B I B L I O G R A F I A
LOZOYA, MARQUES DE: El románico segovíano .—Publicacione s de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia .—Se - govía, año 1967 (Imp . Vda. de Mauro Lazano) .—4.°, 22 pp., 8 láminas . Cubierta en color.
El autor, que ya había escrito anteriormente sobre el mis- mo asunto, resume los rasgos característicos del románico en Segovia en esta disertación, con la que se inauguro la Sala d e conferencias de la Caja de Ahorros .
Para el Marqués de Lozoya el románico es un sistema com- pleto, de plenitud clásica, nacido probablemente en las abadía s del norte de Italia, que tiene como fundamento principal la bó- veda de medio cañón, con las dificultades constructivas anejas , y presenta novedades muy bellas, como la ligereza de los apo- yos, el derrame de los ingresos en forma de arcos concéntrico s y la variedad decorativa . Su introducción principal en Españ a fué por el camino francés, el de los peregrinos a Santiago d e Compostela . Al principio es un arte europeo, pero, al aplicars e por obreros españoles, va apareciendo la influencia morisca .
Segovia no posee los mejores edificios románicos, pero s í conserva el mayor número . La abundancia de iglesias se expli- ca por ser también cementerios y porque los diezmos permitía n a unas pocas familias sostener una parroquia . Las más anti- guas, al revés de lo que solía acontecer, son las del arrabal , asiento de las industrias artesanas, siendo posterior la repobla- ción del recinto amurallado .
Lampérez, desorientado por la sobriedad de la Vera Cruz , fechada en 1208, sostuvo la errónea teoría de la condición tar- día del románico segovíano ; pero esta explicación no es cierta , ya que hay manifestaciones muy arcáicas, como San Juan de lo s Caballeros y San Millán . Sí es un estilo muy duradero, pues llega al siglo xiv y tal vez al xv .
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Sus características son la simplicidad constructiva, por
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parte, y por otra, los pórticos (en donde se reunían el Concejo , los gremios y las cofradías), las frecuentes cubiertas de madera y la riqueza de las cornisas . Otra sigularídad del románico se- govíano, es la abundancia de edificios civiles, bastantes de los cuales se conservan, aunque por su condición sean menos dura - deros que los templos .
La principal belleza de nuestras iglesias románicas está en los pórticos, las torres y los ábsides, ya que el interior suele se r pobre, aunque perfectamente conservado . Faltaba la pintura, re- ducida a unos escasos restos, hasta que el sorprendente descu - brimiento de las de San justo, con motivo de las obras de res- tauración, nos ha revelado una floreciente escuela segoviana .
Como en otros estudios del Marqués de Lozoya, hay en ést e bellas descripciones de la ciudad . Nos explica también el miste- rio del Acueducto, obra extraordinaria, a la que debía corres- ponder una urbe de análoga importancia, de la que sólo se con- servan unas sencillas lápidas funerarias . Se construyó el Acue- ducto por razones estratégicas, quizás, para sostener un peñón , fortaleza avanzada hacía las llanuras del Duero, pero que care- cía de agua.
El estilo sencillo, fluido, coloquial de esta conferencia, hac e aún más agradable su instructiva lectura .
Hay que elogiar también a la Caja de Ahorros, cuyas inte- resantes publicaciones son parte muy importante de la espléndi - da labor cultural que realiza .
M. Q.
CARRETERO Y jIMENEZ, ANSELMO : Los pueblos de España y la s naciones deEuropa.—Introducción por Antoní-María Sbert Massanet.—Editores Mexicanos Unidos.—México, 1967.—
8.°, 144 pp .
Anselmo Carretero, ingeniero segoviano, residente en Mé-
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jíco desde la terminación de nuestra guerra, prosigue su labo r de publicista, al margen de sus ocupaciones profesionales . He- redero y discípulo de su padre, Luis Carretero Nieva, el escrito r segovíano contemporáneo de pensamiento más original y crea- dor, anotó en 1952 el tíbro paterno acerca de Las nacionalida- des españolas, y más tarde, en 1957, publicó La integración na- cional de las Españas, de igual orientación que el anterior, dond e defendió la tradición federal de los pueblos peninsulares . En 1960 vió la luz su estudio sobre La personalidad de Castilla en el conjunto de lospueblos hispánicos, precedido de un magis- tral ensayo del profesor Bosch Gimpera : Cataluña, Castilla, Es- paña. Padre e hijo insisten en señalar el carácter libre y popula r de Castilla, frente al cesarismo leonés, y su organización demo- crática, conforme a la constitución territorial de un país fores- tal y ganadero .
