 - “Cristo es el todo” - deben ser grabadas en nuestros corazones si queremos entender, interpretar, y proclamar el mensaje de la Santas Escrituras. Estas palabras son la esencia y sustancia de todo Cristianismo verdadero. Cristo es la fundación de toda doctrina verdadera y el motivo de toda santidad. Cristo es el mensaje de toda predicación verdadera y el objeto de toda alabanza verdadera. Es imposible exagerar el uso de estas palabras, porque en todo referente a nuestras almas, el conocimiento de Dios, y Su gloria, “Cristo es el todo.”

Colosenses habla de Cristo en su totalidad - nuestro todo-glorioso Salvador.

Colosenses es una de las 4 Epístolas - Efesios, Filipenses, Colosenses, y Filemón - escrita por Pablo cuando fue preso en Roma, unos 30 años después de la muerte de Cristo. No sabemos quien llevó el Evangelio a Colosas y sabemos que algunos de ellos nunca habían visto Pablo (2:1). Lucas y Pablo habían predicado en la región de Frigia unos años antes.

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(Hechos 16:6-10) “Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.

(Hechos 28:23) “...vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.”

Muchos fueron convertidos por la gracia de Dios.

(Hechos 19:11) “...hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo”

(Hechos 19:26) “...este Pablo, no solamente en Efeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos.” Pero después de sembrar la buena semilla, llegó Satanás a sembrar la mala. Donde quiera que predicaba Pablo el Evangelio de la gracia libre y soberana de Dios, llegaron otros después predicando religión de obras.

Epafras - el mismo Epafrodito en Filipenses 2:25; 4:18 - pastor

de la iglesia en Colosas, vino a visitar Pablo en Roma, y le habló de la fidelidad de los hermanos en Colosas y de su preocupación por sus almas porque unos falsos profetas buscaron como corromper el Evangelio y quitar su mirada de Cristo.

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Vinieron en el nombre de Cristo, pretendiendo ser siervos de Cristo, pero en realidad fueron mensajeros de Satanás. Trataron de mezclar gracia y obras - Moisés y Cristo - enseñando que obras juegan parte en nuestra salvación. Otros pervirtieron el Evangelio mezclando filosofía con la revelación de Dios - enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. Lo llamaron la justicia de Cristo, pero fue la auto-justicia de hombre - una justicia ganada por obras, experiencias, y sabiduría humana - no la justicia que pecadores tienen por fe en Cristo solamente. Pablo fue inspirado por Dios el Espíritu Santo escribir esta carta para confirmar al pueblo de Dios en el Evangelio de Cristo, y advertirles de los errores por los cuales los mensajeros de Satanás buscaron pervertir el Evangelio. Les exhortó permanecer fundados (1:23).

(Capítulo 1) Pablo nos muestra que Cristo es el Salvador completo.

(1:1-8) Pablo los saludó como Apóstol de Jesucristo. Los Apóstoles fueron escogidos por Cristo. Habían visto personalmente a Cristo. Tuvieron conocimiento infalible del Evangelio mientras escribieron, siendo inspirados por el Espíritu Santo. Obraron milagros para confirmar su mensaje.

La edad y dones apostólicos terminaron cuando murió el último de los doce. No hay Apóstoles en la iglesia de hoy.

Tenemos predicadores enviados como mensajeros de Dios a Su pueblo.

Pablo menciona a Timoteo que no fue Apóstol, sino su colaborador en la obra. Saluda a los santos y fieles hermanos en Cristo. Todos los creyentes son santos - santificados - separados de la humanidad en la elección eterna para gozar las bendiciones

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de Dios en la redención. Les desea gracia y paz. La gracia nos salva, y la paz nos hace entender que somos salvos. Y todo viene de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

(1:3) Damos gracias a Dios por todo lo que tenemos. Cada bendición de gracia viene de Dios por medio del Señor Jesucristo solamente. La fe, la esperanza, y el amor siempre se encuentran unidos. La fe nos une con Cristo. El amor nos une y nos da paz el uno con el otro. La esperanza nos une con la eternidad y nos da paz con Dios.

(1:6-7) No entendemos el Evangelio y no conocemos a Cristo si no produce fruto en nosotros. Podemos conocerlo en la cabeza, pero no en la verdad.

(1:7-8) Pablo les encomienda su pastor Epafras que había sido fiel en predicarles el Evangelio. El que solamente predica el Evangelio es fiel ministro de Cristo. Predicando el Evangelio no es buscando y exponiendo las fallas de otras religiones, sino declarado que Cristo es el todo. Pablo les recuerda de la bendición de tener un pastor fiel (4:12-13).

(1:9-14) Pablo declara que Dios nos ha hecho dignos del Cielo por Su gracia. No quería que solamente fueren conocedores de estas cosas, sino llenos de conocimiento. Así andaremos como es digno del Señor.

