• No se han encontrado resultados

Biblia Gracia para todo momento - muestra

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2021

Share "Biblia Gracia para todo momento - muestra"

Copied!
110
0
0

Texto completo

(1)
(2)

Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a

nuestra imagen, a nuestra semejanza».

Génesis 1.26

A

hora, imagina la creatividad de Dios. De todo lo que nosotros no sabemos acerca de la creación, hay una cosa que nosotros sí sabemos: Él lo hizo con una sonrisa. Él debe haber tenido una especie de estallido creativo. Pintar las rayas en la cebra, colgar las estrellas en el cielo, poner el oro en la caída del sol. ¡Qué creatividad! Estirar el cuello de la jirafa, poner la trepidación en las alas del pájaro burlón, poner la risa en la hiena.

Qué tiempo tuvo Él. Como un carpintero silbador en su taller, amó cada parte de esto. Se puso a sí mismo en el trabajo. Tan intensa fue su creatividad que se tomó un día libre al final de la semana solo para descansar.

Y luego, como final de un brillante acto, hizo al hombre. Con su típica sagacidad creativa comenzó con un montón de polvo sin ninguna utilidad, y terminó con una invalorable especie llamada «ser humano». Un ser humano que tuvo el único honor de usar el sello «a su imagen».

Con razón lo llaman el Salvador

Hecho a su imagen

Enero 1

Génesis 1.1—2.25

La creación

1

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2La tierra estaba desordenada y no tenía

forma. La oscuridad cubría el profundo abismo, mientras que el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.

3Entonces Dios dijo: «¡Que aparezca la luz!» Y apareció la luz. 4Dios vio que la luz era

her-mosa, y la separó de la oscuridad. 5A la luz Dios la llamó «día», y a la oscuridad la llamó

«noche». Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el primer día.

6Después Dios dijo: «Que aparezca el firmamento en medio de las aguas, para que las

separe».

7Así que Dios hizo el firmamento, para separar las aguas. De modo que una parte de las

aguas quedó arriba del firmamento y otra, debajo de él. 8Al firmamento Dios lo llamó «cielo».

Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el segundo día.

9Después Dios dijo: «Que las aguas que están debajo del cielo se junten en un solo lugar,

de modo que la otra parte quede seca». Y así ocurrió. 10A la parte seca Dios le dio el nombre

de «tierra», y a las aguas las llamó «mares». Dios vio que todo esto era hermoso. 11,12Así que

dijo: «Que de la tierra brote toda clase de vegetación, es decir, plantas que se reproduzcan por medio de semillas, y árboles frutales en cuyos frutos estén sus semillas». Y, tal como Dios lo dijo, de la tierra brotaron las plantas y árboles frutales con sus respectivas semillas para su reproducción. Y Dios vio que todo esto era hermoso. 13Pasó la tarde y pasó la

maña-na, y se completó, así, el tercer día.

14,15Después Dios dijo: «Que haya luces en el cielo, para que alumbren la tierra y separen el

día de la noche, y para que marquen también las estaciones, los días y los años». Y así ocurrió.

16Entonces Dios hizo dos grandes luces: la más grande para que alumbre durante el día, y la

más pequeña, para que brille en la noche. También Dios hizo las estrellas. 17,18Dios puso estas

luces en el cielo para que alumbraran la tierra de día y de noche, y para que separaran la luz de la oscuridad. Y Dios vio que esto era hermoso. 19Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó,

(3)

20Después Dios dijo: «Que las aguas se llenen de peces y de otros animales acuáticos, y que

también haya aves que vuelen sobre la tierra, en el inmenso firmamento».

21Fue así como Dios creó los grandes animales que hay en el mar, y todos los demás seres

vivos que hay en el agua. También Dios creó todas las clases de aves que existen. Y Dios vio que todo esto era hermoso. 22Luego Dios los bendijo y les dijo: «Tengan muchas, pero muchas

crías, para que llenen los mares». Además, dijo: «¡Que las aves se reproduzcan en grandes cantidades!» 23Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el quinto día.

24Después Dios dijo: «Que en la tierra haya toda especie de animales: domésticos, salvajes

y reptiles».

Y así ocurrió. 25Así que Dios hizo todos los animales domésticos, los salvajes y los reptiles,

todos según su propia especie. Y vio Dios que todo esto era hermoso.

26Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, a nuestra

seme-janza, para que ejerzan poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y salvajes, y sobre los reptiles».

27De modo que Dios creó a los seres humanos a su imagen. Sí, a su imagen Dios los creó. Y

Dios los creó hombre y mujer.

28Luego Dios los bendijo y les dijo: «Tengan muchos hijos, para que llenen toda la tierra, y la

administren. Ustedes dominarán a los peces del mar, a las aves del cielo, y a todos los animales que hay en la tierra». 29También les dijo: «Ustedes se alimentarán de toda planta que se

repro-duzca por medio de semillas, y de todos los árboles frutales. 30Las bestias del campo, las aves del

cielo, y todos los seres vivos que se arrastran sobre la tierra se alimentarán de vegetales».

31Entonces Dios contempló todo lo que había hecho, y vio que era muy, pero muy hermoso.

Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el sexto día.

2

De este modo fueron creados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos.

2Después de haber terminado todo lo que se había propuesto hacer, Dios descansó el

sép-timo día. 3Y bendijo el séptimo día y lo instituyó como día santo, porque en ese día descansó

después de haber creado todo.

4Aquí termina la historia de la creación del cielo y de la tierra.

Adán y Eva

Cuando Dios el Señor hizo la tierra y el cielo, 5todavía no había ninguna clase de vegetación

en la tierra, porque Dios el Señor aún no había hecho llover. Además, no había quien trabajara

la tierra, porque todavía Dios no había hecho al hombre. 6Sin embargo, de la tierra brotaba

agua que regaba el suelo.

7Entonces Dios el Señor formó el cuerpo del hombre del polvo de la tierra y sopló en su

nariz el aliento de vida. Fue así como el hombre se convirtió en un ser vivo.

8Luego Dios el Señor plantó un jardín en Edén, hacia el oriente, y puso en él al hombre que

había creado. 9Dios el Señor hizo que en el jardín se diera toda clase de árboles hermosos y de

frutos deliciosos. En el centro del jardín plantó el árbol de la vida y también el árbol del cono-cimiento del bien y del mal. 10De la tierra de Edén salía un río que corría a través del huerto

para regarlo. Después el río se dividía en cuatro brazos. 11,12El primero se llamaba Pisón, el cual

recorría toda la región de Javilá, donde había oro de muy buena calidad. También allí había plantas con las que se hacen perfumes muy finos, y piedras de ónice. 13El segundo se llamaba

Guijón, y atravesaba toda la región de Cus. 14El tercero era el río Tigris, que es el que pasa al

oriente de Asiria. Y el cuarto era el río Éufrates.

15Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo labrara y lo cuidara, 16y a la

vez le dio esta orden: «Puedes comer del fruto de todos los árboles que hay en el jardín, 17pero

del árbol del conocimiento del bien y del mal no podrás comer, porque el día que comas del fruto de ese árbol, morirás».

18Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Le voy a hacer una compañera

que sea de ayuda para él en todas sus necesidades». 19,20Dios el Señor formó, del polvo de la

tierra, todos los animales del campo y todas las aves del cielo. Luego se los llevó al hombre para que éste les pusiera nombre. Así que el hombre les puso a todos los animales el nombre con que se conocen en la actualidad. Pero entre todos esos animales no se encontró ninguno que le sirviera al hombre de pareja adecuada.

21Entonces Dios el Señor hizo que cayera sobre el hombre un sueño profundo, le sacó una

(4)

y se la llevó al hombre. 23Al verla, el hombre exclamó: «¡Ésta sí es hueso de mis huesos y carne

de mi carne! Se llamará “mujer”a porque fue sacada del hombre».

24Es por eso que el hombre deja a su padre y a su madre y se casa con su mujer, y los dos

llegan a ser como una sola persona.

25Aunque en ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, no se sentían

avergonzados.

Génesis 2.23 a. En el original la palabra «mujer» y «hombre» vienen de la misma raíz.

Salmo 1.1–6

1

Dichosos todos aquellos que no siguen el consejo de los malvados, ni se detienen en la senda de los pecadores, ni cultivan la amistad de los blasfemos, 2sino que se deleitan en la

ley del Señor, la meditan día y noche. 3Son como árboles junto a las riberas de un río, que no

dejan de dar delicioso fruto cada estación. Sus hojas nunca se marchitan y todo lo que hacen prospera.

4¡Qué distinto el caso de los malvados! Son como la paja que el viento arrastra. 5Por eso, los

malvados no se sostendrán en el juicio, ni serán contados entre los buenos.