Su último libro trata de Los pueblos de España y las nacio- nes de Europa y va precedido de una enjundiosa introducció n del catalán Sbert Massanet. El tema viene impuesto por un he - cho histórico, característico de nuestro tiempo, el de la unió n europea, a la que caminamos por imperativos políticos y econó- micos. Para Carretero, Europa es, más que una idea geográfi- ca, una concepción del mundo, nacida de la simbiosis del racio- nalismo científico griego y la fraternidad cristiana . Estas esen- cias postulan como indispensables la universalidad y la libertad, notas distintas del espíritu europeo, a las que España pued e impregnar de desinterés y quijotismo .
Más adelante examina el autor las nacionalidades europeas , que no son uniformes, ya que algunas son diversas y plurina- cionales, como España, constituidas por una comunidad de pue- blos, como un escalamiento de patrias, a base del municipi o nativo . «El segovíano, dice, era en primer lugar vecino de l a ciudad de Segovia o de un municipio de su Tierra ; después, pa- sando por el sexmo o división territorial de la Tierra, en cas o de pertenecer a ésta, ciudadano de la Comunidad de la Ciuda d y Tierra de Segovia, que comprendía la Ciudad y más de cient o cincuenta pueblos ; lo que le hacía castellano, hombre dé Casti- lla, súbdito de la corona castellana en sentido restricto, y no d e
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los otros reinos o países a ella unidos ; y como tal y en últim á instancia español, miembro del conjunto de reinos, pueblos y , países, que para él era España» . En cuanto a la nacionalidad , . no es invariable, pues se transforma, aunque de manera lenta ,
por el tiempo .
Europa es una unidad cultural, formada por la múltiple di- versidad de sus naciones ; variedad que supone una inestimabl e riqueza, digna de conservarse . Por otra parte, además de los im- perativos políticos y culturales, promueven la unión, la necesi- dad económica y la revolución tecnológica, pero su verdader o fin está en salvar los valores morales e intelectuales que consti- tuyen el patrimonio propio de Europa y que ésta debe compar- tir con la humanidad entera .
La integridad europea es, pues, un problema político : crea r un Estado supranacional que mantenga la personalidad de-cad a nación . La solución está en el federalismo, concepción que ar- moniza la libertad individual y la solaridad con el prójimo, doc- trina que se basa en la autonomía municipal y se extiende, po r federación de federaciones, a la unión orgánica de todo el linaje humano, conforme al pensamiento de Pí y Margall . Otra nota d e la cultura europea es armonizar la tradición con la renovación.
Vemos por este imperfecto resumen la riqueza conceptual de este libro, escrito en lenguaje sencillo y elegante .
M. Q.
ANDIIES COBOS, PABLO DE : Ocios sobre el Amor y la Muerte.—
Madrid, «Insula», 1966 .—4.°, 212 pp.
Pablo de Andrés Cobos sobresale entre los escritores sego- vianos por su acusada personalidad. Desde muy joven, en la apresurada labor periodística, se formó un estilo sobrio y expre- sivo, puesto al servicio de su insobornable sinceridad . Sus co-
BIBLIOGRAFIA
mentarlos en el «Heraldo Segoviano» eran continuada lecció n de conciencia cívica y honda formación educativa, paralela d e su profesión docente . Por los años veinte, él y otros distingui- dos maestros, transformaron la enseñanza primaria en la pro- vincia, con los congresos pedagógicos, los centros de colabora- ción, las colonias escolares y la publicación de libros y revistas , una de éstas, Escuelas de España, editada por Cobos, Herran z y Bayón, de colaboración selecta y orientación acertada .
Pensionado Cobos por nuestra Diputación Provincial, gra- cias a la loable iniciativa de su presidente, el inolvidable docto r don Segundo 011a, visitó las escuelas más importantes de Espa - ña, Francia y Bélgica, viaje que resumió en un excelente libro , al que siguió otro acerca de El maestro, la escuela y la aldea, a modo de guía espiritual del educador . Dentro del difícil géne- ro de la literatura infantil, compuso Estampas de aldea, relatos influidos por la nueva sensibilidad artística, muy lejanos, por tanto, a las viejas lecturas escolares .
La guerra significó para Cobos, como para otros mucho s españoles, no sólo un cambio de ambiente, sino de profesión . Hubo de ensayar, a partir de cero, diversas actividades, hasta triunfar plenamente en una de ellas, la dirección de una Acade- mía preparatoria para oposiciones ofíciales, centro que ha con - seguido acreditar entre los madrileños, por su bien probad a eficiencia.
