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HISTORIA SOCIAL DE LA CIENCIA

La ciencia en el mundo antiguo

1968 John Desmond Bernal

Segunda parte de HISTORIA SOCIAL DE LA CIENCIA

Universidad Nacional Autónoma de México Editorial Nueva Imagen

“La Ciencia en el Mundo Antiguo”, de John Desmond Bernal, corresponde a la Segunda Parte de “Historia Social de la Ciencia. La ciencia en la Historia”, Libro I, en traducción de Juan Ramón Capella, publicada por Edicións 62, s/a en 1968 (2ª. edic.).

Índice

II. LAS SOCIEDADES HUMANAS MÁS ANTIGUAS: EL PALEOLÍTICO 2.1. LOS ORIGENES DE LA SOCIEDAD pág.2

2.2. LA BASE MATERIAL DE LA VIDA PRIMITIVA pág. 4 Útiles e instrumentos.

El vestido

El fuego y la cocina Conocimiento de los animales El arte primitivo 2.2. LA BASE SOCIAL DE LA VIDA PRIMITIVA pág. 9

El lenguaje El simbolismo La vida social primitiva

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Recolección de alimentos y caza. La división del trabajo Totemismo y magia

Ritual y mito

2.4. LOS ORIGENES DE LA CIENCIA RACIONAL pág. 16 La mecánica

La clasificación en la ciencia primitiva Las sanciones de la tradición

2.5. LA TRANSFORMACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE pág. 20 El equipo del hombre al final del Paleolítico

Armas arrojadizas y máquinas

2.6. IDEAS Y ORGANIZACIÓN SOCIAL pág. 24 El hombre-medicina

La teoría de la magia: los espíritus 2.7. LA OBRA DEL HOMBRE PRIMITIVO pág. 27 Las limitaciones de la economía cazadora III. AGRICULTURA Y CIVILIZACIÓN

3.1. HACIA UNA ECONOMÍA PRODUCTIVA pág30 El origen de la agricultura

Las artes del campo y del hogar El trabajo

La ciencia y las nuevas artes El período neolítico

La formalización de la religión La cultura aldeana

3.2. LA CIVILIZACIÓN pág. 39 La cultura ribereña

Extensión de la coordinación social El origen de la ciudad

La evolución de la vivienda Templos, dioses y sacerdotes

Los servidores de los templos y los artesanos Sociedades divididas en clases: Esclavos y siervos El comercio y los mercaderes

El derecho y el Estado

3.3. LAS TÉCNICAS DE LA CIVILIZACIÓN pág., 49

El descubrimiento de los metales Efectos del uso de metales El oficio del forjador

El transporte

Las embarcaciones La rueda

3.4. EL ORIGEN DE LA CIENCIA CUANTITATIVA pág. 57 Cálculo, escritura y ciencia

Números y jeroglíficos

Matemática, aritmética y geometría La astronomía y el calendario La astrología La medicina La química primitiva

3.5. LOS ORÍGENES CLASISTAS DE LA CIENCIA PRIMITIVA pág. 68 Escribas y trabajadores

Magia y ciencia

3.5. ÉXITOS Y FRACASOS DE LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES pág. 73

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Estancamiento técnico La guerra

Arte militar y técnica: el ingeniero El comercio y el imperio

El Imperio y el dios supremo

3.7. LA DIFUSIÓN DE LA CIVILIZACIÓN pág.78 Los primeros bárbaros

La esclavitud La decadencia

3.8. EL LEGADO DE LA CIVILIZACIÓN PRIMITIVA pág. 82

IV. LA EDAD DEL HIERRO: LA CULTURA CLÁSICA 4.1. LAS CULTURAS DE LA EDAD DEL HIERRO pág. 85 El impacto del descubrimiento del hierro La metalurgia del hierro

El hacha y el arado Los navíos y el comercio

4.2. LAS CIUDADES DE LA EDAD DEL HIERRO pág. 91 La política

El dinero y el crédito El alfabeto y la literatura 4.3. FENICIOS Y HEBREOS pág. 95

La Biblia: derecho y rectitud El Génesis 4.4. LOS GRIEGOS pág. 98

La cultura clásica

El nacimiento de la ciencia abstracta La base económica de la ciudad griega El arte y la dialéctica

La separación de la ciencia y la técnica La arquitectura

El contenido y el método de la ciencia griega Los estadios del desarrollo de la ciencia griega 4.5. LA CIENCIA GRIEGA PRIMITIVA pág. 108 El naturalismo jonio

Filósofos y sabios

El mundo y sus elementos: Tales, Heráclito y Empédocles El número y la cantidad: Pitágoras

Las razones y los irracionales

La entrada del misticismo en la ciencia La influencia de Pitágoras

Parménides

Los átomos y el vacío: Demócrito El siglo de Pericles

El triunfo de la geometría La astronomía esférica La medicina griega: Hipócrates La doctrina de los humores 4.6. LA PROEZA ATENIENSE pág. 127 La filosofía social de Atenas Los filósofos de la reacción Sócrates y la lógica

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Platón

El idealismo platónico La astrología

El platonismo Aristóteles La clasificación y la lógica formal La física aristotélica

Las causas finales El movimiento y el vacío

Biología: La escala de la Naturaleza Materia y forma

Substancia y esencia El hombre y Dios

La influencia de Aristóteles 4.7. EL IMPERIO ALEJANDRINO pág. 148 La ciencia helenística

La ciudad helenística y los imperios macedónicos La ciencia helenística

El Museo de Alejandría

La matemática helenística: Euclides

La astronomía helenística: Hipstvo y Tolomeo La geografía científica

La mecánica helenística: Arquímedes La estática y la hidrostática

La neumática

El principio de la química científica Historia natural

La medicina helenística: Galeno

4.8. ROMA Y LA DECADENCIA DE LA CIENCIA CLÁSICA pág.161 Las obras públicas y el comercio La arquitectura

El derecho y la administración Decadencia y caída Decadencia económica e intelectual

El misticismo y la religión organizada Los bárbaros Pérdida de organización y de técnica

4.9. EL LEGADO DEL MUNDO CLÁSICO pág.170

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. Los orígenes de la sociedad

LA CIENCIA EN LA HISTORIA

II. LAS SOCIEDADES HUMANAS MÁS ANTIGUAS

2.1 LOS ORÍGENES DE LA SOCIEDAD

Para hallar los primeros orígenes de la ciencia debemos observar el período anterior a aquél en que se dio alguna separación efectiva entre los aspectos técnicos e ideológicos de la cultura humana. Se trata del período de origen de la humanidad misma. Los seres humanos difieren de los animales primaria y fundamentalmente porque integran sociedades continuadas con una cultura material que añade un nuevo campo a la capacidad de los nudos cuerpos.

Esas sociedades, en la medida en que son distintas de los rebaños de animales, han debido tener unos métodos de protección y obtención de alimentos mejores que los que pudieran conseguir los individuos aislados, así como medios de conservación y mejoramiento de esos métodos en forma de una tradición continua. En su evolución a partir de criaturas cuasi simiescas los hombres primitivos habían heredado la capacidad fundamental, corporal y mental, de ver, tomar y manejar objetos. También debieron tener, por otra parte, una capacidad excepcional de aprendizaje, derivada de un modelo de proyección de vida mucho más generalizado que el de buen número de mamíferos evolucionados, que contaban con cuerpos y hábitos especiales. La combinación de esa capacidad manual y visual con esa otra del aprendizaje hizo posible el empleo de útiles: éstos debieron ser primero la piedra o el madero casualmente configurados al efecto, y más tarde objetos seleccionados y modelados especialmente para la tarea a la que se los quisiera aplicar. Con todo, en la medida en que esos progresos se limitaran a unos cuantos individuos, por bien dotados que estuvieran, el conjunto no podría definirse plenamente como una humanidad. Para que los adelantos fueran accesibles a todos y susceptibles de ulterior mejora, su confección y utilización habían de ser aprendidos y enseñados. Eso sólo puede conseguirse generalizándolos mediante la tradición, cosa que implica la existencia de una sociedad continuada.