6Porque el Señor protege los pasos de los justos; pero los pasos de los impíos conducen a

la perdición.

Proverbios 1.1–7

Prólogo: Propósito y tema

1

Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel: 2 para adquirir sabiduría y disciplina,

para ayudar a comprender las palabras inteligentes; 3para recibir instrucción, prudencia,

justicia y equilibrio; 4para infundir sagacidad a los inexpertos, conocimiento y madurez a

los jóvenes. 5El que es sabio y los escucha, adquiere mayor sabiduría, y el entendido recibe

dirección 6para entender los proverbios, los dichos de los sabios y sus enigmas. 7Lo primero

que hay que hacer para empezar a ser sabios, es honrar al Señor. Sólo los necios desprecian la

sabiduría y la disciplina.

Mateo 1.1–25

Antepasados de Jesucristo

1

Estos son los antepasados de Jesucristo, descendiente de David y de Abraham:

2Abraham fue el padre de Isaac, Isaac de Jacob y Jacob de Judá y sus hermanos. 3Judá tuvo con Tamar a Fares y a Zera; Fares fue el padre de Jezrón y Jezrón de Aram. 4Aram fue el padre de Aminadab, Aminadab de Naasón y Naasón de Salmón.

5Salmón tuvo con Rajab a Booz; Booz tuvo con Rut a Obed y Obed fue el padre de Isaí. 6Isaí fue el padre del rey David, y David tuvo a Salomón, cuya madre fue esposa de Urías. 7Salomón fue el padre de Roboán, Roboán de Abías y Abías de Asá. 8 Asá fue el padre de

Josafat, Josafat de Jorán y Jorán de Uzías.

9Uzías fue el padre de Jotán, Jotán de Acaz y Acaz de Ezequías. 10Ezequías fue el padre de

Manasés, Manasés de Amón y Amón de Josías.

11Josías tuvo a Jeconías y a sus hermanos durante el cautiverio en Babilonia. 12Después del cautiverio, Jeconías tuvo a Salatiel. Salatiel fue el padre de Zorobabel, 13Zorobabel de Abiud, Abiud de Eliaquín y Eliaquín de Azor. 14Azor fue el padre de Sadoc,

Sadoc de Aquín y Aquín de Eliud. 15Eliud fue el padre de Eleazar, Eleazar de Matán y Matán de

Jacob. 16Jacob fue el padre de José, esposo de María, y María fue la madre de Jesús, el Mesías. 17Así que desde Abraham hasta David hubo catorce generaciones; de David hasta el

cauti-verio, otras catorce; y desde el cautiverio hasta Cristo, catorce más. Nacimiento de Jesucristo

18Así fue el nacimiento de Jesucristo. Su madre, María, estaba comprometida con José.

Pero antes de la boda, el Espíritu Santo hizo que quedara encinta. 19José, su novio, como

era un hombre recto, quiso romper el compromiso en secreto, para no manchar el buen nombre de la joven. 20Mientras pensaba en esto se quedó dormido y un ángel se le apareció

(5)

«José, hijo de David, no temas casarte con María, porque el hijo que lleva en las entrañas lo concibió ella del Espíritu Santo. 21María tendrá un hijo y lo llamarán Jesús, porque él salvará

a su pueblo de sus pecados».

22De esta manera se cumplió lo que el Señor había anunciado a través del profeta que dijo: 23«¡Miren! La virgen concebirá y tendrá un hijo y lo llamarán Emanuel» (que quiere decir

«Dios está con nosotros»).

24Al despertar de aquel sueño, José obedeció las palabras del ángel y se casó con María, 25aunque no tuvo relaciones sexuales con ella hasta que nació su hijo. Cuando el niño nació,

José lo llamó Jesús.

Dios el S

eñor

hizo túnicas de pieles de animales, y

con ellas vistió al hombre y a su mujer.

Génesis 3.21

E

sta frase muy sencilla nos sugiere tres escenas poderosas.

Escena 1: Dios mata un animal. Por primera vez en la historia de la tierra, el suelo se mancha de sangre. Sangre inocente. El animal no cometió pecado. La criatura no merecía morir.

Adán y Eva sí lo merecían. La pareja merecía morir, pero vivió. El animal merecía vivir, pero murió. En la primera escena se derrama sangre inocente.

Escena 2: Se hace ropa. El diseñador de las estrellas ahora se convierte en sastre. Y en la Escena 3: Dios los viste.

Adán y Eva ya van de camino a la salida del Edén. Se les dijo que se fueran, pero ahora Dios les dice que se detengan un momento. «Con esas hojas de higuera», les dice sacudiendo la cabeza, «no van a conseguir nada». Y les hace algo de ropa. Pero no les tira la ropa a los pies y les dice que se vistan. Él mismo lo hace. «Estate quieto, Adán, a ver cómo te queda». Igual que lo haría una madre con su hijo. Como haría un padre con un niño de preescolar, subiéndole la cremallera. Como hizo un médico, cubriendo con su bata a una chica asustada. Dios los cubre.

Un amor que puedes compartir

El amor protege

Enero 2

Génesis 3.1—4.26

La caída del ser humano

3

La serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo creados por Dios el Señor, se le acercó a la mujer y le preguntó:

—¿Es verdad que Dios no les permite comer de ningún árbol que hay en el jardín?

2La mujer le contestó:

—Sí podemos comer los frutos de cualquier árbol, 3menos del que está en el centro del

jardín. Dios nos dijo que si comemos o tocamos el fruto de ese árbol, moriremos.

4—¡Mentira! —silbó la serpiente—. ¡No morirán! 5Lo que pasa es que Dios sabe que, cuando

ustedes coman del fruto de ese árbol, obtendrán todo el conocimiento, pues podrán conocer el bien y el mal. ¡Ese día ustedes serán como Dios!

6La mujer contempló el árbol y se convenció de que su fruto era bueno para comer.

Ade-más, lo vio muy hermoso, y pensó que era su oportunidad para conseguir la sabiduría. Así que agarró el fruto y comió. Luego le dio de comer a su marido, el cual estaba con ella. 7Tan

pron-to lo comieron, se dieron cuenta de que estaban desnudos y sintieron vergüenza. Enpron-tonces cosieron hojas de higuera para cubrir su desnudez.

(6)

8Aquella tarde, a la hora en que sopla la brisa, el hombre y la mujer oyeron que Dios andaba

por el jardín. Entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios el Señor no los

viera. 9Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó:

—¿Dónde estás?

10El hombre le contestó:

—Oí que andabas por el jardín y me dio miedo, pues estoy desnudo. Así que me escondí.

11—¿Quién te dijo que estás desnudo? —le preguntó Dios el Señor—. ¿Acaso comiste del

fruto del árbol que te ordené que no comieras?

12El hombre contestó:

—La mujer que me diste para que me acompañara me dio del fruto de ese árbol, y yo lo comí.

13Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer:

—¿Qué es lo que has hecho? Ella respondió:

—La serpiente me engañó, y por eso comí de ese fruto.

14Entonces Dios el Señor le dijo a la serpiente:

—Por haber hecho esto, te maldeciré. Serás la más desdichada de todos los animales, inclu-yendo los domésticos y los salvajes. A partir de este momento andarás arrastrándote sobre tu vientre y comerás polvo durante toda tu vida. 15Habrá siempre enemistad entre ti y la mujer, y

entre tu descendencia y la de ella. El descendiente de la mujer te aplastará la cabeza, mientras tú solamente le morderás el talón.

16Luego Dios le dijo a la mujer:

—Haré que sufras bastante durante tus embarazos y que al tener tus hijos sientas mucho dolor. Y a pesar de eso, seguirás deseando a tu marido, y él tendrá dominio sobre ti.

17Después Dios le dijo al hombre:

—La tierra estará bajo maldición por tu culpa, pues le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto que te prohibí. Por eso, de aquí en adelante tendrás que trabajar muy duro para conse-guir tu alimento. 18La tierra te producirá espinas y cardos, y tendrás que comer plantas

silves-tres. 19Para obtener tu alimento tendrás que trabajar mucho, hasta el día de tu muerte; ese día

volverás a la tierra de la cual fuiste hecho, pues eres polvo y al polvo tendrás que volver.

20Luego el hombre le puso a su mujer el nombre de Eva, pues ella sería la madre de todos

los seres humanos.

21Dios el Señor hizo túnicas de pieles de animales, y con ellas vistió al hombre y a su mujer. 22Y dijo: «Ahora el ser humano es como uno de nosotros, pues sabe lo que es bueno y lo que

es malo, no conviene que tome del fruto del árbol de la vida y viva para siempre». 23Entonces

Dios el Señor expulsó al hombre y a la mujer del jardín de Edén, y puso al hombre a que

traba-jara la tierra de la cual fue hecho. 24Después de haber expulsado al hombre y a la mujer, Dios

puso al oriente del jardín de Edén a los querubines, y una espada encendida que giraba en todas las direcciones, para evitar que nadie pudiera llegar hasta el árbol de la vida.