Está hablando de nuestra conducta en nuestra casa, la iglesia, en el trabajo, y en la calle. Llevando fruto, siendo plantados por el Señor como árboles de justicia.

(Gálatas 5:22-23) “...el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”

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(Efesios 2:10) “...somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

Esto es “Creciendo en conocimiento de Dios” (2 Pedro 3:18). No podemos hacerlo en nuestra propia fuerza, sino fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria (2 Corintios 12:9).

(2 Corintios 12:9) “...me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.”

Por Su gracia, Dios nos ha hecho aptos para participar (1:12). Por la naturaleza somos aptos solamente para el Infierno. La gracia nos hace aptos para el Cielo en Cristo, por medio de Su expiación y justicia.

(1 Corintios 1:30) “Por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.”

Todo es obra de Su gracia (1:13-14).

Pablo declara lo que Cristo hizo por nosotros, y Le magnificó

como nuestro glorioso Salvador y Señor (1:15-29). Cristo es lo que Dios es, porque es Dios (1:15). Es el Creador de todo (1:17). Es la Cabeza de la Iglesia (1:18). Es la plenitud de todo (1:19). Es la reconciliación (1:20-22). Es nuestra esperanza de gloria (1:27). Es Aquel que predicamos (1:28-29).

(Capítulo 2) Pablo muestra que cada creyente está completo

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No tenemos porque dejar de mirar a Cristo - buscando otra cosa - si estamos completos en Él.

En los primeros 15 Versículos les exhorta ser firmes en la fe de Cristo. Todo lo que dice es apropiado para nosotros hoy. Muchos no están contentos con Cristo solamente. Cualquier doctrina, ceremonia, o religión que nos hace ver otra cosa aparte de Cristo, no es de Dios. No busque la misericordia, la gracia, o la justicia en ningún lugar, sino en Cristo. Todo conocimiento de Dios, y todo referente a nuestra salvación está en Cristo.

(1 Juan 5:12) “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

(1 Juan 5:20) “...sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.”

(2:4) Los mensajeros falsos no rechazan a Cristo y la salvación por la gracia abiertamente. Mezclan la obra de Cristo con las obras humanas. Si pueden convencernos mirar nuestras obras, experiencias, sentidos, o emociones aun en parte, arruinarán nuestra alma totalmente.

(Gálatas 5:4) “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.”

(2:6) Como recibimos Cristo por fe, seguimos en Él. Continuamos viviendo por la misma fe. Si vamos mas allá de la fe, abandonamos a Cristo. El creyente verdadero comienza por fe, vive por la fe, y muere en la fe, confiando solamente en Cristo.

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(2:7) Para vivir continuamente confiando en Cristo, debemos ser fundados en Cristo.

(2:8) Debemos cuidarnos de aquellos que se pasan por sabios y nos engañan.

(2:9) En Cristo está la plenitud de la Deidad. Todo lo que Dios requiere de pecadores se encuentra en Cristo. No podemos añadir a plenitud.

(2:10) Estamos completos en Él quien es la Cabeza de todo.

(2:11) Estar en Cristo es ser nacido de nuevo. Pablo usa la circuncisión para representar el nacimiento nuevo, porque es lo que representó en el Antiguo Testamento.

(Génesis 17:10-12) “Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje.”

Fue el sello de Su pacto que separó Israel de las demás naciones. Es figura de lo que pasa en el corazón en la regeneración.

(Romanos 2:28-29) “No es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.”

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(Filipenses 3:3) “Nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.”

(2:12) Estar en Cristo es confiar en Él. Fe en Cristo es la marca del nacimiento nuevo. Lo confesamos por el bautismo.

(2:13-15) Estar en Cristo es ser el objeto y recipiente de Su gracia. En Cristo todo contra nosotros ha sido anulado. Estamos completos en Él.

(Romanos 8:1) “...ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”

(Capítulo 3:4) Pablo concluye Colosenses dándonos la aplicación práctica del Evangelio.

Nuestra unión con Cristo demanda que fijemos nuestros corazones en Él. Demanda que nuestra vida diaria sea para Su

honor (3:1-8) - la vida en la iglesia sea para Su honor (3:9-17), la vida en nuestras casas sea para Su honor (3:18 - 4:1; Efesios 5:22 - 6:9), y nuestra vida en este mundo sea para Su honor (4:2-6). (Romanos 12:1-2) “...hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

La gracia de Dios en Cristo no guía al pecado. Es el amor y la

gracia de Dios que hemos experimentado que nos constriñe amar y servir el uno al otro, y amar, servir, y honrar a Él. Es porque

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Cristo es el todo, y en todo, que somos motivados a estas cosas - para la gloria de Dios nuestro Salvador.

(Colosenses 3:12-17) “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.”

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