T E R C E R A T E M P O R A D A GALA DE CLAUSURA

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T E R C E R A T E M P O R A D A GALA DE

CLAUSURA

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Sala Nezahualcóyotl

Sábado 16 de diciembre 20:00 horas Domingo 17 de diciembre 12:00 horas

Orquesta Filarmónica de la UNAM Massimo Quarta, director artístico

Programa

Piotr Ilyich Chaikovski Suite de El Cascanueces, op. 71a

(1840-1893)

I Obertura miniatura

II Marcha

III Danza del Hada de Azúcar IV Danza rusa (Trepak) V Danza árabe

VI Danza china

VII Danza de los mirlitones VIII Vals de las flores

(Duración aproximada: 24 minutos) Intermedio

Piotr Ilyich Chaikovski Sinfonía no. 6 en si menor, op. 74, Patética I Adagio - Allegro non troppo II Allegro con grazia

III Allegro molto vivace IV Adagio lamentoso

(Duración aproximada: 46 minutos)

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Massimo Quarta

Director artístico

Massimo Quarta comenzó el estudio del violín a los 11 años en el Conservatorio Tito Schipa de Lecce en Italia y continuó su formación con Beatrice Antonioni en el Con- servatorio de Santa Cecilia en Roma. Posteriormente fue alumno de Pavel Vernikov, Ruggiero Ricci, Abram Shtern y Salvatore Accardo. Ganó el premio Opera Prima Philips en el Concurso de Vittorio Veneto y el Concurso Inter- nacional de Violín Premio Paganini de Génova (1991). A lo largo de su carre- ra, se ha presentado en la Konzerthaus y la Philharmonie de Berlín, el Teatro alla Scala de Milán, el Concertgebouw de Ámsterdam y otros escenarios en Roma, París, Múnich, Frankfurt, Düsseldorf, Varsovia, Moscú, Tokio y otras ciudades, bajo la batuta de Yuri Temirkanov, Myung-Whun Chung, Christian Thielemann, Aldo Ceccato, Daniel Harding, Daniele Gatti, Vladimir Jurowski, Daniel Oren y Kazushi Ono, entre otros directores.

Ha participado en los festivales de Stresa, Sarasota, Kuhmo, Spoleto, Bratislava, Kfar Blum, Bodensee, Liubliana, Ravenna, Citta di Castello, Lyon, Nápoles, Sapporo, Potsdam, Festwochen de Berlín y Kammermusikfest de Gidon Kremer en Lockenhaus.

Grabó la versión original del Concierto para violín no. 6 de Paganini con el violín Guarneri del Gesù «Cannone» del compositor. Su discografía también incluye obras para violín y piano y los 24 caprichos para violín del mismo Paganini. En 2004, recibió el premio Choc de la revista Le monde de la musique.

Massimo Quarta utiliza un violín construido por G. B. Guadagnini en 1765.

Además de su carrera como solista, en años recientes ha incursionado en la dirección, al frente de la Filarmónica de Viena, la Filarmónica Real de Londres, la Sinfónica de los Países Bajos, la Sinfónica de Berlín, la Orquesta de la Suiza Italiana, la Sinfónica de Jutlandia del Sur en Dinamarca, la Filar- mónica de Málaga y otros conjuntos en Italia, Alemania y la República Checa.

Ha sido director musical de la Orquesta de la Institución Sinfónica de Abruzzo y la Orquesta de la Fundación Tito Schipa de Lecce. Recibió el galardón Foyer des Artistes del Premio Internacional de Artes y Espectáculos Gino Tani. Es presidente de la Asociación Europea de Maestros de Cuerdas y profesor en el Conservatorio de la Suiza Italiana en Lugano. Actualmente es director artístico de la Orquesta Filarmónica de la UNAM.