Caín y Abel

4

Adán tuvo relaciones con su esposa Eva, y ella quedó embarazada, y dio a luz a su hijo Caín, y dijo: «Gracias al Señor, he tenido un hijo varón». 2Después volvió a tener otro hijo al cual

le puso por nombre Abel. Abel fue pastor de ovejas, en cambio Caín fue un agricultor.

3Después de algún tiempo, Caín le dio al Señor una ofrenda de lo que había cosechado. 4También Abel le dio una ofrenda al Señor. Le ofreció las primeras y mejores crías de sus

ovejas. Al Señor le agradó Abel y su ofrenda, 5pero no se agradó de Caín ni de su ofrenda. Por

eso Caín se enojó muchísimo y andaba amargado.

6Entonces el Señor le preguntó: «¿Por qué estás tan enojado y andas amargado? 7Si hicieras

lo correcto podrías andar con tu frente en alto. Pero si actúas mal, el pecado, como una fiera, está listo a lanzarse sobre ti y destruirte. Sin embargo, tú puedes dominarlo».

8Un día Caín invitó a su hermano a dar un paseo. Cuando estaban en el campo, Caín atacó

a su hermano y lo mató.

9Poco tiempo después el Señor le preguntó a Caín:

—¿Dónde está Abel, tu hermano? Caín le contestó:

—No lo sé. ¿Acaso tengo la obligación de cuidar a mi hermano?

(7)

—¿Qué hiciste? Desde la tierra, la sangre de tu hermano me pide justicia. 11Por eso,

que-darás bajo la maldición de la tierra, la cual se ha tragado la sangre de tu hermano, al que tú mataste. 12Cuando trabajes la tierra, no te dará cosechas. Vivirás en el mundo como un

fugiti-vo, sin poder encontrar descanso.

13Caín le dijo al Señor:

—Ese castigo es más de lo que puedo soportar. 14Hoy me echas de esta tierra, y tendré que

vivir lejos de tu presencia. Tendré que vivir huyendo como un fugitivo, expuesto a que cual-quiera que me encuentre me mate.

15El Señor le contestó:

—Eso no sucederá. Si alguien te mata, será castigado siete veces.

Luego el Señor le puso una marca a Caín, para que nadie lo matara.16Entonces Caín se alejó

de la presencia del Señor y fue a vivir en la región de Nod —tierra de los errantes—, al oriente

del Edén.

17Caín tuvo relaciones con su esposa, la cual quedó embarazada y dio a luz a Enoc. Caín

fundó una ciudad y le puso el nombre de Enoc, en honor a su hijo.

18Enoc fue el padre de Irad,

Irad fue padre de Mejuyael, Mejuyael fue padre de Metusael, y éste fue el padre de Lamec.

19Lamec tuvo dos esposas: Ada y Zila. 20Ada dio a luz a Jabal, que es el antepasado de los que

viven en carpas y se dedican a la cría de ganado. 21Jabal tuvo un hermano llamado Jubal, que

es el antepasado de los que tocan el arpa y la flauta. 22También Zila, la otra esposa de Lamec,

dio a luz a Tubal Caín, que hacía toda clase de objetos de bronce y de hierro. Tubal Caín tuvo una hermana que se llamaba Noama.

23Un día, Lamec les dijo a sus esposas:

«¡Escúchenme, mujeres de Lamec! ¡Oigan bien lo que les digo! A un hombre que me hirió, lo maté,

y lo mismo hice con un muchacho que me golpeó.

24»Si el que mate a Caín

será vengado siete veces, entonces, el que mate a Lamec será vengado setenta y siete veces».

25Adán volvió a tener relaciones con su esposa, la cual dio a luz un hijo al que le puso

por nombre Set, pues dijo: «Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel, al que Caín mató».

26También Set tuvo un hijo, al que llamó Enós. Desde ese tiempo la gente comenzó a invocar

el nombre del Señor.

Salmo 2.1–6

2

¿Por qué se unen las naciones en contra del Señor y en vano conspiran? 2Los reyes de la

tierra se preparan para la batalla; los gobernantes se asocian contra el Señor y contra su

ungido. 3«Vamos, rompamos sus cadenas», dicen, «liberémonos de la esclavitud de Dios». 4¡Pero el Señor de los cielos se ríe! Se burla de ellos. 5Y luego, con ardiente furia los

repren-de y los llena repren-de espanto. 6El Señor declara: «Este es el rey que he elegido. Lo he puesto en el

trono de Jerusalén, mi santo monte».

Proverbios 1.8–9

Advertencia contra el engaño

8Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no rechaces las enseñanzas de tu madre. 9Lo que aprendas de ellos adornará tu cabeza como una corona, tu cuello como un collar.

Mateo 2.1–23

Visita de los sabios

2

Jesús nació en un pueblo de Judea llamado Belén, durante el reinado de Herodes. Llegaron a Jerusalén varios sabios del oriente, 2y preguntaron:

(8)

—¿Dónde está el recién nacido rey de los judíos? Vimos su estrella en el lejano oriente y venimos a adorarlo.

3Al oír esto, el rey Herodes y la ciudad entera se turbaron. 4Inmediatamente Herodes

con-vocó a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros religiosos del pueblo judío. —¿Saben ustedes dónde nacerá el Mesías? —les preguntó.

5—El Mesías nacerá en Belén de Judea —le respondieron—. Así lo dijo el profeta:

6«Y tú, Belén, que estás en Judá, no eres la menos importante de Judá, porque de ti saldrá

un caudillo que guiará a mi pueblo Israel».a

7Entonces Herodes mandó llamar secretamente a los sabios, y averiguó la fecha exacta en

que habían visto por primera vez la estrella.

8—Vayan a Belén y busquen al niño —les dijo—. Cuando lo encuentren, avísenme, para que

yo también pueda ir a adorarlo.

9Al terminar la audiencia con el rey, los sabios reanudaron el viaje. ¡Y la estrella que habían

visto en el oriente los iba guiando hasta que se detuvo sobre la casa donde estaba el niño!

10Los sabios se llenaron de alegría cuando vieron la estrella. 11Entonces entraron en la casa,

y al ver al niño con María, su madre, se postraron ante él para adorarlo. Luego abrieron sus alforjas y le ofrecieron como tributo oro, incienso y mirra.

12Después Dios les avisó en sueños que no regresaran a donde estaba Herodes, y por eso se

fueron a su país por otro camino. La huida a Egipto

13Cuando los visitantes ya habían partido, un ángel del Señor se le apareció a José en sueños

y le dijo:

«Levántate y huye a Egipto con el niño y su madre, y quédate allá hasta que yo te avise, porque el rey Herodes va a buscar al niño para matarlo».

14Aquella misma noche huyó José con María y el niño hacia Egipto, 15donde habrían de

permanecer hasta la muerte del rey Herodes. Así se cumplió lo que había predicho el Señor por medio del profeta:

«De Egipto llamé a mi Hijo».b

16Entonces Herodes se puso furioso por la burla de los sabios y mandó matar a todos los

niños varones que vivieran en Belén y sus alrededores y que tuvieran dos años o menos. Lo ordenó así tomando en cuenta el tiempo que los sabios le habían indicado. 17Así se cumplió lo

que había dicho el profeta Jeremías:

18«Gritos de agonía y llanto incontenible se escuchan en Ramá; es Raquel que llora

descon-solada la muerte de sus hijos».c

El regreso a Nazaret

19Cuando Herodes murió, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto, 20y

le dijo:

«Levántate y regresa con el niño y su madre a Israel; porque los que querían matarlo ya murieron».

21Así fue como José regresó a la tierra de Israel con el niño y su madre. Pero en el camino se

enteró de que Arquelao, hijo de Herodes, reinaba en Judea, y tuvo miedo de ir allí.

22Luego Dios le indicó en sueños que fuera a Galilea; 23y se fueron a vivir a un lugar llamado

Nazaret. Así se cumplieron las predicciones de los profetas que afirmaban que Jesús sería llamado nazareno.

(9)

Sirvan al S

eñor

con temor reverente.

Salmo 2.11

M

aría y María [Magdalena] sabían que había que realizar una tarea. Había que preparar el cuerpo de Jesús para el entierro. Pedro no se ofreció. Andrés tam-poco. Por eso las dos Marías decidieron hacerlo.

