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Agentes infecciosos causales de aborto de presentación frecuente en bovinos

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Academic year: 2020

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Facultad de Ciencias Veterinarias

-UNCPBA-

Agentes infecciosos causales de aborto de

presentación frecuente en bovinos

Orellano, Rocío Ilse; Preisegger, Gustavo; Echevarría, Hilda María

Mayo, 2016.

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Agentes infecciosos causales de aborto de presentación

frecuente en bovinos.

Tesina de la Orientación de Sanidad de Grandes Animales, presentada como parte de los requisitos para optar al grado de Veterinario del estudiante: Orellano, Rocío Ilse.

Tutor: Vet. Preisegger, Gustavo

Director: Méd. Vet. Echevarría, Hilda María

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Agradecimientos

Agradezco profundamente a mis papas, por haberme acompañado en este largo camino, como también lo hicieron mis hermanos, mi novio y amigos. Quiero agradecer especialmente a mi directora, Gina que me ayudó, no solo en este trabajo, sino también por las lindas charlas compartidas. Además, a Laura Chiapparrone, Juan Herrera, Vanesa Fernández, a mi querida cuña Ro que me dieron una gran mano. No me quiero olvidar del grupo del área de microbiología e infecciosas, con los que compartimos charlas, mates y que me dieron siempre ánimo.

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RESUMEN

La producción eficiente de carne y leche en la industria ganadera depende de un alto nivel de fertilidad en el ganado, tanto del macho como de la madre para lo que se requieren gametos fértiles y un medio “ambiente” adecuado para el “conceptus”, todos éstos prerrequisitos para que sea posible el alumbramiento de un ternero sano. Durante el ciclo reproductivo del bovino, se pueden presentar diversas pérdidas prenatales y posnatales, las mismas pueden ocurrir en el servicio, en la concepción, durante el período embrionario, fetal o neonatal. Aunque nuestro país sufre importantes pérdidas por enfermedades que afectan la reproducción de los bovinos, sólo se conocen el 33% de las causas abortigénicas, de las cuales el porcentaje de abortos con lesiones de probable origen infeccioso, se ubica entre el 8 y el 40,5%. El diagnóstico del aborto depende de varios aspectos fundamentales, como disponibilidad de una buena historia clínica, adecuada selección, toma, conservación y envío de la muestra al laboratorio además, de una buena capacidad diagnóstica. Si esto se cumple, alrededor del 45% de los casos de abortos pueden ser diagnosticados adecuadamente. Los objetivos del presente trabajo fueron, realizar una revisión de la bibliografía veterinaria actualizada, sobre las principales enfermedades reproductivas de origen infeccioso que generan aborto o dificultades para lograr el nacimiento de una cría viable en hembras bovinas y describir la presentación de un caso clínico de abortos en vacas, ocurrido en el Partido de Rauch. Se discuten las medidas sanitarias adoptadas para la resolución de este caso, en función del informe de resultados emitido por el laboratorio diagnóstico y considerando la pérdida de la gestación como un fenómeno multicausal y complejo que dificulta de manera importante el diagnóstico definitivo.

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ... 1

Patogenia del Aborto infeccioso ... 6

Diagnóstico del Aborto infeccioso ... 7

AGENTES INFECCIOSOS ... 9

Brucella ... 10

Campylobacter fetus ... 20

Chlamydia ... 28

Leptospira ... 35

Micoplasmas ... 46

Neospora caninum ... 50

Tritrichomonas foetus ... 59

Virus de la Diarrea Viral Bovina ... 69

Herpes virus bovino-1 ... 76

CASO CLÍNICO ... 82

Problema ... 83

DISCUSIÓN ... 86

CONCLUSIÓN ... 89

ANEXOS ... 90

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INTRODUCCIÓN

En medicina veterinaria, se entiende como enfermedad reproductiva, aquella que imposibilita o dificulta la fecundación, el mantenimiento de una gestación completa o la obtención de una cría con posibilidades de vida o bien, aquella enfermedad que afecta los parámetros reproductivos propios del sistema de producción que se maneje (Anderson, 2007).

Durante el ciclo reproductivo del bovino se pueden presentar diversas pérdidas prenatales y posnatales: en el servicio, en la concepción, durante el período embrionario, fetal y neonatal (Morrel, 2010).

El término conceptus se define como el producto completo de la gestación, es decir embrión temprano / vesícula amniótica, embrión / membranas fetales, o feto / placenta fetal, es decir desde la etapa de expansión trofoblástica, hasta el parto (De Luca, 2002).

Durante la preñez se diferencian dos períodos, el embrionario y el fetal. El período embrionario se extiende desde la concepción hasta el momento de la diferenciación, la cual ocurre aproximadamente a los 45 días de gestación. La muerte embrionaria resulta de la licuefacción y eliminación del conceptus, esto se denomina comúnmente reabsorción embrionaria. El período fetal abarca desde el momento de la diferenciación hasta el parto. Dependiendo el período en que ocurra la pérdida gestacional hablamos de muerte embrionaria, aborto o

natimorto.

La muerte embrionaria, comúnmente denominada reabsorción embrionaria, resulta de la licuefacción y eliminación del conceptus. Sin embargo, se considera aborto a la expulsión de un feto no viable hasta el día 260 de gestación. Desde dicho periodo hasta el parto se lo denomina prematuro, ya que el ternero estaría en condiciones de vivir fuera del útero. El nacimiento de un ternero a término pero muerto se lo denomina natimorto. Las pérdidas neonatales ocurren desde el nacimiento hasta los primeros 28 días de vida, y se lo puede dividir en período hebdomadal, desde el día uno al día siete y posthebdomadal, desde el día ocho al día 28.

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El aborto bovino trae como consecuencia una disminución importante en la producción ganadera, generando altas pérdidas económicas a nivel mundial. Las causas del aborto bovino han sido estudiadas en diversos países, existiendo diferencias entre las distintas regiones ganaderas. Por otro lado, se considera que puede ocurrir hasta un 5% de abortos desde el diagnóstico de la preñez hasta el parto, siendo común dichas pérdidas en el bovino (Morrel, 2010).

Aunque nuestro país sufre importantes pérdidas por enfermedades que afectan la reproducción de los bovinos, sólo se conocen el 33% de las causas abortigénicas (Moore, 2001). El aborto puede presentarse en forma esporádica, endémica o brote. A su vez, aunque son de origen multifactorial es posible agruparlos en dos tipos: infeccioso y no infeccioso. Esta patología puede ocasionar en el embrión o feto un conjunto de fetopatías dependiendo del periodo de la gestación y de la virulencia del agente infeccioso (Hermelinda Rivera y Benito Zúñiga, 2004).

La etiología de las pérdidas reproductivas por causas infecciosas es la que comprende abortos y expulsión prematura asociados con infecciones de la madre o de la unidad feto-placenta. Si bien la mayoría de los diagnósticos del aborto bovino son atribuidos a causas infecciosas esto no significa que sean las más importantes, ya que probablemente causen menos de la mitad del total de las muertes fetales, siendo las causas bacterianas las más frecuentes. Las vacas se exponen diariamente a diferentes agentes patógenos por distintas vías de entrada comunes, tales como la respiratoria, oral, conjuntival, (Morrel, 2010) venérea, incluso por inseminación artificial. La contaminación del semen ya sea por agentes patógenos u oportunistas es de alto riesgo para la fertilidad de la hembra, ya que es depositado directamente en el útero (Catena, 2000). Por lo tanto, el agente infeccioso puede llegar a afectar al conceptus:

• Vía hematógena (Brucella, virus de la Diarrea viral bovina, entre otros) o por infección sistémica de la hembra (Leptospira, Salmonella).

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Cuando una parte del conceptus está afectada por infecciones focales cotiledónicas las posibilidades del agente patógeno de alcanzar el embrión o feto se incrementan drásticamente. La difusión de la infección se completa por distintas vías, como ser:

 Vía sanguínea del conceptus;

 Vía de las membranas fetales o directamente por los fluidos respectivos Una vez que el organismo invasor accede a la circulación fetal difunde tomando contacto con todas las partes del conceptus. Esto depende de la edad del conceptus, la naturaleza y virulencia del agente patógeno y la vía congénita (Neospora caninum, virus de la Rinotraqueítis viral bovina).