Fotografía: Daniele Cruciani

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Piotr Ilyich Chaikovski

(Votkinsk, 1840- San Petersburgo, 1893)

El Cascanueces

Un héroe se caracteriza por ser capaz de llevar a cabo acciones físicas o in- telectuales muy por encima de las posibilidades de las personas comunes y corrientes, ya sea en busca de su perfeccionamiento espiritual, en beneficio del prójimo o por amor. Heracles llevó a cabo los doce trabajos para purificar- se del asesinato de sus hijos; con sólo una quijada de asno Sansón dio muerte a mil filisteos que amenazaban su existencia y la de su pueblo; Edipo descifró los enigmas de la Esfinge para salvar a Tebas de la peste, al igual que Calaf resolvió los acertijos que le impuso Turandot como condición para mante- ner la cabeza en su lugar y de paso ser su esposa; Tristán aniquiló un dragón para poder ganar para el rey Mark la mano de Isolda, de la misma manera que Sigfrido le hizo la chamba al rey Günter para que éste pudiera des- posarse con Brunhilda. Sin embargo, en algunas ocasiones la fuerza no ha sido suficiente, pues ha sido necesario reunir alguna condición extra o va- lerse de uno que otro recurso ajeno para consumar la hazaña, como en el caso de Sansón que debía mantener intacto el largor de su melena, o el de Sigfrido, que del Tarnhelm se valió para llevar a cabo sus proezas.

Pero de todos los héroes que las mitologías, las leyendas y los cuentos fabulosos nos han legado, hay uno que para poder triunfar en la difícil prue- ba que el destino le deparó necesitaba reunir algunas peculiares condiciones, como tener dientes lo suficientemente fuertes como para partir la nuez más dura de este mundo, nunca haber afeitado su rostro y sus pies con botas ja- más haber calzado, además de ser capaz de dar siete pasos hacia atrás con los ojos cerrados sin caerse. Por supuesto, se trata del hijo del fabricante de muñecos Cristóbal Zacarías Drosselmeier, mejor conocido como Cascanueces.

La historia del joven que consumó la hazaña de partir con sus dientes la nuez Krakatuk y colocarla con los ojos cerrados en la boca de la deforme princesa Pirlipat para devolverle su belleza original apareció publicada en 1816 en el cuento Cascanueces y el rey de los ratones, escrita por E. T. A. Hoffman.

En ella, el joven Drosselmeier es transformado en un monstruoso ser como resultado de un hechizo, y a causa de ello rechazado por la ingrata princesa a quien había redimido de la maldición de una ratona vengativa, a pesar de haber ganado para sí el derecho a desposarse con ella. Pero gracias al amor, la fidelidad y el sacrificio de María, la protagonista del cuento, Cascanueces es capaz de vencer en combate singular al ratón de las siete cabezas, recu- perar su apariencia original y así aspirar a pedir la mano de su salvadora para vivir feliz con ella en el Reino de Mazapán. Adaptada por Alejandro Dumas padre, la historia fue transformada en libreto para ballet por Iván Vsevolozhsky y Marius Petipa.

Fue precisamente Iván Vsevolozhsky, director de los Teatros Imperiales Rusos, quien, después del éxito conseguido por Chaikovski con La bella dur- miente en 1890, le encargó la música para un nuevo ballet, en el que el com- positor trabajó a lo largo de 1891 y 1892, y que se estrenaría el 12 de diciembre de este último año en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo con coreografía inicialmente desarrollada por Petipa pero concluida por su asistente Lev Ivanov.

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En la versión desarrollada para el ballet, es Clara el nombre de la protagonis- ta de la historia, la cual transcurre mitad en medio de bailes, juegos y actos mágicos durante la cena de Navidad en casa del doctor Stahlbaum, padre de los hermanos Clara y Federico, y mitad a lo largo del sueño que tiene Clara al quedarse dormida al pie del árbol navideño en la sala de su casa después de ir a sacar de una vitrina el cascanueces que el padrino Drosselmeier le había obsequiado esa noche. En el sueño, aparecen súbitamente innumerables ratones liderados por su rey, un enorme ratón que combate cuerpo a cuerpo con Cascanueces quien, apoyado por los soldaditos que el padrino había regalado a Federico, a punto de ser vencido es salvado por el heroísmo de Clara, gracias a lo cual el malvado ratón y sus secuaces son derrotados. En agradecimiento, Cascanueces invita a Clara al Reino de los Dulces, en donde sus habitantes bailan para ellos la Danza del chocolate, la Danza del café, la Danza del té, el Trepak, entre otros bailes, para culminar en medio de una apo- teosis al final de la cual Clara se despierta de su sueño.