La continuidad de las sociedades humanas se hizo también necesaria y quedaba garantizada por el período excepcionalmente largo durante el cual las

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criaturas humanas son incapaces de valerse por sí mismas. Esto conduce a la formación de un grupo familiar prácticamente inmortal mediante la asociación de generaciones diversas, particularmente en individuos femeninos.

Abuelas, madres e hijas forman una tradición humana ininterrumpida. Ésta es la razón fundamental de que en las sociedades se llaman matrilineares.

Parece que todas las sociedades, incluidas las de nuestros antepasados, han contado con un estadio de este tipo. También puede haber ocurrido que en un estadio muy antiguo las mujeres dirigieran los asuntos de la comunidad, de modo que esas sociedades fueran también matriarcales.

Sin embargo, los métodos que daban a las sociedades humanas sus especiales ventajas dependían ampliamente del uso de útiles materiales para capturar, recoger, transportar y preparar los alimentos, así como de un medio de comunicación rápido que facilitase la cooperación en esas tareas o, en otras palabras, del lenguaje. Mediante los útiles, el hombre adquiere un poder sobre el mundo que le rodea mayor y más general que el de los animales mejor dotados. El lenguaje, mediante los gestos y la voz, facilita a su vez la coherencia de la sociedad y la transmisión de la cultura acumulada por ella a las generaciones posteriores.

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. La base material de la vida primitiva

2.2 LA BASE MATERIAL DE LA VIDA PRIMITIVA Útiles e instrumentos

Los útiles consisten esencialmente en una prolongación de los miembros del hombre: prolongación del puño y del diente con la piedra; del brazo, con el bastón; de la mano o de la boca, con el saco o la bolsa. También pueden consistir en una prolongación de nuevo tipo, como la que viene dada por el acto de lanzar una piedra con fuerza. El control social que se había hecho ya necesario para la selección y empleo de útiles hubo de aumentar necesariamente a medida que los útiles fundamentales empezaron a ser modelados deliberadamente en atención a las funciones para las que se los destinaba. Las diversas especies de instrumentos empezaron a estar socialmente determinadas en su uso, en su forma y en su modo de preparación.

La continuidad de la tradición en la vida primitiva queda demostrada directamente a partir de los datos arqueológicos, por los objetos reales fabricados por el propio hombre primitivo. Aunque no supiéramos nada sobre su uso basándonos en los datos que nos proporciona la observación de las sociedades salvajes contemporáneas, esos datos arqueológicos constituyen una prueba suficiente de su origen social. Los diversos tipos de útiles son prácticamente idénticos en un área o cultura determinada, y de hecho no se observan grandes variaciones en períodos o áreas extensas. Incluso la más simple hacha de piedra ha tenido que modelarse mediante un complicado proceso de cincelamiento cuyo aprendizaje seguramente costaría bastante tiempo a un hombre civilizado. El hecho de que ese proceso haya podido conservarse muestra la extrema estabilidad de la tradición técnica. En otras palabras, la modelación real de un útil de piedra es en sí misma una actividad cultural institucional, que debe ser aprendida y ejecutada con el mayor cuidado si se quiere garantizar el grado de uniformidad que hoy podemos observar en ese tipo de útiles.

La uniformidad, sin embargo, no es absoluta. Se dan cambios inevitables:

mejoras, imitaciones y combinaciones que conducen, a lo largo de una evolución que atraviesa diversos estadios, a la situación actual de la técnica. Pero lo importante aquí es que al través de su condicionamiento social el hombre es capaz de tener a su disposición, en cualquier estadio cultural, un conjunto, prácticamente un catálogo, de útiles reproductibles. Cada grupo tribal, según su modo de vida, tiene un conjunto característico, pero muchos de éstos son comunes en amplias áreas geográficas. El hábito de formar esos conjuntos- muestrario, que empezó en los más remotos estadios del hombre primitivo, ha

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sido el más importante de los factores que han contribuido a conservar la absoluta continuidad de la cultura técnica, cultura que llega directamente hasta nuestra época.

Esto tiene una implicación ulterior en la existencia de útiles modélicos, en la presencia de la idea del útil en la mente de su autor antes de que el útil llegue a cobrar realidad. Y todavía más: algunas piedras parcialmente trabajadas muestran un determinado esbozo que el trabajo debe ir siguiendo. Con un designio o plan, y de ahí a lo característico de la ciencia: el método experimental.

Éste parte de la prueba de diversos métodos para la realización de un objeto según modelos o esbozos que se basan en una amplia escala de ensayo y error.

Si el útil, como la piedra seleccionada y modelada, es el principio del progreso técnico humano, ese progreso se convierte en ilimitado cuando llega a desarrollarse el instrumento. El instrumento —el útil para hacer útiles— crea la posibilidad de producir tipos de útiles cada vez más diferentes de los que pudieran conseguirse de la mera selección de objetos naturales. El proceso de producción de instrumentos, primero cincelando la piedra, luego puliéndola, y finalmente de metal golpeado y fundido, subyace a todas las técnicas modernas de tratamiento físico de objetos materiales. Los primeros instrumentos de piedra servían sólo para romper golpeando con ellos; después se desarrollarán hasta hacerlos capaces de partir, grabar, rascar y agujerear. Por medio de la práctica de creación y utilización de instrumentos los hombres aprendieron las propiedades mecánicas de muchos productos naturales, poniendo así la base de la ciencia física. El uso de instrumentos no sólo hizo más eficiente la caza sino que también constituyó un medio para obtener y preparar materiales más blandos: madera, hueso y piel. Al propio tiempo, el hombre, o más probablemente la mujer, fue aprendiendo a unir unos objetos a otros —por medio de la costura, amarrándolos, trenzando, entretejiendo, etc.—. De este modo pudieron evolucionar los recipientes para los alimentos, el agua y los objetos transportables.

El vestido

La necesidad de llevar objetos consigo, que al principio eran sólo útiles y alimentos, dio lugar a la costumbre de unir objetos al cuerpo más o menos permanentemente por medio de un asidero conveniente en torno al cabello, cuello, cintura, muñecas y tobillos. Estos asideros tendieron a convertirse en adorno y a distinguir a quien los llevaba. Se añadieron plumas, huesos y pieles;

esto último dio lugar al importante descubrimiento de que las pieles ayudaban a protegerse del invierno y de las noches frías. De ahí nacieron los vestidos, primero en forma de capas y faldas aisladas, luego en forma de prendas cosidas

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. La base material de la vida primitiva

y adaptadas, capaces de contener a todo el cuerpo, parecidas a las que aún hoy confeccionan los esquimales. Estos vestidos, junto con protecciones de pieles para los pies, aumentaron enormemente el ámbito de extensión geográfica y de duración de vida del hombre primitivo. Análogamente, aunque en grado menor hasta el inicio del laboreo en la agricultura, el invento contribuyó a que el hombre se protegiese del viento guareciéndose en refugios hechos con ramas y pieles, a partir de lo cual empezó a habitar en cabañas y casas.