Un feto que muere en el útero puede deshidratarse, y/o momificarse (fase estéril), transformarse en un material licuefactivo (maceración fetal) o contaminarse con microorganismos anaerobios y enterobacterias productoras de gas y transformarse en un feto enfisematoso (De Luca, 2002).

Otras veces, algunos de estos agentes permanecen en el tracto reproductor en la vaca vacía por largo tiempo. Pueden producir una muerte embrionaria o un aborto al instalarse la preñez, ya que el útero queda expuesto a la acción de la progesterona, proveniente del cuerpo lúteo o de la placenta (Leptospira harjdo, Campylobacter fetus, Ureoplasma diversum y virus de la Rinotraqueitis viral bovina).

La respuesta inmune del embrión o feto depende de la etapa de gestación al momento de la infección y de la noxa actuante (Morrel, 2010).

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Figura 1: Desarrollo del sistema inmunitario bovino, adaptado de Tizard, 1996 (Morrel, 2010)

En los rumiantes, el trofoblasto está en contacto con el tejido uterino solamente, no existe transferencia de anticuerpos por esta vía y por ende es muy susceptible a los agentes infecciosos (De Luca, 2002). Este tipo de placenta cotiledonaria epiteliocorial (Entrincan, 2002) actúa como una barrera evitando el pasaje de los anticuerpos maternos hacia el feto y de esta manera el mismo permanece hipoglobulinémico hasta el momento en que recibe el calostro, luego del nacimiento.

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concentración progesterónica normal en la etapa gestacional, y agravada en el período peripartal por la alta concentración de corticoides, tanto fetales como maternos (De Luca, 2002).

La interfase materno-fetal es un sitio de privilegio inmunológico. Los mecanismos que permiten este privilegio inmunológico son múltiples y difieren en distintas especies. Entre ellos se incluyen: la ausencia de antígenos de histocompatibilidad o la presencia de variantes de los mismos en el trofoblasto, la presencia de anticuerpos asimétricos que se unen a los antígenos, pero no generan respuesta inmune y cambios en las células y sustancias que intervienen tanto en la inmunidad innata como en la adquirida.

En cuanto a la inmunidad adquirida, se ha considerado durante mucho tiempo que el balance entre la respuesta Th1 y Th2 es fundamental durante la preñez. Los linfocitos Th1 favorecen una respuesta mediada por células y son indispensables para activar el rechazo de injertos y la eliminación de células con parásitos intracelulares. Por el contrario, la respuesta en la que participan los linfocitos Th2 favorece a la inmunidad mediada por anticuerpos y protege el rechazo de tejidos injertados, como también la eliminación de parásitos extracelulares.

La aparición de uno u otro tipo de respuesta tiene que ver con el tipo de citoquinas que producen las distintas variedades de linfocitos Th. El interferón gama (IFNᵧ), el factor de necrosis tumoral alfa (FNTα) y la interleuquina 2 (IL2) son característicos de la respuesta Th1. Mientras que las interleuquinas 4 y10 son típicas de la respuesta Th2. Estas citoquinas no sólo son producidas por linfocitos, sino que también son secretadas por células de la inmunidad innata como las células natural killer (NK) y los macrófagos. La inmunidad de la interfase materno-fetal también posee una regulación hormonal dada por la progesterona, la que induce una respuesta de tipo Th2. En general las respuestas Th1 inducen la muerte embrionaria y el aborto.

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nuevamente cambios que recuerdan a un proceso inflamatorio con predominio de citoquinas Th1, lo que es necesario para producir la liberación del feto y de la placenta (Barbeito, 2010).

Patogenia del Aborto infeccioso

Los microorganismos pueden invadir directamente la unidad fetoplacentaria o afectar indirectamente la preñez y provocar el aborto.

Una vez que llegan a la placenta, factores propios del tejido (como menor tensión de oxígeno y nutrientes) y factores propios del feto (como deficiente inmunidad humoral y celular) pueden contribuir a su crecimiento y sobrevivencia. Los agentes infecciosos generan el desarrollo de una placentitis, permitiendo la invasión al feto a través del fluido amniótico o por la vía circulatoria a través del cordón umbilical.

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y eventual bronconeumonía incompatible con la vida extrauterina (Morrel, 2010).

Las lesiones microscópicas más frecuentes se encuentran en los pulmones y el hígado del feto, como también en la placenta (Miller, 1975). Sin embargo, en la determinación del sitio de injuria no sólo influye la vía de entrada de los agentes infecciosos, sino también que existen otros factores, como la etapa del desarrollo embrionario y la inmunidad fetal al momento de la exposición (Morrel, 2010).

Diagnóstico del Aborto infeccioso

La pérdida de la gestación es un fenómeno multicausal y complejo, lo cual dificulta de manera importante el diagnóstico (Anderson, 2007). Esto dependerá de varios aspectos fundamentales como disponibilidad de una buena historia clínica, adecuada selección, toma, conservación y envío de la muestra al laboratorio además, de una buena capacidad diagnóstica. Si esto se cumple, alrededor del 45% de los casos de abortos pueden ser diagnosticados adecuadamente (Hermelinda Rivera y Benito Zúñiga, 2004).

A pesar que los abortos pueden ocurrir en cualquier período de la gestación, los mismos son más fáciles de detectar en el segundo y tercer tercio de la gestación, debido a la dificultad para encontrar fetos abortados en períodos previos. Este hecho influye en la estimación de la edad gestacional promedio de los fetos abortados (Morrel, 2010).

La exploración de la madre, el examen macroscópico del feto, el conocimiento de los agentes causantes de abortos más frecuentes en la zona y explotación nos permitirán elaborar un diagnóstico presuntivo que compartiremos con el laboratorio para definir el tipo de muestras a recoger y las técnicas que se van a emplear (Cebrián, 2011).

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patología, microbiología, virología e inmunología. Además, el veterinario de campo deberá establecer si el diagnóstico del laboratorio de un posible agente abortigénico, es coincidente con las pérdidas reproductivas presentes en el rodeo y para ello deberá realizar una investigación epidemiológica que incorpore una serie de evidencias, tal como la tasa de abortos, la edad gestacional del aborto, si los fetos son frescos o autolíticos, si hay abortos tanto en vaquillonas como en vacas, si se utiliza servicio natural o inseminación artificial, todos estos datos que pueden ayudar a identificar la causa (Anderson, 2005; Morrel, 2010).

Datos recientes, Cantón et al, 2014, en cuanto a la frecuencia de presentación de los diferentes agentes causales, evidencia que L. interrogans fue la principal causa de abortos registrados desde el año 2013 al 2014. Le siguen en orden de importancia, C. fetus, Neospora, Brucella abortus. Por otro lado, la incidencia de B. abortus se ha reducido con respecto a otros años. (Gráfico).

Gráfico: Diagnóstico etiológico de fetos de bovinos abortados, recibidos en el SDVE INTA EEA Balcarce, durante 2013-2014.

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AGENTES INFECCIOSOS

En general los agentes infecciosos involucrados directa o indirectamente con el aborto bovino pueden ser de tipo bacteriano, viral, parasitario o micótico (Hermelinda Rivera y Benito Zúñiga, 2004). Entre los más importantes se destacan Brucella, Campylobacter, Chlamydia, Leptospira, Mycoplasma, Neospora, Tritrichomonas, virus de ladiarrea viral bovina y Herpesvirus bovino-1. Estos agentes serán descriptos a continuación teniendo en cuenta la etiología, epidemiología, patogenia, respuesta inmune, signos clínicos, diagnóstico, lesiones, tratamiento y control de cada una, con énfasis en las propiedades patógenas del microorganismo, que conducen a la interrupción de la gestación.

Existen otros agentes infecciosos que también generan aborto en bovinos, pero que son de presentación menos frecuente, asociadas a infecciones de la placenta y el feto ocasionando abortos en forma esporádica. Algunas, son bacterias oportunistas, que forman parte de la flora normal y otras son ambientales. Entre ellas se pueden mencionar: Trueperella pyogenes (antes

Arcanobacterium pyogenes), Bacillus spp., Escherichia coli, Pasteurella spp.,

Pseudomonas spp., Serratia marcescens, Staphylococcus spp., Streptococcus

spp., Listeria monocytogenes, Salmonella sp., Histophilus somni, etc.