Meses antes del estreno del ballet, Chaikovski seleccionó ocho de sus números para conformar la Suite opus 71a. No deja de sorprender que nunca considerara El Cascanueces como una de sus obras relevantes. Sin embargo, aun cuando estaba a punto de internarse por un camino sin retorno sembra- do de angustias y tormentos en el que sería el último año de su vida, la obra le reportó algunas satisfacciones. No obstante, los críticos, las más de las veces parásitos del talento ajeno, no se cansaron de señalar supuestos defectos en la música en relación con la danza. No obstante, más de cien años después El Cascanueces es uno de los ballets más representados en el mundo y uno de los últimos resplandores de una época en la que el hombre todavía escuchaba, aunque es verdad que cada vez más lejana, la voz del alma en los cuentos de hadas.

Piotr Ilyich Chaikovski

(Votkinsk, 1840- San Petersburgo, 1893)

Sinfonía no. 6 en si menor, op. 74, Patética

Antes de que el último grano de la arena que le fuera concedida atravesara el estrecho umbral del presente para perderse en el vasto océano del recuer- do, Sócrates dedicó las horas postreras de su vida a reflexionar sobre la inmortalidad, la trascendencia y el destino final del alma. Alegoría filosó- fica o misterio sagrado, si tan sólo supiéramos, cómo lo supieron Ulises y Eneas, la manera de llegar a los confines de la existencia para descender hacia el inefable plano donde moran las almas de los que en esta vida fueron, podríamos, con un poco de suerte, encontrarnos con la de Piotr Ilyich Chaikovski para pedirle que nos haga la merced de revelarnos aquello que en verdad quiso decir en su famosa Sexta sinfonía, para así poner fin a tanta interpretación tan chabacana, sentimentaloide y lacrimógena que tanto daño le ha hecho.

Pero, como canta el fauno de Mallarmé, ¡Reflexionemos!: Chaikovski estaba cerca de cumplir 53 años de edad cuando inició la composición de su Sexta sinfonía. Meses antes, su ballet El Cascanueces, al igual que su ópera

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Iolanta habían sido recibidos con gran entusiasmo por parte del público; era celebrado y honrado como un gran compositor y dirigía sus obras en distin- tas ciudades de Europa; en Inglaterra recibiría el doctorado Honoris causa por la Universidad de Cambridge, y de esa época procede el magnífico retrato que le hiciera el pintor Nikolai Kuznetsov, que muestra a un hombre de fuer- te personalidad esculpida por el sufrimiento, en quien el tiempo ha dejado una profunda huella y cuya intensa mirada no permite adivinar que, sin em- bargo, atravesaba por una de las más profundas crisis creativas de su vida, provocada, entre otras cosas, por la exigente revisión que había hecho de la que originalmente iba a ser su sexta sinfonía, y en la cual no encontró nada que realmente valiera la pena para continuar el trabajo, lo que lo llevó a con- siderar que el hontanar de sus ideas se había secado. «He estudiado muy cuidadosamente mi nueva sinfonía[...], no hay nada ni remotamente intere- sante o atractivo en ella. He decidido tirarla y olvidarla. La decisión es irrevocable y es magnífico que la haya tomado. ¿Pero se deduce de ello que estoy acabado y agotado?», le escribió a su sobrino Vladímir Davidov, y más tarde, a su hermano Modest le confiesa: «…es necesario que recobre la fe en mí mismo, porque está peligrosamente dañada; pienso que estoy acabado.»