Me pregunto si a mitad del camino a la tumba se habrán sentado a reconsiderar su propósito. Qué si se hubiesen mirado la una a la otra y, encogiéndose de hombro, se hubiesen dicho: «¿Y para qué?» ¿Qué si se hubieran dado por vencidas? ¿Y si una hubie-ra levantado los bhubie-razos decepcionada y se hubiehubie-ra lamentado: «Estoy cansada de ser la única que se interesa en esto. Que Andrés haga algo aunque sea una vez. Que Natanael demuestre un poco sus dotes de líder».

Si estuvieron tentadas a hacerlo o no, me alegro de que no desistieron. Hubiera sido trágico. Claro, sabemos algo que ellas no sabían. Sabemos que el Padre estaba observando. María y la otra María pensaban que estaban solas, pero no lo estaban. Creían que nadie sabía de su visita a la tumba. Estaban equivocadas. Dios lo sabía.

Todavía remueve piedras

Una tarea santa

Enero 3

Génesis 5.1—6.22

Descendientes de Adán

5

Esta es la lista de los descendientes de Adán.

El día en que los seres humanos fueron creados, Dios los creó a su propia imagen. 2Los

creó hombre y mujer, y los bendijo. Ese mismo día los llamó «seres humanos».

3-5Adán tenía ciento treinta años cuando le nació un hijo, a su imagen y semejanza, y le puso

el nombre de Set. Adán vivió ochocientos años más, tuvo hijos e hijas, y murió a los novecien-tos treinta años de edad.

6-8Set tenía ciento cinco años cuando nació Enós. Después de esto, vivió otros ochocientos

siete años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de novecientos doce años.

9-11Enós tenía noventa años cuando nació su hijo Cainán. Después de esto, vivió ochocientos

quince años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de novecientos cinco años.

12-14Cainán tenía setenta años cuando nació su hijo Malalel. Después de esto, vivió

ochocien-tos cuarenta años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de novecienochocien-tos diez años.

15-17Malalel tenía sesenta y cinco años cuando nació su hijo Jared. Después de esto, vivió

ocho-cientos treinta años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de ochoocho-cientos noventa y cinco años.

18-20Jared tenía ciento sesenta y dos años cuando nació su hijo Enoc. Después de esto, vivió

ochocientos años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de novecientos sesenta y dos años.

21-24Enoc tenía sesenta y cinco años cuando nació su hijo Matusalén. Después de Matusalén,

tuvo otros hijos e hijas, y vivió trescientos años más. Durante toda su vida, Enoc vivió de acuerdo con la voluntad de Dios, y cuando tenía trescientos sesenta y cinco años desapareció, porque Dios se lo llevó sin que muriera.

25-27Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando nació su hijo Lamec. Después de

esto, vivió setecientos ochenta y dos años, tuvo hijos e hijas, y murió a los novecientos sesenta y nueve años de edad.

28-31Lamec tenía ciento ochenta y dos años cuando nació su hijo Noé. Lamec lo llamó Noé,

porque dijo: «Él nos aliviará del duro trabajo que significa labrar la tierra que Dios maldijo». Después de esto, Lamec vivió quinientos noventa y cinco años, tuvo hijos e hijas, y murió a la edad de setecientos setenta y siete años.

(10)

La maldad humana

6

La población comenzó a multiplicarse sobre la tierra. 2Entonces los hijos de Diosb se

fija-ron en la belleza de las mujeres y tomafija-ron como mujeres a todas las que quisiefija-ron. 3Por

eso el Señor dijo: «No dejaré que el ser humano viva muchísimos años, porque su maldad ha

aumentado. De modo que sólo lo dejaré vivir ciento veinte años».

4En aquellos días y aun después, cuando los hijos de Dios tuvieron relaciones con mujeres,

nacieron gigantes que fueron famosos por su valentía. 5,6Cuando el Señor Dios vio el alcance

de la maldad humana, y que la gente sólo pensaba en hacer lo malo, le dolió haberla creado y se llenó de mucho pesar.

7Entonces Dios dijo: «Voy a borrar de la tierra todo lo que he creado, hombres, animales,

reptiles y aves. ¡Lamento haberlos creado!»

8Pero Noé contaba con la aprobación del Señor.

El diluvio

9Esta es la historia de Noé y de sus descendientes.

Noé era un hombre justo y bueno, y todo el tiempo vivía conforme a la voluntad de Dios.

10Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet.

11-13Dios vio que la humanidad se había degenerado, y practicaba la violencia. La

deprava-ción llegó a tal extremo que un día Dios le dijo a Noé: «He decidido destruir a la humanidad, porque por su culpa hay mucha violencia y corrupción en la tierra. Sí, voy a destruir a toda la gente junto con lo que hay en el mundo. 14Hazte un barco de madera de pino, cubre todas sus

hendijas con alquitrán, y hazle cubiertas y camarotes a todo lo largo. 15Hazlo de ciento treinta

y cinco metros de largo, veintidós metros y medio de ancho y trece metros y medio de alto.

16Permite que entre el techo y la pared alrededor de todo el barco haya un espacio libre de

unos cuarenta y cinco centímetros para que tanto la luz como el aire puedan circular. Hazle tres cubiertas: una cubierta inferior, una intermedia y una superior, y hazle una puerta al costado. 17Porque voy a inundar la tierra con un diluvio para destruir a todos los seres vivos.

Todos morirán. 18Pero contigo haré un pacto, de modo que entrarás en el barco junto con tus

hijos, tu esposa, y tus nueras, para que no mueran.

19,20»De cada animal trae un macho y una hembra, y hazlos entrar en el barco contigo, para

que sobrevivan al diluvio. Haz entrar una pareja de cada especie de animal, ave y reptil. 21

Tam-bién guarda en el barco todo el alimento que tú y ellos necesitarán».

22Y Noé hizo todo lo que Dios le mandó.

Génesis 1.6 b. Algunos comentaristas creen que la expresión «hijos de Dios» se refiere a seres del mundo espiritual; y otros, al «linaje piadoso de Set».

Salmo 2.7–12

7Su elegido responde: «Yo revelaré los eternos propósitos de Dios, pues el Señor me ha

dicho: “Tú eres mi hijo. Hoy mismo te he concebido. 8Pídeme, y te daré como herencia todas

las naciones del mundo. ¡Tuyos serán los confines de la tierra! 9¡Gobiérnalas con vara de

hie-rro; rómpelas como vasijas de barro!»

10Ustedes, los reyes, obren sabiamente. 11Sirvan al Señor con temor reverente; con temblor

ríndale alabanza. 12Bésenle los pies, antes que se encienda su ira y perezcan en el camino, pues

su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en él buscan el refugio!

Proverbios 1.10–19

10Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, ¡no se los permitas! 11Ellos te pueden decir:

«Ven con nosotros; sólo por gusto atrapemos y matemos algún inocente cuando pase. 12Nos

tragaremos vivo a alguien, como el sepulcro se traga a los hombres que caen en él. 13

Obten-dremos toda clase de riquezas; llenaremos nuestras casas con todo lo robado. 14Ven, comparte

tu suerte con nosotros; nos repartiremos todo lo que obtengamos».

15¡No les hagas caso, hijo mío! Apártate de sus caminos, 16porque sus pies se apresuran hacia

el mal; ¡tienen prisa por derramar sangre! 17Cuando el pájaro ve que le ponen una trampa no

se acerca, 18pero estos hombres se meten en la trampa ellos mismos y acaban con su propia

(11)

Mateo 3.1–17

Juan el Bautista prepara el camino

3

En aquellos días, Juan el Bautista comenzó a predicar en el desierto de Judea. 2Este era su

mensaje: «Arrepiéntanse de sus pecados porque el reino de los cielos se ha acercado».

3Siglos atrás, el profeta Isaías había hablado de Juan y lo describió así:d

«Una voz clama en el desierto: “Prepárenle el camino al Señor; que nada le estorbe a su paso”».

4Juan usaba ropa hecha de pelo de camello y se la sujetaba con un cinto de cuero. Su

alimen-tación consistía en langostas del desierto y miel silvestre.

5Toda la gente de Jerusalén, de todo el valle del Jordán y de toda Judea, iba al desierto a

escucharlo. 6A los que reconocían que eran pecadores, él los bautizaba en el río Jordán. 7Y

cuando vio que entre los que iban a bautizarse había muchos fariseos y saduceos, les dijo: «Crías de víboras, ¿quién les dijo que así podrán escapar de la ira de Dios que vendrá sobre ustedes? 8Demuestren, antes de bautizarse, que están arrepentidos. 9No crean que les basta

con decir que son descendientes de Abraham, porque Dios puede sacar hijos de Abraham aun de estas piedras. 10El hacha está lista para talar los árboles que no den fruto y arrojarlos al

fuego.