El fuego y la cocina

Casi todos los primeros inventos mecánicos del hombre, incluso el trenzado y el vestido, habían sido anticipados ya por determinadas especies de animales, pájaros e incluso insectos. Hay un invento, sin embargo, el del uso del fuego, tal vez tan antiguo como los demás, que está enteramente fuera del alcance de los animales. Cómo llegó el hombre a dar con el fuego y por qué se atrevió a someterlo y mantenerlo es cosa que todavía está por descubrir. El fuego natural o bien está limitado a lugares muy especiales, como en la proximidad de volcanes y emanaciones de gas natural, o se presenta muy raramente, como en los incendios forestales. La conservación y propagación del fuego tiene que haber sido una tarea aterradora, peligrosa y difícil, como atestigua la universalidad de los mitos y leyendas sobre él. Al principio debió ser utilizado para proteger el cuerpo en las noches frías —los nativos australianos se rodean de estacas encendidas que utilizan en vez de vestidos en los períodos de frío—

y para asustar a los animales. La cocina sólo puede haber empezado cuando el acampar con fuego se hubo convertido ya en costumbre establecida.

Como la utilización de instrumentos, el empleo del fuego también va en el sentido de una humanidad científica. De la misma manera que el instrumento es la base de la ciencia física y mecánica, el fuego es la base de la ciencia química.

Ésta se inició con la muy simple y esencialmente química práctica de la cocina.

De este uso del fuego, que parece haber nacido como algo accidental, se siguieron otros más científicos y específicamente controlables, primero en alfarería y después en el tratamiento de los metales. Tostar un pedazo de carne ensartada en un palo o cocinar raíces en un horno de cenizas no es excesivamente difícil, pero en cambio hervir algo es un problema real cuya solución llevó a ulteriores progresos. Una primera idea ingeniosa fue la de calentar agua en recipientes de cuero o bolsas impermeables introduciendo piedras calientes. Esas piedras, resquebrajadas por el calentamiento y el enfriamiento continuos, pueden hoy encontrarse en torno a los asentamientos prehistóricos. Sin embargo, el descubrimiento crucial tuvo lugar al advertirse que recubriendo una canasta con una gruesa capa de barro se la podía colocar sobre el fuego y que salía de este proceso notablemente mejorada. Más tarde,

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probablemente a finales del Paleolítico, el hombre comprobó que era posible prescindir de la canasta y producir recipientes de barro capaces de contener el agua y resistir el fuego. Los calderos, con todo, siguieron siendo un lujo, puesto que pesaban mucho y no era fácil transportarlos cuando se iba de caza. Entre los indios de las llanuras de América del Norte, la expresión «carne cocida» es sinónimo de banquete.

Más tarde, cuando los recipientes para calentar líquidos fueron de uso corriente, pudieron advertirse y aprovecharse los lentos cambios químicos de la fermentación. De este nuevo conocimiento nació, por último, la idea general de transformar los materiales bañándolos o embebiéndolos en reactivos, cuyos primeros triunfos fueron las artes del curtidor y del tintorero. De este modo se constituyó, ya en el Paleolítico, un conjunto de fórmulas prácticas de las que podía desprenderse una química racional.

Conocimiento de los animales

El conocimiento operativo y el uso de los instrumentos y del fuego es sólo una parte, y es posible que originalmente sólo una pequeña parte, del uso específicamente humano de la experiencia acumulada y transmitida. Más antiguo que éste y de más directa importancia fue el conocimiento obtenido de la observación de la naturaleza. Naturaleza no debe entenderse en sentido general: se trata más bien de la naturaleza tal como se presenta a las necesidades inmediatas del hombre, y principalmente a su necesidad de alimentarse. El conocimiento obtenido de este modo sobre los hábitos de los animales y las propiedades de las plantas constituye la base de la actual ciencia biológica. Gran parte del interés del hombre primitivo debe de haberse encaminado a la recolección y transmisión de información sobre plantas y animales. Estos últimos sin duda le interesaron particularmente por sus movimientos y por la excitación y el peligro de su caza.

El arte primitivo

Tenemos pruebas de él por el muy detallado conocimiento de la naturaleza que poseen hoy todas las tribus que siguen aún en el período cazador y por el amplio papel que en sus ceremonias desempeñan las danzas animales. Que el arte del pasado fue análogo a éste nos lo prueban el gran número de cavernas con pinturas, dibujos y esculturas casi exclusivamente de animales. Éstas no se limitan al aspecto exterior del animal: con frecuencia se representan también los huesos, el corazón y las entrañas dando pruebas del origen de la anatomía, que nace al descuartizarse la caza. De hecho, debemos a ese aspecto biológico

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. La base material de la vida primitiva

de la vida primitiva las técnicas de la representación pictórica, las cuales no son solamente fuente de las artes visuales sino también del simbolismo gráfico, de las matemáticas y de la escritura, que han hecho posible la ciencia racional.

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2.3 LA BASE SOCIAL DE LA VIDA PRIMITIVA El lenguaje

Mucho antes de que fueran posibles las anteriores conquistas, la sociedad humana había descubierto el lenguaje. Éste es el más poderoso medio de cohesión y desarrollo que posee la humanidad. El lenguaje es en sí mismo un medio de producción, posiblemente el primero de todos. La cooperación de varios individuos en la persecución de la caza, con las manos desnudas o con piedras y bastones improvisados, sólo es posible con el uso de gestos o voces. Y esto debe de haber tenido lugar mucho antes de que se iniciara la práctica de adaptar los instrumentos a unos propósitos específicos. El lenguaje primitivo se ocuparía principalmente de la obtención de alimentos, refiriéndose a los movimientos de las personas y al empleo de útiles.1

La antigüedad de la posesión del lenguaje queda demostrada por el grado en que ha influenciado la estructura anatómica hereditaria del cerebro humano. El complejo coordinador del ojo y la mano, que ocupa casi la mitad del cerebro, es esencialmente y tan sólo una elaboración de lo heredado de ascendientes simiescos. Por otra parte, el complejo correspondiente de coordinación de oído y lengua, aunque no tan amplio, es prácticamente creación nueva. Sólo puede haberse originado e integrado en la herencia humana después del origen de la sociedad.

Todos los mamíferos utilizan en algún grado sus voces para la comunicación social, pero corrientemente lo hacen sólo para expresar su emoción —sexual, de ira o de temor—, y la audición de esos gritos suscita a su vez una respuesta emotiva adecuada. Sólo posteriormente puede añadirse a la comunicación de emociones y acciones la comunicación de información sobre los objetos y los lugares. La transición no es completa; la componente emotiva subyacente en el lenguaje sale a la superficie en la poesía y en el canto, pero nunca está ausente del lenguaje hablado y da a éste el carácter móvil y compulsivo que ha contribuido a la creencia en la magia de las palabras. No obstante, el aspecto

1 * Los primeros estadios del desarrollo de los instrumentos y del lenguaje son, sin duda, los más importantes, pero también los más difíciles de seguir. He aludido con anterioridad a las ideas de Haldane sobre los orígenes pre-humanos del lenguaje. Haldane cree también que algunas técnicas del paleolítico pueden haber sido instintivas, como lo es la construcción de nidos en las aves. En la medida en que el desarrollo es relativamente lento, no se trata de algo imposible dado el tipo de transmisión hereditaria de experiencias que se ha observado en las aves. Una vez superada esta etapa crítica, el mecanismo, que me parece excesivamente lento, debe de haber sido sustituido por la transmisión social de las técnicas, «cosa que puede considerarse como el verdadero origen de la humanidad.

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. La base social de la vida primitiva

mágico del lenguaje ha estado siempre subordinado a su aspecto utilitario.