Como los abortos son ocasionales y esporádicos, los mecanismos de control son poco factibles (Fernández, 2007).

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Brucella

Etiología

Las bacterias pertenecientes al género Brucella son pequeños bacilos o cocobacilos de 0,5 a 0,7 µm de ancho por 0,6 a 1,5 µm de largo, gramnegativos, no esporulados, sin cápsula e inmóviles. Son microorganismos aerobios estrictos, algunos microaerófilos, y de lento crecimiento (Nicolet, 1985; Baldi et al., 2012)

Brucella pertenece a la familia Brucellaceae e incluye seis especies, B. melitensis, B. abortus, B. suis, B.canis, B. ovis y B. neotomae (Garrido, 2002, Baldi et al., 2012). Según la formación de colonias, las especies de Brucella se clasifican habitualmente como lisas (S) o rugosas (R). Dentro de las primeras se encuentran B. abortus, B. melitensis, B. suis y B. neotomae y dentro de las segundas B. ovis y B. canis. En los últimos años se realizaron nuevos aislamientos a partir de mamíferos marinos y de roedores de campo, incorporando tres nuevas especies lisas, B. ceti, B. microti. y B. pinnipedialis, siendo ésta última capaz de infectar al hombre (Bonomi, 2010). El aspecto que adquieren las colonias se debe a la expresión del lipopolisacárido (LPS) en la superficie bacteriana, LPS-S en las lisas y LPS-R en las rugosas. Las cepas de

Brucella en fase lisa son las más virulentas (Castro, 2005).

Epidemiología

La brucelosis bovina es una enfermedad infectocontagiosa de distribución mundial que genera importantes pérdidas económicas y productivas en el ganado, debido a problemas reproductivos, como la infertilidad, aborto, nacimiento de terneros débiles, metritis, placentitis, y consecuentemente menor rendimiento en kilos de carne y litros de leche (Baldi et al., 2012).

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Entre las especies más convencionales, cada una tiene un huésped específico.

B. melitensis tiene como huéspedes a cabras y ovejas, B. abortus a vacas, B. suis a cerdos, B. canis a perros y B. ovis a ovejas. Igualmente, es bien sabido que la infección puede ser interespecífica (Garrido, 2002). Las brucelas encuentran en el ser humano un huésped accidental, pero muy receptivo, siendo B. melitensis fundamentalmente, aunque también B. abortus, B. suis y

B. canis, los agentes causales de esta zoonosis (Garrido, 2002; Baldi et al., 2012).

Brucella es capaz de sobrevivir en el medio ambiente, fuera del hospedador, por períodos relativamente largos (Castro, 2005). En climas templados, hasta 100 días en invierno y 30 días en verano.

La susceptibilidad a la infección en los vacunos depende de la edad y el sexo. Los terneros y terneras son poco susceptibles infectándose en forma transitoria. Las vaquillonas que se mantienen separadas de las vacas muestran una tasa de infección más baja (Repiso, 2005).

Las brucelas son eliminadas al medio a partir de los abortos, descargas vaginales, (Navarro, 1995; Repiso, 2005; Castro, 2005) membranas fetales, fetos y terneros recién nacidos, (Repiso, 2005; Castro, 2005; Querol Sanchis, 2011) como también por leche (Navarro, 1995; Castro, 2005; Repiso, 2005; Querol Sanchis, 2011). Hembras infectadas que paren (no abortan), eliminan gran cantidad de brucelas (Repiso, 2005) contaminando de esta manera el suelo, los corrales, el agua de arroyos, canales y pozos (Castro, 2005).

El aborto y descargas vaginales continúan eliminándose hasta 45 días luego del parto, (Baldi et al., 2012) siendo la principal vía de eliminación y contaminando así el ambiente.

Las vías de entrada de las brucelas son la vía conjuntival, la nasal, oral, genital, piel, congénita, y por transferencia embrionaria.

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2005). En cuanto a la vía congénita, esta tiene la particularidad que los terneros nacidos de hembras infectadas pueden quedar con una infección latente, constituyendo un rol de importancia epidemiológica, ya que de tratarse de terneras pueden terminar abortando en su primera gestación (Repiso, 2005).

Patogenia

En los bovinos, Brucella ingresa por vía oral, nasal o conjuntival (Poester et al. 2013) y es transportada a los ganglios linfáticos regionales, donde se multiplica. Es una bacteria intracelular facultativa, lo que al ser fagocitada por polimorfonucleares y macrófagos le permite sobrevivir por largos períodos evadiendo la respuesta inmunitaria, permitiéndole de ese modo su propagación por vía linfática o sanguínea (Navarro, 1995; Garrido et al., 2002; Poester et al., 2013). Entre los mecanismos que utiliza para poder sobrevivir dentro de éstas células, se encuentra la inhibición de la unión fago-lisosoma, evitando el ataque de anticuerpos humorales y de los mecanismos de la inmunidad celular. La circulación del microorganismo por vía sanguínea provoca persistencia, intermitencia y diseminación por todo el organismo, (Navarro, 1995; Querol Sanchis, 2011) colonizando varios órganos y tejidos ricos en células reticuloendoteliales (Navarro, 1995; Garrido et al., 2002) como la glándula mamaria, útero, placenta y ganglios linfáticos regionales en hembras y testículos, epidídimo y glándulas sexuales secundarias en los toros (Navarro, 1995; Querol Sanchis, 2011) como también cápsulas y bolsas articulares donde se acantona (Blood y Radostits, 1992).

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tiene deficiencias nutritivas por la dificultad en la circulación fetal y en consecuencia, la infección puede provocar el aborto con expulsión prematura del feto. También, a partir de la transmisión vertical puede nacer un ternero aparentemente sano, infectado y sin anticuerpos específicos detectables por las pruebas diagnósticas habituales, que al sobrevivir transmite la infección a la descendencia, como también puede abortar en su primera gestación (Querol Sanchis, 2011). Sin embargo, con las subsiguientes gestaciones, van adquiriendo cierta inmunidad, pudiendo llegar bien a término, pero eliminando en cada parto bacterias al medio (Navarro, 1995).

En cuanto al útero no gestante, no es un órgano adecuado para la multiplicación del agente, albergándose la Brucella en los ganglios retromamarios (Querol Sanchis, 2011).

Respuesta inmune

Los mecanismos de la inmunidad innata son los primeros en activarse ante la entrada del agente infeccioso. Participan de ello, neutrófilos, macrófagos y el sistema del complemento, que reducen el número inicial de bacterias y preparan el ambiente para la activación de los mecanismos de la inmunidad adaptativa.

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Luego, hay un respuesta adaptativa dada por la secreción de anticuerpos, la activación de macrófagos que tienen función bactericida y finalmente la lisis de células infectadas, por linfocitos T citotóxicos.

Una vez que el macrófago fagocitó la bacteria, es opsonizado por anticuerpos o por el complemento, inhibe la multiplicación de la bacteria, pero no logra destruirla. Por lo que necesita de los linfocitos T citotóxicos, que sí pueden destruir al macrófago infectado, quedando la bacteria en forma extracelular y pudiendo ser destruida por anticuerpos y/o el complemento (Castro, 2005; Estein, 2006).

En bovinos serológicamente positivos, la mayor parte de los anticuerpos presentes son IgG1, en cantidades mucho mayores que en bovinos vacunados. Se han hallado IgG1 no aglutinante en el suero de animales infectados usando antiglobulinas. Sólo pequeñas cantidades de IgM y de IgG2 están presentes en el suero de animales serológicamente positivos, siendo la mayor cantidad de IgG2 en animales vacunados. Una gran proporción de la IgG1 presentes en el suero de los animales positivos son anticuerpos específicos contra Brucellas y una pequeña cantidad de IgM fue detectada.