Fue entonces que, durante su habitual gira de conciertos por el extranje- ro, iniciada a finales de 1892, Chaikovski concibió la idea de una nueva sin- fonía, en relación con la cual le escribió entusiasmado a su sobrino:

Mientras estaba de viaje, tuve una idea para otra sinfonía, esta vez una sinfonía con programa; pero ese programa será un enigma —que lo adivine la gente— y la obra se llamará realmente Sinfonía con programa (número 6). Este programa es tan intensamente personal que mientras lo componía mentalmente en mis viajes lloraba copiosamente.»

Decidió entonces utilizar los materiales de su fallida sinfonía para crear su tercer concierto para piano y orquesta, el cual dejaría inconcluso, e inició la composición de la Sexta. Así, conforme avanzaba en su trabajo, Chaikovski fue recuperando la confianza en sus poderes creadores: «En estos momentos estoy completamente entregado a mi nueva composición, y encuentro extre- madamente difícil dejar de trabajar en ella. Creo que será lo mejor que he escrito», le escribió a su hermano Anatoli.

Terminada la sinfonía en agosto de ese año, su hermano Modest sugirió el título Pateticheskaya para denominarla, el cual, si bien equivale a la palabra Patética, no tiene en ruso la misma connotación que en otras lenguas, sino que significa «apasionado» o «emocional», lo cual ha dado pie a un equívoco por el cual muchos ven en el carácter melancólico, obscuro y trágico de primero y cuarto movimientos de la obra la confirmación de ese malentendido pate- tismo que se le adjudica, cuando que en realidad los cuatro movimientos que la componen están cargados de una intensa emoción, pero cada uno dentro de un carácter distinto relacionado con un aspecto de la vida del compositor.

Lamentablemente, la repentina muerte de Chaikovski, acaecida apenas nue- ve días después del estreno de la sinfonía y en circunstancias no esclarecidas plenamente, ha contribuido a todo tipo de interpretaciones de la misma, entre

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las cuales una de las más aceptadas por la sensibilidad telenovelera del pú- blico villamelón es aquélla que sostiene que la Sexta es una especie de carta anunciando el suicidio del autor, teoría difícil de conciliar con las expresiones de alegría que en sus cartas celebran la conclusión de la obra: «He terminado de orquestar mi nueva sinfonía», le escribía Chaikovski a su editor, y añadía,

«Sinceramente, nunca en mi vida me he sentido tan contento de mí mismo, tan orgulloso, tan feliz de saber que realmente he escrito algo bueno.»

Lo cierto es que el resultado fue una sinfonía nada convencional, y no sólo por la manera tan obscura en la que comienza y el exacerbado conflicto que se despliega a lo largo del primer movimiento, ni por la forma tan dolorosa y agonizante en la que se desarrolla y termina el último, sino también por el carácter de los dos movimientos centrales: el plácido vals que ocupa el se- gundo movimiento, y que a diferencia de los valses tradicionales basados en un compás de 3/4 está construido sobre uno de 5/4, y el tercer movimien- to, enorme forma de despliegue basada en un tema de una simpleza admirable por su fuerza expresiva y su empuje pleno de optimismo, que sobre un ritmo de marcha avanza ininterrumpida y victoriosamente a la manera de un perpetum mobile, generando cada vez más tensión, que desemboca en uno de los clímax más emocionantes y luminosos de la historia de la música.

Es inevitable señalar el parecido existente entre uno de los temas que apa- recen a lo largo del movimiento y el tema de «destino» de la Quinta sinfonía de Beethoven, compositor profundamente admirado por Chaikovski, como si en este impulso victorioso que se despliega a lo largo de todo el movimiento se expresara el anhelo del compositor por triunfar sobre un destino incierto, algo que nunca sabremos pues Chaikovski no reveló, hasta donde sabemos, ese programa personal sobre el cual había diseñado la obra.

Chaikovski mismo dirigió el estreno de la Sexta el 28 de octubre de 1893 en San Petersburgo. Dos días después envió la partitura a su editor para su publicación, y después de pedirle que agregara en la primera página la dedi- catoria de la obra dirigida a su amadísimo sobrino Vladímir, le advierte: «Con esta sinfonía ha ocurrido algo extraño: no es que no le guste al público, pero la gente se queda un tanto confundida con ella. En lo que a mí personalmen- te concierne, estoy más orgulloso de ella que de cualquier otra de mis obras.»

