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(1)

ANUEL MULERO CLEMENTE

COMANDANTE DE INFANTERÍA

OS feiritorios españoles

w^ sanara f^^

grupos nómadas

Itl

SAHARA

1945

(2)

¿as' Tmmmmos,iBSPXÑ0im DEL sAmiiAiyr^m GRUPOS

NÓM^AS

(3)

MANUEL MULERO CLEMENTE

COMANDANTE DE INFANTERÍA

LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL SAHARA Y SUS GRUPOS

NÓMADAS

SAHARA

M CM X LV

(4)

Al Exemo. Sr, Don José Bermejo Ló- pcií, Gobernador Político Müitar de W Territorios de Ifni ¡f Sahara f Delegada en la Zona Sttr del Protectorado del ÁUa Comisario de España en Marruecos con admira<»é», respeto f cariño.

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PRÓLOGO

La escasa divulgación que actualmente tienen loa conocimien- tos que se refieren a Itis Territorios Españoles del Sabara, nos ha movido a dar publicidad ai presente trabajo, con el prepósito ele proporcionar a todos aquéllos que se interesan por los prMemé»' coloniales de nuestra Patria, un libro, más didáctico que literario, en donde encuentren reunidos todos los datos que juzgamos intere- santes para el conocimiento general de los mismos.

Ha influido especialmente en nosotros también la falta de un volumen apropiado que recoja la información necesaria para orientar y facilitar la ardua labor que corresponde al Oficial del Desierto.

En él se contiene, al lado de unas nociones generales de geo- grafía física, humana y política, de historia, costumbres etc., un es- tudio somero de la organización y forma de actuar de nuestras

Unidades Nómadas, firmas pilares de la colonización, y un bos- quejo de la anatomía y caracteres del camello dromedario, elemen- to vital del Desierto alrededor del cual gira la eterna y dura lucha del nomadismo.

En un principio este trabajo no tuvo esa finalidad; él es el resultado de las notas tomadas por el autor, de los resúmenes he- chos a base de conocimientos dispersos por numerosas obras de di- verso carácter, de observaciones personales, de datos recogidos so- bre el terreno que no tenían otra aspiración que la de adquirir una idea, lo más amplia posible de los Territorios; pero casi fina-

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X urólogo

lisiada la tarea hemos pensado que la puhlicación del mismo sería de utilidad, no sólo para el Oficial hlómada, sino también para los compañeros de Armas y para el público en general, como medio de satisfacer el deseo de saber de muchos, y de despertar el interés de otros hacia este trozo de terreno, prolongación de nuestra Patria, de existencia casi ignorada u olvidada por la mayoría.

Nos consideraremos recotápensados de nuestro esf^ierzo si este modesto trabajo logra su propósito, y guardamos la esperanza de que sirva también de estímulo a muchos de nuestros Oficiales del Desierto para no descuidar sus aportaciones a la obra del co- nocimiento total de estos Territorios. Nuestro mayor anhelo, por- que pensamos en España, es que muy pronto las obras de esta índole se multipliquen y obliguen a la presente a quedar muy a retaguardia.

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PRIMERA PARTE

LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL SAHARA

GEOGRAFÍA FÍSICA, HUMANA Y POLÍTICA

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GEOGRAFÍA FÍSICA

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C A P I T U L O I

1.°—SiTuxaóN, LÍMITES, EXTENSIÓN Y POBLAOÓN.

3.°—FISONOMÍA GENERAL DEL SUELO.

Humadas.—Llanuras.—Reg o Raña.—Sehjas.—Du- nas.— Uadis.—Zonas montañosas.—Costas.

3.**—RESEÑA GEOLÓGICA.

I.* S I T U A a Ó N , LÍMITES, EXTENSIÓN Y PO- BLACIÓN.

(GRÁFICO

I)

Los Territorios españoles del Sahara se encuentran en la par- te más occidental del continente Africano, ocupando una porción mínima (298.000 Km.') de la inmensa extensión del Desierto Saháríco (cerca de 8 millones de Km.*). Sus límites generales es- tán determinados al Norte por el cauce del rio Drá hasta su en- cuentro con el paralelo 11° Oeste de París, que viene a coincidir con el lugar denominado Magder Selam, a unos 235 Kiii^. de la costa; al Oeste por el Océano Atlántico, y al Este y Sur pot la frontera con los territorios franceses según ima linea que más adte- lante detallaremos.

Se hallan divididos en tres Zonas:

i Zona Sur del Protectorado, ubicada en el espacio com-

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i 6 Manuel Mulero Clemente

prendido entre el Drá y el paralelo 27^40 de latitud norte.

Zona de libre ocupación, o de la región de la Seguía el Hamra, que se extiende hasta poco más al sur del Cabo Bojador por donde pasa el paralelo 26°.

Colonia de Río de Oro, que comprende hasta el límite Sur general.

La extensión superficial aproximada de cada una de estas re- giones o zonas es de 26.000, 82.000 y 190.000 Kms. cuadra- dos respectivamente. La población total aproximada se calcula en 50.000 habitantes, a cuyo número se pueden aumentar en épocas de pastos unos 30.000. De los primeros corresponden: 12.000 a la Zona Sur del Protectorado; 13.000 a la Seguia el Hamra y 2';.000 a Río de Oro.

2.° FISONOMÍA GENERAL DEL SUELO. ' ' ;' La amplia faja que forman estos territorios se extiende a lo

largo de la costa en una longitud de más de mil Kms. y una an- chura de un promedio de 500 Kms. ofreciendo en su conjunto el aspecto característico de los países desérticos.

Extensas, áridas y monótonas llanuras formadas por altipla- nicies que escalonadamente ascienden desde el litoral al interior;

espacios recubiertos de arena; ásperos y rocosos pedregales de as- pecto desolador que recubren grandes extensiones de terreno; pe- queños y aislados núcleos montaiiosos de color negruzco; rosarios de colinas oscuras que, a modo de islotes, surgen del suelo llano;

depresiones extensas a más baja profundidad que el nivel del mar;

costa árida e ingrata con sus temibles playas y rompientes; y des- entonando de este conjunto, un sistema montañoso asentado en la vertiente Sur del Drá, que como enlazados goterones del Anti- atlas llenan la Zona Sur del Protectorado, a modo de balcón que se asomase hacia la llanura sin horizonte del Desierto, constitu-

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GRÁFICO NÚM. I

V . C I S N E

SITUACIÓN EN EL CONITINFNTE AFRICANO

\)is/í.yDÍón eti-De'Vc^d-c'i-art-es

- t i c p v a d a con^ E.v5'|tatícvPetlirv-

,» IFMl

c. j u

Oüei

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Hamada del «Gaada». (F. H. Pacheco)

Llanura arenosa con vegetación típica.

(13)

sjri Geografía Física 17

yendo la parte más movida, orográficamente considerada, de todo este conjunto.

Ríos de régimen torrencial cuyos secos cauces recogen las aguas en tiempo de lluvias, discurriendo por ellos en avalancha.

Vegetación rala y dispersa; matojos de tallo reseco; arbustos acha- parrados inclinados en la dirección del viento predominante y esca- sos parajes de suelo deprimido, generalmente arcilloso, con alguna vegetación de matorrales llamados «graras», que adquieren gran exhuberancia en épocas lluviosas y que los indígenas suelen con- vertir en campos de cebada, que en los años buenos les proporcio- nan el grano necesario.

Y p o r último, en medio de esta aridez general, los escasos oasis que agrupan a su alrededor pequeiios núcleos de población y a las guarniciones; y los pozos, en casi su totalidad de agua de gusto salobre, que extendidos por el desierto, comúnmente a gran- des distancias unos de otros, jalonan las rutas de caravanas de los nómadas en sus constantes desplazamientos.

En las formas que presenta el terreno podemos distinguir:

HAMADAS.

Son la expresión desértica de la meseta y las constituyen al- tiplanicies extensas que se encuentran en el interior, por lo común pedregosas, de rocas descarnadas fragmentadas en grandes losas y esquirlas. Su contorno está limitado por cuestas generalmente es- calonadas en forma de gradería llegando a alcanzar alturas de ^ o , 6 0 y hasta l o o metros sobre la llanura más baja. Otras veces es- te contorno se presenta en forma de acantilados verticales con sa- lientes más o menos acentuados, producidos por ríos fósiles que quedan a su pie y que en otros tiempos arrastraron grandes co- rrientes de agua que dejaron esas huellas de su acción erosiva, hoy día nivelada y suavizada por el transporte de arena realizada por el viento. Por la acción erosiva de las aguas principalmente, efec-

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i 8 Manael Mulero CleAeiite

tuada en épocas anteriores, se presentan también estas hamadas di- vididas en planicies más peqt^iSñas que reciben el nombre de Hanieidías.

LLANURAS.