En animales vacunados, lo primero en detectarse es la IgM, IgG1 e IgG2. A los 5 a 7 días post vacunación aparecen las IgsM, cuya concentración tiene un pico máximo a los 13-21 días post infección-vacunal. A los 14-21 días de la vacunación aparecen las IgsG cuya concentración máxima se verifica a los 28-42 días post infección-vacunal. Las IgsM aparecen primero para declinar primero y la respuesta duradera se debe a los anticuerpos de tipo IgG. La IgG1 hace pico a los 2 meses y disminuye hasta los 5 meses. La IgG2 aumenta mucho menos, el pico lo hace a los 4 meses y persiste hasta los 10 meses. La IgA tiene una respuesta que es mucho menor en duración y magnitud, aproximadamente de 6 meses.

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activa. La IgG2 se mantiene constante. Es posible que la IgG1 provenga del suero y que la IgM sea de origen local (Navarro, 1995).

Signos clínicos

Las hembras preñadas son la categoría más susceptible, siendo el signo predominante el aborto en los últimos tres meses de gestación, o el nacimiento prematuro o a término de terneros débiles o muertos (Repiso, 2005). El aborto suele ocurrir entre las dos semanas a cinco meses después del inicio de la infección. El estado inmune de la hembra gestante influye en el tiempo de incubación e incluso la infección no siempre conduce al aborto. Hembras sexualmente maduras si se infectan con B. abortus pocos días antes de la fecundación, abortan con casi toda seguridad. En cambio, si la infección se produce en periodo avanzado de la preñez, el feto es expulsado en el plazo normal o se produce simplemente parto prematuro, aunque no es descartable el aborto si el estado de inmunidad de la madre es deficiente (Querol Sanchis, 2011). Las hembras además pueden presentar infertilidad, retención de placenta y metritis, dejando como secuela un aumento del intervalo entre partos. Las hembras no preñadas, no presentan signos (Navarro, 1995; Repiso, 2005).

En el macho, las brucelas se localizan en testículos y glándulas accesorias. Cuando la infección se manifiesta clínicamente suelen tener orquitis uni o bilateral, con disminución de la libido e infertilidad. A veces puede haber atrofia del testículo debido a adherencias y fibrosis. Es frecuente la vesiculitis y ampulitis.

Ocasionalmente, se pueden observar tanto en machos como hembras, higromas y artritis, generalmente de miembros posteriores (Repiso, 2005).

Diagnóstico

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competición y fijación del complemente (FC). Para la vigilancia epidemiológica en leche, se realizan las pruebas de PAL (prueba de anillo en leche) y ELISA indirecto (SENASA, 2006).

La prueba de BPA, es una prueba tamiz o screening, en placa. Se fundamenta en la inhibición de las aglutininas inespecíficas a pH bajo. Detecta anticuerpos IgG y algunos IgM específicos.

La prueba de SAT, es una prueba confirmatoria, en tubo. Es semicuantitativa, se desarrolla a pH neutro y es muy sensible a los anticuerpos IgM, detectando también, IgG. Esta prueba se realiza en forma pareada con la de 2-ME, que neutraliza la actividad aglutinante de las IgM mediante la despolimerización reductora de esta Ig. Los anticuerpos IgM al ser pentavalentes tienen la característica de aglutinar más, por poseer mayores sitios de unión.

La prueba de FPA detecta anticuerpos no sólo de bovinos sino también de varias especies. Tiene la ventaja de distinguir entre animales infectados por Brucella de aquellos vacunados con la cepa 19, y de los animales con reacción cruzada con bacterias gram negativas en más del 90% de los casos.

La prueba de FC es la de referencia internacional para el diagnóstico de brucelosis bovina, ovina y caprina. La prueba permite la identificación y cuantificación relativa de los anticuerpos específicos antibrucélicos “capaces de fijar” el complemento (IgG1 y algunas IgM específicas), cuya presencia en determinados niveles posee una gran correlación con el estado de “Animal infectado”.

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Tabla 1 y 2: Referencia. I: Incompleto; NSH: No se hace; UI: Unidades internacionales; +: Positivo; -: Negativo

El diagnóstico bacteriológico, a través del aislamiento de Brucella es el diagnóstico confirmatorio.

Para aislar el agente deben enviarse los siguientes materiales, de un animal vivo:

 Hembra: sangre, calostro, leche, flujo vaginal, placenta y cotiledones;

 Machos enteros: semen, testículo y epidídimo;

 Machos castrados: líquido de abscesos, de higromas y de bursitis;

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 Las muestras de animales muertos son ganglios linfáticos, hepáticos, mesentéricos, submaxilares, retrofaríngeos, etc. También, bazo, hígado, útero, mamas, testículo, epidídimo, y vesículas seminales.

No deben adicionarse antibióticos a las muestras recogidas, deben remitirse en forma rápida al laboratorio refrigeradas o congeladas, en caso de pasar más de 12 horas. Este tipo de diagnóstico permite confirmar la presencia de la enfermedad en un animal o en un rodeo. Si bien este método constituye la prueba definitiva de la infección, es imposible su utilización en gran número de animales debido a su costo y poca practicidad (Repiso, 2005).

Tratamiento

Debido a las características de control de la brucelosis en los bovinos, el costo y la dificultad para diagnosticarla con certeza y evaluar la eficacia, el tratamiento antibiótico no se realiza en dicha especie (Blood y Radostits, 1993; Bowden et al., 2012).

Control

El Programa de Brucelosis Bovina define las estrategias y acciones a desarrollar en todo el territorio nacional, en el marco del Programa de Control y Erradicación de la Brucelosis Bovina (SENASA, 2002), con el objetivo de consolidar en forma progresiva la condición de áreas libres de la enfermedad y permitir en forma coordinada su control y posterior eliminación.

La brucelosis bovina puede controlarse con un programa de vacunación eficaz, o bien erradicarse usando un programa de prueba y sacrificio. La vacuna Cepa 19 es la que se utiliza actualmente en nuestro país y se trata de una vacuna viva que disminuye marcadamente la incidencia de abortos, pero no disminuye con ello el nivel de infección (Blood y Radostits, 1992; Bowden et al., 2012). La vacunación antibrucélica es obligatoria al cien por ciento (100%) de las terneras de tres a ocho meses de edad con vacuna Brucella abortus Cepa 19, en simultáneo con la campañas de vacunación antiaftosa y bajo una estrategia regional. Se exceptúa de la medida a la “Zona libre de brucelosis y tuberculosis bovina”, comprendida por la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (SENASA, 2002).

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La erradicación total es una de las alternativas de control mediante la vacunación, en algunas partes se ha alcanzado este estado y en otros países ya se llevan a cabo programas de erradicación (Blood y Radostits, 1992; Bowden et al., 2012).

El veterinario está frecuentemente predispuesto a contraer la infección con B. abortus, por ejemplo con la atención de partos, cuyos antecedentes se desconocen, donde quedan siempre restos de tejidos y fluidos, por lo que es importante tomar medidas de bioseguridad pertinentes.

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Campylobacter fetus

Etiología

El género Campylobacter pertenece al orden I Campylobacterales, familia

Campylobacteriaceae (Cattaneo, 2007). Este género está integrado por 16 especies, entre las que se encuentra C. fetus. Esta especie presenta dos subespecies C. fetus subsp. fetus y C. fetus subsp. venerealis (Alonso, 2002). Son bacterias gram negativas, móviles y microaerófilas estrictas (Nicolet, 1985). Pueden adoptar formas onduladas, espiraladas o de “S” y medir de 0,5 a 5µm de largo por 0,2 a 0,8 µm de ancho. Generalmente presentan un sólo flagelo (monótrico) o uno en cada polo (anfítrico) (Terzolo y Catena 2007).

Epidemiología

Las bacterias del género Campylobacter tienen una distribución mundial (Terzolo y Catena 2007). Tanto C. fetus subsp. fetus, que reside en el tracto intestinal de bovinos y puede encontrarse, ocasionalmente en la cavidad prepucial del toro por contaminación fecal, como C. fetus subsp. venerealis,

con tropismo genital (Alonso, 2002; Campero, 2010) y que se transmite por vía venérea, (Campero, 2010) causan una enfermedad venérea en el bovino denominada Campilobacteriosis Genital Bovina, caracterizada por infertilidad y abortos esporádicos. Ambas subespecies, muy similares y hasta escasamente pocos años genéticamente indistinguibles, pueden generar en forma indistinta cualquiera de las dos presentaciones clínicas (Terzolo y Catena 2007).