»11Yo bautizo con agua a los que se arrepienten de sus pecados; pero después de mí vendrá

alguien que es más poderoso que yo y él bautizará con el Espíritu Santo y fuego. ¡Yo ni siquie-ra soy digno de desatar sus zapatos! 12Él está listo para separar la paja del trigo; quemará la

paja en un fuego que nunca se apaga y guardará el trigo en su granero». Bautismo de Jesús

13Jesús fue desde Galilea a donde estaba Juan en el río Jordán, para que lo bautizara. 14Pero

Juan no quería hacerlo.

—¿Cómo va a ser eso? —le decía Juan a Jesús—. ¡Tú eres el que debería bautizarme a mí!

15—Juan —le respondió Jesús—, bautízame, porque nos conviene cumplir lo que Dios

manda.

Y Juan lo bautizó.

16Cuando Jesús salía de las aguas del bautismo, los cielos se abrieron y vio que el Espíritu de

Dios descendía sobre él en forma de paloma; 17y una voz de los cielos dijo:

«Este es mi Hijo amado, y en él me complazco».

Mateo 3.3 d. Isaías 40.3

Esperó otros siete días más y volvió a soltar la paloma. Ya estaba oscureciendo

cuando la paloma regresó, trayendo en su pico una ramita verde de olivo.

Génesis 8.10–11

U

na hoja de olivo. Para Noé hubiera sido suficiente alegría recibir a la paloma, pero ¡la hoja! Esta hoja era algo más que vegetación. Era una promesa. La palo-ma traía algo más que un trocito de un árbol; traía esperanza. ¿No es eso la esperanza al fin y al cabo? La esperanza es una hoja de olivo; evidencia de tierra seca después de una inundación.

¿Acaso no nos encantan las hojas de olivo de la vida? «Parece que el cáncer está en remisión». «Puedo echarte una mano con tus problemas económicos».

«Pasaremos por esto juntos».

Y todavía más, ¿no es cierto que nos gustan mucho las palomas que las traen? Cuan-do el padre alienta al hijo la primera vez que le rompen el corazón, le da una hoja de

Una hoja de esperanza

Enero 4

(12)

Génesis 7.1—8.22

Noé entra en el barco

7

Después el Señor le dijo a Noé: «Entra en el barco con toda tu familia, porque tú eres el

único hombre bueno que vive en este tiempo. 2Mete en el barco siete machos y siete

hem-bras de todos los animales que se consideran puros; pero de los que se consideran impuros sólo lleva un macho y una hembra. 3Lleva también siete machos y siete hembras de todas las

aves que existen, para conservar su especie en la tierra. 4Porque dentro de siete días haré que

comience una lluvia que durará cuarenta días con sus noches, y todo lo que vive en la tierra morirá».

5Y Noé hizo todo lo que Dios le mandó.

6,7Cuando comenzó el diluvio, Noé tenía seiscientos años de edad. Entonces entró en el

barco con sus hijos, su esposa, y sus nueras, para librarse del diluvio. 8,9También entraron con

Noé los animales puros e impuros, las aves y los reptiles, macho y hembra, tal como Dios se lo había ordenado.

10Luego de siete días, las aguas del diluvio comenzaron a inundar la tierra. 11Eso ocurrió

el día diecisiete del mes segundo, es decir, cuando Noé cumplió sus seiscientos años de vida. Ese día se reventaron todas las fuentes del mar que está debajo de la tierra, y se abrieron las compuertas del cielo dejando caer una lluvia torrencial. 12Llovió, sin parar, durante cuarenta

días y cuarenta noches. 13Fue en aquel día que Noé entró en el barco con su esposa, sus hijos

Sem, Cam y Jafet, y sus nueras. 14,15Con ellos había en el barco parejas de toda clase de

anima-les, domésticos y silvestres, reptiles y aves. 16Habían entrado de dos en dos, macho y hembra,

tal como Dios lo había ordenado. Después el Señor cerró la puerta del barco.

17Estuvo lloviendo sobre la tierra durante cuarenta días. Como el nivel de las aguas subió,

el barco comenzó a flotar sobre las aguas. 18A medida que el agua subía, el barco flotaba sin

peligro sobre ellas. 19Las aguas subieron tanto, que cubrieron hasta las montañas más altas

de la tierra. 20Las aguas subieron unos siete metros por encima de las montañas. 21,22Por eso,

murieron todos los seres vivos que había en la tierra: las aves, los animales salvajes y los domésticos, todos los reptiles, y todos los seres humanos. 23Tan sólo Noé y los que estaban

con él en el barco quedaron vivos. Todos los demás seres humanos murieron, junto con los animales domésticos, las aves y los reptiles. 24Las aguas inundaron la tierra durante unos

ciento cincuenta días. Dios se acuerda de Noé

8

Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales que estaban con él en el barco. Dios hizo soplar un fuerte viento sobre la tierra, de modo que las aguas comenzaron a bajar. 2Se cerraron tanto las fuentes del mar profundo como las compuertas de los cielos, y

dejó de llover. 3Las aguas fueron bajando poco a poco. Después de ciento cincuenta días las

aguas habían bajado bastante. 4Fue por eso que el día diecisiete del mes séptimo el barco se

posó sobre las montañas de Ararat. 5El agua siguió bajando, de modo que el día primero del

mes décimo pudieron verse las partes más altas de las montañas.

6Después de cuarenta días, Noé abrió la ventana que le había hecho al barco 7y soltó un

cuervo, el cual estuvo volando de un lado a otro esperando que la tierra se secara, pero no regresó. 8Luego Noé soltó una paloma, para ver si ya la tierra estaba seca. 9Pero la paloma

regresó al barco, porque no encontró un lugar seco en el cual pudiera posarse. Entonces Noé extendió su mano, agarró a la paloma y la metió al barco. 10Esperó otros siete días más y volvió

a soltar la paloma. 11Ya estaba oscureciendo cuando la paloma regresó, trayendo en su pico

una ramita verde de olivo. Por eso, Noé se dio cuenta de que las aguas habían bajado mucho, de modo que ya se podía ver la tierra seca. 12Siete días después volvió a soltar la paloma, pero

esta vez la paloma no regresó.

olivo. Cuando la esposa de muchos años consuela a la esposa recién casada diciéndole que los conflictos son normales y que todos los maridos son caprichosos, y que esas tormentas ya pasarán, ¿sabes lo que está haciendo? Le está dando una hoja de olivo. Nos encantan las hojas de olivo. Y nos encantan la gente que las traen.

(13)

13Cuando Noé tenía seiscientos un años de vida, las aguas desaparecieron. El primer día del

mes primero de ese año, Noé retiró el techo del barco y vio que la tierra estaba casi seca. 14El

día veintisiete del segundo mes, la tierra ya estaba completamente seca. 15,16Entonces Dios le

dijo a Noé: «Ya pueden salir todos. Deja salir a todos los animales, aves y reptiles para que se reproduzcan abundantemente y llenen la tierra».

18Así que Noé, sus hijos, su esposa y sus nueras salieron del barco. 19También salieron todos los

animales, según su propia especie: los animales salvajes y los domésticos, las aves y los reptiles.

20Después Noé construyó un altar para adorar al Señor. En ese altar Noé le ofreció a Dios

animales y aves adecuados para el sacrificio, es decir, que eran puros. 21Al Señor le agradó

mucho el olor de los sacrificios, y se dijo a sí mismo: «Nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa de la humanidad, pues todos los seres humanos están inclinados hacia el mal desde que son niños. ¡Jamás volveré a destruir a los seres vivos, como lo hice en esta ocasión! 22

Mien-tras exista la tierra, habrá siembra y cosecha; siempre habrá frío y calor, verano e invierno, los días y las noches».

Salmo 3.1–4

Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón.

3

¡Oh Señor, muchos son mis enemigos! ¡Muchos están contra mí! 2Muchos dicen que Dios

jamás me ayudará 3Pero, Señor, tú eres mi escudo, mi gloria, tú mantienes en alto mi

cabeza.

4Clamé al Señor a voz en cuello, y él me respondió desde su monte santo.

Proverbios 1.20–23

Advertencia contra el rechazo a la sabiduría

20La sabiduría levanta su voz en las calles y lugares públicos. 21Clama por la calle principal,

a la entrada de la ciudad: 22«Jóvenes inexpertos, ¿hasta cuándo disfrutarán su inexperiencia,

sus burlas y despreciarán el conocimiento? 23Escuchen mis correcciones y yo les abriré mi

corazón, para que conozcan mis pensamientos.

Mateo 4.1–25

Tentación de Jesús

4

El Espíritu Santo condujo a Jesús al desierto para que el diablo lo tentara.

2Luego de pasar cuarenta días y cuarenta noches sin probar bocado, Jesús sintió hambre 3y el diablo se le acercó.