En ellas se distinguen tres clases; Arcillosas, Calcáreas y Pedregosas. Las primeras sqn uniformes y horizont^iles, de suelo duro y resistente c[ue cuando llueve se cubre de utla capa de ba- rro fino y resbaladizo a causa de la naturaleza de su suelo. Predo- minan en las partes llanas de las Hamadas.

Las segundas están formadas por costrones calizos de seis a ocho centímetros de espesor y de dos a cuatro mptros de tama- ño, recubiertos por sedimentos de tierra arcillosa rojiza. Abudan en las zonas litorales.

Las terceras están formadas por cantos calcáreos de forma irregular y diversos tamaños, provinientes dp la fragmentación de los costrones calizos desérticos y acumulación en su superficie de otros materiales rocosos. A esta clase pertenecen también las for- madas por cantos de pedernal en lugar de los calizos, por lo gene- ral de mayor tamaño que los anteriores y de suelo duro y quebra- dizo.

' REO Ó RAÍIA.

Es la lonna desértica del llano como la Hamada lo es de k ttieseta y está fornico per disgregación de las rocas o por aluvio- nes transportados. Su campo está totalmente ocupado por cascotes cüarcitosos o de areniscas muy duras, que unas vecéis se présente cc»i agudas aristas, O de bofaes redondeados y tamaño uniforme»

llegando a eoHItttiuir depósitos de gran espesor. '

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Gtogntííí Fisfea 19

SEBJAS.

Son depresiones bruscas del terreno que ocupan gran exten^

sión, a veces hasta centenares de Kms. cuadrados. Sus laderas son verticales y el fondo completamente plano está formado por mate- riales arcillosos recubiertos en algunos trozos por superficies de concentrada agua salina, sobre la que flotan die' vez en cuando trozos blancuzcos de sales que al retinar los rayos solares los ha- cen brillar. Por los derrumbamientos que se producen en sus lade- ras se forman altos taludes de rápida pendiente.

£1 particular más importante de estos curiosos accidentes geológicos, es que su fondo está a más bajo nivel que el mar. La formación de ellos es debida a la acción erosiva y de disolución de las aguas subterráneas en épocas pasadas que, arrastrando materia- les ligeros y disolviendo los salinos, dio lugar al hundimiento de las capas superiores faltas del apoyo de las inferiores. Este fenómeno pudo producirse en un tiempo en que la masa continental se en- contraba más elevada sobre el mar que en la actualidad, coincidien-^

do con una época de intensas lluvias que determinaron fuertes co- rrientes de agua subterránea, por efectos de la infiltración y que descendían hacia el Océano por el desnivel existente. Más tarde el continente experimentó una inmersión y el fondo de las sebjas quedó a más profundidad que la superficie del mar.

DUNAS.

La constante acción del viento nornoreste, alisio, determina la formación de masas irregulares de arena alineadas en aquella di- rección, presentando en sus acumulaciones diver^s aspectos; en algunos lugares cubre casi totalmente el suelo. Otras v e c ^ forma pequeños montones que se inician al encontrar esta arena trans- portada pequeños obstáculos como matas, piedras, esqueletos de algún ^ m a l , etc.

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Manad Mulero demente

Y en Otros parajes se forman los «barjanes», que son gandes dunas con característica forma de media luna, de extremos alarga- dos j ceolFO prominente, dando lugar a suaves pendientes en la parte convexa o popa de la misma y bruscas en la parte interior o cóncava. Por su crecimiento progresivo se unen por sus extremos ccHi otxis semejantes, originando un conjunto de montículos re- curvados. El tamaño de estas dunas v^ía entre los cincuenta y cien metros de largo y seis, ocho y hasta diez metros de altura.

La masa de esta arena avanza con lentitud. Del centro de las dunas y de su parte más elevada se desprenden al impulso del vient» toiues espirales de arena que caen tras ellas, produciéndose de este modo pausadamente el traslado hacia adelante en el sentido del viento. Estas aglomeraciones siempre en movimiento, que no descomponen su forma, reciben el nombre de «médanos».

En nuestro Sahara existen dos alineaciones principales de are- nas voladoras, de una anchura aproximada de nueve kilómetros.

Una de estas bandas parte de Cabo Juby, cruza la Seguia el Hamra jimto al Aixm, sigue hacia el Sur y da lugar al campo de dunas de Dráa Afrakir. La otra banda, al interior de la primera, se extiende desde el puerto Cansado hacia el Sur también, asciende dividida en dos ramales la hamada del Gaada, formando los cam- po» de dimas de Asatef y Umtuaref y los próxinKJS al Morabito y pozo de Hagunia, terminando en el v ^ c de la Seguia.

El conjunto de estas bandas es conocido por el nombre de

Ergs.

UADIS.

El sistema fluvial (kl Sahara está formado por ríos fósiles qtie no tienen caudal permsmente y cuando llevan a^ua lo es de rarma accidental como consecuencia de fuertes aguaceros que co<- rren por su curso en forma torrencial o de avakncha.

Los ríos que nacen en el interior del Sahara, o sea los verda-

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Geogmfia fiáca *$.

deros salaríanos, ofrecen el aspecto de ramblas cuyos caucas, «n par- te invadidos por k s arenas y en parte por pedr^ales, (»iginan di- ferencias de nivel pronunciadas que las aguas a menudo ^ o pueden salvar. Algunos, cuando las lluvias son de carácter local, Üevao agua sólo por determinados parajes de su recorrido, lomándose a veces charcas de gran duración. Cuando estas lluvias se ^oáa- cen en una zcma amplia, las aguas discurrui en avaLttidha reco- rriendo hasta centenares de kilómetros, y en otros casos su curso se interrumpe en determinados tramos, por filtracim, para j^tare- cer superficialmente más tarde.

Los que nacen en el interior de las Hamadas o al pie de los macizos montañosos del interior (de escasa altura) alcanzan longi- tudes de gran número de kilómetros, como la Seguía el Hamra de

^^o Kms. de cauce, el Chebica de l o o y el Atui, que atraviesa el territorio de Río de O r o de Norte a Sur.

Otros cauces son tan breves que apenas se alejan de la costa tres o cuatro kiltknetros y forman verdaderos barrancos, que cuaa- do llevan agua la vierten precipitadamente hacia el acantilado cos- tero, cerca del cual se subdividen en numerosos cauces.

El Drá fronterizo por el Norte es el único río de gran exten- sión; nace fuera del territorío (al pie del Antiatlas) y es de caudal permanente que se pierde al entrar en nuestra zona, adquiriendo la misma fisonomía que los anteríores en el resto de su recorrido.

ZONAS MONTAÑOSAS.

Cuatro son los relieves que podemos considerar como mon- tañosos: los enclavados en la Zona Sur del Protectorado; uno en k región de» Smara y Zemmur y otro en Río de Oro. <

El primero, ccmstituído por el Yebel Zini y El Hanfra, se iiú- cia desde unos sesenta kilómetros de la costa en dirección S. O.- N . E. empezando por lomas suaves hasta entrar en un conjunto de sfirretas paralelas alternadas con valles longitu(^ales de fondo piano.

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Manuel Mulero Clemente

El segundo corresponde al Yebel Uarksis, que a continua- ción del attferíor bordea en casi toda su extensión (más de cien ki- lómetros) j j rio Drá, caracterizándose en sus comienzos por formas de erosión acentuadas, escarpes, gargantas rocosas de cauces pe- dregosos y abundantes en vegetación de tarajes. Continúa su orografía más simplificada, reduciéndose a una alineación consti- tuí(k por capas alternas de areniscas, calizas y margas, con cum- bres dentadas y todas a la misma altura. Esta alineación se inte- rrumpe bruscamente por el boquete de Tizgui-remtz que conduce a una vaguada ocupada por voluminosos cantos y gruesos aluvio- nes, y con abundantes aguas subálveas que se acumulan formando una laguna extensa y profunda, rodeada de tupida vegetación.

El tercer relieve que consideramos rodea el Smara, exten- diéndose por el Sur y Sureste hasta el Zemmur, estando constituí- do por lomas y relieves alargados de poca altura, muy quebrado, con rocas negras o rojizas de superficie lustrosa, bruñida por las fi- nas arenas en tiempo de vendaval; su suelo es muy pedregoso y ausente de vegetación.

El cuarto relieve se extiende en dirección S.-S. E. en la parte meridional de Río de Oro, continuando hasta penetrar en la Mauritania, y está formado por una serie de alturas rocosas alta- nadas con elevaciones de armazón granítico y lomas y colinas cuarcitosas.

COSTA.

Se caracteriza por la extraordinaria escasez de articulaciones en el litoral, pues en todo su desarrollo solamente se destacan co- mo accidentes dignos de mención el antiguo estuario, hoy cegado, de Puerto Cansado y las dos pequeñas penínsulas de Villa Cisneros y de la Gáera.