El lenguaje tiene que haber sido, desde sus orígenes, casi enteramente arbitrario y convencional. El significado de los sonidos, en cada una de las comunidades, tenía que encontrar aceptación y ser fijado por la tradición en un lenguaje completo, capaz de cubrir la totalidad de la vida material y social. Por la misma razón puede decirse que son tan diversas las lenguas como es universal el lenguaje.

El simbolismo

Los objetos y situaciones para los que se utiliza el lenguaje son siempre mucho más complejos que los sonidos empleados para describirlos.

Consecuencia de ello es que los términos de un lenguaje son necesariamente símbolos generalizados y abstractos. Resultan suficientes sin más para indicar la acción convencional que exige la situación. En la acción real de creación de sus lenguajes las sociedades humanas están obligadas a generalizar, a convenir una palabra para muchas cosas distintas, y a utilizar un simbolismo verbal o gráfico.

La manipulación de estos símbolos en el cerebro y su imaginación visual directa constituye el pensamiento humano. Las fórmulas y teorías de la ciencia son solamente extensiones naturales destacadas del proceso de formación de un lenguaje. El simbolismo verbal, como veremos, puede ser fuente de conocimiento y de error. Si se acentúa el aspecto emotivo-compulsivo de las palabras, éstas pueden convertirse en formulismos mágicos; si, en cambio, se toma el símbolo en vez del objeto o la acción material, se llega a una lógica idealista.

La vida social primitiva

El lenguaje, pese a toda su variedad y capacidad de cambio, tiene un carácter más permanente que el de la técnica. La Edad de Piedra se edifica a partir de él, pero los lenguajes que empleamos hoy son básicamente los que hablaron algunas tribus de aquella época. De este modo, el estudio del lenguaje —reliquia viva del pasado— se convierte en un instrumento esencial para el estudio de los vestigios de las culturas materiales que han llegado hasta nosotros. Ambas cosas, junto con el testimonio de los pueblos primitivos actuales, deben ser suficientes para darnos un cuadro de la vida social de los antiguos tiempos. Éste no es lugar (ni yo la persona) adecuado para intentar trazar ese cuadro, pero es necesario indicar aquí aquellos aspectos del mismo que parecen relevantes para el estudio del origen de la ciencia o que han tenido alguna influencia sobre ella.

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Las relaciones recíprocas entre los miembros de un grupo social han debido modificar profundamente la actividad y las creencias de los hombres y mujeres individuales. La búsqueda de la caza, su preparación y distribución, su consumo real por todos y a menudo los banquetes ceremoniales fueron actos sociales. Se trata de algo específicamente humano porque señalan un profundo cambio con respecto de la incondicionada reacción del animal hacia la caza: el animal la consume con voracidad y mantiene a sus semejantes apartados de ella. Las reacciones del hombre, por otra parte, están altamente condicionadas por las costumbres tradicionales establecidas para el mantenimiento del grupo social.

Por decirlo de otro modo, el hombre es el único animal plenamente autoeducado. En contraste con otros mamíferos, cuya educación instintiva es realizada por los padres durante unos pocos días o semanas, todo ser humano que llega al mundo se integra en un esmerado proceso de educación que se inicia con su nacimiento y perdura durante muchos años. El proceso de condicionamiento social o educación es estrictamente tradicional, y la tradición ha mantenido su continuidad y cambiado muy lentamente desde los comienzos de la sociedad hasta nuestros días.

Recolección de alimentos y caza. La división del trabajo

Ahora bien, el carácter ecológico general de los grupos humanos estaba determinado, al principio casi exclusivamente y después de modo muy amplio, por el modo de obtención de alimentos. Inicialmente debían recoger cosas que se pudieran consumir: semillas, nueces, frutos, raíces, miel, insectos y pequeños animales susceptibles de ser capturados con las manos desnudas. No sabemos nada, si no es por inferencia, de la vida en este período. Los pueblos primitivos que han podido sobrevivir a él han pasado a un estadio ulterior, en que la obtención de alimentos se amplía por la caza de grandes animales. Por los útiles que han llegado hasta nosotros es posible seguir las técnicas cada vez más elaboradas que se empleaban para cada especie de caza mayor, hasta llegar al propio mamut.

Una división social infranqueable a partir de la superación del estadio animal, es la de la división entre los sexos. Los grupos sociales necesariamente pequeños de la Edad de Piedra mantenían su continuidad por mediación de la mujer, mientras que los jóvenes, en su mayoría, debían partir y emparejarse con muchachas de otros grupos, a los cuales se unían. Esto correspondía a una división económica en la que la mujer recogía los frutos, nueces y granos y se procuraba raíces e insectos, mientras que los hombres se dedicaban a la caza menor y a la pesca. En tal estadio, estos no podían destacarse mucho en la obtención de alimentos.

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. La base social de la vida primitiva

El posterior desarrollo de la caza mayor —propia de hombres— hizo crecer la importancia del varón, en su calidad de primer cazador. Puede haber sido esto, añadido a su mayor vigor, agresividad y destreza, lo que condujo a finales de la Edad de Piedra a la dominación de los hombres sobre las mujeres, tal como ocurre, por ejemplo, entre los cazadores australianos actuales. Las familias tendieron a convertirse en patrilineares y las costumbres tribales en patriarcales. Esta característica puede haber retrocedido al iniciarse la agricultura, que acentuó la importancia de la mujer.

Totemismo y magia

La existencia real del grupo estaba sujeta a la recolección diaria del alimento, cosa que dependía a su vez de la provisión de animales y plantas existentes dentro de un ámbito de unos pocos kilómetros, trabajable colectivamente, y de la habilidad de los hombres y mujeres en la caza o en la recolección. De todo ello, solamente lo último era función de la técnica, y ésta, necesariamente, cambiaba muy despacio. Por otra parte, el número de animales y plantas variaba ampliamente y a menudo de manera catastrófica. El hombre era un parásito total de una naturaleza incontrolada; lo que podía hacer con mejores técnicas era únicamente ampliar la extensión de su parasitismo. En realidad no podía escapar a él hasta la invención de la agricultura. Sin embargo, pensaba que podría persuadir e incitar a la Naturaleza a que le ayudase mediante métodos que elaboraba con los ancianos de la tribu y con los animales que cazaba. De este modo evolucionó la magia para llenar los vacíos dejados por las limitaciones de la técnica. Al hacer de cada animal o planta útil el tótem de una tribu o sección de tribu particular, al utilizar imágenes, símbolos o danzas imitativas, los hombres tribales primitivos creían que el animal o la planta se decidiría a multiplicarse o florecer. Esto condujo también a intercambios de alimentos entre grupos totémicos distintos. De esta manera se fueron reuniendo en un complejo sistema las diversas reglas sociales de obtención de alimentos y adornos y de relación. En la medida en que las reglas totémicas se seguían estrictamente quedaba garantizada la reproducción de la tribu y de su alimento.

Ligada al tótem está la adscripción de poderes a determinadas personas, animales u objetos: éstos son tabús, cosas sagradas; sólo pueden tocarse siguiendo estrictas reglas cuya infracción da lugar a duras penalidades. La concepción de un objeto que tiene un mana latente, un poder, una virtud, subyace, y a veces de manera muy fructífera, al desarrollo de la ciencia. Así, la fascinación del imán, con su virtud de atraer el hierro, creó la ciencia del magnetismo. Pero más frecuentemente, cuando se trata de virtudes imaginarias, el culto a los objetos dificulta el recto pensar, como ocurre con la importancia dada al oro, ese metal inútil.