—Si eres el Hijo de Dios —le dijo—, haz que estas piedras se conviertan en pan.

4—¡No! —le respondió Jesús—. Escrito está: “Para vivir no sólo es importante el pan:

debe-mos obedecer todo lo que manda Dios”.

5Entonces el diablo lo llevó al lugar más alto del templo de Jerusalén.

6—Si eres el Hijo de Dios —le dijo—, tírate desde aquí. Las Escrituras dicen que Dios

enviará a sus ángeles a cuidarte, y ni siquiera te tropezarás con las rocas.

7—Pero las Escrituras también dicen: “No pongas a prueba a tu Dios” —le respondió

Jesús.

8Finalmente el diablo lo llevó a la cima de una alta montaña y le mostró las naciones del

mundo y la gloria que hay en ellas.

9—Todo esto te lo daré si de rodillas me adoras —le dijo.

10—¡Vete de aquí, Satanás! —le respondió Jesús—. Las Escrituras dicen: “Sólo al Señor tu

Dios adorarás, y solamente a él le obedecerás”.

11El diablo se fue, y ¡los ángeles llegaron a atender a Jesús!

Jesús comienza a predicar

12Cuando Jesús oyó que habían encarcelado a Juan, regresó a Galilea.

13Pero no mucho después dejó Nazaret y se trasladó a Capernaum, junto al lago, en la región

de Zabulón y Neftalí. 14Así se cumplió la profecía de Isaías:

15«Tierra de Zabulón y Neftalí, que estás en el camino al mar, al otro lado del Jordán,

Gali-lea, donde tantos extranjeros habitan:

16El pueblo que estaba en tinieblas vio una gran luz y al pueblo que andaba en regiones de

(14)

17Y desde aquel mismo instante Jesús comenzó a predicar:

«Arrepiéntanse de sus pecados porque el reino de los cielos se ha acercado». Llamamiento de los primeros discípulos

18Un día, caminando Jesús a orillas del lago de Galilea, vio a dos pescadores que tiraban la

red al agua. Eran Simón, mejor conocido por Pedro, y Andrés, su hermano.

19«Síganme y los convertiré en pescadores de hombres», les dijo Jesús. 20Inmediatamente dejaron la red y lo siguieron.

21Un poco más adelante vio a otros dos hermanos, Jacobo y Juan, que estaban sentados en

una barca, con Zebedeo su padre, y remendaban las redes. Cuando Jesús los llamó, 22dejaron a

su padre a cargo de lo que estaban haciendo y siguieron a Jesús. Jesús sana a los enfermos

23Jesús recorrió toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando las buenas noticias

del reino y sanando las enfermedades y dolencias de la gente.

24Su fama llegó hasta Siria, y le traían todo tipo de enfermos: No había enfermo,

endemo-niado, loco o paralítico que le trajeran y a quien no sanara. 25Y dondequiera que iba lo seguían

multitudes enormes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, toda Judea y de los territorios al este del río Jordán.

¡Así dejen ustedes brillar su luz ante toda la gente! ¡Que las buenas obras que

ustedes realicen brillen de tal manera que la gente adore al Padre celestial!

Mateo 5.16

¿

Q

uieres dejar una huella en tu mundo? Vive en santidad: Sé fiel a tu cónyuge.

Sé el que en la oficina no quiere engañar. Sé el vecino que actúa amigablemente.

Sé el empleado que hace su trabajo sin quejarse. Paga tus cuentas.

Haz tu parte y disfruta la vida. No des un mensaje si no lo vives.

La gente se fija más en la manera en que actuamos que en lo que decimos.

El trueno apacible

Vive una vida santa

Enero 5

Génesis 9.1—10.32

El pacto de Dios con Noé

9

Dios dio esta bendición a Noé y a sus hijos: «Tengan muchos hijos y vuelvan a llenar la tierra. 2Todos los animales de la tierra temblarán de miedo delante de ustedes. Todas las

bestias de la tierra, todas las aves, todos los reptiles y todos los peces se tendrán que someter a ustedes. 3Les doy todos los animales, lo mismo que las plantas y verduras para que los usen

para su alimentación. 4Pero no deberán comer animales sin haberles sacado la sangre, porque

la vida está en la sangre. 5Si un animal mata a un ser humano, yo lo castigaré. También

casti-garé a cualquier persona que mate a otro ser humano. Sí, yo pediré cuentas a cualquier animal o persona que mate a un ser humano. 6El que mate a una persona, otra persona lo matará a él;

porque los seres humanos fueron creados a la imagen de Dios.

7»Ustedes recuerden: “Tengan muchos hijos y vuelvan a poblar la tierra; ¡sí, multiplíquense

y llenen la tierra!”

8-11Entonces Dios les dijo a Noé y a sus hijos: «Hoy mismo hago un pacto con ustedes, con

(15)

ustedes y que salieron del barco, es decir, con los animales domésticos y salvajes, con las aves y con todos los demás animales que hay en la tierra. Por medio de este pacto les prometo que nunca más enviaré otro diluvio para destruir la tierra. ¡Nunca más mataré a ningún ser viviente por medio de un diluvio!»

12,13Además, Dios dijo: «El arco iris servirá de señal para recordar este pacto que acabo de

hacer con ustedes y con todos los animales. Sí, cada vez que aparezca el arco iris sobre las nubes les recordará la promesa que he hecho a toda la tierra. 14-16Cuando yo cubra de nubes la

tierra, también haré que aparezca el arco iris. De ese modo me acordaré de la promesa que les he hecho a ustedes y a todos los demás seres vivos de la tierra. Así que nunca más los destruiré por medio de un diluvio. 17No lo olviden: Esta es la señal del pacto que acabo de hacer con

ustedes y con todo ser viviente en la tierra». Los hijos de Noé

18Los tres hijos de Noé fueron: Sem, Cam y Jafet. (Cam es el padre de Canaán.) 19De estos

tres hijos de Noé proceden todas las naciones de la tierra.

20,21Noé, que era agricultor, plantó una viña e hizo vino. Un día bebió tanto vino que se

emborrachó y se quedó desnudo, tendido en el piso de su carpa. 22En esas, Cam, el padre

de Canaán, entró a la carpa y vio a Noé desnudo. Al salir de la carpa le contó a sus herma-nos que había visto a su padre desnudo. 23Entonces Sem y Jafet tomaron una túnica, se la

echaron sobre los hombros y, para evitar ver la desnudez de su padre, entraron caminando hacia atrás y lo cubrieron. 24,25Cuando Noé despertó de su borrachera y supo lo que le había

hecho su hijo menor, dijo:

«¡Maldito sea Canaán y sus descendientes!

¡Serán esclavos de los descendientes de Sem y Jafet! ¡Serán los esclavos de más bajo rango!»

26Luego Noé dijo:

«¡Bendito sea el Señor, Dios de Sem!

¡Que Canaán sea esclavo de Sem!

27¡Que Dios prospere mucho a Jafet,

y que viva en los campamentos de Sem! ¡Que Canaán sea esclavo de Jafet!»

28Noé vivió otros trescientos cincuenta años después del diluvio, 29y tenía novecientos

cin-cuenta años cuando murió. Las naciones de la tierra

10

Después del diluvio, Sem, Cam y Jafet, los hijos de Noé, tuvieron sus propios hijos. Estos son sus descendientes:

2Los hijos de Jafet fueron:

Gómer, Magog, Maday, Javán, Tubal, Mésec, Tirás.

3Los hijos de Gómer fueron:

Asquenaz, Rifat y Togarma.

4Los hijos de Javán fueron:

Elisá, Tarsis, Quitín y Rodanín.

5Éstos se fueron a vivir en las islas y costas, y fundaron naciones en diversos lugares, con

sus propios idiomas.

6Los hijos de Cam fueron:

Cus, Misrayin, Fut y Canaán.

7Los hijos de Cus fueron:

Seba, Javilá, Sabtá, Ragama y Sabteca. Los hijos de Ragama fueron: Sabá y Dedán.

8Cus fue el padre de Nimrod, que llegó a ser el primer guerrero muy famoso. 9Con la

ayuda del Señor llegó a ser un cazador muy valiente. Por eso, se hizo popular decir: «Tan

valiente como Nimrod, quien llegó a ser un excelente cazador porque el Señor lo ayudó». 10Las ciudades más importantes de su reino fueron Babel, Érec, Acad y Calné. Todas estas

ciudades estaban en la región de Sinar. 11,12De allí salió para Asur, donde edificó las

ciuda-des de Nínive, Rejobot Ir, Cala y la importante ciudad de Resén, que estaba situada entre Nínive y Cala.