Su aspecto es más desolado y triste que el de la zona anterior;

extensas playas tendidas y muy peligrosas, pues bajo una capa «le

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GeograCk Fisica r »¡

arena se oculta un suelo rocoso al que recubre sólo ligeramente;

monótonos acantilados que se elevan de un solo tajo a veinticinco, treinta y aún cuarenta metros; repetidos promontorios ,rocp$os de tonalidades oscuras, alternados con suelos más suaves que interrum- pen su verticalidad mediante cuestas vertiginosas de pendientes d^

cien y ciento veinticinco metros; llanuras calcáreas inmediatas a la costa y de vez en cuando algún destacado montículo, que desde «1 interior asoma sirviendo de referencia a los navegantes.

3.°—RESEÑA GEOLÓGICA.—(GRÁFICOS 11 Y iii).

El estudio del Sahara en su aspecto geológico no está todavía perfectamente realizado. Aunque j^!-tenían ya numerosos datos aportados por Quiroga en 1.886, por Font y Sagué en 1.911, por D'Almonte y más reciente por algunos geólogos, no se podía con ellos fundamentar un estudio completo de las características geoló- gicas de todo el país, ya que aquéllos se referían principalmente al litoral por la dificultad de penetrar en el interior.

Desde hace pocos años se emprendió la tarea por algunos geó- logos españoles, destacando particularmente los trabajos llevados a cabo por los ilustres profesores Hernández Pacheco (Don Eduardo y Don Francisco) y el Señor Alia Medina, a los cuales acudimos pa- ra ofrecer una breve reseña de lo que constituyen los antecedentes del terreno sahárico.

De k s investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha, princi- palmente en la parte septentrional de nuestros territorios, y en to- do el litoral, puede establecerse que el basamento del territorio está formado por materiales muy antiguos, gneis y rocas metamór- ficas qué dan origen al Estrato Cristalino que aparece al descu- bierto en muchos puntos merced a acciones erosivas.

Sobre este estrato aparecen los terrenos Cámbrico, Silúrico y Devónico, es decir los que forman la base del Paleozoico, sin más aparentes discordancias que la falta de depósito en algunos lur

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^4 Manuel Cieinente Mulero

gares, debido probablemente a épocas en que estas zonas del con- tinente estuvieron emergidas en parte, lo que explica también la presencia en otros puntos de detritus, conglomerados y areniscas de grano grueso que revelan la acción erosiva de aguas corrientes sobre tierras no sumergidas.

Los movimientos orogénicos produjeron enérgicos plegamien- tos en las capas más profundas, el Estrato-cristalino y el Paleozoico inferior, y menos acentuados en los terrenos de formación más re- ciente como el Devónico y el Carbonífero, que en amplias exten- siones se presentan muy tendidos y dispuestos en régimen mono- clinal. Esta disposición de las diferentes capas del suelo pone de manifiesto que los movimientos orogénicos fueron suavizándose a medida que el tiempo transcurría, quedando finalmente una masa continental a la que los empujes tectónicos apenas transformaron.

El conjunto de terreno Estrato-Cristalino en el Sahara Espa- ñol dá lugar a una zona abombada o anticlinorio que va desde El Tiris al Eglab. A l S. E. queda la extensa depresión de Arauan, de terrenos paleozoicos, que se inicia al S. E. de Río de O r o , en el borde occidental del Sahara Español.

A l norte del anticlinorio Estrato-Cristahno Tiris-Eglab queda situada otra zona deprimida, la cubeta de Tindouf, limitada al sur por el abombamiento antes citado y al norte por la mole de la mis- ma constitución geológica situada en las inmediaciones del Drá. La cubeta paleozoica sufre una inflexión dando origen a la continuidad de las ahneaciones montañosas del Yebel Bani y Janfra, y la del Yebel Uarksis con la zona de El Aidar. Esta depresión queda limi- tada por el lado del Océano por el Yebel Janfra.

Es decir que al terminar el Paleozoico estas tierras del África Occidental formaban una extensa masa continental que, debido a los fuertes fenómenos de erosión, fué dejando al descubierto en muchas zonas los estratos inferiores y las grandes masas batolíticas que llegaron a constituir la superficie del suelo.

Durante todo el período Secundario la masa continental es recubierta de nuevo p o r materiales arcillo.'ios v de tonos rojizos con

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GRÁFICO NÚM. II.

5o5a>iejo g e o l ó g i c o , s e q ú los d a l o s de He.vnandez Paeliaco (R.ijF,)ij de o t r o s geóloQO': ^ ^

CABO JUBY

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HKeótttMO morillo ij cv.í U t«i-i7ario

• S t b j a a pi-ir.c'i j - l U ^

(22)

GRÁFICO NÚM. III.—Bosquejo geológico.

A R C A I C O Emersión de las primeras tierras.

P A L E O Z O I C O Periodo marino

Finís d<l P A L E O Z O I C O 4 principios del M E S O Z O I C O .

Periodo con l'i'tentol

Blocfuc ditforama t e ó r i c o de lo» t i p o s de Fontiaciones del S a h d r a t s j i a t i o t » m o s t r a n d o «n el c o r f e anterior^ las r e l a c i o n e s ^coto'cjicas qu-t e n t r e 3i existen.

C R E - T A C e o Periodo i>iarino.

T E R C I A R I O T.,..,poi.iU;,^osd.)TERCUKtO. TIEMPOS «ECIENTE5 . Periodo contin<ntal. Corta tran^i^resióii marina. Período continental.

(23)

í,--' -g

Músicos errantes crn el clásico «Tobal» Un típico peinado de mujer saharauij

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En busca de pastos.

Nómada orando ante un Santuario.

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Geografía Física »¡

vetas intercaladas de yesos y con cristalitos de cuarzo y jacintos de Compostela, sobre los cuales descansa una formación de sedi- mentos marinos del cretáceo, que a su vez soporta otra capa de estratos calizos de edad indeterminada.

A lo largo del Terciario interior, las vicisitudes de estas regio- nes son muy semejantes a las del período anterior. El resto de las formaciones examinadas hasta ahora corresponden al Terciario su- perior y al Cuaternario, todas ellas horizontales por no haber expe- rimentado sino movimientos epirogénicos, que son los que han moti- vado las regresiones y transgresiones marinas en estas tierras.

En el Cuaternario persisten los mismos fenómenos que deja- ron huella de su acción en los diferentes niveles de playas levanta- das con abundante fauna fósil, que existe en toda la extensión del litoral.

En los gráficos correspondientes puede verse un bosquejo de la historia geológica del Sahara Occidental Español.

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C A P I T U L O II

LITORAL Y SISTEMAS OROGRÁFICO E HIDROGRÁFICO DEL TERRITORIO

Litoral. - Orografía.-Hidrografía

L I T O R A L (GRÁFICO IV).

En el centro de una rada muy abierta desemboca el U A D DRA, que constituye por el Norte el límite de nuestro Territo- rio; sus dos orillas en la costa ofrecen aspecto bien diferente; la derecha o Norte, escarpada, de no gran altura, mientras que la izquierda está constituida por blanquecinos médanos que descien- den hasta la playa en suave talud.

Su desembocadura está cerrada por una barra arenosa, a me- dio metro de calado en bajamar, que deja una entrada practicable por su parte Sur con mar en calma, haciéndose en caso contrario bastante difícil su paso. Esta desembocadura está dominada por dos colinaús tronco-cónicas de unos 90 metros de alttira, aisladas y próximas entre sí y situadas en la orilla izquierda.

Durante unos quince kilómetros hacia el Sur sigue el litoral con taludes de blanca arena, alternados con riscos que aflcn'an en- tre ellas, y por acantilados con playas estrechas y arenosas. A esta distancia, el acantilado se retira del litoral, dejando entre la playa y él, un espacio llano que domina desde una altura de 40 metros;

a través de él se abre paso un pequeño barranco conocido por el nombre de luinezt Aliua, cubierto en su frente por una pequeña

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Manuel Mulero Clemente

cadena de arrecifes, por cuyos intervalos pueden pasar botes y efec- tiur operaciones de carga y descarga, constituyendo el fondeadero del puesto militar de Tantán, al que se une por una pista de vein- tisiete kilómetros.

Continúa la costa escarpada, apareciendo a corta distancia del fondeadero el barranco de SAHEB EL H A R C H A , inmediato al cual se forma un pequeño saliente; después sigue la costa brava sin relieve digno de mención, hasta la desembocadura del U A D CHEBICÁ, por la que penetra el mar en corto recorrido en playa tendida y arenosa, pudiéndose fondear delante de su boca; siguen después varios cauces secos hasta el U A D F A T M A , de iguales características que el CHEBICA y entre estos dos, y a poca dis- tancia de la costa, corre una cadena de ondulaciones que se extien- den en forma de rampas de acceso al interior. Dc«ninando la costa destaca el monte TESEGDELT de unos 150 metros de altitud, sittudo al Sur del Chebica.