Este microorganismo tiene una sobrevida muy corta en el medio ambiente, en secreciones persiste durante horas y en el feto de dos a tres días (Cattaneo, 2007).

La transmisión y diseminación de esta enfermedad es venérea, en forma directa por monta natural, e indirecta por inseminación artificial con semen contaminado (Rossanigo, 1998; Grazioli et al., 2004; Cattaneo, 2007). La vía oral es otra forma de transmisión, pudiendo llegar a provocar el aborto por C. fetus subsp. fetus (Cattaneo, 2007).

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servicio, sin sufrir trastorno clínico alguno, ni alterar la capacidad fecundante de su semen; sin embargo, la calidad seminal se ve afectada (Cattaneo, 2007). La susceptibilidad de los machos aumenta con la edad por existir mayores posibilidades de adquirir la infección, ya sea por su permanencia en el rodeo, como también por poseer mayor profundidad de las criptas prepuciales, lo que facilita la supervivencia de la gente (Rossanigo, 1998).

En la hembra, C. fetus coloniza principalmente el área cérvico-vaginal (Rossanigo, 1998; Terzolo y Catena 2007). Las categorías jóvenes son las más susceptibles, al igual que las vacas adultas que no tuvieron contacto previo con el microorganismo (Cattaneo, 2007), probablemente debido a su inexperiencia inmunológica. La persistencia de hembras infectadas con C. fetus hasta 208 días post-servicio enfatiza el rol de las hembras portadoras en la transmisión de la enfermedad, pudiendo incluso llevar su preñez a término y seguir infectadas de un servicio al otro (Campero, 2002).

Patogenia

La hembra se infecta al momento del servicio, cuando C. fetus es depositado en la vagina en forma conjunta con el semen, pudiendo quedar acantonado en el área cérvico-vaginal o colonizar el útero, provocando mortalidad embrionaria o abortos ocasionales (Catena, 1998). Durante la fase progestacional, los microorganismos penetran en el útero, fijándose a la mucosa, produciendo endometritis y en algunos casos, salpingitis lo cual puede provocar la muerte precoz del embrión, (Rossanigo, 1998; Cattaneo, 2007) o en forma ocasional el aborto con aumento del mucus vaginal de tres a cuatro meses (Cattaneo, 2007).

La capacidad de adhesión a la célula huésped es el mecanismo de virulencia que determina el inicio de la patogenia bacteriana (Chiapparrone, 2011). Como mecanismo de muerte embrionaria, se postula la disminución de la tensión de oxígeno y nutrientes esenciales para el embrión, durante el período de prenidación y la producción de mucinasas que degradan el mucus de protección del endometrio, impidiendo la nidación y causando la posterior muerte del embrión.

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muerte embrionaria temprana, la cual se da antes del día 13-15 post-servicio. La hembra entonces vuelve a presentar un ciclo estral normal, o sea entre los 21 y 24 días posteriores. En cambio, si la muerte del embrión es posterior al reconocimiento materno, día 13-15 post-servicio, se denomina muerte embrionaria tardía y la hembra retorna al celo con un intervalo mayor a los 24 días (Catena, 2014).

El tiempo requerido para que el útero se recupere es entre uno y ocho meses. Contrariamente puede ocurrir que la hembra no logre eliminar la infección, lo cual permite que la bacteria sobreviva en la mucosa del área cérvico-vaginal por períodos de hasta 24 meses, recibiendo el nombre de vacas portadoras y pudiendo incluso llevar una preñez a término (Terzolo y Catena 2007).

C. fetus presenta una microcápsula conocida como S-Layer, asociada a la superficie de la bacteria y constituida por proteínas de alto peso molecular que tiene la capacidad de generar variantes antigénicas, otorgándole virulencia a la bacteria y resistencia a la fagocitosis y a la lisis del complemento (Catena, 1998; Alonso, 2002).

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manera C.fetus puede permanecer un tiempo sin ser detectado, hasta que finalmente se genera una endometritis, cuya infiltración celular de linfocitos y fagocitos es probablemente la que desencadena la respuesta inmune contra los antígenos de esta subpoblación. En estas condiciones una nueva variante antigénica puede aparecer de manera espontánea y ser seleccionada por la acción del sistema inmune, produciéndose de este modo una nueva infección persistente, que puede durar entre dos y 14 meses (Terzolo y Catena 2007).

Signos clínicos

En los rodeos la enfermedad se presenta en forma crónica. Para detectarla en forma temprana hay que realizar controles continuos sobre el mismo: la detección de celo, diagnóstico de gestación, control de toros y fundamentalmente, estacionar la época de servicios (Rossanigo, 1998; Catena, 1998).

En vaquillonas y en las vacas viejas, la enfermedad se manifiesta principalmente con mortalidad embrionaria, debido a la ausencia de respuesta inmune por no haber tenido contacto previo con la enfermedad y por el nivel de anticuerpos protectores disminuidos, a pesar de que en algún momento de su vida pudieron haber padecido la enfermedad, respectivamente (Rossanigo, 1998; Catena, 1998). El aborto puede ser temprano y no presentar retención de placenta o ser tardío con retención de la misma y posible placentitis (Cattaneo, 2007). La edad de los fetos es entre seis y siete meses de gestación (Catena, 2012). Las hembras se recuperan si no hay reinfección, presentando infertilidad temporaria con presencia de celos prolongados (mayores a un mes) y retorno al servicio (Cattaneo, 2007). Esto genera una disminución de los porcentajes de preñez, generalmente del 15 al 40 %, aunque ocasionalmente pueden ser mayores, con presencia de “cola de preñez” elevada al momento del tacto (Catena, 2012).

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Diagnóstico

El diagnóstico de la enfermedad, se realiza a partir de muestras de esmegma prepucial en toro, mucus cérvico-vaginal en hembras y material de abortos (Bardón, 2002; Soto, 2008; Catena, 2012). Del feto se envían órganos parenquimatosos, principalmente pulmón, líquido de abomaso, envolturas fetales y placenta (Bardón, 2002; Campero, 2010; Catena, 2012).

El diagnóstico de rutina se basa en la detección de C.fetus en muestras de esmegma prepucial obtenidas pre y post-servicio mediante el método de raspaje, aspiración o lavaje prepucial. Las muestras son colectadas en solución fisiológica formolada al 1% y enviadas a temperatura ambiente para luego, ser procesadas mediante la técnica de inmunofluorescencia directa.

El número de muestreos se determinará considerando los antecedentes sanitarios y reproductivos del rodeo.

Las muestras de mucus cérvico-vaginal y material de aborto, son colectadas en medios de transporte, como Cary Blaird y caldo Brucella, para su posterior preenriquecimiento y procesamiento por cultivo e inmunofluorescencia directa (Cattaneo, 2007; Campero, 2010; Catena, 2012).

El aislamiento del agente no es considerado un método diagnóstico de rutina y suele realizarse a partir de muestras de mucus cérvico-vaginal y material de abortos (Catena, 2012).

Tratamiento

El tratamiento de toros afectados por campylobacteriosis puede justificarse en algunas circunstancias excepcionales, como alto valor genético, siendo efectivo el uso de las tetraciclinas de larga acción (Campero, 2010). Sin embargo, no evita la reinfección y no es efectivo en el caso de cepas quimiorresistentes. En todos los casos deberán hacerse controles de eficacia posteriores con cuatro muestreos como mínimo, comenzando 30 días luego de finalizado el tratamiento (Catena, 2012).

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Control

Las únicas medidas que han sido eficaces para controlar esta enfermedad son el manejo y la vacunación. Frente a un diagnóstico positivo de campylobacteriosis en un establecimiento hay que tener en cuenta las siguientes consideraciones al momento de implementar un plan de vacunación (Cattaneo, 2007):

 Realizar la vacunación anual mediante dos dosis, aplicadas con 21 a 30 días de intervalo entre sí, administrando la última dosis unas tres semanas pre-servicio, tanto en hembras como en machos (Rossanigo, 1998; Bardón, 2002; Cattaneo, 2007; Campero, 2010; Catena, 2012).