(16)

13,14Misrayin fue el antepasado de los ludeos, los anameos, los leabitas, los naftuitas, los

patruseos, los caslujitas y los caftoritas, que son los antepasados de los filisteos.

15Canaán fue el padre de Sidón, su hijo mayor, y de Het.

16-18Además, de Canaán descienden los jebuseos, los amorreos, los gergeseos, los heveos, los

araceos, los sineos, los arvadeos, los zemareos y los jamatitas.

Después de algún tiempo todas estas familias de los cananeos se separaron y se dispersaron por la tierra. 19Su territorio abarcaba desde Sidón hasta Guerar y Gaza, y pasaba por Sodoma,

Gomorra, Admá y Zeboyín, y llegaba hasta Lasa.

20Éstos fueron, pues, los descendientes de Cam. Se hallaban dispersos en muchas tierras y

naciones y hablaban muchas lenguas.

21Sem, el hermano mayor de Jafet, también tuvo hijos, y fue el antepasado de todos los

descendientes de Éber. 22Los hijos de Sem fueron:

Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram.

23Los hijos de Aram fueron:

Uz, Hul, Guéter y Mas.

24Arfaxad fue el padre de Selaj, y Selaj fue el padre de Éber. 25Éber tuvo dos hijos:

El primero se llamó Péleg, porque fue durante su vida que la gente del mundo se dividió. El otro hijo de Éber fue Joctán.

26-30Joctán fue el padre de Almodad, Sélef, Jazar Mávet, Yeraj, Hadorán, Uzal, Diclá, Obal,

Abimael, Sabá, Ofir, Javilá y Jobab.

Todos estos fueron los descendientes de Joctán, quienes ocuparon la región que va desde Mesá hasta Sefar, es decir, la región montañosa que queda al oriente.

31Así que estos fueron los descendientes de Sem, según sus familias, sus regiones, sus

paí-ses y sus idiomas.

32En resumen, todos éstas son las familias que descienden de Noé, según sus pueblos y

naciones. Después del diluvio, todas estas familias se esparcieron por todas partes y formaron las naciones que hay en el mundo.

Salmo 3.5–8

5Luego me acosté y dormí en paz, y desperté a salvo, porque el Señor velaba por mí. 6Y

aho-ra, aunque diez mil adversarios me tengan cercado, no tengo miedo. 7«¡Levántate, oh Señor!

¡Sálvame, Dios mío!» ¡Rómpele la quijada a mi enemigo! ¡Rómpele los dientes a los malvados!

8La salvación viene de Dios. Envía su bendición a todo su pueblo.

Proverbios 1.24–27

24Repetidamente los he llamado y no quieren venir; les he tendido mi mano pero no me

hacen caso. 25Porque menospreciaron mi consejo y rechazaron mi corrección, 26algún día van

a estar en desgracia, y yo me reiré. Me burlaré de ustedes cuando estén llenos de miedo,

27cuando el terror caiga sobre ustedes como una tormenta y los problemas y la angustia los

arrastren como un torbellino.

Mateo 5.1–26

Las bienaventuranzas

5

Al ver que la multitud se le acercaba, Jesús subió a un monte. 2Allí se sentó, y cuando sus

discípulos se le acercaron comenzó a enseñarles:

3«¡Dichosos los que reconocen su pobreza espiritual, porque de ellos es el reino de los

cielos! 4¡Dichosos los que lloran, porque serán consolados! 5¡Dichosos los mansos, porque el

mundo entero les pertenecerá! 6¡Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque

quedarán satisfechos! 7¡Dichosos los que tienen compasión de otros, porque Dios tendrá

com-pasión de ellos! 8¡Dichosos los que tienen un corazón limpio, porque verán a Dios! 9¡Dichosos

los que hacen la paz, porque serán llamados hijos de Dios! 10¡Dichosos los que sufren

persecu-ción por ser justos, porque el reino de los cielos les pertenece!

11»Dichosos ustedes cuando alguien los ofenda o persiga o diga todo tipo de mentiras

con-tra ustedes por ser mis discípulos. 12¡Alégrense mucho, porque en el cielo les espera una gran

(17)

La sal y la luz

13»Ustedes son la sal del mundo. Si la sal pierde el sabor, ¿para qué va a servir? ¡Sólo para

que la boten y la pisoteen por inservible!

14»Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede

esconder-se. 15Nadie enciende una lámpara para esconderla bajo un cajón, sino que la pone en alto para

que alumbre a todos los que están en la casa.16¡Así dejen ustedes brillar su luz ante toda la

gente! ¡Que las buenas obras que ustedes realicen brillen de tal manera que la gente adore al Padre celestial!

El cumplimiento de la ley

17»No vayan a creer que vine a anular la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas. Al

contrario, vine a darles su verdadero significado. 18Les aseguro que mientras existan el cielo

y la tierra, ni la parte más pequeña e insignificante de la ley se pasará por alto, hasta que ésta se cumpla totalmente. 19Por eso, el que desobedezca el más pequeño mandamiento, y así

les enseñe a los demás, se convertirá en la persona más pequeña del reino de los cielos; pero quien obedezca y enseñe los mandamientos de Dios, será grande en el reino de los cielos.

20Les advierto que, a menos que ustedes sean más justos que los fariseos y los maestros de la

ley de Dios, no podrán entrar al reino de los cielos.

El homicidio

21»Ustedes saben que bajo la ley de Moisés la regla era que el que matara sería castigado. 22Pues yo añado que el que se enoja contra su hermano está cometiendo el mismo delito. El

que le dice “idiota” a su hermano, merece que lo lleven al juzgado. Y el que maldiga a una persona, merece ir a parar a las llamas del infierno. 23Por lo tanto, si mientras estás

presen-tando tu ofrenda delante del altar, te acuerdas de pronto de que alguien tiene algo contra ti,

24deja allí mismo tu ofrenda. Vete primero a reconciliarte con tu hermano y luego regresa a

presentar tu ofrenda. 25Reconcíliate con tu enemigo de inmediato antes que sea demasiado

tarde, te lleve a juicio y te arrojen en la cárcel. 26Te aseguro que tendrás que permanecer allí

hasta que pagues el último centavo.

¡Amen a sus enemigos! ¡Oren por quienes los persiguen!

Mateo 5.44

N

o es fácil amar así. Ni para ti ni para mí. Ni siquiera para Jesús. ¿Necesitas una prueba de esto? Escucha su frustración: «—¡Oh generación incrédula! —les respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuán-do he de soportarlos?» (Marcos 9.19)

¿Hasta cuándo he de soportarlos?

«Hasta que mis hermanos me llamen loco y mis vecinos, mentiroso. Hasta que me expulsen de mi ciudad y de mi templo…»

¿Hasta cuándo? Hasta que cante el gallo, y el sudor apeste, y el mazo golpee, y una legión de demonios le sonría con desdén a un Dios agonizante.

¿Hasta cuándo? Hasta que cada pecado se empape de mi alma sin pecado y el cielo se vuela horrorizado y mis labios hinchados pronuncien la última transacción: «Con-sumado es».

¿Hasta cuándo? «Hasta dar mi vida».

Un amor que puedes compartir

El amor no es fácil

Enero 6

(18)

Génesis 11.1—12.20

La torre de Babel

11

En ese tiempo, toda la gente hablaba un mismo idioma. 2Al salir hacia el oriente,

encon-traron una llanura en la región de Sinar, y se quedaron a vivir allí. 3Un día decidieron

hacer ladrillos y cocerlos en el fuego. De ese modo usaron los ladrillos en lugar de piedras. Además, emplearon el alquitrán en lugar de mezcla. 4Después dijeron: «Construyamos una

ciudad con una torre altísima, que toque el cielo. Así nos haremos muy famosos y no tendre-mos que vivir por siempre errantes».

5Entonces el Señor bajó para ver la ciudad y la torre que estaban edificando, 6y pensó: «Esto

lo pueden hacer porque forman un solo pueblo y hablan el mismo idioma. Esa torre es sólo la primera de muchas otras obras que harán. ¡Todo lo que se propongan hacer lo harán y nadie podrá detenerlos! 7Vamos, descendamos y hagamos que hablen diversos idiomas, para que no

puedan entenderse».

8Así, pues, Dios los esparció por toda la tierra, lo que impidió que terminaran la

construc-ción de la ciudad. 9Por esta razón la ciudad se llamó Babel, porque fue allí donde Dios los

confundió haciendo que hablaran diversos idiomas, y los esparció por toda la tierra. Descendientes de Sem

10La siguiente es la lista de los descendientes de Sem: Dos años después del diluvio, cuando

Sem cumplió los cien años, tuvo un hijo al que llamó Arfaxad. 11Después de que Arfaxad nació,

Sem vivió quinientos años más, y tuvo más hijos e hijas.