Prosigue el litoral con playas en extremo peligrosas formadas por ima ligera capa de arena que recubre un suelo rocoso. A unos 50 kms. al Sur del U. F A T M A , aparece un gran entrante en Forma de saco con inflexiones, primero en dirección S-SE, en unos 5 kms. y después S-SO. y O., oscilando su anchura entre los 800 mts. y 4 kms., con bastantes bajos arenosos en su interior, que asoman en la bajamar, constituyendo islotes de bastante extensión.

Este entrante es llanudo Puerto Cansado; los indígenas lo denomi- nan «el Kra». Su boca está casi obstruida por luia barra de arena

•que cambia ccmtinuamente de profundidad y anchura según las ma- reas, existiendo un pa») a partir de su centro que sigue la direccióa S-SE. con metro y medio de calado. Este accidente podría consti- tuir un excelente piwrto de refugio, convenientemente dragada la boca y algunos de los bancos del interior-, y smceptible igualmente de ser utiuzado como base de amaraje para hidroaviones. Sería fácil su unión a Cabo Juby mediante la construcción de una pista, así como a Tantán por el eidace con la general que va a este ptKsto.

£1 Puerto Cansado tieiK en su proximidad, al Norte é inm6(^ato

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Geogiaüa física 39

a la orilla, los pozos de TIGUIDIT, con cinco fuentes; tres de agua salada y dos de agua potable.

A continuación y en una extensión de 17 kms., aparece la costa fonnada por dunas y arenales que terminan en un saliente pedregoso, continuando a partir de este punto en escarpados que a veces alcanzan unos treinta metros de elevación; después y hasta Cabo Juby, el litoral vuelve a ser arenoso con una vegetación de arbustos casi cubiertos por dunas hasta unos diez kms. al Norte del citado puesto, en que empieza una amplia mancha de arbustos y matas que se extiende hacia el E.-SO. llamada el TIDRAR.

El Cabo Juby es un conjunto de rocas calizas cubiertas de arena que forman rompientes a unos 500 metros a su frente; este conjunto de rocas o escollos se prolonga paralelo a la costa en una extensión de unos 700 mts. formando barra,,en cuyo centro se si- túa una edificación llamada Casa Mar, antigua factoría fundada en

1.880 por el ingeniero inglés MACKENZIE; desde el Cabo |uby se extiende la costa en dirección S.-SO. durante un km. y medio formando playa y terminando a esa distancia en im pequeño salien- te rocoso que en unión del citado Cabo forman una ensenada. En el centro de la playa se encuentra el puesto militar de Cabo Juby o Tarfaya, asiento del Gobierno Político MiUtar de los Territorios, punto de arranque de las pistas a Villa Cisneros, el Aivm y Tantán, teniendo también base aérea.

Por las condiciones de la playa se pueden efectuar durante todo el año, salvo muy raras excepciones, operaciones de ^ b a r q u e y desembarque, quedando entre la playa y bam, un «canalilio» o fondeadero resguardado, de poco calado. ,

Continúa el litc»cd de playa baja y arenosa, ccm ligeros, acan- tilados y vegetación casi cubierta por pequeñas dunas, hasta unos

a o kms., en que se encuentra un amplio fondeadero llamado L A NEGRITA, cuyp nombre proviene del carbón que en otros tiem- pos obtenían los indígenas de los arbustos que en aquel l u ^ existían.

Sigue la costa con Us mkmas características V*ta d FUM

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JO Manuel Mulero Clemente

EL U A D (desembocadura de la Seguía el Hamrá) con la sola ex- cepción de una pequeña plataforma rocosa que forma la llamada P U N T A ATAFFORD. En las inmediaciones de la desemboca- dura de la Seguia, se forma un fondeadero conocido por Huisi Atzman en donde se pueden hacer operaciones de carga y descar- ga, constituyendo, por decirlo así, el puerto del Aiún, a cuyo pun- to se une por pista de 27 kms. En sus inmediaciones existen la- gunas de agiu salada y aparece una vegetación exhuberante que contrasta con la escasez de ella en el litoral ya descrito; continúa de nuevo con la misma aridez hasta LOS ARBOLITOS y desde este punto hasta el C A B O FALSO BOJADOR, en unos 78 kms.

aparece el litoral escarpado con acantilados de diez metros de altu- ra, cortados a pico sobre estrecha playa arenosa, presentándose en general numerosos entrantes y salientes que ofrecen algún abrigo para pequeñas embarcaciones, entre los que destaca el del MESIT.

Desde el FUM EL U A D hasta el FALSO BOJADOR, el acantilado se prolonga al interior en forma de meseta paralela a la costa, de suelo rocoso, cuya monotonía es interrumpida a veces por pequeñas colinas, de la misma naturaleza, con grietas rellenas por detritus arenosos procedentes de la banda de dunas que sepa- ra el litoral del interior. El C A B O FALSO BOJADOR es una masa arenosa con un pequeño banco de piedra en su extremo; si- gue a éste una ensenada de 30 kms. a cuyo extremo Sur se en- cuentra el verdadero CABO BOTADOR, saliente muy pronun- ciado, bajo y peñascoso, cuya ladera occidental es muy rasa. Al pie de los acantilados de su orilla septentrional se extiende una es- trecha faja de playa rojiza, cuya pendiente es bastante moderada;

domina este cabo una muralla escarpada cuya mayor elevación no pasa de 40 mts. y por Su parte Sur el cantil aparece coronado por algunas dunas blancas de escasa elevación.

Por bajp de este cabo, limitado por un derrumbadero de unos a o mts. de altura, se encuentra la ensenada llamada el PARCHEL, con agua dulce en la costa, y fondo de unos 16 mts. que sirve de abrigo a los pesqueros canarios. Continúa la costa con entrantes y

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Geogrdia Fisiea 31

salientes acantilados, ofreciendo algunos refugios, hasta unos i 2 0 kms. al Sur del Cabo Bojador, en que se destaca un escarpado muy notable llamado PEÑA GRANDE, que por tener algo más de noventa metros de altura sobresale de los demás del adyacente litoral. Inmediatamente al Sur de ella y dominado por un muF^lón acantilado, hay un fondeadero con buen fondo de arena denomina- do M O R R O DEL A N C L A : prosigue k' costa por escarpados de aspecto desolador, entre los que se levanta un Cabo y un mon- tículo sobre el llamado M O R R O C A R N E T , formado a semejan- za de la Peña Grande por un alto escarpado.

Ai Sur del Carnet, se abre una bahía en forma de escotadura de diez kilómetros de anchura llamada BAHÍA DE C A R N E T o A N G R A DE L O S RUBIOS; su con tomo lo forma tm murallón casi vertical de unos 30 mts. de elevación que no ofrece a las embarcaciones buen abrigo por estar abierto a los vientos reinantes del Norte. Hacia el extremo Sur de esta Bahía desemboca una estrecha rambla con sus márgenes escarpadas lla- mada U A D EL K R A o del BUEN JARDÍN, a causa de la ve- getación de su catfce.

Continúa después el litoral por escarpados de altura a veces de 50 mts., alejándose a trechos de la orilla y dejando, entre ellos y los arrecifes, areniscas e hileras de dunas^ la cima de los escar- pados es llana y horizontal, y a veces ondulada levemente, sin aso- mo alguno de vegetación. En esta parte destaca la punta llamada de los SIETE C A B O S por verse en sus inmediaciones otras tan- tas mesetas. Al Sur de este cabo existe el fondeadero de la M O N - JA, de pocas'condicione* por sus numerosos-bancos arenosos; la costa inmediata es de playa estrecha y detrás de ésta, acantilados de poéá elevación, détingniéndose entre ellos el conocido por E L C A M E L L I T O .

Desde d Cabo LEVEN hasta la punta ELBOW aparece la costa completamente desolada en forma de muralla continua, con elevación variable de 15 a ao metros y es llanada las ALME- N A S a causa de su aspecto particular. Al Sur de la punta Elbow,

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Manuel Mulero Clemente

se encuentra el fondeadero de A N G R A DE C A B A L L O , respal- dado por acantilados peligrosos, continuando éstos hacia el Sur, y de trecho en trecho, algunas playas bajo las escarpas, hasta llegar al istmo de la península de E D - D A H A L A , que separa del Atlántico la Ría de R I O DE O R O .

Apenas comenzada la península, se alza en la playa un peñas- co aislado llamado R O C A DE L A D E C E P C I Ó N . Dicha penínsu- la se adentra en el mar en una extensión de 3 8 kms. terminando en la punta D U R N F O R D , rodeada de arrecifes. Al doblarla se penetra en la Ría, encontrándose en una costa llana y arenosa llama- da L A S A R G A , un fondeadero. La boca de la Ría tiene una an- chura de más de cuatro millas, estando cubierta por bancos de are- na y bajos de piedra, efectuándose la entrada por un canal de media milla de anchura y, en su parte más profunda, de cinco metros y medio de fondo en bajamar, que llega a alcanzar, después de pasa- da esta barra, una profundidad variable entre los diez y veinte metros.