Casi treinta años estuvo alejado Pablo de Andrés Cobos de su vocación literaria, hasta que en 1963 apareció su libro Hu- mor y pensamiento de Antonio Machado en la metafísica poé-
tica, como homenaje de devoción al gran poeta, de quien fué amigo . No vamos ahora a comentar esta obra, pero sí a hace r constar que, entre tanta producción ligera como se ha dedicad o últimamente a don Antonio, se medita aquí sobre un tema esca - so y superficialmente estudiado, el de la filosofía machadíana , distinguiendo entre los poetas apócrifos, principal fuente de la misma, a Abel Martín de Juan de Mairena, distinción muy fina , por ser capital para el conocimiento del asunto . Además, com o fondo de la figura del poeta, describe el ambiente cultural de aquellos años en Segovia, sus amigos y tertulias, el paralelo
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con el maestro don Blas Zambrano y otros interesantes detalles, en páginas saturadas de amor y simpatía a nuestra vieja ciudad . Hasta llega a afirmar Cobos algo bastante discutible, pero mu y halagüeño para nosotros, ya que de modo categórico dice: «Sin aquella atmósfera grata que Segovia le deparó, no hubiera he - cho Machado humor y filosofía. Segovia le fué propicia con su s calles y plazas silentes, con su cielo limpio, con la espirituali- dad de aquella hora» .
En su nueva obra Ocios sobre el Amor y la Muerte, vuelve a estudiar la metafísica poética de don Antonio como fundamen - tación de la objetividad, a base de la heterogeneidad u «otredad » de la persona amada . Cobos hace un lúcido análisis de los fa- mosos sonetos de amor y de los versos de Abel Martín, así como de las poesías en que, con motivo de la muerte de la e s posa, vacila Machado entre la esperanza y la desesperanza»' '
Ya el título del libro, Ocios, entendido como tiempo de l a libertad de espíritu, nos aclara el propósito del autor de exalta r las actividades díagógicas como una de las más elevadas fina- lidades de la vida humana . Y entre los ocios, las meditacione s más hondas han de tratar acerca del amor y de la muerte, lo s dos misterios más apasionantes para el hombre .
La forma es de diálogo, pero no exclusiva, pues hay bella s descripciones de paisajes y sutiles introspecciones psicológicas . El diálogo filosófico, de insigne tradición platónica y hermos a resonancia renacentistas, no es empresa fácil, pues ha de expo - ner los pensamientos encontrados y reflejar el ambiente . Cree- mos que Cobos ha vencido la difícil prueba . Un detalle demos- trativo de haber captado el espíritu de los modelos clásicos, e s el de haber intercalado referencias a hombres y hechos actuales y aún familiares, recurso con el que consigue una grata unida d de composición y de aliento vital, lejos de deshumanizadas abstracciones .
El examen detenido del libro ocuparía, por la importanci a del asunto, excesiva extensión . Bastará con indicar algunas d e sus notas distintivas : la actitud reflexiva y no polémica, la equi- distancia entre la creencia y la duda, la serenidad de ánimo y l a adscripción a un noble humanismo, amenazado por el avanc e 378 —
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de una técnica sin espíritu, dramático peligro de la hora presen- te, sobre el cual nos promete Cobos nuevas meditaciones .
Ocios sobre el Amor y la Muerte, como todo libro esencial , es en gran parte autobiográfico, más en lo fundamental que e n lo anecdótico . Así sucede con el escenario de los coloquios, lo s cuales se desarrollan en un hermoso lugar de la tierra segovía- na, entre la sierra y el llano, por donde corrió la infancia y l a adolescencia del autor.
M. Q.
RODAO, JOSE: Antología de sus versos . Precedida de una sem- blanza literaria por JosEMONTERO PADILLA.—Segovia, Jefa- tura Provincial del Movimiento, 1966, 214 págs .
Con motivo del centenario del nacimiento de José Roda o (1865-1927), se celebró en 1965, en su pueblo natal, Cantalejo , un acto de homenaje a su memoria, del cual nació la Antología de sus versos que ahora se publica, acompañada de la semblan- za literaria que en aquella ocasión leyó el profesor Montero Padilla.
José Rodao, según nos cuenta él mismo en una de sus poe- sías, se hízó maestro, aunque sólo ejerció unos meses, y lueg o se colocó en una oficina, que, junto con la pluma, fué su medi o de vida . Dirigió la página literaria de « El Adelantado de Sego- via», en la que, como recuerda Montero, «publicaron sus prime - ros escritos unos muchachos de entonces que se llamaban Jua n José Llovet, Rincón Lazcano, Segundo Gua, Juan Contreras , Mariano Quintanilla...». Humanamente, según su propio testi- monio, era «tristón» y «sombrío», a pesar de su exterio r
risueño:
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La sencillez y la bondad de su carácter se transparenta a menudo en sus versos .