12Arfaxad tenía treinta y cinco años cuando le nació su hijo Selaj. 13Después de que Selaj

nació, Arfaxad vivió cuatrocientos tres años más, y tuvo más hijos e hijas.

14Selaj tenía treinta años cuando le nació su hijo Éber. 15Después de que Éber nació, Selaj

vivió cuatrocientos tres años más, y tuvo más hijos e hijas.

16Éber tenía treinta y cuatro años cuando le nació su hijo Péleg. 17Después de que Péleg

nació, Éber vivió cuatrocientos treinta años más, y tuvo más hijos e hijas.

18Péleg tenía treinta años cuando le nació su hijo Reú. 19Después de que Reú nació, Péleg

vivió doscientos nueve años más, y tuvo más hijos e hijas.

20Reú tenía treinta y dos años cuando le nació su hijo Serug. 21Después de que Serug nació,

Reú vivió doscientos siete años más, y tuvo más hijos e hijas.

22Serug tenía treinta años cuando le nació su hijo Najor. 23Después de que Najor nació,

Serug vivió doscientos años más, y tuvo más hijos e hijas.

24Najor tenía veintinueve años cuando le nació su hijo Téraj. 25Después de que Téraj nació,

Najor vivió ciento diecinueve años más, y tuvo más hijos e hijas.

26A sus setenta años, a Téraj ya le habían nacido sus hijos Abram, Najor y Jarán.

Descendientes de Téraj

27La siguiente es la lista de los descendientes de Téraj, el padre de Abram, Najor y Jarán.

Jarán, que fue el padre de Lot, 28murió en el mismo lugar en el que había nacido, es decir,

en Ur de los caldeos. Jarán murió antes que su padre Téraj.

29Abram se casó con Saray, y Najor se casó con Milca. Ésta era hija de Jarán y hermana de

Iscá. 30Saray no podía tener hijos, pues era estéril.

31Un día Téraj decidió salir de Ur de los caldeos para irse a vivir al país de Canaán. Se llevó

consigo a su hijo Abram, a su nieto Lot y a su nuera Saray. Pero cuando llegaron a la ciudad de Jarán, se quedaron viviendo ahí. 32Fue allí en Jarán donde murió Téraj, cuando tenía

dos-cientos cinco años de edad.c

Llamamiento de Abram

12

El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus familiares y la casa de tu padre, y vete a

la región que te voy a mostrar. 2Te voy a convertir en una nación muy grande; te voy a

bendecir, y te haré un hombre muy famoso. ¡Serás de bendición para muchas personas! 3A los

que te bendigan, yo los bendeciré; pero a quienes te maldigan, yo los maldeciré. ¡Por medio de ti, yo bendeciré a todos los pueblos del mundo!»

4Tal como el Señor se lo había ordenado, Abram salió de Jarán, y con él también se fue Lot. En

aquel tiempo Abram tenía setenta y cinco años. 5Cuando Abram salió hacia la región de Canaán

se llevó a su esposa Saray, a su sobrino Lot y a toda la gente que había comprado en Jarán. Tam-bién se llevó todas las cosas y animales que había conseguido. 6Abram atravesó toda la región

(19)

de Canaán hasta que llegó a Siquén, donde está la encina sagrada de Moré. En ese tiempo, los cananeos eran los que vivían en aquella región. 7El Señor se le apareció allí a Abram y le dijo:

«Esta tierra se la voy a dar a tus descendientes». Entonces Abram construyó un altar para adorar al Señor, porque se le había aparecido allí. 8Después, Abram salió de aquel lugar y viajó hacia el

sur, a la región montañosa que queda entre Betel por el oeste y Hai por el este. Allí estableció su campamento e hizo un altar al Señor, e invocó su nombre. 9Luego, Abram continuó su viaje

hacia el sur, deteniéndose en varios lugares, hasta que llegó a la región del Néguev. Abram en Egipto

10En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región; así que Abram se fue a vivir a

Egip-to. 11Cuando ya estaban cerca de Egipto, Abram le dijo a su esposa Saray: «¡Eres una mujer

muy hermosa, y 12tan pronto te vean los egipcios y sepan que eres mi esposa, me matarán para

quedarse contigo! 13Pero si dices que eres mi hermana, los egipcios me tratarán bien debido a

su interés por ti, y me dejarán con vida».

14Y así fue. Cuando llegaron a Egipto, todos hablaban de la belleza de Saray. 15Los

funciona-rios del faraón también la vieron. Entonces fueron y le contaron al faraón que aquella mujer era muy hermosa. Luego, la llevaron a vivir al palacio. 16Para congraciarse con Saray, el faraón trató

muy bien a Abram y le regaló ovejas, vacas, esclavos y esclavas, burros y burras, y camellos.

17Pero, debido a que el faraón llevó a Saray a su palacio, el Señor lo castigó a él y a su familia

con terribles enfermedades. 18Entonces el faraón mandó a llamar a Abram, y le dijo: «¿Por

qué me has hecho esto? ¿Por qué no me dijiste que Saray es tu esposa? 19Casi la tomo como

esposa, confiado en que dijiste que era tu hermana. ¡Aquí está! ¡Tómala y vete!» 20Luego, el

faraón ordenó a sus servidores que sacaran de Egipto a Abram y a su esposa, junto con todas sus posesiones.

Génesis 11.32 c. El Pentateuco Samaritano dice que Téraj murió cuando tenía ciento cuarenta y cinco años, esto es, el año de la salida de Abram de Jarán.

Salmo 4.1–5

Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de David.

4

Responde a mi clamor, Dios mío y defensor mío. Alivia mi pena. Ten piedad de mí; escucha mi oración.

2El Señor Dios pregunta: «Ustedes, señores, ¿hasta cuándo van a estar convirtiendo mi gloria

en vergüenza? ¿Hasta cuando amarán ídolos vanos e irán en pos de lo ilusorio? 3Oigan bien: El

Señor ha separado para sí a los redimidos; por tanto me escuchará y me responderá cuando lo llame. 4No pequen permitiendo que el enojo los controle. Medítenlo cuando por la noche vayan

a descansar. 5Pongan su confianza en el Señor, y preséntenle sacrificios agradables.

Proverbios 1.28–33

28Entonces ellos me llamarán, pero no les responderé; me buscarán ansiosos, pero no me

encontrarán.

29»Pues despreciaron la sabiduría y no quisieron honrar al Señor; 30porque menospreciaron

mi consejo y rechazaron mi corrección, 31cosecharán el fruto de su conducta, se hartarán de

sus malas intenciones, 32los matará su desvío e inexperiencia, su despreocupación y necedad

los destruirá. 33Pero los que me escuchen vivirán en paz y seguridad, sin temor».

Mateo 5.27–48

El adulterio

27»Ustedes saben que está escrito en la ley: “No cometerás adulterio”. 28Pero yo les digo:

Cualquiera que mira a una mujer y desea acostarse con ella, comete adulterio en su corazón.

29Así que si uno de tus ojos te hace pecar, sácatelo y échalo lejos. Es mejor perder un miembro

del cuerpo, y no que el cuerpo entero sea echado al infierno. 30Y si tu mano derecha te

condu-ce al pecado, córtatela y échala lejos. Es mejor quedarse manco que ir al infierno.

El divorcio

31»También está escrito: “El que quiera separarse de su esposa, debe darle un certificado de

divorcio”. 32Pero yo les digo que el hombre que se divorcia de su esposa, excepto cuando ésta

Referencias

Documento similar

Primeros ecos de la Revolución griega en España: Alberto Lista y el filohelenismo liberal conservador español 369 Dimitris Miguel Morfakidis Motos.. Palabras de clausura

Permaneció en Nueva York durante cinco años como representante en las Naciones Unidas (2002-2007). Hay un análisis bastante pormenorizado y comprensible sobre la situación

1. LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES.—2. C) La reforma constitucional de 1994. D) Las tres etapas del amparo argentino. F) Las vías previas al amparo. H) La acción es judicial en

No nos hemos deten ido únicamente en la extracción y su aprovechamiento como materia prop ia para hacer algunas piezas del ajuar doméstico sino que nos hemos adentrado en una

Tras establecer un programa de trabajo (en el que se fijaban pre- visiones para las reuniones que se pretendían celebrar los posteriores 10 de julio —actual papel de los

en segundo lugar, que se las elija intencionadamente (TTpoaipoúfievos') y en razón de ellas mismas (8L' á t i r á ) ; en tercer lugar, que en su actuación el sujeto se man-

En el capítulo de desventajas o posibles inconvenientes que ofrece la forma del Organismo autónomo figura la rigidez de su régimen jurídico, absorbentemente de Derecho público por