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El sistema totémico sigue estando en vigor entre muchos pueblos primitivos actuales. Pueden encontrarse sus huellas en todas las civilizaciones, incluida la nuestra, especialmente en las esferas más conservadoras de la religión y del lenguaje. De hecho, como ha mostrado Thomson, el conjunto de nuestros términos de relación —padre, hermana, tío, etc.— sólo puede comprenderse en términos de relaciones totémicas. Y en nuestros leones y unicornios conservamos las reliquias de los animales totémicos transmitidos por mediación de la heráldica.

Ritual y mito

De importancia más directa para la ciencia son los rituales relacionados con ceremonias totémicas, especialmente los del nacimiento, la iniciación y el enterramiento.2 Que los rituales de la iniciación se practicaran en el Paleolítico, queda demostrado por el hallazgo en cavernas de huellas dentales hechas en arcilla blanda por los participantes en esas ceremonias, así como por la impresión de manos mutiladas. Estos ritos, por los que todo el mundo tenía que pasar; se acompañaban de himnos que expresaban explicaciones o mitos acerca del origen y desarrollo del mundo en términos totémicos. Ésta fue la primera educación formal, esto es, la inculcación de un conjunto de creencias explícitas acerca del mundo y de cómo dominarlo que completaba, aunque nunca llegara a tomar su lugar, el aprendizaje práctico de las reglas de la caza, de la cocina, etc. Una característica de las ceremonias de iniciación era la imposición de nombres, que, por implicar la relación del candidato a los antepasados totémicos, y por consiguiente a la totalidad del mundo, se consideraban de especial importancia y santidad. De hecho, como lo muestra la etimología (nomen-nombre = gnosco-conocer), el conocimiento de nombres fue el primer conocimiento explícito.

En su primera formulación todos los mitos deben reflejar el nivel de la técnica práctica y de la organización social de la época, pero, debido a su asociación a ritos que parecen necesarios para la preservación de la vida de la tribu, y en último término del universo, cambian más lentamente que las condiciones, y con frecuencia se hacen ininteligibles al volver a ser interpretados en una época posterior. El mito del Paraíso, por ejemplo, reflejó originalmente el cambio de la caza a la agricultura, pero ha sido utilizado para abrigar las ideas de tabú, de

2 * El profesor Haldane tiene dudas acerca del origen humano de los ritos. Los que hoy conocemos como tales pueden ser simplemente una verbalización de acciones preparatorias o danzas provocativas prehumanas o al menos prelingüísticas. Si el verdadero lenguaje se ha desarrollado con posterioridad a ellas, buena parte de su función social y económica puede haber sido cumplida originariamente por el rito.

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. La base social de la vida primitiva

sexo, de maldad del conocimiento, de obediencia ciega a Dios y de pecado original. Los mitos, aunque sean de diferentes tribus, se mezclan fácilmente y forman algo así como una incoherente mitología común. A partir de esos mitos totémicos, con muchos cambios, pero dentro de una continuidad de tradición, han llegado hasta nosotros no solamente los credos de las religiones sino también las teorías científicas.

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2.4. LOS ORIGENES DE LA CIENCIA RACIONAL

Las diferentes especies de conocimiento adquirido por el hombre primitivo

—sobre los útiles e instrumentos, sobre el fuego, sobre los animales y plantas y sobre los rituales y mitos sociales—, no eran, al adquirirse, cosas distintas. En la medida en que existían se integraban en una cultura común. Para comprender la génesis de la ciencia a partir de esa cultura, no basta describir su desarrollo en términos de la experiencia de los hombres de aquellas épocas. También es preciso examinar el tema a la luz de la ciencia moderna. Hay que delimitar el ámbito de lo conocido en un período dado y para un determinado campo de experiencia en comparación con la relativa complejidad de lo que conocemos hoy. Una ciencia plenamente racional y utilizable sólo puede nacer cuando existe cierta esperanza de comprender el funcionamiento interno de una parte del mundo circundante lo suficiente para emplear voluntariamente ese conocimiento en beneficio del hombre. Objetivamente, el mundo inanimado es más simple que el animado y mucho más simple que el social, de modo que era intrínsecamente necesario que la dominación científica del mundo siguiera ese orden.

Al hacer y emplear útiles, el hombre transformaba la naturaleza de acuerdo con su deliberada voluntad. Ése fue el origen de la mecánica racional: las leyes del movimiento de la materia se expresaban en el manejo práctico de la trampa, el arco, el boomerang y las voleadoras. Aun sin conocer el funcionamiento de la naturaleza, al hombre primitivo le era posible aprovecharse de cualquier porción del mundo circundante en que se diera algún signo de regularidad. Sólo necesitaba saber que debía esperar, sin necesidad de llevar cosas consigo, y estar dispuesto a tomar lo que la naturaleza le diera. Entramos así en el terreno de las ciencias de observación y descriptivas que forman la base sobre la que se asientan las artes de la caza y de la recolección de los frutos de la estación. Más allá de lo que podía ser controlado por la acción humana directa y de lo que se podía esperar de la naturaleza, el hombre seguía intentando ejercer su poder, pero por otros procedimientos: mediante la magia, primero, y después por la religión.

Los intereses del hombre primitivo eran, en todo caso, muy limitados y prácticos. Se referían a la satisfacción de las necesidades de la vida —alimentos, animales y plantas—, a los materiales con que producir los útiles y su ajuar, y a algunas otras cosas que, como los cuerpos celestes o la corteza terrestre, le parecía que tenían algo que ver con su abundancia. Si bien el área de lo racional

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. Los orígenes de la ciencia racional

era pequeña, en realidad cubría casi todo lo que de hecho interesaba al hombre primitivo. Cuando la sociedad se ha desarrollado, el área de la ciencia efectiva ha aumentado enormemente, pero el campo del interés ha permanecido casi inmóvil. No hay ninguna razón para creer que el hombre primitivo se creyera menos seguro en su mundo que nosotros en el nuestro. Tenía, sí, menos razones para creerse inseguro.

La mecánica

El principio de la actividad racional procede de la estructura del universo físico y del mecanismo sensorio-motor, que los animales habían hecho evolucionar a lo largo de miles de millones de años, de tal modo que en cada estadio podían hacer mejor uso de él. En primer lugar, deriva directamente de los elementos visivos y manuales del propio cuerpo humano, de las coordinaciones hereditarias de ojo y mano que dan al hombre su superioridad frente a los otros mamíferos, especialmente cuando se convierte en animal social. Dicho de otro modo, la posibilidad de pensamiento racional en el hombre nace de su relación con el contorno físico. Por ejemplo, en un mecanismo tan simple como una palanca podemos saber de antemano lo que va a ocurrir en un extremo cuando movemos el otro. Sobre la base de esta coordinación del ojo y la mano nace primero la ciencia racional de la mecánica. En este terreno, y al principio solamente en él, era posible ver y comprender intuitivamente el funcionamiento de los objetos. Esto se reforzó enormemente con el conocimiento adquirido mediante las técnicas más antiguas. Las raíces de la estática y la dinámica deben buscarse en la producción y utilización de instrumentos. Mucho antes de que llegara a existir ninguna otra ciencia, el hombre consiguió tener ya, de este modo, una lógica innata y esencialmente matemática para el manejo físico de objetos definidos y diversos. A medida que la ciencia fue progresando, este aspecto físico conservó siempre la delantera en la racionalidad respecto de los demás aspectos de la ciencia.