No siempre el destino es «un algo» desconocido que paciente, pero inexo- rablemente nos aguarda en un punto del camino de la vida, sino «un algo» que hacemos madurar con nuestros actos esperando el momento indicado para caer. Nueve días después del estreno de la Sexta, la vida de Chaikovski se apagaba llevándose el misterio de su verdadero significado.

Notas: Roberto Ruiz Guadalajara

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ORQUESTA FILARMÓNICA DE LA UNAM

La Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM), el conjunto sinfónico más antiguo en el panorama cultural de la Ciudad de México, constituye uno de los factores preponderantes del proyecto cultural de mayor trascendencia del país: el de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Durante ochenta años de actividades, la OFUNAM se ha convertido en una de las mejores orquestas de México. Su popularidad se debe a la calidad del conjunto, de sus directores titulares, a la participación de directores huéspe- des y solistas de prestigio nacional e internacional, a una programación interesante y variada, al entusiasmo de sus integrantes y a la belleza, la co- modidad y la magnífica acústica de su sede, la Sala Nezahualcóyotl. Además, cada temporada la orquesta realiza giras por diferentes escuelas y facultades de la UNAM. En 2014 realizó una gira por Italia y en 2015 otra por el Reino Unido. Su repertorio abarca todos los estilos, desde el barroco hasta los con- temporáneos, incluyendo desde luego la producción nacional.

En 1929, a raíz de la recién lograda autonomía universitaria, estudiantes y maestros de música constituyeron una orquesta de la entonces Facultad de Música de la UNAM. Posteriormente, con un proyecto aprobado por el go- bierno de Lázaro Cárdenas, se transformó en un conjunto profesional en 1936.

Originalmente denominada Orquesta Sinfónica de la Universidad, su dirección fue compartida por José Rocabruna y José Francisco Vásquez, y su sede se fijó en el Anfiteatro Simón Bolívar, de la Escuela Nacional Preparatoria.

De 1962 a 1966, Icilio Bredo tuvo a su cargo la dirección artística de la orquesta, cuya sede se cambió al Auditorio Justo Sierra, de la Facultad de Filosofía y Letras. En 1966, la designación de Eduardo Mata como director artístico marcó el inicio de una nueva y brillante etapa de desarrollo del con- junto que duró nueve años. Fue durante este período que la Orquesta Sinfónica de la Universidad se convirtió en Orquesta Filarmónica de la UNAM, y comenzó la construcción de un nuevo y moderno recinto para albergar al conjunto universitario, la Sala Nezahualcóyotl. Héctor Quintanar fue nombra- do director artístico en 1975. Al año siguiente, la orquesta se mudó a su actual sede. Desde entonces, la orquesta universitaria ha trabajado bajo la guía de Enrique Diemecke y Eduardo Diazmuñoz (1981 a 1984, directores asociados), Jorge Velazco (1985 a 1989), Jesús Medina (1989 a 1993), Ronald Zollman (1994 a 2002), Zuohuang Chen (2002 a 2006), Alun Francis (2007 a 2010) y Jan Latham-Koenig (2012 a 2015). Desde enero de 2017, Massimo Quarta es

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Concertinos Sebastian Kwapisz Manuel Ramos Reynoso

Violines primeros Benjamín Carone Trejo Ewa Turzanska

Erik E. Sánchez González Alma D. Osorio Miguel Edgardo Carone Sheptak Pavel Koulikov Beglarian Juan Luis Sosa Alva José Juan Melo Salvador Carlos Ricardo Arias de la Vega Jesús Manuel Jiménez Hernández Teodoro Gálvez Mariscal Raúl Jonathan Cano Magdaleno Ekaterine Martínez Bourguet Toribio Amaro Aniceto Martín Medrano Ocádiz