A partir de la punta de Durnford remonta la costa de la península hacia el N . - N E . en acantilados uniformes de escasa altu- ra, terminando en su parte N o r t e por un pequeño promontorio, enfrente del cual se encuentra la pequeña isleta de H E R N E , — l u - gar hasta el cual se supone llegó Hannón en su periplo del siglo V antes de J. C . — , peñascosa y amesetada, rodeada de una playa muy tendida con algas en gran parte y pantanosa a trechos. Con- tinúa la costa al E. de la isla, en acantilados continuos con peque- ñas rinconadas hasta llegar casi enfrente de la punta Durnford, en donde se forma un puertecillo dominado por un derrumbadero co- ronado por un cerro amesetado llamado EL A R G U B («EL C A N - TIL» por los indígenas); a partir de aquí la costa sigue en acantilados, destacándose un saliente escarpado rodeado de arrecifes llamadopunta F I S H E R M A N (los indígenas R A S - T I K I N ) .

La anchura de la Ría en su parte más amplia es de unos 18 a 20 kms.; en la parte Sur de la península se asienta V I L L A CIS- N E R O S , puesto militar con base aérea.

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Campo de dunas de «Dra Afrakir»

v'jéw.v.'*--.. ***• "-«

'otilado costero en 1 is inmediaciones del Cabo Bojador.

Escarpado de la Sebja «Tah>

(F. H. Pacheco.)

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Inmediaciones de Smara. Terreno derrocas negras.

Cauce de la Saguia el Hamra. Vista desde la Hamada del Gaada.

(F. H. Pacheco).

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jeografía Física ' ^

fií Sigue el litoral en dirección S. S O . presentando las mismas características. Se destacan los morros

de ANCLA CHICA,

P A N DE A Z Ú C A R y la amplia bahía de C I N T R A , con una boca de 20 kms. en el centro de la cual aparece un islote areno- so; la profundidad de esta bahía es de unos 10 kms., siendo su en- trada difícil para los no expertos por existir bajos. A unos dos ki- lómetros al interior de la costa, y en lugar conocido por la MESE- T A , hay un manantial de agua dulce. Continúa la costa con una arena casi completamente blanca destacándose como accidentes el M O R R O F A L C O N y el saliente del C A B O B A R B A S , que li- mitan la bahía de S A N C I P R I A N O , en forma de semicírculo de

i ^ kms. de diámetro, difícil de franquear por sus muchas rompien- tes lejanas. Al Sur del C A B O B A R B A S , encontramos dos bajos o pequeños islotes y a continuación una bahía poco profunda lla- mada de S A N T A A N A y el gran saliente de C A B O B L A N C O , por cuya mitad pasa la frontera con la M A U R I T A N I A F R A N - C E S A . En este saliente se encuentra nuestro puesto militar de la Güera. Al doblar el CaboJBlanco encontramos la Bahía del G A L - G O , francesa, sobre la que tienen derecho de pesca los buques españoles. .: . . . .,i« .'¡» Í.JW .•..,

OROGRAFÍA.—(GRÁFICO IV). a'-^no^ ^ t.| la as DI

La parte septentrional de nuestro Territorio es en general montañosa por alcanzarle las últimas estribaciones del Antiatlas.

A l sur del Dra y próximo a la costa se encuentran dos Ha- meidias separadas entre sí por el cauce del Saheb el Marcha: la T E L - L I A o del norte, de unos cincuenta metros de altura, se halla levemente inclinada hacia el Dra y en gran parte cubierta por el

«dagmus», quedando separada de la costa por una faja llana sobre la que la hameidia se eleva en brusco escarpe. La G E B L I A o del sur, es de altura un poco superior a la antes mencionada y en ella debe señalarse el paso de T A R E EL Y E D I D A o T A R E EL

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34 Manuel Mulero Clemente

M A A LEK. Ambas parecen como porciones desprendidas de la plataforma del G A A D A , que se extiende-más al sur y de la que

^ t á n separadas por el cauce del CHEBICA. Abundan en su su- perficie los materiales de calizas, margas y areniscas.

Hacia el este y pasado el puesto de T A N T Á N se eleva el maciso montañoso de YEBEL ZINI, constituido por un» serie de serretas paralelas de altura no superior a los 250 metros alineadas en direccién NE-SO, es decir paralelamente a la costa. Este macizo, que se continúa al norte, al otro lado del Dra, en el YEBEL BA- NI, prosigue a su vez hacia el SO. en el JANFRA, formando un conjunto cuya familiaridad la indican los materiales de sus diferen- tes estratos. Al norte del Yebel Zini existe el pasillo de TILI- MENSON, donde hay manantiales de agua dulce y en cuyo lugar se hacen actualmente ensayos de cultivo. Al SE. del Yebel Zini la grara de T I N U D A T y la cuenca del TADEYET separan aquel macizo de la zona montañosa del AIDAR. Por el este una exten- sión llana, en la que se encuentra la Scbja LEMHAGUEN y el MESSEIED, donde varios cajninos fr%cuentados ]}or los nómadas se caoizan, sirve de enlace con las estribaciones del YEBEL UARKSIS. Esta llanura de fondo rocoso presenta violentas for- mas de erosión con profundos cauces pedregosos, aguas corrientes y vegetación de tarajes. La acción erosiva se señala particularmen- te en el pilón cónico de SIDI A H A M E D EL ATABL

El YEBEL UARKSIS se extiende hacia el este y se prolon- ga en la zona francesa siguiendo la dirección del Dra, que en mu- chos trozos corre al mismo pie de las montiuias que lo forman. Es- tas presentan la vertiente norte más abrupta^ habiendo labrado la erosión de las aguas alguiK>s bánancos por los que las de lluvias van a parar al río mencionado. Sus cumbre dentadas proyectan so- bre el terreno la figura de una sieita de carmntero; no presentando esta alineación más solución de continuidad que el boquete de TIZGUE-REMTZ, principal arteria de la región del BETANA, situada a tmos cien kilómetros de su origen. Abundan en estas montañas las arenisca, calizas y pizarras, en su maycM^ de color

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' GeognfiafFbioa 35

morado vinoso, materiales que, junto a otros indicios,' ponen de manifiesto el enlace entre estas alineaciones y las del Aidar, con- junto montañoso situado a gran distancia de Y. Uarksis y al O . de la Gran Hamada, formando por el sur la cuenca del TÁGUE- DET, y cuyas últimas estribaciones alcanzan las proximidades de la Saguia el Hamra.

Al sur del Y. Uarksis se extiende el BETANA, llanura com- pletamente horizontal en muchas de sus partes, por la cual corre el TIGUERSET que la atraviesa en toda su longitud, estando cruza- da transversalmente por los cauces que llevan a aquél las aguas de las alturas próximas. La llanura del Betana enlaza el Y. Uarksis por el sur con la G R A N H A M A D A , extensa altiplanicie que, por la forma en que avanza hacia el oeste, en nuestra zona es conocida por los indígenas con el nombre de ÉL GUEDEN EL H A M A D A (el talón de la Hamada). Sin duda, de suelo rocoso y materiales resecos, es difícilmente transitable. Está bordeada de pozos y ro- deada de escarpes abruptos que dan lugar a numerosos uadis de cauce escalonado que permiten el acceso a la plataforma. Por la parte norte estos uadis van a parar al Tiguesert, que recoge igual- mente las aguas de la vertiente meridional del Yebel Uarksis. La Hamada se prolonga por el este rebasando los límites de nuestra zona penetrando en la francesa. Por la parte sur los uadis forman los principales afluentes de la Saguia el Hamra.

De nivel algo menor y formando im nudo hidrográfico entre las cuencas del Chebica y Saguia el Hamra, y partiendo de la Beta- na, se extiende enlazando los extremos occidentales del Uarksis y de la Hamada, el REG EL BIAD, extensa meseta de dimensión»

inferiores a la Hamada, de la que está separada por la cuenca de los ríos GUENIFIDA y K E S A R T , considerándose que es una pro- longación escalonada de la misma, ya que sus características ofre- cen gran semejanza. Sus < bordes, como en aquélla, son muy escar- pados, y los barrancos que la erosión de las aguas ha labrado for- man intrincado relieve. For el norte da lugar a los ríos K O D I F A

y KESEYAT y por el oeste el F A D R H A M A R T , d ASGUI y el

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Manael Mnlsro Qtmente

GUENiFIDA. Prolon^ndose «stas estribaciones hacia el S O . dan lugar a k división de aguas del SEITA y el K A R T . Destacase en- tre otras; elevaciones, sobre ei R A G EL BIAD, el G O R T GUE-

NffiíDA.