 Las vacunas deben incluir cepas indígenas de ambas subespecies de

C.fetus con una óptima concentración bacteriana (Catena, 2012).

 La vacunación previene infecciones posteriores (Catena, 1998) al inducir una respuesta sistémica con altos niveles de IgG y mejora la respuesta local de IgA. Los anticuerpos IgG1 e IgG2 tienen un rol opsonizante en el útero (Catena, 1998; Soto, 2008). Por razones prácticas se han difundido en nuestro medio, vacunas a múltiples agentes. Desde el punto de vista teórico, el sistema inmune del animal puede responder a este tipo de vacunas con un organismo en adecuadas condiciones nutricionales y sanitarias, la cantidad y tipo de antígenos disponible de cada cepa de los agentes y el tipo de vehículo utilizado juegan un rol primordial en su eficiencia.

Con respecto a las medidas de manejo se recomienda: En los toros:

 No prestar ni dar toros a préstamo (Cattaneo, 2007).

 Revisar y muestrear sistemáticamente la totalidad de los toros que ingresen al establecimiento, (Rossanigo, 1998; Campero, 2002) independientemente de la edad y sus antecedentes (Catena, 2012).

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 Ante la aparición de toros positivos, se realizarán tantos muestreos a la torada como fuere necesario hasta obtener dos muestreos negativos, después del último positivo detectado (Campero, 2010).

 Los animales positivos serán destinados a la venta para faena (Catena, 2012).

 Utilizar preferentemente toros jóvenes de no más de cinco años.

 No efectuar rotaciones de toros durante el servicio, para evitar la difusión de la enfermedad.

 Identificar los toros actuantes en cada rodeo de un mismo establecimiento (Rossanigo, 1998; Catena, 2012).

 No realizar la prueba de capacidad de servicio en toros dudosos (Rossanigo, 1998) o sin control (Catena, 2012).

 No repetir tratamientos en toros que hayan demostrado resistencia al mismo.

 Evitar que los toros tengan contacto con hembras fuera de la época de servicio (Catena, 2012).

 Controlar los toros “saltadores” (Campero, 2002).

 Vacunar los toros que entren a servicio y también los utilizados en IA, repaso, marcadores de celo y aquellos destinados a la prueba de capacidad de servicio (Catena, 2012).

 En el caso de implementar la inseminación artificial, utilizar semen controlado (Rossanigo, 1998; Bardón, 2002; Catena, 2012).

En las hembras:

 Realizar tacto rectal pre-servicio para descartar preñeces de robo.

 Descartar las vacas vacías al tacto rectal post-servicio y realizar muestreos de mucus cérvico-vaginal en no menos del 10 % para la búsqueda de agentes infecciosos (Rossanigo, 1998; Bardón, 2002; Catena, 2012).

 Las hembras vacías se destinarán a venta para faena.

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 Al ingresar vientres al establecimiento, éstos deben provenir de rodeos libres de enfermedades venéreas y mantenerse separados hasta finalizada la parición.

 Las hembras utilizadas en la prueba de capacidad de servicio deberán ser libres de enfermedades venéreas.

 Inmunizar todas las hembras (vacas y vaquillonas) que entren en servicio y las destinadas a la prueba de capacidad de servicio (Bardón, 2002; Catena, 2012).

Otras consideraciones a tener en cuenta son:

 Trabajar con rodeos ordenados que tengan servicio estacionado (Rossanigo, 1998; Bardón, 2002; Catena, 2012).

 Tener en cuenta los alambrados perimetrales, para evitar el cruce de animales entre establecimientos.

 Podría implementarse el manejo de dos rodeos, separando sanos de enfermos (Rossanigo, 1998; Campero, 2002; Cattaneo, 2007; Catena, 2012).

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Chlamydia

Etiología

Actualmente, las clamidias constituyen dentro del dominio bacteria, el phylum Chlamydiae, en el que se ubica una sola clase, Chlamidiae, con el orden

Chlamydiales, que reúne cuatro familias. La familia Chlamydiaceae es la que nos interesa desde el punto de vista veterinario (Fig. 2). Esta familia se divide en dos géneros: Chlamydia, que agrupa tres especies (C. trachomatis, C. muridarum y C. suis), y Chlamydophila, que incluye seis especies (C. psittaci, C. pneumoniae, C.pecorum, C.abortus, C. caviae y C. felis) (Salinas, 2002).

Figura 2: Clasificación taxonómica actual de la familia Chlamydiaceae

Epidemiología

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(Pospischil et al., 2010). Las principales células por las que tiene afinidad son aquellas cilíndricas que tapizan las membranas mucosas, donde se observan como inclusiones citoplasmáticas, estructuras vacuoladas en la región perinuclear (Carter et al., 1995).

Podemos dividir a este ciclo en tres fases:(Fig. 3)

 Penetración de la forma infectiva o CE en la célula huésped, seguida de su transformación en la forma metabólicamente activa o CR.

 Multiplicación del CR mediante fisión binaria, produciendo una microcolonia o inclusión citoplasmática.

 Conversión de los CR en CE y posterior liberación de la célula hospedadora (Salinas, 2002).

Este ciclo se cierra entre unas 30 y 40 horas, habiendo suministrado la célula hospedadora enzimas, nucleótidos y fosfatos, como ATP, durante este ciclo, por eso es que se las considera como “parásitos necesitados de energía” (Nicolet, 1985).

Figura 3: Ciclo de desarrollo biológico de Chlamydia (Alonso et al, 2012)

La clamidiosis es una enfermedad de distribución mundial (Albarracin, 2010).

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pérdidas económicas en los sistemas productivos (Everett, 1999). En los bovinos, se destacan con diferentes cuadros patológicos, principalmente abortos (Salinas, 2002).

Dentro de las enfermedades de la reproducción, estas bacterias se describen como importantes agentes microbianos asociados a infecciones del tracto genital bovino (Hare, 1985). Generan infertilidad y abortos en hembras bovinas en la segunda mitad de la gestación, nacimientos de crías débiles o muertas (Eaglesome, 1992; Andersen, 1993; Carter et al., 1995; Eaglesome, 1997). Las clamidias, que se eliminan al medio ambiente a través de las heces fecales de los animales afectados, pueden sobrevivir varios meses (Albarracin, 2010) y causar a menudo infecciones aerógenas (por inhalación de polvo) (Salinas, 2002). No sólo las heces son fuentes de infección, también forman parte de la diseminación, la orina, secreciones respiratorias, líquido amniótico y placenta de animales sintomáticos o asintomáticos, como también la saliva o plumas de aves (Pospischil et al., 2010). Asimismo, los abortos de los animales afectados y el semen de machos que presentan la enfermedad (Albarracin, 2010).

El organismo fue encontrado en el semen de los toros, carneros, pero la transmisión venérea no es de gran importancia (Pospischil et al., 2010). Mientras que algunos estudios sobre la calidad del semen bovino, (Catena, 1999; Catena, 2000) consideran a éste como importante vía de transmisión a la hembra (Hare, 1985; Eaglesome, 1997).

Patogenia

Las infecciones son más bien clínicamente inaparentes y de curso crónico. De ahí que los animales afectados se convierten en portadores y eliminen el microorganismo, contaminando así el medio (Salinas, 2002). Las infecciones por clamidias no presentan signos clínicos si estas infecciones se ubican en los epitelios superficiales. Además, la infección puede estar presente durante períodos prolongados de tiempo sin que exista una respuesta inmunitaria. Infecciones crónicas pueden estimular el sistema inmune de los animales afectados (Albarracin, 2010).