La clasificación en la ciencia primitiva

Sólo mucho más tarde, miles de años más tarde, pudieron utilizarse los métodos físicos para enfrentarse con otros aspectos de la experiencia humana

—el químico y el biológico— y hacerlos comprensibles lógicamente y susceptibles de ser dominados. Esto no quiere decir, no obstante, que los fundamentos de las ciencias biológicas y sociales no se establecieran en aquel tiempo; diversamente, se quiere indicar que, debido a su enorme complicación, debían seguir necesariamente caminos distintos. Era imposible ver, con la misma

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racionalidad que en la mecánica, cuáles eran las consecuencias de la acción de cocer o de hacer fermentar algo. En cambio, era posible saber lo que podía ocurrir haciendo primero una prueba y después recordándola o enseñándola. En este terreno el saber era esencialmente tradicional, y este carácter tradicional era más acentuado que, por ejemplo, en el ámbito de la conducta animal. Era también estrictamente irracional porque con el saber existente resultaba imposible advertir y comprender las razones de que ocurrieran las cosas. Con todo, no podía parecer irracional porque la familiaridad de estas experiencias hacía innecesaria la explicación. En todo caso, siempre se podía dar una razón mítica, generalmente en términos de operadores abstractos pero personificados, como los antepasados o los espíritus totémicos. La distinción entre los campos de lo racional y de lo descriptivo, consiguientemente, no era absoluta. Además, ambos campos estaban llenos de semejanzas, podían hacerse comparaciones y las dos clases de fenómenos eran a grandes rasgos similares.

De hecho fue en este terreno donde surgió la práctica de la clasificación, que permitió el desarrollo de la biología y también, en cierto grado, de las ciencias químicas. Las primeras clasificaciones se hallan necesariamente contenidas en el lenguaje, que era implícitamente una teoría de los seres u objetos (nombres) susceptibles de acción o pasión (verbos). Nace también aquí una especie de razonamiento descriptivo por analogía, frecuentemente basado en la magia, que si bien era falso en principio se hizo cada vez más sólido por la acumulación de hechos empíricos progresivamente analizados. A juzgar por el testimonio de los salvajes actuales, los pueblos primitivos tienen que haber llegado a distinguir muy claramente los campos de experiencia en que podían conseguir un control razonablemente bueno sobre las cosas, en que podían tener una buena apreciación de lo que podía ocurrir y aquéllos en que tenían que basarse en los ritos y en la magia. Con todo, la estrecha interrelación de estos aspectos hizo que las culturas fueran muy estables.3

3 * Es posible que se nos escapen aspectos importantes de la ciencia primitiva simplemente por haberse expresado en términos que hemos dejado de emplear. Las descripciones y reglas de acción pueden expresarse mediante el mito, pero son perfectamente comprensibles en el interior de la estructura de una cultura particular. Así, como ha mostrado De Santillana, los navegantes polinésicos conseguían seguir rumbos muy precisos, aunque los expresaban mediante ritos estelares. Análogamente, buena parte de las matemáticas pueden haberse expresado en los modelos de danzas sagradas de los dibujos Chirunga aparentemente abstractos de los aborígenes australianos. Nos ha llegado un sorprendente ejemplo de la capacidad numérica de los hombres del Paleolítico superior en un hueso con muescas grabadas que revelan el conocimiento de la multiplicación e incluso la existencia de números primos. Muchas de las descripciones que los autores suelen dar acerca de la limitada capacidad matemática del hombre primitivo muestran no tanto la ignorancia de éste como la nuestra acerca de él.

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. Los orígenes de la ciencia racional

Las sanciones de la tradición

La extrema lentitud del cambio, según se desprende de la arqueología, muestra cuán estrechamente los hombres primitivos se aferraban a la tradición en todos los terrenos. Tal cosa era posible porque creían implícitamente en la unidad de toda su cultura y en el peligro de apartarse de la tradición en algún fragmento de la misma. No podían saber si el descuidar los ritos consuetudinarios, las palabras mágicas, tendría o no por consecuencia la destrucción del orden de la naturaleza. ¿Se agotarían los alimentos? ¿Se extendería la enfermedad? Era más prudente no cambiar nada, a menos que las circunstancias hicieran absolutamente imposible, mantener la antigua tradición.

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2.5. LA TRANSFORMACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE

Hasta aquí hemos discutido los orígenes de la ciencia en la sociedad primitiva de una manera extremadamente general, señalando cómo las necesarias respuestas adaptativas daban lugar a un conocimiento creciente y siempre más ordenado del contorno material, biológico y humano. Pero éste es sólo un aspecto del cuadro. El otro es el desarrollo y empleo de técnicas, por parte del hombre primitivo, que modificaban el medio ambiente y conducían a ulteriores cambios de importancia en su modo de vida. Esto tuvo lugar de dos modos distintos.

En primer lugar, cada nueva técnica ampliaba el área del contorno utilizable o controlable. Un nuevo tipo de arma, como por ejemplo las boleadoras, ya desarrolladas plenamente en la Alta Edad de Piedra, hizo posible la caza de animales veloces en llanos abiertos. El nuevo equipo dio lugar a consecuencias más importantes, pues los vestidos, las cabañas y el fuego permitieron al hombre primitivo invernar en el norte. Esos cambios técnicos revolucionarios permitieron a la humanidad extenderse por nuevas regiones y vivir con mayor densidad de población en las antiguas. En segundo lugar, la utilización con éxito de una nueva técnica, como la de quemar un bosque para arrasarlo, podía a la larga alterar físicamente el medio ambiente mismo y conducir a nuevos problemas para los cuales el cambio técnico era la única alternativa a la extinción. Otras crisis que con frecuencia el hombre primitivo no podía distinguir de las que resultaban de su propia actividad, eran las producidas por cambios incontrolables en el contorno físico debidos principalmente a las variaciones climáticas. Ambas exigían o bien el abandono de las viejas regiones o bien el desarrollo de nuevas técnicas para enfrentarse con las nuevas condiciones. Así, los cambios técnicos podían provenir del desarrollo interno de la cultura o los imponía un cambio en las condiciones externas, pero lo cierto es que existían.

Por lo demás, como lo muestran las investigaciones de los arqueólogos, los cambios fueron casi siempre progresivos y dieron al hombre mayor poder sobre una amplia parte de su contorno.

El equipo del hombre al final del Paleolítico

Ya hacia el final del Paleolítico el registro arqueológico nos presenta al hombre bien equipado con una rica colección de artificios técnicos —cabañas, vestidos de piel cosida, sacos y calderos, canoas, ganchos y arpones —. Estos datos pueden interpretarse más fácilmente porque la mayoría de los

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. La transformación del medio ambiente

instrumentos, si no todos, tienen aún hoy uso activo entre los salvajes actuales, especialmente entre los esquimales y también, aunque de modo más restringido, entre los aborígenes sudafricanos y australianos. Su técnica se limitaba a la recolección de alimentos y a la caza. La principal ocupación de la vida y el tema de mayor interés era la persecución de animales; por otra parte, el equipo de los cazadores estaba hecho principalmente con los restos de los animales capturados. En base a esta economía cazadora se encontraron los principales problemas técnicos y mecánicos de la modelación y combinación de materiales (Fig. 1).