A partir del Chebica se extienck paralela a k costa una am- plia faja de escasos accidentes geográficos. El terreno, desde.k cos- ta, va clerindose gradualmente hacia el interior hasta alcanzar la hamada de £1 Gaada, pknicie a cuya superficie se llega por suave esc^namiento. Como accidentes particulares de dicha faja pueden seikkrse al Sur del Chebica, el YEBEL TAGUEDELT, elevación alargada diri^da en sentido normal a k costa, de mayor altura que k s hameidias. Más al sur, siguiendo la dirección del litoral, se en- cuentra el GUIBA;; formación cubierta de matorrales y con infini- tos cortes transversales que le ha valido el diminutivo de GABA con que los indígenas k conocen. Al sur del Puerto Cansado se levseita. la meseta de TAULEG, y al NE. de Cabo Juby k de TIDRAR, cubierta por extensa mancha de matorral y algunos ar- bustos.

• Hacia abajo y más ú interior aparece la depresión donde se asienta la alcazaba de Dora, con abundante vegetación, principal- mente de acacias, y pozos con buen caudal de agua salobre. Pasado el Fum el ü a d (desembocadura de k Saguia), se extiende la región denominada EL H A S I A N por su abundancia relativa de agua. En ella destaca, próxima a la costa y un poco más abajo de Cabo Bo- jador, el KUDIA TEL-LIA, elevación dirigida de NE. a SE. en el que se distinguen dos colinas rocosas situadas sobre sus dos ex- tremos y que por su mayor altura se divisan desde mayor distan- cia que ei resto del macizo. Má? al sur, a k altura de Morro del Ancla, se extiende el K U D I A GUEB.LIA, a muy corta distanck, como el ulterior, de la costa. Descendiendo por el Hasián se en- cuentra k región

de los IMIRIKLIS, AHAMAR, k más

exter- na, y L E B L A D , la int^ior, de suelo arcilloso, con pozos abun- dantes, v e g e t a c ^ y pastos.

Ot^o» accidentes negables ée k p k t a í o m a costera lo constitu-

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Geogrttífí f i l i o j^

yen las dunas y las sdbjas que en ella alendan. Al sur de Puerto Cansado nace una alineación de barkanes que dirigiéndose hacia el sur e internándose al este de Dora, va a morir en forma de abanico en la Saguia el Hamra, recibiendo en la parte superior el nombre de Anebdús Ajeritin, y los de Asatef y Untuará los campos que se forman en la parte meridional de la cadena, que se encueatran con el de Hagunia en la meseta de El Gaada, a partir de T A R K S A . Otra alineación de médanos parte de Cabo Juby, sigue bada el sur casi paralelamente a la costa durante buen número de kilór metros, internándose después y dando origen al campo de dunas

de DRA AFRAKIR.

Entre las Sellas destacan la de Tab, a 33 kilómetros al SE.

de Tarfaia, una de las mayores de esta regiói. Mide aproximada- mente 40 kilómetros de longitud por 1:2 de anchura media y su fondo está a 50 metros bajo el nivel del mar. Al O . de Dora se sitúa la de Um ed Dba, de menores dimensiones que la anterior.

En la parte occidental del campo de dunas de Asatef, la de Amsikir.

Y más interesantes que estas últimas son las dos que se encuentran en el Hasian, cuyo tra-reno rocoso y limpio de arena$ se hunde en las dos extensas depresiones que forman las de Aridal y Arred a a unos ^o kilómetros de la costa en dirección SE. de Cabo Boja- dor. La primera, de las mismas dimensiones aproximadameitfe que la de Tah, tal vez un poco mayor, está septin^da de la de Arred, de tamaño mucho menor, por ana faja de terc^sp llano conocido por el nombre de Kántara (puente). Inmediata a éstas,, más ^d intmor, está la de Udei el Mohor, y aún más adentro, a gran distancia de las anteriores, la de Ogramat, en la que desemboca el wid doi'Jinis»

mo nombre y otros de poca importancia.

Toda la parte superior de la zora costera descrita está limitan da al mtenor pcsr el G A A D A , enorme platafonna que al stH* queda coFtaáa per la Sagma d Hamra. La parte oriental iorma la aüesica del ¡Ghebica, a cuyo río afluyen numerosos ua(^s fotwadbs al -dis- carrir las aguas por los escarpes de «unos cuarenta metros de altara que liaútan esta parte de la hamada. Entre @1 J A N D R A y esta pk-

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¡i Manuel Atulero Clemente

taforma, se extiende la depresión del HASIA y al SE. la de BETAÍ- N A TEL-LIA, frente a la cual se levantan en la hamada el Pico de ANEX, y más al norte las lomas del SEKEM. Por el sur, sus es- carpes dan lugar a numerosos uadis llamados ASDAR, que afluyen a la Saguia. La superficie de la hamada es, en casi su totalidad, hori- zontal, y queda accidentada por las elevaciones mencionadas, otras lomas de menor importancia y por la cadena de barkanes descrita con anterioridad. En su suelo se cultivan numerosas graras que dan relativamente buenas cosechas de cebada, por lo que los indi-

f

enas la conocen con el nombre de lUIS DE SIDI A H M E D RGUIBI.

El resto de la zona costera descrita tiene por límite al Este la región del H A D E B , extensa planicie de suelo completamente ho- rizontal, desprovisto de pozos y vegetación y cubierto por gruesas arenas, y en su parte oriental por cantos angulosos silíceos y cali- zos que la convierten en lo que denominan los indígenas «mese- rab». Hacia el interior se encuentra otra llanura de la misma; natu- raleza y de extensión aproximada a la anteriormente descrita, de laque está separada por el U A D LEM-LUIA; es la conocida p,or los llanos de AULETIX, nombre éste que corresponde al uad de más importancia que discuri"e por ella. Destacan en esta superficie algunas elevaciones, como la del Q U E D A Y A SBAA, que se con- tinúa hacia el norte con la interrupción de algunas depresiones hasta la región montuosa de S M A R A . Estos llanos se prolongan al este hasta alcanzar las lomas de ZEMMUR LABIAD, dentro del cual está situada la posición miUtar del GUELTA D £ L ZEMMUR.

La región de Zemmur Labiad t s un conjuntó de cerros aisla- dos, que a veces se juntan dando lugar a altiplanicies más extensas.

Destácase k a^uj^ción de lomas del HESAN y al SE. de ésta U hamada de IXERGAN, en las que abundan las areniscas blanque- cinas. El Zemmur Labiad enlaza con los montes del Smara por k alineación constituida por el D O L O O , en cuyo extremo sur se encuentra AGLIMIN MEL-LAS (guelta de aguas pluviales); y k

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Gtognfia Física ' 39

plataforma horizontal del G A I D A , continuación hacia el Norte del Doloo que parece una porción desprendida del Hadeb situado a su oeste. Sus lados forman las vertientes de las aguas que van por el E. y SE. hacia los afluentes de la Saguia y por el S O . ha- cia el LEM-LUIA. La altura de estas elevaciones no sobrepasa los 30 mts., abundando en ellas calizas ocres y azuladas, arenis- cas y pizarras de variado color, que le dan una tonaUdad morada oscura.

Al este de estos macizos se hallan los A M E G A L A S y ERGUIGUA, conjunto de numerosos montículos separados poí estrechos valles por donde las aguas de lluvia discurren hacia los afluentes de la Saguia formando verdaderos laberintos en algunas partes. Al N O . del Gaida elévase el SEKEN que con la depre- sión de la Betaina Gueblia más al oeste limitan la región donde se

asiento la ciudad de S M A R A , sede de M A ÉL AININ, que ocupa con alguna desviación hacia el N £ . el centro de un círculo irregular de unos i.Soo kms. cuadrados, casi llano, con formacio- nes de rags y terrenos cubiertos de arenas.

La parte más orientol de esto región la forman los libios de El AJXAR y de A G U A D I N que siguen al interior penetrando en la zona fronteriza, y por el norte está cortada por el cauce de la Saguia, a cuya parte septentrional se extiende la BETAINA TEL- LIA que con anterioridad ya quedó descrito.

Continuando hacia los límites meridionales k descripción de la zona costera en el punto que la dejamos en párrafos anteriores, es de señalar al sur de Iludía Gueblia, en la dirección del li¿dt^- dos elevaciones^ paralelas denominadas TIMA K R A R I r e l H A M - R A , k más extema, con una colina sahve^ cada uno de sus extre- mos y T I M A K R A R I N el BIAD, más interna, con una sok en su centro, separadas ambas por una banda de terreno llano cono- cida por el K A N T A R A .