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infección a nivel de la placenta (Pospischil et al., 2010). Se cree que esta placentitis, es una de las principales causas del aborto (Albarracin, 2010). Durante la fase de bacteriemia, en hembras preñadas se produce una disrupción de la unión materno-fetal. La infección se establece en las células del epitelio coriónico, en las cuales se desarrollan grandes inclusiones citoplasmáticas (Storz, 1990). La progresiva infección, resulta en una pérdida de células epiteliales coriónicas que involucra los cotiledones y tejido adyacente, con necrosis focal. La infección del feto es secundaria a la placentitis (Andersen, 1993). La infección de la hembra vía vaginal, genera pérdidas embrionarias a partir de la replicación de la bacteria a nivel del endometrio uterino (Albarracin, 2010).

La patogénesis coincide con el rápido crecimiento del feto. Las clamidias invaden la placenta provocando alteraciones de ésta y generando el aborto, que se produce por la combinación de varios factores entre los que están las alteraciones materno-fetales (debido al daño placentario), lo que resulta en un déficit en el intercambio gaseoso así como en la alimentación del feto. Se consideran también alteraciones en la regulación hormonal, y las agresiones de las citoquinas producidas.

Existen ciertas estructuras antigénicas, que son las responsables de generar la patogenia de esta enfermedad. El antígeno género específico que corresponde al LPS de pared está presente tanto en el CE, como en el CR. El antígeno glucolípido, es un antígeno termoestable que posee el lípido A, pero carece del resto del oligosacárido y del polisacárido O. Además en su pared celular participan proteínas, entre estas, la más abundante es la MOMP (major outer membrane protein), proteína rica en restos azufrados mediante los cuales puede formar agrupaciones poliméricas que quedan estabilizadas por puentes disulfuro. Tiene un papel estructural, de adhesión y funciona como porina, pero lo más importante es la capacidad de provocar una respuesta de anticuerpos protectores. También, forman parte de la pared celular, la proteína Omp2, Omp3, POMP (putative outer membrane protein), siendo ésta última propia de la C. abortus, que es altamente inmunógena.

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Respuesta inmune

La respuesta inmune, es efectiva frente a la eliminación del microorganismo y proporciona protección a la reinfección por la misma cepa, pero disminuye después de cuatro a seis meses. La inmunidad es mediada por células y por anticuerpos. El papel de cada uno, depende de la localización de la bacteria en el organismo es decir, el ojo, tracto respiratorio o tracto genital. La respuesta a la infección primaria incluye altos niveles de anticuerpos frente al LPS de la chlamydia o a ciertos epitopes (Pospischil et al., 2010).

Signos clínicos

Los animales afectados presentan aumento de temperatura corporal hasta 48 horas antes de que el aborto se produzca, las descargas vulvares pueden permanecer hasta dos a tres semanas, lo que aumenta la probabilidad de contagio de animales sanos: si la infección se produce dentro de las cinco a seis semanas de la preñez puede mantenerse latente, y las manifestaciones clínicas se presentarán en el siguiente parto.

El aborto se produce en las últimas semanas de la gestación, (Radostits, 2006) generalmente entre el séptimo y el noveno mes, (Albarracin, 2010) o puede ocurrir el nacimiento de animales prematuros y débiles, como también terneros vivos infectados, los cuales pueden mostrar letargo, depresión y tener retraso en el crecimiento. A pesar de que las hembras que abortan no manifiestan signos clínicos de la enfermedad, puede disminuirse su fertilidad (Radostits, 2006; Pospischil et al., 2010), presentar retención placentaria, además de los trastornos reproductivos, como endometritis, vaginitis, repeticiones de celos (Albarracin, 2010), metritis, cervicitis y esterilidad (Nicolet, 1985). Los machos reproductores también pueden verse afectados, presentando cuadros de vesiculitis, epididimitis, (Albarracin, 2010) prostatitis, (Nicolet, 1985) orquitis y posterior eliminación de CE por semen, sin alterar la calidad seminal. Puede haber casos de piospermia y aumento de espermatozoides anormales, sin afectar la motilidad espermática (Eaglesome 1992).

Diagnóstico

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médula espinal, placenta, cotiledones, linfonódulos, articulaciones, exudados, hígado, epidídimo y vesículas seminales. Además, muestras del feto. Por último también se pueden realizar muestras pareadas de sangre.

Cuando la bacteria se encuentra en un período de latencia no puede ser detectada por los métodos de laboratorio utilizados comúnmente (Albarracin, 2010).

La reacción de fijación del complemento, con un antígeno específico pone de manifiesto los anticuerpos. También, se utilizan las técnicas de ELISA (Nicolet, 1985) IFI, para detección de anticuerpos, y PCR (Soto, 2001). Inmunoensayos dirigidos contra el LPS se han desarrollado para detectar clamidias; sin embargo, son generalmente Chlamydiaceae específicos y no permite la identificación de la especie, serotipo, o subtipo involucrado (Pospischil et al., 2010).

Se puede utilizar el microscopio para la detección de las inclusiones intracitoplasmáticas en las células afectadas, a las que se le harán cortes y tinción (Albarracin, 2010). Las tinciones pueden ser de Stamp, Giemsa, Giménez, Ziehl-Nielsen (Nicolet, 1985), como también Lugol, Macchiavello y por las técnicas de IFD y ELISA para la detección de antígenos (Soto, 2001). Como métodos de aislamiento, el más sensible consiste en la inoculación en embriones de pollo (saco vitelino) (Nicolet, 1985; Soto, 2001) aunque también se realizan cultivos celulares en células McCoy (Nicolet, 1985; Soto 2001; Albarracin, 2010).

Lesiones

En una hembra preñada, se produce la formación de hematomas en la interfase materno-fetal del hilio de los placentomas. Este cambio patológico, se da entre el día 60 hasta el día 90 de la gestación.

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Tratamiento

Los antibióticos más eficaces para fines veterinarios son las tetraciclinas y los macrólidos (Nicolet, 1985; Albarracin, 2010).

Control

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Leptospira

Etiología

Las especies de Leptospira se ubican en el orden Spirochaetales, familia

Leptospiraceae y en el género Leptospira. Este género comprende dos especies fenotípicas: L. interrogans, que agrupa a leptospiras patógenas y L.

biflexa, microorganismos de vida libre que se encuentran fundamentalmente en las aguas superficiales. A diferencia de L. interrogans, las cepas de L. biflexa

no se asocian con infecciones en los humanos o animales y son avirulentas en los animales de laboratorio (Rosario Fernández et al., 2012).

Estos microorganismos presentan una forma helicoidal de 0,1 a 0,15 micras de diámetro y hasta diez micras de largo. Tienen un filamento axial, o endoflagelo, que le permite movimientos de rotación y traslación (Stanchi et al., 2007).Son microorganismos aerobios obligados, de lento crecimiento, y desarrollan con temperaturas óptimas de entre 28-30°C (Quin et. al., 2002; Carrica, 2007). Los miembros del género Leptospira son serológicamente heterólogos. El taxón básico es el serovar (serotipo), que se define sobre la base de similitudes y diferencias antigénicas, como las reveladas en la llamada prueba de “absorción de aglutinación cruzada” (cross agglutination absorption test). Cada serovar tiene una conformación antigénica característica proporcionada por antígenos superficiales localizados en la membrana externa, los que facilitan su clasificación.

Por debajo del nivel de especie, tanto L. interrogans como L. biflexa, se clasifican en serogrupos y serovares, atendiendo a sus características serológicas. Los serogrupos contienen los serovares antigénicamente relacionados y se conocen 24 serogrupos para las cepas patógenas. La lista de los serovares se actualiza periódicamente y recientemente se han descrito dos nuevos serovares patógenos, alcanzando el número de 200 serovares, (Odriozola, 2003; Stanchi et al., 2007) ejemplo de éstos son serovar

castellonis, canícola, copenhagueni, pomona, gripotiphosa, wolfi-hardjo, tarassovi, etc. (Brihuega, 2008).

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forma rápida, mediante técnica de microaglutinación y la identificación de las cepas hasta el nivel de serovar (Rosario Fernández et al., 2012).

En la actualidad, tomando como base los estudios de ADN, la clasificación por genomoespecies, de acuerdo con la Reunión del Subcomité de Taxonomía de Leptospira en el 2007, comprende trece especies patógenas: L. interrogans, L. alexanderi, L. fainei, L. inadai, L. krischneri, L. wolffi, L. borgpetersenii, L. weilii, L. noguchii, L. licerasiae, L. santarosai, L. alstonii, L.terpstrae y seis especies saprófitas: L. biflexa, L. ketyi, L.meyeri, L. yanagawae, L. wolbachi y L. vanthielii

(García Gonzales et al., 2013).