Es interesante señalar que, aunque los materiales hayan cambiado, muchos de los tipos de solución hallados en esa época siguen estando en uso y con frecuencia constituyen la base principal de las modernas técnicas. Por ejemplo, uno de los problemas más importantes y antiguos de la civilización fue el de

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hallar medios para conservar y transportar líquidos. Los primeros recipientes fueron de piel, y aunque los materiales hayan cambiado los métodos de manufactura se han limitado simplemente a adaptar el uso de láminas de metal para su construcción. Incluso cuando el vidrio y el plástico han sustituido a esto último, las características esenciales siguen siendo las mismas. La construcción de canastas fue bien conocida en el Paleolítico, como lo fue asimismo el tejido en crudo, probablemente derivado de ella, y las propiedades plásticas de la arcilla. Que en ese período no se llegara a ulteriores progresos en la alfarería y el tejido no se debió a falta de capacidad técnica, sino a que las condiciones de la caza nómada no hacían posible que las mujeres permanecieran lo suficiente en el mismo lugar para llevar adelante las complejas operaciones del hilado, el bataneo y el tinte; al mismo tiempo, no había mucha demanda para objetos como los recipientes de barro, difíciles de transportar (Fig. 2).

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. La transformación del medio ambiente

Armas arrojadizas y máquinas

Particularmente importantes para la historia de la ciencia son los progresos mecánicos de la caza misma. La lanza, el bastón arrojadizo, el extraordinariamente ingenioso boomerang, la honda y las boleadoras, cuya acción dependía del movimiento dinámico y aerodinámico, bastante complicado, de un sistema en el espacio, son extensiones sucesivas del simple arte de arrojar palos y piedras. Más complicado y significativo para el futuro fue el invento del arco, invento que parece haber tenido lugar sólo hacia el final del Paleolítico. El arco es la primera utilización por el hombre de una energía mecánica retenida, de la energía acumulada al tensarlo lentamente y que se gasta con rapidez al soltar la flecha. El arco debe de haber sido una de las primeras máquinas utilizadas por el hombre, aunque las trampas usen parecidos principios, y puede haber sido incluso anterior a ellas. El arco debe haber convertido la caza en Una actividad mucho más efectiva y su empleo parece haberse extendido muy rápidamente por todo el mundo (Fig. 1).

Para la historia de la ciencia, su interés es triple. El estudio de la trayectoria de la flecha estimulaba la dinámica. El taladro de arco, al sustituir la acción de las manos —y liberar una de ellas— al hacer girar un pedernal o un taladro, es el primer ejemplo de movimiento de rotación sostenido. La vibración de la cuerda del arco es el origen probable de los instrumentos de cuerda; de este modo el invento contribuyó tanto a la ciencia como al arte de la música. El otro modo, probablemente más antiguo, de producir sonidos musicales fue el de los instrumentos de viento, de los cuales el cuerno y el caramillo proceden del Paleolítico. El hombre primitivo sabía bastante bien gracias a la experiencia que el aire y el viento son algo material. La pneumática parte de la respiración. El hombre podía soplar o aspirar por huesos o cañas huecos y utilizar el aire para avivar el fuego mediante aventadores; podía emplear su aliento para cazar con la cerbatana o para hacer fuego con una bomba pneumática de bambú. Ese movimiento de un pistón libre o suelto en el interior de un cilindro llegó a ser con el tiempo el origen del cañón y de la máquina de vapor.

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2.6. IDEAS Y ORGANIZACIÓN SOCIAL

Como es natural, puesto que los indicios de que disponemos son materiales, sabemos mucho más acerca de los adelantos técnicos del hombre primitivo que de sus progresos en el reino de las ideas; sin embargo, las pocas indicaciones que tenemos, junto con lo que sabemos de las razas primitivas actuales, nos hacen pensar que esos progresos deben de haber sido considerables. En primer lugar, sería imposible llevar adelante las complejas tareas mecánicas y de organización de una sociedad cazadora sin una notable capacidad para la intercomunicación y la organización social. La caza se realizaba a menudo a gran escala, y la de animales, como el mamut o el caballo salvaje, hacía necesario que centenares de hombres se distribuyeran hábilmente.

Sin embargo, una prueba más directa la constituye el desarrollo de mitos y rituales en los asentamientos paleolíticos, especialmente en los cementerios. El hecho de que la inhumación se practicara ya desde casi los comienzos del Paleolítico revela claramente la existencia de una actitud respecto del destino del hombre después de la muerte. Esa actitud parece haber sido más bien simple; las inhumaciones con útiles y alimentos son indicativas de la creencia en una vida ulterior no muy distinta de la de las religiones contemporáneas.

Determinadas costumbres, como la de cubrir los cadáveres con ocre rojo para simular la sangre, revelan una práctica muy considerable de la magia. Lo mismo se desprende de las notables pinturas que el hombre del paleolítico inferior nos ha dejado en rocas y cavernas. Esas pinturas son esencialmente de naturaleza mágica y se orientaban principalmente a procurar la existencia de una caza mejor y más abundante.

Es fácil concluir, por analogía a las tribus primitivas actuales, en la existencia de un ritual complejo, compuesto esencialmente de danzas y cánticos que celebran los éxitos en la cacería, con danzarines enmascarados para representar a los animales. De estas ceremonias descienden tanto el teatro como los ritos religiosos. La imitación de animales tenía por objeto, naturalmente, burlarse de ellos, y como es lógico la burla no se limitó durante mucho tiempo a los animales.

Las acciones de simulación podían introducirse en la lucha y la ficción poética degenerar fácilmente en mentira pura y simple.

El hombre-medicina

Al principio todo el mundo participaba en las ceremonias rituales, pero hacia

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. Ideas y organización social

el final del Paleolítico encontramos algún indicio de un principio de especialización. Las pinturas de algunas cavernas remotas e inaccesibles parecen haber sido realizadas por artistas altamente educados que, sin embargo, tenían que haber participado lo suficiente en las cacerías para hallar y estudiar en movimiento sus modelos. Entre esas pinturas, de vez en cuando pueden verse figuras aisladas de hombres montados sobre animales, que parecen haber tenido especial importancia. En muchas tribus primitivas actuales encontramos al hombre-medicina o chamán, al que se atribuyen especiales relaciones con las fuerzas que dominan ciertos aspectos del universo material, el fuego en primer lugar pero también la salud o la suerte de cada uno. Esas personas quedan apartadas en cierto grado de las tareas de la caza y producción de útiles y a cambio ejercitan sus artes mágicas para bien de todos. Son también responsables de la conservación consciente de la educación tradicional y, consiguientemente, de su modificación cuando la sociedad se desarrolla. Estos precursores de los antiguos tiempos son, por lo tanto, los antepasados culturales directos de los reyes sagrados, los sacerdotes, los filósofos y los científicos.4

La teoría de la magia: los espíritus

Las manipulaciones de los magos se basaban, al principio sólo inconscientemente al parecer, pero después de manera explícita, en una teoría del funcionamiento del universo de tipo imitativo y esencialmente simpático. De las pinturas e inhumaciones que han podido llegar hasta nosotros parece desprenderse que se había elaborado ya en el Paleolítico. En substancia, la teoría es la siguiente: las imágenes (primero idénticas y luego simplificadas) y los símbolos podían identificarse hasta tal punto con lo que representaban que las operaciones practicadas sobre ellos se transferían, por simpatía, al mundo real. No hay ninguna ruptura entre esos símbolos e imágenes y los que con tanto éxito utilizamos en la ciencia moderna, pero han sido necesarios siglos de experiencia y amargas luchas para distinguir lo mágico del valor meramente convencional del simbolismo.

Otro aspecto del pensamiento primitivo desprendido en algún momento de la magia imitativa o simbólica fue la idea de que los espíritus ejercen alguna influencia en el mundo real, y de ahí la necesidad de hacerlos propicios o dominarlos. La idea de espíritu es en sí misma algo muy sofisticado.

Probablemente se originó de la incapacidad para aceptar el hecho de la muerte.