Violines segundos Osvaldo Urbieta Méndez*

Carlos Roberto Gándara García*

Nadejda Khovliaguina Khodakova Elena Alexeeva Belina

Cecilia González García Mora Mariano Batista Viveros Mariana Valencia González Myles Patricio McKeown Meza Miguel Ángel Urbieta Martínez María Cristina Mendoza Moreno Oswaldo Ernesto Soto Calderón Evguine Alexeev Belin Juan Carlos Castillo Rentería Benjamín Carone Sheptak

Roberto Antonio Bustamante Benítez

Violas

Francisco Cedillo Blanco*

Gerardo Sánchez Vizcaíno*

Patricia Hernández Zavala Jorge Ramos Amador Luis Magaña Pastrana Érika Ramírez Sánchez Juan Cantor Lira

Miguel Alonso Alcántara Ortigoza Anna Arnal Ferrer

Roberto Campos Salcedo Aleksandr Nazaryan

Violonchelos

Valentín Lubomirov Mirkov*

Beverly Brown Elo*

Jorge Andrés Ortiz Moreno José Luis Rodríguez Ayala Meredith Harper Black Marta M. Fontes Sala Carlos Castañeda Tapia Jorge Amador Bedolla Rebeca Mata Sandoval Lioudmila Beglarian Terentieva Ildefonso Cedillo Blanco

Contrabajos Víctor Flores Herrera*

Alexei Diorditsa Levitsky*

Fernando Gómez López José Enrique Bertado Hernández Héctor Candanedo Tapia Claudio Enríquez Fernández

Jesús Cuauhtémoc Hernández Chaidez Alejandro Durán Arroyo

Flautas

Héctor Jaramillo Mendoza*

Alethia Lozano Birrueta*

Jesús Gerardo Martínez Enríquez

Piccolo Nadia Guenet

Orquesta Filarmónica de la UNAM

Massimo Quarta, director artístico

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Oboes

Rafael Monge Zúñiga*

Daniel Rodríguez*

Araceli Real Fierros Corno inglés

Patrick Dufrane McDonald Clarinetes

Manuel Hernández Aguilar*

Austreberto Méndez Iturbide Clarinete bajo

Alberto Álvarez Ledezma Fagotes

Gerardo Ledezma Sandoval*

Manuel Hernández Fierro*

Rodolfo Mota Bautista Contrafagot

David Ball Condit Cornos

Elizabeth Segura*

Silvestre Hernández Andrade*

Gerardo Díaz Arango Mateo Ruiz Zárate Mario Miranda Velazco

Trompetas James Ready*

Rafael Ernesto Ancheta Guardado*

Humberto Alanís Chichino Arnoldo Armenta Durán Trombones

Benjamín Alarcón Baer*

Alejandro Díaz Avendaño*

Alejandro Santillán Reyes Trombón bajo

Emilio Franco Reyes Tuba

Héctor Alexandro López Timbales

Alfonso García Enciso Percusiones Javier Pérez Casasola Valentín García Enciso Francisco Sánchez Cortés Abel Benítez Torres Arpa

Janet Paulus Piano y celesta

E. Duane Cochran Bradley

* Principal

La Orquesta Filarmónica de la UNAM agradece su presencia durante los conciertos de este año y que pertenezca a nuestra comunidad

musical. Queremos aprovechar la ocasión para desearle

felices fiestas y un 2018 pleno de satisfacciones.

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Programa sujeto a cambios

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Dr. Enrique Luis Graue Wiechers

Rector

Dr. Leonardo Lomelí Vanegas

Secretario General

Ing. Leopoldo Silva Gutiérrez

Secretario Administrativo

Dr. Alberto Ken Oyama Nakagawa

Secretario de Desarrollo Institucional

Mtro. Javier de la Fuente Hernández

Secretario de Atención a la Comunidad Universitaria

Dra. Mónica González Contró

Abogada General

Coordinación de Difusión Cultural Dr. Jorge Volpi Escalante

Coordinador de Difusión Cultural

Mtro. Fernando Saint Martin de Maria y Campos

Director General de Música

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