El lugar que corresponde a Rodao en las letras española s es desde luego de segunda fila . Tampoco el tuvo nunca otra s pretensiones . Su modestia le hace no tomarse en serio com o poeta, calificándose de «coplero ramplón» y de «ripíoso inco- rregible» . Sín embargo, tiene el orgullo de ser buen versificador , y en unas quintillas que nos recuerdan las sátiras de Cristóba l de Castillejo, se burla de los nuevos poetas qu e
«expresan sus admirable s sentires, dulces o amargo s en versos interminables
largos, largos, largos, largos . ..»;
«...leso es lo elegante!
¡y lo cómodo también? »
Su poética es claramente tradicionalista y se condensa en esta declaración, fechada en 1914:
« Siempre me han entusiasmad o Víctor Hugo, Campoamor , Rueda, Sínesío Delgado , Estrañi.. . y un servidor» ;
« ...soy un mentiros o cuando me río ; pero tomar procuro la vida a guasa.»
y en la aversión constantemente manifestada hacia la « odiosa
BIBLIOGRAFIA
grey modernista», a la que quizá conocía mal y en la que pro- bablemente incluiría a todos los poetas contemporáneos que n o eran seguidores de los mencionados .
Montero señala los principales modelos literarios de Rodao . La huella más intensa y persistente es, sin duda alguna, la d e Campoamor (a quien ya vemos que él mismo cita entre sus ído- los). En sus Retazos se ve bien el eco de las Humoradas. Mues- tra Rodao, igual que Campoamor, notable gusto por la «inten- ción», por la ironía, por la reflexión sarcástica, por la moral y la filosofía al alcance de todas las fortunas, junto con la dilogía y el chiste verbal . Del mismo vate asturiano procede—creo—e l gusto por el género de fábula, cultivado con cierto éxito por el segoviano . El sentimentalismo de Gabriel y Galán aparece tam- bién en algunas composiciones de este poeta, como El niño descalzo, que Montero relaciona con Mi vaquerillo .
En Rodao, como ya señaló Blanco Belmonte, siempre se h a destacado la vena festiva, y ella es, desde luego, a juzgar po r esta Antología, la que mejor le caracteriza . Rara vez surge en él un tema trascendental
(«yo no he sido nunca grave ni profundo ...
He cantado siempre cosas vulgares») .
Si en alguna ocasión empuña la lira patriótica, le falta n hondura y pasión y le sobran palabras (ASegovia, con motivo del aniversario de Juan Bravo : Al pasar la bandera). A su pa- triotismo—esto es evidente, y le honra—no le alimenta el pasa - do y los símbolos, necesita apoyo concreto en la tierra y sól o se centra de verdad en la patria chica . Me parece excesivo en- contrar un sector noventayochísta en la poesía de Rodao: la crítica encerrada en El tancredismo está muy lejos de la grave- dad de Campos de Castilla y, en cambio, bastante cerca, po r ejemplo, de La desvergüenza, de Bretón de los Herreros, a quie n ninguno de nosotros se atrevería a encasillar entre los precur- sores del 98 . La misma superficialidad en el tema religioso: la única composición de la Antología que pudiera considerarse de
ESTIIDIOS SEGOVIANO S
este carácter, El beso de la Virgen, no pasa de ser una leyend a piadosa más al estilo de Zorrílla («el gran Zorrílla » , le llama en otro lugar) . Lo más valioso hoy en Rodao, es su poesía domés- tica: el libro Mís chiquillos y yo (1914), dice Montero, «nos en- trega la íntima y tierna verdad de una familia, nos hace llegar a l cotidiano latido de unas existencias humanas» . Es en este libro donde se encuentra lo mejor de Rodao, donde más ha volcad o su alma, hecha de honradez, de melancolía, de amor a los hijo s y a los humildes .
No es José Rodao un poeta capaz de conmover al lector d e hoy. Pertenece a una estética con la que el gusto actual se sien - te poco ligado, y su visión del mundo nos resulta en buena par- te envejecida . En cambio, históricamente presenta gran interé s como ilustrador del campoamorismo que invadió durante lar- gos años un amplío sector de nuestra poesía y que, unido a otras corrientes de la época realista, constituyó la atmósfera e n que hubieron de luchar los seguidores de Rubén, los Machados , los luan Ramón . Es en este sentido en el que debemos conside- rar como un acierto la publicación de esta Antología, que salva del olvido a un escritor bastante típico de la poesía menor del cuarto de siglo, al margen de las grandes constelaciones d e poetas que hicieron palidecer todo a su alrededor . El documen - tado y penetrante estudio preliminar de Montero, al trazar con visión clara y generosa las coordenadas de la obra de Rodao , es base índíspensable para la comprensión cordial que est e poeta —como todos los poetas pasados—necesita .
Manuel SECO .