4 * La importancia que tuvieron para la ciencia los hechiceros o chamanes no se halla todavía plenamente estudiada. Sin duda les debemos la conservación —o el descubrimiento — de muchas drogas útiles conocidas con anterioridad al siglo XX. Las restantes artes mágicas, especialmente la de predecir el futuro, pusieron las bases de la pseudociencia de la astrología y, a través de ella, de las ciencias objetivas actuales.

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Los primeros espíritus, como muestran las tumbas, fueron concebidos como algo realmente corpóreo. Puesto que los hombres habían sido en vida miembros de la tribu se creía que continuaban ocupándose de ella después de su muerte.

Se creía que, al igual que los vivos, continuaban trabajando la naturaleza, directamente o por medio de la magia, y en principio su poder no era muy grande. Sólo más tarde se consideró el espíritu (aliento, alma, psique) —que abandonaba el cuerpo con la muerte— como algo distinto del cuerpo, capaz de tener una vida invisible, pero no por ello menos real, por sí mismo. Por último, la noción de espíritu se escindió en dos cosas distintas. Por un lado, tuvo lugar la transformación de la idea de espíritu de un hombre poderoso en la de héroe legendario, y de ahí en idea de dios, que se convirtió en la figura central de la religión. Por otro, la noción de espíritu se divorció de su origen humano para convertirse en invisible agente natural —como el viento—, en fuerza activa que se presumía por debajo de los cambios químicos y vitales. Esta última idea, una vez eliminadas las connotaciones religiosas, desempeñó un papel enormemente importante en la ciencia, acabando por convertirse en los «espíritus» (licores espirituosos) de la tienda de bebidas o en los «espíritus alocados e indomables»

—el gas (o caos) de van Helmont— que finalmente aceptaron el encierro en la prisión del gasómetro.

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LAS SOCIEDADES HUMANAS MAS ANTIGUAS. La obra del hombre primitivo

2.7. LA OBRA DEL HOMBRE PRIMITIVO

Este brevísimo esbozo de las técnicas e ideas del hombre primitivo debería ser al menos suficiente para mostrar lo mucho que este hombre había hecho ya al final del Paleolítico en la utilización de la inteligencia humana para dominar la naturaleza mediante instrumentos materiales y, mediante las funciones sociales de la tradición y el rito, para garantizar la conservación de los progresos realizados. Se había establecido la base de la mecánica y de la física al hacer y utilizar instrumentos, la de la química con el uso del fuego, y la de la biología en el saber práctico y comunicable acerca de los animales y las plantas. El conocimiento social estaba implícito en el lenguaje y en las artes, y el totemismo lo había sistematizado con el principio de la educación formal en las ceremonias de iniciación.

El carácter de la sociedad, determinado por su dependencia de la caza y la recolección de alimentos, era esencialmente comunal, sin ninguna especialización destacada y sin divisiones de clases.

Las limitaciones de la economía cazadora

La excelencia de los progresos técnicos y sociales de los hombres del paleolítico era tal que puede sorprender el hecho de que no fueran capaces de mantenerse indefinidamente en ese estado. En realidad, algunos grupos humanos parecen haber hecho eso, pero sólo en lugares remotos como el Ártico, la Australia central o las selvas tropicales. Es dudoso, sin embargo, que esos grupos sean realmente supervivientes del paleolítico y no, simplemente, grupos del neolítico que, por condiciones externas especialmente difíciles, hayan retrocedido al paleolítico. Por lo demás, la técnica paleolítica estaba tal vez excesivamente bien adaptada a su objetivo principal, que era el de cazar un número limitado de especies de animales en un número limitado de configuraciones geográficas, especialmente en llanuras abiertas. Si se modificaban las condiciones que determinaban la abundancia, lo cual podía ocurrir bien por cambios climáticos, bien por exceso en la caza misma, las especies animales podían llegar a desaparecer y las tribus humanas verse obligadas a emigrar a regiones más favorables para no extinguirse gradualmente

—como ocurrió con muchas tribus y sigue ocurriendo todavía hoy—, o a cambiar por otra su cultura de cazadores, tarea que es mucho más difícil.

La debilidad fundamental de las sociedades cazadoras consiste en que son

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parasitarias de los animales que cazan. Una sociedad cazadora es capaz de hacer el mejor uso posible de los animales cazados, pero no de dominarlos de un modo positivo, es decir, se puede matar animales pero no cebarlos ni hacer que se multipliquen. De hecho, es muy probable que la gran eficacia de las últimas técnicas del paleolítico ocasionara la desaparición de algunos grandes animales cuya caza debía ser realmente fácil. Otra causa adicional fueron los cambios de clima, al sustituir por bosques, en algunas regiones como la Europa occidental, o por desiertos en otras, como en África, los abiertos terrenos de caza. No hay duda de que, alrededor del período final de la Era Glaciar, la caza dejó de ser el más progresivo tipo de cultura humana, y aunque se conservaran sus artes e incluso su organización social, éstas perduraban solamente como parte de una cultura más rica y progresiva nacida con el descubrimiento de la agricultura.

También deben de haber habido razones internas, arraigadas en la forma de la sociedad paleolítica, que la hicieron menos capaz de enfrentarse con el medio, pero es muy difícil analizarlas. Hoy son raras las sociedades primitivas que permanecen a este nivel de cultura material, y sus dificultades puramente internas quedan enmascaradas por la influencia destructora de las culturas más avanzadas, especialmente de la nuestra.

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AGRICULTURA Y CIVILIZACIÓN. Hacia una economía productiva

III. Agricultura y civilización

3.1. HACIA UNA ECONOMÍA PRODUCTIVA

Este capítulo cubre el período conocido corrientemente como neolítico o Nueva Edad de Piedra, y la Edad del Bronce, el período de las primeras civilizaciones ribereñas de Egipto, Mesopotamia, India y China. No se intentará describir la historia de esas civilizaciones, sino solamente determinar el papel que desempeñaron en los orígenes de la ciencia.

Hace alrededor de 10.000 años tuvo lugar una revolución en la producción de alimentos que modificó la totalidad del modo de existencia material y social del hombre. Esa revolución fue en gran parte, si no enteramente, resultado de la crisis de la economía cazadora discutida al final del capítulo anterior. Las dificultades con que los hombres tenían que enfrentarse conducían, al propio tiempo, a la búsqueda de nuevos tipos de alimentos, o incluso antiguos y superados, tales como raíces y simientes de plantas silvestres. Esta búsqueda condujo a la invención de la técnica de la agricultura, que con la utilización del fuego y del poder es uno de los grandes momentos de la historia humana. Al igual que en todas las grandes transformaciones, no se trató de un acto aislado, sino de una acumulación, realizada paso a paso, de inventos interrelacionados que condujeron a un progreso esencial: el cultivo de simientes herbáceas. Se trataba, en sustancia, de una transformación de la sociedad a partir de la explotación del contorno animado hasta llegar a su dominio, primer paso en la consecución de una economía plenamente productiva.

El origen de la agricultura

El origen preciso de la agricultura es objeto de conjeturas y probablemente seguirá siéndolo durante mucho tiempo. La limitación de los animales y plantas utilizados en la agricultura a unas pocas clases —simientes herbáceas comestibles— señala que ha tenido que nacer en un período definido y en algún área limitada, probablemente el Oriente Medio. Tampoco estamos seguros de si el crecimiento de las mieses y la domesticación de animales estuvieron siempre ligados o bien fueron resultado de la conjunción de culturas puramente agrícolas y puramente pastoriles. Las pruebas de que disponemos parecen corroborar lo primero. Originalmente, los animales deben haber sido atraídos

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