Más al sur tma serie de numerosos montículos aislados se extienden alineados también paralelamente al acantilado costero, alcanzando centenales de kilómetros, d e ^ la altura del punto

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MznoeJ Malero Clemente

conocido por el Camellito, hasta rebasar la altura de la bajhía de Angra de Cintra. Por la disposición especial de estos montícu- los son llamados por los indígenas, el AGUERGUER, que quiere decir burbujas, existiendo entre ellos buen número de pozos que utilizan los nativos.

Entre los Timakrarjn y el Aguerguer se encuentra de NE. a SE., un poco más alejada de la costa que estas íottnaciones, la ca- dena de barkanes RABET SEBEETA, que partiendo de las pro- ximidades dd nacimiento del UAD KRA desaparece ante las montañas que en sentido horizontal se sitúan al e$te del Aguer- guer, a la misma latitud que el BIR NZARAN, montañas que tienen por nombre el KESIKSU. Al pie de estas últimas y sepa- radas, al occidente, del Aguerguer por la llanura

K E S I B A T

ADAM y al SO. por la de TAYARET HEMIR, aparece la gran depresión de EL ATF alargada y dirigida en el sentido cons- tante de todos los accidentes que se vienen mencionando.

Hacia el interior se extiende otra hoyada, £1 Nekyir, gemela de la anterior con la que sé enlaza por la ancha zona plana y are- nosa de TAIARET SIDI MESOOF. Ambas depresiones ofre- cen abundante vegetación y pastos, y eo ellas los nómadas culti- van algunas graras. Más al sur encuéntrase la región de IMESAN, ampba: planicie en la que se alzan algunos picos como los de AMUX SEKUM y AMUX SEUAD al SE. v SO. respectiva, mente del ZEMLA MAGAÑAS, que bordeado por su parte oríentd de montículos y dunas tiene a su pie el lOFRAT EL GRAF. ,

La faja literal, al tenmnar las colinas de Aguerguer, contiaúl llana y con numerosas dunas hasta siamax otra alineación de ios mismos caracteres que aquél, denominada SAIFA AGAIMIN, que desde la altura de Las Gmteras llega hasta la penítisula db CABO BLANCO. En la parte superior del lado oriental de esta^

ioTtoAdé^ se himde el terreno formando el JOFRAT DE

AGGAIA, por cuya derecha siguen las dunas hacia el sur parale-

lamente al SAIFA AGAIMIN en toda su extensión.

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La parte interna de esta región está ocupada por la platafonna de EZMÜL, debajo del Imesan, atravesada por formaciones dttnares que continúan hacia el S O . En la parte inferior de ^ t a |^taforma se encuentran aisladas colinas, como el GLEIBAT LENTAILHA, el ZEMLA GREIETIFA, el FERNÁN, y más al sur del U A D ERCHAN, el pozo de agua potable de BIR G A N D U Z , junto al cual se asienta el puesto militar del mismo nombre, a partir del cual se levantan una serie de montañas daiominadas BERUANA, que llegan hasta la línea fronteriza, y más al este el conjunto mon- tañoso de A D R A R SUTUF en dirección S O . con nusoerosas sebjas de pequeiías dimensiones y abundantes alturas rocosas, en- tre las que sobresale el GLEIB DE A M U X de 500 metros de altitud, rodeado a su vez de una serie de elevaciones de armazón granítico que oscilan entre los doscientos y trescientos metros.

Más al Este de esta faja se extiende una planicie granítica con algu- nas lomas aisladas cuarcitosas, visibles desde grandes distancias, que sirven de puntos de referencia, a modo de faros, en la ori^itación de los indígenas. Destaca entre ellas el pivote de Z U G , de unos 4S0 metros de altitud, a cuyo pie se encuentra el puesto militar de este nombre, y no muy lejos del anterior, el de TICHLA. Ent|¥

el A D R A R SUTUF y el límite oriental del territorio se extiende una llanura sin accidentes apenas, de terreno granítico y sin v e c - tación. En ella aparecen Ij^ dunas de AZEFAL y al S O . de éstas se encuentra el TIYIRIT, en su maybr parte pertaiecieate a. zona francesa, con numerosas rocas cristalinas y pequeñas colinas.

Al norte, la amplia meseta del TIRIS, que limita por su parte septentrional con el t k d e b y Zemmur Labiad, ocupa k parte oriental de la región de Río de Oro. Su longitud de Norte a Sttr es de ^00 kilómetros aproximadamente y presenta gran numero de roturas que adoptan la forma de graderías paralelas al litoral. Se caiacteiiza pcn: sus grandes llanuras horizontales y por algunas coli- nas aisladas situadas easi en sus bordes exteriores y que, aunque de escasa altiua, destacan gradas al suek) liso que las rodea. Entre

«Has pueden citarse el YEBELAIT, el S M A M I T y EL Y U A D .

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^i . Manuel Clemente Mulero

Esta meseta es rica en pastos, por lo que constituye el refugio nor- mal de t(xla la fauha de la región.

Por el oeste del TIRIS y entre esta meseta y la zona costera, aparecen una serie de alturas rocosas, algunas de las cuales llegan a los trescientos metros de altitud, en sentido paralelo al litoral; re- ciben el nombre de KRAB, destacando en ellas el K R A B AFE-

CIRA, elIMEKRAF, el KRAB en NAGA y el UAARA.

Más abajo de éstas el TIZNIT JADRA y el TIZNIT BEIDA y otras pequeñas elevaciones y numerosas sebjas que llegan hasta las regimies de Adrar Sutuf ya descrita.

HIDROGRAFÍA.—(GRÁFICO IV).

Penetrando por el Norte de nuestro territorio el primer río

?

[ue se encuentra es el DRA, que sirve, como se sabe, de límite ronterizo con la zona francesa. Tiene su nacimiento en las monta- ñas del Atlas y del Antiatlas; en dicha zona y sólo en la parte sur del cauce, con los afluentes meridionales, pertenece a terreno espa- ñol. Este río llega sin caudal a nuestro territorio, viéndose el agua sólo en embalses, algunos de gran extensión como los conocidos por los nombres de G U E L T A Z A R G A Y G U E L T A K A H A L A . Su ancho cauce, lleno de vegetación de tarajes, y con profundas barí-ancadas, pasa parálelo al Yebel Uarksis y al norte del Yebel Zini y tbmeidia Tel-lia. Por su desembocadura penetra el mar en varios kilómetros. Abocan al Dra gran número d& peque- ños uadis,. que arrastran hacia él de nxanera vicdenta las aguas que reamen de las escasas lluvias.

La naturaleza del terreno en su cauce hace que el río no sea transitable en todas sus partes, existiendo determinados pasos que utilizan los indígenas en sos continuos desplazamientos de uno a otro territorio, siendo los más usados: el de M A I T R A F , situado en las cercanías de su desembocadura, arenoso y practicable única- mente en marea baja; el de C H A M M A R , unos veinte kilómetri»

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Geografía flsia 43

aguas arriba del anterior, de fácil paso en todo tiempo, en cuya inmediación se asienta el puesto militar del mismo nombre, los de GUELTA Z A R G A y BUSELHAM, aguas arriba, muy tran- sitados principalmente el segundo; a continuación, uno situado en las cercanías del lugar conocido por U A I N AIT USA y otro un poco más alejado del anterior en la confluencia del uad MESEIED con el Dra y conocido por U M ARIX. Desde este último punto hasta la frontera oriental, el río ofrece buenos pasos en casi todo su cauce, pero especialmente se transita por MEFTA ASA, en el camino de los palmerales de ASA en la región del BETANA y por otro a través del boquete de Tizgui-remtz.

Los cauces que corren por la vertiente sur del Yebel Uarksis y del lado norte de la Gran Hamada van a parar al TIGUERSET, que recoge también las aguas de los uadis M É R C A L A , A U R A y BOLGUEMAT, procedentes del Este, denominándose entonces U A D TIZGUI-REMTZ, el cual, atravesando por el boquete de este nombre al Yebel Uarksis y engrosado con las aguas de la ver- tiente norte de este macizo, desemboca en el Dra después de ha- ber recorrido desde su origen a todo lo largo la llanura del Betana.

En Tizgui-remtz debe señalarse la laguna de este nombre de cien metros de longitud por veinte de ancho y una profundidad media de tres.

Por el extremo occidental del Y. Uarksis y parte septentrio- nal del Reg el Biad se forman entre otros el uad KESEIAT y el G U E T A I G A , que uniéndose en las inmediaciones del Meseied corren juntos hacia el norte, desembocando en el Dra cerca del po- zo U M ARIX. La vertiente norte del Y. Ziní derrama sus aguas igualmente en el Dra por medio de varios ríos de catw:^ corto có- mo el MU-IZUM, el TIGUISIT, el A G U E S G A L y el L A G A que a su vez recogen el agua procedente del R ^ el Biad.