Epidemiología

La leptospirosis es una enfermedad de un alto impacto reproductivo y económico, que afecta al bienestar animal, ya que genera infertilidad, abortos, muerte perinatal o nacimientos de terneros débiles o que mueren, como también, el “síndrome de caída de la leche” o agalactia transitoria (Alonso-Andicoberry et al., 2001; Cantón et al., 2015). Es una zoonosis conocida con el nombre de enfermedad de Weil’s, considerada como una enfermedad de tipo ocupacional (Odriozola, 2001) de distribución mundial. Afecta a los mamíferos tanto domésticos como silvestres, aunque el agente se ha aislado de otros vertebrados, como aves y anfibios (Alonso-Andicoberry et al., 2001).

El hábitat natural de las leptospiras es el túbulo contorneado proximal del riñón de los roedores, siendo éste reservorio de la enfermedad (Quin et al., 2002; Carrica, 2007) y constituyendo la principal fuente de infección, los cuales eliminan leptospiras al medio, albergan la bacteria en el riñón y no sufren la enfermedad. Sin embargo, además de los roedores, existen otros reservorios de las leptospiras, como son el caso de los carnívoros, aves, anfibios.

Los huéspedes susceptibles sufren la enfermedad, en etapa de incubación y de convalecencia, convirtiéndose en portadores. Dentro de los portadores podemos mencionar a bovinos, cerdos, equinos, caprinos, ovinos y caninos (Radostits et al., 2006; Carrica, 2007).

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leptospirosis. Otro factor a tener en cuenta son las épocas de lluvia, que van a propiciar la existencia de una cierta estacionalidad en la presentación de la enfermedad.

Las diferentes cepas patógenas de leptospiras pueden afectar, potencialmente, a un gran número de especies animales, que actuarán como huéspedes de mantenimiento o accidentales, en función del serovar considerado. Por tanto, la población de mantenimiento será aquella población de una o varias especies animales que actúan como reservorio continuo de un serovar, en un ecosistema determinado. Una o más especies de mamíferos silvestres o domésticos, actúan de huéspedes de mantenimiento de cada serovar de leptospiras patógenas, pudiendo ser una especie animal reservorio de varios serovares y diferentes especies animales serlo de un mismo serovar. Estos huéspedes de mantenimiento actúan como fuente de infección del serovar que conservan para otros mamíferos de la misma u otra especie y se caracterizan por:

 Gran receptividad a la infección por el serovar que mantienen.  Relativa baja patogenicidad del microorganismo en el hospedador.  Presencia de infección renal con leptospiruria prolongada.

 En algunos hospedadores, mantenimiento de las leptospiras en el tracto genital.

 Transmisión eficaz de la infección a los animales de la misma especie.

La transmisión de la infección entre huéspedes de mantenimiento se realizará independientemente de las condiciones climáticas y ambientales. Sin embargo, en el caso de la transmisión de un huésped de mantenimiento a un huésped accidental o entre huéspedes accidentales, será necesario que las condiciones ambientales sean las adecuadas para la supervivencia de las leptospiras fuera del mismo (Alonso-Andicoberry et al., 2001).

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cualquiera de los serovares patógenos, sólo un número limitado de ellos serán endémicos en un país o región particular.

El modo más frecuente de transmisión en el caso de serovares adaptados, como hardjo, es la transmisión horizontal directa, mientras que la transmisión horizontal indirecta tiene un papel más importante en las infecciones accidentales y se produce tras la exposición del animal a un ambiente contaminado con material infectante.

Esto es debido a que los huéspedes de mantenimiento de un determinado serovar eliminan gran cantidad de microorganismos en su orina durante un período de tiempo prolongado, por lo que las gotículas de orina tendrán una alta concentración de leptospiras. Este hecho, sumado a la alta receptividad de los huéspedes de mantenimiento a la infección por el serovar adaptado, supone que esta forma de transmisión juegue un papel principal. Otra forma de transmisión directa sería la transmisión venérea. Aunque la presencia de leptospiras en el semen y tracto genital del toro ha sido observada, la transmisión sexual no ha sido plenamente demostrada en el ganado bovino, si bien se supone que es una de las más importantes para las cepas del serovar

hardjo genotipo hardjoprajitno.

La transmisión indirecta juega un papel más destacado en el caso de infecciones por serovares accidentales. La forma de transmisión más frecuente, tanto en el hombre como en los animales, es el contacto de la piel o mucosas con agua o barro contaminados con orina de roedores que excretan leptospiras.

Por lo tanto, las fuentes de infección más frecuentes para el ganado bovino son la orina, la leche, las descargas postparto, el agua y pastos contaminados por animales infectados en estado de portador.

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con lepstospira y luego de seis semanas puede ocurrir el aborto, siendo más comúnmente entre los seis y nueve meses de gestación.

Sin embargo, hay otros factores a tener en cuenta, como el tipo de explotación, siendo más frecuentes y de peor pronóstico las explotaciones de leche que las de carne. Esto es debido, principalmente, a que el ganado bovino lechero se explota generalmente en sistemas intensivos o semiextensivos que llevan a un mayor hacinamiento, favoreciendo la transmisión. La alimentación parece ser, también, un factor importante en relación con la eliminación de leptospiras en la orina, ya que al ser alimentados con suplementos como los ensilados de grano, produciría una disminución en el pH de la orina, cuyo efecto inmediato pareciera ser la menor cantidad de leptospiras viables eliminadas por esta vía (Alonso-Andicoberry et al., 2001).

Patogenia

La bacteria penetra a través de las mucosas o piel lacerada, como también vía inhalatoria o conjuntival a partir de orina de animales infectados, (Alonso-Andicoberry et al., 2001) se transporta por vía linfática y sanguínea hasta ciertos órganos, preferencialmente los riñones, hígado, bazo, sistema nervioso central, tejido ocular y tracto genital, donde se multiplica y permanece durante más o menos 7 días. La leptospira se acantona en el riñón, atravesando los espacios intertubulares y las células epiteliales de los túbulos, para penetrar en la luz tubular. Allí, se multiplican formando microcolonias para finalmente eliminarse por orina (Odriozola, 2001) en forma intermitente, generando el estado de portador (Morrel, 2010).

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hemorragia, dando como resultado el daño tóxico de los vasos sanguíneos o trombocitopenia tóxica.

Luego, como consecuencia se produce isquemia y anoxia del tejido, que resulta en una desintegración celular funcional y finalmente la muerte celular (Faine, 1994).

La bacteria presenta dos familias de adhesinas, no fimbriales que le permiten colonizar los túbulos renales entres otros tejidos que invade (García Gonzales

et al., 2013).

Las modificaciones del endotelio vascular, siempre preceden al daño isquémico renal, que conduce a necrosis de las células del túbulo contorneado proximal del riñón (Faine, 1994).

En las formas severas de la enfermedad hay nefritis intersticial aguda, y las lesiones glomerulares son menos constantes, con producción de cilindros tubulares proteicos, hemoglobina eritrocitos y degeneración celular. Todo esto puede conducir a falla renal y anuria.

En el ganado bovino L. hardjo y sus genotipos (hardjobovis y hardjoprajitno) están adaptadas al huésped (huéspedes de mantenimiento) y son responsables del aborto, (Faine, 1994; Morrel, 2010) que ocurre en la fase de leptospiremia, cuando las bacterias atraviesan la placenta y llegan al feto causando su muerte (Morrel, 2010). En cambio, L. Pomona y otros serovares que no están adaptados al bovino (huésped accidental) provocan infecciones accidentales (Ellis, 1994).

Respuesta inmune

Las leptospiras son parásitos extracelulares, por lo tanto la respuesta inmune adquirida depende de la producción de anticuerpos. La infección por leptospiras produce una respuesta humoral con producción de IgM e IgG, que son específicas de serovar (Stanchi et al., 2007).

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