Otro importante afluente del Dra es el U A D BEN JELIL, que toma aguas de la vertiente occidental del Zini y de la parte E.

y NE. deia Hameidia Tel-ha, y pasa por Tantán, que se aprovecha de sus aguas para el riego de reducidas huertas y para las necesida-

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^ Manuel Mulero Ctemettte

des de aquel puesto, sufriendo también las consecuencias del des- bordamiento de las mismas en los días en que las lluvias son fuer- tes. El Jelil alcanza el Dra en el paso de camellos de MEFTA SBAI.

Continuando hacía el sur encontramos el CHEBICA, que se origina por k concurrencia de numerosos uadis procedentes de la accidentada región del Reg el Biad qt^ al descender hacía el Oeste dan lugar a los uadis FADRA, H A M A R , ASGUI y SUISEL, que se dirigen hacia el Norte y forman el T A Y A D E T . Este que- da considerablemente engrosado por su margen izquierda por el SEITA, colector de los torrentes del lado oriental del |anfra y del occidental del Aídar, tomando aquel río a partir de su confluen- cia con este último el nombre de A A B A R T . Profundos desniveles en el terreno provocan una serie de saltos en el río que sigue ha- cía el oeste aumentado por las aguas de la vertiente occidental del Janfra, que en unión de las provenientes del borde NE. de EL G A A D A forman el uad F A R E D ; es entonces cuando el Chebica toma este nombre.

Siguiendo su curso pasa por JALUA, donde se forma el em- balse o lagima de A A B A R K cuando corren las agua3 de lluvia, la cual se mantiene durante varios años por alimentarse después de aguas subterránea^s, secándose sólo en caso de pertinaz sequía.

Más adelante recibe por su margen derecha el uad YEDIDA (en su primera parte uad F A R R A H ) que procede del lado occidental

del Y. Ziní.

La parte septentrional de El Gaada contribuye, a engrosar el caudal de este río medíante los uadis A S T A T , B U M A L A H y A G U I L L A T y lá meridional de la Ham&iáu GebUa vueíca tam- bién sus agiaas en la última parte del Ckebíca, que desemboca en el Atlántico cerca del po*o de U M ZEBEL, en el punto de la costa denominado B O C A G R A N D E , desipués de un recorricki de cer- ca de cíen kilómetros.

Pasada la cuenca del Chebica y hasta llegar a la de k Saguia el Hamra, t i e ^ n sdida al Océano varios uadis origímdos en l»s sua.ves elevaciones de k toeseta de £1 Gaada, que muestra un l i ^

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Geogntí» Fftica 45

ro desnivel hacia el mar. De Norte a Sur encontramos el U M M A F A T M A , que en su curso superior recibe el nombre de U A D A M R A, y que lleva al mar las aguas que recoge de las altwas Afsatit y Sekem de la parte oriental de la bamada, afluyendo al Atlántico en el punto conocido por Boca de Enmedio, cerca del pozo de Um Zeba; el U A D U A A R nace próximo a la aebja Sahar, encauzando las aguas que a éste llevan los uadis /BEMA- LUX, MZARBIEN y SUISEL, que la recogen de los llanos altos del Sekcn y de Guiba, y van a parar al mar por Boquita del Mo- rro; el U A D EMKAIRIM procede de las vertientes de El Has- biyin y de las colinas del Derua y desemboca por el profundo en- trante de Puerto Cansado; el uad D O R A , procedente de la llanu- ra del Meranitz y de la parte SE. del Sekem, sigue su curso ha- cia el mar pasando por Hagunia y Dora, pero casi totalmente cu- bierto en su trayecto, desde el primer punto citado, por las aretes que atraviesan esta parte de la región.

S AGUÍ A EL H A M R A .

La cuenca de este río ocupa la mayor parte de la mitad sep- toitrional de los Territorios; su cauce de unos 450 kms. de longi- tud va desde El Farsia donde están los pozos de este non^re, al pie de El Gueden el Hamada, hasta el Fum el Uad, a un centenar de kms. al sur de Cabo |uby.

En la primera parte de su rec<nTido, desde el nacimiento hasta Sidi Ahmed el Arosi, su cauce presenta ambas vertientes muy accidentadas, formadas por colinas, mesetas y barrancos que- brados y cubiertos de matorrales. Por el Norte le llegan las aguas que encauzan las vertientes del sur de k Hamada, Reg el Biad y el Aidar, en los afluentes DEMARIYIN, EL G A X U X , los A M G A T (LAJDAZ y LEBIAD), K A R A , ANHIYERA, KSAL, EXHOHA, ESCAIKIMA y los A S D A M , que encau, zan en la l^taina Tel-lia las aguas que proceden de los escarpes

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Manuel Mulero Clemente

que en su parte suboriental presenta la hamada de El Gaada. Con el nombre común de A S D A M y los particulares de TUIL, TASDAIEM, A G L A , RTEM, A Y E R A T y otros sobrepasan hacia el oeste el paso de Sidi Ahmed el Arosi.

Por la ladera meridional van a engrosar el caudal de la S A- G U I A los aíluentes formados por la canalización de las aguas pro- cedentes de las alturas que se encuentran al sur y próximas a dicho

río. Así los uadis HASAN, SEITA, BEN SAKA y YAHIA

EMHAMED recogen las aguas de la plataforma de Aguadin.

El ancho y profundo cauce del Hang Sekum lleva a la SA- G U I A las que aportan numerosos subafluentes que nacen en El Aixax, Erguigua, Amgaba y zona montañosa que rodea a Smara, tales como el DIRET, resultado de la confluencia de otros meno- res que llevan los nombres de BEN D A K A , BEN S A K A y TERNIT; el TIMELUSA y NIAILIA, que forman el G A D A R T A L H A , siendo de señalar en las cercanías del nacimiento del TI- MELUSA el importante pozo de TIFARITI; el B U D R E I G A ,

KENTA, ERGUIGUA, GRISINT, el TERJUCT y otros de

poca importancia.

El uad ASU A toma las aguas de la parte occidental del Am- gaba y montes de Smara mediante numerosos uadis menores que afluyen a él; el SELUAN, que pasa por el puesto citado, ofrece abundantes aguas subválveas dulces, que originan buen número de pozos, viéndose en los alrededores de los mismos muchas palmeras.

Más al oeste desemboca el uad A N G A al lado del Morabito de Sidi Amed el Arosi, fundador dé la tribu Arosien. En este lugar, el cauce de la S A G U I A presenta aguas superficiales y dá lugar a una extensa mancha de vegetación .y a buenos paraieA para la siembra.

En la segunda parte de su recorrido, es decir desde el pimto últimamente citado hasta el mar, el cauce de la S A G U I A atraviesa la meseta de El Gáadá, encajonándose profundamente en el terreno que forma laderas escarpadas, con alturas, a veces, de sesenta o se- tenta metros, para continuar á partir del Aiun invadido por las

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Geografia Fisica 47

arenas de la faja de dunas que parte de Cabo Juby y que lo atra- viesa perpendicularmente.

Por el norte, a continuación de los A S D A M ya menciona- dos, se extienden los uadis M A G A A D A , EXDARI, BU DA- BUS, TENIX y el JUIEL G A R F A . La vertiente sur formada por extensas llanuras que van disminuyendo de nivel a medida que se acercan al cauce, aporta sus aguas por los uadis SEMIB (en cuya confluencia con la S A G U I A se encuentra el pequeño palme- ral de Ain Nahala), el MATYUB, el G R A T , el TIGSERT, procedentes todos del HADEB.

El más importante de todos estos afluentes es el IDKRI, que más bien es una depresión en la que concurren los cauces forma- dos por la recogida de aguas de la lejana región del Zemmur Lebiad.

De éste parte el uad el FEIDA que cóiitinúa al Oeste y después de recibir por su margen derecha al LEBIAD y al K R A I Z , recibe el nombre de U A D ZEBEIDA; sigue hacia el norte afluyendo a él por su margen izquierda el X E L U A y el TIRAKlN qiie traen las aguas procedentes del norte del Krab y sur de los Imiri-í klis, convirtiéndose ahora en el uad el J A T que al seguir su curso hacia el norte se interna y atraviesa la sebja Ogramat, a la cual van a parar por el este el SETEIB LEHAR y el O G R A M A T . Pasada la sebja citada, el río, con el nombre de IDKRI, desemboca- en la SAGUIA, quedando en esta última parte de su recorrido bordeado al oeste por la región de Izik que arranca por el sur de la Hofra Tarf (al oeste de la sebja Ogramat) formada por un con- junto de llanuras y depresiones en la que existen algunos pozos y pastos.

Al borde de la S A G U I A los puestos de McSeied y el Aiun, asiento este último del puesto militar del mismo nombre y cabece- ra de la región, ofreéen algunos manantiales de abundante agua potable.

La S A G U I A EL H A M R A y sus afluentes presentan las mismas características que los demás ríos del Sahara, de los que ya hemos dado una idea en otro capítulo; ríos f<ísiles que sólo lie-

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